“Seguramente habrá cambios, pero ahora todo parece poco”

Por Augusto Assía

La bloguera opositora cubana habló con Clarín sobre las consecuencias de la visita papal.

Charla en La Habana. La bloguera Yoani Sánchez ayer estuvo con Clarín y charló sobre Cuba.

La Habana. Especial Para Clarín - 01/04/12

El primer intento por entrevistar a Yoani Sánchez se frustra porque los teléfonos están cortados. El segundo, dos día después, tampoco es posible porque la policía le impide salir de casa y nunca llega a la cita acordada. Finalmente, tres días después de la marcha del Papa, la disidente y activista Yoani Sánchez atiende a Clarín en su casa de la Habana. El castrismo la considera una “terrorista mediática” pero en el exterior es la voz más conocida y contundente de la oposición. La filóloga habanera es el nombre más conocido de un grupo de disidentes que utiliza las redes sociales para dar a conocer al mundo la realidad más mundana de la isla.

¿Durante 3 días los ojos del mundo han estado en Cuba y ahora? La visita del Papa más allá de las fotos y las homilías, vino acompañada de tres días de profunda represión: detenciones, teléfonos cortados, arrestos domiciliarios… y ahora va a ser difícil volver al punto original. El gobierno cierra el puño y luego quiere abrirlo pero ya las cosas no son como antes. La operación, conocida popularmente como “voto de silencio”, ha sido un ensayo general para el Día X, o sea la muerte de Fidel Castro, de Raúl o cualquier movilización opositora. La visita del Papa deja una sociedad traumatizada por un excesivo despliegue policial y militar que está engrasado para arremeter con más fuerza si ocurre cualquier cosa.

¿Qué balance hace de la visita? La Iglesia ha ganado espacios públicos (como pasó con Juan Pablo II) y seguramente se le permitirán abrir seminarios, transmitir misas, procesiones en la calle… Por otra parte, el gobierno presenta la visita de Benedicto XVI como un éxito y un aval internacional a las reformas de Raúl Castro. Pero la oposición es la gran olvidada. Yo espero que el Papa haga, en algún momento, alguna referencia a la ola represiva. Mi pregunta es ¿si la Iglesia gana estos espacios que va a ceder a cambio? El gobierno le permite espacios políticos y educativos a cambio de dejar de lado al sector más crítico con la isla.

Algunos sectores, incluso dentro de la Iglesia, reprochan que Benedicto XVI vino a hacer “su” política y no Política en general Seguramente habrá cambios a largo plazo, pero ahora todo parece muy poco. El problema es la vida humana que no se mide en eras o milenios. Pero lo único visible hasta ahora es que el Viernes Santo será feriado y eso me parece muy poco.

¿Qué cifras maneja sobre la represión durante la visita del Papa Benedicto XVI? Es difícil sacar un número porque nos han cortado los medios para transmitirnos información. Son entre 400 y 500 los detenidos. Mis amigos desaparecían cuando salían a comprar cigarros o a pasear. Pero lo más llamativo es que la represión no se limitó a los círculos de siempre (activistas, periodistas, disidentes….) esta vez se amplió e incluyó fotógrafos, informáticos, editores, productores musicales… Ya no sólo temen al opositor puro sino a todos aquellos que generan opinión. Y eso envía una señal de temor. Una de las características de la represión civil del ‘raulismo’ es que no deja huellas visuales. El que te ataca va vestido de civil, se hace pasar por pueblo enardecido o por personal sanitario.

¿Entiende usted que las reformas en Cuba son sólo económicas y no políticas como sostienen muchos analistas desde el exterior? Es lo que pretende el gobierno, pero no va a salir bien porque cada espacio económico tiene un costo político. Por ejemplo: la telefonía celular. En marzo de 2008 se permitió que los cubanos pudiéramos tener un móvil. ¿Y qué ha pasado cuatro años después? que los activistas y disidentes usan la telefonía móvil para criticar e intercambiar opiniones. Si Raúl Castro lo hubiera imaginado no hubiera abierto la telefonía móvil. Cada pequeña burbuja económica que se abre se convierte en un caballo de Troya político. Cualquier que consigue algo de dinero, lo primero que hace es comprarse una antena parabólica para no digerir la papilla informativa de los medios oficiales, así es posible ver que se golpea a disidentes, que se reprime.

 

PUBLICADO POR YOANI SANCHEZ , la famosa opositora cubana, en su blog mundialmente conocido Generación Y

 http://www.desdecuba.com/generaciony/

En aquel enero de 1998, al finalizar la misa de Juan Pablo II en la Plaza de la Revolución, un viento fresco recorrió la amplísima explanada. Mi hijo iba sentado sobre los hombros de su padre y la brisa le arremolinó la cabellera. El Papa ya había terminado la homilía, pero aún así retomó el micrófono y dedicó varias palabras en latín a aquella juguetona racha que nos despeinaba a todos. “Spiritus spirat ubi vult et vult Cubam” sentenció. Regresamos a casa un rato después, apretujados entre miles de personas vestidas de blanco y amarillo. Desde entonces, tengo la sensación de que el vendaval no ha parado de batir sobre nosotros, de que aquella ráfaga ha pasado a recorrer la Isla, a sacudir todas nuestras vidas.

Todavía Benedicto XVI no ha llegado a Cuba y ya parte de ese torbellino nos está agitando. Entre los fieles católicos se percibe júbilo por la visita papal y expectativas de que ésta contribuya a ampliar el papel de la Iglesia en nuestra sociedad. Para quienes tuvieron que mantener los crucifijos escondidos durante décadas por temor al ateísmo radical, resulta un alivio la paulatina eliminación de la intolerancia religiosa. Que ya se logren transmitir misas por la televisión oficial y se permitan procesiones en las calles portando la imagen de la virgen de la Caridad, les parece a muchos suficiente terreno ganado. Sin embargo, a cada minuto alcanzado por la jerarquía eclesial en los medios masivos y a cada palabra intercambiada en la mesa de negociación con el gobierno, le ha correspondido también su porción de pérdida y de descalabro. Porque, no nos engañemos, la clandestinidad de las catacumbas es más coherente con el discurso de Cristo que la cómoda cercanía al trono.

A menos de 24 horas de que el Papa llegue a Cuba, ya el guión de su estancia entre nosotros está escrito y no precisamente por la comitiva del Vaticano. El gobierno raulista ha emprendido una “limpieza ideológica” para evitar que activistas, disidentes, opositores, periodistas independientes, bloggers alternativos y otros inconformes lleguen hasta las plazas donde Su Santidad hablará. Amenazas de no salir de casa, operativos desproporcionados, arrestos, teléfonos cortados, gente deportada desde el Oriente del país para impedirle estar en la Plaza Antonio Maceo el próximo lunes. Una razzia de intransigencia que recuerda aquellos tiempos de escapularios arrancados y sotanas escupidas por los fanáticos hijos de una revolución que se declaró materialista y dialéctica. Es cierto que ya no se persiguen los rosarios, pero se continúan acosando las opiniones. Ahora, tener un cuadro con el Sagrado Corazón de Jesús no le cuesta el puesto de trabajo a nadie, pero creer que una Cuba libre es posible le hará sufrir la estigmatización y el calvario. Ya podemos rezar en voz alta, pero criticar al gobierno sigue siendo pecado, blasfemia.

En las manos y en la voz de Benedicto XVI queda ahora la elección de si se deja secuestrar la visita por las intenciones de un partido que sigue teniendo como doctrina el marxismo leninismo. En sus ojos está la capacidad de darse cuenta que entre los fieles reunidos en las plazas faltan numerosas ovejas del rebaño cubano que han sido impedidas de llegar hasta las cercanías de su báculo. En sus oídos está la decisión de escuchar otras voces más allá de las oficiales o de las estrictamente pastorales. Con esa sabiduría milenaria que la Iglesia evoca ante cada obstáculo, el Papa debe saber que en esta visita se decide parte de la presencia y de la influencia de la fe católica en el futuro nacional. En sus manos, en su voz, en sus oídos, queda entonces el confirmarnos que comprende lo trascendental del momento.

Quizás ocurra  que un viento juguetón se escape del control, se burle de la policía política e irrumpa sobre la multitud. Un brisa libre en un país amordazado que lleve hasta los mismísimos tímpanos papales esas vibraciones, esas frases que sólo podemos susurrar en voz baja.

El Papa y Fidel, una cumbre en Cuba con bromas y retos

Fue una reunión amable a despecho de las críticas que deslizó el Pontífice. Ambos bromearon por su edad. Castro tiene 85 y Benedicto, 84. “Soy anciano pero puedo cumplir con mi deber”, aclaró el Papa.

Encuentro. El Papa y Fidel compartieron media hora de charla en la Nunciatura. Castro le hizo muchas consultas al pontífice sobre sus tareas y los cambios que han habido en la liturgia.

29/03/12

Fue una cita en La Habana con ganas de bromear, muchas sonrisas y distenderse. Fidel Castro y el Papa Benedicto XVI se reunieron por no más que media hora en una sede católica en La Habana pero con suficiente energía y entusiasmo como para hablar prácticamente todo ese lapso de una diversidad de temas amenos. Fue un gesto doble, del pontífice que aceptó el pedido del encuentro y del líder cubano que lo hizo incorporando alguna picardía política.

En una breve nota hace 24 horas, Fidel había señalado: “Gustosamente saludaré a su Excelencia ... como lo hice con Juan Pablo II”. Pero le dio al encuentro un poco más de vuelvo y marca de identidad al subrayar su convicción de que “marxistas y cristianos sinceros deben luchar juntos por la justicia y la paz” .

La cita tuvo un valor adicional que muchos observadores esperaban que se coronara de otro modo, porque se produjo después pero también antes de una andanada de críticas del Papa al sistema que rige hace medio siglo en la isla. Y que acompañó de exhortaciones para un cambio de amplio calado en Cuba. No fueron, sin embargo, los temas que intervinieron en esa media hora histórica. Muy por el contrario, ambos arrancaron el encuentro jugando con bromas incluso sobre sus edades avanzadas.

Visiblemente achacado , Fidel llegó al mediodía a la Nunciatura Apostólica (Embajada del Vaticano) tras la misa que Benedicto XVI ofició en la emblemática Plaza de la Revolución. El comandante que llegó un poco antes que el pontífice, iba vestido de negro y llevaba bufanda. El color contrastaba con el blanco del jefe de la Iglesia.

El líder cubano inició la reunión con un comentario jocoso sobre la edad de ambos -Fidel tiene 85 y el pontífice está por cumplirlos en abril- al decirle que él ya se había retirado de las tareas ejecutivas, a lo que el Papa le respondió: “Soy anciano pero aún puedo cumplir con mi deber”.

De acuerdo con el relato del vocero papal, el padre Federico Lombardi, la reunión fue “muy animada”. De entrada Fidel sorprendió al Papa al decirle que desea fervientemente que los beatos Juan Pablo II – a quien recibió justamente aquí en 1998 – y Teresa de Calcuta sean declarados santos por la Iglesia. Son procesos que se tramitan en el Vaticano y que demandan una compleja y extensa comprobación para la Iglesia de que Dios obró un milagro (por lo general, una curación inexplicable para la ciencia) por la intercesión del postulado.

A su vez, el Papa habló de la cálida recepción que tuvo aquí por parte de la población. A lo que Fidel le contó que estaba bien al tanto porque había seguido toda la visita por televisión.

Luego, el líder cubano -seguramente también para sorpresa del Papa- se mostró interesado en los cambios de las últimas décadas en la liturgia católica, comparándola con las épocas de pequeño, cuando frecuentaba la iglesia por impulso de su madre, muy devota, y por haber sido alumno de un colegio jesuita.

“Fue sobre todo el comandante Fidel quien hacía preguntas” , dijo Lombardi.

Benedicto XVI, a su vez, le expuso su preocupación por lo que considera un desplazamiento de la figura de Dios en la sociedad contemporánea.

“Dios está al margen en la vida cotidiana” , dijo.

No fue una referencia menor, más bien casi un reto, en un país que decía en su Constitución hasta 1992 que era ateo (desde entonces se cambió por país laico). Y que expulsaba del partido a quienes tenían una creencia. También, como buen intelectual, el Pontífice le habló sobre la relación entre razón y fe, y libertad y responsabilidad cuestiones que forman parte, algunos de ellos, de la agenda del líder cubano dedicado últimamente a escribir editoriales y análisis.

El espíritu del encuentro, distendido y familiar, lo dio un dato que deslizó el propio Lombardi. Durante una parte de la entrevista, el líder cubano invitó a entrar en el salón a su compañera Dalia Soto del Valle para que salude al Pontífice y también estuvieron allí dos de los hijos del comandante que hablaron con Benedicto XVI.

La situación de Fidel con la Iglesia fue tormentosa en los primeros años de la Revolución, ya que el líder cubano llegó a encarcelar y expulsar del país a muchos sacerdotes. El actual arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, llegó a pasar varios meses en un campo de trabajos forzados. Por haber abrazado al comunismo, a Castro le cuadró la excomunión, según las normas eclesiásticas de entonces.

Sin embargo, la pena eclesiástica no fue más que una situación que se plantó de hecho en ese momento y, por tanto, no necesitaba un dictamen del Vaticano para el caso de que exista un interés de que se aclare que no lo está.

La cuestión también afloró en cercanías del encuentro en la Nunciatura.

El padre Lombardi dijo ayer que todo bautizado es en principio cristiano, y Fidel lo está.

“Otra cosa -aclaró- es ser parte activa de la comunidad religiosa”. Con todo, no quiso opinar sobre la situación religiosa de Fidel. “De la fe personal no hablo”, dijo.

Hay quienes especulan con un acercamiento en los últimos años del líder cubano a la religión. Pero es justamente pura especulación. Lo que sí quedó claro para el Pontífice y sus allegados es que Fidel no deja de tener en cuenta el papel de la Iglesia en el mundo actual.

Fidel y Benedicto XVI: los adversarios sean unidos

Por Marcelo Cantelmi

El viaje del Papa a Cuba dejó en evidencia que, aun en el antagonismo ideológico, existen intereses y posiciones compartidas con los viejos líderes de la Revolución.
 
 
Dos potencias se saludan. Fidel Castro y Benedicto XVI, en La Habana el miércoles 28.

31/03/12

Cuando en 1975 concluyó la brutal guerra que libró contra EE.UU., Vietnam celebró su victoria en un país económicamente devastado. Para intentar recuperarse solicitó a sus camaradas comunistas cubanos que le enseñen a cultivar café. Un equipo de técnicos respondió de inmediato y allá fueron para llevar la experiencia de la isla en la materia.

Fue un éxito. Vietnam se convirtió en el segundo exportador mundial de café y en una potencia económica en Asia . Más de treinta años después, un funcionario vietnamita le preguntó con candidez a un colega cubano cómo era posible que “ustedes que nos enseñaron a sembrar café compren ahora nuestro café. No se qué le respondió el cubano. Seguro que le dijo: el bloqueo”. La anécdota con el filoso sarcasmo de conclusión la contó el presidente de Cuba Raúl Castro en un legendario discurso ante el Parlamento en diciembre de 2010.

Es un detalle pero sirve para observar con un poco más de claridad y realismo los huracanes que se mueven hoy en la isla comunista. Quienes se asombraron por la supuesta audacia del Papa Benedicto XVI quien poco antes de llegar a la isla sepultó en la ineficiencia el sistema que modela a Cuba, olvidaron de qué modo el propio Fidel revisó sin anestesia aquel mismo año la realidad presente de la Revolución: “el modelo cubano ya no funciona ni para nosotros” , sentenció.

Es en el espacio de esas miradas críticas y de un obligado pragmatismo que debe buscarse el sentido de la visita a Cuba de este pontífice ultraconservador, recibido con el mismo beneplácito, honores y esmero que la conducción castrista reservó en 1998 para halagar al Papa Juan Pablo II . Aquel, no sólo fue un duro anticomunista sino, al margen de otras retóricas, un formal militante del modelo capitalista que impulsó por el mundo Ronald Reagan.

El galimatías de intentar unir semejantes tendencias puede explicar las interpretaciones acaloradas respecto a que todo este montón de gestos se obedecería a que Fidel, ya anciano, tantea formas para volver a la iglesia que lo acogió de niño.

El error es comprender al Papa sólo como un viajero pastoral . El capítulo práctico es el que tiene preeminencia y es el que busca la dirigencia cubana cuando se abre a estas visitas que intuye como portales para construir una imagen diferente hacia afuera , y estímulo para cerrar una batalla interna en la que se juega de modo definitivo el destino de esta Revolución tan paradigmática.

Veamos. Desde que el hermano menor de los Castro llegó al máximo sillón del poder después que Fidel se retiró por enfermedad en julio de 2006, se inició un zigzagueante proceso de cambios en la isla. Se motivaban en el aceleramiento del deterioro de la economía que se profundizó en 2008 con la crisis global. Lo que la nueva conducción intentaba era eliminar el igualitarismo a ultranza que defiende gran parte de la burocrática gerontocracia fundacional de la Revolución. La idea era impulsar una apertura económica, no política, para obtener inversiones cruciales que revirtieran la ecuación de crisis al estilo del modelo de Vietnam o el de China. Ese es el sentido de la consigna que enarbola en solitario el menor de los Castro cuando advierte “o rectificamos o nos hundimos” . Pero ¿son estos hermanos parte de la renovación? Es una buena pregunta.

Hay un escenario que obliga al pragmatismo. Cuba tiene más de 6,7 millones de hectáreas de tierras cultivables pero muchas improductivas de modo que el país importa 80% de sus alimentos dilapidando US$ 2,000 millones anuales. La crisis global y la propia han causado desde la reducción de la matriculación en las escuelas medias, la caída de la natalidad o el desplome notable de la producción en el campo y las industrias. El índice de Gini muestra, además, una duplicación de la desigualdad, con partes importantes de la población en la pobreza . Los sueldos rondan los 20 dólares mensuales y las jubilaciones apenas US$ 10. Ese esquema abona el terreno para la corrupción que es una de las amenazas que Raúl Castro intuye acertadamente con perfiles incendiarios. Una investigación de The Economist cita a un diplomático extranjero que comenta con sentido común que el gobierno ataca los síntomas pero no las causas: “la gente que gana 20 dólares es la que negocia contratos para el Estado por 10 millones”.

Si se abre la economía cubana y en el camino se elimina el insensato bloqueo impuesto por EE.UU., más absurdo hoy debido a que la isla dejó hace rato de ser un riesgo aún para sus más enardecidos enemigos, se liberaría un negocio de tamaño insospechado. Una idea ligera la brinda un estudio de la Universidad John Hopkins que ya en 1988 sostuvo que el costo del bloqueo para el sector de negocios de EE.UU. superaba los 30 mil millones de dólares.

Esos números, junto a un aluvión récord de turistas (2,7 millones el año pasado), son el otro lado del mostrador que explica la mirada en general benevolente desde el exterior hacia Cuba en una estela en la cual también se debería ubicar el viaje del Papa, y hasta su negativa a hablar con la disidencia porque un flujo de dinero de ese tamaño serenaría todas las tensiones.

Pero el problema no está tan afuera sino adentro. Hay que observar las purgas de 2009 para armar en parte el crucigrama del presente cubano. Cuando Raúl se consolidó, despidió a un exitoso reformista, Carlos Lage, responsable de economía y al canciller Felipe Pérez Roque, ex secretario privado de Fidel. En ese raro tumulto se consolidó el ultraconservador José Ramón Machado Ventura, posible ideólogo de esas purgas y que, afianzado como el número dos del régimen, frenó los ímpetus aperturistas.

Esa represión dominó incluso el esperado VI Congreso del PC (abril de 2011) que no logró avances. Sólo el crecimiento de la crisis económica explica el retroceso que se observa ahora de esos “halcones”. Es una paradoja. El Papa conservador en Cuba maltratando en todo momento el modelo que rige en la isla, debe haber dado mucho para sonreír a uno de los bandos de esa extraordinaria interna entre comunistas.

Copyright Clarín, 2012.

La libre salida de Cuba, una reforma esperada en la isla

Por Eleonora Gosman

Es una de las trabas aún pendientes, pese a los anuncios de La Habana, y un efecto del embargo.

LA HABANA. ENVIADA ESPECIAL - 08/02/12

Yoani Sánchez, más conocida como “la bloguera”, dista de ser una líder entre los jóvenes cubanos. Con su blog Generación Y, que inició en 2007, logró más éxitos en el exterior que en su país. “Si me leían o no, no importaba. Necesitaba escribir”, confiesa sobre sus inicios. Pero en 2008, la joven recibió el premio Ortega y Gasett otorgado por el diario El País y ese galardón le permitió dar el salto hacia la fama mundo afuera. “Fue un trampolín para (llegar a) la comunidad hispana”, relata. Ese mismo año, la revista Times la incluyó entre “las 100 personalidades más influyentes del mundo”.

Pero los galardones internacionales no fueron suficientes para consolidar su prédica a favor de las libertades en la Isla. La propia bloguera adjudica la clave de su escasa difusión interna a las dificultades para acceder a Internet. En verdad, no abundan los cibercafés, pero el acceso al servicio es libre y a precios módicos.

A pesar de las circunstancias que dificultan la repercusión doméstica de la prédica de Yoani, el gobierno cubano le denegó el viernes pasado el permiso de salida para viajar a Brasil pasado mañana. Yoani fue invitada por el director de un filme documental que la tiene como protagonista. Y al solicitar la visa brasileña, ésta le fue concedida apenas unos días antes de la visita de la presidenta Dilma Rousseff a Cuba. Esa política migratoria en Cuba, que mantiene en poder del gobierno la autorización para salir o entrar de la isla, es similar a la que existía en las ex repúblicas socialistas de Europa. Una inflexibilidad que no parece compatible con los nuevos tiempos de apertura económica.

“El gobierno cubano cree que eliminar las restricciones a los viajes puede ser la puerta para la fuga de cerebros ”, comentó un joven matrimonio de universitarios, que estaba en la Plaza de Armas, en el corazón de Habana Vieja. “¿Podría interpretarse como una señal de debilidad?” interrogó esta enviada. La respuesta fue ambigua: “Tal vez”. Lo cierto es que en materia de libertades de movimiento, lo que hay en Cuba es una suerte de espejo con la política de EE.UU. en este terreno. Recién en 2009, Barack Obama cambió algunas reglas que facilitaron el viaje de sus ciudadanos a la Isla caribeña y la remisión de dólares a familiares de emigrados. Por lo demás, siguen intactas otras trabas, financieras, económicas y comerciales, impuestas por un embargo que dura ya medio siglo.

Para muchos especialistas norteamericanos, el embargo es una “reliquia” heredada de la Guerra Fría. Es lo que afirma Theodore Piccone, vicedirector de Politica Externa en Brookings Institution y consejero del Club de Madrid –además de haber pasado por el Departamento de Estado y el Pentágono–. El especialista en cuestiones latinoamericanas opinó, luego de un viaje por Cuba que lo puso en contacto con académicos, periodistas, artistas y diplomáticos extranjeros: “Me convencí de que Cuba realmente está cambiando y en varios sentidos”. Piccone relató que en un primer momento, como un “recién llegado” al tema, se sintió impactado por la mezcla de esplendor decadente, prosperidad cultural y restricciones a las libertades. Pero una mirada “más de cerca, revela algo mucho más profundo: un gran salto mental, delineado por el presidente Raúl Castro a lo largo de los últimos dos años”. Incluye como dato central de ese despegue la prédica que busca convencer a los cubanos de que dejen de depender del Estado y pasen a una etapa de responsabilidad individual sobre sus vidas. Según el académico, los cambios producidos son “suficientes como para ser optimistas sobre el futuro económico de Cuba”.

Pero esas transformaciones no son sencillas ni rápidas. Muchos cubanos, especialmente militantes del Partido Comunista, parecieran aferrarse a modelos antiguos. En el Museo de los Comité de Defensa de la Revolución, ubicado en la Habana Vieja, puede leerse la frase de Fidel Castro proferida en los inicios de los años 60, donde afirma que los CDR son “los ojos y los oídos de la revolución”. Estos organismos populares se montaron en todas las manzanas y en todos los barrios. Una mujer de mediana edad, cuya misión es cuidar de las instalaciones, contaba con orgullo el papel revolucionario cumplido por estas unidades: “Nuestra primera misión era de vigilancia.

Luego sumamos otras tareas sociales”. El museo, fundado a instancias de Fidel, muestra que las actividades centrales consistieron durante un buen tiempo en controlar lo que ocurría en el vecindario. Hoy siguen en funcionamiento, pero su perfil inicial ha variado.

Ahora se ocupan de extraer sangre a donadores y de realizar reuniones para discutir temas de la vida cotidiana.

Lo que difícilmente pueda mudar a mediano plazo es la estructura gubernamental y política de Cuba. No habrá modificaciones al sistema de partido único, tal como se encargó de subrayar Raúl Castro en su discurso ante la conferencia del Partido Comunista de fines de enero. Para el presidente cubano, este momento exige poner todas las fuerzas en el terreno económico.