Recordemos algo importante. Lo que la educación puede hacer, en su
forma negativa, ya ha quedado bien demostrado en Alemania con la destrucción
del idealismo, la implantación de relaciones y actitudes humanas erróneas y la
exaltación de todo lo más egoísta, brutal y agresivo. Alemania nos ha probado
que cuando los procesos de la educación están bien organizados y supervisados,
planeados y engranados sistemáticamente en una ideología, son de un efecto
poderoso, especialmente si se toma al niño desde una edad temprana y se lo
priva de toda otra enseñanza, por un tiempo suficientemente prolongado.
Recordemos al mismo tiempo que este poder puede actuar en dos sentidos, tanto
para el bien como para el mal.
Es necesario comprender también que deben hacerse dos cosas:
Primero, educar preferentemente a los menores de dieciséis años. (cuanto más jóvenes mejor), y segundo, utilizar los elementos
que tenemos, aún cuando reconozcamos las limitaciones de los sistemas actuales.
Debemos reforzar esos aspectos buenos y deseables, desarrollar las nuevas
técnicas y actitudes que capacitarán al niño para una vida plena, haciéndolo
verdaderamente humano, es decir, un miembro creador y constructivo de la
familia humana. Lo mejor del pasado debe ser conservado, pero considerado sólo
como el fundamento para establecer un sistema mejor y un acercamiento más
inteligente a la meta de la ciudadanía mundial.
Prof. P. Krishna
Hemos de considerar si existen valores morales que sean
universales, aplicables a toda la humanidad y en todos los tiempos, y que no
sean diferentes para distintas culturas o distintas naciones.
¿Pueden estos valores definirse? y, en caso afirmativo,¿ cómo pueden ser educados los niños en estos valores?
Actualmente vemos que lo que se considera como algo correcto o
moral en una sociedad del mundo tal vez no se considere correcto ni moral en
otra. Los niños están siendo educados en una serie distinta de valores morales
en las distintas culturas del mundo y esto, ya de por sí, constituye un motivo
de división y de separatismo para la humanidad.
Por ejemplo, el respeto hacia los mayores se enseña como un valor
moral en Oriente pero en Occidente ya no se hace.
La poligamia y la poliandria son aceptadas en algunas sociedades
pero no en otras. La creencia en Dios se considera una virtud en la mayor parte
de las sociedades, pero no es así en el mundo comunista.
En el hinduismo existe la complicación adicional de distintas
normas y valores morales para las distintas castas. Así, el vegetarianismo se
considera un requisito moral para ciertas castas pero no para otras. El
matrimonio de los viudos y el divorcio son considerados inmorales en algunas
culturas y aceptados como norma en otras.
Así vemos que, en el ámbito de la acción, la moralidad social y el
concepto del bien y del mal pueden ser muy distintos no sólo para diferentes
grupos religiosos sino también en distintos países y distintas culturas,
desarrollados en torno a distintas ideologías. En tiempos antiguos la gente no
podía mezclarse ni viajar a grandes distancias y se formaban grupos aislados
que desarrollaban su propio cuadro de valores morales y de normas sociales que
se han ido transmitiendo durante generaciones.
Como los niños crecen imitando a los mayores, en una sociedad,
estas normas y valores tienden a perpetuarse y la mente de las personas tiende
a verse muy condicionada, volviéndose rígida respecto a sus valores morales.
Así, los valores morales mismos se han convertido en una causa de
división entre los seres humanos. Shakespeare había
observado que nada era ni bueno ni malo sino que el pensar lo convertía en una
cosa o en otra. Y el pensamiento de la gente está condicionado por su propia
cultura que, a su vez, es determinada por el accidente del nacimiento y por eso
es subjetiva. No es ni original ni absoluto.
Han habido también algunos cambios en los valores
morales durante un largo período de tiempo. La esclavitud se aceptó como norma
en un momento dado, pero dejó de serlo más adelante. Los reyes y las reinas
fueron una vez considerados por encima de la ley, pero ahora ya no lo son. La
actitud hacia las mujeres y su papel en la sociedad ha cambiado mucho en este
siglo. Lo que una vez se consideraba inmoral para una mujer ya no se considera
igual. Así que si los valores morales cambian de un lugar a otro y de una época
a otra, entonces ¿cómo podemos encontrar valores morales universales que no
estén limitados en el tiempo y el espacio?
No hay escapatoria posible de esta subjetividad mientras
intentemos definir la virtud en términos de ciertas acciones, estructuras
sociales o creencias e ideales. También vemos que el intento de practicar estas
virtudes pre-definidas no ha logrado crear un mundo
mejor. Hemos entonces de preguntarnos, si esta actitud puede ser inherentemente
falsa o absurda.
¿Puede la virtud definirse en tiempo de acciones y luego
practicarse? Por esto nuestra preocupación tiene que centrarse en la educación
para crear esta mente religiosa, que tiene una profunda comprensión de ella
misma y de su relación con las cosas, con las ideas y con las personas. No hay
que insistir tanto en la información y conocimiento de los hechos, como en el
cultivo de una mente muy observante y estudiosa que crezca internamente y que se
transforme a través de la auto-comprensión.
La educación actual tiene como objetivo crear un individuo egocéntrico
y ambicioso que pueda competir agresivamente con otros en la sociedad y tener
éxito. Estos individuos no pueden crear nunca una sociedad que sea pacífica, no
violenta o armoniosa, y estamos viendo las consecuencias en todo el mundo.
Los hombres considerados como muy educados han hecho más daño al
mundo que la persona inocente y sin cultura.
No olvidemos que el holocausto de Alemania fue la creación de
algunas de las personas más educadas, eficientes y sofisticadas del mundo. La
educación actual está destruyendo la virtud y presta un flaco servicio a la
moralidad. Lo que es importante es no condicionar al niño en un determinado
cuadro de valores morales, sino ayudarle a tener una mente inquisitiva que
pueda cuestionar estos valores inteligentemente para llegar a una verdadera
virtud.
El verdadero objetivo de la educación es ayudar a revelar al niño
la belleza en todos los aspectos de la vida, a crear una mente estudiosa e
inquisitiva, que sea a la vez científica y religiosa, y que valore el rechazo
de las reglas establecidas.
Nota. — El Profesor P. Krishna es rector del Rajhat Education Centre, de Varanasi,
India.
FUENTE: Extraído de
Fuente : Revista digital Fraternidad Universal, Nº 3 del 9 año,
parte 1.
Comentario: en
este interesante artículo podemos considerar varios aspectos. Por una parte
hace ver, lo que es cierto y otros también han expuesto, que no existen valores
morales universales en el sentido de que estos varían para las distintas épocas
de la humanidad y las distintas culturas, incluso en la misma época. Y por
tanto no se puede educar a los niños sobre valores universales, lo que parece
la conclusión lógica. Ahora bien, desde otra percepción y punto de vista, habría
que añadir que los valores no son espirituales ni universales porque los seres
y grupos humanos estamos en distintos grados de evolución y condicionados por
nuestro trasfondo de nacimiento y cultural, así como evolutivo o de grado de
conciencia. Por otra parte un valor no es lo mismo que una acción, es en
realidad como una cualidad o aquello que impulsa a la acción, y sabemos que una
acción se puede hacer por distintos valores o motivaciones, unas mejores que
otras. Por tanto empecemos por tener en cuenta que cultivar valores
espirituales o universales no quiere decir hacer determinadas cosas, sino
cultivar ciertas cualidades o virtudes que se pueden manifestar de distintos
modos. ¿Y cuales son esos valores espirituales?, si bien es cierto que no todos
los reconocen y menos aun los practican en la actualidad, si se repasa los
valores que han enseñado y practicado los mejores seres que se han manifestado
en la humanidad surgen inmediatamente valores esenciales como el sentido de
responsabilidad, el sentido de justicia, la actitud de buena voluntad, el amor
espiritual por los demás, el espíritu de colaboración y análogos. Y aunque no
son universales en el sentido de que todos los hayan reconocido y practicado,
si lo son en el sentido de que a la largo del tiempo y las culturas ha habido
elevados seres que los han enseñado y practicado y que las personas de
conciencia espiritual en el mundo reconocen como esenciales para el
establecimiento de un mundo en paz y la practica de correctas relaciones
humanas, teniendo a la vez el intimo convencimiento de que a su debido tiempo
en el proceso evolutivo todos los seres humanos llegaran a reconocerlos y practicarlos.
Por tanto sí es posible, necesario y adecuado tratar de educar en esos
correctos valores espirituales, empezando siempre con el ejemplo.
Por otra parte, otro aspecto que se menciona en el artículo, es la
importancia de enseñar la practica de la observación
de uno mismo y los demás y tener una mente inquisitiva que cuestione las cosas
y los valores y rechace los falsos valores y normas de actuación que estén
promovidos por las pasiones, egoísmos y distorsiones humanos. Esto ciertamente
es correcto y adecuado. Pero hemos de tener en cuenta que los niños no tienen
todavía una mente formada ni la preparación para ello, y que los primeros años
aprenden sobre todo por la imitación de los mayores y de lo que ven a su
alrededor. Por ello es tan importante darles un buen ejemplo y enseñarles a
cultivar esas virtudes, valores o cualidades espirituales. A ello se podrá
unir, a medida que va desarrollando su mente y capacidades, su capacidad para
discernir y preguntarse sobre el porqué de los tipos de valores existentes,
materiales y espirituales, y el porqué de las cosas.
Juan Manuel – Unidad de Servicio ESPAÑA (Enero 2010)