Por: Vilma
S. Martínez
Fuente: EMBAJADORA DE ESTADOS UNIDOS EN ARGENTINA
Desde 1991, el mundo destina
los 16 días que van del 25 de noviembre, Día Internacional
de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, al 10 de
diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, para
resaltar la idea de que la violencia contra la mujer en
razón de su género constituye una violación tajante de los
derechos humanos.
La violencia contra la mujer no es una cuestión "cultural"
sino de orden delictivo. Es un problema que atañe a todas
las naciones y requiere una respuesta proporcional a este
tipo de delitos.
La violencia contra la mujer destruye la vida de niñas,
mujeres jóvenes y adultas. La violencia de género desgarra
familias y comunidades y priva al mundo del talento que
necesita con tanta urgencia.
Lamentablemente, demasiadas mujeres de todas las edades son
víctimas de esta clase de violencia en diversas etapas de su
vida por su condición de mujer; son víctimas de situaciones
de violencia que van del feticidio femenino al cuidado
deficiente de la salud y la nutrición desde niñas, del
casamiento infantil a la trata y de los denominados
asesinatos "por honor" y asesinatos por motivos de dote al
abandono y ostracismo al que a veces son sometidas las
viudas. La lista no se agota aquí.
Esta clase de violencia constituye una pandemia mundial que
atraviesa etnias, razas, clases sociales, religiones,
niveles educativos y fronteras internacionales. El único
elemento común radica en la elección de las víctimas por su
condición de mujer. Estas diversas formas de violencia de
género tienen su raíz en la baja valoración que ha recibido
y sigue recibiendo la mujer en todo el mundo.
Para poner fin a la violencia de género se necesita procesar
a más responsables de este delito y, al mismo tiempo,
trabajar para lograr la igualdad completa de la mujer en
todos los ámbitos de la vida.
La violencia de género no es sólo privativa de la mujer;
atenta contra los derechos humanos y la seguridad en todo el
mundo. Dada la condición de problema internacional, este
tipo de violencia requiere también soluciones a nivel
internacional. Estados Unidos posee el compromiso de
trabajar con gobiernos, instituciones multilaterales y una
gran diversidad de socios del ámbito privado -desde
activistas y defensores, a sobrevivientes y líderes de la
sociedad civil - para poner fin a la impunidad de los que
cometen estos delitos y garantizar la implementación plena
de las leyes que reconocen la igualdad de la mujer y el
derecho a vivir sin violencia.
Estamos trabajando a fin de promover el compromiso de los
hombres en la eliminación de la violencia. Instamos a los
líderes religiosos a que incorporen estos mensajes, acordes
con todos los credos, a sus actividades y acciones de
alcance comunitario. Asimismo, estamos colaborando para que
los niños y niñas de todas las naciones tengan acceso seguro
e igualitario a una educación de calidad que enseñe el valor
intrínseco de cada persona.
La administración del Presidente Obama se ha comprometido a
poner fin a la violencia contra la mujer en los Estados
Unidos, donde demasiadas mujeres todavía sufren maltrato y
abuso. Asimismo, la secretaria de Estado Hillary Clinton ha
establecido la violencia de género como prioridad máxima de
la política exterior estadounidense.
Las mujeres son la clave del progreso y la prosperidad para
el siglo XXI. Cuando las mujeres son marginadas y
maltratadas, la humanidad no puede progresar. Cuando se les
conceden sus derechos y se les brinda igualdad de
oportunidades en materia de educación, salud, empleo y
participación política, las mujeres mejoran a sus familias,
sus comunidades y sus naciones.
Es hora de que la violencia doméstica contra la mujer sea
una prioridad para todos nosotros.