La crisis financiera global / El petróleo y el efecto en el interior norteamericano

La pobreza, el lado oscuro del "sueño americano"

El American Dream es símbolo de ideales como la igualdad, el éxito o la felicidad en EE.UU. ´Qué queda hoy de esa utopía?

Por:  Paula Lugones

Corrían los años 30 cuando la familia Joad abandonó su tierra en Oklahoma porque el banco se había quedado con todo. La Gran Depresión y una feroz sequía que levantaba enormes tormentas de polvo habían causado estragos en una vasta región del sur de Estados Unidos. Los cultivos se achicharraban, el ganado se moría, los campesinos no podían pagar las hipotecas o la renta y los campos eran embargados por las compañías de títulos. Con todo el dolor a cuestas, los Joad cargaron lo poco que les quedaba en un desvencijado camión y se lanzaron por la Ruta 66 en busca de otra vida. Venían a California para conseguir trabajo. Como ellos, otros 200 o 300 mil que lo habían perdido todo iniciaron un éxodo masivo hacia el Oeste para trabajar duro y empezar de nuevo. Querían una nueva tierra de oportunidades, querían progresar. Querían alcanzar el American Dream, el Sueño Americano.

A los Joad se les murieron los más ancianos en el camino, fueron estafados, casi esclavizados, tuvieron problemas con la policía, pero nada parecía detenerlos. En su genial novela Viñas de Ira, John Steinbeck narró en 1939 el drama de esa familia que pudo haber sido una de las tantas víctimas de la Gran Depresión, en una fuerte crítica a los bancos y al sistema capitalista. A 80 años de aquellos tiempos duros, hoy también muchos pierden sus casas y sus trabajos. Pierden las esperanzas. Y, a pesar de que aún late, el Sueño Americano, uno de los pilares fundamentales de la cultura de este país, también está en crisis.

'Pero qué significa concretamente esa idea tan asociada a EE.UU.? El American Dream ha ido cambiando con el paso del tiempo. Para los mayores, el Sueño simboliza libertad y la posibilidad de tener una buena vida mediante el trabajo duro y que cada generación supere a la anterior. Sin embargo, para los más jóvenes se conecta con aspiraciones más consumistas, de fama, fortuna y felicidad.

Según un reciente estudio sobre el tema de la consultora estadounidense JWT y decenas de entrevistas que hizo Clarín a lo largo de casi 4.000 kilómetros por todo el país, la mayoría de los estadounidenses cree que el concepto no ha muerto, pero está golpeado y necesita ser redefinido. 'Y a quién echan la culpa? La mayoría cree que la administración Bush ha hecho muy difícil que la gente pueda hoy alcanzar el Sueño. Los ricos son la excepción: un 66% cree que el gobierno republicano los ha ayudado a conseguir sus objetivos.

Emmanuel Yigg tiene casi 18 años, es de raza negra, vive en Los Angeles, tiene 5 hermanos y define la situación de su familia como "al borde de la pobreza". "El Sueño Americano se está cayendo porque Bush hizo que el país ahora tenga mucha más deuda y todo será difícil en el futuro". Además, agrega Emmanuel, "ahora aunque seas rico podés dejar de serlo y convertirte en pobre en un segundo. Se puede perder el Sueño en un segundo". Al chico lo seduce el glamour. Quiere estudiar diseño de indumentaria y está contento porque eso le permitiría trabajar con gente del exterior y no depender de la golpeada economía local. "Pero si querés ser doctor o ingeniero, el Sueño Americano se vuelve difícil".

Trish Emig, una docente jubilada de Stillwater, Oklahoma, aporta una observación interesante. "Tenemos una nueva clase en este país y yo los llamo 'day by day' (día a día). Son las familias donde ambos padres trabajan duro o son madres solteras que no pueden progresar. Ellos viven en el borde de la pobreza, todos los días. Y sólo con la noticia de una enfermedad o un pequeño problema ya caen en la pobreza. Es una lucha. Es una lucha de todos los días. Y no se puede pensar en términos de American Dream, a largo plazo".

Deanna Homer, otra jubilada de Oklahoma y militante ecologista, cree que la idea "está demasiado enfocada en el consumo y el materialismo. Con el calentamiento global y las subidas y bajadas del petróleo, el American Dream tiene que cambiar. Debe ser más un sueño de supervivencia que una cuestión de consumo, de comprar cosas, de ser exitoso. Debe ser un sueño de comunidades que trabajen juntas. Cuando los tiempos cruciales se avecinan, el país debe agruparse, como en la Segunda Guerra, y hacer sacrificios".

Gustavo Bertrán, un arquitecto argentino que vino a Victorville, California, en busca de un futuro mejor y acaba de perder su casa, no cree que el Sueño esté muerto. "Por ahora, está relegado. Nos hemos despertado y algunas cosas se han recortado. El Sueño no brinda afectos ni amigos, pero te da casi todo lo demás, cuando funciona".

Elías Bermúdez, mexicano con ciudadanía de EE.UU., de Phoenix, Arizona, resalta una veta del Sueño que tantos inmigrantes vienen a cumplir. "Este país aprisiona. Y, aunque la jaula sea de oro, no deja de ser una prisión. Te aprisiona porque te da cosas materiales que no las puedes disfrutar en tu país de origen y también en el hecho de que si tu sales del ritmo de vida que se vive acá se te viene todo abajo".

De cara a las elecciones del martes, Barack Obama sacó a reflotar este concepto entre los hispanos. "Compartimos un sueño: que trabajando duro, tu familia puede triunfar", dijo en un aviso en español emitido el jueves. "Este es el Sueño Americano. Te pido tu voto para mantener este sueño vivo para tí y para tus hijos".

Todos coinciden en que el próximo presidente tendrá una dura tarea, pero deberá revigorizar el Sueño alicaído. Según la encuesta, los estadounidenses creen que la historia personal de Obama simboliza mejor el American Dream que la de McCain, pero están divididos sobre quién será el hombre que podrá ayudar a la clase media a alcanzar sus sueños.

Desde Nueva York, Jim Cullen, profesor de historia y experto en el tema, hace su aporte. "Aquí estamos hablando de sólo una versión del Sueño Americano, la de hacer millones de dólares. Pero siempre han habido otras: el sueño de la libertad religiosa de los primeros peregrinos, el sueño del inmigrante por educar a sus hijos, el sueño de Martin Luther King de igualdad para todos. El que está golpeado es el Sueño de George W. Bush".

La clase media, una especie en vías de extinción en EE.UU.

Símbolo de movilidad social, en muchas ciudades quedó muy golpeada por la crisis
Sábado 25 de octubre de 2008 | Publicado en  LA NACION  

Los contrastes entre riqueza y pobreza, una constante en Birmingham, Alabama

Por Inés Capdevila
Enviada especial

BIRMINGHAM, Alabama.- Eran los héroes del "sueño americano". Los que hacían rugir la economía de Estados Unidos, los que convencían al país de que ésta era una tierra de igualdad y oportunidad.

Ellos, los norteamericanos de clase media, eran el símbolo de una legendaria movilidad social. Pero estalló la crisis financiera.

Y hoy, lejos de la exuberancia de Nueva York, Chicago o Los Angeles, cerca del corazón de Estados Unidos, la clase media tiembla, se angustia, se mueve. Ya no para arriba sino para abajo.

El crédito desaparece. Los alimentos y el transporte suben. El invierno se acerca y calefaccionar las casas no será barato. Los aranceles universitarios no conocen techo. Los seguros de salud son cada vez más restringidos. Las jubilaciones se reducen. La propiedad de las casas está en peligro. Los diarios dan consejos sobre cómo ahorrar hasta en los disfraces para el Día de Brujas.

Los más de 150.000.000 de norteamericanos que forman parte de la clase media ganan desde 30.000 hasta 100.000 dólares al año, ingresos nada despreciables si uno reside en América latina.

Pero a medida que sus costos engordan, su estilo de vida adelgaza y las oportunidades se desvanecen.

Hoy el ingreso real de esos millones de norteamericanos es, de hecho, menor que cuando comenzó el siglo, según reveló, en agosto, el informe "Estado de la Norteamérica Trabajadora", del Instituto de Economía Política. Es la primera vez, desde 1940, que ese ingreso cae y, a medida que lo hace, la distribución de la renta se torna más desigual.

Treinta años atrás, el 10% de los norteamericanos más ricos ganaba 20 veces más que el resto del país. Hoy percibe 77 veces más.

"Los muy ricos son cada vez más ricos, mientras que los ingresos de la mayoría de la gente están congelados o caen. El ingreso medio bajó 324 dólares desde 2000. Todo esto, más la crisis, erosiona la estabilidad de la clase media", dijo a LA NACION Lisa Donner, directora del programa contra la pobreza del Centro para el Progreso Norteamericano, desde Washington.

Esa disparidad, más propia de América latina que de Estados Unidos, se refleja en los lujosos edificios de los centros de las ciudades y en las decadentes casas de los barrios pobres. En la pujante riqueza de las grandes metrópolis y en el esfuerzo por sobrevivir a la crisis de las urbes más pequeñas.

Próspera capital de uno de los estados más pobres del país, Birmingham es, a la vez, opulencia y ocaso.

Es abundancia en sus flamantes edificios de empresas de seguros o de biotecnología. Es deterioro en sus construcciones sin terminar, en sus fábricas abandonadas, en sus negocios cerrados por los embargos.

Como en otros estados, ese declive se hace más pronunciado a medida que la ciudad deja paso a las áreas rurales, a medida que la crisis se inmiscuye en la vida diaria de los norteamericanos.

"Sólo hace falta salir de las ciudades para darse cuenta de lo que nos sucede. Vas a un hospital público y ves a gente esperando todo el día. La economía está diezmando los trabajos, los beneficios sociales. Tenemos que salvar a la clase media. Nuestro país se construyó sobre la clase media", dijo a LA NACION Douglas Schulke.

De visita en Alabama, Schulke es un veterinario de 71 años que, dentro de su angustia ante la crisis, está feliz. Años atrás, cuando le llegó el momento de pensar en su eventual jubilación, optó por comprar una granja en Iowa en lugar de destinar parte de sus ingresos a un fondo de pensiones.

Hoy el alquiler de esa tierra le permite vivir, en Nuevo México, sin sobresaltos, a diferencia de lo que le sucede a muchos de sus amigos.

Ellos apenas llegan a fin de mes luego de que el descalabro financiero pulverizó casi dos billones de dólares de los fondos de pensión.

Sin excepciones

La crisis no reconoce diferencias dentro de la clase media. Mientras los jubilados penan por sus pensiones, los jóvenes se inquietan ante el riesgo de tener que abandonar la universidad por la imposibilidad de pagar sus créditos estudiantiles.

La debacle económica tampoco admite diferencias entre los de arriba y los de abajo. Aquellos cuyos ingresos se acercan a los 100.000 dólares se preocupan por el descendente valor de sus casas.

Y aquellos que quisieron acoplarse, desde abajo, a la clase media fueron los que más sufrieron.

Como chofer de un camión de reparto, Corey Greene, de 30 años, gana 700 dólares por semana, un ingreso que le permite estar, desde unos años atrás, en la franja inferior de la clase media.

Cuatro años atrás sacó un crédito para comprar su primera casa. Mensualmente abonaba 400 dólares por la hipoteca, pero estalló la crisis y ahora el pago es de 650 dólares.

"Hace dos meses que no lo pago. Todavía no sé qué voy a hacer. Todos los días busco un segundo trabajo pero no encuentro nada; nadie contrata", dijo a LA NACION en pleno centro de Birmingham.

Greene cree que es muy poco probable que vaya a conseguir empleo. Razón no le falta.

Las empresas anuncian despidos y esta semana el gobierno anunció que había recibido 15.000 solicitudes de beneficios por desempleo, un número mucho mayor al esperado.

Greene pertenece a una minoría, la afroamericana, que, junto con la hispana, es uno de los grupos más afectados por el terremoto económico.

"Esta crisis los afecta en forma desproporcionada, sobre todo la del sector inmobiliario. Con pocos recursos, ellos tuvieron que acudir al mercado negro de las hipotecas y ahora son los que más casas han perdido. Lo mismo va a suceder cuando alcance al empleo", dijo a LA NACION William Spriggs, director del Departamento de Economía de la Universidad Howard.

Históricamente, hispanos y negros fueron los más desfavorecidos por la economía.

Tienen los ingresos más bajos, el menor nivel de educación y la tasa chica de acceso a la salud, según el último censo norteamericano.

Desde abajo, desde la pobreza, muchos de ellos quisieron ingresar en una temblorosa clase media.

Pero, crisis de por medio, esta tierra de oportunidades dice no. Para ellos y millones de otros, el "sueño americano" deberá esperar.