El cónsul general de la India defendió al ayuverda y dijo que sí tiene método científico.
Se agudiza la polémica generada en torno a los cursos de "medicinas no tradicionales y ancestrales" que se disponía a dictar desde este año la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba y que el lunes fueron suspendidos por decisión de la casa de altos estudios.
Sergio Lais Suárez, cónsul general de la India, respondió a los polémicos dichos del filósofo Mario Bunge sobre la medicina ayurveda, al considerar que el filósofo "no tenía la información necesaria y suficiente para poder hablar de un sistema médico de otra nación con miles de años de tradición".
"Bunge aduce que no es una medicina basada en la evidencia. Está muy alejado de la verdad. Ayurveda cuenta con trabajos científicos innumerables de distintas universidades del mundo", aseguró Lais Suárez, quien negó que este sistema médico esté vinculado con la astrología, como dice Bunge, y aseguró que es una práctica que tiene más de tres mil años de tradición; más de la mitad de la República de la India se atiende sólo con esta medicina y hay 500 mil médicos ayurvédicos nucleados en un consejo avalado por el gobierno.
"Es un error pensar que ayurveda no tiene una estructura de enseñanza como la medicina occidental. En la India hay varias universidades que la enseñan. Por ejemplo, en Benares Hindú University (la más antigua de la India) se puede estudiar medicina moderna y la ayurveda, con la misma carga horaria", agregó.
Según el cónsul, la medida de suspender los cursos debe obedecer a aspectos reglamentarios. "Ofrecemos todo el apoyo que necesiten, como investigación científica, convenios con universidades de la India e intercambio de profesores, médicos y estudiantes", aseguró.
Por su parte, Guillermo Alonso, jefe del Servicio de Acupuntura del Hospital de Clínicas Nicolás Avellaneda, de Tucumán y encargado de dictar el primer módulo de esa práctica en los suspendidos cursos se mostró satisfecho con los dichos de Mario Bunge, porque, aunque aclaró que no comparte con las opiniones del filósofo, considera que la polémica "ha permitido que se empiece a discutir algo que estaba antes oculto".
Alonso, que fue becado por el Conicet para capacitarse en acupuntura en China, explicó que el servicio que dirige en Tucumán cuenta con otros tres profesionales, más otros rotativos y en capacitación y han obtenido "excelentes resultados en los pacientes atendidos"
Aclaración y convocatoria. Por otra parte, desde Alemania, el filósofo Ernesto Garzón Valdés aclaró sobre una referencia realizada por Bunge en el marco de esta polémica cuando mencionó su libro El velo de la ilusión para referirse a la situación de la Universidad Nacional de Córdoba en la década de 1950. Garzón Valdez dice que hay allí "una confusión de fechas que puede dar lugar a falsas interpretaciones".
Un grupo de médicos inscriptos en los cursos enviaron por correo electrónico una convocatoria para manifestarse en contra de la suspensión, mañana, a las 11.30, en el Pabellón Perú.
La polémica desatada por los cursos de medicina no tradicionales. Jorge Londero.
La polémica desatada por los cursos de medicinas no tradicionales y ancestrales que había programado dictar la Universidad Nacional de Córdoba desde este año viene cargada, al menos desde el rincón de lo científico, con un defecto bien argentino que mantenemos desde hace dos siglos y que, en este caso, se manifiesta claro desde los dichos del filósofo Mario Bunge: la creación de una dicotomía en la que no hay puntos intermedios ni posibilidad de consenso. No se discute ni se intercambian ideas y pareceres; se desprestigia al que piensa distinto y punto. Lo que vale es lo que yo digo y nada más.
Bunge, como buen argentino casi centenario, desprestigia y agrede todo aquello que no sea científico; no discrimina, mete a todas las medicinas "no basadas en la evidencia" en la misma bolsa y las compara con la magia y la brujería, entre otras. En pocas palabras, ofende al que no opina como él y con ello cierra las puertas a un posible consenso.
La agresiva y dogmática postura de este experimentado y reconocido filósofo se afirma en la supuesta seguridad de una ciencia intocable, perfecta, incuestionable.
Es cierto que la humanidad le debe mucho a la ciencia, pero hay que recordar que es la misma que tortura y mata a los animales, la misma que crea armas mortales y de destrucción masiva, la misma que ha generado desarreglos irrecuperables en el equilibrio ecológico del planeta.
Al trazar esa terminante justificación de la supuesta seguridad y honorabilidad de la medicina con método científico en desmedro de las que para él "no están basadas en la evidencia", Bunge cita que los medicamentos, para su prescripción y comercialización, deben ser examinados y aprobados por organismos especializados, como la FDA (Administración de Drogas de los Estados Unidos).
Se olvida que esos organismos son los mismos que aprobaron la talidomida, por ejemplo, que sembró al mundo con niños con bracitos de 10 centímetros o manos de dos dedos que les salían desde la espalda, entre otros defectos, o el Vioxx (rofecoxib), el antiinflamatorio que, según la prestigiosa Lancet , puede haber causado entre 88 mil y 140 mil problemas cardíacos sólo en Estados Unidos, por citar apenas un par de ejemplos de tantas otras drogas que dejaron discapacidad, muerte y miles de juicios por mala praxis, en medio de escándalos mundiales que son evidencia de que el método científico también se equivoca. Y mal.
En países del Primer Mundo, como Inglaterra o Alemania, las medicinas que acá denominamos "no tradicionales" cuentan con financiamiento estatal o con amplia aceptación de la población. Si siempre los citamos como ejemplos por imitar, ¿es que en esto se equivocan?
En la Argentina, deberíamos dejar de polemizar y debatir en serio sobre las enfermedades y sus formas de curarlas, porque seguir la línea de Bunge es caer en el error de empantanarse en otra de esas improductivas dicotomías que nos impiden crecer
El filósofo dijo que está "muy contento" con la decisión que tomó la Universidad de Córdoba.
El filósofo argentino Mario Bunge, que levantó una polvareda con sus recientes declaraciones sobre la incorporación de pseudociencias en la Universidad Nacional de Córdoba, llamó esta mañana desde su despacho en la Universidad McGill de Montreal, Canadá, para expresar su “enorme felicidad” por la suspensión de los cursos de posgrado.
Las declaraciones de Bunge sobre que la UNC “debería volver a la Edad Media” luego de avalar los cursos para graduados que comenzó a dictar la Facultad de Medicina, provocaron anoche la inmediata suspensión de las clases (Ver "No es posible que permitan este asalto a la modernidad", 18/04/2010).
“Me siento muy contento”, señaló el filósofo. “No es un triunfo mío, es un triunfo de La Voz del Interior, que demostró que sigue siendo un diario de prestigio y con peso en la opinión cordobesa. Felicitaciones a ustedes, estoy muy contento con la decisión que tomó la Universidad de Córdoba”.
Finalmente, la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC dio marcha atrás y, al menos por el momento, suspendió el dictado en esa unidad académica de los cursos en medicina homeopática, medicina ayurvédica y medicina tradicional china (Ver Medicina alternativa: la UNC suspendió los cursos).
Bunge dijo que, luego de esta decisión de la UNC, espera que la Universidad de Buenos Aires tomé el mismo camino y cambie o cierre la Facultad de Psicología. “No hay nada de psicología en ella. Es todo superstición psicoanalítica, hay como 55 mil graduados, ninguno de los cuales se pueda decir que es psicólogo. La población está inerme en manos de charlatanes. Se necesitan más estudios para ser pedicuro que para ser psicólogo”.
El Colegio de Córdoba sostuvo que el filósofo tuvo una expresión "injuriosa" al comparar "la psicología con la parasicología”.
El Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba rechazó y repudió las expresiones del filósofo Mario Bunge que “propone eliminar la Facultad de Psicología porque se imparte enseñanzas de ´seudociencia´” (Leé la entrevista completa a Bunge).
“Son las mismas razones y los mismos argumentos utilizados por la dictadura militar de Onganía y su trágica ´Noche de los Bastones Largos´ donde se intervino nuestra facultad, con la posterior detención y desaparición de profesores y estudiantes”, señala un comunicado.
Los dichos fueron
vertidos en la edición de Perfil
del 6 de abril y fueron retomados el mismo día
en el programa “Hoy Domingo”, de Radio 10.
En el documento, el organismo rechazó también las
opiniones de Bunge en una nota de ayer de
La Voz del Interior.
El Colegio repudió “la injuriosa comparación” que “realiza” Bunge en este diario “al comparar la psicología con la parasicología”.
“Ésta es otra manifestación más de las que el ´científico´ nos tiene acostumbrados cuando ataca o cree atacar a la psicología y / o al psicoanálisis”, asegura el texto.
“Muestra de supina ignorancia o de una gran necesidad de volverse una figura de consumo de cierto amarillismo mediático”, agrega el comunicado.
Además sostuvo que hay “un claro objetivo, la instalación definitiva de una concepción de la salud biologista y mercantilista”.
Según la institución, “los psicólogos y sus organizaciones carecen de espacio para refutar injuriosas opiniones, quedando demostrado nuevamente, la necesidad de la vigencia plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en pro de la salud mental de la población, en contra de los excesos mediáticos y donde los profesionales de la psicología tengan plena voz”.
EN la década de los 90, o sea, a
fines del siglo XX, hubo grandes debates
-particularmente en los Estados Unidos-
entre el neoconservadurismo (los "neocon")
y las corrientes liberales o
progresistas. En la tradición
intelectual norteamericana, no prevalece
tanto la dicotomía derecha-izquierda,
sino la que opone los términos
conservative (conservador) y
liberal (el primero más afín a los
republicanos y el segundo a los
demócratas). Y aquellos debates incluyeron no sólo
a la política, sino también a la
cultura, y hubo quienes sintetizaron las
conclusiones apelando a la vieja
trilogía derecha-centro-izquierda, con
la siguiente ecuación: la política para
el centro, la economía para la derecha,
la cultura para la izquierda, en una
especie de salomónica división de
jurisdicciones. Sin embargo, en los últimos años la
confrontación de ideas se acentuó en
todos los planos -no sólo en los Estados
Unidos, sino también en Europa y en
América latina-, y nadie quiso ceder
terreno a nadie. ¿La cultura para la izquierda? Está
por verse, ya que los "neocon" no están
dispuestos a entregarles a los
liberal la primacía y menos
hegemonía en la cultura. Por el
contrario, el tema de los valores
(aborto, eutanasia, parejas gay,
relativismo ético, libertad sexual)
ocupa un lugar central en los debates
políticos y electorales, por eso en
diversos estados norteamericanos se
realizan referendos o consultas
populares sobre estas cuestiones. Pero las controversias llegan hasta
el ámbito mismo de las ciencias,
aparentemente más asépticas y neutrales,
y a veces las oposiciones
conservadores-liberales o
derecha-izquierda no parecen adecuadas
para entender lo que se discute. El filósofo y epistemólogo argentino
Mario Bunge, a quien nadie podría
calificar de "neocon" o de derecha, sino
más bien lo contrario, embistió
recientemente y con fuerza contra una
decisión de la Facultad de Medicina de
la Universidad Nacional de Córdoba de
abrir cursos informativos de posgrado de
medicinas alternativas, que incluían la
homeopatía, la ayurveda hindú, la
acupuntura y las prácticas médicas
chinas. Bunge consideró la enseñanza de estas
"seudociencias" (como las califica) como
una rendición intelectual y un retorno a
la Edad Media por parte de la
Universidad de Córdoba, y dijo que la
referida decisión de la Facultad de
Medicina parecía dictada por José López
Rega. El exabrupto fue rechazado por la
mayoría de los universitarios, pero de
todos modos los cursos sobre medicinas
alternativas fueron provisoriamente
suspendidos, hasta tanto se hiciera un
estudio a fondo del tema. Pero, en realidad, los ataques de
Bunge no estaban dirigidos tanto contra
la homeopatía o la ayurveda, sino contra
el psicoanálisis, al que considera
también una "seudociencia". Y dijo que
en las facultades de psicología
argentina priva la enseñanza de "los
textos sagrados" de Sigmund Freud y sus
sucesores, "en los que no hay
experimentación ni contacto con la
ciencias, sino psicología hablada, que
no tiene nada que ver con el cerebro".
Se mostró, en cambio, un firme
partidario de las llamadas
"neurociencias" o de la "neurología
cognitiva", tomando así abiertamente
partido en el debate que hoy envuelve a
la psicología contemporánea. Pero no es un debate del todo nuevo,
aunque en el pasado se haya planteado en
términos distintos. Jacques Lacan dijo
una vez que el psicoanálisis surgió de
la tradición grecolatina y
judeocristiana y en el marco de la
democracia, y que, tal vez por ello,
para al nazismo era una "ciencia judía"
y para el totalitarismo soviético "una
ciencia burguesa". Hoy son las neurociencias las que
embisten contra el psicoanálisis, al que
considera una "psicología hablada",
frase que quizá no disgustaría a Freud,
ya que -en palabras de Jacques Alain
Miller- "a partir del momento en que un
analista se dirige a un paciente que
sufre, no con remedios, no con consejos,
sino con la idea de que hable, de que
hable y repita su queja, y que algo en
la repetición y la elaboración de la
queja va a curarle de los motivos de
ésta", está planteando dos grandes
temas: la teoría del inconsciente y la
definición del ser humano como sujeto
parlante. El debate, pues, continúa. © LA NACION Disparen contra el psicoanálisis
Julio César Moreno
Para LA NACION
CULTURA | ENTREVISTA A
GERMAN GARCIA, QUE ACABA DE PUBLICAR "EL
PSICOANALISIS Y LOS DEBATES CULTURALES"
"Los
psicoanalistas corren como niños detrás
de pseudociencias"
García repasa,
en su nuevo libro, la historia del
psicoanálisis en la Argentina. No es
neutral: va tomando posición en las
polémicas de la disciplina.
Ariel Dilon. ESPECIAL
PARA CLARIN
Tal vez
sorprenda que una historia del
psicoanálisis en la Argentina atraviese
una galería de nombres propios
heterogéneos: Hegel y Esteban
Echeverría, Ramos Mejía y por su
intermedio Rosas, Ingenieros, Roberto
Arlt, Victoria Ocampo y el conde
Keyserling, Ortega y Gasset el seductor,
Alejandro Korn, Jorge Luis Borges y C.G.
Jung, Arnaldo Rascovsky y Bernardo
Verbitsky, Angel Garma y Béla Székely,
Arminda Aberastury, Manuel Puig, Oscar
Masotta. Y si sorprende, será porque la
historia del psicoanálisis merecería
ventilarse con más frecuencia, como lo
hace Germán García en El Psicoanálisis y
los Debates Culturales, un libro
estimulante y algo caótico.
"Hacer historia del psicoanálisis es
configurar el campo del psicoanálisis,
no meramente describirlo", admite
García, consciente de que su libro sobre
los "debates culturales" y el
psicoanálisis es una intervención en
esos debates. Psicoanalista y escritor,
García repite el cruce freudiano de
racionalismo y cultura humanística: "Me
propongo sacar al psicoanálisis del
corralito. Llamar la atención sobre un
montón de hilos y resonancias", dice.
Uno de esos "hilos" pasa por el
romanticismo: en tanto que "emergencia
de una sensibilidad, de la sensibilidad
misma como algo digno de tenerse en
cuenta", García sostiene que el
romanticismo es la condición de
posibilidad del psicoanálisis. "El
intento de Freud consiste en ampliar la
idea de razón para dar cabida en ella a
las pasiones románticas."
A partir del eje
ilustración/romanticismo, se configura
una suerte de combate que García visita
como un museo de sensibilidades en
pugna. Allí donde Freud expandiera el
campo de la conciencia para albergar la
parte maldita, el positivismo
contraataca con la criminología. Allí
donde el psicoanálisis transforma la
visión mecánica de la individualidad en
un universo en claroscuro, la
reflexología pavloviana viene a reponer
los fundamentos biológicos del
comportamiento. Allí donde un aval
explícito de Freud incorpora a los no
médicos a las instituciones y la
práctica del psicoanálisis, la Sociedad
Psicoanalítica de Nueva York, en
1925/26, modifica sus estatutos para
excluir a Caroline Newton, una escritora
que regresaba a los Estados Unidos
después de analizarse con Freud y
traducir al inglés las obras de Otto
Rank. Esa Sociedad sería el modelo a
partir del cual, en 1942, importando
hasta su programa de estudios, Angel
Garma fundaría la Asociación
Psicoanalítica Argentina.
En los 40 tenemos, de un lado, a Garma y
Cárcamo con la APA restringida a los
médicos; del otro lado a Béla Székely,
psicólogo húngaro que desembarcó en
Buenos Aires a fines de los 30, dictó
conferencias de didáctica del
psicoanálisis y publicó varios libros de
divulgación. Más o menos contemporáneos,
el "Programa de Garma" y el "Programa de
Székely", según los transcribe García,
trasladan al interior de la disciplina
el eje del debate.
Durante algún tiempo, los psicoanalistas
estuvieron subordinados a los médicos.
En los 70 Oscar Masotta, que no era
médico ni psicoanalista, "buscaba la
manera de volver a articular la
naturaleza y la gracia, la determinación
y la responsabilidad. Buscaba razones
para explicar el sufrimiento". Fue
Masotta, según García, quien devolvió al
psicoanálisis en la Argentina el
principio de su autonomía, regresando a
la fuente, Freud, por conducto de Lacan.
El otro "hilo" conductor del libro es el
eclecticismo, el conciliar doctrinas
disímiles. Para García, el eclecticismo
es un "suicidio de la inteligencia".
Suicidio que en el campo psicoanalítico
consiste en ir a buscar la razón en una
autoridad más alta y alejada. Arminda
Aberastury traduciendo la obra completa
de Melanie Klein y Klein asumiendo hacia
ella una actitud desdeñosa. El
psicoanálisis refugiándose en la
doctrina cristiana, sometiéndose a la
medicina; parapetándose en la
psicoterapia infantil. El psicoanálisis
subsidiario de ciencias y pseudociencias
como la criminología o la sexología.
Eclecticismo y avance del positivismo
comportan para Germán García un mismo
impulso de fuga. "Que los analistas
corran como niños detrás de cualquiera
que traiga una idea pseudocientífica se
debe a que el suyo es un lugar un poco
insoportable."