Filosofía Yoga, Análisis Existencial y Logoterapia, senderos de trascendencia espiritual

 

     Tanto en la Filosofía Yoga (originaria de India) como en la corriente de psicología humanística conocida como Análisis Existencial y Logoterapia (originaria de Austria) podemos reconocer fundamentos comunes dirigidos a una realización y trascendencia espiritual, y que dada su importancia para dar un sentido a la vida y mejorar la calidad del desarrollo del ser humano en esta época posmoderna tan conflictiva, convendría ponerlas de manifiesto; tal es pues el objetivo de este breve ensayo.

     Es conveniente trazar una sintética semblanza de cada enseñanza a modo introductorio, y luego desarrollar un poco más en detalle los puntos de contacto que ambas poseen, en especial considerando la similar concepción antropológica y filosófica del ser humano, sorprendente si pensamos que responden a distintos orígenes, tanto geográfico -Oriente y Occidente-, como cultural, étnico y religioso.  

     La filosofía Yoga (de la raíz sánscrita “yug”, yugo, unión; y el sufijo “ghan”, fin, identificación) tiene como meta la re-unión con Dios, el Ser superior, una re-integración, un retorno del Ser fragmentado al Ser total, una identificación con el principio divino; es la unión del Yo individual con el Yo supremo, Dios.  En palabras de Sri Swami Pranavananda Saraswati (médico, filósofo y humanista indio contemporáneo, un rishi o sabio, uno de los más destacados exponentes actuales a nivel mundial de la sabiduría eterna, cuyos valiosos conceptos reproduzco en este ensayo) “la Yoga es una Filosofía, una Ciencia, un Arte de Vivir, originario de la India donde se practica desde hace miles de años. No es una religión o secta (es practicada por católicos, judíos, musulmanes, etc), sino un sistema para disciplinar y alcanzar así la pureza y perfección del cuerpo físico, mental y espiritual. Es profunda, penetrante, iluminadora, tolerante y esencialmente humanística. Su meta es liberar al individuo de sus disturbios mentales, de sus deseos conscientes y subconscientes, los cuales lo distraen de su objetivo, alejándolo de la paz y perfección”.  Este enfoque psicológico del Yoga es muy importante pues coincide básicamente con el ideario del Análisis Existencial y Logoterapia, que según luego expongo, también es liberador del mero deseo, promoviendo mediante la realización de valores éticos la actualización de la potencia sanadora del espíritu (reflejo de la presencia ignorada de Dios) y la trascendencia, el ir más allá de los límites personales en busca del propio y verdadero Ser; alejándose así de la concepción clásica del psicoanálisis freudiano-lacaniano ateo, que postula un hombre casi prisionero de sus deseos e instintos que lo dominan y arrastran, con escasa o nula libertad para autodeterminarse y trascender espiritualmente, pensamiento este de una gran pobreza antropológica y humanística.  

     En el aspecto mental, la Yoga propone la práctica de la concentración y meditación, las que producen enorme bienestar interior y sensación de paz y armonía. Y en lo que se refiere a lo espiritual, la Yoga señala sugerencias concretas a fin de estimular y vigorizar las virtudes (valores) del ser humano, para convertirlo en un ser noble, pleno de tolerancia y consideración hacia los demás.

     Considera la Yoga asimismo, que es de suma importancia mantener nuestro cuerpo sano y en buen estado físico, pues sin salud no se puede hacer nada en la vida, y para cualquier actividad, ya sea laboral, científica, artística, deportiva, social, etc., se requiere tener buena salud. En este sentido, la Yoga ofrece sugerencias sencillas, transmitiendo conocimientos importantes que son necesarios para mantener en buen estado la salud. ¿Y por qué es importante practicar concentración y meditación para obtener control mental? Todo lo que experimentamos, lo hacemos con nuestra mente. En ella se encuentran nuestros pensamientos, razonamientos, creatividades, deseos, sentimientos, emociones, frustraciones, complejos, etc. Todas aquellas cosas que nos provocan alegría, dolor, contentamiento, sufrimiento o que nos perturban, nacen y viven en nuestra mente. Así como es nuestra mente, así es nuestra vida. Así como pensamos, así es como son nuestras acciones. Una mente positiva nos ofrecerá una vida totalmente diferente a una mente negativa. Muchas personas no tienen conciencia de ello y en consecuencia, desconocen qué hacer para mejorar y cambiar su vida y no arrostrar tantos problemas.  

      La práctica de la Meditación, especialmente la aprendida de un Maestro originario de la India, permite en poco tiempo alcanzar objetivos beneficiosos. En este sentido podemos decir, que la ciencia occidental ha reconocido desde hace muchos años, los innumerables beneficios que se obtienen de una sencilla práctica diaria de Meditación. Uno de sus efectos es que reduce el stress de la vida diaria y permite afrontar las vicisitudes del diario vivir con tranquilidad y firmeza.  Si algún mensaje contienen los Aforismos de Patanjali para el mundo occidental de hoy, es precisamente el de la necesidad de la meditación, pues es indispensable una experiencia interna de iluminación personal.

     Esta concepción del Yoga como sistema de vida, lo define entonces como una doctrina y disciplina de la unificación con Dios, mediante la comunión del individuo con el Espíritu Universal por la plegaria, el amor, el auto-sacrificio, el conocimiento y la meditación. De acuerdo con el concepto Yoga, todo saber viene al hombre de la Fuente Divina conocida como Brahman, que se manifiesta universalmente (en forma similar al cristianismo) en tres aspectos o Trinidad (Trimurti): Brahma (creación), Vishnu (conservación) y Shiva (destrucción).  

     Existen cinco medios diferentes de alcanzar dicho conocimiento, los cuatro primeros inmateriales, ya sea por realización o iluminación (Brahmanda), revelación intuitiva cósmica mediante el sonido (Nada), comprensión interior surgida por la vida recta (Bindu), o inspiración superior originada por la investigación académica científica (Pinda); siendo el quinto medio a través de las palabras mediante cualquier enseñanza que tenga forma material, como todo género de escrituras religiosas o filosóficas del mundo, siendo asequibles a cualquier ser humano que se interese en ellas.     

     Las Sagradas Escrituras Hindúes tienen siete subdivisiones o ramas.

     La primer rama está constituida por los Vedas (en sánscrito: conocimiento), la fuente de sabiduría más antigua de la India: cuatro libros sagrados cuyo origen se estima en cerca de 1.500 años AC-Antes de Cristo, siendo el más conocido e importante el Rig-Veda (himnos sagrados devocionales), junto al Yajur-Veda (litúrgico), el Sama-Veda (cánticos), y el Atharva-Veda (fórmulas mágicas).   

     Los Upanishads son escritos filosóficos últimos complementarios que siguen a los Vedas, conteniendo el sistema filosófico-religioso y metafísico de éstos, y constituyen la expresión de los sabios acerca de sus experiencias iluminadas que no fueron alcanzadas por la percepción ordinaria (upa: cerca, nishads: sentado; es la sabiduría que se alcanza sentado cerca de un Gurú o Maestro, los discípulos hacen preguntas y el Maestro da las respuestas); exponen y aplican la significación secreta y mística, la doctrina esotérica de los textos Védicos.

     Los Upanishads son a los Vedas lo que la Kabalah a la Biblia judía, y son la fuente de los sistemas filosóficos hindúes Samkhya y Vedanta.

     La segunda rama está constituída por las Vedangas, seis ciencias sagradas consideradas como subdivisiones de los Vedas (Siksha o entonación de los mantras; Nirukta o interpretación –física, mental, espiritual- de los mantras; Vyakaran o gramática sánscrita; Jyotish o astronomía y astrología; Chhandas o reglas de composición de poesía y música sagrada; Kalpa o ciencias naturales y físicas).

     La 3ra. rama de las Sagradas Escrituras Hindúes está constituída por los sistemas de filosofía hindú: Darshanas, en número de seis (Yoga, Vedanta, Samkhya, Nyaya, Vaiseshika, Mimansa), siendo las dos primeras las más conocidas en Occidente.

     La cuarta rama son los Smiritis o leyes sociales (leyes de Manu y de Yajna Valka).

     La quinta rama son los Puranas o colección de escrituras antiguas, simbólicas y alegóricas; narraciones y leyendas escritas para personas poco instruídas que no podían leer los Vedas por su escasa preparación intelectual. Existen 18 Puranas principales, dos adicionales (Uppuranas y Mahapuranas) y uno complementario o Itihasa (poema épico).  Entre los textos del Itihasa figuran la epopeya del Ramayana y la epopeya del Mahabharata cuyo autor es Vyasa y del cual forma parte el universalmente conocido Bhagavad Gita (Canción Celestial), extraordinaria exposición de enseñanzas espirituales del Yoga dadas por Krishna -como la encarnación de Dios- a su discípulo Arjuna. 

     El Mahabharata es el más grande poema épico de la India y el más largo del mundo, siete veces más extenso que la Ilíada y la Odisea juntas; narra la gran guerra de los Bharatas, o sea los Kauravas y Pandavas, dos familias muy emparentadas. Se canta en él a hombres y guerras del lejano pasado, diez siglos antes de Cristo, describiendo batallas en que se mezclan los dioses con los humanos, siendo difícil discriminar cuál es la parte histórica y cuál la mitológica, siendo el Bhagavad Gita su joya más célebre y trascendente, asemejada a la Biblia en Occidente.   

     La sexta rama de las Sagradas Escrituras Hindúes son los Tantras, reglas o rituales para invocar la ayuda del poder femenino o energía cósmica universal presente en toda la naturaleza, conocida como Shakti.

     La séptima rama son los Upvedas, que explican las ciencias aplicadas o experimentales, como Medicina, Arquitectura, Física, Química, etc.

     El Yoga, doctrina integrante entonces de los sistemas de filosofía hindú, se supone que fue fundado por Yajnavalkya, un sabio que vivió en tiempos previos al Mahabharata y a quien se acredita ser autor del Yajur Veda. No obstante, fue Patanjali quien codificó y expuso los fundamentos del Yoga con su famoso compendio Yoga Sutras (Aforismos del Yoga), donde logró recoger las experiencias, conocimientos y opiniones de otros yoguis, adaptándolas e integrándolas, fundamentando así una enseñanza precisa con principios definidos, llegando entonces sus Aforismos a ser un clásico en la India y por ende en casi todo el mundo espiritual y filosófico.

     Si algún mensaje contienen los Aforismos del Yoga para el mundo Occidental de hoy, es precisamente el de la necesidad de la meditación, y esta necesidad surge porque es indispensable una experiencia interna de iluminación personal, que nos permita encontrarnos con nuestro propio y verdadero Ser, nuestro espíritu, y estar así en condiciones de captar que somos parte de ese Ser Supremo al que vagamente damos el nombre de Dios, y que es Amor por sobre todas las cosas.  El Yoga es pues básicamente la doctrina y disciplina de la unificación con Dios a través de la meditación.

     Para lograr esa meta, existen en Yoga varios senderos, siendo los 7 principales los siguientes:

1) Karma Yoga (Sendero de la acción): Según la Ley de Karma, todo el bien que se hace, traerá la merecida recompensa. De la misma forma, el mal que se hace, traerá un mal resultado. Se trata de la ley física que dice que para cada acción hay una reacción contraria. De modo que en esta Filosofía, la reciprocidad o la Justicia, prevalecen automáticamente. Cada buena acción de cualquier índole que sea, acerca más al ser humano a su meta final. Este es el Sendero de los hombres que dedican toda su actividad al servicio de la Humanidad.

2) Bhakti Yoga (Sendero de Devoción): Es el del amor y devoción a Dios y servicio al prójimo. Relacionado con el corazón. A lo que uno ama, a eso sirve. Mientras más plenamente lo ame, más totalmente se dedicará a ello. Cuando la unión es completa entre el amante y el bienamado (el devoto y Dios), no existen las diferencias, sino solamente la identidad. Un ser se realiza a sí mismo por medio de la entrega de sí mismo, de todo corazón, a lo más preciado. El devoto avanzado siente que él voluntariamente le debe todo al bienamado, sin esperar en cambio ninguna recompensa ni reconocimiento. La persona que practica este Sendero, realiza y comprende que la naturaleza de Dios es omnipotente y puro amor; además, gracias a su desinteresada devoción, aman a todos y sienten la Presencia Divina dentro y fuera, en todas partes, doquiera.

3) Gnani Yoga (Sendero del Conocimiento o de Sabiduría): El tercer modo de progresar hacia esa Unión con la Realidad Ultima, es por medio del logro de la comprensión. Esto implica una búsqueda del conocimiento tanto del ser y el objeto como son en la experiencia, como del ser y el objeto como son en su Realidad Ultima.  Emplea el discernimiento y conocimiento abstracto.  Relacionado con el intelecto y la especulación metafísica.  El estudio de las escrituras de la Ciencia Yoga con la guía de un Maestro (sabio) normalmente ayuda en este proceso de autorrealización. Este es el Sendero del autoanálisis seguido por los videntes de la verdad. Yo no soy cuerpo. Yo no soy mente. Yo no soy sentimiento. Yo no soy intelecto. Soy algo más alto y diferente de todo esto. Soy Espíritu.              Por medio de este proceso introspectivo se realiza la identidad con Brahman (Ser supremo).

4) Raja Yoga (Yoga Real, Sendero del Dominio Mental): Enfoca la atención y los esfuerzos en el cuerpo y la mente con el propósito de dominarlos y de eliminar cada uno de los elementos físicos y mentales que impiden que el alma goce de la perfecta Unión. Este es el sendero que fue sistematizado por el mencionado famoso filósofo Patanjali, mediante los Yoga Sutras alrededor de 300 años AC-Antes de Cristo.  Hay ocho pasos o etapas en este sistema de Yoga: Yama (dominio propio, abstinencia de toda clase de violencia física o mental –ahusa-; abstinencia de la mentira, hablar con verdad -satya-; abstinencia del robo o apropiación indebida –asteya-; abstinencia de la lujuria, practicar la continencia o moderación sexual –brahmacharya-; y abstinencia de la ambición o apego mundano a personas, lugares o cosas –aparigrah-);  Niyama (deber religioso, observancia y cultivo de la pureza del cuerpo y de la mente, austeridad, serenidad, disciplina y restricción del placer y apego mundano, alegría, y pensamiento constante hacia la divinidad mediante la dedicación del ser al ideal del Ser);  Asanas (posturas corporales correctas; obtención de una posición estable del cuerpo, sin que se obstruyan las energías circulantes, en etapas más adelantadas significa también una correcta actitud psíquica y mental); Pranayamas (dominio del ritmo respiratorio; manejo consciente de las energías psíquicas, de las fuerzas vitales); Pratyahara (dominio y retiro de los sentidos de los objetos, aislamiento de la mente de los estímulos sensoriales, manteniéndola perfectamente despierta y atenta); Dharana (Concentración perfecta; aplicación total de la mente sobre un punto: físico, psíquico, mental y espiritual); Dhyana (Meditación contemplativa; penetración de la mente en el punto señalado en el Dharana) y Samadhi (Éxtasis o Estado Trascendental, conciencia cósmica; ascensión final de la conciencia: unificación, integración, identificación total del sujeto con el objeto). El Samadhi puede ser de dos tipos: sarvikalpa samadhi (con semilla) aún relacionado a un pensamiento simiente inspirador, o nirvikalpa samadhi (sin semilla); en este último el yogui realiza una unión suprema y divina más allá de toda comprensión humana, y dícese que solo los grandes mahatmas eligen permanecer encarnados para servir y proteger a la humanidad luego de alcanzar tal estado de conciencia cósmica.  

5) Mantra Yoga (Sendero de la oración o sonido): En este sendero, las personas practican los Japam del mantra, que son fórmulas sagradas de palabras de poder dadas a los discípulos por los Maestros. Con la repetición de ciertos sonidos externos e internos, vibraciones e invocaciones rítmicas, el individuo alcanza su meta, considerándose muy en especial el Pranava o sonido primordial, el AUM, la santa palabra creadora.

6) Kundalini Yoga (Tantra Yoga, sendero de la energía psíquica y fisiológica):  Hay seis plexos nerviosos (Sat-Chakras o Centros Energéticos) en el cuerpo, a lo largo de la columna vertebral. Cuando Kundalini Shakti (la serpiente del poder) descansa en la base, es activa solamente en los centros bajos e inferiores y el hombre tiene sólo experiencias finitas, perecederas. Cuando por ciertos métodos de la Yoga, la Kundalini se sacude, despierta y se mueve hacia arriba, separándose de sí misma y vivificando los chakras en su ascenso; entonces el poder móvil de su creación y unidad se junta con la conciencia pura (en el sahasrara, la cima de la cabeza) y se alcanza la iluminación.

7) Hatha Yoga (Sendero del control del cuerpo físico y la vitalidad): Consiste en varios ejercicios, posturas (Asanas) y respiraciones (Pranayamas), que proveen salud y bienestar corporal. La gente hoy en día necesita antes que nada salud. Prevenir las causas de la enfermedad y el sufrimiento es una tarea tan sagrada como efectuar la curación de millones que anhelan desesperadamente ser curados. Un organismo viviente no debería enfermarse durante el tiempo que viva si está acorde con las leyes de la naturaleza. Las personas no comen, ni beben, ni se visten, ni tampoco duermen apropiadamente con naturalidad, pero siguiendo las reglas de Hatha Yoga nunca se enfermarán, gozarán siempre de una completa salud.

     A los efectos de una mejor comprensión de las metas espirituales propuestas por el Yoga, es imprescindible hacer una breve mención especial sobre la filosofía y enseñanza contenidas en el Bhagavad Gita.  Nadie podrá jamás describir con palabras lo glorioso del Gita, ya que éste es un libro que contiene las doctrinas esotéricas más elevadas del Mahabharata, uno de los libros épicos de la India. Esta canción divina fue cantada por primera vez en los campos de batalla de Kurukshetra, un lugar a menos de 120 kilómetros de Nueva Delhi, capital de la India.  El Señor Krishna –como Dios encarnado-, a fin de disipar los sentimientos cobardes y pusilánimes de su devoto discípulo Arjuna y mostrarle el verdadero sendero del deber y la rectitud, pronunció las frases plenas de profunda sabiduría que vinieron a componer el Bhagavad Gita.  Entre las Escrituras mundiales, el Gita mantiene una posición única, pues su llamado tiene una universalidad no encontrada en ninguna otra. Ahora es fácilmente obtenible en casi todos los idiomas del mundo, pues contiene las más elevadas doctrinas esotéricas, descriptas hermosa, dulce y sencillamente. En ella se encuentra la profunda espiritualidad de los Upanishads, una emocionalmente satisfactoria religión centrada alrededor de un Dios personal. La religión eterna (Sanatan Dharma) está basada en los Vedas y Upanishads y el Gita es exposición de las mismas por el gran sabio Sri Vyasa, quien había recopilado y asimilado todos los pensamientos de tales escrituras  Uno por uno y a través de sus dieciocho capítulos, todas y cada una de las distintas fases de la actividad y desarrollo humanos son tratados y analizados, desde la más sencilla tarea cotidiana hasta el estado más exaltado del sentido espiritual. En el Gita encontramos que la reconciliación de todas las corrientes en pugna del pensamiento y la robusta afirmación de las variedades de las experiencias espirituales alcanzan una elevación de inigualada excelencia. En ninguna otra escritura de todo el mundo encontramos tan hermosa reconciliación doctrinal de todas las exigencias de la vida y de la comunidad con aquellas de la perfección individual, de las exigencias del progreso corporativo en el mundo externo con el anhelo místico del alma. 

     La enseñanza central del Gita es la obtención de la libertad mediante la ejecución del deber individual (Swadharma) en la vida. "Haz tu deber sin mirar a los resultados del mismo. Así obtendrás la purificación del corazón que es esencial para Moksha", parece ser la clave de las enseñanzas de Shri Krishna para Arjuna, quien estaba sintiendo temor en su mente.  

     La enseñanza del Gita principia con el propósito de disipar el temor que reside en el corazón de todos. El temor es el enemigo cruel, implacable y despiadado del cuerpo, la mente y el alma. En casos extremos de temor los cabellos se tornan canos de la noche a la mañana y la gente muere de temor debido al pavor repentino, la agitación y acelerado latir y palpitaciones del corazón. El incesante fluir del conocimiento de Dios es la única panacea para la enfermedad incurable o crónica del temor hondamente arraigado. En el momento que olvida el centro o lo cambia del conocimiento de Dios al conocimiento del cuerpo, aparece el temor lanzándose sobre el pobre y desamparado hombre apoderándose de él mientras le absorbe la sangre. La semilla del temor existe no sólo en el hombre sino en todas las criaturas del Universo.  Por ello es que el gran monje, Swami Vivekananda, dijo: "si existe tan sólo una palabra que encontrarás como una bomba del Upanishad estallando como una granada sobre las masas de la ignorancia, ésa es la palabra "valentía".  La única religión que debería de enseñarse, es la religión del valor.

     Para disipar el temor y apasionamiento del corazón de Arjuna, el Señor Krishna le reveló su verdadera naturaleza y le explicó que Dios es el gobernador de todos los seres de la creación y, por lo tanto, el mundo es Suyo, y El es el Señor de la acción.  Todos los seres ordinarios son actores de su drama y, por lo tanto, uno debe de obrar siempre en el cumplimiento de su intención.  De hecho todas las criaturas se encuentran participando en este drama de la vida, movido únicamente por lo Divino. Y aquél que tiene el único ideal de servir a lo divino a través de todos sus actos, está libre de la esclavitud de la vida y de la muerte y obtiene la salvación. A aquél que ofrece el fruto de sus obras con verdadero espíritu de servicio a Dios, el pecado y la virtud no lo tocan.

     El camino de la salvación es el ofrecimiento de todos y cada uno de nuestros actos como una ofrenda a El.  Completa sumisión y abandono sin reservas de los frutos de las acciones, son los requisitos que nos exige el Gita.

     Segundo, el Gita enseña que somos imperecederos, inmóviles, eternos y perdurables en vuestra verdadera naturaleza. No debe de pensarse que uno es un cuerpo sujeto a nacimientos y muertes.    

     Tercero, los que han nacido, morirán algún día y los que murieron, sus renacimientos serán inevitables.  Por lo tanto, no deben acongojarse por los eventos inevitables. 

     Cuarto, aquellos cuyas mentes están siempre ocupadas y profundamente adheridas a la prosperidad mundana y los placeres sensuales, no pueden alcanzar la paz. E1 que renuncia a todos los deseos y se libera del egoísmo y afectos sin anhelar el placer, alcanza la paz y el conocimiento supremo. 

     Quinto, al acudir al Maestro Espirítual (Gurudeva), con corazón cándido y sincera devoción, aun cuando uno sea el más pecador de los pecadores, vencerá a todos los pecados al obtener el conocimiento supremo. 

     Sexto, cuando uno se conforma tanto al honor como a la infamia y es justo con el amigo como con el enemigo, siempre equilibrado en la felicidad como en la miseria, así como en cualquier otra circunstancia, entonces es cuando puede gozar la bienaventuranza del estado trascendental (Samadhi) que está por encima de las tres formas de la naturaleza (Gunas:Tamas, Rajas, Sattwa).

     Séptimo, la pasión, la ira y la codicia son conocidas como la Triple Puerta del Infierno, conducentes a la perdición del alma y uno debe siempre prevenirse de estos tres enemigos de la vida.   

     Octavo, el supremo deber del hombre, es el de prestar cotidianos servicios, en todas formas posibles, a los padres, preceptores y otras personas que son superiores en edad y cualidades; el amor y servicio deben de ser nuestro lema. 

     Noveno, toda clase de lujos mundanos, honores, fama, prestigio social, esposa, progenie, o riqueza y cualesquiera otros objetos igualmente mezquinos y transitorios, son obtenidos automáticamente por la fuerza del Prarabdha. E1 deseo de incrementarlos, debe de considerarse como un obstáculo en la realización de Dios.

     Décimo, el Sonido Primordial o Pranava, el AUM, es el Dios en la forma de Sliabda Brahman y el que lo recuerda a la hora de la muerte, se libera del ciclo mundano, por lo que los yoguis recomiendan crear el hábito de realizar la repetición mental, la pronunciación fuerte y prolongada y la meditación acerca de "AUM" porque esta santa palabra lo contiene todo y por ende debe de ser el mantra principal de cada uno. 

     En el Gita se encuentra la descripción detallada del sendero de la acción (Karma Yoga), el sendero de la devoción (Bhakti Yoga), y el sendero del conocimiento (Gnani Yoga), ajustándose los tres a las diferentes personas de acuerdo con sus temperamentos: activos, emocionales y filosóficos.  

    Las formas de acercarse a la realidad fundamental son varias, pero la meta es sólo una.

    Es prácticamente imposible explicar la filosofía y otras enseñanzas fundamentales del Gita, que son un tema tan amplio, en un breve ensayo; pero es posible remarcar que el mundo moderno que se ha desviado completamente de su finalidad, sólo puede ser reconstruido mediante las actividades desinteresadas de los Karma-Yoguis en todas las esferas de la vida, bien sean sociales, políticas, económicas o intelectuales. La enseñanza del Gita cuando es correctamente apreciada y observada obrando acorde a ella puede asegurar la felicidad y eliminar los sufrimientos humanos, encontrándose la solución a todos los problemas de la vida en esta Escritura Universal mientras se camina el sendero que lleva hacia la eternidad espiritual y se puede realizar así el divino arrobamiento.

     Aunque no es materia estricta del presente ensayo, sería injusto no efectuar aunque fuere una breve reseña de otra joya de la espiritualidad humana cual es la doctrina del budismo, nacida también en esa misma tierra de la India, y que ha alcanzado trascendencia universal.  Como verán, guarda también numerosos puntos de contacto con los fundamentos metafísico-antropológicos de la Filosofía Yoga y el Análisis Existencial y la Logoterapia.

    Cuando 600 Años antes de Cristo, el León de la Ley y la Misericordia, el Príncipe Siddartha Gautama salió de su palacio a ver por primera vez el mundo, descubrió la vejez, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. Perplejo por esa visión decidió a sus 29 años hollar los polvorientos caminos de la India en busca de respuestas a los enigmas de la existencia. Convertido en asceta trashumante peregrinó de sitio en sitio sin hallar la verdad, hasta que decidió sentarse a meditar bajo la sombra del  árbol Bo, proponiéndose permanecer allí hasta alcanzar el supremo conocimiento.     

    Tras largo y fecundo tiempo de meditar, alcanzó la suprema luz, transformándose en Buda, el Iluminado.  

    Entonces, la Luz de Asia, el Señor de Compasión y Amigo de la Humanidad, decidió transmitir al mundo el néctar de su sabiduría y reuniendo a sus discípulos les dijo en su primer sermón cerca de Benarés, sentando las bases de su doctrina:

    “Presten atención a estas cuatro Verdades Sublimes:

El existir como una personalidad separada condena al sufrimiento y al dolor, se sufre desde el nacer hasta el morir.

La causa suprema de la miseria es el deseo de poseer y conservar lo poseído; esto es ignorancia y creencia ilusoria sobre el verdadero Yo.

El sufrimiento puede concluír, la liberación se logra desechando todos los deseos salvo el de recto conocimiento.

El Sendero de la Liberación y de la cesación de todos los opuestos es el Octuple Noble Sendero, el sendero de la inmortalidad”.

   Este camino de aniquilación del deseo (Trisna) es pues un sendero de ocho sublimes pasos de conocimiento llamado Bodhi (Iluminación). La luz brilla sobre el que holla el sendero paso a paso.    

    Las ocho santas virtudes o perfecciones del Sakhyamuni (Buda) son:

El recto conocimiento: Benditos quienes conocen que la Vida es Una, sus formas van y vienen, mas la Vida misma fluye siempre.

La recta intención: Benditos quienes se arman de fortaleza; ecuánimes en el sufrimiento y la pena, alcanzan sabiduría.

La recta palabra: Benditos quienes a todos hablan con dulzura y simpatía; sin cólera ni odio sus palabras son veraces y agradables.

La recta conducta: Benditos los que actúan rectamente repudiando toda idea de lucro; con móvil puro renuncian a la codicia, la cólera, a la concupiscencia.

El recto medio de vida: Benditos quienes arrojan de su vida cotidiana la malevolencia y la soberbia, actuando conforme a la Ley, con afinidad y amor.

El recto esfuerzo: Benditos quienes andan por el Camino y saben que es la vida inviolable; luchan por la Paz y siempre ante ellos brilla la Sublime Verdad de la Vida.

La recta meditación: Benditos quienes meditan en silencioso gozo y ven cuan rica es en verdad la vida de compasión, de servicio, de amor. Radiante como la Lámpara de Luz es esta vida.

    La meta de la vida es alcanzar la purificación,  pero ésta se logra gracias a la Compasión.

    Es necesario desechar los falsos ídolos de la vida convencional, de aquí la importancia de la meditación, la que da un nuevo discernimiento, un conocimiento nuevo. Cuando la compasión nace, se cosechan nuevas energías para servir al mundo. La naturaleza y el hombre contienen insensatez y muerte, todo aparece como ilusorio y falso, no obstante, a través de la meditación y de la contemplación, el mundo puede convertirse en el espejo de la Divinidad.  Mientras que el elefante ve reflejada su imagen en el espejo de agua del lago y se aleja, el hombre al mirarse exclama: soy yo, soy yo!!; pero Buda dice a sus fieles discípulos:“mira, el elefante ha resultado ser el mas sabio de los dos, pues luego de mirarse en el espejo de agua no se reconoció y se alejó, mientras que el hombre en su ignorancia creyó reconocerse, sin darse cuenta de su error, pues has de saber, amado discípulo, que el verdadero Yo está  más allá  de los lazos de la maya (ilusión)”.

    Como perenne legado, el Tathágata dejó a sus más cercanos y fieles discípulos su más preciado tesoro espiritual en estas palabras: “sabed que si bien la doctrina del Buda es una, ésta se desdobla en dos: la doctrina del Ojo, la externa, basada en las palabras y los conceptos racionales, dirigida a las masas incultas y paradójicamente a los eruditos; y la doctrina del Corazón, la interna, basada en la suprema compasión y caridad, en la íntima comunión espiritual; a esta última debéis prestar especial atención, pues aún la ignorancia misma es preferible a la Sabiduría de la Cabeza si ésta no tiene la Sabiduría del Alma para iluminarla y dirigirla”.

    Mediante las ocho virtudes o senderos de iluminación se alcanza la suprema perfección y se entra en el Nirvana, la Suprema Paz y Perfección, que no significa ningún aniquilamiento sino todo lo contrario: la expansión de la estrecha conciencia de la personalidad hasta abarcar el espíritu universal y unificarse con el núcleo espiritual subyacente a todas las criaturas.  Hollando estos ocho pasos del sendero, los mortales pueden lograr la vida perfecta.  Así conceptuó Buda el camino de la Paz, de la Compasión, de la Iluminación.

     Vemos entonces que la enseñanza de la Filosofía Yoga es esencialmente humanística y en sus distintas vertientes puede adaptarse con éxito a la vida cotidiana para conservar la armonía y la paz dentro del individuo, de la sociedad, de la nación y del mundo en general.  Al igual que en la postura antropológica del Análisis Existencial y Logoterapia, insiste en que hay algo esencial e irreductible en cada hombre (el Atma o espíritu) y en su valor intrínseco.  Yoga significa unión con la Realidad Ultima, así como también la disciplina necesaria para lograr esa unión. La verdadera fuente de conocimiento no está en los libros, sino en la comunión directa con la Verdad eterna. Si no se logra el conocimiento de esta Suprema Verdad, la filosofía permanece en el nivel de la exposición académica y la religión degenera en la creencia dogmática. Yoga es un método práctico y racional de cuya eficacia los científicos, psicólogos y filósofos modernos están convencidos, y desearían penetrar en las profundidades de esta filosofía para saber más acerca del secreto del mundo interno y externo. La Filosofía Yoga es una experiencia de la totalidad o de la conciencia ilimitada y no acepta diferencias de raza, color, credo, clima o nacionalidad. El que haya sido descubierta en la India, no significa que sea solamente para los hindúes, sino igualmente valedera para toda la humanidad, para el Universo entero. 

     Un enfoque de rigor epistemológico (revisión crítica de los fundamentos de las distintas teorías científicas), nos permite conocer el origen, fundamento y desarrollo de la teoría psicológica conocida como Análisis Existencial y Logoterapia (o terapia del logos, del Sentido) y así constatar las sorprendentes y auspiciosas coincidencias esenciales que ésta tiene con la Filosofía Yoga y lo mucho que pueden contribuír ambas para superar la gran crisis ética y moral que afronta la humanidad en esta inclemente época posmoderna donde predomina la transvaluación de los valores y de esta manera no se le da atención a lo verdadero y lo superficial tiene importancia; lo ideal es ignorado y a lo inútil se le da prioridad.  Debe entenderse que  ni el Estado ni ningún sistema socio-político pueden liberar a quien está atado por cadenas de ignorancia. Todo sufrimiento tiene su causa en la ignorancia. El individuo solamente puede ser liberado mediante su conocimiento superior y desarrollo espiritual, y aunque el hombre crea o no en una filosofía, religión o Dios, quiere liberarse de todos los sufrimientos y miseria. La cesación absoluta de la miseria es posible por medio de la iluminación espiritual.

     El Análisis Existencial es un método antropológico de comprensión e interpretación del fenómeno humano (nombrado por su creador  el Dr. Víctor Frankl como Existenzanalise en alemán; similar pero no igual al Análisis Ontológico o Daseinanalise de Biswanger), mientras que la Logoterapia es su aplicación terapéutica implementada con determinadas técnicas para modificación de conductas (por ejemplo intención paradójica y derreflexión) pero también por estar al servicio del ser humano que padece, con apertura a técnicas complementarias como por ejemplo las tomadas del entrenamiento autogénico, más otras conductuales, gestálticas y corporales como pueden ser la bioenergética, Tai Chi Chuan o el Hatha Yoga.   

     En los países de habla inglesa, el término Logotherapy ha sido empleado englobando el Análisis Existencial como método y la Logoterapia como su aplicación terapéutica (lo hizo el mismo Frankl para que no se confunda el Daseinanalyse de Biswanger con su Existenzanalyse) pero en español podemos ser más precisos diferenciando ambos, el método y su aplicación terapéutica.

     Antes de avanzar con el despliegue de las principales conceptualizaciones de esta teoría, que nos ha de posibilitar comprender las fecundas y auspiciosas coincidencias espirituales que tiene con la Filosofía Yoga, es menester describir muy brevemente su ubicación en un esbozo de esquema de las distintas teorías psicológicas de la personalidad, cada una de las cuales tiene su fundamentación propia, la cual se sepa o no, está referida a una idea filosófica respecto a “qué es ser persona”.  Se puede considerar que hay cinco tipos básicos de teorías:

1)                 La biológica,  que centra sus conceptos en el cuerpo, en el ser natural, en la materia, la energía y la evolución; se refiere a la persona-organismo y pueden mencionarse la Reflexología, el Conductismo (Pavlov, Watson), utilizando un método Explicativo.

2)                 La psicológica,  centrada en el psiquismo, las vivencias, las motivaciones, las motivaciones. La más difundida es la Psicoanalítica (Freud, Jung) referida a la persona-profunda-inconsciente, y que utiliza un método Interpretativo (Hermenéutica). No por menos difundida es menos importante la teoría psicológica Comprensiva (Dilthey, Jaspers), referida a la persona consciente, y que utiliza el método Comprensivo Psicológico.

3)                 La psicológica social,  vinculada o no al psicoanálisis, que centra sus conceptos en la relación interpersonal dentro de los grupos de pertenencia (microsociología), refiriéndose a la persona en grupos, destacando la influencia cultural (antropología cultural) de la convivencia humana y en especial la influencia del lenguaje (Adler, K.Horney, H.Sullivan, E.Fromm, Moreno), utilizando variados métodos.

4)                 La sociológica,  centrada en las fuerzas supraindividuales de la sociedad (macrosociología) que condicionan la personalidad de cada sujeto. La más difundida basada en la psicología dialéctica (Marx) acentúa conceptos económicos respecto a la producción de los bienes, y utiliza un método Comprensivo Histórico-Social (Dialéctico-Marxista). Otras teorías sociopsicológicas no marxistas (Mead, Merton) destacan factores médico-sociales, demográficos y socioculturales (conceptos actuales sobre las enfermedades, educación del público, crecimiento de las poblaciones, reducción de la mortalidad, clases sociales, profesiones, religión, familia y acontecimientos sociales: guerra, revoluciones, huelgas).

5)                 La existencial,  que centra sus conceptos en el “ser-en-el-mundo-siendo con los otros y realizando la existencia como un quehacer dirigido al futuro”. La persona es el Dasein o existente, el ser ahí  arrojado al mundo como proyecto, con un modo propio de ser en el triple mundo de los otros, de las cosas y de sí mismo. Ese mundo propio vivido y realizado singularmente, caracteriza a la personalidad. La escuela Antropológica Existencial puede ser Pre-tea (Heidegger, Binswanger, Boss), Atea (Jean Paul Sastre, con su Ser para la nada); que utilizan un método Interpretativo (Hermenéutica); o Teísta (Jaspers, Marcel, Levelle, Frankl), que utilizan un método Intelectivo Eidético (Dialéctico no marxista).

     El Análisis Existencial frankliano no conlleva necesariamente la aplicación de la Logoterapia sino solo en aquellas personas que presentan un cuadro neurótico noógeno, es decir originado en la dimensión noética (del espíritu) del ser humano y que tiene una causalidad de tipo espiritual, axiológica (de valores), ética, moral, marcada por el conflicto.  Complementariamente se puede decir que siempre que se recurra adecuadamente a la Logoterapia se hará inspirándose en el marco de referencia analítico-existencial.

     El Dr. Víctor Frankl, médico psiquiatra vienés (Austria), neurólogo, filósofo y psicólogo (1905-1993) creó su monumental obra del Análisis Existencial y Logoterapia a partir de haber afrontado por su condición de judío las terribles experiencias de los campos de concentración nazis durante la segunda guerra mundial (1939-1945), vicisitudes que narró en su primer conocido libro “Un psicólogo en el campo de concentración”.  Las tremendas y dramáticas situaciones pasadas, despertaron en su espíritu muy profundas reflexiones sobre la naturaleza humana, que volcaría luego en su rica y prolífica obra científica y difundiera a través de libros, cátedras universitarias, audiciones radiales y televisivas, entrevistas y conferencias en todo el mundo. Un destacado biógrafo contemporáneo de tan magna obra es el Dr. Luis Guillermo Pareja Herrera, Psicoterapeuta y escritor, nacido en Arequipa, Perú, el 17 de Julio de 1949, quien es ciudadano mexicano, y reside allí hace muchos años; vive y trabaja hoy en el desierto chihuahuense.  Es Licenciado en Filosofía con especialización en Psicología, con Maestría y Doctorado  Summa cum Laude en Desarrollo Humano de la Universidad Iberoamericana de México. Ha sido amigo y colaborador científico profesional de Frankl por veinticinco años, y en su libro “Víktor Frankl - Comunicación y Resistencia”, nos brinda un detalladísimo e invalorable panorama de la obra científica-humanística del gran psiquiatra vienés, y a través de su investigación -muchos de cuyos conceptos reproduzco en este ensayo-  llegamos a comprender y aquilatar en su justa valía tan extraordinaria y esclarecedora obra.

     Víktor Frankl fue contemporáneo de Freud, con quien tuvo intercambio científico personal.  El modelo psicoanalítico freudiano es de corte conceptual mecanicista, psicodinámico, y su intento fue hallar el sentido de los síntomas histéricos –neurosis-, adentrándose en las profundidades inconscientes, llegando a develar una de las dimensiones de la realidad humana.  Estas fuerzas inconscientes (deseos, impulsos –pulsiones, instintos-), a las que considera la verdadera imagen del ser humano, son reprimidas e impedidas de manifestarse por el mundo del Yo y de la realidad social, a no ser que se efectúen transacciones de equilibrio entre las tres instancias psíquicas conocidas como Ello, Yo y Superyo.  El pensamiento freudiano acentúa la fuerza obligatoria del inconsciente que la persona ha de cargar bajo la forma de energía impulsiva, impulsos, fuerzas instintivas.  Para el psicoanálisis freudiano, lo específicamente humano queda en la esfera de la búsqueda del placer, la recuperación de la homeostasis, la dinámica afectiva y la energía instintiva; quedando cualquier manifestación humana, incluso las más depuradas como la religiosidad, el arte, como manifestaciones sublimadas de un mismo origen sexual, consolidando una visión reduccionista y psicologista de su análisis, de carácter nihilista pues considera que en última instancia el ser humano no es más que el producto de sus determinaciones genéticas, sociales, etc. 

     Mientras que para Freud la motivación básica que mueve la conducta humana es la búsqueda del placer (por lo cual su teoría es considerada filosóficamente de raíz hedonista), para Frankl es la búsqueda del sentido o Voluntad de Sentido, considerando lo más específicamente humano la intencionalidad de nuestras acciones, que va más allá del placer y que busca hacer real aquello que se des-cubre como valioso (le doy valor) para mí o para el nosotros, viendo en el placer no un fin sino la consecuencia de haber dirigido nuestra intencionalidad hacia algo, una actividad o hacia el encuentro humano -persona, personas- que son distintos de nosotros mismos, destacando la primacía de las pulsiones “espirituales autoconscientes” e “inconscientes espirituales-existenciales” que nos permiten captar el “sentido” de la vida en el contexto de los valores esperados. La existencia de una voluntad en busca de un sentido es la motivación básica del ser humano, y expresa algo inherente al mismo que no es otra cosa que la búsqueda de la felicidad, ser feliz. 

     Por la fundamental capacidad autotrascendente del ser humano podemos comprobar que solo cuando soy capaz de salir de mí mismo, sin dejar de ser yo-mismo, y me encuentro con el mundo de las cosas –ya sea para contemplarlas, transformarlas o recrearlas-  y cuando voy al encuentro humano sea en forma de colaboración, trabajo, creación de comunidad y fraternidad, amistad o relación amorosa-  es que puedo experimentar el ser feliz, pero como consecuencia de mi dirección intencional, libremente asumida.

     Por eso Frankl considera que la motivación básica de la personalidad no puede limitarse a la obtención de la homeostasis freudiana, ya que sería empobrecer las posibilidades humanas de crecimiento el significar la vida humana por la supresión de las tensiones, sino que lo que verdaderamente da significación a la vida humana es el saber manejar las tensiones que la vida diaria pone como retos, siendo además que en el nivel suprapsicológico como el de la filosofía moral, se ve que el dinamismo de la historia viva es dialéctico e implica esencialmente la conciencia de las tensiones, las alternativas y el paso cualitativo superior a una forma más desarrollada.

      El ser humano no está “impulsado” a buscar un sentido, para recuperar un equilibrio, sino que está “atraído” por el sentido y ante él se decide libremente.  El Análisis Existencial y la Logoterapia van entonces más allá de la dimensión instintiva inconsciente del psicoanálisis freudiano, accediendo a otras dimensiones como son un inconsciente espiritual y una espiritualidad y religiosidad inconscientes.  

     Lo que constituye a la persona espiritual, como tal, es su capacidad de tomar actitud ante sí misma o tomar distancia de su dimensión psico-física. Solo así es como el ser humano se estructura a sí-mismo, como una unidad espiritual y psicosomática. El ser-humano, en la perspectiva analítica-existencial siempre es visto como una unidad-antropológica, pese a las diferencias dimensionales de tipo ontológico. Cuerpo, alma y espíritu son dimensiones del ser humano, y de las tres la espiritualidad es la genuina dimensión de la existencia humana.  En la espiritualidad humana tienen su lugar el intelecto, la razón, y también y de modo especial, la emoción y los sentimientos.  Los existenciales específicamente humanos no son característicos sino constitutivos del ser humano, y son : la espiritualidad, la libertad y la responsabilidad.

     Dentro de la espiritualidad humana está la espiritualidad inconsciente (cuya inconcientización estriba en la supresión de la autoconciencia reflexiva, mientras que el autoentendimiento implícito de la existencia humana permanece en pie, pues el mismo es peculiar de toda existencia, de todo ser hombre).  El Análisis Existencial considera que no solo hay una “impulsividad inconsciente” sino también una espiritualidad inconsciente, donde arraiga el logos (“sentido”).  El logos es el punto de partida y el de llegada.  El logos, tomado como lo espiritual, tiene pues poco que ver con la pura inteligencia y razón.

     Al hablar de espiritualidad inconsciente es bueno precisar que por inconsciente se entiende en el Análisis Existencial y Logoterapia lo irreflexionado. Y lo irreflexionado es también y necesariamente irreflexionable.  Esto se puede ilustrar diciendo que el ojo humano es ciego a sí mismo, en el lugar de conjunción del nervio óptico con el globo ocular, donde se encuentra la mancha ciega de la retina.  Aquí encontramos una extraordinaria coincidencia con el pensamiento hindú, ya que en los Upanishads, Brhad-Aranyanka, dice: “el Atman (espíritu humano) a diferencia del Brahma (espíritu divino): Inconcebible, no es concebido”.  El Análisis Existencial concluye entonces que la autorreflexión humana ni se da perfecta ni tampoco es deseable pues el espíritu humano no está dirigido a contemplarse a sí mismo, sino encaminado hacia algo o hacia alguien que está más allá de él o junto a él; y que es más plenamente humano en cuanto es intencional (referido a “trascendente”), y en cuanto más intencional más existencial.   

     El Análisis Existencial es superador del análisis somático -orgánico, funcional- ,  y del análisis psicológico o psicoanálisis de los procesos dinámicos inconscientes, que busca el restablecimiento del equilibrio entre las diversas instancias psíquicas.   Presupone las aportaciones de ambos análisis pero da un paso integrador hacia delante. Considera que lo importante es tomar al ser humano como una unidad antropológica que se convierte en persona precisamente en el ámbito de la dimensión existencial-espiritual.  Y lo específicamente propio de la dimensión existencial del ser humano es su libertad y responsabilidad.  Libertad y responsabilidad de la libertad son la esencia de la existencia auténticamente humana.  Si entendemos que el ser humano es el ser libre y responsable (responde, da respuestas a la vida) y que ha de ser consciente de esa responsabilidad y libertad, podemos decir que el Análisis Existencial es una forma psicoterapéutica que arranca del espíritu de la conciencia de responsabilidad y libertad.  Por lo tanto, el objetivo fundamental del Análisis Existencial y Logoterapia es la facilitación del proceso en el que el ser humano se hace consciente de que la esencia de su existencia es la conciencia de su libertad y la responsabilidad de su libertad (como ser único, irrepetible, llamado a buscar el sentido de su vida y a realizar los valores, finito, es decir, confrontado con la facticidad radical y con apertura a la trascendencia espiritual, lo infinito y eterno).  Este objetivo fundamental se concreta en un objetivo práctico cual es que el ser humano descubra por sí mismo el Sentido de su existencia, el para qué o por quién vivir, el sentido de su     ser-en-el-mundo, y el sentido de todo aquello que es componente o parte de nuestra condición humana.  Por tanto nada le es ajeno al Análisis Existencial y Logoterapia (el amor, el sufrimiento, el trabajo, la comunidad humana, la muerte, etc).  Por otra parte, con los datos ofrecidos por el análisis somático y psicológico que traducen los llamados condicionamientos de tipo herencial, orgánico, psicológico y las condiciones sociales del medio ambiente, el Análisis Existencial y Logoterapia procede a evaluar cual es la ubicación del ser humano ante la situación concreta que vive.

     En relación al reconocido Alfred Adler (creador de la segunda escuela vienesa de psicoterapia), con quien tambien trabajó Frankl, el punto más claramente distinto se sitúa en que mientras que para Adler la más fuerte motivación de la conducta humana es la Voluntad de Poder (como forma de compensar su complejo de inferioridad), para Frankl sigue siendo la búsqueda del Significado o la Voluntad que busca el Sentido.

     El pensamiento frankliano, conocido como tercera escuela vienesa de psicoterapia, parte de los pilares básicos que son Freud y Adler, pero supera sus limitaciones e incorpora una nueva dimensión a la concepción antropológica del ser humano: la dimensión noética o espiritual.  Mientras que Freud y Adler se interesaron por el problema neurótico señalando el primero que la neurosis es una limitación del Yo a nivel de la conciencia, y Adler que es una limitación del Yo a nivel de la responsabilidad; Frankl hará una síntesis diciendo que los fundamentos radicales del ser humano son la combinación de ambas dimensiones, conciencia más responsabilidad, que dan una imagen de unidad en totalidad de la persona, o sea que “ser persona equivale a ser consciente y ser responsable”.  Frankl también discrepa en la concepción de la persona mentalmente enferma             -psicopatología-  pues considera que las tendencias psíquicas tienen contenidos que no son siempre sexuales y que aparecen en la sintomatología neurótica y los síntomas neuróticos no son solamente medios para un fin sino que se manifiestan en la expresión de las más diversas tendencias –arte, experiencia religiosa- y que van más allá de contenidos sexuales reprimidos (Freud) y de ser medios para conseguir un fin, o al servicio de otras tendencias no constructivas (Adler).  También Freud y Adler tienen una concepción distinta en cuanto a la teleología o meta final de la psicoterapia.  El psicoanálisis intenta un compromiso o mediación equilibrada entre las pretensiones inconscientes y las exigencias de la realidad en forma de adaptación de la persona a su mundo exterior; mientras que la psicología individual de Adler desea la animosa conformación de la realidad y ante el tener-que-ser del Ello se ha de imponer el querer del Yo. El pensamiento frankliano se sitúa dialécticamente en el nivel de síntesis y va más allá de la adaptación y la conformación, para señalar que la unidad en totalidad de la persona no se reduce a la dimensión somática (biológica) y psicológica (individual y social) sino que comprende la dimensión del espíritu humano -noética, existencial- y en esta dimensión radica lo específicamente humano del ser humano en cuanto tal (y aquí podemos ya visualizar el fundamental y valioso principio de conexión con la concepción de la Filosofía Yoga en cuanto a la presencia de una instancia decisiva en la vida humana: el Ser o Espíritu). 

     Esta dimensión ontológica y específicamente humana del espíritu humano (noética o existencial),  ha de estar presente en la terapéutica moderna por una sencilla razón: que no todos los padecimientos humanos son ni se expresan por el “complejo de Edipo” o los “sentimientos de inferioridad”, sino que parten también de un nivel noológico (noético o existencial, espiritual) donde se pone en juego la vida total de la persona confrontada ante decisiones que ha de tomar (en libertad y con responsabilidad) ante problemas éticos y de orden moral que presentan con frecuencia una sintomatología neurótica pero cuya raíz no es somática (biológica) ni psicológica sino noógena (espiritual).  Así pues la Tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia o Análisis Existencial y Logoterapia es una terapéutica que parte de la dimensión noógena (espiritual) para abordar problemas específicos de esa dimensión, pero sin descuidar ni negar que estos mismos conflictos tengan sintomatología somática y/o psicológica.

     Por otra parte, hay una muy importante diferencia en la conceptualización antropológica, ya que Freud y Adler enfatizan más las limitaciones, ataduras y la supuesta impotencia humana ante ellas, de tal modo que “los instintos viven al hombre” y no es el hombre quien los maneja; enfatizando así el peso de los condicionamientos biológicos, psicológicos y sociales sin ver que la verdadera libertad humana del espíritu (siempre abierto a la trascendencia) es quien de veras decide ante los condicionamientos de la vinculación con la naturaleza.  Por tanto el Análisis Existencial y la Logoterapia ponen en primer plano el hecho fundamental de la responsabilidad junto con el de la conciencia, poniendo el acento en la existencia como una forma “sui-géneris” o en palabras del psiquiatra y filósofo Karl Jaspers, la persona es un ser: “que decide que no es pura y simplemente, sino que además decide en cada caso lo que es”.

     El Análisis Existencial frankliano, comprendido dentro de las corrientes existencialistas teístas, y su método psicoterapéutico que es la Logoterapia, que es la única psicoterapia reconocida oficialmente por el Vaticano (Iglesia Católica), conciben al ser humano, como una integridad bio-psico-socio-espiritual, que obra éticamente al elegir en libertad y con responsabilidad, moralmente iluminado por un horizonte de valores trascendentes. Esta imbricación entre la ética, la moral, la libertad, la responsabilidad y los valores, nos da la idea de la íntima relación y necesaria interconexión existente entre dichos elementos, y sirve para entender la grave crisis ética que vive el mundo actualmente. En principio debemos considerar que no es posible entender la ética aisladamente. Como forma de enriquecer este ensayo reflexivo sobre la infinita riqueza espiritual que pueden aportar al desarrollo humano tanto la Filosofía Yoga como el Análisis Existencial y Logoterapia, y considerando la gran base ética común que poseen ambas doctrinas, expongo con modestia (no desde una soberbia torre de marfil) un modelo pensado con el fin pedagógico de mejor abordar y esclarecer esta compleja problemática filosófica que lleva siglos de estudio (indicativo de su difícil comprensión), lo cual nos hará valorar aún más los trascendentes aportes de ambas enseñanzas. Este modelo postula cinco conceptos fundamentales que a manera de pentágono conforman la estrella de cinco puntas como mítico símbolo de la Conciencia, del Ser con posibilidad de trascender, que existe, que es, que elige en libertad y con responsabilidad un rumbo ético (entre el bien y el mal) moralmente iluminado por un horizonte de valores trascendentes.

VALORES

ETICA                                MORAL

             CONCIENCIA

 

LIBERTAD                     RESPONSABILIDAD

 

     Tomando estos cinco conceptos cual estrella cuyos rayos confluyen interiormente en un núcleo denominado conciencia al cual influyen y por el cuál son influenciados, podemos describir brevemente algunas de sus características.

La Libertad y la Responsabilidad son características básicas del ser hombre, aunque sin libertad no hay responsabilidad, la responsabilidad agrega algo nuevo a la libertad, pues uno puede ser libre sin ser responsable.

Esta libertad es siempre situada en un aquí y un ahora, y mi responsabilidad (compromiso íntimo asumido) determinará el uso correcto o incorrecto que yo haga de ella, todo acorde al grado de Conciencia (núcleo de este modelo estelar) que haya desarrollado por el crecimiento, maduración y evolución.

Este desarrollo de conciencia siempre se da inmerso en la interacción permanente (al modo de la tesis-antítesis-síntesis hegeliana) de estos cinco conceptos entre sí y con el núcleo central de conciencia descripto (el que a su vez es susceptible de abarcar también estados inconscientes).

La Etica abarca globalmente a lo personal, la máscara, la conducta, la acción, lo externalizado, el espacio, lo situado, y refiere a lo relativo.

La Moral remite en forma global a lo histórico-social, los usos y costumbres, lo heredado, lo internalizado, lo mítico, el tiempo, lo vivenciado, y también refiere a lo relativo.

Los Valores, que no por casualidad están situados en el vértice superior del modelo, definen lo trascendente, lo que está más allá, la evolución espiritual superior, lo apelativo a mi realización personal y social, y refieren a lo absoluto, lo eterno.

     El ser humano, como integridad bio-psico-socio-espiritual, obra éticamente al elegir en libertad y con responsabilidad, moralmente iluminado por un horizonte de valores trascendentes. Esta imbricación entre la ética, la moral, la libertad, la responsabilidad y los valores, nos da la idea de la íntima relación y necesaria interconexión existente entre dichos elementos, y sirve para entender la crisis ética que vivimos actualmente.

Aquí es oportuno recordar que esta posibilidad que tiene el ser humano de libre elección personal (influenciada por lo social), tiene lugar en el marco de un contexto histórico (temporal, por ende relativo), que en nuestra época actual se conoce como posmodernidad.

     Algunas de las características básicas de la posmodernidad son: globalización del capitalismo salvaje con su injusta distribución de los recursos económicos (caída del imperio comunista, concentración de la riqueza en poder de pocos a costa del empobrecimiento de las mayorías); grandes avances científico-tecnológicos (biogenética, Internet); crecimiento de las sociedades occidentales consumistaspluralistas (diversas etnias y morales); abroquelamiento en oriente de estructuras sociales generadas en  fundamentalismos  religiosos; debacle en occidente de los valores morales tradicionales, lo que provoca la vigencia de una ética superficial, light, no comprometida, donde “vale todo”.

La ética (éthos) se refiere principalmente al aspecto fáctico de la moral, a la acción, a la conducta del hombre, su modo de obrar, al cómo viven y expresan su moralidad los seres humanos en la actualidad.

Para expresarlo  claramente, la ética es la moral encarnada en la persona, es la moral vivida, real; es la forma en que se manifiesta la conciencia moral.

La moral (mores) se refiere a los usos y costumbres corporizados en una normativa; implica entonces lo establecido, lo escrito, lo codificado, por así decir. Cada individuo y cada pueblo tiene su moral diferente. Una moral (cristiana, budista, musulmana, atea) es un código moral, una normativa que expone reglas a las cuales ajustar la conducta, la expresión ética.

La moral, si bien refiere a los usos y costumbres, tiene su sustento fundamental en los valores.

Si bien existen valores relativos (subjetivos, individuales) acordes para cada sujeto según el marco de su propia escala valorativa, también existen valores absolutos comunes a todos los hombres y por ellos buscados y aceptados: los valores absolutos, ideales o trascendentales, que son los que persiguen la perfección ontológica de todo ser humano y encierran la intencionalidad axiológica del mismo (ej: unidad de la humanidad, amor, verdad, bondad, belleza). 

     Filosóficamente existen básicamente dos tipos de teorías sobre los valores: las teorías relativistas y las teorías absolutistas. Para las teorías relativistas mi deseo de algo hace que ese algo tenga un valor para mí.

Para las teorías absolutistas el valor es una cualidad intrínseca del Ser, que es valioso por si  mismo,  y cuyo valor me atrae, apela a mí para realizarlo.

     Por otra parte, la biología, psicología y sociología han efectuado un cuestionamiento reduccionista sobre los sentidos y valores, arguyendo en forma simplista que no son  mas que fabricaciones que se pueden tipificar como sublimaciones, mecanismos de defensa, patrones de conducta heredados o formas de pensamiento de la clase social que se introyectan por la fuerza de la ideología dominante en el momento histórico.

Si bien no se pueden negar las influencias medioambientales, también puede establecerse claramente la esencial capacidad de autodeterminación del ser humano ante tales condicionamientos, que no son determinismos absolutos.

Esta autodeterminación se opera por la intrínseca libertad del ser humano que toma actitud ante las situaciones específicas.

El problema de fondo es operar con frecuencia una objetivación de lo que hay de subjetivo en el ser humano y una subjetivacion de lo que es objetivo en el mundo.

     Por eso si al ser humano lo objetivamos en lo que tiene de subjetivo -su espiritualidad, libertad y responsabilidad- obtendremos nada mas que una cosificacion del mismo, que le des-personaliza, le niega y quita su radical capacidad de autodeterminación en el mundo.

Así, el ser humano pierde su calidad de sujeto que se-decide-ante y pasa a ser un objeto-que-es-impulsado-y-movido-por sus pulsiones. Incluso la voluntad que busca un sentido es negada.

Pero se debe tener presente que hay situaciones que tienen un denominador común y en consecuencia hay sentidos que son compartidos por los seres humanos en las sociedades a través de la historia.

Estos sentidos, en lugar de estar referidos a una situación vital única, se refieren a la condición humana. Estos sentidos se comprenden entonces como Valores. Así pues los Valores pueden ser definidos como aquellos significados o sentidos universales que una sociedad o la humanidad entera encarna porque ellos se cristalizaron en situaciones especificas o típicas de la historia (V.Frankl, G.Pareja).

     La conciencia de tener una jerarquía natural de valores no me dispensa de la necesidad de tomar decisiones. Mi postura ante los valores es libre y me siento atraído por ellos para encarnarlos en el mundo, en el presente histórico.

Los valores me atraen, las pulsiones me impulsan. Y la atracción de los valores va mas allá  de ser atracción pues ante ella me decido.

La moral, la ética tradicional y las convenciones sociales guardan estrecha relación con los valores, en cuanto los canalizan en la practica social.

Sin embargo, toda esa estructura ha de someterse a la prueba de la conciencia del ser humano, que siempre tendrá  la ultima palabra (G.Pareja).

Según Viktor Frankl, el hombre es libre para dar una respuesta personal ante los condicionamientos, es responsable para responder ante cada circunstancia, y mediante la autotrascendencia (que es su condición fundamental) redimensiona permanentemente su realidad básicamente mediante la realización de valores, que pueden ser de tres tipos:

a) Creativos, o lo que un ser humano le da al mundo en forma de trabajo, obra, creación, transformación; b) Vivenciales o de Experiencia, lo que un ser humano recibe gratuitamente del mundo en forma de vivencia estética, arte, belleza, contemplación de la naturaleza, y el encuentro humano amoroso; c) de Actitud, la que se asume ante las situaciones límite (las tipificadas por su irreparabilidad, irreversibilidad y fatalidad), el sufrimiento, la culpa, la muerte. Los valores de actitud son los que más plenifican al ser humano y ante la falsa dicotomía Éxito-Fracaso propuesta por la sociedad consumista es menester considerar asimismo la antítesis Plenitud- Desesperación. Un aparente fracaso para esta sociedad mercantilista (como el no poder enriquecerse), no lo será tal si se le encuentra sentido a la vida, lo que llevará a la Plenitud existencial; y al contrario un rutilante Éxito (ser rico y famoso) si hay falta de sentido conduce a la Desesperación existencial. Socialmente abundan los ejemplos al respecto: grandes personajes cuyo afán de poder y status económico los sumergen en una vida frívola, egoísta e improductiva, insolidaria con el prójimo, propensa a todo tipo de adicciones, con abandono de los valores espirituales y el debido cuidado por la familia, y que muy frecuentemente acaban en la miseria moral o material, en la desesperación, la alienación o el suicidio.

     La ética moderna secular, al centrarse en la racionalidad y dejar de lado el primordial enfoque sobre los valores (mores), abandona en verdad el campo de la moral y se transforma en in-moral.

Esto ha tenido una acabada demostración en la actual posmodernidad, donde asistimos a una caída y retroceso de los valores tradicionales, al auge de una ética light, superficial y consumista caracterizada por el “todo vale”, donde ya no hay normas, reglas ni parámetros morales validos.

En una palabra, al no aportar la ética moderna secular ninguna solución, forma parte del problema.

Es que la racionalidad por si sola no puede dar cuenta de que conductas son buenas o malas, solo tenderá  a justificar ilusoriamente lo que es correcto o incorrecto, considerándolo como una guía para la acción práctica y otros subterfugios, queriendo así auto-engañarse y evitar tomar posición sobre los valores absolutos (como el Bien Supremo de Platon) que son los que en realidad manifestarán con su presencia o ausencia en la situación si una conducta es correcta o no.

     La ética moderna secular adscribe a la teoría relativista de los valores, en tanto considera que es valioso aquello que yo deseo, al contrario de la ética espiritual-religiosa que postula que existen valores absolutos, trascendentales, valiosos por si mismos, que apelan a mi y despiertan mi atracción para que yo intente realizarlos.

Por considerar al deseo como definidor de lo valioso y los valores, la ética moderna secular sostiene posiciones afines al psicoanálisis freudiano-lacaniano ateo, cuya pobre conceptualizacion antropológica del ser humano como movido básicamente por sus instintos, es determinista y reduccionista: el ser humano es poco mas que un títere llevado de aquí para allá  por sus impulsos, desde un inasible inconsciente.

Como orientación básica apunta a la búsqueda del placer y el equilibrio; la orientación hacia el sentido y el valor está  fuera de su horizonte de referencia, no capta la intencionalidad de la dimensión existencial-espiritual.

Para el psicoanálisis el ser humano esta  confrontado con el peso de sus pulsiones, con su inconsciente y no con los valores; considera que la dimensión humana es básicamente una dinámica psíquica impulsiva y desconoce una dinámica de la dimensión existencial-espiritual.

     Contrasta esto con las conceptualizaciones de otras corrientes psicológicas como por ejemplo la Logoterapia y Análisis Existencial  de Viktor Frankl, el Daseinanálisis de Ludwig Biswanger, la Psicología Comprensiva de Dilthey y Karl Jaspers, para las cuales el ser humano es una integridad bio-psico-socio-espiritual, abierto a la trascendencia, en relación con el mundo triple del ambiente, de los otros y de si mismo.

Estas corrientes tienen una orientación básica hacia el sentido y la búsqueda de valores originarios y descubren en todo lo espiritual su dimensión de intencionalidad; no sólo ven la impulsividad sino sobre todo el sentido.

Descubren que delante del querer hay una urgencia, un deber que la persona descubre en su vida, en su conciencia, en el momento histórico social concreto.

Conciben el ser humano como confrontado fundamentalmente ante los valores y atraído por ellos mas no impulsado.

     La realización de los valores supone la actitud libre y responsable del ser humano, y esta actitud esta lejos de la pura impulsividad, ha de verse dentro del contexto de una dinámica de lo existencial-espiritual donde la impulsividad tiene un papel que puede llamarse de energía alimentadora (G.Pareja).

     Vemos entonces que la ética moderna secular responde a una paupérrima concepción atea del ser humano, a una antropología materialista, a una filosofía nihilista de la cual Sartre es un acabado representante. El pesimismo y desesperanza de Sartre con su Ser para la Nada, con su conceptualizacion cosificante del ser humano (explicitada por ejemplo en que la mirada del otro me cosifica y es diabólica, en lugar de pensar que también puede haber una mirada amorosa, comprensiva y compasiva), rebaja a este a la in-trascendencia, a la desesperanza, a la falta de sentido de su vida, al negro pesimismo existencial, a la ausencia de verdaderos valores por los cuales vivir y compartir solidariamente el humano destino; remite, simbólica y prácticamente en fin, al mal, las huestes lucifericas, los  ángeles caídos, a la gran herejía de la separatividad.

El otro no deja de ser una cosa, un otro apto para ser utilizado en la satisfacción de mis propias necesidades.

     En cambio, para otros filósofos existencialistas teístas el otro llega a transformarse en un mediante una relación responsable, igualitaria y reciproca basada en el valor absoluto del amor, que permite asimismo abrirse al TU mayor (Martin Buber).

     También la ética racionalista de Kant denota un déficit notorio para dar respuestas validas a la grave problemática moral contemporánea. Esto queda patentizado en la siguiente anécdota. Cuenta Kant que una vez un amigo suyo se refugia en su casa huyendo de un asesino. El criminal llega hasta la puerta, golpea y cuando Kant abre y lo atiende, le pregunta si allí se ha refugiado un hombre al que persigue para matarlo.

Kant postula que su deber es decir la verdad, pues el imperativo moral categórico le indica decir la verdad en todo momento y bajo toda circunstancia, aunque como en este caso, su amigo fuera asesinado. Apenas analizamos con un poco de minuciosidad esta postulación advertimos que se comete un grave error de conceptualización.

     Kant parte de realizar un juicio racional parcial acerca de si una acción es correcta (decir la verdad) o no. Se sitúa en el plano de la ética aplicada y escamotea plantearse el verdadero dilema moral, el que se define como una situación de conflicto en la que entran a jugar valores o principios que se contradicen entre sí.

Si hubiera hecho esto, habría ponderado los valores en juego, los hubiera jerarquizado y hubiera optado en consecuencia. En esta anécdota surge claro la oposición nítida de dos valores: el de decir siempre la verdad y el de preservar la vida humana.

Al optar, es evidente que preservar o defender la vida humana es un valor superior jerárquicamente al de decir siempre la verdad, por lo que podemos observar que la decisión que tomó Kant fue moralmente incorrecta e incluso gravísima y deleznable pues costaría la vida de su amigo.

Además de ver en forma patética a que tremendos errores nos puede conducir un racionalismo exacerbado en sus intríngulis metodológicos, también podemos captar en esta anécdota cuan poco se usó el sentido común (que lamentablemente suele ser el menos común de los sentidos) y como no se respetó el esencial valor de la vida humana.

     La ética moderna secular esta basada en el materialismo nihilista sartriano y en el absurdo e inhumano racionalismo kantiano que no toma en cuenta los valores o normas morales que deberían guiar nuestra conducta, pretendiendo además asumir una ficticia autonomía moral (regularnos por normas autodefinidas y autoimpuestas), que al no tener respaldo o fundamento valorativo suprapersonal o supraterrenal alguno quedan libradas al relativo arbitrio de cada cual, con una escasa posibilidad de acatamiento generalizado de las mismas (concreción de las expectativas de cumplimiento reciproco).

Se pretende escindir erróneamente lo personal de la dimensión moral, ignorando que lo personal de un modo u otro siempre se manifiesta en relación con los demás de modo que la dimensión moral siempre esta  presente.

     Es posible asumir una forma de vida y desarrollar una identidad, pero como vivimos en sociedad, el derecho de uno termina donde empieza la libertad del otro (por ejemplo los travestis escandalosos que quieren que respeten sus derechos, pero que no respetan los de los demás, alterando las buenas costumbres y la tranquilidad en la vía pública molestando con su conducta promiscua a los vecinos).

Así lo postulaban desde los antiguos griegos con la noción de Kosmos u orden universal -opuesto al kaos-, hasta Heidegger concibiendo al ser humano como un Dasein o Ser-Ahí, arrojado como proyectum a la existencia, en relación siempre con el triple mundo de las cosas, de los otros y del si mismo (Mitwelt-Umwelt-Eigenwelt).

     Al dejar al arbitrio de cada cual el inventar sus propias normas morales sin el sustento de ningún valor, cae entonces la ética moderna secular en un relativismo y escepticismo moral y queda pedaleando en el aire, sin base de sustentación, de ahí esa ridícula manía actual de buscar un reaseguro o guía en las frías normas jurídicas sin comprender que en la medida que tampoco están inspiradas en genuinos valores sólo generarán desconfianza y transgresiones.

El problema básico de la ética moderna secular es que desconoce que vivimos en un mundo múltiple, en donde miles de millones de personas aún ajustan sus conductas a auténticos valores religiosos y espirituales que más allá  de que seguramente sean susceptibles de perfeccionamiento en su captación e instrumentación, no por eso dejan de ser eficaces guías para sus comportamientos y practicas cotidianas, ya que en el fondo responden a la esencial e intrínseca condición espiritual del ser humano, a su autotrascendencia.

     Al elevarse paulatinamente sobre la falibilidad humana mediante la realización de esos valores, se le posibilita entonces al ser humano encarnar la moralidad y comportarse en forma realmente ética, generando una gozosa convivencia (“amaos los unos a los otros como hermanos que sois”) en el marco de un destino supramundano, trascendente.

Dadas las explicitaciones precedentes, el tomar la ética como objeto de estudio aislado de un contexto normativo moral que le da  sustento o priorizarla indebidamente por sobre la dimensión moral, equivale al viejo error de “poner el carro delante del caballo”.

     Para V.Frankl como para Max Scheler (autor de”El puesto del hombre en el cosmos”) la persona está abierta a la trascendencia, y esta apertura radical se da a través de la conciencia.

La conciencia en cuanto fenómeno no se queda ni se agota en si misma sino que va mas allá  de la persona.

     La persona, como ser dialogal esta  básicamente abierta al encuentro interpersonal y por eso podemos afirmar que sin dudas  la conciencia es la voz de la trascendencia.

La conciencia posibilita a la persona el sentir la presencia de una instancia supra-humana y la hace ser consciente de su ser contingente, es decir, no necesario, creado.

 

     La conciencia no agota su propio significado en su dimensión de hecho psicológico sino que es sólo un aspecto de un fenómeno básicamente trascendente o metapsicológico. Scheler indica que la conciencia es la voz de la trascendencia y que por ella la persona capta la presencia, en la fe, de un juez invisible e infinito, o Dios. El material psicológico posibilita el paso a una presencia que se manifiesta y esa presencia es Dios.

     Nikolai Hartmann reflexiona sobre las diferencias ontológicas en el ser humano, que él caracteriza como estratos (en número de cuatro), que son: el físico, el orgánico, el anímico y el del espíritu. Así quien quiera comprender la conciencia a partir de fenómenos psíquicos o el ethos del hombre mediante una ley que rija los actos psíquicos, tropezará con la ley de jurisdicción de los estratos, pues introduce categorías de otro estrato existencial en lo que es propio de un estrato de constitución más elevada. El mundo real tiene unidad, pero no la de un principio, sino la de un ordenamiento, surgido en un plano superior.

     Por eso, la  fundamentación de una acción, cada vez más humana, requiere la previa asimilación de una personal cosmovisión.

Esta cosmovisión esta  formada por elementos tan valiosos como una filosofía de la vida, una antropología filosófica, ética, valores, que como conjunto, apunta a una metafísica ontológica.

Se busca afirmar la presencia de diferencias ontológicas en el ser humano y al mismo tiempo la unidad antropológica del mismo.

En otras palabras, el ser humano es una unidad a pesar de su multiplicidad.

     También Heidegger considera que la existencia no es algo ya determinado, estático y estable de una vez para siempre. Como Frankl, señala la cualidad de apertura del ser humano y la vivencia simultanea en el presente del pasado que permanece y del futuro al que nos dirigimos. Aceptar la propia vida es la misión específica que tenemos en la temporalidad en que nos movemos.

Esta aceptación es la responsabilidad específicamente humana.

Esta responsabilidad se vive en la cotidianeidad en la que oscilamos entre un escapismo -que sería la alienación según Heidegger en la exterioridad- y el dato insoslayable de hacernos cargo de nosotros mismos en el “cada día” de la vida (conciencia mas responsabilidad, según Frankl).

     Para Heidegger y Frankl el ser humano decide y se-decide sobre la base de las posibilidades que encuentra en si mismo y las que le proporciona su pasado. A partir de ellos se trasciende a si mismo llegando a constatar la esencial característica de la existencia humana que es la autotrascendencia (Frankl) o el ser-propio (Heidegger).

     Para Karl Jaspers trascender es buscar el propio ser.

Ningún objeto es el propio ser. Tenemos que ir mas allá  y por encima de lo objetivo, es decir: trascender.

Trascender no es una obligación sino una posibilidad ante la libertad.

Podemos entregarnos al mundo, a las cosas y vivir sin trascendencia; podemos durar, pasar, y no haber sido.

Podemos incluso afrontar la muerte, el dolor, la culpa y la lucha como hechos pero no permitirles que nos afecten y condenarnos así a la in-trascendencia.

Pero la in-trascendencia es sinónimo de la deshumanización.

El ser, para Jaspers, es lo “envolvente”, y hace que la existencia humana se constituya por la trascendencia, es decir, por su abrirse al Absoluto, a Dios.

     La creencia en un solo Dios personal, creador del mundo, único y ultimo refugio nuestro, es una creencia filosófica, un trascender de mi existencia que hay que ganar sin cesar. La vida sólo tiene sentido si está encaminada hacia Dios. Bajo esta perspectiva, todo el mundo se hace relativo, pero al mismo tiempo deviene este mundo el lugar de una opción incondicional entre el bien y el mal. Por ahí carga el hombre con toda su responsabilidad de tal.

Y de ahí se desprende el deber del hombre de luchar por el bien contra el mal, pero esta lucha sólo puede darse en el amor. El amor con el que todo hombre trata de comprender al prójimo, es la realidad fundamental del hombre que le hace eterno en toda su finitud (Frankl).

La libertad y la responsabilidad constituyen la esencia de la existencia humana, y junto con la espiritualidad (dimensión noética, del logos o del espíritu, donde radica lo mas genuinamente humano) forman una trilogía.

     ¿De qué es responsable el ser humano?. Al tomar conciencia de su estar-en-el-mundo descubre que tiene la tarea de hacerse cargo en primer lugar de su propia vida, lo que implica en potencia, un proceso educativo altamente positivo, así estará preparado para comprender y acompañar a otros seres humanos en el proceso de descubrimiento y compromiso con la propia vida.

La responsabilidad fundamental de hacerse cargo de la propia vida es una tarea y misión intransferible y en ellas cada ser humano es irremplazable.

     El ser humano responde ante si mismo, ante los demás y ante Dios (lo suprapersonal). El “lugar” donde el ser humano responde es la conciencia. La conciencia como fenómeno genuino y específicamente humano se nos presenta como original, no deducible de otra instancia intrahumana y es no reducible, intuitiva y creativa.

     La conciencia es la dimensión donde el ser humano tiene el privilegio de encontrarse en la desnudez de su mismidad, en su más profunda intimidad y donde se manifiesta la presencia dialogal de Dios. La conciencia es quien guía a la libertad para que pueda responder de si, a los demás. También está  sujeta a la condición humana, a los riesgos de la falibilidad, el error y la engañosa distorsión que se presentan en el proceso de maduración y formación de la conciencia humana. La misma conciencia no escuchada por el ser humano puede extraviársele. Pero el riesgo de errar no nos dispensa de intentar, ni de la necesidad de juicio. 

 

     La conciencia manifiesta que el ser humano al estar-en-el-mundo, como ser-que-responde, tendrá siempre delante de si a las personas y a las situaciones; por eso decimos que es un ser, que por su conciencia, responde “ad-personam” y “ad-situationem”.

Las situaciones que son múltiples y se presentan a modo de preguntas dirigidas a cada ser humano, pueden quedar sin respuesta. Las respuestas implican decisiones y las decisiones hacen referencia a la libertad humana. Así pues en la libertad humana se hace visible la existencialidad mientras que en la responsabilidad se revela la trascendencia.

     El ser humano, para Frankl,  es responsable  de actual-izar y real-izar los significados y valores en el mundo y en su historia (G.Pareja).

Este mismo proceso pedagógico de formar una conciencia, genuinamente humana, ha de considerar que la responsabilidad nos viene de una dimensión que no somos nosotros mismos. La conciencia no se deriva del Ello o del puro Superego y, si así se aceptara, tendremos un homúnculo en lugar de un ser humano y un homunculismo en lugar de una antropología.

Avanzando más lejos de considerar a la conciencia como un producto de la libido psíquica inconsciente, vemos que ella se manifiesta fenomenológicamente de modo espontáneo, en la dimensión consciente como inmediata, intuitiva y absoluta.

     Según Frankl, la conciencia se presenta como básicamente inconsciente y no racional. Es no-racional porque es pre-lógica, es decir, es anterior a cualquier reflexión racional. La conciencia, tomada no como ley moral universal es, sin embargo, universal, y el fenómeno del ateísmo en esta perspectiva se consideraría como el tener conciencia y responsabilidad pero dándoles una interpretación inmanente, de tipo reductivo, en el ámbito psicológico.

     Así pues el no creyente puede pensar que su conciencia es un mero producto psicológico al cual puede desatender dado el caso de que sólo tiene que obedecerse a si mismo. El solipsismo psicológico y moral se hacen patentes como consecuencia. Esta postura no se pone en búsqueda de algo mas allá  de su conciencia y responsabilidad que podría ser el camino a la trascendencia.

La maduración de este proceso nos conduce a ver que la responsabilidad ante la propia conciencia permite plantear la pregunta de si hay alguien mas allá  de la conciencia.

     En un último análisis ciertamente debe aparecer cuestionable si el ser humano realmente puede ser responsable ante algo, o si la responsabilidad es solamente posible cuando está ante alguien.

Entonces, la conciencia encuentra su lugar de fundamentación en un dato original que es Dios.

     Así tenemos que detrás del superego del ser humano está el Tu-Dios y en la conciencia se revela el Tu-Palabra de la trascendencia.

Todas las declaraciones sobre Dios valen tan sólo “per analogiam”. Lo mismo puede decirse, por tanto, de todas las declaraciones sobre su personalidad: es como si fuera personal; es pues, suprapersonal (Frankl, Pareja).

     El inconsciente entonces es una dimensión amplia que tiene dos aspectos: un inconsciente impulsivo (Trieb), lugar de las pulsiones inconscientes; y un inconsciente espiritual, lugar de la espiritualidad inconsciente.

El inconsciente es algo mas que impulsividad inconsciente o reprimida, por el contrario, es lo espiritual inconsciente, la existencia. La existencia, es decir lo espiritual, tiene como característica ser irrefleja y, por tanto, es en si misma irreflexionable.

     El ser humano es plenamente humano cuando es capaz de ir mas allá  de donde es “impulsado” y llegar al  ámbito en que es “libre y responsable”, donde decide. El ser humano se deshumaniza cuando deja de ser responsable.

Esta postura no se pone en búsqueda de algo mas allá de su conciencia y responsabilidad que podría ser el camino a la trascendencia.

     La posmodernidad, con su pragmatismo materialista ha llevado a la ética del todo vale, donde todo esta  permitido, todo es igual, lo mismo un ignorante que un gran profesor, no hay valores, modelos ni reglas, sólo se adora al becerro de oro. Pero considerando al modelo social capitalista carente de valores humanos, criticado tanto por Juan Pablo II como por George Soros, debemos recordar aquí la sabia sentencia bíblica: “de qué vale al hombre conquistar el mundo si pierde su alma”.

Hoy a esta sociedad con crisis de valores se la llama la sociedad pluralista. Se caracteriza por un gran conglomerado de gente, mucho más que en la antigüedad; se vive diferente al pequeño círculo de la familia, el barrio, el pueblo. Hay una gran mezcla de gente, de etnias raciales y de culturas. El pluralismo es pues cuantitativo y cultural.

En la sociedad pluralista no hay una unidad moral desde el punto de vista normativo, mientras que en la vieja sociedad había una relación más estrecha de los padres con los hijos, con valores religiosos más importantes y enraizados.

Esta sociedad pluralista, entonces nos plantea una exigencia mayor para tener un comportamiento ético y ser morales.

     Aunque los valores tradicionales hayan desaparecido o estén en retirada, sin embargo, aparece ahora la enorme importancia de la conciencia individual como guía interna ante la falta de guía externa. Es prioritaria entonces una buena educación dirigida a formar la conciencia de responsabilidad, a inculcar sanos valores, a fomentar el surgimiento de la intuición en la conciencia individual como instrumento que permita descubrir la jerarquía de valores trascendentales que guíen éticamente nuestra acción.

Así, aunque los valores tradicionales hayan caído, esta madurez de conciencia permite igual al hombre descubrir los sentidos únicos de la existencia y cumplir su misión en el mundo.

 

 

     En una sociedad pluralista se vive en un relativismo. Existe pluralismo cultural pero no debe confundirse con pluralismo ético que no debe existir. La moral no puede ser relativa, toda moral reclama absolutez, lo que debe ser, debe ser (sin entender esto como rigidez).

Es cuestión de encontrar algo absoluto en la sociedad pluralista que permita ser moral en dicha sociedad; algún valor que reconozca todo el mundo.

     Existe eso absoluto que no hace diferencias de raza, culturas, religiones y que esta en todos los seres:  la común condición humana (que en potencia y esencia es espiritual y divina).

Todos somos mortales y compartimos las mismas penurias, miserias y alegrías humanas en el camino hacia la perfección espiritual.

La común condición humana es un valor absoluto, no idealmente abstracto sino tremendamente concreto, encarnado en el semejante que tengo delante de mí.

Cuando se empieza a descubrir lo que nos hermana a todos en la sociedad pluralista, comienza entonces a haber más solidaridad y fraternidad, se va afinando el sentimiento moral.

La común condición humana es un valor absoluto porque es algo que nos trasciende, no depende de nosotros.

Descubrimos que su condición de valor absoluto, trascendente, lo hermana espiritualmente con los más puros valores divinos: “ama a tu prójimo como a ti mismo” es entonces el paradigma a imitar. Hallamos de esta manera un anclaje absoluto de la nueva moral, esta  fundada en un valor absoluto que es la común condición humana, a la vez terrestre y celeste, todos los hombres son iguales porque son mortales, con sus bondades y maldades. Ser moral implica respetar la condición humana del otro, dar la mano, ayudar. Debemos percibir lo común, lo que nos fraterniza: todos somos hombres finitos, abiertos a la trascendencia infinita.

     Hay que ser solidarios, ver lo que aflige al otro.

En esta sociedad pluralista el individuo está aislado, solo, a veces entregado a si mismo, no cuenta como antes con la ayuda del otro.

Hay problemas y necesidades comunes, a veces se persigue el consumo desenfrenado, hay falencias en la salud, la alimentación, la educación, la seguridad jurídica.

La vida es difícil, hay angustias y temores que se deben vencer.

Es posible ser moral ayudando al hermano, al semejante, respondiendo a ese reclamo y esperando que también nos ayude.

     Hay que buscar una solución a la crisis de la ética contemporánea. No basta con el imperativo racional categórico de Kant dirigido a la subjetividad del individuo, con su postulado voluntarioso que dice:”obra únicamente según la máxima que hace que puedas querer al mismo tiempo que ella sea una ley universal”; ya que cualquier energúmeno de mala conciencia pregonaría entonces que la ley de la selva es ley universal.

 

     El imperativo de hoy es revalorizar la ética, hay que infundirle nuevamente valores espirituales a esta ética actual tan vacía, light y superficial; debemos recuperar los valores trascendentales que guían la conciencia moral, que nos permitan distinguir el bien del mal. Solo en la medida que podamos dilucidar claramente esto nos encaminaremos a una conciencia moral esclarecida.

Un adecuado equilibrio entre la imaginación provista por los sentimientos y el conocimiento propio de la razón, no solo permite superar el viejo enfrentamiento Romanticismo-Racionalismo sino que se convierte en el instrumento adecuado para accionar correctamente en la realidad.

De ahí la importancia de fortalecer no solo la actitud racional sino básicamente toda enseñanza espiritual (sea o no estrictamente religiosa) y moral que, haciendo hincapié, en los principios y valores cristianos privilegie el valor del amor a la familia, al prójimo, a Dios, y busque realizar el supremo Bien a través del descubrimiento de nuestro propio ser como espíritu (de ahí lo atinado de revalorizar la ancestral sabiduría transmitida por la Filosofía Yoga).

     Asimismo, desde un punto de vista psicológico, los beneficios se multiplican geométricamente, ya que una persona que accede al universo de los valores y dedica su tiempo y ajusta su conducta a realizarlos, encuentra un significado, un sentido a su vida; ya no vive en vano, supera la triada neurótica de nuestro tiempo posmoderno (la violencia-agresion, la depresion-suicidio, y las adicciones, alcohol-drogas-poder) plenificando así su existencia individual y su participación comunitaria a través de su trabajo y obras, haciéndose útil y solidario para si mismo y la comunidad.

Este enfoque permite así recuperar la iniciativa, creatividad y responsabilidad individual, el hombre vuelve a ser artífice de su propio destino; ni caerá en el conformismo consumista de hacer lo que otros hacen ni en el totalitarismo masificante de hacer lo que otros exigen que haga.

     También resulta valioso escudriñar el enfoque que las principales religiones  (del latín re-ligare, re-unir al hombre con Dios) tienen sobre la dimensión espiritual del ser humano, ya que podremos descubrir una gran riqueza conceptual y practica.

     Así la Fe, el Amor, la Esperanza, la Solidaridad, la Caridad constituyen el corazón de la enseñanza cristiana y una normativa moral adecuada a toda época y lugar (“He aquí, Yo estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos”).

     Más allá  de las humanas falencias al transmitir los preceptos del Salvador del Mundo, y excesos dogmáticos que se produjeron a lo largo de la historia y que ahora están en sana revisión, las enseñanzas cristianas son esencialmente buenas en su espíritu y están llamadas a perdurar en el corazón de la humanidad (“Si vosotros permaneciéreis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará  libres”).

     Muy interesantes investigaciones se hallan en curso actualmente en referencia a la dimensión espiritual del hombre y sus consecuencias éticas y morales, tanto en el aggiornamiento de las principales religiones (son realmente importantes las manifestaciones del Papa Juan Pablo II en “Cruzando el umbral de la esperanza”, y la Declaración Mundial de Etica elaborada por el Parlamento Mundial de las religiones -Chicago,1995-), como en otros campos filosofico-espirituales, por ejemplo las realizadas por la Universidad de los Siete Rayos en New Jersey, EEUU, y las de la Fundación Lucis en Londres, Inglaterra, ambas respondiendo básicamente a las enseñanzas de la destacada espiritualista Alice A. Bailey y su instructor el Maestro Djwhal Khul (también conocido como El Tibetano)  : “servicio a la humanidad es servicio a Dios”(que sin esfuerzo reconocemos coincidente con el pensar y obrar de la Madre Teresa de Calcuta); y la cada vez más creciente difusión de la práctica del Yoga en sus distintas vertientes.

     Grandes cambios espirituales comienzan a esbozarse en el mundo: en medio de la lucha contra las iniquidades de un capitalismo salvaje carente de valores humanos e incapaz de promoverlos, hay un renacer del sentimiento religioso en los pueblos , conscientes que no basta con solo acceder al consumo digno y propio de la vida moderna sino que también es primordial encontrar una respuesta al enigma de la existencia y  un sentido trascendente a la propia vida.  

Está  agonizando la posmodernidad, se perciben los últimos estertores de su moral hueca y su fracasada ética racional secular, vacía y superficial.

     Allende la estéril posmodernidad ya alborea la ultramodernidad; resuena la voz del silencio y el grito lejano del espíritu : ¡el Hombre ha muerto, vive Dios!.

Perece la idea reduccionista del homunculismo, del hombre ficticiamente autónomo y libertino. Crece la conciencia de una libertad situada, condicionada-incondicionada, con responsabilidad para decidirse ante los valores, realizarlos y trascender hacia el Absoluto.

     Renace purificada la esencia espiritual del Ser humano y a través de la oración y meditación (hacia adelante y hacia arriba) se le abren los portales del quinto reino y del camino de evolución superior (“Nadie puede venir a Mi, si no lo atrae el Padre que me envió”); siéndole posible acceder a la Vida más abundante y alcanzar la Iluminación (“Yo soy la Luz del Mundo, quien a Mi venga no andará  entre tinieblas” nos dice el Señor de Amor y Sacrificio, el Cristo; “pensando -meditando- en Mí, por mi divino amor vencerás todos los obstáculos con que tropiezan los mortales” nos dice el Señor Krishna, Yoga de todos los yoguis).

Le es factible entonces al Ser humano sintonizar su pequeña voluntad con la del Creador colaborando con la obra divina, pudiendo al fin exclamar: “¡hágase Tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo!”.

     Vimos entonces en el desarrollo de este breve ensayo la similar conceptualización de índole claramente espiritual que poseen la antiquísima sabiduría de la Filosofía Yoga y el Análisis Existencial y Logoterapia.  Finalmente destaco de esta última enseñanza en especial, que en cuanto sistema científico y por sus postulados antropológico filosóficos considera plenamente válido el sentimiento de lo religioso, afirmando la naturaleza espiritual del ser humano y la vigencia de los valores religiosos; descansando asimismo sobre los fundamentos de la tradición judeo-cristiana occidental y eso permite apreciar la cercanía que se da entre este enfoque psicoterapéutico y antropológico-filosófico y las formas religiosas judeo-cristianas.  Más aún, el Análisis Existencial y Logoterapia va más allá de que la persona concreta sea o no creyente, porque sus mismos principios analítico-existenciales señalan la presencia del inconsciente espiritual, y en todo caso se ha de preguntar por el sentido que tiene la Fe para el creyente pero también se preguntará que obstaculiza o a qué se debe la represión del Inconsciente espiritual en el no-creyente.

     Considerando estos últimos conceptos, remarco en especial el punto nodal de encuentro que se da entre ambas doctrinas a través de la oración-meditación, como práctica vía regia para acceder al descubrimiento del propio ser y del Ser superior, de Dios.  A poco que analizamos, vemos que la oración, que constituye una práctica fundamental de las religiones y doctrinas espirituales, adquiere el significado no solo de ruego o petición, sino también de invocación o encanto.  El Padre Nuestro cristiano, o el Mantra, oración rítmica de los brahmanes hinduistas, tienen exactamente ese sentido.  Es en síntesis, la elevación de los pensamientos y emociones, la vibración espiritual, hacia el Ser supremo, u otras entidades espirituales superiores en demanda de alivio o ayuda para sí mismo o para el prójimo. Ocultamente considerada, la oración no es una súplica; es un proceso de “transmutación espiritual”, mediante el cual los pensamientos y deseos finitos se transforman en voliciones espirituales, ya sea para adquirir la voluntad de sentido de la existencia en el Análisis Existencial y Logoterapia; o para acceder en forma similar mediante la voluntad de la concentración al estado superior de Samadhi o conciencia cósmica en la Filosofía Yoga. 

 

 Juan Martín Nuñez , Licenciado en Psicología (UBA, Universidad de Buenos Aires)          Posgrado en Logoterapia (UCA, Universidad Católica Argentina) Creador y Director del sitio web Faro de la Utopía  http://farodelautopia.webcindario.com e-mail: farodelautopia@gmail.com.ar          Desempeño en Consultorios Externos de Psicología Médica del Hospital de Clínicas José de San Martín de Buenos Aires. Docente de la Cátedra de Psicología Médica de la Facultad de Medicina (U.B.A.) y de la Cátedra de Orientación Psicológica de la Facultad de Psicología (U.B.A.). Participante de jornadas, seminarios, congresos  y cursos de especialización.  Formación en Religiones Comparadas, Filosofía Oriental y Filosofía Espiritual con el destacado Médico de India Sri Swami Pranavananda Saraswati y Fundación Lucis Argentina-Lucis Trust Inglaterra. Formación Bianual Logoterapeuta, Fundación Argentina de Logoterapia. Cursante Doctorado en Psicología Universidad del Salvador. Asesor Cultural de la Asociación Mutual AEANA. Representante en Capital Federal de los Proyectos Educativo-Culturales INFOCIBER-ISES y AIKE HACER MAS del Instituto Salesiano de Estudios Superiores-ISES de Rio Gallegos, Provincia de Santa Cruz, Patagonia Austral, Argentina, (con aporte profesional en ambos), desarrollados en conjunto con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, bajo el auspicio del CONSUDEC, Consejo Superior de Educación Católica. Tutor de la Sección Psicología de la página web del I.S.E.S.. Realización de Diseño, Redacción, Estilo, Compaginación y Contenido Teórico (psicológico, filosófico, cultural, religioso) del Proyecto U.N.E.S.C.O. en Argentina. Integrante de la Academia del Pensamiento Nacional. Conferencista, Ensayista, Escritor y Periodista (como Colaborador Profesional).

Santos Lugares, Argentina, 16 de Noviembre de 2009