Para entenderlo, según escriben sus biógrafos en dos
libros de reciente aparición, debemos referirnos al
"voto secreto" que realizó cuatro años antes y que
consistió en
La Madre Teresa escribió: "Era una segunda
llamada para abandonar incluso Loreto, donde
estaba muy feliz, para ir a las calles a servir a los
más pobres de los pobres. Fue en aquel tren que oí la
llamada para dejarlo todo y seguirlo a Él a los barrios
más miserables ... Yo sabía que era Su voluntad y que
tenía que seguirlo. No había duda que iba a ser Su
obra". Y en otra carta agregó: "Me hizo una llamada para
saciar la sed de Jesús sirviéndole en los más pobres de
los pobres".
Durante ese viaje ella tuvo una experiencia tan
extraordinaria de Dios que cuando bajó del tren ya no
era la misma. Ella diría: "En la fuerte gracia de Luz y
Amor divinos que Madre recibió durante el viaje, es
donde empiezan las Misioneras de la Caridad ... en las
profundidades del infinito anhelo de Dios de amar y ser
amado". Según le dijera al padre Langford, "fue
A partir de aquel viaje y hasta principios de
1947 empezó a recibir locuciones de Jesús (ella
llamó a este fenómeno: "la Voz"). Según escribiera al
padre Van Exem y luego al arzobispo Périer, Jesús, entre
otras cosas, le decía: "Quiero hermanas indias
Misioneras de la Caridad, que serán Mi fuego de amor
entre los más pobres, los enfermos, los moribundos y los
niños pequeños de la calle". "Quiero religiosas
libres, revestidas con Mi pobreza de la Cruz. Quiero
religiosas obedientes, revestidas con mi obediencia de
la Cruz. Quiero religiosas llenas de amor, revestidas
con la caridad de la Cruz. ¿Te negarás a hacer esto por
mí?". Por momentos la Voz se volvía muy dura con ella: "¿Tienes
miedo a dar un nuevo paso por tu Esposo? ¿Por mí, por
las almas? ¿Se ha enfriado tu generosidad? ¿Soy
secundario para ti? Tú no moriste por las
almas, por eso no te importa lo que les suceda. Tu
corazón nunca estuvo ahogado en el dolor como lo estuvo
el de Mi Madre. Ambos nos dimos totalmente por las
almas. ¿Y tú?". Pero, en otros momentos, la Voz era
suave y suplicante: "Pequeña mía, ven, ven,
llévame a los agujeros de los pobres. Ven sé mi
luz. No puedo ir solo. No me conocen, por eso no me
quieren. Tú ven, ve hacia ellos, llévame hasta ellos".
Además de escuchar "la Voz", en ese tiempo, tuvo
tres visiones. En la primera: "Vi una gran
muchedumbre, todo tipo de personas, muy pobres y también
había niños. Todos ellos tenían sus manos alzadas hacia
mí. Yo estaba de pie y ellos alrededor. Gritaban: 'Ven,
ven, sálvanos, llévanos a Jesús". En la segunda: "Pude
ver gran dolor y sufrimiento en sus rostros. Yo estaba
arrodillada cerca de Nuestra Señora que estaba frente a
ellos. No vi su cara, pero oí que decía: 'Cuida de
ellos, son míos. Llévatelos a Jesús. Tráeles a Jesús. No
temas ..." En la tercera de las visiones, nuevamente vio
la muchedumbre, pero esta vez: "Estaban cubiertos de
oscuridad. Sin embargo, los podía ver. Nuestro Señor
estaba en la Cruz. Nuestra Señora, a poca distancia de
la cruz y yo como una niña en frente de ella ... Ambas
estábamos frente a la Cruz. Nuestro Señor dijo: 'Te lo
he pedido. Ellos te lo han pedido y ella, Mi Madre, te
lo ha pedido. ¿Te negarás a hacer esto por Mí, cuidar de
ellos, traérmelos?' Yo respondí: 'Tú sabes, Jesús, que
estoy preparada para ir enseguida". Y la Madre agrega en
esta carta: "Desde entonces, no he oído ni he visto
nada, pero sé que todo lo que he escrito es verdad".
Envuelta en esta experiencia mística tan particular, la
Madre Teresa comenzó a pedir la dispensa para salir de
su Congregación e iniciar la obra. Primero fue con su
confesor, luego con el arzobispo, más tarde con la Madre
Superiora y finalmente con el Vaticano. Al año y medio,
obtuvo todos los permisos. Según los expertos, fue más
rápido que lo habitual. Su perseverancia e insistencia
para salir de la comodidad en que vivía e ir a meterse
en los "agujeros oscuros" de los pobres de Calcuta, fue
notable. Así, esta pequeña religiosa, de apenas
un metro y medio de altura, dejó la casa de las
Hermanas de Loreto, se vistió como una hindú, con un
sencillo sari blanco y salió a llevar la luz de Cristo a
los barrios marginales de Calcuta. En la
pobreza, se fue haciendo cada vez más fuerte, a
tal punto que el ex Secretario General de la ONU, Javier
Pérez de Cuéllar, llegó a decir que era la mujer
más poderosa del mundo.
Jesús Silveyra
Jesús María Silveyra
El 10 de septiembre de 1946, la Madre Teresa, viajando
en tren desde Calcuta a Darjeeling (650 kilómetros al
norte, al pie del Himalaya), recibió una "llamada dentro
de la llamada", por la que abandonaría la Congregación
de la Hermanas de Loreto y fundaría las Misioneras de la
Caridad. Ella lo llamó: el "Día de la Inspiración".
¿Qué sucedió en este viaje para que cambiara
radicalmente, pasando de ser una religiosa dedicada a la
educación, a entregarse a la atención de los más pobres
y olvidados?
Para entenderlo, según escriben sus biógrafos en dos
libros de reciente aparición, debemos referirnos al
"voto secreto" que realizó cuatro años antes y que
consistió en su compromiso de "no negarle nunca nada a
Dios".
Es decir que a sus votos de obediencia, pobreza y
castidad, añadió el de la sumisión total a la voluntad
de Dios. De esta manera se puede comprender por qué
Madre Teresa fue tan fiel y perseverante en llevar a
cabo su misión, incluso más allá de la oscuridad
interior que acompañaría parte de su vida.
La Madre Teresa escribió: "Era una segunda llamada para
abandonar incluso Loreto, donde estaba muy feliz, para
ir a las calles a servir a los más pobres de los pobres.
Fue en aquel tren que oí la llamada para dejarlo todo y
seguirle a Él a los barrios más miserables ... Yo sabía
que era Su voluntad y que tenía que seguirle. No había
duda que iba a ser Su obra". Y en otra carta agregó: "Me
hizo una llamada para saciar la sed de Jesús sirviéndole
en los más pobres de los pobres".
Fuente: Valores Religiosos