El Juez liberó la nota que
dejó el Dr. René Favaloro antes de suicidarse. (Del Dr. René
Favaloro/ julio 29-2000 - 14,30 horas)
Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi
regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la
cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca
perdí mis raíces.. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia
médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente
organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de
cursos de post grado
a todos los niveles.
Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron
la mayoría de los miembros de nuestro
grupo.
En lo asistencial exigimos de entrada
un número de camas para los indigentes.
Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno.
La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio
tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de
donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio
(sin duda la mayor tajada).
Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y
nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.
Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.
A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que
sí los había.
De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de
turno, que agradecían nuestro trabajo. Este era nuestro único contacto.
A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación.
Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de
investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción
del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.
Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos
que debían sostenerse rajatabla, basados en el lineamiento ético
que siempre me ha acompañado.
La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la
tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero
debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte
de la tremenda corrupción que ha contaminado
a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna
naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos
éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras
sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.
¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los
sindicalistas de turno!
Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente
con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.
Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país
que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo
y ancho de todo el país.
Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde
el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si
hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí
directamente).
Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del
sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100
camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.
El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la
Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que
terminaría con los acomodados de turno.
Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina
prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana, sabe,
espera, recibir una jugosa participación del cirujano.
Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! De
dónde proviene este infundio?. Muy simple: el paciente es estudiado. Conclusión,
su cardiólogo le dice que debe ser operado.
El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere.
'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?'.
'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'. El cirujano
'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo
mandante un 50% de los honorarios!
Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las
'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más
debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y
responsabilidad de siempre.
Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.
Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y
entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que
debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D.
White lecture en Dallas, decenas
de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en
los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que
más les interesa.
La corrupción ha alcanzado
niveles que nunca pensé presenciar.
Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con
excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a
los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les
explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes
que recibirán no solamente por
la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco,
camara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están
incluidos...
No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas
que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente
operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al
cardiólogo, explicará en detalle 'la
operación económica' y entregará el sobre correspondiente!.
La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a
cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos
rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.
Nuestro juramento médico lo impide.
Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras
sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la
construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los
médicos con atrasos de varios meses. Todos nuestros proyectos tambalean y cada
vez más todo se
complica.
En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea
asistencial, la
docencia y la investigación por las donaciones que reciben.
Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de
dólares cada una! Aquí, ni soñando.
Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego
publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus
logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran
tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna
respuesta.
Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado
centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no
hay respuesta.
¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la
corta o a la larga te lo hacen pagar.
La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C.
Clinic, le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y
le recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la lucha ha sido muy desigual.
El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.
Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de
ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata,
me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al 'sistema'.
Sí al retorno, sí al ana-ana.
'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como
hacerlo. 'Debes dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que
no estás enterado'. 'Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación'
¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!
En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de
mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No
puedo cambiar, prefiero desaparecer.
Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al
recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me
ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy
cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional.
Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en
cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde
Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.
'¡La leyenda, la leyenda!'
Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre
en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del
privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive
en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se
castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna
naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene
de mis lejanos años en Jacinto Arauz.
Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don
Ata.
No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy
de la mano.
Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que
tenga un poco de piedad.
Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a
un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es
cierto. Espero que me recuerden así.
En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales,
provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.
En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento
externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han
sido colaboradores fieles y dedicados.
El lunes no podría dar la cara.
A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis
amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de
seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.
Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo
y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.
Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.
Un abrazo a todos
René Favaloro