La
adolescencia y el secundario no se llevan muy bien. Consciente de esa
premisa, y preocupada, la investigadora argentina Graciela Frigerio
afirma que "los educadores no hemos logrado dar en la tecla y no
supimos proponer un modelo escolar que convierta a la enseñanza media en
un espacio más hospitalario, propicio para todos".
.
Su
crítica mirada a la reforma educativa y a las cosas que se hicieron -y no
se hicieron- en los últimos años asoma como un llamado de atención, que
merece ser tenido en cuenta.
.
Creadora
y directora del Centro de Estudios Multidisciplinarios, donde desde 1995
realiza investigaciones sobre distintas problemáticas que afectan a la
infancia y a la adolescencia, Frigerio acaba de ser reconocida por el
gobierno de Francia, que le otorgó la Orden de las Palmas Académicas, en
el grado de Chevalier, por su "trabajo constante en favor de la
lengua y la cultura francesa y la cooperación cultural entre Francia y la
Argentina".
.
Sus
aportes trascienden las experiencias y talleres que desarrolla en ese
centro y en la maestría de Educación que dirige en la Universidad
Nacional de Entre Ríos, entre otros posgrados que dicta en distintas
instituciones. En 1997, durante la gestión de Mario Giannoni en la
Secretaría de Educación porteña, fue una de las impulsoras del programa
Zonas de Acción Prioritaria (ZAP), orientado a fortalecer la atención
educativa de los sectores más postergados de la ciudad y que las
sucesivas gestiones han mantenido.
.
Un secundario
limitado
.
"Desde
sus orígenes, el nivel medio no estaba destinado a toda la población, ni
para que entraran todos ni para que permanecieran todos", recuerda
la investigadora, al explicar las distintas modalidades en que se
organizó el secundario (bachillerato, comerciales y técnicos), según las
expectativas y necesidades del Estado y de las empresas.
.
-¿Ese
alcance limitado se mantiene hoy en el secundario?
.
-Esa
huella sigue pesando. La reforma educativa no logró construir una
propuesta nueva para atender a un grupo etario que se ha ido modificando.
.
-¿Es un
problema argentino o se extiende a los países de América latina?
.
-Se va
agudizando en la región, porque el mundo se vuelve hostil a las nuevas
generaciones. Crecen los niveles de pobreza y la miseria. Muchos chicos
están obligados a salir a ganarse el pan. Muchos se mueren, no por
enfermedades incurables, sino porque la política no se ha preocupado en
atenderlos. Esta grave situación de la adolescencia se incrementa y es
responsabilidad de los adultos y del Estado.
.
-¿Cómo
lo perciben los chicos?
.
-Los
chicos están pagando el pato de las reformas. En los últimos años la
brecha creció. En muchos lados existe un prejuicio hacia los chicos
atacados por la pobreza. Por su manera de vestir se los presume posibles
delincuentes. Los chicos sufren ese prejuicio. El desafío es poder
pensarlos como chicos, no como pobres. Si uno los piensa como pobres,
sólo les ofrecerá cosas para pobres, no se podrá salir así del
asistencialismo. Ellos siempre pueden pensar y siempre pueden aprender.
.
-¿Cuál
es la salida?
.
-No hay
una receta. Habría que poner en común todas las experiencias. Aprovechar
las experiencias de otros. No son clonables, pero pueden servir para
aprender e imaginar cosas nuevas.
.
-¿Los
docentes son responsables?
.
-En la
Argentina hay docentes que tienen mucha experiencia y práctica en
interrumpir las profecías del fracaso, que fue el modo en que actuaron
las políticas económicas. Se les decía "a vos no te puede ir bien en
la vida". El problema no son los docentes, sino las políticas
educativas, que no se pueden pensar con independencia de las políticas
económicas, laborales y sociales. Más allá de las buenas intenciones, en
la década del noventa la política educativa fue de la mano de la política
económica. No se puede hablar de educación para todos con políticas que
producen exclusión.
.
-Pero
los defensores de la reforma educativa advierten que incorporaron al aula
chicos no escolarizados.
.
-Incorporar
chicos es importante. Pero el paso que sigue es qué hacer con ellos en la
escuela, cómo hacer que se queden. No tenemos en el país un sistema
educativo nacional, sino una cohabitación de 24 sistemas fragmentados y
segmentados.
.
-¿Por
haber transferido las escuelas a las provincias?
.
-Por la
transferencia y por el modo en que se llevó adelante la reforma
educativa. Muchas provincias estaban deseosas de asumir las
responsabilidades educativas en su jurisdicción. Si queremos un sistema
educativo nacional debemos pensar las funciones de un Ministerio de
Educación nacional. Hoy están formuladas. Hay que ver si alcanzan.
.
-¿Qué
habría que incluir?
.
-Tenemos
que repensar lo que es común a todos, definir qué es regional y local.
¿Podemos tener un sistema educativo nacional sin una política nacional de
formación docente, sin un salario nacional? El ministerio debe ser un
ámbito de construcción de políticas, no un espacio compensatorio.
.
-¿El
país avanza en ese camino?
.
-No
tengo la sensación de que estemos avanzando en esa dirección. Es un
problema de decisión política, de repensar temas cruciales, de fortalecer
el sistema educativo. No se trata de ir para atrás. Sí de plantearnos qué
es ir para adelante. No debemos pensar tanto en reformas estructurales,
sino cómo hacer que los chicos se sientan tentados para descubrir cosas y
aprender.
.
-¿Es
posible hacerlo?
.
-Hoy,
para los chicos, el futuro se ha vuelto aterrador. No les dan ganas de
crecer. El desafío es cómo les transmitimos las ganas de participar para
que el mundo sea mejor, la sensación de que el tiempo del futuro es para
ellos. Tenemos que devolverle al sistema educativo la idea de que educar
es algo que no se hace sólo para el presente.
.
Por
Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION
.
<< Comienzo
de la nota
La adolescencia y el secundario no
se llevan muy bien. Consciente de esa premisa, y preocupada, la
investigadora argentina Graciela Frigerio afirma que "los educadores
no hemos logrado dar en la tecla y no supimos proponer un modelo escolar
que convierta a la enseñanza media en un espacio más hospitalario,
propicio para todos".
.
Su crítica mirada a la reforma
educativa y a las cosas que se hicieron -y no se hicieron- en los últimos
años asoma como un llamado de atención, que merece ser tenido en cuenta.
.
Creadora y directora del Centro de
Estudios Multidisciplinarios, donde desde 1995 realiza investigaciones
sobre distintas problemáticas que afectan a la infancia y a la
adolescencia, Frigerio acaba de ser reconocida por el gobierno de
Francia, que le otorgó la Orden de las Palmas Académicas, en el grado de
Chevalier, por su "trabajo constante en favor de la lengua y la
cultura francesa y la cooperación cultural entre Francia y la
Argentina".
.
Sus aportes trascienden las
experiencias y talleres que desarrolla en ese centro y en la maestría de
Educación que dirige en la Universidad Nacional de Entre Ríos, entre
otros posgrados que dicta en distintas instituciones. En 1997, durante la
gestión de Mario Giannoni en la Secretaría de Educación porteña, fue una
de las impulsoras del programa Zonas de Acción Prioritaria (ZAP),
orientado a fortalecer la atención educativa de los sectores más
postergados de la ciudad y que las sucesivas gestiones han mantenido.
.
Un secundario limitado
.
"Desde sus orígenes, el nivel
medio no estaba destinado a toda la población, ni para que entraran todos
ni para que permanecieran todos", recuerda la investigadora, al
explicar las distintas modalidades en que se organizó el secundario
(bachillerato, comerciales y técnicos), según las expectativas y
necesidades del Estado y de las empresas.
.
-¿Ese alcance limitado se mantiene
hoy en el secundario?
.
-Esa huella sigue pesando. La
reforma educativa no logró construir una propuesta nueva para atender a
un grupo etario que se ha ido modificando.
.
-¿Es un problema argentino o se
extiende a los países de América latina?
.
-Se va agudizando en la región,
porque el mundo se vuelve hostil a las nuevas generaciones. Crecen los
niveles de pobreza y la miseria. Muchos chicos están obligados a salir a
ganarse el pan. Muchos se mueren, no por enfermedades incurables, sino
porque la política no se ha preocupado en atenderlos. Esta grave
situación de la adolescencia se incrementa y es responsabilidad de los
adultos y del Estado.
.
-¿Cómo lo perciben los chicos?
.
-Los chicos están pagando el pato
de las reformas. En los últimos años la brecha creció. En muchos lados
existe un prejuicio hacia los chicos atacados por la pobreza. Por su
manera de vestir se los presume posibles delincuentes. Los chicos sufren
ese prejuicio. El desafío es poder pensarlos como chicos, no como pobres.
Si uno los piensa como pobres, sólo les ofrecerá cosas para pobres, no se
podrá salir así del asistencialismo. Ellos siempre pueden pensar y
siempre pueden aprender.
.
-¿Cuál es la salida?
.
-No hay una receta. Habría que
poner en común todas las experiencias. Aprovechar las experiencias de
otros. No son clonables, pero pueden servir para aprender e imaginar
cosas nuevas.
.
-¿Los docentes son responsables?
.
-En la Argentina hay docentes que
tienen mucha experiencia y práctica en interrumpir las profecías del
fracaso, que fue el modo en que actuaron las políticas económicas. Se les
decía "a vos no te puede ir bien en la vida". El problema no
son los docentes, sino las políticas educativas, que no se pueden pensar
con independencia de las políticas económicas, laborales y sociales. Más
allá de las buenas intenciones, en la década del noventa la política
educativa fue de la mano de la política económica. No se puede hablar de
educación para todos con políticas que producen exclusión.
.
-Pero los defensores de la reforma
educativa advierten que incorporaron al aula chicos no escolarizados.
.
-Incorporar chicos es importante.
Pero el paso que sigue es qué hacer con ellos en la escuela, cómo hacer
que se queden. No tenemos en el país un sistema educativo nacional, sino
una cohabitación de 24 sistemas fragmentados y segmentados.
.
-¿Por haber transferido las
escuelas a las provincias?
.
-Por la transferencia y por el
modo en que se llevó adelante la reforma educativa. Muchas provincias
estaban deseosas de asumir las responsabilidades educativas en su
jurisdicción. Si queremos un sistema educativo nacional debemos pensar
las funciones de un Ministerio de Educación nacional. Hoy están
formuladas. Hay que ver si alcanzan.
.
-¿Qué habría que incluir?
.
-Tenemos que repensar lo que es
común a todos, definir qué es regional y local. ¿Podemos tener un sistema
educativo nacional sin una política nacional de formación docente, sin un
salario nacional? El ministerio debe ser un ámbito de construcción de
políticas, no un espacio compensatorio.
.
-¿El país avanza en ese camino?
.
-No tengo la sensación de que
estemos avanzando en esa dirección. Es un problema de decisión política,
de repensar temas cruciales, de fortalecer el sistema educativo. No se
trata de ir para atrás. Sí de plantearnos qué es ir para adelante. No
debemos pensar tanto en reformas estructurales, sino cómo hacer que los
chicos se sientan tentados para descubrir cosas y aprender.
.
-¿Es posible hacerlo?
.
-Hoy, para los chicos, el futuro
se ha vuelto aterrador. No les dan ganas de crecer. El desafío es cómo
les transmitimos las ganas de participar para que el mundo sea mejor, la
sensación de que el tiempo del futuro es para ellos. Tenemos que
devolverle al sistema educativo la idea de que educar es algo que no se
hace sólo para el presente.
.
Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION
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