Mundial de Futbol Brasil 2014 y su gran paradoja.

El Mundial de Futbol de Brasil 2014 nos ofreció en su final una gran paradoja ya que resultó triunfador el futbol tradicional sudamericano (creativo, habilidoso y bonito, proclive al futbol del potrero, la gambeta ofensiva y de toques de pelota), pero practicado por un equipo europeo: Alemania.  Para los amantes de este popular y bello deporte, nada puede haber más contradictorio, ya que hasta no hace muchos años, fue el futbol sudamericano el más destacado en tal sentido, prueba de ello los varios campeonatos mundiales obtenidos por Brasil con su "jogo bonito", también Argentina con su rica historia futbolera, y en menor medida otros latinoamericanos, mientras que los europeos desplegaban en su mayoría un futbol más especulativo con proclividad al sistema defensivo cerrado, la marca férrea, y la búsqueda del contragolpe veloz y preciso, basado sobre todo en un gran despliegue físico y organizativo.

Si bien ambos estilos se mantuvieron diferenciados, ya hace unos años los equipos europeos, en parte también por la cantidad de jugadores sudamericanos que se desempeñan en el viejo continente, fueron incorporando la idiosincracia sudamericana basada en la habilidad y creatividad individual, aunándola a su organización táctica como equipo, la que fueron de a poco enriqueciendo y aggiornando, obteniendo de a poco mayores logros y campeonatos.

Esta tendencia europea, unida a que en la práctica del futbol sudamericano se dieran grandes desequilibrios organizativos, complicaciones sociales por no ser su  práctica una isla dentro de las problemáticas políticas de los países, y equivocaciones de toda índole, han llevado a que sobre todo en los máximos representantes (Brasil y Argentina) se produjera esta increíble y tremenda debacle  de un futbol otrora tan pleno de habilidad y creatividad.  En el equipo de Brasil se visualizó esto claramente y con dimensiones de catástrofe, fue solo una pobre conjunción de jugadores desconectados entre sí sin ningún plan de juego que hiciera honor a la rica historia del "jogo bonito" que tantos campeonatos les hiciera ganar y generara la admiración de propios y extraños.  También Argentina defraudó al asumir un sistema de juego especulativo y resultadista (como el europeo de antaño), ajeno en realidad a su rica tradición de buen futbol habilidoso y creativo, y si bien sus jugadores por la gran calidad de varios de ellos pudieron lograr acercarse a la hazaña del logro mundialista, por otro lado y salvo algunas contadas excepciones, tuvieron performances individuales lamentablemente mediocres (errando goles increíbles), y también lucieron desconectados entre sí, siendo evidente que de haberse planteado el despliegue del auténtico futbol que tan bien pueden practicar (como bien se vió especialmente en 1978), todo hubiera resultado sin duda distinto y mucho más exitoso. Pues no hay que confundir que si bien en algunos casos se formó un buen grupo humano, eso no significó luego un éxito pues no se conformó un grupo futbolístico, ya que el planteo de juego adoptado no fue el correcto, no respondió al íntimo sentir del pueblo y jugador sudamericano.

Esto lleva a la lógica conclusión que tomando como base la gran calidad individual de estos jugadores, bastaría con volver a las fuentes, a que practiquen de nuevo un futbol de equipo de carácter ofensivo basado en el buen trato del balón, a dejar de lado tanto resultadismo especulativo en el planteo y en el rejunte de individualidades de calidad pero inconexas, y volver a la práctica del "jogo bonito", al despliegue del futbol alegre en función grupal, al toque y la gambeta, que tanto gusta a los pueblos sudamericanos y que los europeos con viveza e inteligencia han copiado hoy día para salir campeones (tal como previamente lo hiciera España).  Debería tomarse esa base fundamental pero potenciada con una mayor previsión, planificación y organización en la política deportiva nacional de cada país, apuntando a la promoción y cuidado de los semilleros de nuevos y jóvenes jugadores, obteniendo así continuidad y afianzamiento de tal práctica.  Demás está decir que tal acción estaría enmarcada en una política gubernamental que gestionara adecuadamente toda la actividad, para evitar las contradicciones actuales de clubes de futbol arruinados económicamente, que gastan lo que no poseen, con dirigentes enriquecidos, y una violencia descontrolada de los hinchas barrabravas que alteran la paz social y desnaturalizan la sana pasión popular.   

La esperanza es pues esa, y una muestra también de lo mencionado ha sido la gran actuación de la selección de Colombia, que fuera injusta y tramposamente eliminada por Brasil en un partido pleno de infracciones y patadas que no fueron castigadas correctamente, pese a lo cual se apreció su despliegue de un rico futbol de alto vuelo y gran calidad, típicamente sudamericano. También son esperanzadoras en tal sentido las actuaciones de Chile, Costa Rica, México e incluso Estados Unidos, que dieron realmente un muy buen espectáculo de futbol bien jugado. 

Por otro lado, y por la gran atracción social que despierta el futbol, este Brasil 2014 ha merecido el comentario de Francisco de que todo encuentro mundial como éste debiera aprovecharse para promover la cultura del encuentro entre naciones y religiones, priorizando este aspecto para entenderlo y vivirlo solamente como una sana competencia deportiva, y que no sea utilizado por los políticos oportunistas de siempre para fomentar odios y divisiones entre los pueblos para distraer de los verdaderos problemas y así también ocultar sus fechorías y negociados.  Sería bueno también replantearse tanto gasto fastuoso en obras accesorias y estadios que luego permanecerán vacíos, cuando podría haberse empleado el dinero con otro fin más urgente. 

Está pues en nosotros así entenderlo y enaltecerlo como toda actividad humana, buscando nos proporcione alegría en nuestro camino de vida, sin que nos haga olvidar los muchos y graves problemas que socialmente a nivel global aún debemos resolver, en especial el hambre, la miseria, la falta de educación, salud, paz y seguridad; sería estupendo que todas las naciones comprendan que la resolución de estos problemas universales constituye en sí un Mundial de la Solidaridad, el cual debería ser el que acapare todos sus esfuerzos y pongan sus mejores intenciones y acciones para conquistarlo y obtener así el logro de un mundo mejor y más habitable para todos.  

   publicado en el Faro de la Utopía