Esta es una edición especial para
Internet
del libro digital en cd “El
Sentido de
La providencial aparición del Papa Francisco, y el
resurgimiento y renovación de un mensaje profundamente humanístico, nos invita
a volver a las fuentes y replantearnos la temática de los valores espirituales,
tan necesarios de promover hoy día a fin de que cada ser humano encuentre un
sentido a su vida, realice su proyecto personal y comunitario, y trascienda
interiormente hacia “la presencia ignorada de Dios”. Se lo he obsequiado al Papa Francisco por
intermedio de un sacerdote amigo que se lo entregó en el Vaticano, y he
recibido como agradecimiento su Bendición Apostólica, que obra también aquí en
el Capítulo 8. Es mi deseo que este
libro les sirva de estímulo en la búsqueda del sentido de la propia vida, les
sea útil en ese camino y les aporte felicidad, realización personal y la paz
que excede a toda comprensión. No es mi intención recetar soluciones hechas ni
academicistas, sino despertar inquietudes espirituales para la reflexión
personal. Muchas gracias por su
interés.
Este libro digital fue distribuído gratuitamente en una
edición limitada en cd, durante la realización del 6to.Congreso Latinoamericano
de Logoterapia y Análisis Existencial (Tiempos Modernos y Sentido), en
“Mucha gente, especialmente la ignorante, desea
castigarte por decir la verdad, por ser correcto, por ser tú. Nunca te disculpes por ser correcto o por
estar años por delante de tu tiempo.
Si estás en lo cierto y lo sabes, que hable tu
razón. Incluso si eres una minoría de
uno sólo, la verdad sigue siendo la verdad.”
Mahatma Gandhi
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0 INDICE: CONTENIDO DEL CD
1 Portada (imagen) del libro digital en cd el Sentido de
2 Libro digital el Sentido de
3 Papa Francisco ,
tango, futbol y barrio
4 Padre Antonio Spadaro, S.J.-Superior Jesuita,
Director de La Civiltà
Cattolica, la revista jesuítica de
Roma, en su Entrevista exclusiva a Francisco, de eco mundial. Y Nuevas tecnologías y nueva
evangelización – Evangelii Gaudium Y Encíclica Verde: Laudato si Y Rehabilitar
la política (la
visión de Francisco) Y El primer Papa Peronista, Argentino, Americano y
Jesuita. Y El Padre Pepe y su tarea de
Prevención de
5 Faro de la Utopía - (Portal Web: como se ve en
Internet) Ver el sitio web directamente http://farodelautopia.webcindario.com
6 Educomunicación Social
Salesiana de Don Bosco –Y- Bibliotecas Digitales
ISES (Instituto Salesiano de Estudios Superiores de Rio Gallegos) –Y Misión Padre Pepe
7 Links a You Tube
(videos y música) : a TANGOS y Marchas del club atlético Huracán y San Lorenzo de
Almagro. Mapas de los barrios de Flores -natal
del Papa Francisco- y de Boedo, Parque Patricios, Pompeya.
8 Bendición Apostólica de Francisco y obsequio de Monseñor
Guido Pesce
9 Fotos de participación en 4to.Congreso Latinoamericano de Logoterapia UCA-Universidad Católica Argentina-2011 Ver en sitio web directamente, por columna central cerca del comienzo. http://farodelautopia.webcindario.com Y en 6to.Congreso Latinoamericano de Logoterapia UCA-Univ. Católica Argentina-08/2015
10 PPS Power Point presentación en el mismo Congreso
UCA. No disponible para cargar en servidor web
por su formato
11 Música y Canto
(ingresar): tango Sur y otros. MAPAS BARRIOS
- Ver Mapas en Capítulo 7, ahí también
acceder con links a Música y Canto. Los Mp3 de este Cap.11 no están disponibles para cargar en el servidor web
por su formato
12 y 13 PPS
Power Point: Así piensa Francisco y El Tango de
14 MAPAS de los barrios de Flores -natal del Papa Francisco-, de Boedo, Parque Patricios y Pompeya. - Ver en Capítulo 7
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1 Portada (imagen) del libro digital en cd el Sentido de
2 Libro digital el Sentido de
|
“No es necesario creer en Dios
para ser una buena persona. En cierta
forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada.
Uno puede ser espiritual pero no
religioso. No es necesario ir a la
iglesia y dar dinero. Para muchos, la
naturaleza puede ser
una iglesia. Algunas de las mejores personas en la
historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se
hicieron en su nombre.” Papa Francisco
Para todos los trabajadores de la vida:
A veces sentimos que todo lo que hacemos
Es solo una gota en el mar, pero el mar
sería menos si le faltara una gota.
Madre Teresa de Calcutá
“No tengo ningún interes en crear robots ni loros que
repitan la voz del amo.
Más deseo para el futuro, que la causa de
por espíritus creativos, independientes, inventivos e
innovadores.”
Dr. Viktor Emil Frankl (1905-1997)
INDICE
TEMÁTICO
Introducción.......................................................................................
pág.
Re-valorizar la Ética:
el imperativo
actual.........................................pág.
precursores
del año 1973, de pasmosa ysorprendente actualidad)….pág
Bienvenida Ultramodernidad.............................................................pág.
No globalizar el
corazón.....................................................................pág.
Mensaje a nuestros
hijos: prevención de adicciones.........................pág.
Adolescencia en la posmodernidad...................................................pág.
Carmen de
Patagones:¿violencia escolar o social?.........................pág.
Carta Urgente desde
los Santos Lugares.........................................pág.
What the bleep is this movie?,¿Qué carachos es este film?...........pàg.
Crisis global, Ética
trascendente y religiosidad..............................pág.
¡el Sur también
resiste! ....................................................................pág.
Lucisterris (introducción al sitio web Faro de
Crisis mundial: debemos cambiar los valore$ económicos por
los valores ético-espirituales.........................................................pág.
Indígnate!!! y
Promover valores éticos en las naciones…………pág.
Yoani
Sanchez ,de Cuba : ¡hasta la libertad siempre!....................pág.
Análisis Existencial-Logoterapia y Filosofía Yoga, senderos de
trascendencia espiritual (versión del Congreso y Ampliada)..........pág.
Sri Swami Pranavananda Saraswati, Yoga para la humanidad…pág.
NEUROCIENCIAS: ¿Déjà vu o âkâsic vu – precognición espiritual? pag.
Francisco, el Papa de
la utopía del fin del mundo……………….pág.
Miscelánea
Tengo un sueño (Martin Luther King)............................................pág.
Gandhi,
un santo político................................................................pág.
Extraño suceso al
estrechar la mano de Juan Pablo II..................pág.
Para Padres, Hijos y
Abuelos...........................................................pág.
Abrazos: su poder
sanador................................................................pág.
Bandurrias (poema sureño)..............................................................pág.
El Nuevo Grupo de
Servidores del Mundo......................................pág.
Bibliografía recomendada...............................................................pág.
Es
ésta una época de grandes crisis pero también de múltiples oportunidades y
cambios. Alborea una nueva era
espiritual allende la posmodernidad estéril y materialista plagada de lacras
que hoy sufrimos y enfrentamos, tales como el hambre, guerras, enfermedades,
miseria, desempleo, falta de salud, educación, vivienda y seguridad; producto
la mayoría de políticas egoístas y de una injusta e inequitativa distribución
de la riqueza planetaria.
En
este desolador contexto mundial, también denominado la globalización del
capitalismo salvaje, constituye una poderosísima herramienta de cambio y un
imperativo actual el re-valorizar la Ética
-entendiendo la misma como la existencia moral de una persona, su
conducta y modo de vivir, de obrar-, a fin de dotarla de valores espirituales
trascendentes que guíen la conciencia moral y permitan discriminar
acertadamente el Bien del Mal, lo esencial de lo transitorio, pues como dice la
sabia sentencia bíblica: “de qué vale al hombre conquistar el mundo si pierde
su alma”.
En el marco de la sociedad occidental actual, pluralista, democrática, liberal, podemos afirmar que la ética de la responsabilidad (del dar respuestas trascendentes) es el paradigma de la Ética contemporánea, contrapuesta a la ética moderna secular.
En ese sentido, estos ensayos exploran el despliegue de la Ética en distintas temáticas como la adolescencia y la caída de valores, el peligro de las adicciones, la nueva psicología trascendente, la crisis global y la religiosidad, la filosofía en sus vertientes materialistas y espirituales, la violencia escolar y social, la política auténtica, la enorme responsabilidad de los políticos y la esperanza en un cambio ético profundo que nace desde nuestra patagonia austral, desde el sur del Sur, y se proyecta continentalmente en busca de la hermandad latinoamericana; siempre desde un enfoque humanista y cristiano, trascendentemente espiritual.
Se busca con modestia generar ideas e inquietudes, dar respuestas y sugerir rumbos de acción ante las grandes cuestiones de todos los tiempos que preocupan al ser humano hoy en día.
Son así expuestas ideas-simiente, que buscan despertar el interés del lector por continuar ahondando las mismas y profundizar su compromiso con su propia condición humana, asumiendo una concreta responsabilidad para con el prójimo sufriente.
He asimismo incorporado una miscelánea de breves textos de rico contenido espiritual que seguramente disfrutará el lector.
Se
prioriza el concepto tan bien expresado por el Papa Juan Pablo II de que la
globalización en sí no es buena ni mala, y que es necesario globalizar el
conocimiento y la bondad. Por eso, desarrollos educativos que incorporan nuevas
tecnologías, tales como la edu-comunicación social salesiana son aquí también
aplicados y promovidos al concebir este libro en una interacción dinámica con
el sitio web de Internet (punto crucial de encuentro del hombre moderno) Faro de
Es necesario asimismo remarcar que no todo está perdido, que si bien el mal aún persiste y hay mucho egoísmo individualista, por otra parte son muchísimas las personas de buena voluntad que guían sus vidas por propósitos nobles y solidarios y actúan con amor en todos los campos de la actividad humana. Son genéricamente conocidas como el nuevo grupo de servidores del mundo y constituyen la avanzada espiritual que con su luz ha de transformar profundamente las conciencias y también las estructuras políticas del mundo posibilitando un nuevo salto evolutivo del ser humano hacia el quinto reino, en busca de re-unirse con su creador, aquel Ser a quien vagamente damos el nombre de Dios. En este camino, es de destacar la fundamental participación que en forma creciente a todo nivel tiene actualmente la mujer, con su innata capacidad de sacrificio.
Con su
sensibilidad y transparencia ética, sus tiernos dones femeninos, su tenacidad y
extraordinaria capacidad de amor -de lo cual
En el
plano profesional, va mi eterno reconocimiento y gratitud en especial a
Por
último, agradezco a mi familia, mi esposa Alicia e hijas Paula y Lucía, y a
otros seres a quienes me une una amorosa amistad, la paciencia y apoyo para
concretar este modesto aporte literario-educativo, y en especial a
Addenda diciembre 2013: Los mezquinos avatares
políticos han complicado el mantenimiento planificado de las bibliotecas
digitales, pero luego de arduo trabajo ya se está por reponer a la brevedad su disponibilidad
en Internet. La tarea educativa además de fortalecer aún más los vínculos con
los viejos amigos como
Desempeño
en Consultorios Externos de Psicología Médica del Hospital de Clínicas José de
San Martín de Buenos Aires. Docente de
farodelautopia@gmail.com farodelautopia@yahoo.com.ar
Juan Martin Nuñez Psychologist Degree (UBA,
Santos
Lugares, Argentina, November 16, 2009
Indice de artículos al final del libro.
“Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento”. Nelson Mandela
Con Lic.Martha Iglesia, directora Posgrado UCA. Con Dr.Guillermo Pareja Herrera, de México. Con Padre Bustamante, titular CONSUDEC
Con Lic. Lorena Aquino, de Chaco. -- En el V Encuentro Latinoamericano de Logoterapia y Congreso
Internacional de
Con el excelente sacerdote y gran ser humano, el Padre Pepe,
en
En las últimas fotos, con el Padre
Antonio Spadaro, de visita en
Las
consideraciones sobre la ética vertidas en este ensayo tienden a demostrar no
solo la importancia que la misma adquiere hoy día ante la meneada corrupción,
sino también los importantes beneficios que su ejercicio trae en todas las
áreas del accionar humano, especialmente en el trabajo.
La
palabra Etica (Ethos) designa la existencia moral de una persona, su modo de
obrar, se refiere a la vida moral, mientras que
En el
marco de la sociedad occidental actual, pluralista, democrática, liberal,
podemos afirmar que la ética de la responsabilidad (del dar respuestas) es el
nombre de
La ética es el proceder fiel, respetuoso, a la palabra del sujeto moral que antes de obrar promete cumplir con ella. La conducta ética responde a una promesa, un compromiso, a la palabra libremente asumida por una persona.
El Ser ético obra de modo libre y responsable. El Ser moral es el Ser cuando actúa de acuerdo al deber ser (lo normado), a los valores.
La ética es la moral vivida, esta encarnada en la persona, es la forma en que se manifiesta la conciencia moral. Cada individuo y cada pueblo tiene su moral diferente. Una moral (Cristiana, Budista, Musulmana) es un código moral, una normativa.
Hay códigos de moral más modernos, como los establecidos por los colegios profesionales (ej.: deontología Médica). La ética implica un libre obrar, elegir con libertad un curso de acción o conducta, pero esta libertad se ve complementada por la responsabilidad, por el responder por los propios actos.
La libre elección conlleva al universo de valores, estos son universales, reglas de conducta probadas con el tiempo que pueden ayudar a tomar decisiones en situaciones vitales.
El valor es el grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades, o proporcionar bienestar o deleite. El valor es la cualidad que poseen algunas realidades, por lo cual son estimables, dignas de elección o no. Tiene polaridad (positiva o negativa) y jerarquía (superior o inferior).
El valor es una idea supramundana que solo el hombre introduce en lo real, re-conociendo su presencia en el mundo. El obrar ético es el obrar libre y responsable en base a un proceso valorativo que determinará un ordenamiento armónico de las necesidades, pero dependientes de juicios de valor (lo bueno para mí).
En la percepción de un objeto o acontecimiento se produce una valencia (rasgo de atracción o rechazo). Por ser heterogéneos los objetivos a que me dirijo, los organizo en un sistema jerárquico de prioridades y preferencias: importancia objetiva o subjetiva, diferentes evaluaciones o valencias.
Se establece un orden, un cuadro organizado, al que la personalidad subordinará la diversidad de aspiraciones, deseos o fines.
Un objeto solo tiene valor cuando es deseable para el sujeto en el marco de su propia escala valorativa, de ahí su aspecto subjetivo individual. Pero existen valores que son comunes a todos los hombres y por ellos buscados y aceptados: los valores ideales o trascendentales, que son los que persiguen la perfección ontológica de todo ser humano, y encierran la intencionalidad axiológica del mismo (ej.: unidad de la humanidad, amor, verdad, bondad, belleza).
Los valores son esencias objetivas y con validez a priori existentes en la realidad exterior. Son descubiertos por el pensamiento y preexisten a él.
Valorar es re-conocer un valor residente en el objeto aún cuando él no esté concorde con el punto de vista personal del sujeto.
Según
Viktor Frankl, creador de
Los
valores de actitud son los que más plenifican al ser humano y ante la falsa
dicotomía Éxito-Fracaso propuesta por la sociedad consumista es menester
considerar asimismo la antítesis Plenitud- Desesperación. Un aparente fracaso
para esta sociedad mercantilista (como el no poder enriquecerse), no lo será
tal si se le encuentra sentido a la vida, lo que llevará a
Socialmente abundan los ejemplos al respecto: grandes personajes cuyo afán de poder y status económico los sumergen en una vida frívola, egoísta e improductiva, insolidaria con el prójimo, propensa a todo tipo de adicciones, con abandono de los valores cristianos y el debido cuidado por la familia, y que muy frecuentemente acaban en la miseria moral o material, en la desesperación, la alienación o el suicidio.
El ser humano, como integridad bio-psico-socio-espiritual, obra éticamente al elegir en libertad y con responsabilidad, moralmente iluminado por un horizonte de valores trascendentes. Esta imbricación entre la ética, la moral, la libertad, la responsabilidad y los valores, nos da la idea de la íntima relación y necesaria interconexión existente entre dichos elementos, y sirve para entender la crisis ética que vivimos actualmente.
El estilo de vida posmoderno precipitó una caída de valores, de la moral normativa.
La posmodernidad, con su pragmatismo materialista ha llevado a la ética del todo vale, donde todo esta permitido, todo es igual, no hay valores, modelos ni reglas, solo se adora al becerro de oro.
Esta grave crisis de la ética contemporánea ha sido denunciada sorprendentemente desde las antípodas del espectro humano.
El Papa Juan Pablo II en sus escritos y encíclicas, si bien reconoce las bondades del liberalismo económico como factor de desarrollo de los pueblos, alerta expresamente contra las injusticias y abusos económicos egoístas del capitalismo salvaje que al alienar y degradar al hombre solo lo llevan a alejarse de sí mismo, de su propia esencia espiritual y de Dios.
En el otro extremo, el supremo gurú de las finanzas internacionales, el Pope del desarrollo capitalista George Soros, ha proclamado (en una inesperada autocrítica) las inequidades del sistema capitalista, que si bien permitieron su enriquecimiento personal, con su afán de lucro indiscriminado y desmedido, no contribuye a un desarrollo más justo, más equilibrado y equitativo de los pueblos, pues cada vez la minoría de ricos son más ricos y la mayoría de pobres son más pobres.
Ante
estas contundentes críticas al modelo social capitalista carente de valores
humanos, debemos recordar aquí la sabia sentencia bíblica: “de qué vale al
hombre conquistar el mundo si pierde su alma”.
Hoy a esta sociedad con crisis de valores se la llama la sociedad pluralista. Se caracteriza por un gran conglomerado de gente, mucho más que en la antigüedad; se vive diferente al pequeño círculo de la familia, el barrio, el pueblo.
Hay una gran mezcla de gente, de etnias raciales y de culturas. El pluralismo es pues cuantitativo y cultural.
En la sociedad pluralista no hay una unidad moral desde el punto de vista normativo, mientras que en la vieja sociedad había una relación más estrecha de los padres con los hijos, con valores religiosos más importantes y enraizados.
Esta sociedad pluralista, entonces nos plantea una exigencia mayor para tener un comportamiento étnico y ser morales.
Aunque los valores tradicionales hayan desaparecido o estén en retirada, sin embargo aparece ahora la enorme importancia de la conciencia individual como guía interna ante la falta de guía externa.
Es prioritaria entonces una buena educación dirigida a formar la conciencia de responsabilidad, a inculcar sanos valores, a fomentar el surgimiento de la intuición en la conciencia individual como instrumento que permita descubrir la jerarquía de valores trascendentes que guíen éticamente nuestra acción. Así, aunque los valores tradicionales hayan caído, esta madurez de conciencia permite igual al hombre descubrir los sentidos únicos de la existencia y cumplir su misión en el mundo.
En una sociedad pluralista se vive en un relativismo. Existe pluralismo cultural pero no debe confundirse con pluralismo ético que no debe existir. La moral no puede ser relativa, toda moral reclama absolutez, lo que debe ser, debe ser (sin entender esto como rigidez).
Es cuestión de encontrar algo absoluto en la sociedad pluralista que permita ser moral en dicha sociedad; algún valor que reconozca todo el mundo.
Existe eso absoluto que no hace diferencias de raza, culturas, religiones y que está en todos: la común condición humana (que en potencia y esencia es espiritual y divina).
Todos somos mortales y compartimos las mismas penurias, miserias y alegrías humanas en el camino hacia la perfección espiritual. La común condición humana es un valor absoluto, no idealmente abstracto sino tremendamente concreto, encarnado en el semejante que tengo delante mío.
Cuando se empieza a descubrir lo que nos hermana a todos en la sociedad pluralista, comienza entonces a haber más solidaridad y fraternidad, se va afinando el sentimiento moral.
La común condición humana es un valor absoluto porque es algo que nos trasciende, no depende de nosotros.
Descubrimos que su condición de valor absoluto, trascendente, lo hermana espiritualmente con los más puros valores cristianos: “ama a tu prójimo como a ti mismo” es entonces el paradigma a imitar.
Hallamos de esta manera un anclaje absoluto de la nueva moral, está fundada en un valor absoluto que es la común condición humana, a la vez terrestre y celeste, todos los hombres son iguales porque son mortales, con sus bondades y maldades.
Ser moral implica respetar la condición humana del otro, dar la mano, ayudar.
Debemos percibir lo común, lo que nos fraterniza: todos somos hombres finitos, abiertos a la trascendencia infinita.
Hay que ser solidarios, ver lo que aflige al otro.
En esta sociedad pluralista el individuo está aislado, solo, a veces entregado a sí mismo, no cuenta como antes con la ayuda del otro. Hay problemas y necesidades comunes, a veces se persigue el consumo desenfrenado, hay falencias en la salud, la alimentación, la educación, la seguridad jurídica.
La vida es difícil, hay angustias y temores que se deben vencer. Es posible ser moral ayudando al hermano, al semejante, respondiendo a ese reclamo y esperando que también nos ayude.
Creo haber realizado un adecuado diagnóstico de la situación. Pero eso no basta: hay que buscar una solución a la crisis de la ética contemporánea.
No basta con el imperativo racional categórico de Kant dirigido a la subjetividad del individuo, con su postulado voluntarioso que dice: “Obra únicamente según la máxima que hace que puedas querer al mismo tiempo que ella sea una ley universal”; ya que cualquier energúmeno de mala conciencia pregonaría constantemente que la ley de la selva es ley universal.
El imperativo de hoy es re-valorizar la ética, hay que infundirle nuevamente valores espirituales a esta ética actual tan vacía, light y superficial.
El problema de fondo a resolver se halla en recuperar los valores trascendentes que guían la conciencia moral, que nos permitan distinguir el bien del mal. Solo en la medida que podamos dilucidar claramente esto nos encaminaremos a una conciencia moral esclarecida.
Por supuesto no es este un camino llano, la conciencia moral se desarrolla progresivamente desde la más tierna infancia hasta la adultez, durante toda la vida. Nadie está exento de haber padecido alguna claudicación ética alguna vez -a sabiendas o no- pero como “quien esté libre de culpas que lance la primera piedra”, debemos con indulgencia, comprensión y justa firmeza buscar el arrepentimiento y la toma de conciencia que posibilite que sean más los avances que los retrocesos; la obtención de la limpieza de conciencia y paz espiritual es la justa recompensa a tales esfuerzos.
Un adecuado equilibrio entre la imaginación provista por los sentimientos y el conocimiento propio de la razón, no sólo permite superar el viejo enfrentamiento Romanticismo-Racionalismo, sino que se convierte en el instrumento adecuado para accionar correctamente en la realidad.
De ahí la
importancia de fortalecer no sólo la actitud racional sino básicamente toda
enseñanza espiritual (sea o no estrictamente religiosa) y moral que, haciendo
hincapié en los principios y valores cristianos privilegie el valor a la
familia, al prójimo, a Dios, y busque realizar el supremo Bien.
Asimismo, desde un punto de vista psicológico, los beneficios se multiplican geométricamente, ya que una persona que accede al universo de los valores y dedica su tiempo y ajusta su conducta a realizarlos, encuentra un significado, un sentido a su vida; ya no vive en vano, supera la tríada neurótica de nuestro tiempo posmoderno (la violencia-agresión, la depresión-suicidio y las adicciones –alcohol, drogas, poder) plenificando así su existencia individual y su participación comunitaria a través de su trabajo y obras, haciéndose útil y solidario para sí mismo y la sociedad en su conjunto.
Este enfoque permite así recuperar la iniciativa, creatividad y responsabilidad individual, el hombre vuelve a ser artífice de su propio destino; ni caerá en el conformismo consumista de hacer lo que otros hacen ni en el totalitarismo masificante de hacer lo que otros exigen que haga.
Dentro del libre juego de las instituciones democráticas debemos formarnos para la responsabilidad, hacernos cargos del otro, responder al otro, al hijo, al desamparado, al enfermo.
Ser moral hoy es una ética de servicio, un hombre es servidor del semejante.
Dice la destacada espiritualista Alice A. Bailey: servicio a la humanidad es servicio a Dios. Y aquí hallamos el punto nodal que da fundamento a la ética en el trabajo.
Entendiendo el trabajo como una de las más importantes fuentes de realización de valores, y como una dación, una prestación que el individuo hace a la comunidad toda, es evidente el ámbito más apropiado (en especial en la función pública) para canalizar su obra como una ética de servicio, que responde moralmente a las necesidades comunitarias de la más variada índole.
En este
sentido, es muy plausible y encomiable la elaboración de los códigos de ética
para los distintos desempeños laborales, ya que al brindar sanas pautas
orientativas induce al individuo a re-conocer auténticos valores morales,
consiguiendo así no sólo obrar adecuadamente en su función sino también encontrar
un sentido a su trabajo, a su vida, y trascender humanamente en la realización
de su esencia espiritual y divina.
Dos escritos
precursores del año 1973, de pasmosa e inquietante actualidad:
El grito de liberación resuena por doquier. Las viejas formas se derrumban ante el
impulso avasallador de lo que hasta ayer permaneció oculto y hoy emerge a la
manifestación. La liberación,
estremeciendo la injusta estructura social, se perfila en los campos de la
política, la economía, la educación, la ciencia, las artes y también
singularmente en el religioso.
Es que ya nada ni nadie puede permanecer indiferente ante las aceleradas
trasmutaciones que está sufriendo la humanidad.
Los pueblos están más esclarecidos mentalmente y ya no se contentan con
anticuadas e irracionales explicaciones religiosas, sino que exigen
definiciones más precisas, acordes con la época de gran progreso tecnológico
que vivimos.
Se produjo fundamentalmente porque la presentación de la verdad divina
no se ha ajustado al desarrollo intelectual del espíritu humano. Los arbitrarios dogmas, las deformaciones
doctrinarias, las antojadizas interpretaciones posteriores al fundador,
conspiraron contra la esencial libertad de conciencia que el hombre esperó
hallar en la religión.
La iglesia, refugiada en los grandes templos, en la pompa y el oropel,
se fue desentendiendo paulatinamente de las necesidades apremiantes de los
desposeídos, aquellos que constituyeron la principal preocupación del humilde
carpintero de Galilea. El ocultamiento y el silencio ante la injusticia
permitieron al crudo materialismo afirmar con razón que “la religión es el opio
de los pueblos”. Claro que deberían
haber dicho más correctamente que “
Se considera que la inclinación religiosa se halla potencialmente en
todo ser humano y generalmente se despierta con la búsqueda de Dios o algún
ideal superior, coincidiendo siempre en realidad con la búsqueda de uno mismo.
Es por eso que la religión será redefinida en el futuro como “la llamada
invocadora de
UN SOLO DIOS
Así como ahora advertimos que pese a las diferentes características
étnicas, solamente hay una raza: la humana, así también los pueblos comienzan a
vislumbrar que sólo existe un mismo y único Dios, adorado con diferentes
nombres, variables de acuerdo a los sitios y características antropológicas y
culturales de los adoradores.
Los que ejercitan su pensamiento comprenden ya que sólo existe un Dios
que es Espíritu, es Luz, es el Ser, el Absoluto, y está mucho más allá de las
conformaciones antropomórficas que se le han pretendido endilgar. No solamente se halla afuera manifestándose en
el esplendor de su Creación, sino que también palpita dentro de cada uno de
nosotros insuflándonos
Trascendente en el Universo e Inmanente en
Aunque tendrá como pilar la enunciación de que “sólo por el Amor será
salvo el hombre”, también se basará sobre ciertas verdades que han soportado la
prueba del tiempo. Será reconocida
El conocimiento de la continuidad de
EL VERDADERO CRISTO
El nombre de Cristo es el símbolo de un estado espiritual de perfección,
alcanzado en la época romana por el Maestro Jesús. Este estado, caracterizado por la expansión
de la conciencia espiritual reconociéndose libre de las limitaciones
materiales, eternamente autoexistente, sintonizada en estrecha afinidad con
todas las almas y con Dios, puede ser alcanzado por todos aquellos que quieran
subir los peldaños de la escalera que lleva al Creador.
Tal estado interno de perfección es la meta de toda
SUS ENSEÑANZAS
Jesucristo enseñó a desear los tesoros espirituales antes que los
terrenales. A combatir la injusticia y
el fariseísmo. A defender la
libertad. A cultivar la fe, la piedad,
la redención y el perdón de los pecados.
Pero la principal enseñanza de Cristo fue la de “Ama a Dios por sobre
todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”. Lamentablemente los hombres no le han hecho
mucho caso. Pero la continuidad de la
revelación divina garantiza que Cristo vendrá nuevamente a establecer rectas
relaciones humanas, disipando el espejismo emocional y mental que es causa de
las complejas situaciones terrenales.
Otros tópicos importantes sobre los que se hará mayor luz son los
referentes a
Siempre que los hombres llegaron al límite de sus fuerzas, cuando se
vieron impotentes para controlar los caóticos acontecimientos y resolver sus
problemas, cuando las dificultades los abrumaron, invocaron la ayuda de un
divino Mediador o Intermediario, para que defendiera su causa ante Dios y
trajera la salvación. Y Dios siempre ha
respondido al clamor invocador, enviando al Mesías, al Salvador, el Mediador,
el Avatar que permitiera a
Ya en la antigua escritura espiritual hindú, el Bhagavad Gita o Canto
Celestial, Sri Krishna, hablando como Dios, dice majestuosamente: “Siempre que
haya un quebrantamiento de
Los Salvadores mundiales más conocidos han sido Buda en Oriente y Cristo
en Occidente. Ambos han transmitido –en
su carácter de Intermediarios- energía divina a
Hoy, cuando los seres humanos parecen haber olvidado Sus palabras y más
que nunca se viven momentos de tensión y expectativa, Cristo se prepara para
reaparecer y culminar su tarea relacionada con el reino humano. Actuando internamente podría estimular la conciencia
espiritual del hombre y plasmar en las mentes directrices los nuevos conceptos
que regirán la vida humana.
Quizás también camine en persona sobre
Grande es la responsabilidad que a los hombres concierne a medida que se
aproxima el Día de
Velemos entonces por la amorosa vida, enseñanza y obra de Cristo, el
Abanderado de
(#)
Estudios del Padre Ismael Quiles – SJ (Superior Jesuita)
P/D: Artículo escrito el 06/05/1973
Juan Martín Silvano Núñez
SER
HUMANO
Licenciado en Psicología
(UBA-Universidad de Buenos Aires)
Posgrado
en Logoterapia (UCA-Universidad Católica Argentina)
Creador y Director Portal Web Faro de
EL RETORNO A
Acertadamente se ha dicho que “el hombre puede vivir sin filosofar, pero
no puede vivir sin filosofía”. En otras
palabras, esto quiere decir que aún la más pueril de las acciones que el hombre
ejecute, y aunque él no sea totalmente consciente de ello, responde a una
peculiar concepción de la vida, a una posición doctrinaria, a una ideología, a
una filosofía.
El determinar más acabadamente los procesos de crecimiento y maduración
propios de cada ser humano que paulatinamente construyen esta estructura
mental, como así también los numerosos factores biológicos, sociales y de toda
índole que inciden en su conformación, pertenece mas bien al dominio de la
psicología, y exigiría una detallada explicación accesoria, por lo que
momentáneamente prescindiremos de ella en aras de la brevedad de este artículo.
Retomando el hilo, podemos afirmar que, sin duda,
La filosofía o teoría es esencialmente el contenido mental innato y el
adquirido por la experiencia vital, la luz racional y espiritual, el motor de
la voluntad, el acervo cultural nacido de la perenne observación de la
naturaleza y sus fenómenos, máximas morales, normas de conducta, sentimientos,
conocimientos, etc.
El filosofar, o sea la práctica, es un correcto preguntar, un eterno
indagar sobre los misterios de la vida, un pensar y repensar siempre nuevo, una
plena utilización de la razón, un meditar y contemplar lo universal, un
cultivar elevados sentimientos propios de una fecunda vida interior, un actuar
imbuido de sabiduría y de justicia.
De ahí que cuando decae nuestro filosofar, y la filosofía no se renueva,
ésta corre el peligro de envejecer, marchitarse y morir.
¿Y qué será del filosofar cuando haya desaparecido su base
sustentadora?, ¿qué sucederá cuando el alma filosófica que le presta vida deje
de alimentar la hoguera de la acción?.
Probablemente ésta asuma formas grotescas cada vez más pálidas, hasta
que finalmente en un último y desesperado resplandor, consuma todas sus
energías y desaparezca, convencida de su futilidad.
Por ello, y previendo este peligro, al “vivir por vivir” que las
opresoras, superficiales y espiritualmente decadentes formas sociales actuales
pretenden instaurar como modelo de vida, opongamos firmemente el filosófico
“vivir en plenitud”. No es que deba ser
rechazado el vivir por el solo hecho de vivir, de gozar de las posibilidades
que la vida nos brinda, sino que además debemos saber o querer saber por qué y
para qué se vive. El vivir es algo mucho
más profundo y significativo que el simple respirar. El vivir, además de las básicas y elementales
funciones fisiológicas y sensoriales, implica fundamentalmente el pensar.
Tan importante es el ejercicio del pensamiento, que el gran filósofo
racionalista Descartes, el inaugurador de la modernidad, no vaciló en afirmar:
“pienso, por lo tanto existo”.
En la medida que hagamos actuar nuestro pensamiento, seremos más
conscientes y disfrutaremos más de nuestra existencia, nos capacitaremos
paulatinamente para penetrar en el corazón de las cosas y de los seres, y se
develarán a nuestra mirada interior los tesoros espirituales que ellos ocultan.
Descubriremos entonces que la vida, la existencia, posee una motivación
inteligente que es esencial e intrínseca a ella misma, que todo responde a un
Plan divino y que es posible armonizarnos con él y cooperar en su realización.
El filosofar sobre temas elevados enriquecerá nuestra propia filosofía y
nos proveerá de un arte de vivir que conjugue el derecho a la libertad que
tenemos como seres humanos con la responsabilidad u obligación que esa misma
condición nos depara.
Este proceso filosófico se ve entorpecido pues aún es grande la
confusión mental imperante debido principalmente al rapidísimo progreso
tecnológico que no se vio balanceado con el correspondiente progreso
espiritual, influyendo además otras complejas causas (educación deficitaria,
insuficiente explotación de los recursos naturales, miseria causada por la mala
distribución económica y nacida de un egoísmo imperialista, enfermedades, etc)
derivadas de la peculiar condición planetaria.
Por la tanto,
Es fundamental tener siempre presente esto, pues nos enseña que por
sobre las efímeras posesiones materiales, y a poco que clarifiquemos nuestro
pensamiento, se yergue nuestra alma como dueña de la naturaleza y de su
condición infinita y eterna.
P/D: Artículo escrito el 25/02/1973
Juan Martín Silvano Núñez
SER
HUMANO
Licenciado en Psicología (UBA-Universidad
de Buenos Aires)
Posgrado
en Logoterapia (UCA-Universidad Católica Argentina)
Creador y Director Portal Web Faro de
Hay más cosas en el Cielo y en la
Tierra, Horacio, que las que has
podido soñar en tu filosofía.
Hamlet, Shakespeare.
El
corazón tiene razones que la
razón no
comprende. Pascal
Lo
esencial es invisible a los
ojos. Saint
Exupery
Mi
enseñanza no es mía sino de
Aquél que
me envió. Cristo
Bienvenida, ultramodernidad!, y todo lo que siempre me
asombró sobre las insólitas vueltas calesita del inefable conejo
Mochono.
El que las éticas clásicas se hayan referido a todas las cuestiones de la vida buena (la distinción entre el Bien y el Mal, y la búsqueda del Summum Bonum, el Supremo Bien de Platón), y las éticas modernas principalmente a los problemas relativos a la acción correcta o justa, hace pensar inevitablemente en lo acertado de la frase “todo tiempo pasado fue mejor”.
Podemos considerar a la ética emparentada más directamente con la facticidad normativa, la acción y la conducta, con el modo de obrar, el cómo viven moralmente los hombres en la actualidad. La ética es la moral vivida, encarnada en la persona; es la forma en que se manifiesta la conciencia moral.
La moral se refiere primordialmente a lo codificado, lo establecido, lo normado. Cada individuo y cada pueblo tienen su moral diferente; una moral (cristiana, budista, musulmana) es un código moral, una normativa.
Son características básicas del ser hombre su
libertad y responsabilidad; aunque sin libertad no hay responsabilidad, la
responsabilidad agrega algo nuevo a la libertad, pues uno puede ser libre sin
ser responsable.
Si bien existen valores relativos (subjetivos, individuales) acordes para cada sujeto según el marco de su propia escala valorativa, también existen valores absolutos comunes a todos los hombres y por ellos buscados y aceptados: los valores absolutos, ideales o trascendentales, que son los que persiguen la perfección ontológica de todo ser humano y encierran la intencionalidad axiológica del mismo (ej: unidad de la humanidad, amor, verdad, bondad, belleza).
Filosóficamente
existen básicamente dos tipos de teorías sobre los valores: las teorías
relativistas y las teorías absolutistas. Para las teorías relativistas mi
deseo de algo hace que ese algo tenga un valor para mi. Para las teorías
absolutistas el valor es una cualidad intrínseca del Ser, que es valioso por
si mismo, y cuyo valor me atrae, apela a mí para
realizarlo.
Por otra parte, la biología, psicología y sociología han efectuado un cuestionamiento reduccionista sobre los sentidos y valores, arguyendo en forma simplista que no son mas que fabricaciones que se pueden tipificar como sublimaciones, mecanismos de defensa, patrones de conducta heredados o formas de pensamiento de la clase social que se introyectan por la fuerza de la ideología dominante en el momento histórico.
Si bien no se pueden negar las influencias medioambientales, también puede establecerse claramente la esencial capacidad de autodeterminación del ser humano ante tales condicionamientos, que no son determinismos absolutos.
Esta autodeterminación se opera por la intrínseca libertad del ser humano que toma actitud ante las situaciones específicas.
El problema de fondo es operar con frecuencia una objetivación de lo que hay de subjetivo en el ser humano y una subjetivacion de lo que es objetivo en el mundo.
Por eso si al ser humano lo objetivamos en lo que tiene de subjetivo -su espiritualidad, libertad y responsabilidad- obtendremos nada mas que una cosificacion del mismo, que le des-personaliza, le niega y quita su radical capacidad de autodeterminación en el mundo.
Así, el ser humano pierde su calidad de sujeto que se-decide-ante y pasa a ser un objeto-que-es-impulsado-y-movido-por sus pulsiones. Incluso la voluntad que busca un sentido es negada.
Pero se debe tener presente que hay situaciones que tienen un denominador común y en consecuencia hay sentidos que son compartidos por los seres humanos en las sociedades a través de la historia.
Estos sentidos, en lugar de estar referidos a una situación vital única, se refieren a la condición humana. Estos sentidos se comprenden entonces como Valores. Así pues los Valores pueden ser definidos como aquellos significados o sentidos universales que una sociedad o la humanidad entera encarna porque ellos se cristalizaron en situaciones especificas o típicas de la historia (V.Frankl, G.Pareja).
La conciencia de tener una jerarquía natural de valores no me dispensa de la necesidad de tomar decisiones. Mi postura ante los valores es libre y me siento atraído por ellos para encarnarlos en el mundo, en el presente histórico.
Los valores me atraen, las pulsiones me impulsan. Y la atracción de los valores va mas allá de ser atracción pues ante ella me decido.
La moral, la ética tradicional y las convenciones sociales guardan estrecha relación con los valores, en cuanto los canalizan en la practica social. Sin embargo, toda esa estructura ha de someterse a la prueba de la conciencia del ser humano, que siempre tendrá la ultima palabra (G.Pareja).
Según Viktor Frankl (eminente neurólogo,
psicólogo y filosofo, creador de la tercera escuela vienesa de psicología:
La ética moderna secular, al centrarse en la
racionalidad y dejar de lado el primordial enfoque sobre los valores (mores),
abandona en verdad el campo de la moral y se transforma en in-moral.
Esto ha tenido una acabada demostración en la actual posmodernidad, donde asistimos a una caída y retroceso de los valores tradicionales, al auge de una ética light, superficial y consumista caracterizada por el “todo vale”, donde ya no hay normas, reglas ni parámetros morales validos.
En una
palabra, al no aportar la ética moderna secular ninguna solución, forma parte
del problema.
Es que la racionalidad por si sola no puede dar cuenta de que conductas son buenas o malas, solo tenderá a justificar ilusoriamente lo que es correcto o incorrecto, considerándolo como una guía para la acción práctica y otros subterfugios, queriendo así auto-engañarse y evitar tomar posición sobre los valores absolutos (como el Bien Supremo de Platon) que son los que en realidad manifestarán con su presencia o ausencia en la situación si una conducta es correcta o no.
La ética moderna secular adscribe a la teoría relativista de los valores, en tanto considera que es valioso aquello que yo deseo, al contrario de la ética espiritual-religiosa que postula que existen valores absolutos, trascendentales, valiosos por si mismos, que apelan a mi y despiertan mi atracción para que yo intente realizarlos.
Por considerar al deseo como definidor de lo valioso y los valores, la ética moderna secular sostiene posiciones afines al psicoanálisis freudiano-lacaniano ateo, cuya pobre conceptualizacion antropológica del ser humano como movido básicamente por sus instintos, es determinista y reduccionista: el ser humano es poco mas que un títere llevado de aquí para allá por sus impulsos, desde un inasible inconsciente.
Como orientación básica apunta a la búsqueda del placer y el equilibrio; la orientación hacia el sentido y el valor está fuera de su horizonte de referencia, no capta la intencionalidad de la dimensión existencial-espiritual.
Para el psicoanálisis el ser humano esta
confrontado con el peso de sus pulsiones, con su inconsciente y no con los
valores; considera que la dimensión humana es básicamente una dinámica psíquica
impulsiva y desconoce una dinámica de la dimensión existencial-espiritual.
Contrasta esto con las conceptualizaciones de
otras corrientes psicológicas como por ejemplo la logoterapia de Viktor Frankl,
el análisis existencial de Ludwig Biswanger, la psicología comprensiva de
Dilthey y Karl Jaspers, para las cuales el ser humano es una
integridad bio-psico-socio-espiritual, abierto a la trascendencia, en relación
con el mundo triple del ambiente, de los otros y de si mismo.
Estas corrientes tienen una orientación básica
hacia el sentido y la búsqueda de valores originarios y descubren en
todo lo espiritual su dimensión de intencionalidad; no sólo ven la impulsividad
sino sobre todo el sentido. Descubren que delante del querer hay una urgencia,
un deber que la persona descubre en su vida, en su conciencia, en el
momento histórico social concreto. Conciben el ser humano como confrontado
fundamentalmente ante los valores y atraído por ellos mas no impulsado.
La realización de los valores supone la actitud libre y responsable del ser humano, y esta actitud esta lejos de la pura impulsividad, ha de verse dentro del contexto de una dinámica de lo existencial-espiritual donde la impulsividad tiene un papel que puede llamarse de energía alimentadora (G.Pareja).
Vemos
entonces que la ética moderna secular responde a una paupérrima concepción atea
del ser humano, a una antropología materialista, a una filosofía nihilista de
la cual Sartre es un acabado representante. El pesimismo y desesperanza de
Sartre con su Ser para
humano (explicitada por ejemplo en que la mirada del otro me cosifica y es diabólica, en lugar de pensar que también puede haber una mirada amorosa, comprensiva y compasiva), rebaja a este a la in-trascendencia, a la desesperanza, a la falta de sentido de su vida, al negro pesimismo existencial, a la ausencia de verdaderos valores por los cuales vivir y compartir solidariamente el humano destino; remite, simbólica y prácticamente en fin, al mal, las huestes lucifericas, los ángeles caídos, a la gran herejía de la separatividad.
El otro no deja de ser una cosa, un otro apto para ser utilizado en la satisfacción de mis propias necesidades.
En cambio, para otros filósofos existencialistas teistas el otro llega a transformarse en un tú mediante una relación responsable, igualitaria y reciproca basada en el valor absoluto del amor, que permite asimismo abrirse al TU mayor (Martin Buber).
También la ética racionalista de Kant denota un déficit notorio para dar respuestas validas a la grave problemática moral contemporánea. Esto queda patentizado en la siguiente anécdota. Cuenta Kant que una vez un amigo suyo se refugia en su casa huyendo de un asesino. El criminal llega hasta la puerta, golpea y cuando Kant abre y lo atiende, le pregunta si allí se ha refugiado un hombre al que persigue para matarlo. Kant postula que su deber es decir la verdad, pues el imperativo moral categórico le indica decir la verdad en todo momento y bajo toda circunstancia, aunque como en este caso, su amigo fuera asesinado. Apenas analizamos con un poco de minuciosidad esta postulación advertimos que se comete un grave error de conceptualizacion. Kant parte de realizar un juicio racional parcial acerca de si una acción es correcta (decir la verdad) o no. Se sitúa en el plano de la ética aplicada y escamotea plantearse el verdadero dilema moral, el que se define como una situación de conflicto en la que entran a jugar valores o principios que se contradicen entre sí. Si hubiera hecho esto, habría ponderado los valores en juego, los hubiera jerarquizado y hubiera optado en consecuencia. En esta anécdota surge claro la oposición nítida de dos valores: el de decir siempre la verdad y el de preservar la vida humana.
Al optar, es evidente que preservar o defender la vida humana es un valor superior jerárquicamente al de decir siempre la verdad, por lo que podemos observar que la decisión que tomó Kant fue moralmente incorrecta e incluso gravísima y deleznable pues costaría la vida de su amigo.
Además de ver en forma patética a que tremendos errores nos puede conducir un racionalismo exacerbado en sus intríngulis metodológicos, también podemos captar en esta anécdota cuan poco se usó el sentido común (que lamentablemente suele ser el menos común de los sentidos) y como no se respetó el esencial valor de la vida humana.
La ética moderna secular esta basada en el materialismo nihilista sartriano y en el absurdo e inhumano racionalismo kantiano que no toma en cuenta los valores o normas morales que deberían guiar nuestra conducta, pretendiendo además asumir una ficticia autonomía moral (regularnos por normas autodefinidas y autoimpuestas), que al no tener respaldo o fundamento valorativo suprapersonal o supraterrenal alguno quedan libradas al relativo arbitrio de cada cual, con una escasa posibilidad de acatamiento generalizado de las mismas (concreción de las expectativas de cumplimiento reciproco).
Se pretende escindir erróneamente lo personal de la dimensión moral, ignorando que lo personal de un modo u otro siempre se manifiesta en relación con los demás de modo que la dimensión moral siempre esta presente.
Es posible asumir una forma de vida y desarrollar una identidad, pero como vivimos en sociedad, el derecho de uno termina donde empieza la libertad del otro (por ejemplo los travestis escandalosos que quieren que respeten sus derechos, pero que no respetan los de los demás, alterando las buenas costumbres y la tranquilidad en la vía pública molestando con su conducta promiscua a los vecinos).
Así lo postulaban desde los antiguos griegos con la noción de Kosmos u orden universal -opuesto al kaos-, hasta Heidegger concibiendo al ser humano como un Dasein o Ser-Ahi, arrojado como proyectum a la existencia, en relación siempre con el triple mundo de las cosas, de los otros y del si mismo (Mitwelt-Umwelt-Eigenwelt).
Al dejar al arbitrio de cada cual el inventar sus propias normas morales sin el sustento de ningún valor, cae entonces la ética moderna secular en un relativismo y escepticismo moral y queda pedaleando en el aire, sin base de sustentación, de ahí esa ridícula manía actual de buscar un reaseguro o guía en las frías normas jurídicas sin comprender que en la medida que tampoco están inspiradas en genuinos valores sólo generarán desconfianza y transgresiones.
El problema básico de la ética moderna secular es que desconoce que vivimos en un mundo múltiple, en donde miles de millones de personas aún ajustan sus conductas a auténticos valores religiosos y espirituales que más allá de que seguramente sean susceptibles de perfeccionamiento en su captación e instrumentación, no por eso dejan de ser eficaces guías para sus comportamientos y practicas cotidianas, ya que en el fondo responden a la esencial e intrínseca condición espiritual del ser humano, a su autotrascendencia.
Al elevarse paulatinamente sobre la falibilidad humana mediante la realización de esos valores, se le posibilita entonces al ser humano encarnar la moralidad y comportarse en forma realmente ética, generando una gozosa convivencia (“amaos los unos a los otros como hermanos que sois”) en el marco de un destino supramundano, trascendente.
Dadas las explicitaciones precedentes, el tomar la ética como objeto de estudio aislado de un contexto normativo moral que le da sustento o priorizarla indebidamente por sobre la dimensión moral, equivale al viejo error de “poner el carro delante del caballo”.
Para
V.Frankl como para Max Scheler (autor de”El puesto del hombre en el cosmos”) la
persona esta abierta a la trascendencia, y esta apertura radical se
da a través de la conciencia.
La conciencia en cuanto fenómeno no se queda ni
se agota en si misma sino que va mas allá de la persona. La persona, como
ser dialogal esta básicamente abierta al encuentro interpersonal y por
eso la conciencia es la voz de la trascendencia.
La
conciencia posibilita a la persona el sentir la presencia de una instancia supra-humana y la hace ser consciente
de su ser contingente, es decir, no necesario, creado.
La conciencia no agota su propio significado en su dimensión de hecho psicológico sino que es sólo un aspecto de un fenómeno básicamente trascendente o metapsicologico. Scheler indica que la conciencia es la voz de la trascendencia y que por ella la persona capta la presencia, en la fe, de un juez invisible e infinito, o Dios. El material psicológico posibilita el paso a una presencia que se manifiesta y esa presencia es Dios.
Nikolai Hartmann reflexiona sobre las diferencias ontológicas en el ser humano, que él caracteriza como estratos (en número de cuatro), que son: el físico, el orgánico, el anímico y el del espíritu. Así quien quiera comprender la conciencia a partir de fenómenos psíquicos o el ethos del hombre mediante una ley que rija los actos psíquicos, tropezará con la ley de jurisdicción de los estratos, pues introduce categorías de otro estrato existencial en lo que es propio de un estrato de constitución más elevada. El mundo real tiene unidad, pero no la de un principio, sino la de un ordenamiento, surgido en un plano superior.
Por eso, la fundamentacion de una acción, cada vez más humana, requiere la previa asimilación de una personal cosmovision.
Esta cosmovision
esta formada por elementos tan valiosos como una filosofía de la vida,
una antropología filosófica, ética, valores, que como conjunto, apunta a una
metafísica ontológica.
Se busca afirmar la presencia de diferencias ontológicas en el ser humano y al mismo tiempo la unidad antropológica del mismo.
En otras palabras, el ser humano es una unidad
a pesar de su multiplicidad.
También,
Heidegger considera que la existencia no es algo ya determinado, estático y
estable de una vez para siempre. Como Frankl, señala la cualidad de apertura
del ser humano y la vivencia simultanea en el presente del pasado que permanece
y del futuro al que nos dirigimos. Aceptar la propia vida es la misión
especifica que tenemos en la temporalidad en que nos movemos.
Esta
aceptación es la responsabilidad específicamente humana.
Esta responsabilidad se vive en la cotidianeidad en la que oscilamos entre un escapismo -que sería la alienación según Heidegger en la exterioridad- y el dato insoslayable de hacernos cargo de nosotros mismos en el “cada día” de la vida (conciencia mas responsabilidad, según Frankl). Para Heidegger y Frankl el ser humano decide y se-decide sobre la base de las posibilidades que encuentra en si mismo y las que le proporciona su pasado. A partir de ellos se trasciende a si mismo llegando a constatar la esencial característica de la existencia humana que es la autotrascendencia (Frankl) o el ser-propio (Heidegger).
Para Karl Jaspers trascender es buscar el propio ser. Ningún objeto es el propio ser. Tenemos que ir mas allá y por encima de lo objetivo, es decir: trascender. Trascender no es una obligación sino una posibilidad ante la libertad. Podemos entregarnos al mundo, a las cosas y vivir sin trascendencia.
Podemos incluso afrontar la muerte, el dolor,
la culpa y la lucha como hechos pero no permitirles que nos afecten y
condenarnos así a la in-trascendencia.
Pero la in-trascendencia es sinónimo de la deshumanización.
El ser, para Jaspers, es lo “envolvente”, y hace que la existencia humana se constituya por la trascendencia, es decir, por su abrirse al Absoluto, a Dios.
La
creencia en un solo Dios personal, creador del mundo, único y ultimo refugio
nuestro, es una creencia filosófica, un trascender de mi existencia que hay que
ganar sin cesar. La vida sólo tiene sentido si esta encaminada hacia
Dios. Bajo esta perspectiva, todo el mundo se hace relativo, pero al mismo
tiempo deviene este mundo el lugar de una opción incondicional entre el bien
y el mal. Por ahí carga el hombre con toda su responsabilidad de tal.
Y de ahí se desprende el deber del hombre de
luchar por el bien contra el mal, pero esta lucha sólo puede darse en el amor.
El amor con el que todo hombre trata de comprender al prójimo, es la realidad
fundamental del hombre que le hace eterno en toda su finitud (Frankl).
La
libertad y la responsabilidad constituyen la esencia de la existencia humana, y
junto con la espiritualidad (dimensión noetica,
del logos o del espíritu, donde
radica lo mas genuinamente humano) forman una trilogía.
De que, es responsable el ser humano?. Al tomar
conciencia de su estar-en-el-mundo descubre que tiene la tarea de hacerse cargo
en primer lugar de su propia vida, lo que implica en potencia, un proceso
educativo altamente positivo, así estará preparado para comprender y acompañar
a otros seres humanos en el proceso de descubrimiento y compromiso con la
propia vida.
La responsabilidad fundamental de hacerse cargo de la propia vida es una tarea y misión intransferible y en ellas cada ser humano es irremplazable.
El ser humano responde ante si mismo, ante los demás y ante Dios (lo suprapersonal). El “lugar” donde el ser humano responde es la conciencia. La conciencia como fenómeno genuino y específicamente humano se nos presenta como original, no deducible de otra instancia intrahumana y es no reducible, intuitiva y creativa.
La conciencia es la dimensión donde el ser humano tiene el privilegio de encontrarse en la desnudez de su mismidad, en su más profunda intimidad y donde se manifiesta la presencia dialogal de Dios. La conciencia es quien guía a la libertad para que pueda responder de si, a los demás. También está sujeta a la condición humana, a los riesgos de la falibilidad, el error y la engañosa distorsión que se presentan en el proceso de maduración y formación de la conciencia humana. La misma conciencia no escuchada por el ser humano puede extraviársele. Pero el riesgo de errar no nos dispensa de intentar, ni de la necesidad de juicio.
La conciencia manifiesta que el ser humano al estar-en-el-mundo, como ser-que-responde, tendrá siempre delante de si a las personas y a las situaciones; por eso decimos que es un ser, que por su conciencia, responde “ad-personam” y “ad-situationem”.
Las situaciones que son múltiples y se
presentan a modo de preguntas dirigidas a cada ser humano, pueden quedar sin
respuesta. Las respuestas implican decisiones y las decisiones hacen referencia
a la libertad humana. Así pues en la libertad humana se hace visible la
existencialidad mientras que en la responsabilidad se revela la trascendencia.
El ser humano, para Frankl, es responsable de actual-izar y real-izar los significados y valores en el mundo y en su historia (G.Pareja). Este mismo proceso pedagógico de formar una conciencia, genuinamente humana, ha de considerar que la responsabilidad nos viene de una dimensión que no somos nosotros mismos. La conciencia no se deriva del Ello o del puro Superego y, si así se aceptara, tendremos un homúnculo en lugar de un ser humano y un homunculismo en lugar de una antropología.
Avanzando mas lejos de considerar a la conciencia como un producto de la libido psíquica inconsciente, vemos que ella se manifiesta fenomenológicamente de modo espontáneo, en la dimensión consciente como inmediata, intuitiva y absoluta.
Según Frankl, la conciencia se presenta como básicamente inconsciente y no racional. Es no-racional porque es pre-logica, es decir, es anterior a cualquier reflexión racional.
La conciencia no es una ley universal al estilo de Kant pero, sin embargo, es una ley moral individual que ilumina la situación concreta de una persona específica.
La conciencia, tomada no como ley moral universal es, sin embargo, universal, y el fenómeno del ateísmo en esta perspectiva se consideraría como el tener conciencia y responsabilidad pero dándoles una interpretación inmanente, de tipo reductivo, en el ámbito psicológico. Así pues el no creyente puede pensar que su conciencia es un mero producto psicológico al cual puede desatender dado el caso de que sólo tiene que obedecerse a si mismo. El solipsismo psicológico y moral se hacen patentes como consecuencia. Esta postura no se pone en búsqueda de algo mas allá de su conciencia y responsabilidad que podría ser el camino a la trascendencia.
La maduración de este proceso nos conduce a ver que la responsabilidad ante la propia conciencia permite plantear la pregunta de si hay alguien mas allá de la conciencia.
En un último análisis ciertamente debe aparecer cuestionable si el ser humano realmente puede ser responsable ante algo, o si la responsabilidad es solamente posible cuando está ante alguien.
Entonces,
la conciencia encuentra su lugar de fundamentación
en un dato original que es Dios.
Así tenemos que detrás del superego del ser
humano esta el Tu-Dios y en la conciencia se revela el Tu-Palabra
de la trascendencia. Todas las declaraciones sobre Dios valen tan sólo
“per analogiam”. Lo mismo puede decirse, por tanto, de todas las declaraciones
sobre su personalidad: es como si fuera personal; es pues, suprapersonal
(Frankl, Pareja).
El inconsciente entonces es una dimensión
amplia que tiene dos aspectos: un inconsciente impulsivo (Trieb), lugar de las
pulsiones inconscientes; y un inconsciente espiritual, lugar de la
espiritualidad inconsciente.
El inconsciente es algo mas que impulsividad
inconsciente o reprimida, por el contrario, es lo espiritual inconsciente, la
existencia. La existencia, es decir lo espiritual, tiene como característica
ser irrefleja y, por tanto, es en si misma irreflexionable.
El ser humano es plenamente humano cuando es capaz de ir mas allá de donde es “impulsado” y llegar al ámbito en que es “libre y responsable”, donde decide. El ser humano se deshumaniza cuando deja de ser responsable.
La ética implica un libre obrar, elegir con
libertad un curso de acción o conducta, pero esta libertad se ve completada por
la responsabilidad, por el responder por los propios actos.
Esta libre elección conlleva el acceso al
universo de valores, estos son universales, cualidades o normas
de conducta que pueden ayudar a tomar oportunamente una mejor decisión.
El ser
humano, como integridad bio-psico-socio-espiritual, obra
éticamente al elegir en libertad y con responsabilidad, moralmente iluminado
por un horizonte de valores trascendentales.
Esta imbricación entre la ética, la moral, la libertad, la responsabilidad y los valores, nos da la idea de la íntima relación y la necesaria interconexión existente entre dichos conceptos, y sirve para entender la crisis ética que vivimos actualmente. El estilo de vida posmoderno precipitó una caída de valores, de la moral normativa.
La
posmodernidad, con su pragmatismo materialista ha llevado a la ética del todo vale, donde
todo esta permitido, todo es igual, lo mismo un burro que un gran
profesor, no hay valores, modelos ni reglas, sólo se adora al becerro de oro.
Pero considerando al modelo social capitalista carente de valores humanos,
criticado tanto por Juan Pablo II como por George Soros, debemos recordar aquí
la sabia sentencia bíblica: “de qué vale al hombre conquistar el mundo si
pierde su alma”.
Hoy a esta sociedad con crisis de valores se la llama la sociedad pluralista. Se caracteriza por un gran conglomerado de gente, mucho más que en la antigüedad; se vive diferente al pequeño círculo de la familia, el barrio, el pueblo. Hay una gran mezcla de gente, de etnias raciales y de culturas. El pluralismo es pues cuantitativo y cultural.
En la sociedad pluralista no hay una unidad moral desde el punto de vista normativo, mientras que en la vieja sociedad había una relación mas estrecha de los padres con los hijos, con valores religiosos más importantes y enraizados.
Esta sociedad pluralista, entonces nos plantea una exigencia mayor para tener un comportamiento ético y ser morales.
Aunque
los valores tradicionales hayan desaparecido o estén en retirada, sin embargo,
aparece ahora la enorme importancia de la conciencia individual como guía
interna ante la falta de guía externa. Es prioritaria entonces una buena
educación dirigida a formar la conciencia de responsabilidad, a inculcar sanos
valores, a fomentar el surgimiento de la intuición en la conciencia individual
como instrumento que permita descubrir la jerarquía de valores trascendentales
que guíen éticamente nuestra acción.
Así,
aunque los valores tradicionales hayan caído, esta madurez de conciencia
permite igual al hombre descubrir los sentidos únicos de la existencia y
cumplir su misión en el mundo.
En una sociedad pluralista se vive en un relativismo. Existe pluralismo cultural pero no debe confundirse con pluralismo ético que no debe existir. La moral no puede ser relativa, toda moral reclama absolutez, lo que debe ser, debe ser (sin entender esto como rigidez).
Es cuestión de encontrar algo absoluto en la
sociedad pluralista que permita ser moral en dicha sociedad; algún valor que
reconozca todo el mundo.
Existe eso absoluto que no hace diferencias de
raza, culturas, religiones y que esta en todos: la común condición
humana (que en potencia y esencia es espiritual y divina).
Todos somos mortales y compartimos las mismas
penurias, miserias y alegrías humanas en el camino hacia la perfección
espiritual.
La común
condición humana es un valor absoluto, no idealmente abstracto sino
tremendamente concreto, encarnado en el semejante que tengo delante de mí.
Cuando se empieza a descubrir lo que nos
hermana a todos en la sociedad pluralista, comienza entonces a haber más
solidaridad y fraternidad, se va afinando el sentimiento moral.
La común
condición humana es un valor absoluto porque es algo que nos trasciende, no
depende de nosotros.
Descubrimos que su condición de valor absoluto,
trascendente, lo hermana espiritualmente con los más puros valores cristianos: “ama
a tu prójimo como a ti mismo” es entonces el paradigma a imitar. Hallamos
de esta manera un anclaje absoluto de la nueva moral, esta fundada en un
valor absoluto que es la común condición humana, a la vez terrestre y celeste,
todos los hombres son iguales porque son mortales, con sus bondades y maldades.
Ser moral implica respetar la condición humana del otro, dar la mano, ayudar.
Debemos percibir lo común, lo que nos fraterniza: todos somos hombres
finitos, abiertos a la trascendencia infinita.
Hay que ser solidarios, ver lo que aflige al otro.
En esta sociedad pluralista el individuo está aislado, solo, a veces entregado a si mismo, no cuenta como antes con la ayuda del otro.
Hay problemas y necesidades comunes, a veces se persigue el consumo desenfrenado, hay falencias en la salud, la alimentación, la educación, la seguridad jurídica.
La vida es difícil, hay angustias y temores que se deben vencer.
Es posible ser moral ayudando al hermano, al semejante, respondiendo a ese reclamo y esperando que también nos ayude.
Hay que buscar una solución a la crisis de la ética contemporánea. No basta con el imperativo racional categórico de Kant dirigido a la subjetividad del individuo, con su postulado voluntarioso que dice:”obra únicamente según la máxima que hace que puedas querer al mismo tiempo que ella sea una ley universal”; ya que cualquier energúmeno de mala conciencia pregonaría entonces que la ley de la selva es ley universal.
El imperativo de hoy es revalorizar la ética, hay que infundirle nuevamente valores espirituales a esta ética actual tan vacía, light y superficial; debemos recuperar los valores trascendentales que guían la conciencia moral, que nos permitan distinguir el bien del mal. Solo en la medida que podamos dilucidar claramente esto nos encaminaremos a una conciencia moral esclarecida.
Un adecuado equilibrio entre la imaginación provista por los sentimientos y el conocimiento propio de la razón, no solo permite superar el viejo enfrentamiento Romanticismo-Racionalismo sino que se convierte en el instrumento adecuado para accionar correctamente en la realidad.
De ahí la importancia de fortalecer no solo la actitud racional sino básicamente toda enseñanza espiritual (sea o no estrictamente religiosa) y moral que, haciendo hincapié, en los principios y valores cristianos privilegie el valor del amor a la familia, al prójimo, a Dios, y busque realizar el supremo Bien.
Asimismo,
desde un punto de vista psicológico, los beneficios se multiplican
geométricamente, ya que una persona que accede al universo
de los valores y dedica su tiempo y ajusta su conducta a realizarlos, encuentra un significado, un sentido a su vida; ya no vive
en vano, supera la triada neurótica de nuestro tiempo posmoderno (la violencia-agresion, la depresion-suicidio, y las adicciones, alcohol-drogas-poder) plenificando así su existencia
individual y su participación comunitaria a través de su trabajo y obras,
haciéndose útil y solidario para si mismo y la comunidad.
Este
enfoque permite así recuperar la iniciativa, creatividad y responsabilidad
individual, el hombre vuelve a ser artífice de su propio destino; ni caerá en
el conformismo consumista de hacer lo que otros hacen ni en el totalitarismo masificante
de hacer lo que otros exigen que haga.
También resulta valioso escudriñar el enfoque que las principales religiones (del latín re-ligare, re-unir al hombre con Dios) tienen sobre la dimensión espiritual del ser humano, ya que podremos descubrir una gran riqueza conceptual y practica.
En el famoso poema épico hindú Bhagavad Gita (Canto Celestial o Canto del Bienaventurado) situado históricamente unos 1400 años antes de Cristo, teniendo como excusa el desarrollo de una gran batalla, se expone el elevadisimo diálogo espiritual entre Krishna (como la encarnación de Dios) y su fiel discípulo Arjuna.
Es el
Bhagavad Gita un compendio de profundísimas enseñanzas espirituales de la
filosofía hinduista y alcanza en Oriente la estatura de
En su parte VII, titulada Discernimiento Espiritual, dice Krishna:
·
“Escucha ahora mis palabras, oh
Arjuna!, y sabrás como con la mente fija en Mi y observando las enseñanzas del
Yoga llegarás a conocerme.
Pero, entre los millones de hombres de la raza,
pocos tienen suficiente discernimiento para desear la perfección.
Y de los pocos que la desean, resultan muy
raros los que la alcanzan, pues son contados los que conocen mi naturaleza
esencial.
Tierra, agua, fuego, aire, eter, mente, razón y
equidad representan la óctuple modalidad de mi naturaleza inferior.
Pero, además, poseo mi naturaleza superior, que
es el principio que mantiene en el universo la matriz de la creación.
Porque soy el Creador y al mismo tiempo
el Destructor del universo.
Todos los objetos del universo dependen de Mí,
y los sustento como sostiene el hilo a la sarta de perlas en que están
enhebradas.
Oh príncipe pandava! Soy humedad en las aguas;
refulgencia en el sol y la luna; en monosílabo sagrado, AUM en los Vedas;
sonido en el aire; virilidad en los hombres; llama en el fuego; vida en todos
los seres, y el Yoga de los yoguis.
Reconóceme, Arjuna, por eterna semilla de todos
los seres. Soy la sabiduría del sabio y el esplendor del héroe.
Soy la fortaleza del fuerte; el amor a la recta
acción en quienes sirven por medio de rectas acciones.
Las tres cualidades de armonía, actividad e
inacción están en Mi, aunque Yo no estoy en ellas.
Sugestionados los hombres por la ilusión de
estas tres cualidades, no comprenden que las trasciendo, inmutable e
imperecedero, aún en medio de sus innúmeros cambios y vicisitudes.
Difícil es que la vista humana trascienda la
densa ilusión producida por las cualidades; pero vendrán directamente a Mi
los capaces de ver la luz de mi llama.
Los que no pueden trascender la ilusión no
llegaran a Mi, porque no Me conocen, sino que adoran a los dioses del mundo
material y sensorio, que son los únicos reales para ellos.
Los que me adoran son de cuatro clases oh
príncipe!: los desgraciados, los investigadores de
El mejor de todos es el sabio que reconoce al Uno, vive en el mundo del
Uno y obra iluminado por el conocimiento.
Muchísimo me ama el
sabio y yo lo amo aún más.
Lo amo como a Mi
mismo, porque se ha identificado conmigo y sólo vive en Mí.
Después de muchas
vidas, el sabio llega a Mi y me reconoce como el Todo.
Difícil es para los
hombres ordinarios hallar uno de estos sabios, llamados mahatmas.
Los que, faltos de conocimientos, adoran a tal
o cual dios con variedad de ritos y ceremonias, hallan aquello que es conforme
con su naturaleza.
Pero sabe, Arjuna, que aunque los hombres
adoren muchos dioses e imágenes y forjen muchos conceptos de
Su fe en los dioses e imágenes es el alborear
de la fe en Mi, y al adorarlos solo desean adorarme, si bien lo ignoran.
En verdad te digo que cuando con sincera fe
adoran, alcanzan de
Mi los beneficios que de su dios impetran.
Tal es mi amor, mi sabiduría y justicia.
Pero advierte, oh príncipe!, que la recompensa
de los deseos finitas es también finita.
Los hombres de corto entendimiento piden cosas
perecederas, y, por lo tanto, se les han de dar en recompensa cosas igualmente
perecederas.
Los que adoran a los falsos dioses van a los
sombríos mundos regidos por los sombríos dioses.
Pero los sabios que Me conocen en esencia, como siendo el Todo en el
Uno, vienen a Mí, a mi mundo de Realidad, donde no hay sombras, donde todo es
real como luz que disipa las tinieblas.
Los faltos de discernimiento espiritual creen
que Yo, el Inmanifestado, me manifiesto visiblemente a sus ojos.
Pero has de saber, Arjuna, que en mi esencia no
soy visible a los ojos de los hombres.
Tras las formas por Mi emanadas, permanezco
invisible para el ignorante.
No he nacido y no moriré jamás, aunque el
obcecado mundo lo ignore, porque toma la sombra por la substancia.
Yo conozco, Arjuna, los innumerables seres que
han pasado ante mis ojos por el ancho campo del universo.
También conozco a los que ahora están en el
campo.
Y además (formidable misterio este para los
hombres) oh príncipe!
conozco a todos los que en adelante hollarán el
campo.
Pero de todos ellos -pasados, presentes y
futuros-, nadie me conoce totalmente.
Los tengo a todos en mi mente, pero sus mentes
no pueden contenerme en esencia.
Los hombres están ofuscados por la ilusión de
los pares de opuestos, y en vez de
Pero algunos están ya libres de la ilusión de
los pares de opuestos y saben que soy Todo en Uno.
Quienes así Me conocen, se acogen a Mi como
lactantes al pecho de la madre.
Se esfuerzan por librarse de la rueda de
nacimientos y muertes. Conocen al Eterno. Me conocen. Conocen mis obras, mi
sabiduría, mi Señorío universal.
Saben que toda vida es mi Vida; que toda adoración recae en Mi
Con la mente armonizada y el corazón henchido de amor, me conocen en
vida y en la hora de la muerte”.
Cuando
600 Años antes de Cristo, el León de
Entonces,
“Presten atención a estas cuatro Nobles Verdades:
El existir como una personalidad separada condena al sufrimiento y al dolor.
La causa suprema de la miseria es el deseo de poseer y conservar lo poseído.
La liberación se logra desechando todos los deseos salvo el de recto conocimiento.
El
Sendero de
Las ocho santas virtudes, perfecciones o senderos de iluminación del Sakhyamuni (Buda) son: la recta creencia, la recta aspiración, la recta palabra, la recta conducta, el recto medio de vida, el recto esfuerzo, la recta atención, la recta meditación. Mediante estos ocho senderos de iluminación se alcanza la suprema perfección y se entra en el Nirvana, que no significa ningún aniquilamiento sino todo lo contrario: la expansión de la estrecha conciencia de la personalidad hasta abarcar el espíritu universal y unificarse con el núcleo espiritual subyacente a todas las criaturas.
Como perenne legado (y quizás previendo el error kantiano), el Tathágata dejó a sus más cercanos y fieles discípulos su más preciado tesoro espiritual en estas palabras:
“sabed que si bien la doctrina del Buda es una,
ésta se desdobla en dos: la doctrina del Ojo, la externa, basada en las
palabras y los conceptos racionales, dirigida a las masas y los eruditos; y la
doctrina del Corazón, la interna, basada en la suprema compasión y caridad, en
la íntima comunión espiritual; a esta última debéis prestar especial atención,
pues aún la ignorancia misma es preferible a
Cuenta la leyenda que encontrábase un día el Buda sentado en compañía de un discípulo muy cerca de la orilla de un lago, vecino a las altas cumbres. En ese momento, lentamente se acercó a la orilla del lago un elefante, y tras observar su imagen reflejada en las tranquilas y cristalinas aguas, se alejó.
Al poco tiempo, vieron acercarse un caminante a la misma orilla. Tras mirar su imagen reflejada en el calmo espejo de agua, señalando la misma este hombre exclamo :soy yo, soy yo!.
Dijo
entonces Buda a su fiel discípulo: “mira, el elefante ha resultado ser el mas
sabio de los dos, pues luego de mirarse en el espejo de agua no se reconoció y
se alejó, mientras que el hombre en su ignorancia creyó reconocerse, sin darse
cuenta de su error, pues has de saber, amado discípulo, que el verdadero Yo está más
allá de los lazos de la maya (ilusión)”.
Contemporáneamente a Buda, en China floreció una doctrina, el Taoísmo, que implica realizaciones en el orden metafísico, relacionada mas con el mito y la cosmogonia que con la historia; por eso el simbolismo y las imágenes tienen mayor importancia que los hechos históricos a que aluden.
Lao Tse, en realidad elaboró el Tao Te King en base a antiquísimos aportes culturales (entre ellos el I Ching, Libro de los Cambios) siendo su idea rectora concebida en primera instancia como principio del orden universal impersonal, que en sus sucesivas elaboraciones metafísicas, sociales, políticas y morales dio vida a todo el pensamiento chino, tanto el de Confucio como el de Lao Tse. Así es de una extraordinaria riqueza la concepción del Yin -Yan, principios polares complementarios, mas que opuestos, donde el desequilibrio entre ellos determina la falta de armonía.
Para el taoísmo la conciencia del “yo” se adueña de la acción, la estropea y la malogra, porque la subordina -más o menos claramente- a sus propios fines.
La
aceptación receptiva (y no pasiva) de la voluntad del Cielo es la que
está representada repetidamente en el Tao, mediante el símbolo del
“valle” y el “espíritu del valle” (Ku Shen); es la ley del sabio,
y el actuar de acuerdo a esta ley -sin tener en cuenta los deseos particulares
o la voluntad propia- es el camino trazado por el Cielo, es llegar al Tao,
puesto que la ley de la tierra es el Cielo, y la ley del Cielo es el Tao.
En su
capítulo XVI, Volver a
“Sea tu meta el máximo de vacío.
Conserva la firmeza de la paz.
Nacen las cosas y entran en la existencia, pero desde allí las vemos
regresar a su reposo.
Mira todo lo que
florece: cada una vuelve a su raíz.
Volver a la raíz es
encontrar el descanso.
Este descanso
significa regresión al destino.
Regresar al destino
significa durar constantemente.
Conocer lo constante
es estar iluminado.
Pero no conocer lo
constante es caer en la ceguera y el desastre.
Quien conoce lo
constante, lo abarca todo.
El que todo lo abarca
es justo con todos.
Siendo justo con todos
es universal.
Lo universal es el
ritmo del Cielo.
Y lo que está en
ritmo con el Cielo, lo está con el Tao.
Y lo que está en
ritmo con el Tao perdura eternamente.
Aunque su cuerpo
muera, nunca perecerá”.
Aquí el
texto manifiesta una visión de desapego propia del sabio que sabe que las cosas
del mundo tienen su ciclo vital y que luego retornan a su propia esencia (a lo
no manifestado). También el I Ching dice: el Cielo es el antepasado y rector
de todo lo que existe.
En las
primitivas enseñanzas judías, en el santuario oculto de los hebreos, el
oficiante decía en ciertos días al Sumo Sacerdote: Schem-Ham-Phoras?, que
significa cuál es su nombre? (el nombre de Dios). Y el
Sumo Sacerdote contestaba: Yod-He-Vau-He, o en una sola palabra: YEV o YOH,
lo que significaba Dios, la naturaleza y el hombre, o bien lo indecible
e inexpresable, Yo humano y Divino. Es merced a ese Yo inefable,
inexpresable e incomunicable, como el hombre se eleva por encima de todos los
demás seres terrestres, de todos los animales y de toda la creación. Y es
gracias a él como el hombre mismo se comunica con el Yo Infinito, con Dios
mismo. Así Dios le dice a Moisés en el monte Sinaí¡: “Yo soy el que Es”.
Cuando Jesucristo,
el humilde carpintero de Galilea, la más sublime expresión del
amor divino que pisó la tierra, comenzó su prédica continuadora y
superadora de las primitivas enseñanzas hebreas, destacó la cualidad divina
fundamental: ”Dios es amor por sobre todas las cosas”, y propuso
al hombre obrar a su imagen y semejanza: ”amáos los unos a los otros como
hermanos que sois; esta es
Los inapreciables valores transmitidos por el Señor de Amor y Sacrificio han resistido la prueba del tiempo y ayudan al ser humano a cruzar este valle de lagrimas en su camino evolutivo espiritual.
Así
Más
allá de las humanas falencias al transmitir los preceptos del Salvador
del Mundo, y excesos dogmáticos que se produjeron a lo largo de la historia
y que ahora están en sana revisión, las enseñanzas cristianas son
esencialmente buenas en su espíritu y están llamadas a perdurar en el corazón
de la humanidad (“Si vosotros permaneciéreis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres”).
A esta altura del ensayo, sé que el lector se ha de preguntar....
¿y el conejo?... El conejo que me supo acompañar ya no está físicamente entre nosotros.
Se llamaba Mochono, era blanco con lunares negros en el lomo, las orejas y el hocico.
Por supuesto, sólo le faltaba hablar; veía la tele en el sofá con mi esposa y las nenas, degustaba los cables que quedaran a su alcance, y tenía un extraño comportamiento que siempre nos intrigó. Cuando nos parábamos en el medio del pequeño patio posterior de la casa en que vivíamos, él comenzaba una rara danza circular alrededor de uno, daba vueltas y vueltas cual una calesita sin ningún objetivo aparente que mas no fuera demostrar su interés y agrado ante la presencia humana.
¿Por qué haría esto Mochono?.
Adonde se marcha la llama cuando apagamos la vela? (Koan, pensamiento simiente -que produce un choque mental- del Budismo Zen japonés).
Quizás el extraño comportamiento de Mochono permanezca como uno más de los insondables misterios que nos acompañan durante la vida, o quizás algún día nos sea permitido develarlo…
Aún lo
mas ínfimo y en apariencia pueril está en relación con todo (“así como es
arriba es abajo”, Hermes Trimegisto): el pequeño enigma de Mochono nos
remite al Todo mayor, al Gran Interrogante.
Lo importante es no olvidar, es estar
despierto, es emprender el camino.
Lo más importante no es la meta que siempre
retrocede infinitamente, sino la búsqueda; es ahí donde se aprende, se
encuentra el sentido de la vida y se forja la conciencia espiritual.
Muy
interesantes investigaciones se hallan en curso actualmente en referencia a la
dimensión espiritual del hombre y sus consecuencias éticas y morales, tanto en
el aggiornamiento de las principales religiones (son realmente importantes las
recientes manifestaciones del Papa Juan Pablo II en “Cruzando el
umbral de la esperanza”, y
Grandes cambios espirituales comienzan a
esbozarse en el mundo: en medio de la lucha contra las iniquidades de un
capitalismo salvaje carente de valores humanos e incapaz de promoverlos, hay un
renacer del sentimiento religioso en los pueblos , conscientes que no basta con
solo acceder al consumo digno y propio de la vida moderna sino que también es
primordial encontrar una respuesta al enigma de la existencia y un sentido trascendente a la propia
vida.
Está agonizando la posmodernidad, se perciben los últimos
estertores de su moral hueca y su fracasada ética racional secular, vacía y
superficial.
Allende la estéril posmodernidad ya alborea la ultramodernidad;
resuena la voz del silencio y el grito lejano
del espíritu :
¡el Hombre ha muerto, vive Dios!.
Perece la idea reduccionista del homunculismo,
del hombre ficticiamente autónomo y libertino.
Crece la conciencia de una libertad situada,
condicionada-incondicionada, con responsabilidad para decidirse ante los
valores, realizarlos y trascender hacia el Absoluto.
Renace
purificada la esencia espiritual del Ser humano y a través de la oración y
meditación (hacia adelante y hacia arriba) se le abren los portales del quinto
reino y del camino de evolución superior (“Nadie puede venir a Mi, si no lo
atrae el Padre que me envió”); siéndole posible acceder a
Le es factible entonces al Ser humano
sintonizar su pequeña voluntad con la del Creador colaborando con la obra
divina, pudiendo al fin exclamar: “¡hágase Tu voluntad, así en
Que así sea.
( Ultramodernidad:
neologismo creado para este ensayo, 1997).
NO GLOBALIZAR EL CORAZÓN
(Recordemos al Dr.Favaloro)
La globalización del capitalismo salvaje, flamante lacra de la posmodernidad, se ha cobrado una nueva víctima: el Dr. René Favaloro, quien se ha suicidado con un disparo en el pecho. Tal vez no era un pobre estructural ignoto, un marginado y excluido sin relevancia económica, seguro sí una personalidad más notoria, más trascendente por su quehacer médico y social, pero víctima al fin.
Quienes le conocieron bien aseguran que era un hombre de pueblo, modesto y llano, humilde y sensible ante el sufrimiento del prójimo. En sus cartas postreras nos hace saber de su terrible preocupación por la asfixia económica de su conocida internacionalmente Clínica Cardiovascular (que inclusive realiza transplantes cardíacos), ante deudas que no podía cobrar aunada al maltrato de oscuros burócratas estatales y de obras sociales, lo que le impedía ya prácticamente continuar con su obra médica solidaria a la que había dedicado su vida entera. Abandonado a su suerte, ignorado y maltratado por los poderes institucionales terminó trágicamente como ya parece un sino en todos los grandes precursores. No parece una metáfora la forma que adquirió su trágica determinación, quizás sólo hizo realidad lo que ya sentía interiormente hace tiempo: su corazón destrozado.
Para tratar de extraer alguna enseñanza positiva de tan nefasto suceso es menester ser claro de un principio: podemos entenderlo, pero no justificarlo. Entenderlo desde su soledad personal, viudo sin hijos y ya sin el hermano colega, con una formación científica empírica básicamente escéptica sin creencias espirituales o religiosas acendradas que le sostuvieran ante la adversidad o fortalecieran el sentido de su vida, cansado ya de luchar contra los molinos de viento y jaqueado por dificultades económicas reales pero sobredimensionadas al extremo de desencadenar un acting suicida.
Al respecto es sin duda preocupante la grave situación mundial producida por el avance de lo que se conoce como globalización: en el plano económico con su capitalismo deshumanizado, brutal concentración de la riqueza en pocas manos, precarización laboral, pauperización salarial, desempleo y exclusión de grandes mayorías; y en el plano espiritual con su vacío existencial, su huída de los límites sanos, de los verdaderos valores y tareas de la vida, de la responsabilidad personal y social, con su nihilismo, falta de fe y motivación trascendente que llevó al auge e incremento de la tríada neurótica de nuestro tiempo posmoderno: la violencia-agresión, la depresión-suicidio y las adicciones (drogas, alcohol, dinero, poder, sexo).
Pero
también debemos reconocer que existen antídotos ante tan devastadora situación,
que en el plano económico inclusive destacados gurúes financieros como Soros
alertan contra las inequidades del capitalismo salvaje y propugnan una
reformulación humanizada de su desarrollo. En el plano religioso, destacados
contemporáneos como
Inclusive otro argentino notorio, mi ilustre vecino de Santos Lugares el escritor Ernesto Sábato, ha ido moderando en los últimos años su primitivo tono escéptico para acercarse más a una visión trascendente del ser humano, diría gracias a Dios sin ironía, por su valía como ser humano y su importancia como modelo ético para una juventud muy sana pero a veces desesperanzada, sin ideales y confundida por el consumismo y la caída de los valores tradicionales.
Creo sinceramente que los hombres sólo pueden dividirse entre buenos y malos; más allá de toda otra distinción el problema del Bien y del Mal sigue siendo el fundamental, por eso es dable suponer que como etapa superadora de la actual posmodernidad con su economicismo decadente y deshumanizado está lentamente alboreando la ultramodernidad o hipermodernidad, como un nuevo proyecto de vida más espiritualizado y pleno de sentido, basado en la buena voluntad y rectas relaciones humanas, y en el Bien divino, pletórico de auténticos valores solidarios por los cuales luchar.
En lenguaje sencillo esta postura significa que para salvarnos como seres humanos, para no suicidarnos como especie, debemos volver a las fuentes espirituales, al mensaje cristiano de amar al prójimo, volver a revalorizar la insustituíble contención afectiva de la familia más allá de los defectos que pueda tener; volver a sentir con el corazón a los seres queridos, las pequeñas cosas, el mate compartido, el bullicio de los niños, el cariño de los animalitos, el barrio, los vecinos, las plantas del jardín y las arboledas, la calesita y los amigos de la niñez, las calles y el potrero del parque fatigados cuando chicos, nuestros viejos poemas, el club que se lleva en el alma, los amaneceres, las puestas de sol y las noches estrelladas, volver a sentir el milagro de abrir los ojos cada día, volver a sentir que con cada latido participamos de la creación divina, nos abrimos a su amor y descubrimos el sentido a nuestra vida contribuyendo así con la evolución universal.
Tal vez éste, el de luchar por el bien y los humildes, el recuperar los sentimientos y el amor, y las lágrimas con que estoy terminando de escribir este artículo, sea el mejor legado que el Dr. Favaloro nos haya dejado y el mejor homenaje que él desearía y podemos hacerle hoy
MENSAJE
A NUESTROS HIJOS
PREVENCIÓN DE ADICCIONES, UN ENFOQUE CON SENTIDO
Como adolescente estás enfrentando una edad muy especial plena de cambios físicos y psicológicos. Estás comenzando a crecer, a madurar, a percibir nuevos horizontes ante vos y a definir de a poco tu personalidad, a descubrir tu propia identidad, a ir afianzando tu ser espiritual.
Como ser humano sos una integridad bio-psico-socio-espiritual; ¿qué quiere decir esto?
Que para vivir sanamente y desarrollar todas tus facultades, tu cuerpo, tu mente, tu relación social y tu potencia espiritual deberían madurar en conjunto y armónicamente. Para eso lo primero y más importante a considerar es que tu vida no es el mero resultado de los factores que te pueden influenciar. Siempre va a haber en vos un grado de libertad –mayor o menor según cada caso particular- que te va a permitir enfrentar y superar las dificultades que puedan surgir en tu camino.
Para el cuidado de tu cuerpo serán pertinentes buenos hábitos de higiene, de atención médica, alimentación adecuada y la práctica de algún deporte. Todo esto ha de favorecer que tu mente esté también equilibrada, y más predispuesta a asimilar tus estudios escolares, a ir incorporando un conocimiento que de a poco facilitará tu inserción en la sociedad.
Descubrirás que la sociedad moderna es compleja y problemática, que no es siempre lo justa que debiera ser y aún hay muchas cosas que debieran ser mejoradas: un más racional aprovechamiento de los recursos naturales cuidando la ecología, un mayor desarrollo y prosperidad social, más justa y equitativamente distribuída; que estén garantizadas la salud y educación para todos, la igualdad de oportunidades. Bueno, ese es un desafío para todos y ahí también vos podrás aportar tu granito de arena, simplemente descubriendo tu vocación y siendo lo más auténtico que puedas ser.
Recuerda que una base fundamental para tu crecimiento y maduración va a ser tu familia. Tus padres, aún con sus imperfecciones, con su amor por vos van a ser una guía segura y un apoyo permanente en estos años de tantos cambios físicos y psicológicos importantes.
Con su ayuda y/o la que brinden personas de sanos ideales, vas a comprender que hay valores y tradiciones intemporales, que están más allá de las modas pasajeras y son los que verdaderamente te acercarán a la felicidad; ni autoritarismo ni libertinaje, un equilibrado límite alcanzará.
Verás que siempre es posible encontrar en la vida un sentido por el cuál vivirla, y que aún en medio de todas las dificultades siempre conservás una libertad de decisión y una responsabilidad personal ante la vida.
Le encontrarás un sentido a la vida realizando los valores de creación, o sea mediante tu trabajo, estudio, tus obras y acciones; mediante los valores vivenciales experimentando las maravillas de la naturaleza, y descubriendo en el encuentro con otro ser humano su irrepetibilidad, en una experiencia trascendente que va desde la amistad, el enamoramiento hasta el amor profundo. Así aprenderás que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre, sea o no religioso, y que el verdadero amor es bondad y solidaridad en acción.
Así, tu despertar sexual también adquiere sentido y podrás integrar no sólo la atracción física sino también las vivencias anímicas y psicológicas de la relación amorosa hasta culminar en el amor profundo, genuinamente humano, del otro ser como persona irrepetible, irremplazable.
El hombre no es sólo un ser que se limita a satisfacer necesidades, pues de ese modo el mundo entero y las otras personas son solo medios para un fin; así no se percibe correctamente al hombre al servicio de una causa porque tiene un sentido o que ama a su pareja porque es digna de amor, y esta errónea visión lleva a la pérdida y olvido de la facultad espiritual del hombre.
También los valores de actitud, la que se asume ante el sufrir, la culpa, lo irreparable, son puntos de decisión que permiten al ser humano agigantarse y ejercer la esencial libertad interior para intentar superar aún así todas sus limitaciones.
Por eso, en estos tiempos de apuro, de consumismo y superficialidad inútil, de promoción de modelos humanos intrascendentes y banales, siempre será importante que te hagas un momento para meditar y reflexionar, para encontrarte interiormente con la voz espiritual de tu conciencia o de Dios si eres creyente y poder mantener tu conexión con los verdaderos valores de la vida: el amor, la fe, la esperanza y solidaridad.
Es esta sana perspectiva de la vida la que ha de evitar la triste sensación de falta de sentido, de vacío, ociosidad, aburrimiento. Es esta sensación la que lleva a considerar la vida como un absurdo y arrastra a los jóvenes a la depresión y el suicidio, a la violencia y agresión, a las adicciones –drogas, alcohol-.
Si todo carece de sentido y no tiene importancia, si no se reconoce la posibilidad trascendente de desarrollar un proyecto de vida, se cae en el vacío de la existencia y no se utilizan las fuerzas del espíritu latentes: “quien no tiene un porqué para vivir no encuentra alegría en ningún cómo”.
Cuando los jóvenes se sienten frustrados en su necesidad de sentido, decepcionados por la familia y la sociedad y sin salida, recurren a objetos con un sentido aparente, ilusorio, e ignoran y marginan los verdaderos valores y tareas de su vida.
Las adicciones reconocen entonces dos orígenes principales: ya sea para olvidar y escapar de los problemas y dificultades, o para experimentar un mundo ilusorio que llene un vacío de sentido. O resulta insoportable la desgracia y el sufrimiento, o resulta insoportable el hastío y el aburrimiento.
Otras causas como la violencia, la curiosidad, la inducción por otros, la rebeldía, la falta de conocimiento, la marginalidad, la falta de interés de los padres, el estrés escolar, si bien son importantes no afectan el núcleo profundo del problema.
La droga, el alcohol, entorpece el poder del espíritu y las fuerzas de la voluntad, oscurece la conciencia de responsabilidad y disminuye la dimensión de la libertad en el hombre.
Una vida sana, en contacto con la naturaleza, plena de sentido y valores trascendentes es la mejor prevención contra las adicciones.
Vos tenés en tus propias manos esa posibilidad de ir encontrando un sentido a tu vida fortaleciendo día a día tu voluntad.
El espíritu no enferma ni muere, tu vida tiene un inmenso valor y son muchos los aportes que podés realizar. Descubriendo el sentido a través de los verdaderos y profundos valores -no los pregonados por una sociedad mercantilista- podrás desarrollar tu proyecto de vida, influenciar positivamente a tu familia y a la sociedad y expresarte propiamente en tus obras, en el diálogo y la reflexión.
Te sentirás amado y podrás amar reconociendo el encuentro con el otro, expresando necesidades cualitativas, relacionándote con un sujeto no con un objeto.
No necesitarás entonces recurrir al alcohol y la droga para llenar ningún vacío existencial pues serás libremente responsable de tu propio ser y vivirás una vida plena de sentido.
CRISIS Y OPORTUNIDADES
Si aconsejamos a padres de adolescentes en esta época tan conflictiva, seguramente debemos tener en cuenta un cúmulo de factores que trataré de desarrollar brevemente en este ensayo.
Es menester comenzar por situarnos temporalmente: nos hallamos en la tan remanida posmodernidad, aunque a lo lejos ya alborea la ultramodernidad o hipermodernidad. En la cultura occidental que básicamente se caracteriza por la coexistencia del capitalismo, la industrialización y la democracia, la posmodernidad sustenta en el fondo la muerte de las ideologías –sobre todo las progresistas, las utopías- apelando a un pragmatismo sin precedentes que cabalga sobre la impotencia explicativa de la razón, la orfandad de valores espirituales, la actividad política vaciada de concepciones idealistas y alejada de las reales necesidades de la gente, destacando más la imagen que la plataforma de propuestas; las falencias de la justicia que persigue nimiedades inventadas de inocentes desvalidos mientras hace la vista gorda ante los corruptos culpables pero poderosos, todo apuntando a instalar un nuevo paradigma: el consumo hedonista, el puro placer mercantilista para unos pocos, mientras que para la gran mayoría restante solo queda la exclusión y marginación que van de la mano de la desocupación, los ínfimos salarios, la desprotección social, sanitaria, de educación y seguridad.
Asistimos entonces a una gran crisis de credibilidad de todo el sistema, que también abarca en su mayor parte a la adolescencia, un grupo social intrínsecamente idealista. Y este escepticismo deriva en una ética sin valores, donde “todo vale”, todo está permitido, nada es bueno ni malo, nada es absoluto, todo es relativo y depende del criterio de cada uno. Hay un libertinaje moral, rige el dejar hacer, dejar pasar (como dice el tango: dale que va, si allá en el horno nos vamo a encontrar...).
Hay una sobresaturación de información, la mediocridad y superficialidad son totales. Cualquier modelo pechugona siliconeada o futbolista pelilargo con arito opinan sesudamente sobre cualquier cosa, azuzados por los medios de comunicación que fomentan el pasatismo y la banalidad con tal de vender más y con su morbosidad transforman a los noticieros en verdaderas galerías del horror. Nos atiborran con entretenimientos y timbas de toda laya, culebrones soporíferos y series y películas de tremebunda violencia.
Se
propugna el consumismo a ultranza. Al
lado de las villas miseria, favelas y bolsones de pobreza coexisten las
autopistas, los countries residenciales, los megashoppings, las fábricas con su
polución y la destrucción ecológica. Sí, es
Todo se vacía de sentido, ya no es posible confiar en una verdad única y segura. Se nos quiere vender el modelo-éxito del “self made man” o yuppie americano, el “pasota” español, el “chanta” argentino.
Es el “hombre light”, diet, descafeinado, sin profundidad, sumido en una libertad irresponsable, propenso a la corrupción. Todo es posible porque todo está permitido.
Una obsesión
Esto ha creado una obsesión enfermiza: huir de los límites sanos, de los verdaderos valores y tareas de la vida, de la responsabilidad personal y social. Pero no fue gratuitamente, sino a costa de una gran angustia, desesperación y abrumadora sensación de vacío que llevó al auge e incremento de la tríada neurótica de nuestro tiempo posmoderno: la violencia-agresión, la depresión-suicidio, y las adicciones (drogas, alcohol, sexo promiscuo, dinero fácil, juegos de azar, videojuegos, etc).
El hombre está encerrado en si mismo, cada uno conectado en su casa al gran chupete televisivo o la computadora; cada uno inventando sus propios códigos de conducta y valores, sin asumir responsabilidad personal en la construcción del bien común.
Se nos propone una adolescentización banal de la sociedad. Estamos sometidos a un permanente bombardeo de pautas y consignas inspiradas para colmo en aquellos aspectos parciales de la adolescencia más conflictivos y negativos: la irresponsabilidad, la fugacidad y superficialidad del compromiso, la indiscriminación, el consumismo irrefrenable y compulsivo.
La juventud es propuesta como único paradigma a imitar, se evade asumir la responsabilidad de la adultez, todo está sustentado en el aquí y ahora adolescente. Sólo importa el presente, no hay proyecto (del latín “pro-yectum”, lanzado hacia) de futuro, todo es efímero, importa más la cáscara, lo externo, la apariencia, que el contenido.
Esta irracionalidad posmoderna tipo mercachifle también se refleja en las normas personales que arbitrariamente cada uno establece: hay una ética pragmática que presenta al hombre cerrado en si mismo, dictándose sus propios valores.
Cualquier mención de algún absoluto externo y distinto es ignorado y vivido como una represión de su libertad. Lo sociocultural es entendido como un enjambre de costumbres y valores que impiden en cierto modo cualquier juicio de valor específico. La religiosidad, cuando se la tiene, es sustentada artificial y ritualmente, olvidando que una fe sin obras es una fe muerta. Los fanatismos y fundamentalismos dividen a los seres humanos y en nombre de Dios se cometen las peores atrocidades, desde las masacres étnicas, las guerras de conquista por las riquezas del suelo hasta los más sangrientos atentados terroristas.
Dimensión espiritual
La psicología apela a un criterio mecanicista y determinista de un efectismo fácil: un misterioso e inasible inconsciente hace que seamos títeres de los instintos sin que medie responsabilidad alguna de nuestra parte. Cualquier contratiempo basta para apoltronarse cómodamente en el diván, dejar que el tiempo pase removiendo lejanos traumas y justificar así nuestra inacción mediante abtrusas interpretaciones psicoanalíticas que, en su positivismo y reduccionismo materialista, dejan de lado lo más importante: la dimensión espiritual del hombre.
Ante este panorama global es válido preguntarse: ¿es entonces éste “el fin de la historia”, como dice Fukuyama?. Si así fuera, como Humanidad estaríamos perdidos.
Por suerte todavía somos muchos seres humanos los que hacemos funcionar algunas neuronas aún no atrofiadas por este gigantesco cambalache y tratamos de mantener encendida una llama de esperanza que ilumine y guíe al ser humano en su camino; también son muy numerosas las organizaciones no gubernamentales que desarrollan actividades cooperativas y solidarias cumpliendo con esta vital función de ayudar al prójimo, esclareciendo y mitigando así los dolores de su alma.
Siempre
me pareció muy atinado destacar esta actitud con un bello ejemplo de raigambre
platónica: en la mítica y antiquísima caverna de
Pero bastará que ingrese y encienda un pequeño fósforo para que la oscuridad de miles de años se disipe y desaparezca. La luz del espíritu vence así a las tinieblas de la sinrazón y la ignorancia. Ese es el camino: educar, iluminar las mentes y los corazones.
Ante esta anormalidad posmoderna con su adolescentización social, para evitar confusiones es legítimo por otra parte recordar que, si bien la adolescencia está caracterizada por desarrollos, sentimientos y conductas a menudo atípicas y anormales, éstas son sin embargo propias de la edad y superadas paulatinamente a través del crecimiento y la maduración.
La adolescencia, que principia con la etapa de la pubertad cerca de los 10 años, es ese puente oscilante que se extiende entre las orillas de la niñez y la adultez.
En la pubertad empiezan los cambios físicos más acelerada y perceptiblemente, el desarrollo de la capacidad sexual, las manifestaciones sexuales secundarias (vello, cambio de voz) y un patrón personal de organización psicológica.
En la adolescencia temprana, ya cerca de los 14 años, comienza una búsqueda del equilibrio emocional para superar esa inestabilidad tan característica (“amores de estudiante, flores de un día son”) y encarar una lenta definición de la propia identidad.
Comienza la elaboración de una escala personal de valores, aunque muy influenciada por el contexto grupal (hay una apertura mayor al mundo, a otros intereses sociales) por lo cual es de suma importancia para los padres acompañar a los hijos en la elección y conocimiento de su núcleo de amistades (por ejemplo, no son lo mismo los “skinheads-cabezas rapadas” que los jóvenes ecologistas).
El desequilibrio emocional combina factores hormonales y psicológicos, pues el adolescente vive tres duelos o pérdidas fundamentales: su cuerpo infantil, su rol e identidad infantil y sus padres de la infancia. Todo cambia y empieza a verse desde una nueva perspectiva.
Esta gran alteración trae como consecuencia esa inestabilidad anímica, manejos psicopáticos, perturbaciones del pensamiento, personalidad esponjosa, identidades ocasionales, ansiedad y depresión.
Y aquí es bueno reflexionar y rescatar entonces los aspectos positivos de la adolescencia. Si bien ésta es una crisis vital, recordemos que la sabiduría china representa la palabra crisis con un ideograma compuesto: una parte representa peligro, y la otra oportunidad.
Si bien esa edad enfrenta peligros y padecimientos, por otro lado es pletórica en oportunidades de descubrirse a si mismo, de forjar una sana identidad, de acrisolar los más elevados ideales, de cultivar los más nobles sentimientos, de descubrir el amor no sólo físico sino también profundamente espiritual, y comenzar a dar los primeros pasos en la verdadera vocación que se ejercerá plenamente en la adultez.
Familia
Para posibilitar todos esos logros será fundamental la familia. Los padres son los encargados, con responsabilidad indelegable, de ayudar a su hijo en su despliegue existencial. Lo corporal se transmite mediante la herencia, y lo psicológico se encausa mediante la educación. Pero lo espiritual se manifiesta sólo en la realización de la existencia. La familia brinda reparo a la persona infantil que no puede existir por sí sola.
Los niños y adolescentes deben ser reconocidos como seres humanos diferentes; deben ser respetados sus derechos en su propia vida. Por ende, los padres funcionan para ellos como modelos a seguir, mostrando con sus acciones los valores en que creen, pues lo que el hijo cree es lo que el padre hace, no tanto lo que dice.
La familia es la comunidad natural en la que el hijo se hace cada vez más libre, nace y es en ella educado hacia su libertad autodeterminada. Este despliegue de la libertad del adolescente presupone un paulatino desarrollo de la independencia y responsabilidad de su conciencia, que posibilita sus elecciones personales.
Debe ser acompañado por los padres (aunque les sea trabajoso) sin elegir por ellos, pero tampoco cayendo en el facilismo de desentenderse del tema.
Un justo y equilibrado término medio entre libertad e imposición es la más difícil tarea de los padres y la actitud más deseable: ni desatención que produzca el libertinaje o el escapismo, ni un autoritarismo que genere conformidad, indecisión, cobardía, traumas o rebeldía.
Límites claros y comprensivos que cuidan y acompañan, son imprescindibles para el adolescente; y aunque él a veces no lo exprese verbalmente, los agradece y necesita íntimamente, pues son índice del valor e importancia que él tiene para sus padres. Son como las guías que posibilitan al retoño crecer rectamente hasta ser un árbol adulto.
Autoritarismo
El autoritarismo propicia el conformismo y la no creatividad. Ante su impotencia, el hijo puede tratar de huir o darse por vencido. Puede escaparse a través del abandono, soñar despierto, ver excesiva televisión, adicciones, o retirarse cobarde e indeciso de la lucha por la vida, sintiéndose completamente dependiente e incompetente.
Por eso, la mejor conducta de los padres ha de ser compartir con los hijos sus ideas, conocimientos y experiencia, predicar más que imponer, sugerir más que exigir.
Al sentirse aceptado, el hijo se siente amado, lo cual estimula enormemente su crecimiento bio-psico-socio-espiritual. Para hacerle sentir su aceptación deben emplearse las fórmulas de comunicación más adecuadas, más constructivas, más sanas, respetando su autoestima, siendo sensibles para captar sus propios valores, diciéndole cotidianamente con gestos y palabras cuanto lo amamos.
El habla y la actitud amorosa curan y fomentan cambios positivos y permiten que pueda ir expresando sus propios valores, refuerzan su autoestima y previenen sentimientos de poco valor que podrían generar en un futuro conductas transgresoras o delictivas.
Debe inculcarse al hijo el no entregarse a la apatía ni al ocio, y que aún en medio de contrariedades la mejor actitud siempre va a ser la entrega de si y el servicio a una causa, a una misión. Esto es lo que dará sentido a su vida y lo hará sano mentalmente al permitirle escuchar la voz de su conciencia, ”la voz de la trascendencia”.
Por supuesto, vemos que todas estas sugerencias implican que los padres dediquen tiempo a sus hijos y esto a veces no es tan fácil. El tiempo es oro, pero pasa y no vuelve más. Las palabras no dichas, las caricias no dadas en el momento preciso, van a ser muy difíciles de realizar en otro momento, de plasmar esa situación en el futuro.
Debemos recrear la poesía, el asombro cotidiano ante el milagro de ver y sentir crecer a nuestros hijos a nuestro lado. Todo a su tiempo, en su medida y armoniosamente.
El estar inmersos en la lucha cotidiana por subsistir, o luchar para pagar la hipoteca o comprar el segundo coche (a distintos niveles económicos), pueden llegar a ser obstáculos que deben ser superados aún a costa de sacrificios. No hay tarea más ardua, comprometida y trascendente para un ser humano, que desempeñar el rol de padres y llevar adelante una familia. Esto fue y seguirá siendo un pilar de la evolución humana, así de cierto es que la familia es la célula básica de nuestra sociedad.
Resurgimiento
Por más adelantos tecnológicos que sigan produciéndose, nada podrá nunca reemplazar en importancia al ser humano. Está próxima la superación de la posmodernidad como propuesta incoherente e insuficiente que se agota en sí misma.
Se avizora un resurgimiento espiritual; cuatro áreas del saber humano ocuparán un lugar preponderante y fundamental en este nuevo siglo que hemos comenzado a vivir: la psicología humanista y trascendente; la educación; la filosofía y la religión.
La adolescentización posmoderna será reemplazada por una visión psicológica más adulta e integrada del ser humano, a quien definitivamente se le reconocerá un destino espiritual: el supremo bien. De la adolescencia se rescatarán y profundizarán sus aspectos más positivos: su intrepidez, su creatividad, su solidaridad, su idealismo desinteresado.
En este
campo psicológico, los postulados de
La educación estará entonces dirigida a formar la conciencia de responsabilidad, a fomentar el surgimiento de la intuición en la conciencia individual como instrumento que permita descubrir la jerarquía de valores trascendentes, mediante los cuales puedan tomar las decisiones existenciales más adecuadas.
Así, aunque los valores tradicionales hayan caído, esta madurez de conciencia permite igual al hombre descubrir los sentidos únicos de la existencia y cumplir su misión en el mundo. Será una educación para el espíritu, no meramente informativa.
La eterna pregunta filosófica “¿quién soy?”, tendrá respuesta y nuevos y vastos campos de conocimiento se abrirán ante el pensador.
Los estudios sobre filosofía oriental y religiones comparadas permiten vislumbrar un creciente acercamiento entre Oriente y Occidente, dado que más allá de las diferentes concepciones culturales se abre paso la idea de una sola humanidad, unida por un destino común: realizar su esencia espiritual; de lo cual vimos un indicio en el Segundo Parlamento Mundial de las Religiones celebrado en 1993 en Chicago, EEUU con la presencia de todos los más importantes credos mundiales, donde se aprobó una ejemplar Declaración de Ética Mundial, conceptos que luego se reforzaron en el Forum Mundial de Barcelona 2004.
Se sabrá fehacientemente que el nihilismo ateo, la nada, a nada conduce. La religión (del latín “re-ligare”, re-unir) será menos pomposa, dogmática y ritualista; se mostrará más práctica realizando los mandamientos del humilde carpintero de Galilea (“por sus obras los conoceréis”) y constituirá realmente un puente de unión entre la criatura humana y su creador.
Será reconocida científicamente la existencia del alma y de Dios en sus aspectos inmanente en el ser humano y trascendente en el universo; decrecerán las diferencias religiosas externas y se incrementará en cada ser humano la vivencia interna de los atributos divinos de luz, amor y sabiduría, junto con la íntima convicción de estar transitando, acompañados por el prójimo, un camino de evolución espiritual.
Los valores cristianos (esencialmente buenos) irán prevaleciendo mundialmente; la solidaridad y la fe con obras se harán carne en cada uno de los seres humanos y superarán las debilidades y flaquezas que puedan existir en las instituciones y sus estructuras.
Todo esto traerá profundos cambios en la conducta del hombre. Su vida se reorientará y resignificará espiritualmente, dejando atrás su egoísmo y sus afanes individualistas. Sus miras serán cada vez más elevadas, y esto se reflejará en la comunidad organizada con una efectiva justicia social que mediante una equitativa distribución de las riquezas asegure una vida digna para todos, surgirán metas altruistas y solidarias, rectas conductas humanas y buena voluntad a nivel planetario.
Por lo tanto, es menester asumir como padres, las sacrificadas pero también gratificantes responsabilidades a que esta visión esperanzada nos convoca.
Carmen de Patagones: ¿violencia escolar o social?
Un
excelente trabajo denominado Desde el ojo de la tormenta, ha sido
elaborado por alumnos de nivel medio y universitario, profesores y personas en
general de la comunidad de Viedma-Carmen de Patagones, afectada por un terrible
hecho de violencia escolar en el cual un alumno disparó un arma de fuego en la
escuela dando muerte a varios compañeros.
En dicho escrito, que puede ser leído en el sitio web Faro de la Utopía, http://farodelautopia.webcindario.com , describen con meridiana claridad una situación de violencia social generadora por ende de episodios de violencia escolar.
Coincidimos claramente en la postulación esencial de que la violencia escolar no es en principio generada por la misma institución educativa ni por los alumnos (salvo algún caso aislado), sólo es una réplica bizarra o mala copia de la violencia ejercida sobre los actores sociales (entre ellos los escolares) por una estructura social injusta que solo busca grandes ganancias económicas para unos pocos, y que se expresa en el desinterés por la educación y por la seguridad, en la falta de empleo con su consecuente miseria, empobrecimiento y subalimentación, en la falta de cobertura de salud, en la exclusión social y psicológica de una gran mayoría, en la corrupción endémica, en su falta de respeto por los derechos y valores humanos, por el medio ambiente y la ecología, etc; constituyendo en su conjunto esta lacra que hoy día es denominada a nivel mundial como la globalización del capitalismo salvaje
Esta violencia circulante e instaurada casi institucionalmente en la sociedad, es la causa última y originaria de cualquier otro brote de violencia que luego pueda aparecer en alguno de los integrantes de la comunidad –sea individual o institucionalmente-.
En varios
artículos, en especial en “La adolescencia en la posmodernidad: crisis y
oportunidades”, y en “Revalorizar la Ética: el imperativo actual” (que también
pueden ser leídos en el sitio web Faro de
Básicamente,
el punto nodal de esta inédita crisis es la gran pérdida de los auténticos
valores (el amor y solidaridad para con el prójimo, la cooperación mutua, la
comprensión de la común condición humana), que son los que orientan y guían la
conducta humana, y promueven la plena realización del ser humano como tal, concebido
como una integridad bio-psico-socio-espiritual). Esta pérdida de valores es lo que ha
exacerbado la posmodernidad, y produjo una grave dificultad para el correcto
funcionamiento de las estructuras sociales, comenzando en orden de importancia
por la política, cuyo accionar impacta
muy directamente sobre la vida y destinos de los millones de personas que
conforman la estructura comunitaria.
Esto lo hemos padecido sobre todo en esta última década neoliberal, con
su secuela de violencia, hambre, miseria, desempleo, destrucción de la trama
comunitaria y exclusión social Estas
malas políticas, fundadas en premisas egoístas, en valores individualistas o
directamente corruptos propagados por una etica light y superficial (el famoso
“no te metás”, “todo vale”, “hacé la tuya” promovido por el capitalismo
salvaje), con su accionar impactan muy
negativamente sobre toda la trama social, produciendo una cruel desintegración
de la misma. Esto comienza por la
disgregación familiar ante la imposibilidad de sostener una estructura mínima
de reparo básico como sería poder acceder a una vivienda digna, un empleo que
permitiera obtener primariamente una adecuada alimentación y en forma
secundaria el acceso a la educación a los niños, que no se verían obligados a salir
a trabajar en su infancia por lo cual desertan de la escuela. La deserción escolar lamentablemente se ha
agravado últimamente: acabamos de conocer que ha crecido la deserción escolar
primaria y del secundario polimodal en forma grave y preocupante sobre todo en
Vemos entonces que es un tema complejo y multicausal, pero que tiene su nudo central en la gran crisis de valores actual. Pero también por suerte este análisis permite visualizar su posibilidad de resolución en implementar lo antes posible por parte de todos los actores sociales una firme reimplantación de los valores humanos más esenciales ya mencionados.
Esta re-valorización de la ética o moral social, es posible efectuarla a todo nivel mediante la prédica, ya sea oral o por el ejemplo de una vida dedicada. Nunca de más adecuada aplicación aquí que el consabido precepto bíblico “por sus obras los conoceréis”, o a nivel político las conocidas “hechos, no palabras”, o “la realidad es la única verdad”.
En el tan importante nivel político, es necesario que cada ciudadano afronte una doble tarea: por un lado reasuma su compromiso social dejando de mirar para el costado u ocultando la cabeza como el avestruz, y participe instrumentando la aplicación de valores en todo su accionar comunitario, y por el otro asuma su responsabilidad individual de luchar por la evocación, construcción, promoción y propagación de valores humanos solidarios que hagan la vida digna de ser vivida y brinden un significado a la existencia. En ambos supuestos, sin abandonarse a la engañosa formulación y la actitud cómoda que sería dejar la deliberación y gobierno solo en manos de sus representantes, ya que estos han probado asiduamente que no los representan y en general han obrado en forma contraria a lo deseado por los ciudadanos, solo buscando satisfacer intereses espurios, egoístas y corporativos; recién en estos últimos dos años pareciera que esta situación hubiera comenzado a cambiar un poco, tanto por una mejor calidad de gestión política como por una mayor participación popular en la misma.
Asumir este nuevo rol participativo y de mayor control de los actos de gobierno, marca sin duda un punto de inflexión y progreso en el desempeño ciudadano, y denota un mayor grado de madurez y compromiso ante la vida, ya que se asume más plenamente la responsabilidad por el propio destino y el crecimiento humano de la sociedad en la que se haya inserto, colaborando así cada uno desde su puesto de lucha y con la capacidad individual de que dispusiere para construír esa comunidad organizada en la cual cada persona aporta individualmente lo mejor de sí para el logro del bien común, para la realización y felicidad de todos.
Carta Urgente desde los Santos Lugares
(Reflexiones
acerca de la Ética)
Hay miles de historias en la ciudad desnuda, y miles de maneras de comprender la Ética: ésta es una de ellas.
En principio debemos considerar que no es posible entender la ética aisladamente. En el presente ensayo reflexivo, se postula con modestia (no desde una soberbia torre de marfil) un modelo pensado con el fin pedagógico de mejor abordar y esclarecer esta compleja problemática filosófica que lleva siglos de estudio (indicativo de su difícil comprensión).
Este
modelo postula cinco conceptos fundamentales que a manera de pentágono
conforman la estrella de cinco puntas como mítico símbolo de
VALORES
ETICA
MORAL
CONCIENCIA
LIBERTAD
RESPONSABILIDAD
Tomando estos cinco conceptos cual estrella cuyos rayos confluyen interiormente en un núcleo denominado conciencia al cual influyen y por el cuál son influenciados, podemos describir brevemente algunas de sus características.
Esta libertad es siempre situada en un aquí y un ahora, y mi responsabilidad (compromiso íntimo asumido) determinará el uso correcto o incorrecto que yo haga de ella, todo acorde al grado de Conciencia (núcleo de este modelo estelar) que haya desarrollado por el crecimiento, maduración y evolución.
Este desarrollo de conciencia siempre se da inmerso en la interacción permanente (al modo de la tesis-antítesis-síntesis hegeliana) de estos cinco conceptos entre sí y con el núcleo central de conciencia descripto (el que a su vez es susceptible de abarcar también estados inconscientes).
Los Valores, que no por casualidad están situados en el vértice superior del modelo, definen lo trascendente, lo que está más allá, la evolución espiritual superior, lo apelativo a mi realización personal y social, y refieren a lo absoluto, lo eterno.
El ser humano, como integridad bio-psico-socio-espiritual, obra éticamente al elegir en libertad y con responsabilidad, moralmente iluminado por un horizonte de valores trascendentes. Esta imbricación entre la ética, la moral, la libertad, la responsabilidad y los valores, nos da la idea de la íntima relación y necesaria interconexión existente entre dichos elementos, y sirve para entender la crisis ética que vivimos actualmente.
Aquí es oportuno recordar que esta posibilidad que tiene el ser humano de libre elección personal (influenciada por lo social), tiene lugar en el marco de un contexto histórico (temporal, por ende relativo), que en nuestra época actual se conoce como posmodernidad.
Algunas de las características básicas de la posmodernidad son: globalización del capitalismo salvaje con su injusta distribución de los recursos económicos (caída del imperio comunista, concentración de la riqueza en poder de pocos a costa del empobrecimiento de las mayorías); grandes avances científico-tecnológicos (biogenética, Internet); crecimiento de las sociedades occidentales consumistas y pluralistas (diversas etnias y morales); abroquelamiento en oriente de estructuras sociales generadas en fundamentalismos religiosos; debacle en occidente de los valores morales tradicionales, lo que provoca la vigencia de una ética superficial, light, no comprometida, donde “vale todo”.
La ética (éthos) se refiere principalmente al aspecto fáctico de la moral, a la acción, a la conducta del hombre, su modo de obrar, al cómo viven y expresan su moralidad los seres humanos en la actualidad.
Para expresarlo claramente, la ética es la moral encarnada en la persona, es la moral vivida, real; es la forma en que se manifiesta la conciencia moral.
La moral (mores) se refiere a los usos y costumbres corporizados en una normativa; implica entonces lo establecido, lo escrito, lo codificado, por así decir. Cada individuo y cada pueblo tiene su moral diferente. Una moral (cristiana, budista, musulmana, atea) es un código moral, una normativa que expone reglas a las cuales ajustar la conducta, la expresión ética.
La moral, si bien refiere a los usos y costumbres, tiene su sustento fundamental en los valores.
Si bien existen valores relativos (subjetivos, individuales) acordes para cada sujeto según el marco de su propia escala valorativa, también existen valores absolutos comunes a todos los hombres y por ellos buscados y aceptados: los valores absolutos, ideales o trascendentales, que son los que persiguen la perfección ontológica de todo ser humano y encierran la intencionalidad axiológica del mismo (ej: unidad de la humanidad, amor, verdad, bondad, belleza).
Filosóficamente existen básicamente dos tipos de teorías sobre los valores: las teorías relativistas y las teorías absolutistas. Para las teorías relativistas mi deseo de algo hace que ese algo tenga un valor para mi.
Para las teorías absolutistas el valor es una
cualidad intrínseca del Ser, que es valioso por si mismo,
y cuyo valor me atrae, apela a mí para realizarlo.
Por otra parte, la biología, psicología y sociología han efectuado un cuestionamiento reduccionista sobre los sentidos y valores, arguyendo en forma simplista que no son mas que fabricaciones que se pueden tipificar como sublimaciones, mecanismos de defensa, patrones de conducta heredados o formas de pensamiento de la clase social que se introyectan por la fuerza de la ideología dominante en el momento histórico.
Si bien no se pueden negar las influencias medioambientales, también puede establecerse claramente la esencial capacidad de autodeterminación del ser humano ante tales condicionamientos, que no son determinismos absolutos.
Esta autodeterminación se opera por la intrínseca libertad del ser humano que toma actitud ante las situaciones específicas.
El problema de fondo es operar con frecuencia una objetivación de lo que hay de subjetivo en el ser humano y una subjetivacion de lo que es objetivo en el mundo.
Por eso si al ser humano lo objetivamos en lo que tiene de subjetivo -su espiritualidad, libertad y responsabilidad- obtendremos nada mas que una cosificacion del mismo, que le des-personaliza, le niega y quita su radical capacidad de autodeterminación en el mundo.
Así, el ser humano pierde su calidad de sujeto que se-decide-ante y pasa a ser un objeto-que-es-impulsado-y-movido-por sus pulsiones. Incluso la voluntad que busca un sentido es negada.
Pero se debe tener presente que hay situaciones que tienen un denominador común y en consecuencia hay sentidos que son compartidos por los seres humanos en las sociedades a través de la historia.
Estos sentidos, en lugar de estar referidos a una situación vital única, se refieren a la condición humana. Estos sentidos se comprenden entonces como Valores. Así pues los Valores pueden ser definidos como aquellos significados o sentidos universales que una sociedad o la humanidad entera encarna porque ellos se cristalizaron en situaciones especificas o típicas de la historia (V.Frankl, G.Pareja).
La conciencia de tener una jerarquía natural de valores no me dispensa de la necesidad de tomar decisiones. Mi postura ante los valores es libre y me siento atraído por ellos para encarnarlos en el mundo, en el presente histórico.
Los valores me atraen, las pulsiones me impulsan. Y la atracción de los valores va mas allá de ser atracción pues ante ella me decido.
La moral, la ética tradicional y las convenciones sociales guardan estrecha relación con los valores, en cuanto los canalizan en la practica social.
Sin embargo, toda esa estructura ha de someterse a la prueba de la conciencia del ser humano, que siempre tendrá la ultima palabra (G.Pareja).
Según
Viktor Frankl (eminente neurólogo, psicólogo y filosofo, creador de la tercera
escuela vienesa de psicología:
a) Creativos, o lo que un ser humano le da al mundo en forma de trabajo, obra, creación, transformación; b) Vivenciales o de Experiencia, lo que un ser humano recibe gratuitamente del mundo en forma de vivencia estética, contemplación de la naturaleza, y el encuentro humano amoroso; c) de Actitud, la que se asume ante las situaciones límite (las tipificadas por su irreparabilidad, irreversibilidad y fatalidad), el sufrimiento, la culpa, la muerte.
La ética moderna secular, al centrarse en la
racionalidad y dejar de lado el primordial enfoque sobre los valores (mores),
abandona en verdad el campo de la moral y se transforma en in-moral.
Esto ha tenido una acabada demostración en la actual posmodernidad, donde asistimos a una caída y retroceso de los valores tradicionales, al auge de una ética light, superficial y consumista caracterizada por el “todo vale”, donde ya no hay normas, reglas ni parámetros morales validos.
En una palabra, al no aportar la ética moderna secular ninguna solución, forma parte del problema.
Es que la racionalidad por si sola no puede dar cuenta de que conductas son buenas o malas, solo tenderá a justificar ilusoriamente lo que es correcto o incorrecto, considerándolo como una guía para la acción práctica y otros subterfugios, queriendo así auto-engañarse y evitar tomar posición sobre los valores absolutos (como el Bien Supremo de Platon) que son los que en realidad manifestarán con su presencia o ausencia en la situación si una conducta es correcta o no.
La ética moderna secular adscribe a la teoría relativista de los valores, en tanto considera que es valioso aquello que yo deseo, al contrario de la ética espiritual-religiosa que postula que existen valores absolutos, trascendentales, valiosos por si mismos, que apelan a mi y despiertan mi atracción para que yo intente realizarlos.
Por considerar al deseo como definidor de lo valioso y los valores, la ética moderna secular sostiene posiciones afines al psicoanálisis freudiano-lacaniano ateo, cuya pobre conceptualizacion antropológica del ser humano como movido básicamente por sus instintos, es determinista y reduccionista: el ser humano es poco mas que un títere llevado de aquí para allá por sus impulsos, desde un inasible inconsciente.
Como
orientación básica apunta a la búsqueda del placer y el equilibrio; la
orientación hacia el sentido y el valor está fuera de su horizonte de
referencia, no capta la intencionalidad de la dimensión
existencial-espiritual.
Para el psicoanálisis el ser humano esta confrontado con el peso de sus pulsiones, con su inconsciente y no con los valores; considera que la dimensión humana es básicamente una dinámica psíquica impulsiva y desconoce una dinámica de la dimensión existencial-espiritual.
Contrasta esto con las conceptualizaciones de otras corrientes psicológicas como por ejemplo la logoterapia de Viktor Frankl, el análisis existencial de Ludwig Biswanger, la psicología comprensiva de Dilthey y Karl Jaspers, para las cuales el ser humano es una integridad bio-psico-socio-espiritual, abierto a la trascendencia, en relación con el mundo triple del ambiente, de los otros y de si mismo.
Estas corrientes tienen una orientación básica hacia el sentido y la búsqueda de valores originarios y descubren en todo lo espiritual su dimensión de intencionalidad; no sólo ven la impulsividad sino sobre todo el sentido.
Descubren que delante del querer hay una urgencia, un deber que la persona descubre en su vida, en su conciencia, en el momento histórico social concreto.
Conciben el ser humano como confrontado
fundamentalmente ante los valores y atraído por ellos mas no impulsado.
La realización de los valores supone la actitud libre y responsable del ser humano, y esta actitud esta lejos de la pura impulsividad, ha de verse dentro del contexto de una dinámica de lo existencial-espiritual donde la impulsividad tiene un papel que puede llamarse de energía alimentadora (G.Pareja).
Vemos entonces que la ética moderna secular responde a una paupérrima concepción atea del ser humano, a una antropología materialista, a una filosofía nihilista de la cual Sartre es un acabado representante.
El
pesimismo y desesperanza de Sartre con su Ser para
El otro no deja de ser una cosa, un otro apto para ser utilizado en la satisfacción de mis propias necesidades.
En cambio, para otros filósofos existencialistas teistas el otro llega a transformarse en un tú mediante una relación responsable, igualitaria y reciproca basada en el valor absoluto del amor, que permite asimismo abrirse al TU mayor (Martin Buber).
También la ética racionalista de Kant denota un déficit notorio para dar respuestas validas a la grave problemática moral contemporánea. Esto queda patentizado en la siguiente anécdota. Cuenta Kant que una vez un amigo suyo se refugia en su casa huyendo de un asesino. El criminal llega hasta la puerta, golpea y cuando Kant abre y lo atiende, le pregunta si allí se ha refugiado un hombre al que persigue para matarlo.
Kant postula que su deber es decir la verdad, pues el imperativo moral categórico le indica decir la verdad en todo momento y bajo toda circunstancia, aunque como en este caso, su amigo fuera asesinado. Apenas analizamos con un poco de minuciosidad esta postulación advertimos que se comete un grave error de conceptualizacion.
Kant parte de realizar un juicio racional parcial acerca de si una acción es correcta (decir la verdad) o no. Se sitúa en el plano de la ética aplicada y escamotea plantearse el verdadero dilema moral, el que se define como una situación de conflicto en la que entran a jugar valores o principios que se contradicen entre sí.
Si hubiera hecho esto, habría ponderado los valores en juego, los hubiera jerarquizado y hubiera optado en consecuencia. En esta anécdota surge claro la oposición nítida de dos valores: el de decir siempre la verdad y el de preservar la vida humana.
Al optar, es evidente que preservar o defender la vida humana es un valor superior jerárquicamente al de decir siempre la verdad, por lo que podemos observar que la decisión que tomó Kant fue moralmente incorrecta e incluso gravísima y deleznable pues costaría la vida de su amigo.
Además de ver en forma patética a que tremendos errores nos puede conducir un racionalismo exacerbado en sus intríngulis metodológicos, también podemos captar en esta anécdota cuan poco se usó el sentido común (que lamentablemente suele ser el menos común de los sentidos) y como no se respetó el esencial valor de la vida humana.
La ética moderna secular esta basada en el materialismo nihilista sartriano y en el absurdo e inhumano racionalismo kantiano que no toma en cuenta los valores o normas morales que deberían guiar nuestra conducta, pretendiendo además asumir una ficticia autonomía moral (regularnos por normas autodefinidas y autoimpuestas), que al no tener respaldo o fundamento valorativo suprapersonal o supraterrenal alguno quedan libradas al relativo arbitrio de cada cual, con una escasa posibilidad de acatamiento generalizado de las mismas (concreción de las expectativas de cumplimiento reciproco).
Se pretende escindir erróneamente lo personal de la dimensión moral, ignorando que lo personal de un modo u otro siempre se manifiesta en relación con los demás de modo que la dimensión moral siempre esta presente.
Es posible asumir una forma de vida y desarrollar una identidad, pero como vivimos en sociedad, el derecho de uno termina donde empieza la libertad del otro (por ejemplo los travestis escandalosos que quieren que respeten sus derechos, pero que no respetan los de los demás, alterando las buenas costumbres y la tranquilidad en la vía pública molestando con su conducta promiscua a los vecinos).
Así lo postulaban desde los antiguos griegos con la noción de Kosmos u orden universal -opuesto al kaos-, hasta Heidegger concibiendo al ser humano como un Dasein o Ser-Ahi, arrojado como proyectum a la existencia, en relación siempre con el triple mundo de las cosas, de los otros y del si mismo (Mitwelt-Umwelt-Eigenwelt).
Al dejar al arbitrio de cada cual el inventar sus propias normas morales sin el sustento de ningún valor, cae entonces la ética moderna secular en un relativismo y escepticismo moral y queda pedaleando en el aire, sin base de sustentación, de ahí esa ridícula manía actual de buscar un reaseguro o guía en las frías normas jurídicas sin comprender que en la medida que tampoco están inspiradas en genuinos valores sólo generarán desconfianza y transgresiones.
El problema básico de la ética moderna secular es que desconoce que vivimos en un mundo múltiple, en donde miles de millones de personas aún ajustan sus conductas a auténticos valores religiosos y espirituales que más allá de que seguramente sean susceptibles de perfeccionamiento en su captación e instrumentación, no por eso dejan de ser eficaces guías para sus comportamientos y practicas cotidianas, ya que en el fondo responden a la esencial e intrínseca condición espiritual del ser humano, a su autotrascendencia.
Al elevarse paulatinamente sobre la falibilidad humana mediante la realización de esos valores, se le posibilita entonces al ser humano encarnar la moralidad y comportarse en forma realmente ética, generando una gozosa convivencia (“amaos los unos a los otros como hermanos que sois”) en el marco de un destino supramundano, trascendente.
Dadas las explicitaciones precedentes, el tomar la ética como objeto de estudio aislado de un contexto normativo moral que le da sustento o priorizarla indebidamente por sobre la dimensión moral, equivale al viejo error de “poner el carro delante del caballo”.
Para
V.Frankl como para Max Scheler (autor de”El puesto del hombre en el cosmos”) la
persona está abierta a la trascendencia, y esta apertura radical se dá a través
de la conciencia.
La conciencia en cuanto fenómeno no se queda ni se agota en si misma sino que va mas allá de la persona.
La persona, como ser dialogal esta básicamente abierta al encuentro interpersonal y por eso la conciencia es la voz de la trascendencia.
La conciencia posibilita a la persona el sentir
la presencia de una instancia supra-humana
y la hace ser consciente de su ser contingente, es decir, no necesario, creado.
La conciencia no agota su propio significado en su dimensión de hecho psicológico sino que es sólo un aspecto de un fenómeno básicamente trascendente o metapsicologico. Scheler indica que la conciencia es la voz de la trascendencia y que por ella la persona capta la presencia, en la fe, de un juez invisible e infinito, o Dios. El material psicológico posibilita el paso a una presencia que se manifiesta y esa presencia es Dios.
Nikolai Hartmann reflexiona sobre las diferencias ontológicas en el ser humano, que él caracteriza como estratos (en número de cuatro), que son: el físico, el orgánico, el anímico y el del espíritu. Así quien quiera comprender la conciencia a partir de fenómenos psíquicos o el ethos del hombre mediante una ley que rija los actos psíquicos, tropezará con la ley de jurisdicción de los estratos, pues introduce categorías de otro estrato existencial en lo que es propio de un estrato de constitución más elevada. El mundo real tiene unidad, pero no la de un principio, sino la de un ordenamiento, surgido en un plano superior.
Por eso, la fundamentacion de una acción, cada vez más humana, requiere la previa asimilación de una personal cosmovision.
Esta cosmovision
esta formada por elementos tan valiosos como una filosofía de la vida,
una antropología filosófica, ética, valores, que como conjunto, apunta a una
metafísica ontológica.
Se busca afirmar la presencia de diferencias ontológicas en el ser humano y al mismo tiempo la unidad antropológica del mismo.
En otras palabras, el ser humano es una unidad
a pesar de su multiplicidad.
También,
Heidegger considera que la existencia no es algo ya determinado, estático y
estable de una vez para siempre. Como Frankl, señala la cualidad de apertura
del ser humano y la vivencia simultanea en el presente del pasado que permanece
y del futuro al que nos dirigimos. Aceptar la propia vida es la misión
especifica que tenemos en la temporalidad en que nos movemos.
Esta
aceptación es la responsabilidad específicamente humana.
Esta responsabilidad se vive en la cotidianeidad en la que oscilamos entre un escapismo -que sería la alienación según Heidegger en la exterioridad- y el dato insoslayable de hacernos cargo de nosotros mismos en el “cada día” de la vida (conciencia mas responsabilidad, según Frankl).
Para Heidegger y Frankl el ser humano decide y se-decide sobre la base de las posibilidades que encuentra en si mismo y las que le proporciona su pasado. A partir de ellos se trasciende a si mismo llegando a constatar la esencial característica de la existencia humana que es la autotrascendencia (Frankl) o el ser-propio (Heidegger).
Para Karl Jaspers trascender es buscar el propio ser.
Ningún objeto es el propio ser. Tenemos que ir mas allá y por encima de lo objetivo, es decir: trascender.
Trascender no es una obligación sino una
posibilidad ante la libertad.
Podemos entregarnos al mundo, a las cosas y vivir sin trascendencia; podemos durar, pasar, y no haber sido.
Podemos incluso afrontar la muerte, el dolor, la
culpa y la lucha como hechos pero no permitirles que nos afecten y condenarnos
así a la in-trascendencia.
Pero la in-trascendencia es sinónimo de la
deshumanización.
El ser, para Jaspers, es lo “envolvente”, y hace que la existencia humana se constituya por la trascendencia, es decir, por su abrirse al Absoluto, a Dios.
La
creencia en un solo Dios personal, creador del mundo, único y ultimo refugio
nuestro, es una creencia filosófica, un trascender de mi existencia que hay que
ganar sin cesar. La vida sólo tiene sentido si está encaminada hacia Dios. Bajo
esta perspectiva, todo el mundo se hace relativo, pero al mismo tiempo deviene
este mundo el lugar de una opción incondicional entre el bien y el mal. Por
ahí carga el hombre con toda su responsabilidad de tal.
Y de ahí
se desprende el deber del hombre de luchar por el bien contra el mal, pero esta
lucha sólo puede darse en el amor. El amor con el que todo hombre trata de
comprender al prójimo, es la realidad fundamental del hombre que le hace eterno
en toda su finitud (Frankl).
La libertad y la responsabilidad constituyen la
esencia de la existencia humana, y junto con la espiritualidad (dimensión noetica, del logos o del espíritu, donde radica lo mas genuinamente humano)
forman una trilogía.
¿De qué es responsable el ser humano?. Al tomar conciencia de su estar-en-el-mundo descubre que tiene la tarea de hacerse cargo en primer lugar de su propia vida, lo que implica en potencia, un proceso educativo altamente positivo, así estará preparado para comprender y acompañar a otros seres humanos en el proceso de descubrimiento y compromiso con la propia vida.
La responsabilidad fundamental de hacerse cargo de la propia vida es una tarea y misión intransferible y en ellas cada ser humano es irremplazable.
El ser humano responde ante si mismo, ante los demás y ante Dios (lo suprapersonal). El “lugar” donde el ser humano responde es la conciencia. La conciencia como fenómeno genuino y específicamente humano se nos presenta como original, no deducible de otra instancia intrahumana y es no reducible, intuitiva y creativa.
La conciencia es la dimensión donde el ser humano tiene el privilegio de encontrarse en la desnudez de su mismidad, en su más profunda intimidad y donde se manifiesta la presencia dialogal de Dios. La conciencia es quien guía a la libertad para que pueda responder de si, a los demás. También está sujeta a la condición humana, a los riesgos de la falibilidad, el error y la engañosa distorsión que se presentan en el proceso de maduración y formación de la conciencia humana. La misma conciencia no escuchada por el ser humano puede extraviársele. Pero el riesgo de errar no nos dispensa de intentar, ni de la necesidad de juicio. VER
La
conciencia manifiesta que el ser humano al estar-en-el-mundo, como ser-que-responde,
tendrá siempre delante de si a las personas y a las situaciones; por eso
decimos que es un ser, que por su conciencia, responde “ad-personam” y
“ad-situationem”.
Las
situaciones que son múltiples y se presentan a modo de preguntas dirigidas a cada
ser humano, pueden quedar sin respuesta. Las respuestas implican decisiones y
las decisiones hacen referencia a la libertad humana. Así pues en la
libertad humana se hace visible la existencialidad mientras que en la
responsabilidad se revela la trascendencia.
El ser humano, para Frankl, es responsable de actual-izar y real-izar los significados y valores en el mundo y en su historia (G.Pareja).
Este mismo proceso pedagógico de formar una conciencia, genuinamente humana, ha de considerar que la responsabilidad nos viene de una dimensión que no somos nosotros mismos. La conciencia no se deriva del Ello o del puro Superego y, si así se aceptara, tendremos un homúnculo en lugar de un ser humano y un homunculismo en lugar de una antropología.
Avanzando más lejos de considerar a la conciencia como un producto de la libido psíquica inconsciente, vemos que ella se manifiesta fenomenologicamente de modo espontaneo, en la dimensión consciente como inmediata, intuitiva y absoluta.
Según Frankl, la conciencia se presenta como básicamente inconsciente y no racional. Es no-racional porque es pre-logica, es decir, es anterior a cualquier reflexión racional. La conciencia, tomada no como ley moral universal es, sin embargo,universal, y el fenómeno del ateísmo en esta perspectiva se consideraría como el tener conciencia y responsabilidad pero dándoles una interpretación inmanente, de tipo reductivo, en el ámbito psicológico.
Así pues el no creyente puede pensar que su conciencia es un mero producto psicológico al cual puede desatender dado el caso de que sólo tiene que obedecerse a si mismo. El solipsismo psicológico y moral se hacen patentes como consecuencia. Esta postura no se pone en búsqueda de algo mas allá de su conciencia y responsabilidad que podría ser el camino a la trascendencia.
La maduración de este proceso nos conduce a ver que la responsabilidad ante la propia conciencia permite plantear la pregunta de si hay alguien mas allá de la conciencia.
En un último análisis ciertamente debe aparecer cuestionable si el ser humano realmente puede ser responsable ante algo, o si la responsabilidad es solamente posible cuando está ante alguien.
Entonces, la conciencia encuentra su lugar de fundamentacion en un dato original que
es Dios.
Así
tenemos que detrás del superego del ser humano está el Tu-Dios y en la
conciencia se revela el Tu-Palabra de la trascendencia.
Todas las declaraciones sobre Dios valen tan sólo “per analogiam”. Lo mismo puede decirse, por tanto, de todas las declaraciones sobre su personalidad: es como si fuera personal; es pues, suprapersonal (Frankl, Pareja).
El inconsciente entonces es una dimensión amplia que tiene dos aspectos: un inconsciente impulsivo (Trieb), lugar de las pulsiones inconscientes; y un inconsciente espiritual, lugar de la espiritualidad inconsciente.
El inconsciente es algo mas que impulsividad inconsciente o reprimida, por el contrario, es lo espiritual inconsciente, la existencia. La existencia, es decir lo espiritual, tiene como característica ser irrefleja y, por tanto, es en si misma irreflexionable.
El ser
humano es plenamente humano cuando es capaz de ir mas allá de donde
es “impulsado” y llegar al ámbito en que es “libre y responsable”,
donde decide. El ser humano se deshumaniza cuando deja de ser responsable.
La conciencia, tomada no como ley moral universal es, sin embargo,universal, y el fenómeno del ateísmo en esta perspectiva se consideraría como el tener conciencia y responsabilidad pero dándoles una interpretación inmanente, de tipo reductivo, en el ámbito psicológico. Así pues el no creyente puede pensar que su conciencia es un mero producto psicológico al cual puede desatender dado el caso de que sólo tiene que obedecerse a si mismo. El solipsismo psicológico y moral se hacen patentes como consecuencia. Esta postura no se pone en búsqueda de algo mas allá de su conciencia y responsabilidad que podría ser el camino a la trascendencia.
La
posmodernidad, con su pragmatismo materialista ha llevado a la ética del todo vale, donde
todo esta permitido, todo es igual, lo mismo un burro que un gran
profesor, no hay valores, modelos ni reglas, sólo se adora al becerro de oro.
Pero considerando al modelo social capitalista carente de valores humanos,
criticado tanto por Juan Pablo II como por George Soros, debemos recordar aquí
la sabia sentencia bíblica: “de qué vale al hombre conquistar el mundo si
pierde su alma”.
Hoy a esta sociedad con crisis de valores se la llama la sociedad pluralista. Se caracteriza por un gran conglomerado de gente, mucho más que en la antigüedad; se vive diferente al pequeño círculo de la familia, el barrio, el pueblo. Hay una gran mezcla de gente, de etnias raciales y de culturas. El pluralismo es pues cuantitativo y cultural.
En la sociedad pluralista no hay una unidad moral desde el punto de vista normativo, mientras que en la vieja sociedad había una relación mas estrecha de los padres con los hijos, con valores religiosos más importantes y enraizados.
Esta sociedad pluralista, entonces nos plantea una exigencia mayor para tener un comportamiento ético y ser morales.
Aunque
los valores tradicionales hayan desaparecido o estén en retirada, sin embargo,
aparece ahora la enorme importancia de la conciencia individual como guía
interna ante la falta de guía externa. Es prioritaria entonces una buena
educación dirigida a formar la conciencia de responsabilidad, a inculcar sanos
valores, a fomentar el surgimiento de la intuición en la conciencia individual
como instrumento que permita descubrir la jerarquía de valores trascendentales
que guíen éticamente nuestra acción.
Así,
aunque los valores tradicionales hayan caído, esta madurez de conciencia
permite igual al hombre descubrir los sentidos únicos de la existencia y
cumplir su misión en el mundo.
En una sociedad pluralista se vive en un relativismo. Existe pluralismo cultural pero no debe confundirse con pluralismo ético que no debe existir. La moral no puede ser relativa, toda moral reclama absolutez, lo que debe ser, debe ser (sin entender esto como rigidez).
Es cuestión de encontrar algo absoluto en la sociedad pluralista que permita ser moral en dicha sociedad; algún valor que reconozca todo el mundo.
Existe eso absoluto que no hace diferencias de raza, culturas, religiones y que esta en todos: la común condición humana (que en potencia y esencia es espiritual y divina).
Todos somos mortales y compartimos las mismas penurias, miserias y alegrías humanas en el camino hacia la perfección espiritual.
La común condición humana es un valor absoluto,
no idealmente abstracto sino tremendamente concreto, encarnado en el semejante
que tengo delante de mí.
Cuando se empieza a descubrir lo que nos hermana a todos en la sociedad pluralista, comienza entonces a haber más solidaridad y fraternidad, se va afinando el sentimiento moral.
La común condición humana es un valor absoluto
porque es algo que nos trasciende, no depende de nosotros.
Descubrimos
que su condición de valor absoluto, trascendente, lo hermana espiritualmente
con los más puros valores cristianos: “ama a tu prójimo como a ti mismo” es
entonces el paradigma a imitar. Hallamos de esta manera un anclaje absoluto
de la nueva moral, esta fundada en un valor absoluto que es la común
condición humana, a la vez terrestre y celeste, todos los hombres son iguales
porque son mortales, con sus bondades y maldades. Ser moral implica respetar la
condición humana del otro, dar la mano, ayudar. Debemos percibir lo común, lo
que nos fraterniza: todos somos hombres finitos, abiertos a la trascendencia
infinita.
Hay que ser solidarios, ver lo que aflige al otro.
En esta sociedad pluralista el individuo está aislado, solo, a veces entregado a si mismo, no cuenta como antes con la ayuda del otro.
Hay problemas y necesidades comunes, a veces se persigue el consumo desenfrenado, hay falencias en la salud, la alimentación,
la educación, la seguridad jurídica.
La vida es difícil, hay angustias y temores que se deben vencer.
Es posible ser moral ayudando al hermano, al semejante, respondiendo a ese reclamo y esperando que también nos ayude.
Hay que buscar una solución a la crisis de la ética contemporánea. No basta con el imperativo racional categórico de Kant dirigido a la subjetividad del individuo, con su postulado voluntarioso que dice:”obra únicamente según la máxima que hace que puedas querer al mismo tiempo que ella sea una ley universal”; ya que cualquier energúmeno de mala conciencia pregonaría entonces que la ley de la selva es ley universal.
El imperativo de hoy es revalorizar la ética, hay que infundirle nuevamente valores espirituales a esta ética actual tan vacía, light y superficial; debemos recuperar los valores trascendentales que guían la conciencia moral, que nos permitan distinguir el bien del mal. Solo en la medida que podamos dilucidar claramente esto nos encaminaremos a una conciencia moral esclarecida.
Un adecuado equilibrio entre la imaginación provista por los sentimientos y el conocimiento propio de la razón, no solo permite superar el viejo enfrentamiento Romanticismo-Racionalismo
sino que se convierte en el instrumento adecuado para accionar correctamente en la realidad.
De ahí la importancia de fortalecer no solo la actitud racional sino básicamente toda enseñanza espiritual (sea o no estrictamente religiosa) y moral que, haciendo hincapié, en los principios y valores cristianos privilegie el valor del amor a la familia, al prójimo, a Dios, y busque realizar el supremo Bien.
Asimismo, desde un punto de vista psicológico, los beneficios se multiplican geométricamente, ya que una persona que accede al universo de los valores y dedica su tiempo y ajusta su conducta a realizarlos, encuentra un significado, un sentido a su vida; ya no vive en vano, supera la triada neurótica de nuestro tiempo posmoderno (la violencia-agresion, la depresion-suicidio, y las adicciones, alcohol-drogas-poder) plenificando así su existencia individual y su participación comunitaria a través de su trabajo y obras, haciéndose útil y solidario para si mismo y la comunidad.
Este
enfoque permite así recuperar la iniciativa, creatividad y responsabilidad
individual, el hombre vuelve a ser artífice de su propio destino; ni caerá en
el conformismo consumista de hacer lo que otros hacen ni en el totalitarismo masificante
de hacer lo que otros exigen que haga.
También resulta valioso escudriñar el enfoque que las principales religiones (del latín re-ligare, re-unir al hombre con Dios) tienen sobre la dimensión espiritual del ser humano, ya que podremos descubrir una gran riqueza conceptual y practica.
Así
Más
allá de las humanas falencias al transmitir los preceptos del Salvador
del Mundo, y excesos dogmáticos que se produjeron a lo largo de la historia
y que ahora están en sana revisión, las enseñanzas cristianas son
esencialmente buenas en su espíritu y están llamadas a perdurar en el corazón
de la humanidad (“Si vosotros permaneciéreis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”).
Muy
interesantes investigaciones se hallan en curso actualmente en referencia a la
dimensión espiritual del hombre y sus consecuencias éticas y morales, tanto en
el aggiornamiento de las principales religiones (son realmente importantes las
recientes manifestaciones del Papa Juan Pablo II en “Cruzando el
umbral de la esperanza”, y
Grandes cambios espirituales comienzan a
esbozarse en el mundo: en medio de la lucha contra las iniquidades de un
capitalismo salvaje carente de valores humanos e incapaz de promoverlos, hay un
renacer del sentimiento religioso en los pueblos , conscientes que no basta con
solo acceder al consumo digno y propio de la vida moderna sino que también es
primordial encontrar una respuesta al enigma de la existencia y un sentido trascendente a la propia
vida.
Está agonizando la posmodernidad, se perciben los últimos
estertores de su moral hueca y su fracasada ética racional secular, vacía y
superficial.
Allende la estéril posmodernidad ya alborea la ultramodernidad;
resuena la voz del silencio y el grito lejano
del espíritu :
¡el Hombre ha muerto, vive Dios!.
Perece la idea reduccionista del homunculismo,
del hombre ficticiamente autónomo y libertino. Crece la conciencia de una
libertad situada, condicionada-incondicionada, con responsabilidad para
decidirse ante los valores, realizarlos y trascender hacia el Absoluto.
Renace purificada la esencia espiritual del Ser
humano y a través de la oración y meditación (hacia adelante y hacia arriba) se
le abren los portales del quinto reino y del camino de evolución superior
(“Nadie puede venir a Mi, si no lo atrae el Padre que me envió”); siéndole
posible acceder a
Le es factible entonces al Ser humano
sintonizar su pequeña voluntad con la del Creador colaborando con la obra
divina, pudiendo al fin exclamar: “¡hágase Tu voluntad, así en
Que así sea.
What the bleep is this movie??
(Qué carachos es esta película??)
El día 06-10-2005 tuve la ocasión de ver en Buenos Aires en una función privada la tan mentada película What the bleep do we know? (Qué rayos sabemos nosotros?), circulante en grupos de estudio esotérico-espirituales, producida por un grupo de científicos estadounidenses especializados en su mayoría en física cuántica, y en la cuál supuestamente dan respuesta novedosa a los grandes enigmas que nos plantea la existencia, desde un punto de vista pretendidamente espiritual.
En EEUU la película es promocionada en un sitio de internet con toda la parafernalia, espejitos de colores, marketing y merchandising con que los yanquis suelen adornar este tipo de producciones.
Debo reconocer que la película es visualmente atractiva, por su colorido y gama de efectos especiales que en nada tienen que envidiar a grandes superproducciones hollywoodenses. Cuenta además con buenas actuaciones, en especial de su actriz principal.
El problema no es la atrayente cáscara externa con que está revestida, sino el mensaje casi subliminal que nos envía.
En mi modesta opinión, oculto tras un mensaje en apariencia espiritual se agazapa y mimetiza el más crudo materialismo.
En la película, y fieles a la tradición pragmática de los estadounidenses en todos los campos del quehacer humano, estos científicos hacen hincapié en fenómenos atómicos de física cuántica, en conceptos de bioquímica, biología, neurofisiología y psicología conductista, para extrapolarlos muy discutiblemente a una “trascendencia” light y descafeinada.
Se construye una melange de ideas sin el debido rigor metodológico ni epistemológico; esta mezcla se aprecia en diversos momentos de la película, siempre machacando la importancia de los procesos cerebrales aunados a lo instintivo y fisiológico (que nadie pone en duda a esta altura), pero escamoteando la presencia indubitable del espíritu (sentida en mayor o menor grado según cada persona y su momento evolutivo). Se pone el acento en la conducta instintiva y hay pasajes bien logrados en lo humorístico al respecto (en las escenas del baile cuando los jóvenes detectan zorras dispuestas o vacas, o cuando son espiadas unas atrayentes piernas que deja ver una minifalda, donde se relaciona esto con la erección masculina por una sola fantasía sexual).
El tema
es que se postula permanentemente una concepción hedonista, de disfrute del
placer libremente, casi como única meta. Por supuesto no se justifica hoy día
apelar a una mojigatería hipócrita para criticar esto, además no tiene nada de
malo que el hombre aprecie la belleza del cuerpo femenino, unos hermosos senos,
torneadas piernas, linda cola, pero no aparece en la película la dimensión
afectiva que también existe, el amor trascendente y profundo nacido del
espíritu que el ser humano tiene, que abarca, incluye y completa a su
sexualidad (este tema lo desarrolla muy bien el Dr. Víctor Frankl, creador de
Estas conceptualizaciones dispersas se van mezclando confusamente con otras como adicción emocional, siempre apuntando a propiciar un hedonismo individualista a ultranza, donde no aparece el aspecto profundo de la relación con el otro como un Tú, ni el compromiso social solidario.
Lo que agrava el cuadro y lo hace realmente preocupante por su mensaje, son los conceptos vertidos por una especie de Chamana o Guía espiritual, que en la película va diciendo: “no tengamos en cuenta lo bueno y lo malo, no importa esa diferencia…”, “solo disfrutemos…”, “somos dioses…”,”seamos libres…”. Ante tales afirmaciones lo menos que podemos decir es que Platón (el buscador del Supremo Bien) debe estar revolviéndose en su tumba, junto con toda la filosofía griega y la filosofía oriental, pues la distinción entre el Bien y el mal, y la consiguiente aspiración al Bien Supremo mediante la conducta correcta es la piedra fundamental de toda filosofía, ética y religión serias y comprometidas. Esto se une con otro mensaje claudicante de la película pues tambien critica a la religión como expresión de un genuino sentimiento de búsqueda espiritual. Aquí vale acotar que si bien las religiones han tenido y tienen grandes falencias que aún deben corregirse, tanto en su formulación como en sus conductores, no por ello se ha de renegar de esa vía que la mayoría de la humanidad aún abraza como medio para retornar a un estado de divinidad y encontrar a su verdadero Ser.
Tal pareciera que se pretende postular como nuevos dioses a la física cuántica y al cerebro, sin que ambos ameriten demasiadas virtudes para merecer tal distinción, siendo que solo son instrumentos refinados a través de los cuales se expresa el espíritu inmortal.
Esta falta de discriminación entre lo bueno y lo malo es realmente alarmante, pues coincide totalmente con la ética materialista posmoderna, carente de valores espirituales, y se expresa en conductas y acciones concretas, donde solo importa el disfrute individual y no se asume un compromiso social solidario. Es una postulación muy inmadura, se propugna una adolescentización light, sin asumir responsabilidad alguna por nada, todo da lo mismo, el asunto es disfrutar y pasarla bien. No extraña que esta película provenga de EEUU, pues vemos un ejemplo concreto de esta conducta adolescente de no hacer distinción entre el bien y el mal, por ejemplo en su actitud de continuar utilizando grandes autos que consumen muchísima nafta, despilfarrando así los pocos recursos energéticos que quedan, en lugar de volcarlos a algo más provechoso como combatir el hambre en el mundo, y al mismo tiempo contaminando el sistema ecológico mundial, provocando la destrucción de la capa de ozono atmosférica y destruyendo la vida humana, animal y vegetal en todas partes, solo por un capricho individual como país de continuar disfrutando de manejar sus grandes autos (negándose a suscribir el Protocolo de Kyoto de regulación de estas prácticas sobre el medioambiente). La naturaleza les está empezando a hacer recordar que no se puede proceder así tan irresponsablemente, y ya los está comenzando a afectar a ellos también, como pasó recientemente con el huracán Katrina en Nueva Orleáns.
Otro
ejemplo más local lo constituyó en Argentina, hace más de una década, el
accionar irresponsable y cuasi-fraudulento de bancos, financieras, organismos
de crédito internacionales y el propio Estado, que con sus manejos económicos
usurarios, privatizaciones salvajes, incautaciones, devaluaciones, estatización
de la deuda privada, etc, generaron deudas ficticias imposibles de pagar que
llevaron a la quiebra, desamparo y desastre económico a miles de empresas,
pequeños ahorristas y particulares en general, armando un descalabro social en
millones de hogares y un inédito incremento de la pobreza, todo lo cual se fue
agravando y desembocó luego en la rebelión popular del cacerolazo que en el
2001 hizo caer al gobierno de De
Toda esta
problemática ética ya la he tratado en diversos artículos (“Re-valorizar la
ética el imperativo actual”, “Crisis global, ética trascendente y
religiosidad”, “La adolescencia en la posmodernidad”, “Carta urgente desde los
Santos Lugares”, y otros, que el interesado puede consultar en mi sitio
web http://farodelautopia.webcindario.com ), habiendo estos ensayos sobre ética
obtenido una distinción internacional en el Certamen Iberoamericano de Ética
2005 organizado por el Centro Felix Varela de Estudios Ëticos (ONG) de
Para colmo, y como frutilla del postre, vuelve la película a la carga con el viejo y remanido truco materialista de la victimización, diciendo que si alguien sufre es porque se pone en el papel de víctima, que solo basta intentar creativamente un camino nuevo para ser feliz y estar bien; sería como si a nivel macro les dijeran a los países que se ven afectados por la rotura de la capa de ozono que son ellos mismos los culpables de su situación ambiental, que la conducta irresponsable e insolidaria con el uso de los grandes autos no tiene nada que ver con lo que les sucede a ellos. Vemos que el hacer aparecer a la víctima como victimizándose a si misma es una mentira insostenible, que se utiliza lo que en psicología se conoce como mecanismo de proyección haciendo responsable al otro de algo que uno causa, que no es la regla general autovictimizarse, si bien pudiere haber algún caso individual en que esto se verifique patológicamente, y que este es un mecanismo perverso por el cual se mistifica y enmascara la realidad y el victimario pretende engañar a la víctima y quizás autoengañarse como un moderno Poncio Pilatos. Al ser este un mundo interconectado, la actitud correcta sería trabajar solidariamente en conjunto fijando objetivos de progreso material y espiritual, basados en valores de desarrollo sustentable y de honda raigambre espiritual, en un compromiso ético con nuestros semejantes, expresado a nivel individual en el encuentro yo-tú, en amar al prójimo y en correctas conductas fraternales (el Dharma budista)..
Tampoco
hace mención la película a Dios, sus características, la evolución espiritual y
verdadera constitución del ser humano, y al Plan que desarrolla actualmente
Sintetizando, es una película engañosa que puede conducir a interpretaciones desviadas de la verdadera espiritualidad pues tras su aparente mensaje espiritual esconde una propuesta individual egoísta de mero disfrute intrascendente basado en una ética materialista posmoderna.
[1][7] FERRAROAliceu Ravanello, Diagnóstico de la escolaridad en Brasil – trabajo
presentado en
[2][8] Don Bosco no es un fenómeno aislado y el “Sistema Preventivo” del que habla y escribe, surge en un contexto en el que se habían ya escrito y se practicaban análogas orientaciones pedagógicas por otros educadores. Y asi, en un siglo riquísimo de sensibilidad educativa., Don Bosco surge al lado de una pléyade de educadores como:Pierre-Antoine Poullet,los Hermanos Cavanis, Luis Pavón, Marcelino Champagnat, Ferranti Aporti, Antonio Rosmini, que forman el gran tejido pedagógico del siglo XIX
[3][9] Cada organización social creó sus propias márgenes como territorios malditos e inexplorados. La sociedad de otrora excluía a los leprosos por miedo al contagio; a los pobres, por el miedo a una rebelión social; a los locos por el miedo a la diferencia. La exclusión de nuestros días significa no contar para nada ni ser considerado útil a la sociedad, ser descartado de la participación y, sobre todo, sentirse insignificante, quien porque perdió las aptitudes y cualidades suficientes, quienes porque sus motivaciones se debilitaron (Joaquín García ROCA, Educación Cristiana en el tercer milenio. Lo que es, como se hace, Sao Paulo. Edciones Loyola, 1999, pg.26)
[4][10] El voluntariado es, cada vez más, una realidad. La sociedad está percibiendo que no puede inputar al Estado la satisfacción de todas sus necesidades y deseos de sociedad compleja. A través de ONGS (Organizaciones no Gubernamentales) se está procesando un cambio cultural en el que el ciudadano asume una participación más directa en las soluciones a los problemas que atañen a la sociedad.
[5][11] Antonio Carlos Gomes de COSTA. Educación y vida, pg.35
Bibliotecas Digitales ISES (Instituto Salesiano de Estudios Superiores
ULTIMA NOTICIA: -Agosto 2014- Comenzó a
regularizarse el funcionamiento de las Bibliotecas Digitales ISES (Instituto Salesiano de Estudios
Superiores, esta vez
situadas en el sitio web de
AREA DE LOGOTERAPIA
Compilación y armado: Sergio Pellizza
dto. Apoyatura Académica I.S.E.S.
En conjunción con el crecimiento y desarrollo cada vez mayor de las nuevas tecnologías de Internet, y aspirando a una utilización de las mismas orientadas a la educomunicación social salesiana cuyo objetivo primario es educar para el espíritu, y dadas las muy valiosas coincidencias existentes con los postulados de la Logoterapia de Viktor Frankl, en este mes de Septiembre 2011 ha sido creada por el Director General del Proyecto Profesor Sergio Pelliza en el Área Psicología dentro de la página web del ISES, el Área de Logoterapia, ambas bajo la dirección ad-honorem del Licenciado en Psicología (UBA)-Posgrado Logoterapia (UCA) Juan Martín S. Nuñez. Esta tiene la misión de promover y difundir sanos valores de orientación cristiana que ayuden a la juventud, adultos y ancianos a encontrarle un sentido a su vida, llevar una existencia digna y solidaria y acercarse a una visión que, como diría Juan Pablo II, cruce el umbral de la esperanza, nos posibilite encontrar nuestro propio ser y mediante la fe nos sitúe frente al gran misterio: "la presencia ignorada de Dios". Es por eso que con profunda alegría espiritual, fe y esperanza en un porvenir mejor para la humanidad reconciliada con su auténtico ser espiritual, y vislumbrando la luz suprema y el amor inconmensurable de Dios que nos sostiene en el camino emprendido, comprometemos los mejores esfuerzos para hacer llegar a la mayoría posible tan inspiradoras y sanadoras enseñanzas.
Director de Área Logoterapia: Licenciado en Psicología (UBA) - Posgrado Logoterapia (UCA) Juan Martín S. Nuñez
Juan Martín S. Nuñez , Licenciado en Psicología (UBA, Universidad de Buenos
Aires) Posgrado en Logoterapia (UCA, Universidad Católica
Argentina) Creador y Director del sitio web
internacional Faro de
Índice:
Se pueden leer estos artículos completos en la siguiente página web : http://farodelautopia.webcindario.com/portal/arealogoises2.htm
PROPUESTA DE EDUCACIÓN PARA LA FAMILIA SALESIANA
(Presentada por
ECOSAM – Equipo de Comunicación Social del Instituto de las Hijas de María
Auxiliadora en América, Caracas, Venezuela, marzo de 2001), Marco Situacional,
Marco Teórico, Marco Operativo. - INCLUYE : SOLIDARIDAD-RECIPROCIDAD;
EXCLUSION SOCIAL (DEL DOCUMENTO ESCUELA SALESIANA INCLUYENTE EN CLAVE
EVANGELIZADORA); PRINCIPIOS DEL SISTEMA PREVENTIVO (DON BOSCO) : “razón,
religión, amorevolezza”.
SIN PRISA PERO SIN PAUSA SEGUIMOS AVANZANDO POR EL SENDERO ILUMINADO (FOTOS Congreso Latinoamericano Logoterapia y “PSICOTERAPIA PRIVILEGIADA (RECOMENDADA)”
REVALORIZAR LA ÉTICA (El imperativo actual)
LA LOGOTERAPIA por Fizzotti sacerdote salesiano
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL vida y teoría
EL SENTIDO DEL AMOR EN LA VISIÓN DE VIKTOR FRANKL
MENSAJE A NUESTROS HIJOS ADOLESCENTES prevención de adicciones
LA PRESENCIA IGNORADA DE DIOS
EL SUFRIMIENTO CRISTIANO Y LA LOGOTERAPIA
SABER CRECER : RESILIENCIA Y ESPIRITUALIDAD
1 Dimensión Social de la Logoterapia
2 El acto del amor
3 El mundo de las pérdidas
4 En el Silencio de tu Alma
5 La angustia y la muerte
6 Lo que cura es el vinculo
7 Logoterapia psicoterapia comprometida en el amor
8 Logoterapia y Filosofía Yoga-Coincidencias espirituales
9 Sentido y Esperanza
NOTA EN DIARIO "LA OPINION AUSTRAL"(PROFESOR PELLIZA) 31 DE MAYO 2012 BIBLIOTECA ISES EN MANTENIMIENTO
MISION PADRE PEPE/
14 de agosto de 2014 - Monseñor Jorge Lozano, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS,) y en ese carácter responsable de la Comisión Nacional de Drogadependencia, ha designado (con la aprobación de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina) coordinador de la misma al presbítero José María “Pepe” Di Paola, sacerdote del clero diocesano de la arquidiócesis de Buenos Aires. Los responsables y miembros de las comisiones de la Conferencia Episcopal Argentina renuevan sus cargos cada tres años y solamente pueden ocuparlos por dos periodos consecutivos.