Por Mario Diament
Sábado
12 de julio de 2008 | Publicado en diario La Nación
MIAMI.- El fin de semana
pasado, Wei Wang, una mujer que vive en el condado de Montgomery, en Maryland,
a poca distancia de Washington, aprovechó el aniversario de la independencia
para reclamar públicamente por sus derechos.
Las libertades que
demandaba no son aquellas en las que se piensa habitualmente, como igualdad
ante la ley o protección contra la discriminación. Lo que Wei Wang exigía era
que le permitieran colgar su ropa para que se secase al sol, actividad vedada
por la mayoría de los 300.000 consorcios que regulan la vida de 60 millones de
propietarios de condominios en todo el país.
Con la excusa de velar
por el valor de los inmuebles, estas asociaciones se arrogan el derecho a
establecer códigos estéticos; a decidir si se aceptan niños, ancianos,
animales, invitados o locatarios dentro del condominio y a ordenar reformas o
mantenimiento.
Pero el reclamo de Wei
Wang no constituye un hecho aislado. Por el contrario, forma parte de un
movimiento ambientalista que comenzó en 1995 y se ha extendido a escala global,
que afirma que si la gente secara su ropa al sol en lugar de utilizar secarropas, reduciría el recalentamiento del planeta.
En 2005, según un
estudio realizado por la Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos, había
en Estados Unidos 88 millones de secarropas.
Anualmente, estas máquinas consumen el equivalente a unos 30 millones de
toneladas de carbón, que es, aproximadamente, la producción de 15 reactores
atómicos.
Aunque la imagen de
ejemplares varios de ropa interior ondulando al viento evoca más las películas
del neorrealismo italiano que una postal de la vida norteamericana, para
Alexander Lee, fundador y director ejecutivo del Proyecto Lista de Lavandería,
se trata de una aspiración que podría cambiar la dependencia del mundo
industrial de las fuentes de energía tradicionales.
Su organización defiende
"el derecho a secar" de cada uno y promueve la sanción de legislación
en los estados a tal efecto.
Desde su sitio en
Internet ( www.laundrylist.org ), el
grupo insta a la desobediencia civil frente al poder coercitivo de los
consorcios y patrocina un día mundial del colgado de ropa, el 19 de abril, tres
días antes del Día de la Tierra.
Lee dice que la
revelación que lo condujo a fundar este movimiento le llegó un día de 1995,
cuando escuchó a Helen Caldicott, una física y
activista antiatómica australiana, afirmar que "si pusiéramos toda nuestra
ropa a secar al sol, podríamos cerrar toda la industria de energía
nuclear".
Hoy, sólo Florida
garantiza el "derecho a secar", aunque Utah y Hawai han sancionado
leyes parecidas. En 1999, Vermont se convirtió en el primer estado en
introducir un anteproyecto protegiendo el "derecho a secar" ropa al
sol. Es allí donde la industria de los dispositivos para colgar ropa ha
renacido. Michelle y Joel Baker diseñaron unos postes con sogas para colgar su
ropa y el aparato causó tal sensación que comenzaron a llegarles pedidos de
diversos lugares del país. En abril, decidieron estrenar su compañía.
La expansión del
movimiento a comenzado a preocupar a los consorcios,
quienes temen la intromisión de los políticos en un área sobre el cual, hasta
el momento, tenían autonomía. Frank Rathbun, vocero
del Instituto de Asociaciones Comunitarias, que representa a consorcios,
reconoce la necesidad de ejercer responsabilidad ecológica, pero se espanta
ante la idea de que algún comprador potencial llegue a uno de estos condominios
y sea recibido por líneas de ropa colgando al sol. "No cabe duda de que el
valor de las propiedades se verá afectado", reflexiona.
Wei Wang, entretanto,
insiste en que no se doblegará ante las cartas amenazantes de los abogados del
consorcio. Ha vivido en Inglaterra, Alemania y Holanda donde, según dice, la
gente cuelga su ropa sin intromisión. El sol, después de todo, no es
jurisdicción de ningún consorcio.
3 opiniones de los lectores
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3ROPera
12.07.0808:16 En mi
modesta opinion, Ms. Wang tiene el derecho a
comprarse una casa en un barrio en donde no haya restricciones y colgar alli lo que se le de la gana. Pero si compra en un
condominio, tiene que atenerse a las reglas establecidas, o modificarlas
utilizando los medios disponibles a tal efecto.
·
Peladillo 12.07.0803:08 Todo aquello que concurra a disminuir la polución
ambiental, bienvenido sea. Y de ser cierto la incidencia que esa física
sostiene, mas vale que se le haga caso y que los arquitectos e ingenieros
diseñen métodos de eliminar la polución visual de los tendidos. Y siguiendo en
esta tónica, se debería poner el mayor esfuerzo en disminuir la contaminación
ya no solo superficial sino de las napas freáticas que constituyen los basurales
y los cementerios; en el primer caso asesorándose sobre el formidable negocio
del reciclado, y en el segundo terminando con esa ilusoria permanencia del que
ya no es y que para los que creen en Dios no debería ser motivo de
desmerecimiento del mismo al creer que un Dios omnipotente no puede rejuntar
los átomos dispersos en una resurrección; por lo que el mejor destino sería la
cremación y esparcimiento de vuelta a la naturaleza. Asimismo la debida
intervención sobre las industrias que polucionan el aire, la tierra y el agua
de los ríos, de lo cual debería tomarse como ejemplo la recuperación con vuelta
de los peces en ríos de Europa, lo que demuestra su factibilidad. O teniendo en
cuenta la utilización de fuentes de energía renovable independientes del
petróleo o la fisión nuclear, a menos que se consiga la fusión nuclear de modo
redituable, ya que esta no es contaminante. En fin, tanto por hacer y decir,
pero la decisión está condicionada por los intereses inmediatos, codiciosos y
suicidas
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1BeatrizGalindo 12.07.0801:44
“La expansión del movimiento a comenzado a preocupar
a los consorcios, quienes temen la intromisión de los políticos en un área
sobre el cual, hasta el momento, tenían autonomía”. ¿No son demasiados errores
en una sola oración? La expansión del movimiento HA comenzado a preocupar a los
consorcios, QUE temen la intromisión de los políticos en un área sobre LA cual,
hasta el momento, tenían autonomía.