El Papa dejó claro que el comunismo ya no funciona en Cuba
Benedicto XVI arribó a México para una visita de tres días antes de partir a la
isla caribeña; dijo que la Iglesia Católica Romana está dispuesta a ayudar a los
cubanos a encontrar nuevos modelos sin "trauma"
MEXICO.- El papa Benedicto XVI llegó este viernes al aeropuerto de la ciudad de
Silao, estado de Guanajuato, en su primera visita oficial a México, que no
incluye su paso por la capital.
Con su habitual sotana blanca, el Papa descendió lentamente la escalinata del
avión, al pie de la cual sobre una alfombra roja lo esperaba el presidente
mexicano Felipe Calderón, acompañado de su esposa Margarita Zavala, y de un
grupo de niños.
Calderón estrechó las manos del sumo pontífice, intercambiaron algunas palabras
y saludaron a las banderas del Vaticano y de México.
PROXIMA ETAPA, CUBA
El Papa Benedicto XVI dijo este viernes que el comunismo ya no funciona en Cuba
y que la Iglesia Católica Romana está dispuesta a ayudar a la isla a encontrar
nuevas formas de avanzar en nuevos modelos sin "trauma".
En declaraciones en el avión que lo traslada desde Roma a México y Cuba, el Sumo
Pontífice expresó a periodistas: "Hoy es evidente que la ideología marxista en
la forma en que fue concebida ya no corresponde a la realidad".
Al responder a una pregunta sobre su visita a la isla, un bastión comunista
situado a 145 kilómetros de la costa de Estados Unidos, el Papa agregó: "En esta
forma ya no podemos (...) construir una sociedad. Nuevos modelos deben ser
encontrados con paciencia y de forma constructiva".
El Papa Benedicto XVI, que está previsto que llegue a Cuba el lunes luego de una
visita de tres días a México, llamó a la libertad de conciencia y a la libertad
de culto en la isla, donde rige un sistema comunista desde hace más de 50 años.
El Sumo Pontífice ofreció la ayuda de la Iglesia para lograr una transición
pacífica en Cuba y dijo que el proceso requiere de paciencia y también de "mucha
determinación".
"Queremos contribuir en un diálogo espiritual para evitar traumas y ayudar a
avanzar a una sociedad que sea fraternal y justa, que es lo que deseamos para
todo el mundo", añadió.
Sus comentarios provocaron una cautelosa respuesta del Gobierno cubano.
"Escucharemos con todo respeto a Su Santidad", dijo el canciller cubano, Bruno
Rodríguez, en una conferencia de prensa en La Habana poco después de las
declaraciones del Papa.
"Respetamos todas las opiniones. Consideramos útil el intercambio de ideas",
aseguró a periodistas en La Habana. "El Gobierno cubano se ha esforzado para
hacer de la visita de Su Santidad un acontecimiento memorable y un éxito pleno",
agregó.
"El proyecto social cubano tiene un acervo, muestra una obra construida, está
abierto al intercambio de ideas, es un proyecto social democrático escogido
genuinamente que se encuentra al mismo tiempo en constante perfeccionamiento",
sostuvo.
Los comentarios del Papa sobre el comunismo fueron más directos y críticos que
los hechos por su predecesor, Juan Pablo II, en su histórica visita a Cuba en
1998.
Benedicto XVI se refirió a esa visita al comentar que, en Cuba, el Papa Juan
Pablo II "abrió un camino de colaboración y diálogo constructivo, un camino que
es largo y llama a la paciencia, pero avanza".
La visita de Juan Pablo II aceleró el proceso de reconciliación entre la Iglesia
Católica y los líderes comunistas de Cuba, que estuvieron enfrentados por muchos
años tras la revolución de 1959.
DERECHOS HUMANOS
Al ser consultado sobre si abordaría temas de derechos humanos en Cuba, el Papa
respondió: "Es obvio que la Iglesia siempre está de lado de la libertad, del
lado de la libertad de conciencia, de libertad de culto, y contribuimos en ese
sentido".
Los cubanos reaccionaron de forma muy diversa a las declaraciones del Papa.
Elizardo Sánchez, portavoz de la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de
Derechos Humanos, dijo por teléfono a Reuters que la declaración del Papa
confirma su "buena voluntad" respecto a la situación en la isla, pero no tiene
grandes esperanzas con la visita.
"Dudo mucho que esta visita va a tener algún impacto en materia de derechos
humanos y democracia para los cubanos", expresó.
"El problema en Cuba no es el marxismo (...) Al Gobierno le falta voluntad para
hacer los cambios políticos modernizadores que necesita el país", agregó.
También le salieron defensores al comunismo.
Lázaro Rodríguez, de 52 años, admitió que en algunos sentidos el sistema no
funciona, pero culpó al embargo comercial que aplica Estados Unidos contra la
isla desde hace medio siglo.
"Es difícil que funcione por las necesidades económicas que tenemos (...)
Estados Unidos nos ha tenido pisoteado todo lo que ha podido y por eso no
avanzamos un poco más", dijo. "El Papa no tiene por qué creer en el comunismo
(pero) nosotros lo seguimos defendiendo a capa y espada", añadió.
Mientras que Wilfredo Ramos, de 53 años y empleado de una cafetería particular
cerca de la provincia de Camaguey, a unos 514 kilómetros de La Habana, dijo que
tiene total "libertad".
"Es posible que el (Papa) no esté actualizado de todos los movimientos
(reformas) que se están realizando en el país, como las cuentas propias (trabajo
privado) y los arrendamientos de tierra", dijo. "Todo lo que uno quiere vender,
se puede vender. Hay libertad en tu vida", agregó.
Pero el estudiante Germaine Cruzada quiere más.
"Hay que hacer cambios porque de verdad que el comunismo no está funcionando ya.
Tu llegas a algún lado y no es lo mismo al comunismo de antes (de la década de
1990), no se vive igual", dijo aludiendo a la época posterior al derrumbe de la
ex Unión Soviética, cuando Cuba se quedó sin su aliado y benefactor.
La semana pasada, el Vaticano reiteró su condena al embargo comercial
estadounidense contra Cuba, calificándolo como inútil y perjudicial para los
cubanos comunes.
El embargo, que el mes pasado cumplió 50 años y que los cubanos llaman "El
bloqueo", aún es una piedra angular de la política de Estados Unidos hacia la
isla caribeña, aunque no ha logrado su objetivo principal de socavar al Gobierno
en La Habana.
Washington impuso el embargo comercial casi total en el momento más álgido de la
Guerra Fría para castigar a La Habana por su apoyo a la Unión Soviética y con la
esperanza de que provocara el fin del comunismo.
No está claro si durante su viaje Benedicto XVI se reunirá con Fidel Castro, que
gobernó Cuba por 49 años antes de que su hermano Raúl lo sucediera en el 2008.
El Vaticano ha dicho que el Papa estará "disponible" si Fidel Castro quiere
reunirse con él.
Agencias Reuters y EFE.
Optimismo disidente por la crítica papal
La oposición y la Iglesia de la isla celebraron que el Pontífice cuestionara
abiertamente al marxismo en el inicio de su viaje
SANTIAGO DE CUBA.- Si muchos se ilusionan con que la llegada de Benedicto XVI
pueda inaugurar una suerte de "primavera cubana", las críticas al comunismo que
el Santo Padre pronunció anteayer en el avión que lo llevó a México crearon gran
entusiasmo en la disidencia cubana y sectores católicos, que esperan con
optimismo su visita.
"El marxismo, tal como fue concebido, no responde ya a la realidad" y la Iglesia
quiere "ayudar con un espíritu de diálogo para evitar traumas y contribuir a una
sociedad justa", había dicho el Pontífice anteayer, antes de llegar a Guanajato,
donde ayer descansó.
"Las palabras del Papa en el avión rumbo a México fueron muy claras y estamos
muy contentos", dijo a LA NACION el padre José Conrado Rodríguez, párroco de la
Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús de esta ciudad, la primera capital de
Cuba y la segunda ciudad del país, a donde mañana arribará Benedicto XVI.
Apodado "el cardenal del pueblo" porque desde hace años se anima a levantar la
voz para denunciar la represión, la corrupción y demás violaciones de los
derechos humanos que sufren muchos en esta isla, el padre Conrado saltó a la
fama en 1994 al animarse a escribir una carta abierta a Fidel Castro.
En esa epístola, con un coraje inaudito, le decía claramente al "líder Máximo"
-hoy enfermo y retirado del poder- que el sistema socialista había llevado al
país al borde del abismo y le pedía un cambio de rumbo.
"Le dije a Fidel que si no hacía cambios, iba a quedar como el gobernante más
desastroso del país", contó, al recordar que esa famosa epístola le significó
tener que irse dos años al exilio en España.
"Ahora su hermano Raúl, a quien también le escribí una carta en 2009 diciéndole
que hacía falta ser valiente para hacer cambios, lentamente está abriendo el
sistema a la iniciativa privada, pero aún falta esencialmente que haya respeto
por la persona... Por eso es importante lo que dijo el Papa volando rumbo a
México", agregó, sin ocultar su satisfacción.
Por su parte, en una conferencia de prensa en esta ciudad, el arzobispo de
Santiago de Cuba, monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez, que es también
presidente de la Conferencia Episcopal Cubana, fue más diplomático. Para evitar
cualquier tipo de roce con el gobierno -que invitó al Papa y con el cual la
Iglesia católica local coordinó todos los preparativos de la misma- puso en
contexto la condena del Papa al marxismo.
"La Santa Sede conoce los presupuestos ideológicos del gobierno cubano y el
gobierno cubano conoce el pensamiento de la Santa Sede. Por eso las palabras del
Papa no van a tener repercusiones negativas. Es evidente que el marxismo es algo
superado que debe ser revisado no sólo en Cuba, sino también en otros países",
dijo el arzobispo.
"Los países del Este europeo han hecho cambios, China está haciendo cambios, por
lo que, reitero, lo que ha dicho el Santo Padre es una realidad evidente",
agregó.
En cuanto a esa ayuda que la Iglesia puede darle a Cuba para que haya una
sociedad más justa, monseñor García Ibáñez destacó que "la Iglesia está presente
para ayudar, pero que corresponde a los católicos, a la sociedad civil, y no a
la Iglesia Católica" hacer esos cambios.
Preguntado por LA NACION sobre si el Papa finalmente se reunirá con grupos
disidentes como el de las Damas de Blanco -movimiento femenino que reclama un
encuentro con el Pontífice-, el arzobispo dio a entender que es improbable.
Muchos analistas creen que un encuentro con algún disidente, aunque sea breve
-que Juan Pablo II no hizo en su visita de 1998- sería un gesto muy importante,
que diferenciaría esta muy esperada gira de Benedicto XVI, también considerada
histórica por la opinión pública.
"Nosotros hemos canalizado todas las peticiones, que son muchas, pero el tiempo
es muy limitado, tanto es así que el Papa tampoco se va a reunir con sacerdotes,
ni con seminaristas, ni con religiosas, ni va a ir a un centro asistencial, como
había hecho Juan Pablo II", dijo.
ENTRE BIENVENIDAS Y POLÉMICAS
Peregrinos desde EE.UU.
Decenas de peregrinos residentes en Estados Unido, muchos de ellos cubanos,
comenzaron a viajar a Cuba con la esperanza de escuchar a Benedicto XVI
pronunciar un mensaje de esperanza y libertad. En total, viajarán desde Estados
Unidos unos 800 peregrinos.
La denuncia de abusos
Un grupo de mexicanos que denunció los abusos sexuales cometidos por el fundador
de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel (1920-2008), pidió ayer al Papa
reconocer la responsabilidad de la Iglesia en el ocultamiento de ese caso y
proclamar que "nunca más" se tolerará la pederastia.
El himno de paz de Benedicto XVI
La visita del papa Benedicto XVI tiene también su lado musical. El himno
"Mensajero de Paz", que resume el mensaje que busca transmitir el Papa en su
visita a
México, un país afectado por la violencia del narcotráfico, fue grabado
con las voces de importantes artistas del país..
PUBLICADO POR YOANI SANCHEZ , la famosa
opositora cubana, en su blog mundialmente conocido Generación Y
En aquel enero de 1998, al finalizar la misa de Juan Pablo II en la Plaza de la
Revolución, un viento fresco recorrió la amplísima explanada. Mi hijo iba
sentado sobre los hombros de su padre y la brisa le arremolinó la cabellera. El
Papa ya había terminado la homilía, pero aún así retomó el micrófono y dedicó
varias palabras en latín a aquella juguetona racha que nos despeinaba a todos. “Spiritus
spirat ubi vult et vult Cubam” sentenció. Regresamos a casa un rato
después, apretujados entre miles de personas vestidas de blanco y amarillo.
Desde entonces, tengo la sensación de que el vendaval no ha parado de batir
sobre nosotros, de que aquella ráfaga ha pasado a recorrer la Isla, a sacudir
todas nuestras vidas.
Todavía Benedicto XVI no ha llegado a Cuba y ya parte de ese torbellino nos está
agitando. Entre los fieles católicos se percibe júbilo por la visita papal y
expectativas de que ésta contribuya a ampliar el papel de la Iglesia en nuestra
sociedad. Para quienes tuvieron que mantener los crucifijos escondidos durante
décadas por temor al ateísmo radical, resulta un alivio la paulatina eliminación
de la intolerancia religiosa. Que ya se logren transmitir misas por la
televisión oficial y se permitan procesiones en las calles portando la imagen de
la virgen de la Caridad, les parece a muchos suficiente terreno ganado. Sin
embargo, a cada minuto alcanzado por la jerarquía eclesial en los medios masivos
y a cada palabra intercambiada en la mesa de negociación con el gobierno, le ha
correspondido también su porción de pérdida y de descalabro. Porque, no nos
engañemos, la clandestinidad de las catacumbas es más coherente con el discurso
de Cristo que la cómoda cercanía al trono.
A menos de 24 horas de que el Papa llegue a Cuba, ya el guión de su estancia
entre nosotros está escrito y no precisamente por la comitiva del Vaticano. El
gobierno raulista ha emprendido una “limpieza ideológica” para evitar que
activistas, disidentes, opositores, periodistas independientes, bloggers
alternativos y otros inconformes lleguen hasta las plazas donde Su Santidad
hablará. Amenazas de no salir de casa, operativos desproporcionados, arrestos,
teléfonos cortados, gente deportada desde el Oriente del país para impedirle
estar en la Plaza Antonio Maceo el próximo lunes. Una razzia de intransigencia
que recuerda aquellos tiempos de escapularios arrancados y sotanas escupidas por
los fanáticos hijos de una revolución que se declaró materialista y dialéctica.
Es cierto que ya no se persiguen los rosarios, pero se continúan acosando las
opiniones. Ahora, tener un cuadro con el Sagrado Corazón de Jesús no le cuesta
el puesto de trabajo a nadie, pero creer que una Cuba libre es posible le hará
sufrir la estigmatización y el calvario. Ya podemos rezar en voz alta, pero
criticar al gobierno sigue siendo pecado, blasfemia.
En las manos y en la voz de Benedicto XVI queda ahora la elección de si se deja
secuestrar la visita por las intenciones de un partido que sigue teniendo como
doctrina el marxismo leninismo. En sus ojos está la capacidad de darse cuenta
que entre los fieles reunidos en las plazas faltan numerosas ovejas del rebaño
cubano que han sido impedidas de llegar hasta las cercanías de su báculo. En sus
oídos está la decisión de escuchar otras voces más allá de las oficiales o de
las estrictamente pastorales. Con esa sabiduría milenaria que la Iglesia evoca
ante cada obstáculo, el Papa debe saber que en esta visita se decide parte de la
presencia y de la influencia de la fe católica en el futuro nacional. En sus
manos, en su voz, en sus oídos, queda entonces el confirmarnos que comprende lo
trascendental del momento.
Quizás ocurra que un viento juguetón se escape del control, se burle de la
policía política e irrumpa sobre la multitud. Un brisa libre en un país
amordazado que lleve hasta los mismísimos tímpanos papales esas vibraciones,
esas frases que sólo podemos susurrar en voz baja.
LA HABANA. ENVIADO ESPECIAL - 26/03/12
El Papa Benedicto XVI llegó a Cuba para una visita de tres días –la segunda de
un pontífice a la isla tras la histórica gira de Juan Pablo II en 1998– en medio
de una creciente expectativa por sus eventuales derivaciones políticas,
potenciada ayer por una denuncia de la disidencia,que
aseguró que en los últimos días fueron detenidos más de medio centenar de
opositoresy Damas de
Blanco, sobre todo en Santiago de Cuba, primera escala del Pontífice.
Apenas aterrizado en Santiago de Cuba, Benedicto XVI dijo creer que “todavía
quedan muchos aspectos” en los que debe avanzar la relación entre la Iglesia
católica y el Estado de Cuba y aseguró que lleva en su corazón “las justas
aspiraciones y legítimos deseos de "todos los cubanos, dondequiera que se
encuentren”.
El perfil político del viaje del Papa a Cuba se vio con claridad desde el
comienzo. Por un lado, Benedicto XVI dijo al arribar al aeropuerto de Santiago,
delante del presidente Raúl Castro, que Cuba “ya está mirando al mañana”, en
alusión a los tibios cambios económicos que viene implementando en los últimos
años el gobierno. A su vez, Castro dijo en su discurso de bienvenida que Cuba
“hará los cambios que tenga que hacer”, además de criticar duramente a los
Estados Unidos por hostigar al régimen.
Paralelamente, el presidente de la opositora Comisión Cubana de Derechos
Humanos, Elizondo Sánchez, dijo esta mañana que el número de disidentes
detenidos ya llega a 150, cien más que los que había denunciado ayer. Señaló que
a otros tantos se les prohibió asistir a las caciones papales, todo con el
propósito de evitar eventuales protestas contra el gobierno. Pero las
autoridades no acusan recibo de la denuncia, ni para confirmarla, ni para
desmentirla.
Una multitud acompañó el paso del Papa por las calles de Santiago y participa de
la misa que Benedicto XVI oficia en las afueras de la ciudad para celebrar el
400 aniversario de la aparición en las costas santiagueras de la imagen de la
Virgen de la Caridad del Cobre, que se convertiría en la patrona de Cuba.
Precisamente, este aniversario es el motivo formal de la visita del Papa a Cuba,
que se prolongará hasta el miércoles.
Las detenciones disidentes, según dijeron los denunciantes, tendrían el
propósito de evitar eventuales protestas contra el gobierno durante las
celebraciones que el Papa encabezará en esa ciudad.
Como contrapartida, el gobierno cubano no sólo viene subrayando por los medios
de comunicación el carácter religioso de la visita papal, sino que también
convoca a la población a asistir con ese espíritu a las celebraciones
religiosas.
Desde hace días, prolijos carteles con la imagen del Papa y la palabra
“Bienvenido” adornan sectores de Santiago de Cuba, su primera escala, y La
Habana, más banderas cubanas y papales en calles por las que pasará Benedicto
XVI.
Si bien la visita de Benedicto XVI no parece haber despertado tanto interés como
la de Juan Pablo II, la gente acudirá masivamente a sus misas. Mañana por la
mañana, su santidad visitará el vecino santuario de esa advocación mariana, tras
lo cual volará a La Habana. A media tarde será recibido por el presidente Raúl
Castro en el Palacio de la Revolución. El miércoles a la mañana oficiará la misa
en la Plaza de la Revolución y luego partirá de regreso a Roma.
El Gobierno –que invitó formalmente al Papa– desplegó un esfuerzo organizativo y
un aporte de infraestructura, a la par que montó una confortable sala para los
periodistas con facilidades de comunicación. Ello en sintonía con las mejores
relaciones que viene cultivando con la Iglesia Católica desde la visita de Juan
Pablo II. Lo que permitió, gracias a la mediación del arzobispo de La Habana,
cardenal Jaime Ortega, que en 2010 el gobierno liberara a más de un centenar de
disidentes. Pero el mejor clima no evita que los católicos se cuiden, y mucho,
de criticar al gobierno.
El evidente esfuerzo del gobierno por evitar cualquier situación que pueda sacar
la visita papal del cauce religioso va de la mano del interés periodístico por
poner la lupa en focos de tensión.
Ayer unos cien miembros de la prensa extranjera se congregaron en la modesta
iglesia Santa Rita, en el barrio habanero de Miramar, para presenciar la misa a
la que cada domingo asisten las Damas de Blanco. Estas mujeres –que acusan al
gobierno de tener presos por razones políticas a sus familiares–fueron
detenidas en la misa de la semana pasaday
liberadas a las pocas horas.
Ayer, todo transcurrió en paz. La misa fue seguida con respeto, si bien se veía
algo tenso al celebrante. A la salida, Berta Solís, la vocera del grupo, dijo
que ellasanhelan
que el Papa las reciba “aunque sea un minuto”y
que, a tal fin, hace tiempo que hicieron el pedido en la Nunciatura. Pero
fuentes de la Iglesia le han restado chances a esa petición. De todas formas,
Solis dijo que asistirán a la misa en la Plaza de la Revolución vestidas con sus
atuendos blancos, pero con la imagen del Papa y la Virgen del Cobre estampadas y
sin ánimo de protesta, sino religioso.
No obstante, la disidencia dice que el gobierno decidió tomar sus prevenciones y
por eso detiene opositores. “Es para que no estén libres en el momento de la
misa”, dijo en Santiago Juan Ferrer, de la opositora Unión Patriótica de Cuba.
Cuba: Damas de Blanco marchan sin incidentes
The Associated Press | Fecha: 03/25/2012
LA HABANA (AP) — Las disidentes Damas de Blanco
aseguraron el domingo que no buscan protestar ni
lanzar consigas por la libertad durante la misa que
ofrezca el Papa Benedicto XVI el 28 de marzo en La
Habana.
- The Associated Press
LA HABANA (AP) — Las disidentes Damas de Blanco aseguraron el
domingo que no buscan protestar ni lanzar consigas por la
libertad durante la misa que ofrezca el Papa Benedicto XVI el 28
de marzo en La Habana.
El grupo, que realizó su tradicional marcha dominical sin
incidentes, dijo que aún no tiene respuesta a una solicitud que
entregaron en enero a la Nunciatura Apostólica para tener una
audiencia con el santo padre durante su paso por Cuba.
Bertha Soler, una de las voceras de las Damas de Blanco, se
refirió a las recientes declaraciones del Pontífice en torno a
que el marxismo como ideología no responde a la realidad y hay
que buscar nuevos modelos: "Realmente no está equivocado... está
en sintonía, él sabe realmente la situación actual del pueblo de
Cuba".
Tras asistir junto a otras 29 mujeres a misa y luego marchar
en una avenida de la capital, Soler, de 48 años, afirmó que "el
comunismo, el marxismo-leninismo, realmente el gobierno cubano
se ha apoyado en esto para reprimir a su pueblo... para
mantenerse en el poder".
Al ser consultada sobre si su grupo asistirá a la misa papal
del miércoles en La Habana el 28 de marzo, Soler, de 48 años,
aseguró que "a pesar de la represión oficial" intentarán llegar
a la Plaza de la Revolución vestidas de blanco,pero sin sus
tradicionales camisetas que aunque del mismo color llevan el
nombre de Laura Pollán, la líder del grupo y quien falleció de
un paro cardio respiratorio en septiembre de 2011. Dijo que
vestirán cualquier camiseta que tenga una imagen de iglesia o
del papa.
El acto en la Plaza de la Revolución "es una misa sagrada",
dijo Soler, quien junto al resto de activistas marchó en la
jornada llevando en sus manos flores como margaritas y gladiolos
naranjo y salmón.
En la misa "hay que respetar. A los templos se va a orar...
no se va a hacer política", punto que dijo han respetado en los
últimos nueve años. Dio instrucciones a sus compañeras de llevar
a la misa zapatos cómodos, una botella de agua, gorro para
protegerse del sol y "no gritar consignas".
La activista dijo que si tuvieran "un minuto" de audiencia
con Benedicto XVI le agradecerían haberlas recibido y le
entregarían una lista de 46 personas que consideran presos
políticos para que intercediera ante las autoridades cubanas
para eventuales indultos.
"Si me pudiera encontrar con su santidad lo primero que le
diría en un minuto es que somos mujeres pacíficas que abogamos
por la libertad de nuestros seres queridos... (le diría también
que) aquí en Cuba hay presos políticos".
"Le entregaría una lista de presos políticos que aquí en
Cuba" hay, aseguró la mujer.
El gobierno del presidente Raúl Castro niega que en el país
existan presos políticos y mantiene que grupos como las Damas de
Blanco son "mercenarios".
Por su parte Elizardo Sánchez, presidente de la no
gubernamental Comisión Cubana de Derechos Humanos y
Reconciliación Nacional, indicó en que en los últimos tres a
cuatro días al menos un centenar de limosneros y mendigos han
sido detenidos y enviados a internados en La Habana y Santiago
de Cuba para que "no fueran vistos en las calles por visitantes
extranjeros, incluyendo peregrinos y periodistas durante la
visita de Benedicto XVI".
"El gobierno está en un esfuerzo de mejorar su imagen en
todos los sentidos", dijo Sánchez a reporteros antes de la
marcha de las Damas de Blanco.
La denuncia no pudo ser confirmada de forma independiente y
el oficial Centro de Prensa Internacional indicó en un correo
electrónico que carecía de información sobre el caso.
Al contrario que Marx, Fidel Castro nunca creyó que la religión tuviera que ser
necesariamente el opio del pueblo. Como los sacerdotes de la Teología de la
Liberación, el líder cubano también apreció que el marxismo y el cristianismo
podían llegar a entenderse. Y aunque la relación del comandante con la Iglesia
Católica cubana fue tempestuosa en los primeros tiempos de la revolución, los
lazos con el Vaticano nunca se rompieron.
En esos años de paroxismo revolucionario, Castro tuvo que lidiar con algunos
sacerdotes que combatieron políticamente al nuevo régimen. Algunos religiosos,
sobre todo de origen español, fueron expulsados del país. Otros, condenados a
penas de prisión por comportamientos "contrarrevolucionarios", no pisaron la
cárcel gracias a la intercesión del nuncio del Vaticano, monseñor Cesare Zacchi,
a quien Fidel siempre agradeció sus dotes de mediador entre la Iglesia y el
gobierno. Tal vez fue esa labor de monseñor Zacchi la que llevó a Castro a
mantener unas relaciones cordiales con el Vaticano, más allá de que su condición
declarada de marxista-leninista le valiera una excomunión en 1962.
El papa Juan Pablo II visitó Cuba en enero de 1998, pero su viaje se fue
gestando a fuego lento desde mucho antes. Ya en 1985, el jefe de la revolución,
formado en colegios jesuitas, le adelantaba al teólogo brasileño Frei Betto en
el libroFidel y la religión:
"Estoy absolutamente convencido de que la visita del Papa sería útil y positiva
para la Iglesia, para Cuba y para el Tercer Mundo, pero requiere que las
condiciones sean propicias y adecuadas para ese encuentro".
Las "condiciones objetivas" llevaron su tiempo, como casi todo en el Caribe.
Trece años después, Karol Wojtyla besaba la tierra húmeda de La Habana y
pronunciaba en el aeropuerto José Martí de La Habana aquella frase por la que se
recuerda su viaje: "Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al
mundo y que el mundo se abra a Cuba". Fue un mensaje claro al vecino del Norte,
Estados Unidos, es decir, "el mundo", para que levantara de una vez por todas el
injustificado embargo contra la isla, y también al régimen castrista, esto es,
"Cuba", para que comenzara a repensar eso del igualitarismo con mordazas.
Las reconocidas artes diplomáticas del Vaticano no lograron acabar con la guerra
fría entre Washington y La Habana, pero, como auguró Castro, sí fueron útiles
tanto para la Iglesia cubana como para la propia imagen de la isla. Además de la
liberación de disidentes y de algunos gestos simbólicos, como la declaración
festiva del día de Navidad o la autorización para la entrada en Cuba de más
sacerdotes, la jerarquía católica fue ganando presencia institucional en el país
desde entonces.
Castro siempre tuvo palabras afectuosas hacia Juan Pablo II, a quien reconocía
su capacidad de conectar con las multitudes, una cualidad que el líder cubano
dominó a la perfección durante décadas. "Lo que hace el Papa es lo que hacemos
los revolucionarios: reunirnos con las masas", dijo en cierta ocasión.
EL FIN DEL EMBARGO
En el discurso de despedida del pontífice, Fidel lo elogió, le agradeció sus
palabras ("aun aquellas con las que pueda estar en desacuerdo") durante los
cinco días de visita y no desaprovechó la ocasión para exigir el fin del embargo
comercial impuesto por Estados Unidos. Una reclamación respaldada por Karol
Wojtyla, que condenó la política norteamericana hacia Cuba pero a cambio le
demandó a su anfitrión más espacios de libertad para los cubanos y un mayor
reconocimiento del papel de la Iglesia en la sociedad.
Esa creciente presencia institucional de la jerarquía católica tuvo su apogeo
hace poco más de un año cuando el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega,
participó en las negociaciones con el presidente Raúl Castro para la liberación
de decenas de disidentes encarcelados.
La Iglesia ha dado también el visto bueno a la tímida apertura económica
emprendida por el régimen. Como contrapartida, las misas se han ido
regularizando progresivamente en todo el país.
El Vaticano está convencido de que el viaje de Benedicto XVI impulsará el camino
"hacia la democracia" y abrirá nuevos espacios para la Iglesia Católica. Esa es,
al menos, la impresión de su secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone,
que celebró hace unos días el fortalecimiento del diálogo entre el Estado cubano
y la Iglesia.
Catorce años después del viaje de Juan Pablo II y sin Fidel en el poder, la Cuba
con que se encontrará Joseph Ratzinger difiere bastante de aquella que recibió
en 1998 al papa polaco. En aquella época, los cubanos salían del traumático
"período especial" y se mostraban expectantes ante una posible apertura del
régimen, una esperanza que venía precedida por las concesiones otorgadas a los
trabajadores por cuenta propia. Pero ni Cuba se abrió al mundo ni viceversa, y
muchos de los que entonces se entusiasmaron con la idea de una isla sin bloqueos
externos ni internos hoy peinan canas y asisten de nuevo a un lento proceso de
transformación económica pero sin visos de avances en derechos básicos, como la
libertad de expresión, asociación y movimiento..
En su visita a Cuba, el Papa habló de paz, libertad y justicia
En medio de una ola de arrestos de disidentes, Benedicto XVI celebró una misa en
Santiago de Cuba
SANTIAGO DE CUBA.- Apenas aterrizó hoy en Cuba, en el segundo viaje que hace un
Pontífice a la isla en 14 años, Benedicto XVI habló de paz, justicia, libertad y
reconciliación y aseguró que apoya "las justas aspiraciones y legítimos deseos
de todos los cubanos", incluso las de los presos y sus familiares.
"Vengo a Cuba como peregrino de la caridad, para confirmar a mis hermanos en la
fe y alentarles en la esperanza, que nace de la presencia del amor de Dios en
nuestras vidas. Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y legítimos deseos
de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y
alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles, y de modo especial de los
jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los
trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y
necesitados", dijo el Papa, que pronunció su primer discurso ante Raúl Castro,
en la ceremonia de bienvenida realizada en el aeropuerto.
Procedente de México, el Papa tocó el tema de la delicada situación de la
relación entre el Estado y Iglesia cubana, que si bien ha mejorado desde 1959
-cuando la Revolución socialista significó la expulsión de cientos de sacerdotes
y la nacionalización de las iglesias-, no son color de rosa. "Aún quedan muchos
aspectos en los que se puede y debe avanzar", puntualizó el Papa.
Como no podía ser de otra manera, recordó el viaje de Juan Pablo II a la isla,
en enero de 1998, "que ha dejado una huella imborrable en el alma de los
cubanos".
Con grandes dotes diplomáticos y lenguaje sutil, también aludió a la situación
política de la isla, donde si bien el régimen, acosado por la crisis económica,
ha comenzado a poner en marcha tímidas reformas liberales, sigue impidiendo que
haya libertad.
Lo hizo al explicar que el motivo oficial de su visita a esta isla de 11
millones de habitantes -de los cuales sólo un 1,5% católicos practicantes- es el
400° aniversario del hallazgo de la Virgen del Cobre, patrona de Cuba y venerada
aquí por ateos, santeros, africanos, protestantes y católicos por igual, "como
verdadera madre del pueblo cubano".
"La devoción a «la Virgen Mambisa» ha sostenido la fe y ha alentado la defensa y
promoción de cuanto dignifica la condición humana y sus derechos fundamentales;
y continúa haciéndolo aún hoy con más fuerza, dando así testimonio visible de la
fecundidad de la predicación del evangelio en estas tierras, y de las profundas
raíces cristianas que conforman la identidad más honda del alma cubana", dijo el
Papa, que mañana visitará este santuario que queda a 20 kilómetros de esta
ciudad.
"Siguiendo la estela de tantos peregrinos a lo largo de estos siglos, también yo
deseo ir a El Cobre a postrarme a los pies de la Madre de Dios, para agradecerle
sus desvelos por todos sus hijos cubanos y pedirle su intercesión para que guíe
los destinos de esta amada Nación por los caminos de la justicia, la paz, la
libertad y la reconciliación", añadió.
Acto seguido, habló de la profunda crisis económica que afecta a todo el mundo,
"que no pocos concuerdan en situar en una profunda crisis de tipo espiritual y
moral, que ha dejado al hombre vacío de valores y desprotegido frente a la
ambición y el egoísmo de ciertos poderes que no tienen en cuenta el bien
auténtico de las personas y las familias", en un indirecta crítica al régimen.
"No se puede seguir por más tiempo en la misma dirección cultural y moral que ha
causado la dolorosa situación que tantos experimentan. En cambio, el progreso
verdadero tiene necesidad de una ética que coloque en el centro a la persona
humana y tenga en cuenta sus exigencias más auténticas, de modo especial su
dimensión espiritual y religiosa", siguió.
"Por eso, en el corazón y el pensamiento de muchos, se abre paso cada vez más la
certeza de que la regeneración de las sociedades y del mundo requiere hombres
rectos, de firmes convicciones morales y altos valores de fondo que no sean
manipulables por estrechos intereses, y que respondan a la naturaleza inmutable
y trascendente del ser humano", sentenció.
Después de la ceremonia de bienvenida, que contó con himnos, piquete militar y
21 salvas de cañón, el Papa se trasladó al arzobispado de esta ciudad, para un
breve descanso. Desde allí, se trasladará a la Plaza de la Revolución Antonio
Maceo de esta capital, para celebrar misa antes unas 200.000 personas, entre las
cuales unas
800 venidas desde Estados Unidos especialmente para la ocasión..
Entre la esperanza y
cautela, el día después de la
visita papal a Cuba
Esperanza de cara al
mediano plazo en la
Iglesia. Cautela entre
los disidentes, cuando
no escepticismo.
El día después de la
visita a Cuba del Papa
Benedicto XVI el gran
interrogante aquí, en La
Habana, era cómo
llegarán a repercutir
las exhortaciones del
Pontífice a que se
profundicen los tibios
cambios –por ahora sólo
económicos– en la Isla y
a que toda la sociedad
contribuya de alguna
manera a que vayan
siendo una realidad.
Un interrogante que
llevaba,
inevitablemente, a otra
pregunta: ¿Por qué si
tras el viaje de Juan
Pablo II, en 1998, que
no derivó en cambios de
fondo y sólo la Iglesia
local ganó un poco de
espacio para su acción
religiosa, luego del
paso de Benedicto XVI
habría que ser
optimistas y apostar a
que tendrán alguna
repercusión? El rector
de la catedral de La
Habana, el padre Yoswany
Carvajal Sureda cree
tener una respuesta para
sostener el optimismo
en estas circunstancias:
“La diferencia con el
viaje de Juan Pablo II
es que ahora Cuba está
inmersa en un proceso de
cambios económicos que
conllevan otros
cambios”, explicó a
Clarín . Y señala:
“Lo que se debe procurar
es que no sean
traumáticos, sino
armoniosos”.
De todas maneras,
puntualiza que “no
veremos los frutos (de
la visita papal)
inmediatamente porque,
como todo en Cuba,
llevará su tiempo”. Más
aún: considera que el
gobierno cubano ya dio
algunos pasitos,
manifestó algunos deseos
de cambios (que no
detalla) en lo político
y social, aunque el
grueso de la población
no los perciba”.
Carvajal Sureda
–convertido en vocero
del arzobispado de La
Habana para tender los
requerimientos de la
prensa con motivo de la
visita papal– cree,
incluso, que, “si bien
el camino de los cambios
político puede ser
largo”, no descarta
antes “sorpresas” en
otros aspectos.
Concretamente, considera
que se podrían abrir
mayores espacios de
libertad religiosa, lo
que permitiría a la
Iglesia tener una mayor
inserción en la
educación, brindando
formación espiritual en
las escuelas a aquellos
alumnos que así lo
requieran. O fundando un
centro de altos estudios
en humanidades. Además
de que se declare
feriado Viernes Santo
como pidió aquí el Papa.
Otro elemento que
puede apuntalar el
optimismo
–necesariamente muy
moderado– es el hecho de
que la Iglesia cubana
quiere acompañar el
proceso “promoviendo el
diálogo y de
reconciliación”.
Pero habrá que ver
cuál es el espacio que
le termina dando el
gobierno, si es que le
otorga alguno. Parece
claro que para los más
inclinados por avanzar
en las reformas dentro
del buró político
–comenzando por el
propio presidente Raúl
Castro– la disposición
eclesiástica constituye
una buena soga. Como las
recientes palabras del
Papa Benedicto XVI.
¿Acaso el gobierno
colaboró tanto con la
visita papal por el sólo
hecho de buscar una
“legitimación”? A su
vez, la disidencia está
haciendo ahora la
digestión de la visita
papal. No fue un sapo
menor el que
debieron tragarse por el
hecho de que el Papa,
pese a los reiterados
pedidos, no recibió a
las Damas de Blanco –las
mujeres que tienen
familiares detenidos– y,
en cambio, intercambió
gestos con Fidel Castro,
en una reunión fuera de
agenda que pareció muy
cordial.
Máxime después del
“ensañamiento” del
gobierno con un centenar
y medio de disidentes,
detenidos en los días
previos a la visita del
Papa por temor a que
protestaran en las
misas, según denunciaron
organismos opositores.
En el mejor de los
casos, esperarán ver su
impacto sin ilusionarse.
La Iglesia cubana
nunca “compró” el
discurso duro de los
cubanos de Miami, lo que
la hizo blanco de duras
críticas de estos
grupos. Prefiere avanzar
con tacto, ahora ante un
proceso de cambios
exasperantemente. Pero
el Papa acaba de sacudir
el tablero, por lo menos
por unos días. ¿Tendrá
algún efecto? ¿Será una
nueva decepción? El
tiempo sólo traerá la
respuesta.
Otro gesto de Cuba: restituyó el feriado del Viernes
Santo
Lo dispuso el presidente Raúl Castro, en respuesta a
un pedido especial que le formuló el papa Benedicto XVI
durante su reciente visita. La medida será excepcional y
es una fuerte señal de La Habana para mejorar su imagen
internacional.
LA HABANA. ENVIADO ESPECIAL -
01/04/12
No pasaron siquiera 72 horas desde que el
Papa Benedicto XVI finalizó el miércoles su
visita a Cuba –durante la que criticó la falta
de libertad, advirtió sobre los dogmas
inamovibles del régimen y llamó a la sociedad a
involucrarse en la construcción de un nuevo
país– para que el gobierno de la isla decidiera
acceder ayer a la petición más concreta y
perentoria que le hizo aquí el Pontífice: que el
Viernes Santo –día en que los cristianos
conmemoran con toda solemnidad la muerte de
Jesús– fuese declarado feriado nacional.
La decisión –tomada por el Consejo de
Ministros, anunciada ayer en el diario
gubernamental Granma y celebrada en el
acto por el Vaticano– parece conllevar algo más
que un gesto hacia la Iglesia católica. Sería
una señal de los sectores reformistas del
Partido Comunista –liderados por el presidente
Raúl Castro– hacia los que resisten los por
ahora tibios cambios económicos en marcha. No es
menor el gesto de hacer lugar a un pedido de un
pontífice que acaba de alentar vivamente la
profundización de esas transformaciones.
Si bien el anuncio oficial consigna que por
ahora será festivo “con carácter excepcional”
el próximo Viernes Santo, se aclara que la
decisión sobre su carácter definitivo “se
reserva a los órganos superiores de la Nación”.
Pero se trataría de un mero formalismo. De
hecho, cuando el Papa Juan Pablo II –durante su
histórico viaje a la isla, en 1998– solicitó que
la Navidad sea un día festivo, el gobierno
inicialmente accedió a que lo fuera ese año,
pero luego lo convalidó de modo definitivo.
Granma revela que el presidente Castro
le había anticipado al Papa durante la reunión
del martes en el Palacio de la Revolución que,
al terminar su visita, con “carácter
excepcional”, accedería a su petición. El diario
oficial incluye el sugestivo argumento de Castro
para acceder: “El feliz resultado de la
trascendental visita” del Pontífice. En
realidad, el paso de Benedicto XVI por estas
tierras dejó respetuosas celebraciones
religiosas, pero también una andanada de
críticas papales al régimen, como es difícil
encontrar en otro visitante ilustre.
Las palabras papales mostraron una secuencia
ascendente. En el avión que lo traía había dicho
que “el comunismo ya no funciona”. Después, en
Santiago, habló de que los cubanos “ya están
mirando al mañana” y que deben luchar por una
sociedad renovada. En la Plaza de la Revolución
advirtió sobre los fanatismos de cualquier signo
y la necesidad de que “Cuba y el mundo cambien”.
Pero lo más fuerte llegó en su discurso de
despedida, cuando se refirió a la falta de
libertad y las “estructuras inamovibles” .
Con todo, el Papa –en sintonía con la Iglesia
local– siempre fue muy cuidadoso en las formas.
No sólo fue cordial con Raúl, sino que le otorgó
una larga audiencia, llena de gestos, a su
hermano Fidel, ajena –es cierto– de definiciones
políticas, pero relevante en términos
simbólicos. Aquel encuentro contrastó con su
decisión de no recibir a ningún grupo
disidente , particularmente a las Damas de
Blanco –que tienen familiares detenidos- y que
desde hacía tiempo venían peticionando “aunque
sea un minuto” con el Papa.
Un vocero de la Iglesia cubana le había
anticipado a Clarín tras la partida del
Papa que el gobierno tendría un rápido gesto con
la Iglesia, como se publicó en la edición del
viernes. Y ese gesto llegó ayer con la
declaración del Viernes Santo como día festivo.
A la vez que se mostró esperanzado en que otros
cambios más generales –que no especificó-
seguramente se produzcan en el mediano plazo. En
cambio, muchos disidentes, especialmente los
exiliados en Miami, son muy escépticos.
El papel de la Iglesia Católica es crucial en la
transición cubana
Por Jorge Castro,
analista
El vacío que cubren los sacerdotes. El desmesurado
ejercicio de liderazgo de Fidel Castro entre 1991 y 1994
destruyó la escasa institucionalidad de la isla.
01/04/12
Cuba experimenta en los últimos 5 años el
proceso de reformas más importante desde 1959 y
la Iglesia cubana cumple un papel central en
esta transición , como único interlocutor
institucional y aliado estratégico del régimen
revolucionario presidido por Raúl Castro.
La Iglesia, plenamente respaldada por
Benedicto XVI, ha asumido la bandera de un
“nacionalismo leal y responsable”, lo que
significa que reconoce la legitimidad del
régimen, defiende la soberanía nacional y la
afirmación de la identidad cubana (pr
incipal legado del proceso revolucionario
liderado por Fidel Castro) y propone ahora a
vanzar hacia la reconciliación de todos los
cubanos.
El punto de partida de la transición es la
crisis económica, social y política del sistema
en los últimos 20 años (colapso soviético en
1991 y desaparición de los subsidios por U$S
3.500 millones anuales). El PBI cayó en 4 años
35% y el comercio internacional se hundió 75%.
La economía cubana, en manos del Estado,
colapsó.
Fue el “período especial”, que en lo esencial
llega hasta hoy. Allí quedó a la luz una
estructura económica incapaz de crear valor,
carente de aptitud para la innovación y con
niveles de productividad negativos.
Fidel Castro fijó dos prioridades: no cerrar
las empresas del Estado, en su condición de
fuentes de empleo, y salvaguardar los gastos en
educación y salud. Enfrentó la situación a
través de la dolarización de una parte de la
economía. Lo hizo ante la virtual desaparición
del peso cubano, para otorgar una moneda
confiable a los sectores emergentes del turismo,
la inversión extranjera y las remesas enviadas
por la comunidad cubano-norteamericana.
Pero el salario real se hundió, como
consecuencia de la hiperinflación desatada por
la monetización del gigantesco déficit fiscal
(30% / 40% del PBI), necesario para mantener en
pie a las empresas estatales y al gasto social.
Lo que evitó el colapso del régimen fue la
acción y el liderazgo de Fidel Castro, que puso
de relieve, ante la crisis, que el sistema no
era “burocrático-autoritario” , como los de
Asia o Europa Oriental, sino
“carismático-autoritario” , con capacidad de
movilización de masas. Pero la economía se
transformó en una máquina de destrucción de
valor , con salarios convertidos en
subsidios al desempleo, sólo que de puestos de
“trabajo” mantenidos en su formalidad.
En los últimos 5 años, Raúl Castro ha
intentado disminuir el sector estatal y aumentar
el emergente (o dolarizado), a través de la
entrega de tierras públicas a campesinos
individuales y del drástico recorte del empleo
(subsidio) del Estado mediante el impulso a los
emprendedores privados.
El inconveniente que ha encontrado es la
inexistencia en Cuba de actores sociales que se
hagan cargo de la transición . El
extraordinario ejercicio de liderazgo de Fidel
Castro en el “período especial” terminó de
destruir la escasa institucionalidad cubana
posterior a 1959.
El Partido Comunista se reveló como lo que
era, una cáscara vacía carente de contenido
sin el liderazgo de Fidel, y los “comités
revolucionarios” se paralizaron o desbandaron
ante el vendaval.
La única institución que quedó en pie fue
el ejército , creado y conducido por Raúl
Castro.
Ante este vacío sistémico, dato estratégico
central de las reformas en Cuba, el aporte de
la Iglesia, aliada estratégica del régimen ,
se ha revelado fundamental. Su tarea consiste en
crear, organizar y legitimar espacios sociales
fuera del Estado, y convertirlos en actores del
proceso de reformas.
La lógica de su acción es social, no
política, ni partidaria.
Pero en la transición, lo social, si es
organizado y legitimado, se convierte en poder.
Y el poder de la Iglesia reside en su conversión
en eje articulador de los sectores que afirman
la nación y son partidarios de las
transformaciones sociales de los últimos 53
años; y lo hacen tanto en el gobierno como en la
oposición, adentro o afuera de Cuba.