Cuando querer es poder

Brasil y su programa Hambre Cero

por Gimena Tempelopoulos   Revista On Line San Pablo
Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA)
gimenatem@gmail.com

 

El hambre es el flagelo que origina mayor cantidad de muertos en el mundo, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), las víctimas diarias ascienden a 100 mil personas, de las cuales 30 mil son niños menores de cinco años. El combate contra este enemigo silencioso y clasista solo puede efectuarse a través de acciones integrales y consensuadas por todos los estamentos del Estado.

 

Históricamente, el Brasil es el país de América Latina que ostenta los más altos niveles de pobreza extrema y mortalidad por hambre, a pesar de ser uno de los cinco mayores productores de alimentos del mundo. En consecuencia, no se trata de un problema de escasez, sino de injusticia social. Por tal motivo, en 2003, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva puso en marcha Fome Zero (Hambre Cero): una política pública que desestima el asistencialismo y brega por la erradicación del hambre y la inclusión social.

 

Los principios básicos de este plan consisten en crear condiciones de salud y educación, establecer políticas para la generación de empleo e ingresos y estimular estrategias de desarrollo sustentable en zonas rurales y urbanas. 

 

Hambre Cero comprende alrededor de 31 programas sociales, algunos de ellos son: Bolsa Familia (Beca Familia), Programa para la Adquisición de Alimentos, Fondo de Desarrollo para la Educación Básica, Programa Universidad para Todos, Servicio de Atención Médica de Urgencia, Farmacia Popular, Microcrédito Popular, Programa Salud de la Familia, Programa Nacional de Agricultura Familiar, Reforma Agraria, Erradicación del Trabajo Infantil, Programa Habitacional y Saneamiento (alcantarillado, mejoramiento del agua), Sed Cero (instalación de cisternas ), etc.

 

Bolsa Familia es el proyecto más famoso, reúne todos los planes de transferencia de dinero (Tarjeta Alimentación, Beca Escuela, Cupón Gas) y se instauró para asegurar el alimento a los más desfavorecidos. Con el propósito de garantizar una justa distribución, se organizó un comité gestor −constituido por autoridades federales, municipales y departamentales y por representantes de la Iglesia, ONGs, sindicatos y asociaciones como “los sin tierra”−, a fin de efectuar un relevamiento en todas las comunidades y realizar un registro único con los perfiles socioeconómicos de las familias en situación de pobreza.

 

Toda familia, que vive a diario con menos de US$ 1 y cumple con los cuidados básicos de salud y escolaridad de sus hijos, puede ser favorecida con la ayuda económica; así como las personas mayores de 65 años, que habitan en zonas rurales, tienen derecho a percibir un salario mínimo por mes.

 

El monto asignado varía entre R$20 y R$182, dependiendo de la composición de la familia y el nivel de vulnerabilidad. Para evitar que el subsidio sea manejado por los funcionarios municipales, cada individuo retira, con una tarjeta magnética, el beneficio monetario. En 2008, Bolsa Familia alcanzó a 46 millones de habitantes, o sea, a un cuarto de la población, y, en 2009, se eleva el techo de elegibilidad al programa, por lo cual, se incorporan 1.3 millones de familias adicionales.

Este plan de transferencia de recursos obtuvo, a corto plazo, resultados muy positivos, dado que la desnutrición crónica, en niños de hasta cinco años, pasó del 13%, en 1996, al 7%, en 2006; asimismo, aumentó el ingreso familiar en un 29,7%. No obstante, Bolsa Familia no resuelve, para las autoridades gubernamentales del país vecino, la desigualdad social; para lograrlo, el programa debe ser acompañado de una red mayor de políticas de protección y promoción social.

 

En la actualidad, Hambre Cero constituye el emprendimiento más exitoso en el  mundo, en la lucha contra el hambre, y es reconocido por la ONU, UNICEF, FAO y la OIT. Con su implementación, diez años antes, el Brasil pudo cumplir las Metas de Desarrollo del Milenio, que implican el compromiso de reducir la pobreza extrema a la mitad, hasta 2015. En 1992, el 11,7% de los habitantes vivía con menos de US$1 diario, en tanto que, en 2006, la cifra disminuyó al 4,7%.

 

En el año 2003, el 28,17% de los brasileños se encontraba bajo la línea de pobreza, mientras que, en 2006, se descendió al 19,31%. En este período, 14 millones de personas salieron de la pobreza, y 4 millones se incorporaron a la clase media. Sin dudas, la desigualdad estructural que aqueja al país no desapareció, pero se ha dado un gran paso en favor de la inclusión social.