Carmen de Patagones: desde el Faro de la Utopía

 

     Un excelente trabajo denominado Desde el ojo de la tormenta, ha sido elaborado por alumnos de nivel medio y universitario, profesores y personas en general de la comunidad de Viedma-Carmen de Patagones, afectada por un terrible hecho de violencia escolar en el cual un alumno disparó un arma de fuego en la escuela dando muerte a varios compañeros. 

     En dicho escrito, que puede ser leído en el sitio web Faro de la Utopía, http://farodelautopia.webcindario.com , describen con meridiana claridad una situación de violencia social generadora por ende de episodios de violencia escolar.

     Coincidimos claramente en la postulación esencial de que la violencia escolar no es en principio generada por la misma institución educativa ni por los alumnos (salvo algún caso aislado), sólo es una réplica bizarra o mala copia de la violencia ejercida sobre los actores sociales (entre ellos los escolares) por una estructura social injusta que solo busca grandes ganancias económicas para unos pocos, y que se expresa en el desinterés por la educación y por la seguridad, en la falta de empleo con su consecuente miseria, empobrecimiento y subalimentación, en la falta de cobertura de salud, en la exclusión social y psicológica de una gran mayoría, en la corrupción endémica, en su falta de respeto por los derechos y valores humanos, por el medio ambiente y la ecología, etc; constituyendo en su conjunto esta lacra que hoy día es denominada a nivel mundial como la  globalización del capitalismo salvaje

     Esta violencia circulante e instaurada casi institucionalmente en la sociedad, es la causa última y originaria de cualquier otro brote de violencia que luego pueda aparecer en alguno de los integrantes de la comunidad –sea individual o institucionalmente-.

     En varios artículos, en especial en “La adolescencia en la posmodernidad: crisis y oportunidades”, y en “Revalorizar la Ética: el imperativo actual” (que también pueden ser leídos en el sitio web Faro de la Utopía), analizo este fenómeno con profundidad, y en los mismos se hacen aportes para su mejor comprensión, que muy brevemente reproduzco en lo esencial a continuación para un correcto enfoque del tema.

     Básicamente, el punto nodal de esta inédita crisis es la gran pérdida de los auténticos valores (el amor y solidaridad para con el prójimo, la cooperación mutua, la comprensión de la común condición humana), que son los que orientan y guían la conducta humana, y promueven la plena realización del ser humano como tal, concebido como una integridad bio-psico-socio-espiritual).  Esta pérdida de valores es lo que ha exacerbado la posmodernidad, y produjo una grave dificultad para el correcto funcionamiento de las estructuras sociales, comenzando en orden de importancia por la  política, cuyo accionar impacta muy directamente sobre la vida y destinos de los millones de personas que conforman la estructura comunitaria.  Esto lo hemos padecido sobre todo en esta última década neoliberal, con su secuela de violencia, hambre, miseria, desempleo, destrucción de la trama comunitaria y exclusión social  Estas malas políticas, fundadas en premisas egoístas, en valores individualistas o directamente corruptos propagados por una etica light y superficial (el famoso “no te metás”, “todo vale”, “hacé la tuya” promovido por el capitalismo salvaje),  con su accionar impactan muy negativamente sobre toda la trama social, produciendo una cruel desintegración de la misma.  Esto comienza por la disgregación familiar ante la imposibilidad de sostener una estructura mínima de reparo básico como sería poder acceder a una vivienda digna, un empleo que permitiera obtener primariamente una adecuada alimentación y en forma secundaria el acceso a la educación a los niños, que no se verían obligados a salir a trabajar en su infancia por lo cual desertan de la escuela.  La deserción escolar lamentablemente se ha agravado últimamente: acabamos de conocer que ha crecido la deserción escolar primaria y del secundario polimodal en forma grave y preocupante sobre todo en la Provincia de Buenos Aires, donde en el último año más de 100.000 adolescentes han abandonado sus estudios del secundario polimodal, y otros 74.000 niños de 6 a 15 años han desertado de la EGB – Educación General Básica.  Esta situación no es totalmente determinante, pero sí predispone y es el caldo de cultivo para que luego estos jóvenes ociosos y desocupados (influenciados por la crisis familiar, y ante el mal ejemplo, por desinterés o corrupción, que observan a nivel de la dirigencia social)  se inicien en conductas delictivas y el ejercicio de la violencia o caigan en las garras de las adicciones (drogas, alcohol, ciberjuegos violentos), en la depresión-suicidio y en la falta del sentido de sus vidas, abonado esto más todavía mediante la búsqueda de valores sucedáneos superficiales y artificiales (por ejemplo los heavy-metal, los skin-heads) que reemplacen o llenen el vacío que los auténticos valores no han ocupado debido a las causas que mencionamos: falta de adecuada promoción de los mismos por la dirigencia social (esto incluye a la clase política, dirigentes sociales laicos o religiosos, medios de comunicación, profesores, todos nosotros en general), la educación faltante, etc.

     Vemos entonces que es un tema complejo y multicausal, pero que tiene su nudo central en la gran crisis de valores actual.  Pero también por suerte este análisis permite visualizar su posibilidad de resolución en implementar lo antes posible por parte de todos los actores sociales una firme reimplantación de los valores humanos más esenciales ya mencionados. 

     Esta re-valorización de la ética o moral social, es posible efectuarla a todo nivel mediante la prédica, ya sea oral o por el ejemplo de una vida dedicada.  Nunca de más adecuada aplicación aquí que el consabido precepto bíblico "por sus obras los conoceréis", o a nivel político las conocidas "hechos, no palabras", o "la realidad es la única verdad".

     En el tan importante nivel político, es necesario que cada ciudadano afronte una doble tarea: por un lado reasuma su compromiso social dejando de mirar para el costado u ocultando la cabeza como el avestruz, y participe instrumentando la aplicación de valores en todo su accionar comunitario, y por el otro asuma su responsabilidad individual de luchar por la evocación, construcción, promoción y propagación de valores humanos solidarios que hagan la vida digna de ser vivida y brinden un significado a la existencia.  En ambos supuestos, sin abandonarse a la engañosa formulación y la actitud cómoda que sería dejar la deliberación y gobierno solo en manos de sus representantes, ya que estos han probado asiduamente que no los representan y en general han obrado en forma contraria a lo deseado por los ciudadanos, solo buscando satisfacer intereses espurios, egoístas y corporativos; recién en estos últimos dos años pareciera que esta situación hubiera comenzado a cambiar un poco, tanto por una mejor calidad de gestión política como por una mayor participación popular en la misma.  

     Asumir este nuevo rol participativo y de mayor control de los actos de gobierno, marca sin duda un punto de inflexión y progreso en el desempeño ciudadano, y denota un mayor grado de madurez y compromiso ante la vida, ya que se asume más plenamente la responsabilidad por el propio destino y el crecimiento humano de la sociedad en la que se haya inserto, colaborando así cada uno desde su puesto de lucha y con la capacidad individual de que dispusiere para construír esa comunidad organizada en la cual cada persona aporta individualmente lo mejor de sí para el logro del bien común, para la realización y felicidad de todos.

 

 

Juan Martin Nuñez

Licenciado en Psicología (UBA)

 Posgrado en Logoterapia (UCA)

 

 

 

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