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Para:
farodelautopia@yahoo.com.ar
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President Obama speech discurso in and y version.
EL EXTRAORDINARIO DISCURSO COMPLETO DEL PRESIDENTE BARACK OBAMA EN EL CAIRO (y a continuación the english version)
Me siento honrado por estar en la inmortal ciudad de El Cairo y por recibir una |
invitación de dos instituciones tan destacadas. Durante más de mil años, Al-Azhar se ha |
erigido en faro del saber islámico, y desde hace más de un siglo, la Universidad de El |
Cairo ha sido una fuente del desarrollo en Egipto. Juntas, representáis la armonía entre |
tradición y progreso. Me siento muy agradecido por vuestra hospitalidad y por la que |
me mostrado el pueblo egipcio. Estoy, también, orgulloso de traer conmigo los mejores |
deseos del pueblo americano y un saludo de paz de las comunidades musulmanas de mi |
país: assalaamu alaykum. |
“Nos hallamos en un momento de tensión entre EE UU y los musulmanes de todo el |
mundo. Una tensión que hunde sus raíces en fuerzas históricas que van más allá del |
debate político actual. La relación entre Islam y Occidente incluye siglos de |
coexistencia y cooperación pero también conflictos y guerras religiosas. Más |
recientemente, el colonialismo, que negó derechos y oportunidades a muchos |
musulmanes, y la guerra fría, durante la que los países de mayoría musulmana fueron |
tratados como comparsas sin tener en cuenta sus aspiraciones, han contribuido a |
alimentar dicha tensión. Más aún, los cambios arrolladores traídos por la modernidad y |
la globalización han llevado a muchos musulmanes a ver a Occidente como hostil hacia |
las tradiciones del Islam. |
Los extremistas violentos han explotado estas tensiones en una pequeña pero poderosa |
minoría de musulmanes. Los atentados del 11-S y los esfuerzos continuos de estos |
extremistas por llevar la violencia a la población civil han hecho que algunos |
compatriotas míos vean al Islam como inevitablemente hostil no sólo con América y los |
países occidentales, sino también con los derechos humanos. Esto ha servido para |
alimentar más temores y desconfianzas. |
Mientras nuestras relaciones se determinen por nuestras diferencias, estamos dando |
poderes a quienes siembran el odio en vez de la paz, a quienes promueven las guerras en |
vez de la cooperación que podría ayudar a nuestros pueblos a alcanzar la justicia y la |
prosperidad. Debe terminar este círculo de sospechas y discordias. |
He venido hasta aquí para buscar una nueva relación entre EE UU y los musulmanes del |
mundo, que esté basada en el interés mutuo y el mutuo respeto; que esté basada en la |
verdad de que América y el Islam no se excluyen y no necesitan estar en competición. |
En cambio, coinciden y comparten principios comunes, de justicia, progreso, tolerancia |
y dignidad de las personas. |
Lo hago reconociendo que el cambio no puede ocurrir de la noche a la mañana. Un solo |
discurso no puede erradicar años de desconfianza ni puedo dar respuesta en el tiempo de |
que dispongo a todas las complejas cuestiones que nos han llevado hasta donde |
estamos. Sin embargo, estoy convencido de que para avanzar debemos hablar |
abiertamente de las cosas que pensamos de corazón, esas que demasiado a menudo sólo |
se dicen cuando hemos cerrado la puerta. Debemos hacer un esfuerzo continuo para |
escucharnos, para aprender unos de otros, para respetarnos y para buscar puntos en |
común. Como dice el Sagrado Corán, “sé consciente de Dios y di siempre la verdad”. |
Es lo que voy a intentar hacer, decir la verdad lo mejor que pueda, humilde ante la tarea |
que tenemos por delante y firme en mi creencia de que los intereses que compartimos |
como personas son más poderosos que las fuerzas que nos separan. |
Parte de esta convicción se asienta en mi propia experiencia. Soy cristiano pero mi |
padre provenía de una familia de Kenia con generaciones de musulmanes en su seno. |
Cuando era un chico pasé muchos años en Indonesia y escuchaba la llamada al rezo al |
amanecer y a la caída del día. Cuando era joven trabajé en comunidades de Chicago |
donde muchos de sus miembros hallaron la dignidad y la paz en su fe musulmana. |
Como estudiante de historia, conozco la deuda que la civilización tiene con el Islam. |
Fue el Islam, en lugares como la Universidad Al-Azhar, quien llevó la ilustración del |
saber durante muchos siglos, allanando el camino del Renacimiento y la Ilustración en |
Europa. La innovación de las comunidades musulmanas desarrolló el álgebra, la brújula |
y otras herramientas de navegación, el dominio de la escritura y la imprenta, la |
comprensión de cómo se extienden las enfermedades y cómo pueden aliviarse. La |
cultura islámica ha legado majestuosos arcos y altísimas agujas, poesía intemporal y |
música inolvidable, elagante caligrafía y lugares para la contemplación pacífica. Y a |
través de la historia, el Islam ha demostrado con palabras y hechos las posibilidades de |
la tolerancia religiosa y la igualdad racial. |
También sé que el Islam siempre ha formado parte de la historia de América. El primer |
país que reconoció al mío fue Marruecos. Al estampar su firma en el Tratado de Trípoli |
de 1796, nuestro segundo presidente John Adams escribió, “Estados Unidos no tiene en |
sí mismo carácter de enemistad hacia las leyes, la religión o la tranquilidad de los |
musulmanes”. Desde nuestra fundación, los musulmanes americanos han enriquecido |
EE UU. Han luchado en nuestras guerras, han servido al Gobierno, han peleado por los |
derechos civiles, han levantado negocios, han enseñado en nuestras universidades, han |
sobresalido en las canchas deportivas, han ganado premios Nobel, han construido |
nuestros edificios más altos y han encendido la antorcha olímpica.Y cuando salió |
elegido en el Congreso el primer musulmán-americano, juró defender nuestra |
Constitución utilizando el mismo Corán que uno de nuestros Padres Fundadores, |
Thomas Jefferson, tenía en su biblioteca personal. |
Así pues, he conocido el Islam en tres continentes antes de venir a la región donde fue |
revelado. Esa experiencia guía mi convicción de que la colaboración entre América y el |
Islam debe basarse en lo que es el Islam, no en lo que no es. Considero que parte de mi |
responsabilidad como presidente de EE UU es luchar contra los estereotipos negativos |
del Islam allí donde surjan. |
Pero el mismo principio debe aplicarse a las percepciones de los musulmanes sobre |
América. Del mismo modo que los musulmanes no son como el estereotipo crudo que |
de ellos se hace, América no es el imperio egoísta que pinta el crudo estereotipo que se |
hace de ella. Estados Unidos ha sido una de las mayores fuentes de progreso que el |
mundo ha conocido jamás. Nacimos de una revolución contra un imperio. Nos |
fundamos en el ideal de que todos nacemos iguales y hemos derramado sangre y |
peleado durante siglos para llenar de sentido esas palabras, en nuestras fronteras y por |
todo el mundo. Estamos conformados por todas las culturas, dibujados por todos los |
confines de la Tierra y dedicados a un concepto simple: E pluribus unum: “De muchos, |
uno”. |
Mucho se ha dicho del hecho de que un afroamericano con el nombre de Barack |
Hussein Obama pudiera ser elegido Presidente, pero mi historia personal no es tan |
extraordinaria. El sueño de la oportunidad no se ha hecho realidad para todo el mundo |
en América, pero su promesa existe para quien llegue a nuestro país; eso incluye a casi |
siete millones de musulmanes que disfrutan de ingresos y educación mayores que la |
media. |
Más aún, la libertad en América es inseparable de la libertad de culto. Por eso hay una |
mezquita en todos los Estados de la Unión y más de 1.200 en toda América, por eso el |
Gobierno de EE UU ha pleiteado para proteger el derecho de las mujeres y las chicas a |
llevar el velo (hijab) y castigar a quienes se lo niegan. |
Así pues, que no haya dudas: el Islam es parte de América y creo que América sostiene |
la verdad de que no importa la raza, la religión o la posición en la vida, que todos |
compartimos aspiraciones: vivir en paz y seguridad; adquirir una educación y trabajar |
con dignidad; amar a nuestras familias, nuestras comunidades y a nuestro Dios. |
Compartimos todo esto. Esta es la esperanza de toda la humanidad. |
Por supuesto, reconocer nuestra humanidad común sólo es el comienzo de nuestra tarea. |
Las palabras no pueden, por sí solas, resolver las necesidades de nuestros pueblos, lo |
que sólo podrá hacerse si actuamos con audacia en los años venideros; y si |
comprendemos que compartimos los retos que hemos de enfrentar y que nuestro fracaso |
al hacerlos frente nos perjudicará a todos. |
Como hemos aprendido con la reciente experiencia, cuando un sistema financiero se |
debilita en un país, la prosperidad se quiebra en todas partes. Cuando una nueva gripe |
infecta a una persona, todos corremos un riesgo. Cuando un país persigue el arma |
nuclear, el riesgo de ataque nuclear crece en todos los países. Cuando extremistas |
violentos operan en una cordillera, la gente corre peligro al otro lado del océano. Y |
cuando se masacra a inocentes en Bosnia y Darfur, eso deja una mancha en nuestra |
conciencia colectiva. Eso es lo que significa compartir este mundo en el siglo XXI y esa |
es la responsabilidad que tenemos unos con otros como personas. |
Esta es una responsabilidad difícil de afrontar porque la historia de la humanidad a |
menudo ha sido una relación de naciones y tribus sojuzgando a otras al servicio de sus |
propios intereses. Pero en esta nueva época, actitudes así son contraproducentes. Como |
somos interdependientes, cualquier orden mundial que eleve a un país o grupo de |
pueblos sobre otros, fracasará. Así pues, no importa lo que pensemos del pasado, no |
podemos ser sus prisioneros. Debemos acometer nuestros problemas a través de la |
colaboración; debemos compartir el progreso. |
Eso no quiere decir que debamos ignorar las fuentes de tensión; de hecho, sugiero lo |
contrario: debemos hacer frente a estas tensiones directamente. Y con dicho espíritu, |
dejad que hable con toda la claridad de que soy capaz sobre algunos asuntos concretos |
que estimo que, finalmente, debemos enfrentar conjuntamente. |
El primer asunto que hemos de afrontar es el extremismo violento, en todas sus formas. |
En Ankara dejé claro que América no está, ni estará jamás, en guerra con el Islam. Sin |
embargo, debemos enfrentarnos sin descanso a los extremistas violentos que |
representan una amenaza grave para nuestra seguridad. Puesto que rechazamos las |
mismas cosas que rechazan personas de todas las religiones: el asesinato de hombres, |
mujeres y niños inocentes. Y mi primer deber como Presidente es proteger a los |
americanos. |
La situación de Afganistán demuestra los objetivos de América y nuestra necesidad de |
trabajar conjuntamente. Hace siete años, Estados Unidos perseguía a Al Qaeda y los |
talibanes con amplio apoyo internacional. Fuimos allí no por elección, sino por |
necesidad. Soy consciente de que hay quien cuestiona o justifica los acontecimientos del |
11-S, pero digámoslo con claridad: Al Qaeda asesinó a casi 3.000 personas aquel día. |
Las víctimas eran inocentes hombres, mujeres y niños de América y muchos otros |
países que no hicieron nunca daño a nadie. Sin embargo, Al Qaeda decidió asesinar a |
estas personas, reclamaron la autoría del atentado y aún hoy reafirman su determinación |
de asesinar en masa. Tienen ramas en muchos países y tratan de expandirse. No se trata |
de opiniones que puedan discutirse; son hechos a los que debemos hacer frente. |
No nos equivoquemos: no queremos mantener nuestras tropas en Afganistán, no |
buscamos bases militares allí. Es una agonía para América perder a nuestros jóvenes, es |
costoso y políticamente difícil continuar con este conflicto. Con agrado llevaríamos a |
casa a todos los soldados si tuviéramos confianza en que no habrá extremistas violentos |
en Afganistán y Pakistán decididos a asesinar a tantos americanos como puedan. Pero |
no es el caso. |
Por eso colaboramos en una coalición de 46 países y a pesar de los costes que tiene, el |
compromiso de América no se debilita. De hecho, ninguno de nosotros debería tolerar a |
estos extremistas. Han asesinado en muchos países y a muchas personas de diferentes |
credos, y a musulmanes en mayor número que de otras creencias. Sus actos son |
irreconciliables con los derechos humanos, el progreso de los países y el Islam. El |
Sagrado Corán enseña que quien asesina a un inocente es como si hubiera asesinado a |
toda la humanidad; y que quien salva a una persona es como si hubiera salvado a toda la |
humanidad. La perseverante fe de más de 1.000 millones de personas es mucho mayor |
que el odio mezquino de unos pocos. El Islam no es parte del problema de combatir el |
extremismo violento, es una importante parte en la promoción de la paz. |
También sabemos que el poder militar, por sí solo, no va a resolver los problemas en |
Afganistán y en Pakistán. Por ese motivo tenemos previsto invertir 1.500 millones de |
dólares anuales, a lo largo de los próximos cinco años, para ayudar a los paquistaníes a |
construir escuelas y hospitales, carreteras y empresas, y cientos de millones para ayudar |
a las personas desplazadas. Y también por esa razón vamos a aportar más de 2.800 |
millones para ayudar a los afganos a desarrollar su economía y proporcionar servicios |
de los que depende la población. |
Permítaseme también abordar la cuestión de Irak. A diferencia de Afganistán, la |
de Irak fue una guerra de elección que provocó fuertes divergencias en mi país y en todo |
el mundo. Aunque creo que el pueblo iraquí, a fin de cuentas, está mejor sin la tiranía de |
Sadam Husein, creo también que los acontecimientos de Irak han recordado a EE UU la |
necesidad de utilizar la diplomacia y construir un consenso internacional para resolver |
nuestros problemas siempre que sea posible. Podemos recordar las palabras de Thomas |
Jefferson, que afirmó: “confío en que nuestra sabiduría crezca con nuestro poder y nos |
enseñe que cuanto menos utilicemos nuestro poder, más grandes seremos.” |
Hoy, EE UU tiene una responsabilidad dual; ayudar a Irak a forjar un futuro |
mejor y dejar Irak a los iraquíes. Ya he dejado claro al pueblo iraquí que no buscamos |
bases y que no pretendemos nada ni de su territorio ni de sus recursos. La soberanía de |
Irak es únicamente suya. Por ese motivo he ordenado que nuestras brigadas de combate |
se retiren el próximo agosto. Y por ese motivo cumpliremos nuestro acuerdo con el |
gobierno democráticamente elegido de Irak de retirar las tropas de combate de las |
ciudades iraquíes en julio, y de retirar todas nuestras tropas de Irak en 2012. |
Ayudaremos a Irak a entrenar a sus fuerzas de seguridad y a desarrollar su economía. |
Pero apoyaremos un Irak seguro y unido como socios, nunca como patrones. |
Y, finalmente, de igual modo que EE UU jamás podrá tolerar la violencia de los |
extremistas, tampoco alteraremos jamás nuestros principios. El 11 de septiembre fue un |
trauma tremendo para nuestro país. El temor y la ira que provocó son comprensibles, |
pero, en algunos casos, nos llevó a actuar de forma contraria a nuestros ideales. Estamos |
adoptando medidas concretas para cambiar el rumbo. He prohibido sin equívocos el uso |
de la tortura por parte de EE UU, y he ordenado el cierre de la prisión de la bahía de |
Guantánamo para comienzos del año próximo. |
De este modo, EE UU se defenderá respetando la soberanía de las naciones y el |
imperio de la ley. Y lo haremos conjuntamente con comunidades musulmanas que |
también están amenazadas. Cuanto antes sean aislados los terroristas, y repudiados en |
las comunidades musulmanas, tanto antes estaremos todos más seguros. |
La segunda gran fuente de tensión que necesitamos examinar es la situación |
entre israelíes, palestinos y el mundo árabe. |
Los fuertes lazos de EE UU con Israel son bien conocidos. Ese vínculo es |
inquebrantable. Se basa en lazos culturales e históricos, y en el reconocimiento de que la |
aspiración a una patria judía arraiga en una historia trágica que no puede negarse. |
El pueblo judío fue perseguido durante siglos en todo el mundo y el |
antisemitismo europeo culminó en un Holocausto sin precedentes. Mañana visitaré |
Buchenwald, que formó parte de una red de campos en los que el que el Tercer Reich |
esclavizó, torturó, fusiló y mató con gas a los judíos. Seis millones de judíos fueron |
asesinados, más que la población entera de Israel en la actualidad. Negar ese hecho es |
algo carente de base, ignorante y odioso. Amenazar a Israel con la destrucción, o repetir |
viles estereotipos sobre los judíos, es una profunda equivocación, y sólo sirve para |
evocar en las mentes de los israelíes los recuerdos más dolorosos a la vez que impide la |
paz que merece la población de esta región. |
Por otro lado, es también innegable que el pueblo palestino –musulmanes y |
cristianos- ha sufrido en su búsqueda de una patria. Durante más de sesenta años han |
sufrido el dolor de su deportación. Muchos esperan en los campos de refugiados de |
Cisjordania, Gaza y los territorios vecinos una vida de paz y seguridad que jamás han |
podido vivir. Soportan las humillaciones diarias, grandes y pequeñas, que conlleva la |
ocupación. Así que no dejemos ninguna duda al respecto: la situación del pueblo |
palestino es intolerable. EE UU no dará la espalda a la legítima aspiración palestina a |
su dignidad, sus oportunidades y un Estado propio. |
Durante décadas se ha permanecido en un punto muerto: dos pueblos con |
aspiraciones legítimas, y ambos con una historia dolorosa que hace difícil el |
compromiso. Es fácil acusar: para los palestinos, señalar los desplazamientos que |
acarreó la fundación de Israel, y para los israelíes, señalar la constante hostilidad y |
ataques a lo largo de su historia desde dentro y fuera de sus fronteras. Pero si queremos |
ver este conflicto únicamente desde uno u otro lado, seremos ciegos a la verdad: la |
única solución es que las aspiraciones de ambas partes sean satisfechas a través de dos |
Estados, en los que tanto israelíes como palestinos vivan en paz y seguridad. |
Eso va en interés de Israel, de Palestina, de EE UU y del mundo. Y por eso |
intento buscar personalmente este resultado con toda la paciencia que la tarea exige. Las |
obligaciones que ambas partes acordaron bajo la Hoja de Ruta son claras. Para que |
llegue la paz, es tiempo de que ellos y todos nosotros estemos a la altura de nuestras |
responsabilidades. |
Los palestinos deben abandonar la violencia. La resistencia mediante la |
violencia y el asesinato es indefendible y no lleva al éxito. Durante siglos, las personas |
negras de EE UU sufrieron los latigazos como esclavos y la humillación de la |
segregación. Pero no fue la violencia la que conquistó derechos plenos e iguales. Fue |
una insistencia pacífica y resuelta en los ideales que se encuentran en el núcleo de la |
fundación de EE UU. La misma historia pueden contarla distintos pueblos, desde |
Suráfrica al sur de Asia, desde Europa oriental a Indonesia. Es una historia con una |
verdad sencilla; la de que la violencia es una vía muerta. No es una señal ni de valor ni |
de poder disparar cohetes contra niños que duermen, o reventar ancianas en un autobús. |
Ésa no es la forma de reivindicar la autoridad moral, sino la de perderla. |
Éste es el momento de que los palestinos se centren en lo que pueden construir. |
La Autoridad Palestina debe desarrollar su capacidad de gobernar con instituciones que |
sirvan a las necesidades de su pueblo. Es cierto que Hamás tiene apoyo entre algunos |
palestinos, pero también tiene responsabilidades. Para desempeñar un papel en el |
cumplimiento de las aspiraciones de los palestinos, y para unificar al pueblo palestino, |
Hamás debe poner fin a la violencia, reconocer acuerdos anteriores y reconocer el |
derecho de Israel a existir. |
Al mismo tiempo, los israelíes deben reconocer que del mismo modo que no |
puede negarse el derecho de Israel a existir, tampoco puede negarse el de Palestina. |
Estados Unidos no aceptará la legitimidad del mantenimiento de los asentamientos |
israelíes. Esa construcción viola acuerdos anteriores y mina los esfuerzos por alcanzar la |
paz. Es tiempo de que se detengan esos asentamientos. |
Israel también tiene que estar a la altura de sus obligaciones de garantizar que |
los palestinos puedan vivir, trabajar y desarrollar su sociedad. Al igual que resulta |
devastadora para las familias palestinas, la prolongada crisis humanitaria de Gaza no |
sirve a la seguridad de Israel; como tampoco lo hace la prolongada falta de |
oportunidades en Cisjordania. El progreso en la vida cotidiana del pueblo palestino debe |
formar parte del camino hacia la paz, e Israel debe dar pasos concretos para permitir ese |
progreso. |
Finalmente, los Estados árabes deben reconocer que la Iniciativa Árabe de Paz |
fue un primer paso importante, pero no el fin de sus responsabilidades. El conflicto |
árabe-israelí no debe seguir utilizándose para distraer a los pueblos de las naciones |
árabes de sus demás problemas. Por el contrario, tiene que ser un motivo de acción para |
ayudar al pueblo palestino a desarrollar las instituciones que sostendrán su Estado; para |
reconocer la legitimidad de Israel; y para elegir el progreso frente a una obsesión por el |
pasado que sólo lleva a la derrota. |
EE UU debe alinear nuestras políticas con las de quienes buscan la paz y afirmar |
en público lo que decimos en privado a israelíes, palestinos y árabes. No podemos |
imponer la paz. Pero en privado, muchos musulmanes reconocen que Israel no se |
marchará. Del mismo modo, muchos israelíes reconocen la necesidad de un Estado |
palestino. Es tiempo de que actuemos sobre la base de lo que todos sabemos que es |
cierto. |
Se han derramado demasiadas lágrimas. Se ha vertido demasiada sangre. Todos |
nosotros tenemos la responsabilidad de trabajar para el día en el que las madres de los |
israelíes y palestinos puedan ver a sus hijos crecer sin miedo: en el que la Tierra Santa |
de tres grandes credos sea el lugar de paz que Dios deseó que fuera; en el que Jerusalén |
sea una morada segura y duradera para judíos, cristianos y musulmanes, y un lugar en el |
que todos los hijos de Abraham se mezclen pacíficamente como en la historia del Isra, |
cuando Moisés, Jesús y Mahoma (la paz sea con ellos) se unieron a orar. |
La tercera fuente de tensión es nuestro interés común en los derechos y |
responsabilidades de las naciones respecto a las armas nucleares. |
Esta cuestión ha sido una fuente de tensión entre EE UU y la República Islámica |
de Irán. Durante muchos años, Irán se ha definido a sí mismo, en parte, por su oposición |
a mi país, y ciertamente existe una historia tumultuosa entre nosotros. En medio de la |
Guerra Fría, EE UU desempeñó un papel en el derribo de un gobierno iraní |
democráticamente elegido. Desde la Revolución Islámica, Irán ha desempeñado un |
papel en actos de toma de rehenes y violencia contra tropas y civiles de EE UU. Esta |
historia es bien conocida. En vez de seguir atrapados en el pasado, he dejado claro a los |
líderes y al pueblo de Irán que mi país está dispuesto a avanzar. La cuestión ahora no es |
en contra de qué está Irán, sino más bien qué futuro desea construir. |
Será difícil superar décadas de desconfianza, pero procederemos con valor, |
rectitud y resolución. Habrá muchas cuestiones que debatir entre nuestros dos países, y |
estamos dispuestos a avanzar sin precondiciones sobre la base del respeto mutuo. Pero |
está claro para todos los afectados que en lo tocante a las armas nucleares hemos |
alcanzado un punto decisivo. Aquí no se trata únicamente de los intereses de EE UU. Se |
trata de evitar una carrera de armas nucleares en Oriente Próximo que podría precipitar |
a esta región y al mundo a un camino extremadamente peligroso. |
Entiendo a quienes protestan porque algunos países tengan armas y otros no. |
Ninguna nación por sí sola debería decidir qué naciones tienen armas nucleares. Por |
esto he reafirmado vigorosamente el compromiso de EE UU de buscar un mundo en el |
que ninguna nación mantenga armas nucleares. Y cualquier nación, incluida Irán, |
debería tener el derecho a acceder a la energía nuclear pacífica si cumple sus |
responsabilidades bajo el Tratado de No Proliferación nuclear. Ese compromiso está en |
el núcleo del Tratado, y debería mantenerse para todos aquellos que lo respeten |
plenamente. Tengo la esperanza de que todas las naciones de la región puedan compartir |
este objetivo. |
Sé que en años recientes ha habido controversia respecto a la promoción de la |
democracia, y mucha de esa controversia está relacionada con la guerra de Irak. |
Permítaseme ser claro; ninguna nación puede imponer o debe imponer a ninguna otra |
sistema de gobierno alguno. |
Sin embargo, eso no atenúa mi compromiso con los gobiernos que reflejan la |
voluntad del pueblo. Cada nación da vida a este principio a su propia manera, basándose |
en las tradiciones de su propio pueblo. EE UU no presume de saber qué es mejor para |
todo el mundo, al igual que no presumimos de establecer el resultado de una elección |
pacífica. Pero tengo la creencia inconmovible de que todo pueblo aspira a determinadas |
cosas: la capacidad de expresarse libremente y codecidir en la forma en que es |
gobernado; la confianza en el imperio de la ley y en la administración igualitaria de la |
justicia; un gobierno que sea transparente y que no robe al pueblo; la libertad de vivir |
como uno decida. Eso no son sólo ideas estadounidenses, son derechos humanos, y ese |
es el motivo por el que los apoyaremos en todas partes. |
No hay un único camino para cumplir esta promesa. Pero esto al menos está |
claro: los gobiernos que protegen esos derechos son en última instancia más estables, |
tienen más éxito y son más seguros. La represión de las ideas jamás logra que éstas |
desaparezcan. EE UU respeta el derecho de que todas las voces pacíficas y que respetan |
la ley se hagan oír en todo el mundo, incluso aunque no estemos de acuerdo con ellas. Y |
saludaremos a todos los gobiernos elegidos y pacíficos, en el supuesto de que gobiernen |
con respeto para todo su pueblo. |
Este último punto es importante porque hay algunos que defienden la |
democracia sólo cuando están fuera del poder y una vez que llegan a él, son despiadados |
en la represión de los derechos de otros. No importa dónde tome pie, el gobierno del |
pueblo y para el pueblo impone una norma única para todos los que están en el poder: |
debes respetar los derechos de las minorías, y participar con un espíritu de tolerancia y |
compromiso; debes situar los intereses de tu pueblo y el funcionamiento legítimo del |
proceso político por encima de tu partido. Sin estos ingredientes, las elecciones por sí |
solas no constituyen una democracia auténtica. |
La quinta tarea que debemos afrontar es la libertad religiosa. |
El Islam tiene una orgullosa tradición de tolerancia. Lo vemos en la historia de |
Andalucía y Córdoba durante la Inquisición. |
Fui testigo de ello de niño en Indonesia, donde los fieles cristianos practicaban su |
religión con libertad en un país que es musulmán de forma mayoritaria. Éste es el |
espíritu que necesitamos hoy en día. En cualquier país, todas las personas deberían |
sentirse libres de elegir y practicar su fe en consonancia con su mente, su corazón y su |
alma. Esta tolerancia es esencial para que una religión prospere, pero en numerosos |
países está siendo amenazada. |
Entre algunos musulmanes, existe una tendencia negativa que mide la propia fe |
de acuerdo con el rechazo de las demás. La riqueza de la diversidad religiosa debe ser |
respaldada –tanto si se trata de la de los maronitas en Líbano como la de los coptos en |
Egipto. Asimismo, deben salvarse las diferencias entre los mismos musulmanes, dado |
que la división entre suníes y chiíes ha conducido a una trágica violencia, como ha |
pasado en Irak. |
La libertad religiosa es fundamental para la convivencia entre los pueblos. |
Deberíamos reflexionar sobre la forma de protegerla. Por ejemplo, en Estados Unidos |
las reglas sobre las donaciones caritativas han hecho más difícil para los musulmanes |
cumplir sus obligaciones religiosas. Es por ello por lo que me he comprometido a |
trabajar con los musulmanes estadounidenses para asegurarles que van a poder practicar |
con plena libertad el zakat. |
Al mismo tiempo, es importante para los países occidentales evitar que se |
impida a los ciudadanos musulmanes practicar su religión en la forma en la que ellos la |
sienten –por ejemplo, imponiendo qué ropa debería llevar una mujer musulmana. No |
podemos generar hostilidad hacia una religión en nombre del liberalismo. |
En efecto, la fe debería unirnos. Es por lo que estamos estudiando varios |
proyectos en Estados Unidos para unir a cristianos, musulmanes y judíos. Por eso |
agradecemos los esfuerzos como el Diálogo Interreligioso del rey saudí Abdulá o el |
liderazgo de Turquía en la Alianza de Civilizaciones. A lo largo y ancho del mundo, |
podemos convertir el diálogo en un servicio interreligioso, de forma que los puentes |
entre los pueblos conduzcan a la acción, ya sea combatiendo la malaria en África o |
aportando ayuda humanitaria tras un desastre natural. |
El sexto asunto al que me quiero referir es el de los derechos de las mujeres. |
Sé que es un tema muy debatido. Rechazo la opinión de algunos en Occidente |
que consideran que una mujer que elige cubrir su cabello es una persona con menos |
igualdad, sin embargo sí que creo que a una mujer a la que se la niega la educación se la |
niega también la igualdad. Y no es una casualidad que esos países en los que las |
mujeres reciben una buena educación tengan más posibilidades de ser prósperos. |
Déjenme que sea claro: la cuestión de la igualdad de las mujeres no es una |
cuestión sencilla para el Islam. Hemos visto que en Turquía, Pakistán, Bangladesh e |
Indonesia, países de mayoría musulmana, han elegido a una mujer para dirigir el país. |
En cualquier caso, en muchos aspectos de la vida en Estados Unidos se sigue luchando |
por la igualdad de las mujeres, así como en otros muchos países del mundo. |
Nuestras hijas pueden contribuir a la sociedad tanto como nuestros hijos, y |
nuestra prosperidad común avanzará si permitimos a toda la humanidad –sean hombres |
o mujeres- alcanzar el máximo de sus posibilidades. No creo que las mujeres tengan |
que adoptar las mismas decisiones que los hombres para ser iguales, y yo respeto a esas |
mujeres que eligen vivir su vida según cánones tradicionales. Debería ser únicamente |
una decisión suya. Es por esta razón por la que Estados Unidos va a trabajar con |
cualquier país de mayoría musulmana para apoyar que se extienda la alfabetización |
entre las niñas y para ayudar a las mujeres jóvenes a conseguir un trabajo mediante los |
microcréditos que ayudan a la gente a realizar sus sueños. |
Finalmente, deseo reflexionar sobre el desarrollo económico y las oportunidades. |
Sé que para mucha gente, el rostro de la globalización es contradictorio. Internet |
y la televisión pueden aportar conocimiento e información, pero también agresividad |
sexual y violencia gratuita. Los intercambios comerciales pueden traer nueva riqueza y |
oportunidades, pero también alteraciones y desajustes para las comunidades. En todas |
las naciones –incluida la mía- esos cambios producen miedo. Miedo de que por la |
modernidad perdamos el control de nuestras decisiones económicas, o políticas, y, sobre |
todo, nuestra identidad –esas cosas que más apreciamos de nuestra comunidad, nuestra |
familia, nuestras tradiciones y de nuestra fe. |
Pero sé también que no se puede rechazar el progreso humano. No tiene por qué |
existir una contradicción entre desarrollo y tradición. Países como Japón y Corea del |
Sur han hecho crecer sus economías a la vez que mantenían sus diferentes culturas. Lo |
mismo pasa con el desarrollo sorprendente en países de mayoría musulmana desde |
Kuala Lumpur hasta Dubai. En tiempos pasados y en nuestros días, las comunidades |
musulmanas han estado en la vanguardia de la innovación y la educación. |
Esto es importante porque ninguna estrategia de desarrollo puede estar basada |
sólo en lo que produce la tierra, ni puede sostenerse mientras los jóvenes estén en el |
paro. Muchos Estados del Golfo Pérsico han gozado de una gran prosperidad gracias al |
petróleo, pero muchos de ellos están empezando a considerar un desarrollo más amplio. |
Todos, sin embargo, debemos reconocer que la educación y la innovación será la |
moneda de cambio del siglo XXI, pero en muchas comunidades musulmanas aún sigue |
sin invertirse lo suficiente en estas áreas. Yo mismo estoy alentando estas inversiones |
en mi país. Y mientras que en el pasado Estados Unidos ha privilegiado el petróleo y el |
gas en esa parte del mundo, ahora buscamos un compromiso más amplio. |
Ampliaremos los programas de intercambio en educación, y aumentaremos la |
escolarización, como la que permitió a mi padre ir a Estados Unidos, a la vez que |
animaremos a que estudien en las comunidades musulmanas más estadounidenses. |
Intentaremos igualar esta situación, haciendo posible las estancias de estudiantes |
musulmanes en Estados Unidos, así como invirtiendo en programas de aprendizaje |
on line para profesores y niños en todo el mundo y creando una red social de forma que |
un adolescente en Kansas pueda comunicar al instante con una adolescente en El Cairo. |
Respecto al desarrollo económico, crearemos nuevos organismos económicos de |
voluntarios que puedan asociarse con sus homólogos en países de mayoría musulmana. |
Asimismo, este año impulsaré una Cumbre Empresarial para identificar cómo podemos |
estrechar los lazos entre líderes económicos, las fundaciones y los empresarios sociales |
en Estados Unidos y las comunidades musulmanas de todo el mundo. |
Por lo que concierne a la ciencia y la tecnología, crearemos una nueva fundación |
para apoyar el desarrollo tecnológico en los países de mayoría musulmana y ayudar a |
transferir las ideas al mercado para así crear puestos de trabajo. Abriremos centros de |
excelencia científica en África, en Oriente Próximo y en el sureste asiático, y |
nombraremos a nuevos enviados científicos para colaborar en programas que |
desarrollen nuevas fuentes de energía, creen puestos de trabajo medioambientales, para |
el abastecimiento de agua potable, y permitan el crecimiento de nuevos cultivos. |
Además, hoy anuncio un nuevo esfuerzo global junto con la Organización de la |
Conferencia Islámica para erradicar la poliomielitis y la ampliación de la relación con |
las comunidades islámicas para promover la salud de los niños y de sus madres. |
Todas estas cosas deben llevarse a cabo en cooperación. Los estadounidenses |
están preparados para colaborar con los ciudadanos y con los Gobiernos, con las |
organizaciones comunitarias, con los líderes religiosos y los empresarios en las |
comunidades musulmanas de todo el mundo a ayudar a nuestro pueblo a llevar una vida |
mejor. |
Estas tareas a las que me he referido no van a ser fáciles, pero tenemos la |
responsabilidad de conseguir juntos, en nombre del mundo que deseamos, un mundo en |
el que los extremistas ya no amenacen a nuestro pueblo, y las tropas estadounidenses |
vuelvan a casa; un mundo en el que los israelíes y los palestinos estén seguros en su |
propio Estado, y en el que la energía nuclear sea utilizada con fines pacíficos; un mundo |
en el que los Gobiernos sirvan a sus ciudadanos y se respeten los derechos de todos los |
hijos de Dios. Es un interés recíproco. Éste es el mundo que deseamos y sólo lo |
podemos conseguir juntos. |
Sé que hay muchas personas –musulmanas y no musulmanas- que ponen en |
duda la posibilidad de conseguir esta nueva relación. Algunas de esas personas están |
deseando inflamar las llamas de la división y paralizar el camino del progreso. Algunas |
de estas personas sugieren que no vale la pena hacer este esfuerzo, que estamos |
condenados al desacuerdo, y que las civilizaciones están destinadas a enfrentarse. |
Muchas más son sencillamente escépticas sobre que esto pueda ocurrir. Hay mucho |
miedo, hay mucha desconfianza. Pero si elegimos estar amarrados por el pasado, nunca |
iremos hacia delante. Y quiero decir en especial que los jóvenes de cualquier fe, de |
cualquier país –vosotros, más que nadie- tienen la capacidad de rehacer el mundo. |
Todos nosotros compartimos este mundo durante un breve espacio de tiempo. El |
problema es si pasamos ese tiempo centrados en lo que nos diferencia, o nos |
comprometemos en un esfuerzo –un esfuerzo sostenible- para encontrar un territorio |
común, para centrarnos en el futuro que queremos para nuestros hijos y en el respeto de |
la dignidad de todos los seres humanos. |
Es más fácil iniciar las guerras que terminarlas. Es más fácil echar la culpa a |
los otros que mirar hacia nuestro interior; considerar lo que nos diferencia de otro que |
encontrar lo que nos une. Pero tenemos que elegir el camino correcto, no sólo el fácil. |
Hay una regla común a todas las religiones: uno debe comportarse con los demás como |
quisiéramos que los demás se comportaran con nosotros. Esta verdad trasciende |
naciones y pueblos y no es nueva, no es blanco, negro o castaño; no es cristiano, |
musulmán o judío. Es una creencia que late desde la cuna de las civilizaciones y que |
aún lo hace en el corazón de millones de personas. Es la fe en otra gente, y esto es lo |
que me ha traído hoy aquí. |
Tenemos la capacidad de lograr el mundo que deseamos, pero sólo si tenemos el |
valor de emprender un nuevo comienzo, recordando lo que ha sido escrito. |
El Sagrado Corán nos dice: “¡Oh, hombres! Os hemos creado hombre y mujer; y |
os hemos hecho naciones y tribus para que os podáis conocer los unos a los otros.” |
El Talmud nos dice: “El conjunto de la Tora tiene la finalidad de promover la |
paz.” |
La Sagrada Biblia nos dice: “Benditos los pacificadores, porque ellos serán |
llamados hijos de Dios”. |
Todos los pueblos pueden vivir juntos en paz. Sabemos que esa es la visión de |
Dios. Ahora, esa debe ser nuestra tarea en la Tierra. Muchas gracias y que la paz de |
Dios sea con vosotros. |