Mujeres cardenales: una idea que ya se debate en la Iglesia

POR SERGIO RUBIN    14/10/13

El Papa quiere darles un rol más activo en la toma de decisiones. Y se especula que podrían ocupar espacios en el cuerpo cardenalicio. Para ello, habría que modificar el Código de Derecho Canónico.

 

“En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer, incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”. El concepto, formulado por el papa Francisco durante la reciente entrevista que concedió a la revista jesuita Civiltà Cattolica, fue la definición más contundente que se le conoce hasta ahora –aunque no la única- al pontífice argentino sobre el futuro del papel de la mujer en la Iglesia, lo que abrió las puertas a diversas especulaciones acerca de cómo sería.

No se sabe qué es lo que Francisco tiene en mente en este sentido. Ni siquiera si va a tomar una medida concreta. Lo que está claro es que no quiere que las mujeres sean solo “catequistas o directoras de la Cáritas parroquial”. Y que desea promover un debate interno sobre el tema: “Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer”, señaló. Pero también recordó que la Iglesia le dijo “no” al sacerdocio femenino. Y que Juan Pablo II lo hizo “de modo definitivo”. La razón que se esgrime es que Jesús eligió hombres como apóstoles y otro tanto hicieron ellos con sus colaboradores. El sábado dijo que “sufre” cuando ve que en la Iglesia el papel de la mujer se reduce “a la servidumbre”.

Por eso, una primera especulación que se hace -descartado el sacerdocio femenino- es que la mujer podría ocupar muchos más cargos, y ciertamente mucho más relevantes, en el Vaticano de los que ocupa hasta ahora. Por caso, una casada podría presidir -acaso junto a su marido- el Pontificio Consejo para la Familia. Pero hay otra especulación más osada que empieza a hacerse: que el Papa –este o sus sucesores- podría crear cardenal a mujeres. Ello sería un salto cualitativo enorme porque los cardenales son los principales consejeros del pontífice y tienen la función de elegir Papa.

La hipótesis de que una mujer sea cardenal tiene un inconveniente: el Código de Derecho Canónico (legislación eclesiástica) establece que para ser cardenal hay que ser varón y al menos sacerdote, en cuyo caso, si es elegido, debe ser consagrado obispo. Pero tiene una condición favorable: el cardenalato no es, en sí mismo, uno de los siete sacramentos de la Iglesia (junto con el bautismo, la comunión, etc.) como lo es el diaconado, el presbiterado y el episcopado, que componen el llamado sacramento del orden. O sea, que si un Papa suprimiera los requisitos de ser varón y sacerdote u obispo para ser cardenal -una exigencia, digamos, no dogmática- se despejaría el camino.

La historia de la Iglesia cuenta con antecedentes de cardenales ajenos al sacramento del orden. “En su origen, los cardenales eran representantes del pueblo de Roma para elegir al Papa y por eso cada cardenal actual, aunque viva en Asia, posee una iglesia en Roma como propia”, señala a Clarín el sacerdote jesuita Ignacio Pérez del Viso. Si bien destaca que “la función de los cardenales cambió a lo largo de la historia”, considera que, en cuánto electores del Papa, “los cardenales podrían ser laicos y laicas”. Recuerda que “se comentó mucho que Pablo VI pensaba crear como cardenal a un laico: Jacques Maritain”. Y redondea: “No veo dificultad para que un Papa designe cardenal a una mujer”.

La hermana Josefina Llach, una destacada teóloga de las Esclavas del Corazón de Jesús, dice que “históricamente el cardenalato no es propio del ministerio ordenado; bastaría sacramentalmente el bautismo para ser cardenal. En la historia –apunta- hubo cardenales no presbíteros ni obispos. Pero actualmente –puntualiza- el derecho canónico prescribe que para ser nombrados tienen que ser varones y presbíteros. Además, dice que cuando es nombrado cardenal un presbítero “debe recibir la consagración episcopal (pasar a ser obispo)”. Tras señalar que “si el Papa decidiera conceder el cardenalato a mujeres tendría que enmendar el Código de Derecho Canónico en este punto”, Llach considera que “podría hacerlo porque no es una materia de derecho divino, ni proclamada ex cathedra por algún pontífice”. Cree que “si se diera ese caso, supongo que habría que concedérselo también a los varones laicos y a los religiosos no sacerdotes”. Y opina que “como se ve, no son cosas fáciles, pero bastaría que lo desee el Espíritu Santo, que siempre sabe sorprender”.

De nuevo surge la gran incógnita: ¿Hasta donde está dispuesto a llegar Francisco? Por lo pronto, el Papa reconoce que “las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar”. Y que “la Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña”. Pero pareciera relativizar la inserción de la mujer en las estructuras jerárquicas, al señalar: “María, una mujer, es más importante que los obispos, y digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad”. Francisco está propiciando un debate en la Iglesia sobre el papel de la mujer. No es poco si se piensa que estaba virtualmente clausurado hasta su elección. Así, hablar de mujeres cardenal ya no es un delirio de un trasnochado.

 

Una posibilidad que despierta distintos puntos de vista

14/10/13

La posibilidad de que mujeres se conviertan en cardenales despierta puntos de vista distintos. Los más aferrados a la fe no entienden que la situación merezca un debate, sostienen que el hombre tiene su rol otorgado por Dios y que la mujer también tiene los suyos. Para quienes piensan esto, el hombre tiene el mandato del sacerdocio y la mujer la de la maternidad, por citar algunas de sus misiones destacadas. En cambio, en otros sectores aseguran que sería un paso importante para “conferirle autoridad y respeto” a las mujeres dentro de la Iglesia.

La prestigiosa teóloga italiana Lucetta Scaraffia propuso al papa Francisco la “creación” (término religioso) de una mujer cardenal como una manera de fomentar el papel de la mujer dentro la Iglesia. “Sería el camino maestro para conferir autoridad y respeto a las mujeres dentro de la Iglesia. Eso sería posible sin entrar en el delicado problema de la ordenación sacerdotal para las mujeres”, asegura. La respetada teóloga, que suele colaborar con el diario del Vaticano L’Osservatore Romano, dice que la designación de una mujer en el Sagrado Colegio de Cardenales, representaría un “gesto fuerte, significativo”.

Por otro lado, la candidata a Legisladora porteña por la Democracia Cristiana, María Eloisa Berton, destaca la tarea de la mujer, “designada por la naturaleza para ser madre”. Pero respecto de la posibilidad de que fueran cardenales o sacerdotes dice: “Me pregunto, ¿puede la mujer ocupar cargos jerárquicos dentro de la Iglesia? Sí, ¿por qué no poder? Ahora, la pregunta sería: ¿debe la mujer ser jerárquica? ¿En qué beneficia a la Iglesia una mujer obispo, cardenal o Papa? ¿Cómo compatibiliza sus obligaciones religiosas con la de atender su propia familia y sus embarazos? ¿O deberían ser célibes? Entiendo que sólo el Espíritu Santo tiene la respuesta”.

Más tajante, la filosofa y catequista María Silvina Morante señala que “hablar de sacerdocio para la mujer es alterar en su naturaleza lo que fue descripto por Jesús”. Ella explica que en el catecismo se menciona: “el Señor hizo a Pedro (por lo tanto un hombre) y solamente a él piedra de su Iglesia”. “Significa que para él era en exclusiva su ordenación sacerdotal”, agrega. “Esto nos invita a darnos cuenta de la misión espiritual para la que fuimos pensados”.