RELECTURA DEL SISTEMA PREVENTIVO DESDE LA OPTICA DE LA RECIPROCIDAD

"Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo,

por vosotros estoy dispuesto incluso a dar mi vida" Don Bosco.

(Rufino Domingo, Crónica del Oratorio. ASC 110, ms, 5,10)

PREAMBULO

Desde 1994 la Familia salesiana camina hacia una mayor sintonía con la solución de los problemas humanos de los jóvenes del continente americano, desde su carisma, recogido inicialmente por Don Bosco y enriquecido por hombres y mujeres fieles al llamado del Señor Jesús. Como punto de partida en este camino está la realización del Primer encuentro de Cumbayá - "Proceso educativo salesiano y culturas emergentes" - del 15 al 25 de Mayo de 1994 y su proceso posterior.

Cumbayá se articula a los planes del ámbito de la Pastoral Juvenil de las FMA y del DPGS de los SDB para los años 1996-2001, lo que conlleva una orientación específica para un trabajo conjunto. Por eso en el año 1997 las FMA fortalecieron la Comisión Continental de Educación (encuentro en Santa fé de Bogotá) y las comisiones (CICSAL,CIB,CIANDES,CIMAC,USA). Los SDB constituyeron los Grupos Regionales Norteamérica, Mesoamérica, Andino, Brasil, Sepsur y realizan sus primeros encuentros en Guatemala y en Santa Fé de Bogotá.

En Santa Fé de Bogotá, el 22 de Septiembre de 1997, se realiza el Primer encuentro, se ratifica esta orientación, se precisa la finalidad, y se definen los criterios para ir construyendo progresivamente este camino conjunto, dentro de la autonomía y la reciprocidad; de allí, se derivó el grupo Andino de los SDB y las comisiones CIC, CIANDES, que después se unirán formando la comisión CINAB de las FMA.

A NIVEL ANDINO CINAB

En 1998 en Cumbayá Ecuador, del 12 al 14 de Agosto se llevó a cabo el primer encuentro con la participación de FMA, SDB, y laicos, en el que se analizaron los compromisos del grupo Andino asumidos en 1997.

Se profundizó el tema de fondo "La identidad de las Escuelas y Centros Profesionales salesianos, en vista de una relectura del carisma, a partir de las culturas emergentes: realidad juvenil, cultura del trabajo, inculturación, para una mayor incidencia en la realidad de marginación." Las conclusiones más sobresalientes de la reflexión fueron:

-El trabajo conjunto exige cultivar actitudes de fondo: fraternidad, autonomía, esfuerzo por leer juntos la realidad juvenil y popular, colaboración y corresponsabilidad, flexibilidad, capacidad para compartir un proyecto común, complementariedad y subsidiariedad, respeto y equidad.

-Se concretó mejor el camino a seguir juntos(as) SDB – FMA – laicos - otros grupos de la Familia Salesiana.

-A partir de la lectura y análisis de la Carta de Comunión del Rector Mayor y la Madre General, se definieron criterios y núcleos de atención conjunta y se decidió involucrar los otros grupos de la Familia Salesiana que están presentes en las escuelas y Centros Profesionales.

En 1999 nuevamente en Cumbayá, Ecuador, del 22 al 24 de Agosto, se realizó el Segundo Encuentro con participación de FMA, SDB, HHSSCC, Laicos. Allí se revisaron los compromisos del encuentro de1998. Se estudiaron las conclusiones del Congreso de la CIEC 99 ( realizado en Lima Perú ) y las orientaciones de Chaclacayo 99, y se definió la manera de asumirlas, especialmente en lo relacionado con el tema para Cumbayá II.

Tema de fondo: "La visión femenina del Sistema Preventivo".

En las conclusiones, entre otros aspectos, quedó clara la inquietud por hacer una Relectura del Sistema Preventivo.

Con base en las cuatro prioridades de Chaclacayo, Cumbayá II se ubica en la prioridad sobre el Carisma Salesiano que se propone "Como Familia salesiana hacer una relectura del Sistema Preventivo desde la realidad latinoamericana". Se precisa la temática así: "Relectura del Sistema Preventivo de Don Bosco desde una antropología de la reciprocidad".

Se decide que, con base en una guía orientadora, cada Equipo Nacional de la Familia Salesiana de la Región Andina prepararía un estudio sobre el tema. Fue elegida Bolivia como sede del siguiente encuentro.

En Cochabamba (Bolivia), entre el 27 y 29 de Agosto de 2000, se realiza el Cuarto Encuentro ANDINO - CINAB. Allí se reafirma como tema central del Encuentro de Cumbayá 2001 el RELANZAMIENTO DE LA ESCUELA SALESIANA EN EL CONTINENTE AMERICANO PARA UNA CULTURA DE LA SOLIDARIDAD

El presente trabajo es, pues, la reflexión hecha por el Grupo ANDINO - CINAB de la Familia Salesiana como aporte al Encuentro Continental Cumbayá II.

CONTENIDO

TEMA PAGINA

PREÁMBULO 2

INTRODUCCION 6

Capítulo I.

1. MARCO SITUACIONAL. 9

Capítulo II.

2. HACIA UNA COMPRENSIÓN DEL TERMINO 13

2.1. ITER HISTORICO DEL TERMINO. 13

2.1.1. Del diccionario al sentido común. 14

2.1.2. De la vida cotidiana a las obras educativas. 16

2.2. Fundamentos interdisciplinarios de la Reciprocidad. 17

2.2.1. Antropología, Sociología y Reciprocidad. 17

2.2.2. Filosofía y Reciprocidad. 20

2.2.2.1. Enfoque Filosófico de la Reciprocidad desde la Lógica Andina. 21

2.2.3. Psicología y Reciprocidad. 25

2.2.4. Pedagogía y Reciprocidad. 27

2.2.5.. Biblia, Teología y Reciprocidad 32

Capítulo III.

3. CARISMA SALESIANO: UNA VOCACION A LA RECIPROCIDAD. 35

3.1. María Mazzarello: una experiencia de Reciprocidad en el Sistema Preven

tivo. 43

3.2. El Padre Luis Variara, al abrir el siglo XX, resignifica la Reciprocidad

salesiana en la expresión del carisma victimal. 47

3.3. De la escuela de Don Bosco a la escuela salesiana de hoy. 50

3.4. Escuela y Obras Educativas a la luz del nuevo Sistema Preventivo. 54

3.5. La Preventividad y los principios del Sistema Preventivo. 55

3.5.1. Razón. 56

3.5.2. Religión. 57

3.5.3. La Amorevolezza. 59

3.6. La Reciprocidad en la praxis del Sistema Preventivo. 63

3.6.1. En diálogo con las diferencias. 66

3.6.2. Formación al diálogo recíproco. 67

Capítulo IV

4. la reciprocidad en el tercer siglo del sistema preventivo será familiari

dad. 70

CONCLUSIONES. 78

Líneas operativas para el relanzamiento de la escuela salesiana en Améri

ca. 78

CITAS. 80

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

El tema de este Documento: "Relectura del Sistema Preventivo desde la óptica de la Reciprocidad", quiere ser un aporte a la inquietud que se tiene como Familia Salesiana del continente americano: Reflexionar sobre el Sistema Preventivo, para contextualizarlo en este tercer siglo de la salesianidad y resignificarlo como espiritualidad y método de nuestra acción pastoral.

Se quiere redescubrir en él la impronta de Don Bosco y sus seguidores en aquellas características originarias:

 Encuentro personal que educa.

 Ambiente de familiaridad y de trascendencia.

 Las relaciones interpersonales marcadas por el entendimiento mutuo, el respeto a la diversidad y la participación corresponsable en la construcción de una Cultura de la Solidaridad: "Buen cristiano y honesto ciudadano".

En el Encuentro Regional ANDINO - CINAB de la Familia Salesiana en Ecuador, (1999), se precisó el tema desarrollado en este documento, como uno de los subtemas para discutir y reflexionar en el Encuentro Continental de Educación Salesiana en Cumbayá entre el 7 y el 12 de Mayo de 2001.

La relectura del Sistema Preventivo será el marco referencial común, el prisma desde el cual se leerá cada una de las urgencias (subtemas)... será el centro de unidad orgánica de la temática y el punto de referencia para la animación del proceso. Los siguientes son los subtemas:

 Relectura del Sistema Preventivo desde la Realidad Juvenil.

 Relectura del Sistema Preventivo en la óptica de la Reciprocidad.

 Realidad socio - política.

 La escuela salesiana incluyente en clave evangelizadora.

 Educación – Comunicación - Ciudadanía, en el ámbito escolar.

El gran horizonte de la Relectura apunta a la actualización del Sistema Preventivo. Esa palabra educativa y pedagógica de Don Bosco se dio en una situación bien distinta temporal y geográficamente para los americanos. Por tanto hay que releerlo, para buscar cómo puede tener sentido en el presente.

El tema del encuentro, que se denomina sencillamente Cumbayá II porque establece una línea de continuidad con el primero a nivel continental Cumbayá I (1994), se encuentra enunciado así: "Relanzamiento de la Escuela Salesiana en el Continente Americano para una Cultura de la Solidaridad". Dicho tema sugiere inmediatamente la referencia a:

 Una comprensión renovada del Sistema Preventivo como espiritualidad y pedagogía; comprensión que es posible releyendo la experiencia original de Don Bosco y los primeros salesianos en Valdocco entre sus muchachos.

La impronta femenina que le dieron al Carisma María Dominga Mazzarello y las primeras Hijas de María Auxiliadora en Mornés, en ese pequeño taller, en donde " cada puntada era un acto de amor a Dios" y una intervención educativa para las niñas del pueblo.

La intuición educativa de Luis Variara (SDB) en Agua de Dios (Colombia), quien a través de la recreación y la catequesis hizo del oratorio del Lazareto un espacio donde las voces y los gritos infantiles rompían la monotonía de "la Ciudad del Dolor"; era la pedagogía del sistema Preventivo capaz de educar para la alegría desde el sufrimiento.

Esta es la razón por la cual se habla de Relectura del Sistema Preventivo, tomando las experiencias educativas de los Fundadores para extraer, desde sus raíces, la esencia de aquel espíritu y de aquella metodología que hace significativo y actual el Carisma salesiano en este cambio de época caracterizado por la globalización y la Cultura Planetaria, que facilitan la circulación de los valores y la participación corresponsable en la construcción de una Cultura Solidaria.

Se ha intentado releer el Sistema Preventivo, a través del prisma de la reciprocidad, entendiendo por ésta: relaciones interpersonales de igualdad, equidad; de semejanza, de respeto a las personas, grupos o estados; relaciones de colaboración aportando la riqueza de cada uno y respetando profundamente las diferencias. Si se quiere en el sentido lato, la reciprocidad supone solidaridad, que a su vez es fidelidad, adhesión, concordia, ayuda, fraternidad, amor.

En síntesis, por "Relectura del Sistema Preventivo desde la óptica de la Reciprocidad" se pretende espigar en la vivencia original de la Familia Salesiana algunas experiencias y memorias que vistas desde el horizonte de la reciprocidad, han permitido descubrir en la esencia de ésta, en su comprensión actual, una nueva experiencia educativa que responda a las expectativas de los(as) niños (as) y jóvenes de hoy, pasando por la corresponsabilidad y la circularidad de cada comunidad educativa.

En su estructura general este Documento contiene:

 Un marco situacional.

 Un marco teórico.

 Unas intuiciones operativas.

Nuestro augurio a partir de este Encuentro es que hagamos de las Escuelas y centros educativos del continente:

 Espacios para aprender a convivir.

 Casas de acogida.

 Comunidades con características de familia.

 Ambientes que construyan identidad en un proyecto de ciudadanía activa y solidaria.

 Parroquias que evangelizan.

 Centros para aprender a ser, a aprender, a hacer y a convivir.

 Patios en donde se vive la reciprocidad en el encuentro espontáneo, la amistad y la cercanía.

Capítulo I

1. MARCO SITUACIONAL

 

El Informe sobre Desarrollo Humano 2000 elaborado por la ONU sobre la base de 174 países según sus ingresos, salud, esperanza de vida y niveles de educación, sitúa a Canadá como el mejor país para vivir. Luego en su orden y hasta el décimo figuran: Noruega, Estados Unidos, Australia, Islandia, Suecia, Bélgica, Holanda, Japón y Gran Bretaña. La gran mayoría de naciones latinoamericanas y caribeñas está incluida en la categoría de desarrollo humano medio.

Los expertos latinoamericanos han afinado sus análisis y han caracterizado la situación como mixta o ambigua. Por un lado se avanza en el cumplimiento de las metas de desarrollo propuestas por la banca internacional pero por el otro, la calidad de vida, el acceso a los bienes fundamentales, la solidaridad y la gobernabilidad dejan mucho que desear.

Esta visión presenta muchos claroscuros. Máxime si se retiene la cifra que señala cómo en América Latina hay más de 200 millones de pobres, de los cuales 100 millones son jóvenes o adolescentes. El actual modelo económico se ha mostrado insuficiente para resolver las desigualdades y poner el continente en un horizonte de auténtica justicia y efectiva solidaridad. Ahora bien, las soluciones no provendrán de nada distinto a las propias fuerzas de los interesados: los ciudadanos. "El fortalecimiento de la ciudadanía como participación efectiva de los actores sociales en los asuntos públicos es esencial para enfrentar el deterioro de la cohesión social. En efecto, todas las sociedades de la región vienen experimentando, con mayor o menor intensidad, una pérdida de sentido de pertenencia de las personas a la sociedad, de identidad de propósitos colectivos y de desarrollo de lazos de solidaridad. Este hecho destaca la importancia de fomentar tales lazos de solidaridad, desde la familia, la escuela, el Estado o desde la propia sociedad civil....Se trata, de alcanzar una participación más activa de todos los sectores sociales en las instituciones políticas democráticas, pero también de desarrollar múltiples mecanismos propios de la sociedad civil que fortalezcan las relaciones de solidaridad y responsabilidad sociales, tanto al interior de los grupos como entre ellos, y que permitan, ante todo, fortalecer una cultura de convivencia y desarrollo colectivo, basada en la tolerancia frente a la diferencia y en la solución negociada de los conflictos."

Pese a las carencias y a los indicadores deficitarios, hay plena convicción acerca de la influencia benéfica de la educación en la superación de los aspectos negativos de la situación. No sólo el ámbito escolar de ésta resultaría debidamente impactado. La sociedad en su conjunto obtendría réditos socioculturales suficientes para conducirse hacia el cambio. "La consolidación de la democracia como sistema político plantea, por otra parte, el reto de construir una cultura ciudadana con vocación democrática. La educación debe reforzar, por ello, valores como los derechos humanos, la democracia, la solidaridad y cohesión social, la equidad de género, el respeto de la diversidad étnica y cultural, la sostenibilidad ambiental y la afirmación de memorias y proyectos históricos. Importa, pues, educar con un estilo que induzca a los sujetos a actuar con mayor autonomía en el uso del conocimiento, a estar más dispuestos a participar en debates y trabajos de grupo, y a tomar mayor conciencia respecto de sus deberes y derechos."

La situación, pues, evidencia una realidad socio-económica, política, cultural (y dentro de ella religiosa y juvenil) del continente nada auspiciosa en la cual se identifican los desafíos educativos que esperan una respuesta, un aporte pertinente desde el Carisma salesiano en la vivencia del Sistema Preventivo en la óptica de la Reciprocidad. Enunciamos algunos de ellos:

 El nacimiento de una cultura planetaria de orientación masificadora y de carácter pluralista condiciona la percepción del mundo y de la Iglesia y, más aún, el sentido mismo de la vida. El joven, la joven debe aprender a ser cada vez más ciudadano(a) del mundo, sin perder sus raíces y participando activamente en la vida de la nación y de las comunidades de origen.

 La evolución de la economía que de manera acelerada ofrece nuevos productos y nuevas formas de producirlos: nunca antes la humanidad tuvo tantas posibilidades de producir bienes y servicios. El problema está en que no sabemos qué producir y para quién producir. Más aún: el problema está en que los pueblos con más necesidades son los que tienen menos capacidades de producir. La Escuela salesiana debe formar a sus destinatarios para el mundo del trabajo

 El aumento exponencial en la comunicación y en el intercambio de productos, de tecnologías y de capitales. Se pasa de una etapa en la que más que preocuparse por la escasez de información, se enfrenta el problema de cómo ordenar esa exagerada información. La comunicación pasa por canales nuevos: lenguajes multimediales, medios de comunicación social, acceso a la información cibernética... Todo ello produce cambios de mentalidad y requiere nuevos modelos de aprendizaje para una comunicación humanizada.

 En contraste con el avance científico y tecnológico, la humanidad está sufriendo una pérdida de criterios y de valores éticos, que nos interpela a brindar una educación integrada en torno a los valores del evangelio.

 Las relaciones entre los seres humanos se han deteriorado: hay una crisis en la familia y también, a nivel de la sociedad. Las nuevas estructuras sociales de vida y de trabajo están creando nuevas tensiones. Va creciendo la violencia al interior de los núcleos familiares y las distancias entre sus miembros son cada vez mayores. Aumenta la lucha o preocupación por la subsistencia y decrecen las posibilidades y la intensidad de las relaciones interpersonales. Se nos llama a ofrecer una educación que propende por la formación en el respeto por la diferencia.

 El desplazamiento poblacional por razones de carácter político, económico y social; el crecimiento urbano cada vez mayor requieren de una intervención definida a favor de una Cultura de la solidaridad.

 La fugacidad propia de la posmodernidad, donde el placer y el estímulo de los sentidos se convierten en valores dominantes de la vida corriente, democratizando el hedonismo y consagrando lo novedoso en contraversión a lo moral y a lo establecido en un movimiento del espíritu que se manifiesta en la vinculación que vienen gestando, en particular, los y las jóvenes, de la esfera de lo artístico con la esfera de los valores propios de la cotidianidad. Ello nos alerta a brindar desde la educación los valores que favorezcan el crecimiento personal, en actitud de discernimiento constante.

 La eficacia del saber, los códigos de la modernidad y posmodernidad, el aprender a trabajar en equipo, el acceso a la información cibernética y el uso crítico de los medios de comunicación social son factores que piden a los educadores más competencia profesional y una actualización constante.

 Por otro lado, en perspectiva de género, puede resaltarse una serie de datos positivos sobre la figura de la mujer latinoamericana: El puesto de la mujer en el ámbito de lo público es cada vez más visible, porque hoy se reconoce su presencia activa, constructora de auténtico liderazgo al mostrarse capaz de romper esquemas tradicionales, aportando desarrollo en lo social, político, económico, cultural, tecnológico y religioso. Esto lo podemos considerar como fruto de: la búsqueda por ejercer sus derechos de ciudadanía; la capacidad que tiene para establecer nuevas relaciones, aportando desde su ser mismo para la construcción de la fraternidad en reciprocidad.

Es innegable el reconocimiento, aún incipiente, que se viene haciendo a la capacidad de liderazgo de la mujer en la humanización de la cultura, en el manejo de la economía y en la transformación de la sociedad, favoreciendo con ello una visión nueva de la vida y el fortalecimiento del núcleo familiar.

La acción educativa de la Familia salesiana apunta, pues, a colaborar en el desarrollo de la persona – "Buen cristiano y honesto ciudadano" - capaz de asumir la vida en su integridad y vivirla con calidad. Una persona que se coloca frente a su proceso de crecimiento en un contexto sociocultural concreto.

Queremos actuar como mediadores(as) de cultura, promoviendo al joven y a la joven para actuar como ciudadanos activos, capaces de aportar lo mejor de sí a la construcción de la convivencia solidaria, partiendo de la aceptación y valoración de la diversidad, cuya riqueza genera nuevos horizontes.

Capítulo II

2. HACIA UNA COMPRENSIÓN DEL TERMINO

2.1. ITER HISTORICO DEL TERMINO

 

En la última década del siglo XX, la Familia salesiana ha reflexionado a través de sus respectivos Capítulos Generales y ha puesto en circulación ideas en torno a la reciprocidad, en todos los terrenos, (pero privilegiando el horizonte de género y de la educación) con el fin de relanzar la Escuela en esta prospectiva.

La Hermana Marie Gannon FMA, en su texto La Reciprocidad Hombre / Mujer (1.995), consigna la fisonomía de la reciprocidad, una especie de estado del arte de los diez años precedentes. Allí presenta una encuesta sobre las contribuciones bibliográficas en torno a la reciprocidad (son las mujeres, 71%, las que más escriben sobre la temática). El concepto se organiza alrededor de tres palabras claves: como modelo de comportamiento o actitud que se aprende y poco a poco se interioriza; como criterio formal de evaluación de las distintas propuestas culturales relacionadas con la identidad y los roles sexuales y como proceso – camino de relaciones humanas. Aborda también las modalidades de relación recíproca (que implica gratuidad, correspondencia y comunión), en fin, las cualidades de la reciprocidad (creatividad, dinamicidad y fecundidad) y sus ámbitos (amistad, pareja, familia y mundo juvenil), para terminar diciendo junto con otra estudiosa del tema, Julia Paola de Nicola, que "la reciprocidad representa una utopía, por lo tanto un desafío, el de construir un mundo más humano para las mujeres y los hombres, distinguiendo bien entre utopía como fantasía de un lugar inexistente y utopía como tensión ideal hacia los valores de los que queremos alimentar la realidad."

Carmiña Navia Velasco en un artículo escrito en la Revista Utopías (N° 67, Año VII, agosto de 1.999) y titulado "Ante la tragedia colombiana: "Globalizar la solidaridad". Construir en reciprocidad", presenta una apuesta por el compromiso cristiano que edifica fraternidad desde un sesgo de género que se explicita así: "mi planteamiento y mi propuesta es: la construcción de un mundo en el que las relaciones sean distintas y recíprocas se puede realizar mejor, desde la mujer, desde su perspectiva y su aporte."

El lenguaje también ha sido cruzado por estos tradicionales y renovados significados. Por ejemplo, ayer se hablaba de compartir, de delegar, de reciprocidad; hoy se habla de empowerment, es decir, de compartir el poder a todo nivel, lo que hace viable el aporte de lo mejor de las propias capacidades para bien de todos, y el implicar realmente a cada uno en la marcha de todo.

Sor Cándida Aspesi a partir del pensamiento del Papa Juan Pablo II, quien sostiene que la solidaridad es el nuevo rostro de la caridad, presenta en marzo de 2000, Las palabras de la Solidaridad (reciprocidad, restitución) en clave de género y de ciudadanía responsable. Desde aquí llama a donar lo que falta, con nuestra acción, o a la restitución de la familia, la restitución del trabajo y la restitución de la educación. Culmina con una expresión precisa que anima el trabajo de cara al nuevo milenio: "Solidaridad es, entonces, reciprocidad en red, restitución de aquel derecho a ser mujeres en la propia cultura y en el propio trabajo, con la creatividad y los matices que la mujer sabe dar a la economía y a la solidaridad misma."

 

2.1.1.Del Diccionario al sentido común

El término reciprocidad, según el Diccionario de la Real Academia, alude a la correspondencia mutua de una persona o cosa con otra. Remite, pues, a igualdad, equidad, semejanza, intercambio entre personas, grupos o estados, reconocimiento por uno o dos países o instituciones de la validez de las licencias o privilegios cedidos por otro. El Larousse de Sinónimos y Antónimos de Fernando Corripio trae los sinónimos – que agregan valor en la significación - de recíproco, a saber: correspondiente, relacionado, dependiente, mutuo, bilateral, equitativo. Queda incorporado al concepto el sentido de cooperación, colaboración, ayuda mutua. Si se quiere, en el sentido lato, supone la solidaridad que, a su vez, es fidelidad, devoción, adhesión, concordia, apoyo, ayuda, fraternidad. Por este último concepto queda clara su filiación religiosa cristiana. En la modernidad desde una óptica laica, se fijó en la solidaridad. "La solidaridad está relacionada con otros valores morales. Sólo puede construirse a partir del reconocimiento de la igualdad de todos los hombres y del respeto por sus diferencias. Supone también como previo, la tolerancia, virtud débil que es apenas condición para otras, y la imparcialidad. Para desarrollarse debe ir acompañada de la humildad y de la generosidad. Y sólo rinde frutos cuando se manifiesta en vínculos afectivos profundos, que llamamos amistad y amor."

Reciprocidad es una estructura de la mente y del corazón que, constantemente, procura el beneficio mutuo en todas las interacciones humanas. Significa que los acuerdos o soluciones son mutuamente benéficos, mutuamente satisfactorios. La reciprocidad ve la vida como un escenario cooperativo, no competitivo. Se basa en el paradigma de que hay mucho para todos, de que el éxito de una persona no se logra a expensas o excluyendo el éxito de otros. La reciprocidad es un espíritu, es un ánimo, un modo de ser.

La reciprocidad no es un término circunscrito a una parcialidad religiosa. De hecho es usado en distintos enfoques de la realidad social. Muchos de ellos típicos de una mentalidad secular. Es que esta es una cualidad de la relación entre los seres humanos, inscrita en su modo de ser, en su ethos. Es exclusiva de la especie humana. Por eso el "no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti", el "amar al prójimo como a ti mismo", el "ponte en el lugar del otro y obra en consecuencia" que sustentan desde una ética natural hasta una ética de los Derechos Humanos.

La reciprocidad, bajo la forma más elemental de prácticas de cortesía, es de buen recibo en una sociedad moderna, porque garantiza la vida conveniente para todos. Es un universal de la cultura (aquí hay un énfasis añadido).

La reciprocidad es una estructura de la mente y del corazón que, constantemente, procura el beneficio mutuo en todas las interacciones humanas. Significa que los acuerdos o soluciones son mutuamente benéficos, mutuamente satisfactorios. La reciprocidad ve la vida como un escenario cooperativo, no competitivo. Se basa en el paradigma de que hay mucho para todos, de que el éxito de una persona no se logra a expensas o excluyendo el éxito de otros. La reciprocidad es un espíritu, es un ánimo, un modo de ser.

La reciprocidad no tiene (ni coincide jamás con ello) un enfoque autoritario; no es proclive a utilizar la posición, el poder, los títulos, las posesiones o la personalidad para lograr lo que se persigue. Al contrario, la persuasión es el prerrequisito de la reciprocidad.

 

Desde el ámbito de los creyentes cristianos católicos la reciprocidad es caridad. Y como no hay caridad mayor que dar la vida por los otros, acá se rompe la lógica discursiva humana y académica y se pasa a otro plano: más allá de la reciprocidad. El puro don, la pura gratuidad, la ética de máximos.

La reciprocidad supera la empatía y en su desarrollo alcanza la capacidad de donación mutua. Es un intercambio de valores humanos que, en circularidad, crea un ecosistema de convivencia que abre los espacios de la casa, la escuela y la sociedad toda.

En la reciprocidad se transparenta el amor con el cual Dios ama a cada una de sus criaturas expresada en "no es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una compañía semejante a él" (Gn.2,18). Es, entonces, una especie de instrucción divina que encuentra un ejemplo de realización en el compartir con el hermano, con el otro, que es presencia y compañía, en el "mirad como se aman" y en "la constancia en la unión fraterna" y en el hecho de que "vivían unidos y lo tenían todo en común" como reza al final del segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles.

 

2.1.2. De la vida cotidiana a las Obras Educativas.

Pedagógicamente, reciprocidad es familiaridad, es decir, espacio de la confianza en el cual se encuentran figuras y experiencias arquetípicas acerca de lo que están llamados a ser, a hacer y a tener los asociados para acceder a una buena vida, tanto individual como socialmente. Pero también es el espacio de la respuesta libre. La reciprocidad, aquí, es vista en clave ontológica y no solamente de género. Es éticamente asunto de todos para garantizar la supervivencia de la especie.

En los paradigmas educativos que se alimentan de las pedagogías activas o nuevas, el amor, el cariño, la ternura, se elevan como conceptos inspiradores de la relación entre maestros y alumnos y como prerrequisito para el aprendizaje eficiente. Con el advenimiento de la Ilustración y la modernidad, las pedagogías deudoras del autoritarismo y de la represión, antes dominadoras de todo el panorama educativo, ceden ante la idea y la práctica de la prevención. Aquí conecta Don Bosco su intuición formadora con los renovados intereses de la especie. Sin embargo, la dialéctica amor – prevención en Don Bosco tiene ecos procedentes del creyente que ha escogido hacerlo todo por motivo del Reino de los Cielos. En efecto, él parte en la relación formativa del amor de caridad, la amorevolezza, que en el día a día de sus obras se concreta en familiaridad. Don Bosco, pues, no menciona la categoría de reciprocidad, pero relieva su referente concreto a través de la caridad. Para la Familia salesiana, la reciprocidad se constituye en tema generador, teniendo como punto de mira los Capítulos XIX y XX de las Hijas de María Auxiliadora (FMA), en la década de los noventa del siglo XX y del Capítulo General XXIV de los Salesianos.

De tal reciprocidad se tratará en las páginas siguientes, siempre en clave de Don Bosco, de salesianidad. Y del impacto de ésta en la misión educativa y en el mundo de la vida, pues como bien sostiene la Doctora Silvia Schmelkes "se ha encontrado que cualquier entrada a la formación en valores permite el arribo a la formación en todos los valores fundamentales."

 

2.2. FUNDAMENTOS INTERDISCIPLINARIOS DE LA RECIPROCIDAD.

 

La reciprocidad está presente en todas las dimensiones de la persona; por eso se ha abordado como tema de estudio de distintos autores y de escuelas que la desarrollan en el contexto de las ciencias o las disciplinas humanas (Antropología, Psicología, Sociología, Filosofía, Filosofía Andina, Teología y Pedagogía) y en distintas perspectivas (de género, política, educativa, ética).

 

2.2.1. Antropología, Sociología y Reciprocidad.

Se ha convenido que son elementos identificatorios (fundamentales por eso) de la reciprocidad, la amistad, que es una relación de gratuidad, levantada sobre la confianza entre dos personas que, a su vez, adelantan un diálogo en profundidad. La unión, que revela como el ser humano está hecho para vivir con los demás y sostenerse mutuamente. La responsabilidad mutua, que sugiere una apertura que da y pide cuentas en orden a la evolución de los concernidos hacia algo más perfecto. La comprensión, que es conocimiento entre uno y otro basado en la atención y la escucha. La solidaridad y la fraternidad. En suma, se configura una pauta colectiva que alcanza las expresiones individuales: la familiaridad. Esta es una de las características que junto con la ética aporta a una satisfactoria explicación acerca del tránsito de la especie, desde la zoología hasta la humanidad.

Desde el ámbito de los creyentes cristianos católicos la reciprocidad es caridad. Y como no hay caridad mayor que dar la vida por los otros, acá se rompe la lógica discursiva humana y académica y se pasa a otro plano: más allá de la reciprocidad. El puro don, la pura gratuidad, la ética de máximos.

La reciprocidad es un gesto típicamente humano porque pone en juego la razón y el corazón. No es asunto de animales. Es un paso adelante de la determinación instintiva que se despliega cuando está en juego la defensa, la conservación y que en cuanto se intenta su superación implica la limadura de esas asperezas atávicas por medio del escrutinio social y en un estadio posterior por medio de la educación comprometiendo a los humanos al reconocimiento y a la aceptación. La educación recorta la animalidad e introduce a los seres humanos en el ámbito propio de la especie. Nos lleva a desarrollar identidad y pertenencia, nos remite al nosotros como horizonte de realización. Nos involucra en el espacio del lenguaje, de los símbolos, entre los códigos que requieren de ciertos arreglos que comprometen la voluntad. Aquí se entiende que uno es, como individuo y como parte de una colectividad, aquello que uno quiere ser. De ahí la lucha sin tregua. La afirmación en lo que cada uno es y la consiguiente admisión (o rechazo) inaugura una relación que se acrecienta, se multiplica, se ramifica hasta adquirir las dimensiones de la humanidad. La reciprocidad comenzando en el YO – TÚ se eleva exponencialmente para encontrarse con la noosfera, el nosotros planetario, la convicción acerca de que todas las cosas se aman. Por aquí se encuentran las dos actitudes básicas que desafían a los seres humanos hoy: "los que quieren ser ellos mismos y realizarse utilizando a los demás, y los que escogen ser ellos mismos dejando que los otros tengan su propio modo de ser. Rehusamos adoptar la primera actitud, pero no queremos despreciar a los que la adoptan, porque sabemos que demasiado a menudo todos tenemos la tendencia a hacer lo mismo. Sabemos que ellos temen ser destruidos por otros, si les dejan ser ellos mismos. Pero no podemos aceptar una división entre nuestra propia realidad y la realidad de los otros como un conflicto o límite. Solamente siendo nosotros mismos podemos ayudar a otros a ser ellos mismos, y sólo dejando a otros ser ellos mismos, ser diferentes, podemos llegar a ser nosotros mismos."

El concepto de reciprocidad, pues, hace referencia a una antropología que tiene como punto de partida la idea de que el ser humano es relación y no simplemente que está en relación. Se puede pensar, cabalmente, en el Yo solamente cuando se logra pensar este en relación con un Tú. Ello significa capacidad de distinguir entre relación de intercambio y de don. En la primera, los términos de la permuta son equivalentes: yo te doy una cosa, un bien, y tú me das el dinero correspondiente. En las relaciones, genuinamente recíprocas, siempre se da, pero se diferencia de la anterior porque quien da primero debe poner al otro que la recibe en condiciones de reciprocidad, es decir, de donarse él también en la libertad y la fraternidad so pena de caer en la humillación.

La reciprocidad existe cuando las personas alcanzan la conciencia de su diversidad y entran en relación como sujetos portadores de una dignidad igual. En esta relación no hay quien mande y quien obedezca, o quien domine y quien sea dominado o quien se sienta más o menos que los otros. Por el contrario, hay un dar y un recibir fluidos, hay un intercambio con sentido.

Vista así la reciprocidad, se trata de una condición irrenunciable merced a la cual la humanidad puede aspirar a realizar lo mejor de sí en cuanto tal humanidad que, dicho de otra manera, significa acceder a las cotas más altas de racionalidad, responsabilidad, solidaridad y capacidad de argumentación.

De otro modo, es la consagración del amor como pegante de todas las relaciones humanas. Porque "amar a alguien significa ofrecerle toda nuestra personalidad para ayudarle a crecer como persona. Pero mientras no seamos auténticos, tampoco el otro lo será. La honestidad crea honestidad. La falsedad crea falsedad. Si no tenemos miedo de ser nosotros mismos, tampoco el otro lo tendrá. La respuesta a la pregunta: ‘¿Qué puedo hacer para ayudar a otros a llegar a ser ellos mismos?’, es: ‘no hagas nada. Sé tú mismo.’ El amor no es un modo de hacer, sino un modo de ser. No es una acción sino una actitud...Lo primero que necesitamos para ayudar a otros a crecer, es no impedir nuestro propio crecimiento. En otras palabras, a menos que nos amemos a nosotros mismos, no seremos capaces de amar a otros."

Ahora bien, la persona es un ser con otros y eso quiere decir abierta al mundo y a las demás personas. Sobre todo estas últimas le ayudan a definirse, porque el yo se perfila cuando hay un tú que se lo facilita. De esta interacción surge igualmente el nosotros. "Martín Buber arguye que el yo y el tú son palabras derivadas de la palabra primaria yo – tú. Para él una palabra primaria es la que expresa la manera como nos relacionamos mutuamente. Decir yo, es reconocer implícitamente el tú del cual el yo, al afirmarse se distingue. De esta manera, antes que el yo o el tú, tomados separadamente, está el yo – tú como realidad comunitaria y social que hace posible la personalidad individual." La persona se realiza, entonces, en la comunicación que no es nada distinto a una relación con sentido. Una relación humana. Una relación social. Una relación recíproca.

En la perspectiva de la antropología social, es decir, de la palabra del hombre sobre su encuentro, sobre la convivencia con otros, el dato más inmediato alude al enfrentamiento temprano por el territorio y el acceso a los bienes para la subsistencia (muy posteriormente a los bienes suntuarios) que conduce a una lucha feral. El objetivo es la liquidación del otro o, por lo menos, su sometimiento. Recuérdese que los recursos son escasos o la tecnología no ha logrado niveles sustentables a escala comunitaria. Después, la experiencia enseña, se ponen de acuerdo, pactan, hacen un contrato social que busca evitar la desaparición del conjunto y, sobreviviendo, progresar. Los hombres se tornan recíprocos, se preparan ex profeso para ello. Instituyen la convivencia. Sin embargo aquí no queda todo resuelto. Persistirá en la historia la contradicción entre lucha (conflicto) y acercamiento (atracción), que tal es el contenido de la asociación humana. No obstante hay que reafirmar que desde el amanecer de la sociedad humana, vía el lenguaje, los hombres, como adultos, responsables de sus decisiones se regulan por la escala de valores. Desde la ética natural (inspirada en los Diez Mandamientos hasta la ética civil, acordada y positiva).

La reciprocidad en el horizonte social (perspectiva sociológica) se traduce, pues, en convivencialidad. Las capacidades convivenciales, se entienden como aquellas tendencias, culturalmente construidas, que tienen la propiedad de potenciar los impulsos altruistas presentes desde el comienzo de nuestra vida como seres sociales.

 

2.2.2. Filosofía y Reciprocidad

Los representantes de la filosofía dialogal o de la filosofía de la intersubjetividad "proclaman la trascendencia del ‘tú’ para la existencia humana. La verdad más profunda del hombre es su relación con los otros. Existir es coexistir, ‘el hecho fundamental de la existencia es el hombre con el hombre.’ El hombre es un ‘ser para el encuentro’: sólo comprende su misterio cuando encuentra al otro hombre y crea con él una relación interpersonal." Tal relación es pura reciprocidad que además de concretarse entre dos, mediada por la palabra y el amor, se potencia en la comunidad y en la necesaria aparición de un tercero que representa los intereses de toda la comunidad de hombres. "Reconocer al ‘tercero’, es afirmar la necesidad de crear estructuras sociales de justicia y libertad, estructuras que hagan imposible la explotación y posibiliten concretamente el reconocimiento del otro."

La reciprocidad se potencia en la colectividad, se entroniza en el Todo Social y fundamenta cualquier llamado a la auténtica sociabilidad.

En suma, "los análisis realizados por Buber, Mounier, Levinas, Laín Entralgo, etc., llevan a la conclusión de que el hecho fundamental de la existencia humana no es la reflexión racional del ‘yo pienso’ cartesiano, que encierra al hombre en su conciencia individual; no es la contemplación de la naturaleza infrahumana, ni la búsqueda y la elección de valores abstractos e impersonales (belleza, verdad, bondad, artes...), ni, mucho menos, la transformación técnica del mundo del trabajo...., el hecho fundamental de la existencia es que todo hombre es interpelado como persona por otro ser humano, en la palabra, en el amor y en la obra, y debe dar su respuesta: aceptación o rechazo."

 

2.2.2.1. Enfoque filosófico de la Reciprocidad desde la lógica andina.

La vida del ser humano se construye y se realiza desde una interacción permanente con la realidad. Tanto los valores como las actitudes en las relaciones humanas están enraizados en la visión del mundo que cada persona va construyendo a lo largo de su existencia. También se arraiga en sus circunstancias que en buena parte de América están definidas por la pertenencia a la zona andina. Por tanto, la reflexión permite actualizar y enriquecer los conceptos que han de modificar las actitudes.

La lógica humana es moldeada por la cultura y constituye un rasgo esencial en la identidad personal – colectiva.

En una época caracterizada por el aumento de los excluidos, la reflexión en torno a la reciprocidad y a la solidaridad se vuelve una necesidad imperiosa. El desarrollo de esta reflexión parte de las siguientes premisas:

La reciprocidad, la solidaridad y demás principios éticos son productos culturales.

La cultura andina es predominantemente concreta y se ha construido desde la relación de los seres humanos con la tierra.

El pensamiento filosófico latinoamericano tiene sesgo indoeuropeo y cristiano.

Influenciados por un pensamiento dual, resulta difícil separar la reciprocidad de la solidaridad como dos formas de relacionarse que, pese a estar en la línea de una interacción activa, se diferencian por el nivel de reflexión que las sustenta.

La cultura del hombre andino se desarrolla desde la relación con la tierra. En esta relación se crea tecnología para la producción material, se institucionalizan prácticas sociales y se genera un sistema de valores que rigen la vida de los grupos sociales.

La reciprocidad como forma primigenia de contrato social en la cultura andina responde a la necesidad de controlar el espacio, en sus distintos pisos ecológicos, para la producción complementaria de alimentos.

Los factores geográficos y ecológicos de la región andina configuraron distintos sistemas económicos denominados por Frank Salomón como sistemas microverticales desarrollados, uno en los andes de Páramo, y otro en los andes de Puna.

La necesidad de garantizar la producción alimenticia y el poder de control territorial motivó la ampliación de redes de parentesco mediante compadrazgo, alianzas matrimoniales y formas de organización política.

Bajo esta forma socio - organizativa el intercambio recíproco de productos agrícolas se da en sentido vertical, y el intercambio recíproco de servicios en sentido horizontal.

Este modelo de control espacial, formas de producción e intercambio complementario fluye mientras los asentamientos son pequeños y dispersos. Cuando los ayllus crecen, el espacio se divide en sayas (dos mitades) ubicándose uno en el sector de arriba (hanan) y el otro en el sector de abajo (urin). El crecimiento poblacional determina una continua subdivisión en mitades (chaupichina), como un crecimiento en progresión geométrica.

La praxis socio - organizativa, productiva, se desarrolla bajo una lógica dual expresada en categorías binarias en los términos antes mencionados: saya, como división binaria; suyu, división cuaternaria; sectores: hanan – urin. A éstos se añaden dos principios lógicos que rigen el ordenamiento de la realidad, a saber, YANANTIN y MASANTIN.

Bajo el principio del YANANTIN se ordenan las realidades en pares de opuestos complementarios y esta relación justifica la relación de reciprocidad, desde la correspondencia y la complementariedad, por ejemplo: hombre – mujer; muerte – vida; noche – día; suerte – fracaso; caliente – frío. Esta complementariedad es la base del equilibrio cósmico. La reciprocidad es concebida como una relación obvia e indispensable para mantener el equilibrio, la vida.

Complementariamente al YANANTIN, está el principio del MASANTIN cuya raíz es el verbo masachina que significa emparejar aquellos pares de opuestos complementarios en un tejido de relaciones más amplias. Según Fonseca Martel, a la pareja recién casada se le denomina "majantin" para señalar que la procreación no es el único compromiso de la pareja, también se presenta el compromiso de asumir en forma mancomunada la responsabilidad de hacer producir la tierra. El término se apoya en la raíz "masgantin" que significa: apareados para trabajar. El principio del masantin explica y justifica el principio ético llamado solidaridad.

Desde el punto de vista lingüístico, la lógica binaria constituye la base de la representación cuatripartita de la que se deriva todo un sistema de representaciones ordenadoras de la naturaleza y la sociedad andina. La unidad como entidad no divisible en el pensamiento andino es concebida como entidad deficitaria (chulla) que debería completarse siendo doble (par). Todas las cosas son duales y todo es hombre y mujer (tukuy ima qhariwarmi), se trata de una dualidad prototipo de lo opuesto y complementario.

La reciprocidad, según Josef Estermann, es un principio derivado del principio de la relacionalidad en la lógica andina. La relacionalidad del todo se refiere a la presencia concreta de lo existente en todo lo que existe, todo está conectado. En el pensamiento andino no hay entes abstractos (sueltos), a uno le corresponde otro y siendo deficitarios se complementan en una interacción recíproca. La correspondencia, complementariedad y reciprocidad son principios derivados de la relacionalidad del todo. Por tanto resulta inconcebible en el pensamiento andino la existencia de una entidad aislada, suelta. Lo que está suelto no tiene valor.

La reciprocidad no se rige por la justicia económica (cuantitativa) sino por una justicia cósmica. El intercambio de productos, bienes o ayuda, en la mayoría de las veces supone factores que no son económicos. Implica "el parentesco de los intercambiantes, la necesidad vital, la escasez del producto, el valor simbólico del producto, las características de las personas." La reciprocidad tiene vigencia en todos los órdenes de la vida pero no se la vive con todos, sino especialmente con quienes existe algún lazo de parentesco y, si es ajeno al grupo, solo si hubiese deuda moral por algún favor recibido. La reciprocidad no se vive con todos indiscriminadamente, tampoco se vive todo el tiempo; hay tiempos festivos, sagrados, ocasiones especiales.

La obligatoriedad creada por un favor recibido no es medida con criterios económicos. La reciprocidad es vivencial y ritual al interior del ayllu y la comuna. En el pueblo Aymara, el concepto de comuna no se restringe a los criterios sociológicos, pues también son parte de la comuna: "el mundo de los difuntos, la naturaleza y el mundo sobrenatural." Son factores de cohesión comunal, el reconocimiento de antepasados comunes y el trabajo en terrenos comunales. Al interior del grupo se cultivan relaciones de ayuda mutua (reciprocidad) y se comparten las responsabilidades (solidaridad).

En su idioma, la raíz ay- se refiere a lo que está en común: ayma = tener la misma sangre; ayllu = convivencia en la comunidad local; aynuca = terreno comunal; aynatha = labrar juntos la tierra comunal; ayni = ayuda mutua, colaboración. La reciprocidad aymara es entendida como la obligación moral a devolver el mismo bien o servicio recibido y en la misma forma. Es el principio fundamental de la organización socioeconómica andina.

En el proceso de identificación de la comuna se realizan distintos tipos de extensión: la estructural en cuanto el crecimiento de cada comuna tiene como referencia a la comuna vecina y el conjunto de pares de comunas constituyen una unidad mayor denominada marka. Una segunda extensión se da en el plano geográfico mediante el sistema vertical que ya habíamos mencionado antes. La tercera extensión es en el plano social mediante la ampliación del parentesco trascendiendo los límites de la comuna local. Esta necesidad de expansión es motivada por la búsqueda de apoyo para "la defensa de intereses propios". De esta forma las relaciones de reciprocidad tienen una orientación cohesionadora hacia adentro y una orientación identificadora hacia afuera, porque la identidad se construye desde el descubrimiento del otro como próximo y a la vez diferente.

Esa discriminación de opuesto y complementario basada en las diferencias, también es el motivo de rivalidades cuya confrontación se puede presentar en la competencia o en una lucha ritual, como es el tinku, o esa ritual ganada de la plaza. Pero esa aguda capacidad para descubrir lo que no somos, rechazando lo diferente, genera actitudes de intolerancia y violencia.

La necesidad de autonomía y de poder induce al divisionismo o faccionalismo y conflicto intercomunal e interétnico. El faccionalismo en la cultura andina representa una fuerza dinámica de reproducción social bajo la forma de una multiplicidad de centralidades étnicas nacidas de las decisiones tomadas por los ayllus, no por personas individuales.

En definitiva, la reciprocidad andina pensada desde una economía de subsistencia, se reduce a una interacción activa de grupos deficitarios que demandan complementariedad. El bajo desarrollo de la capacidad para reconocer el valor en los "otros" genera envidia al interior y actitudes utilitaristas para con los otros. La reciprocidad andina es un mecanismo de sobrevivencia que necesita nutrirse de valores humanos para trascender, mediante la reflexión más que del rito, de lo pequeño a lo grande hasta convertirse en una verdadera actitud de solidaridad.

El principio de la reciprocidad andina entra en crisis cuando las sociedades agrarias comienzan a volverse industriales, cuando la cultura basada en la tradición se enfrenta a una cultura moderna y postmoderna. Es menos complicado "reciprocar" productos, fuerza de trabajo y favores cuando no está de por medio el dinero, los cálculos de rentabilidad y eficiencia.

La percepción moderna y consumista de lo que significa bienestar o estar bien, es otro factor que debilita la praxis de la reciprocidad. Cuando los miembros de un grupo social tienen necesidades comunes, se ayudan, asumen compromisos en forma mancomunada o en forma obligatoria, pero cuando han satisfecho sus necesidades, se encierran en su mundo egocéntrico. Al parecer no se ha pensado en la posibilidad de "reciprocar" conocimientos, habilidades, valores, porque la vida se ha centrado en el tener.

 

2.2.3. Psicología y Reciprocidad.

 

El concepto de reciprocidad, en psicología, está cruzado por la polisemia del lenguaje dada las distintas versiones de escuelas, enfoques y autores, que desde sus particulares puntos de mira subrayan aspectos diferentes de esta específica modalidad interactiva. Sin embargo todos coinciden en aceptar que la relación arquetípica en la evolución humana se concreta en la díada madre – hijo. Allí se instaura en primera instancia la reciprocidad por excelencia que es garantía para el surgimiento de la confianza básica, la esperanza, la identidad y la pertenencia. Ahora bien, todo ello es posible porque hay un conjunto de adultos significativos que acogen a los niños y a las niñas y los incorporan a la FAMILIA o a la FAMILIARIDAD, al amor de amistad.

En una perspectiva cognitiva del desarrollo Jean Piaget entiende la reciprocidad como un sinónimo de pensamiento reversible y de equidad. La reversibilidad o reciprocidad implica:

Capacidad de la persona para realizar un intercambio constructivo con el mundo exterior. Supone adaptarse e integrar los datos de la realidad externa, sin asemejarlos rígidamente a los esquemas mentales ya existentes y al mismo tiempo, sin adecuarse de un modo pasivo a ellos.

Salir del punto de vista personal y pasar al otro, encuadrándose en relaciones recíprocas.

Ampliación del panorama del mundo y toma de conciencia acerca de la vida social y sus implicaciones.

Considerar la reciprocidad como un ‘factor de autonomía moral’, levantado sobre la base del reconocimiento, la solidaridad, la justicia respecto a los demás. (Hacer a los otros lo que quiero que hagan conmigo).

Para Piaget la equidad es la forma superior de la reciprocidad. Precisamente, cuando un individuo alcanza su autonomía moral, ésta a nivel cognitivo implica que el sujeto haya desarrollado un sentido de equidad y la capacidad de referirse a unas normas, no con base en presiones externas sino merced a un proceso de evolución interna. Es fundamental que el sujeto experimente desde dentro la exigencia de respeto al otro/a, de solidaridad, de colaboración que, a su vez, demanda un equilibrio en la percepción de las obligaciones y de los deberes.

Erik H. Erikson deja constancia en su obra de la importancia de la ‘coordinación’ crucial y recíproca que se establece entre el sujeto en evolución y su ambiente social. La experiencia relacional de reciprocidad (énfasis añadido) implica un ‘reconocimiento mutuo’, ‘una activación mutua’, una ‘coordinación’ de habilidades distintas, una ‘regulación’ mutua. Es decir, cada individuo comprendido en ella, rápidamente descubre que depende el uno/a del otro/a para lo concerniente al desarrollo de sus respectivas fuerzas. El modelo por excelencia de esta relación original está en la dualidad madre – niño, donde este último aprende la seguridad y la confianza básicas ante el mundo y los demás.

Para René A. Spitz la reciprocidad es el intercambio circular de acciones afectivamente cargadas de significado, que presenta las características de un diálogo. Este comercio es importante en las relaciones madre – hijo, porque le permite al niño transformar, gradualmente, estímulos sin significado en señales significativas.

H. Rudolph Schaffer considera la reciprocidad al interior de una secuencia interactiva, como un proceso de comprensión y ejecución de roles intercambiables. El proceso de comprensión de la reciprocidad con el de la intencionalidad es un aspecto fundamental en la adquisición y desarrollo del diálogo interpersonal. El niño, la niña, están listos para responder a las estimulaciones humanas y el adulto/a a dar respuestas coherentes y apropiadas. Los primeros diálogos unidireccionales, sostenidos por la madre, se convierten en bidireccionales; el niño comprende que los roles son mutuos. Cuando esto ocurre ha comprendido la reciprocidad.

Desde el punto de vista psicológico, pues, se combinan dos fuerzas que confluyen en la aparición de la reciprocidad: por un lado, la biología y por otro, la cultura. En efecto, la reciprocidad no debe ser vista "solamente como un comportamiento sino como una actitud, que abarca la dimensión cognitiva, afectiva y operativa del individuo. Dicha actitud representa el punto de llegada de un largo recorrido evolutivo, de un largo proceso educativo en el cual el sujeto elabora una más integral percepción de sí mismo y del otro."

 

2.2.4. Pedagogía y Reciprocidad

 

La pedagogía, que es la reflexión sobre la educación, se ocupa de la explícita intención de formar desde la educación en una triple dimensión: la persona, el ciudadano/a y el diestro. La educación es un proceso que comprende la vida de los seres humanos. Es decir, va desde el nacimiento hasta la muerte. En ella todos aprenden lo que hay que ser, lo que hay que hacer y lo que hay que tener. Ya sea en el horizonte de la formalidad, ya en el de la no - formalidad, e inclusive, en el de informalidad, de lo que se trata es de desarrollar identidad y pertenencia. Como un complemento necesario, también, las competencias básicas para vivir bien. "La educación durante toda la vida se presenta como una de las llaves de acceso al siglo XXI." La Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI presidida por Jacques Delors definió cuatro pilares como las bases de la educación, a saber: aprender a ser, aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a vivir juntos. Con respecto a este último dice: "se trata de aprender a vivir juntos conociendo mejor a los/las demás, su historia, sus tradiciones y su espiritualidad, y a partir de ahí, crear un espíritu nuevo que impulse la realización de proyectos comunes o la solución inteligente y pacífica de los inevitables conflictos, gracias justamente a esta comprensión de que las relaciones de interdependencia son cada vez mayores, y a un análisis compartido de los riesgos y retos del futuro. Una utopía, pensarán, pero una utopía necesaria, una utopía esencial para salir del peligroso ciclo alimentado por el cinismo o la resignación."

Tal constatación nos remite a un problema de mentalidad. O sea, de orientación valorativa, normativa y comportamental que privilegie la convivencia social y su contexto. EL ETHOS DEMOCRÁTICO. Y que, además, lo enseñe por distintos medios. Esto hay que convertirlo en una oferta sobre una manera de vivir para los asociados, desde la familia, pasando por la calle y la escuela, moderando estas influencias institucionales con los medios de comunicación. En gran parte de América no se puede desconocer el peso de la Iglesia Católica en la generación de dicha mentalidad y en ninguna parte del mundo se pone de lado el valor del ejemplo y la imitación. Lo anterior plantea un gran desafío para los adultos significativos, principalmente los padres y para quienes tienen como encargo social la formación (maestros y sacerdotes), en lo que tiene que ver con la generación de una índole de reciprocidad, democrática y respetuosa de lo público.

En primera instancia, en el hogar, donde se vive con alto grado de intimidad y por eso cada uno de sus miembros corre el peligro de ser el que es, sin cortapisas, hoy surge como requerimiento para la marcha armoniosa del mismo, la solidaridad, la acogida a reglas mínimas de convivencia, el respeto y naturalmente el desarrollo y consolidación del autoconcepto individual y colectivo.

En segunda instancia, la escuela. Con el ingreso a la escuela se introduce el niño/a, con sus padres, en una esfera comunitaria, pública. El aula, el patio de recreo, la administración escolar remiten al niño/a al ámbito de los espacios compartidos, de lo social, de lo público. Acá la condición de supervivencia está en estrecha relación con el adecuado uso de tales espacios. El niño sometido a reglas que obligan a todos, aprende de contera lo que significa el bien común la reciprocidad, y la igualdad de derechos y deberes.

Aunque hogar y escuela son cualitativamente diferentes, una correcta disposición del proyecto formativo permitirá reconocer un perfil del niño/a "que aprende desde pequeño a utilizar, disfrutar y conservar los espacios y los objetos de uso colectivo y a percibirlos como parte del bien común de la sociedad, no intentará usufructuar, en beneficio propio, lo que pertenece a todos. Conductas que hoy reprochamos como: daños a los vehículos de servicio público, a los teléfonos públicos, a las instituciones del Estado, a los lugares públicos de recreación, la ocupación de los andenes, la contaminación del agua y el ambiente, la destrucción de la selva y los bosques para beneficio privado, son claros indicadores de la necesidad de generar en nuestros niños y jóvenes un profundo sentido del bien público."

Pero es bueno insistir que para los niños/as y jóvenes, el aprendizaje en gran medida se hace con referencia a lo que son y hacen sus adultos significativos. Sin embargo, todos hemos de saber que los adultos no pueden ser fatalmente modelos de los miembros más jóvenes de la sociedad. En una relación madura los segundos habrán de terminar en la autonomía y la habilidad para la participación. De resto, no hay ejemplo que valga.

Precisamente los adultos/as (jóvenes, de edad media o de edad provecta) en la América actual estamos en entredicho con respecto a lo público y a las virtudes ciudadanas. Hemos crecido en la cultura del engaño a otros/as y a nosotros mismos, trastocando todos los valores. Es muy posible que un buen número de nosotros hayámos sido socializados (iniciados, educados) en una sociedad anómica, sin valores ni normas referenciales suficientemente consistentes y sólidas. Ello podría explicar satisfactoriamente muchas actitudes y comportamientos tanto individuales como sociales. Aquí está la raíz social de la insolidaridad o de la reciprocidad. Si se escoge la segunda se instaura una ética secular o civil con capacidad de respuesta afirmativa para la sociedad americana.

Superar este abismo nos conduce a la demanda por una ética de lo público o una ética ciudadana nacida del consenso, del acuerdo, de la reciprocidad. También aquí nos jugamos la suerte de la especie. "En tiempos de crisis sociales, económicas y políticas, la pregunta por la ética ciudadana puede llegar a acariciar la supervivencia misma de muchos hombres y mujeres. Si la miramos por ejemplo, desde el punto de vista del problema ecológico y ambiental, la pregunta por la ética ciudadana se las tiene que ver incluso con la supervivencia de las especies animales superiores dentro de las cuales se halla la especie humana. Si la miramos desde la relación - siempre problemática - entre ética y política, la pregunta por la ética ciudadana se tiene que enfrentar críticamente con el modo de alcanzar el bienestar común, la paz, la justicia, es decir, con aspectos centrales que tocan en forma directa la convivencia y la supervivencia de personas y grupos sociales. Por eso la ética no es un ejercicio abstracto de la capacidad especulativa racional. Es ante todo una exigencia de responsabilidad colectiva.

A nuestro juicio personal, es un hecho irrefutable que la ética se las tiene que ver con un campo inmenso - a lo mejor infinito - de problemas, todos ellos muy delicados: la destrucción del medio ambiente y de los recursos naturales, la producción y distribución de bienes económicos para todos, el ejercicio de la política y el poder, el uso de tecnologías de alcances insospechados, el manejo de los medios de comunicación masiva, el problema de qué posición tomar frente a la violación de los derechos humanos, frente al armamentismo, a la guerra, al narcotráfico, frente a la lucha política armada, etc." Tal pregunta por la ética ciudadana se desarrolla en la perspectiva de ponerse siempre en el lugar del otro y obrar en consecuencia. Es la suma expresión de la reciprocidad en su versión cotidiana, en la contemporaneidad de la realidad urbana.

Acá no nos referimos a una ciudad fría, anónima, en abstracto. En el horizonte está la comunidad y esta es "el lugar natural donde el ser humano tiene que ser acogido y reconocido. Pero al propio tiempo conviene dejar bien claro que la comunidad humana no es algo meramente ‘natural’, instintivo, sino que es indispensable llevar a cabo la construcción comunitaria de la realidad, y no limitarse, como acontece con suma frecuencia, a su mera ‘construcción social’." Y si se habla de comunidad es porque se privilegia la más genuina comunicación, que es diálogo (a través de la palabra), cultivo de vínculos personales, acogida.

"La crisis global del momento presente puede detectarse de manera precisa a través de las dificultades que el acogimiento y el reconocimiento del otro experimentan en el seno de nuestra cultura, porque, como ha escrito Paulo Suess, en la actual sociedad occidental, con suma frecuencia, se percibe ‘la incapacidad de los unos para acordarse de los otros’. Desde una perspectiva pedagógica, el acogimiento y el reconocimiento del otro en su irreductible alteridad tendrían que ser no sólo premisas irrenunciables para la reflexión, sino, sobre todo, los desencadenantes más efectivos de la acción pedagógica como filosofía práctica, como adiestramiento teodiceico de niños y adolescentes." Este hecho obliga a buscar el antídoto de la reciprocidad en la educación, particularmente en la desarrollada a partir de las escuelas. Es la aceptación del otro/a como legítimo otro en la relación social, porque ya se sabe que "desde diferentes tradiciones culturales y filosóficas, ha sido puesto de manifiesto que ‘conocer es reconocer’, que enseñar consiste en ayudar a descubrir e identificar la ‘perla escondida’ de la propia humanidad."

Aquí hay una tarea para las escuelas de todo tipo, de todos los niveles y de todos los países. Siempre y cuando se haya optado por una visión humanista y democrática de la vida, de las relaciones y del mundo. Pero, igualmente, están comprometidos los/las maestros/as y, aunque en menor escala, los alumnos/as. Se requieren nuevos hombres y mujeres. Hombres y mujeres auténticamente recíprocos. El informe de la Unesco va al fondo y se recrea en los detalles. En efecto, "La educación tiene una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos. Desde la primera infancia, la escuela debe, pues, aprovechar todas las oportunidades que se presenten para esa doble enseñanza. Algunas disciplinas se prestan particularmente a hacerlo, como la geografía humana desde la enseñanza primaria y más tarde los idiomas y literaturas extranjeras.

El descubrimiento del otro pasa forzosamente por el conocimiento de uno mismo; por consiguiente, para desarrollar en el niño y el adolescente una visión cabal del mundo, la educación, tanto si la imparte la familia como si la imparte la comunidad o la escuela, primero debe hacerle descubrir quién es. Sólo entonces podrá realmente ponerse en el lugar de los demás y comprender sus reacciones. El fomento de esta actitud de empatía en la escuela será fecundo para los comportamientos sociales a lo largo de la vida. Así, por ejemplo, si se enseña a los/las jóvenes a adoptar el punto de vista de otros grupos étnicos o religiosos, se pueden evitar incomprensiones generadoras de odio y violencia en los adultos. Así pues, la enseñanza de la historia de las religiones o de los usos y costumbres puede servir de útil referencia para futuros comportamientos.

Por último, la forma misma de la enseñanza no debe oponerse a ese reconocimiento del otro/a. Los profesores que, a fuerza de dogmatismo, destruyen la curiosidad o el espíritu crítico en lugar de despertarlos en sus alumnos/as, pueden ser más perjudiciales que benéficos. Al olvidar que son modelos para los jóvenes, su actitud puede atentar de manera permanente contra la capacidad de sus alumnos de aceptar la alteridad y hacer frente a las inevitables tensiones entre seres humanos, grupos y naciones. El enfrentamiento, mediante el diálogo y el intercambio de argumentos, será uno de los instrumentos necesarios de la educación del siglo XXI."

 

 

2.2.5. Biblia, Teología y Reciprocidad

 

El Dios que aceptamos en nuestro entorno inmediato, americano, es el uno y trino. El mismo que es paradigma de familia, que como tal familia vive, en cuyo interior sus miembros se aman y que, con dicho modus vivendi, forma. El que sirve de modelo de la inclusión permanente, el arquetipo de la reciprocidad. Dios, pues, en la práctica, es el protopedagogo. Por esta razón se propone como modelo a seguir para los hombres, digno de ser imitado. En El mismo se encarna, se valoriza el bien de la vida compartida. Y al hombre eso le parece bueno.

El profesor Zamangni en su intervención en Messina 7, el 13 de enero de 2000, encuentra las resonancias teológicas de la reciprocidad al sostener que ésta "es más fuerte que el altruísmo o la filantropía. Es el nombre laico de la caridad cristiana, porque en la relación de reciprocidad no es suficiente que parta de A hacia B; sino que debe afanarse por poner a B en condiciones de responder recíprocamente desendeudándose. Esto es importante porque en la relación de reciprocidad que yo establezco no quiero crear relaciones de dependencia. Practicar la reciprocidad exige pues al establecer una relación no convertir al otro en dependiente, asistido, cuidado o mantenido por otros."

El altruísmo y la filantropía son virtudes del gentleman. Lo correspondiente en clave de Dios (Teología), es el ágape, la caridad que fue magistralmente descrita por San Pablo en su Carta a los Corintios 13, 4 - 7: El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso; no es grosero ni egoísta, no se irrita, no toma en cuenta el mal; el amor no se alegra de la injusticia; se alegra de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.

La idea es poner en situación de respuesta amorosa al sujeto de la relación, al otro/a. Como dice el profesor Zamangni: "el punto es hacer de tal manera que aquel que recibe sea puesto en condiciones de reciprocidad." Esto pone a todos los actores sociales en un plano de igualdad que fue recogido en su momento por el Concilio Vaticano II, así: "la igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor, porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de misma vocación y de idéntico destino...Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales...Sin embargo, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan de Dios."

Dios es fundamento. Ello implica que es el principio sustantivo de todo. De lo natural y de lo cultural, que en lo más inmediato es resultado de la acción humana. No obstante, se sabe que es Dios quien está en la base, en el centro. Todo se explica en El, porque dicho todo está en íntima relación con El. Todas las cosas se aman, porque les subyace El. Y El mismo es el amor. Nosotros, seres creados, limitados, históricos, nos desplazamos por la periferia de lo artificioso, de aquello que ha resultado de un acuerdo, de un contrato y, en todo caso, de una lucha esforzada, del cumplimiento de una tarea, de una construcción humana. Lo artificial es la cultura y la cultura es la vida. Esta es, pues, hechura de los hombres. Dios, en cambio, es quien da la vida, gratuitamente. El hombre recrea, completa, ajusta e inclusive puede destruir. Pero Dios es quien provee la explicación última, aquella que se radica en la estructura de las cosas y los procesos, estructura que, en verdad, sostiene las apariencias. Dios es la última instancia de la verdad. A este Dios lo experimentamos en la fe y lo estudiamos desde la teología. Sobre El se levanta el ser humano y teniéndolo como referente se constituye plenamente. En el encuadramiento de uno y otro, de la mujer y el hombre, de los antagonistas, El se manifiesta como novedad, como un tercero necesario. Como bien dice Julia Paola de Nicola la reciprocidad "se juega siempre con tres términos, de los cuales uno, trascendente, es el fundamento del uno y del otro."

El hombre y la mujer realizan auténticamente la propia humanidad en la interrelación con la Trinidad. En ella cada persona descubre progresivamente su humanidad y su vocación. Se le da cumplimiento así a la voluntad del Creador que es taxativa en el Génesis1, 27: "Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó." La imagen y semejanza de Dios en la persona, creada como hombre y mujer, expresa la unidad de los dos en una humanidad común y es, por tanto, fundamento de la comunión interpersonal. El ser humano no puede existir solo, puede existir únicamente como unidad de los dos y por tanto en recíproca relación.

La perspectiva de la reciprocidad hombre/mujer salvaguarda las semejanzas y también las diferencias, una reciprocidad que debe ser redefinida y profundizada con una contribución interdisciplinar e intercultural. Juan Pablo II en la Carta a las Mujeres, N°7, dice: "Humanidad significa ser para la comunión interpersonal...Basándose en el principio de ser recíproco para el otro en la comunión interpersonal se desarrolla la integración en la humanidad misma, querida por Dios, de lo masculino y de lo femenino."

En la cultura judeo – cristiana se ordena desde muy temprano la reciprocidad. En efecto, el capítulo 19 del Levítico, muy similar al decálogo, tiene su punto culminante en el "amarás a tu prójimo como a ti mismo..."

Y ese como a ti mismo debe alcanzar perfiles de heroísmo. Tal es la sugestiva propuesta que se lee en el gesto del "Papa Bueno", Juan XXIII, quien interrogado acerca de lo que significa compartir con los otros aquello que nos sobra, lo superfluo, invitó a medir este superfluo no por lo que sobra sino por lo que el otro necesita. Esto sí es reciprocidad sin cortapisas. La Madre Antonia Colombo afirma que la reciprocidad es la categoría fundamental del cambio de la época que estamos viviendo...y que nos permite atravesar las diferencias para construir consensos, acogida, valoración del otro y mejores posibilidades de vida." Y la define como un ser con el otro, un ser para el otro, un ser gracias al otro...que implica un descentrarse, un ponerse de parte del otro, actitud antropológica que tiene sus raíces en la teología de la Kenosis y de la Encarnación.

La reciprocidad es la cualidad humana que nos permite una confrontación verdadera con el otro desde una situación de paridad real y no solo nominal partiendo siempre desde una antropología solidaria que mira al otro de manera positiva, compartiendo continuamente las preguntas y respuestas de la vida. (Actas, 56).

La Madre Teresa de Calcuta señala el misterioso camino de la genuina reciprocidad al decir: "Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida; cuando tenga sed, dame alguien que precise agua; cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor. Cuando sufra, dame alguien que necesite consuelo; cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz de otro; cuando me vea pobre, pon a mi lado alguien necesitado. Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de alguno de mis minutos; cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos. Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite mi comprensión; cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien tenga que atender; cuando piense en mí misma, vuelve mi atención hacia otra persona. Haznos dignos Señor de servir a nuestros hermanos, dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo."

CITAS

 

El Dios que aceptamos en nuestro entorno inmediato, americano, es el uno y trino. El mismo que es paradigma de familia, que como tal familia vive, en cuyo interior sus miembros se aman y que, con dicho modus vivendi, forma. El que sirve de modelo de la inclusión permanente, el arquetipo de la reciprocidad. Dios, pues, en la práctica, es el protopedagogo. Por esta razón se propone como modelo a seguir para los hombres, digno de ser imitado. En El mismo se encarna, se valoriza el bien de la vida compartida. Y al hombre eso le parece bueno.

El profesor Zamangni en su intervención en Messina 7, el 13 de enero de 2000, encuentra las resonancias teológicas de la reciprocidad al sostener que ésta "es más fuerte que el altruísmo o la filantropía. Es el nombre laico de la caridad cristiana, porque en la relación de reciprocidad no es suficiente que parta de A hacia B; sino que debe afanarse por poner a B en condiciones de responder recíprocamente desendeudándose. Esto es importante porque en la relación de reciprocidad que yo establezco no quiero crear relaciones de dependencia. Practicar la reciprocidad exige pues al establecer una relación no convertir al otro en dependiente, asistido, cuidado o mantenido por otros."

El altruísmo y la filantropía son virtudes del gentleman. Lo correspondiente en clave de Dios (Teología), es el ágape, la caridad que fue magistralmente descrita por San Pablo en su Carta a los Corintios 13, 4 - 7: El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso; no es grosero ni egoísta, no se irrita, no toma en cuenta el mal; el amor no se alegra de la injusticia; se alegra de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.

La idea es poner en situación de respuesta amorosa al sujeto de la relación, al otro/a. Como dice el profesor Zamangni: "el punto es hacer de tal manera que aquel que recibe sea puesto en condiciones de reciprocidad." Esto pone a todos los actores sociales en un plano de igualdad que fue recogido en su momento por el Concilio Vaticano II, así: "la igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor, porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de misma vocación y de idéntico destino...Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales...Sin embargo, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan de Dios."

Dios es fundamento. Ello implica que es el principio sustantivo de todo. De lo natural y de lo cultural, que en lo más inmediato es resultado de la acción humana. No obstante, se sabe que es Dios quien está en la base, en el centro. Todo se explica en El, porque dicho todo está en íntima relación con El. Todas las cosas se aman, porque les subyace El. Y El mismo es el amor. Nosotros, seres creados, limitados, históricos, nos desplazamos por la periferia de lo artificioso, de aquello que ha resultado de un acuerdo, de un contrato y, en todo caso, de una lucha esforzada, del cumplimiento de una tarea, de una construcción humana. Lo artificial es la cultura y la cultura es la vida. Esta es, pues, hechura de los hombres. Dios, en cambio, es quien da la vida, gratuitamente. El hombre recrea, completa, ajusta e inclusive puede destruir. Pero Dios es quien provee la explicación última, aquella que se radica en la estructura de las cosas y los procesos, estructura que, en verdad, sostiene las apariencias. Dios es la última instancia de la verdad. A este Dios lo experimentamos en la fe y lo estudiamos desde la teología. Sobre El se levanta el ser humano y teniéndolo como referente se constituye plenamente. En el encuadramiento de uno y otro, de la mujer y el hombre, de los antagonistas, El se manifiesta como novedad, como un tercero necesario. Como bien dice Julia Paola de Nicola la reciprocidad "se juega siempre con tres términos, de los cuales uno, trascendente, es el fundamento del uno y del otro."

El hombre y la mujer realizan auténticamente la propia humanidad en la interrelación con la Trinidad. En ella cada persona descubre progresivamente su humanidad y su vocación. Se le da cumplimiento así a la voluntad del Creador que es taxativa en el Génesis1, 27: "Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó." La imagen y semejanza de Dios en la persona, creada como hombre y mujer, expresa la unidad de los dos en una humanidad común y es, por tanto, fundamento de la comunión interpersonal. El ser humano no puede existir solo, puede existir únicamente como unidad de los dos y por tanto en recíproca relación.

La perspectiva de la reciprocidad hombre/mujer salvaguarda las semejanzas y también las diferencias, una reciprocidad que debe ser redefinida y profundizada con una contribución interdisciplinar e intercultural. Juan Pablo II en la Carta a las Mujeres, N°7, dice: "Humanidad significa ser para la comunión interpersonal...Basándose en el principio de ser recíproco para el otro en la comunión interpersonal se desarrolla la integración en la humanidad misma, querida por Dios, de lo masculino y de lo femenino."

En la cultura judeo – cristiana se ordena desde muy temprano la reciprocidad. En efecto, el capítulo 19 del Levítico, muy similar al decálogo, tiene su punto culminante en el "amarás a tu prójimo como a ti mismo..."

Y ese como a ti mismo debe alcanzar perfiles de heroísmo. Tal es la sugestiva propuesta que se lee en el gesto del "Papa Bueno", Juan XXIII, quien interrogado acerca de lo que significa compartir con los otros aquello que nos sobra, lo superfluo, invitó a medir este superfluo no por lo que sobra sino por lo que el otro necesita. Esto sí es reciprocidad sin cortapisas. La Madre Antonia Colombo afirma que la reciprocidad es la categoría fundamental del cambio de la época que estamos viviendo...y que nos permite atravesar las diferencias para construir consensos, acogida, valoración del otro y mejores posibilidades de vida." Y la define como un ser con el otro, un ser para el otro, un ser gracias al otro...que implica un descentrarse, un ponerse de parte del otro, actitud antropológica que tiene sus raíces en la teología de la Kenosis y de la Encarnación.

La reciprocidad es la cualidad humana que nos permite una confrontación verdadera con el otro desde una situación de paridad real y no solo nominal partiendo siempre desde una antropología solidaria que mira al otro de manera positiva, compartiendo continuamente las preguntas y respuestas de la vida. (Actas, 56).

La Madre Teresa de Calcuta señala el misterioso camino de la genuina reciprocidad al decir: "Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida; cuando tenga sed, dame alguien que precise agua; cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor. Cuando sufra, dame alguien que necesite consuelo; cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz de otro; cuando me vea pobre, pon a mi lado alguien necesitado. Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de alguno de mis minutos; cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos. Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite mi comprensión; cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien tenga que atender; cuando piense en mí misma, vuelve mi atención hacia otra persona. Haznos dignos Señor de servir a nuestros hermanos, dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo."

CITAS

[1]“El balance de la década que termina es ciertamente mixto. Muy sucintamente, indica que, en el terreno económico, ha habido avances importantes en la corrección de los desequilibrios fiscales, en la reducción de la inflación, en la aceleración del crecimiento de las exportaciones, en el rescate y puesta en marcha de nuevos procesos de integración regional, en la atracción de flujos importantes de inversión extranjera directa y en restablecimiento del crecimiento económico. Ha habido también un significativo progreso en el desarrollo de una institucionalidad macroeconómica fuerte; y, con cierto rezago, se han venido enfrentando los nuevos retos institucionales en otros campos, como la regulación de los mercados financieros, el fomento de prácticas competitivas y la regulación de los servicios públicos y sociales. Ha aumentado el gasto público social y se ha reducido la proporción de la población en estado de pobreza, aunque no en grado suficiente. Entre otros avances, no exentos de fragilidades, se deben mencionar el renacimiento de la vida local, la extensión de los sistemas democráticos, la conquista de derechos, visibilidad y reconocimiento relacionados con la contribución de las mujeres a la sociedad, y la incorporación gradual de la agenda del desarrollo sostenible.

Por el lado negativo, el crecimiento económico y el aumento de la productividad han sido frustrantes durante la última década. De hecho, sólo tres países de la región alcanzaron en ambas variables registros iguales o superiores a los de los tres decenios anteriores a la crisis de la deuda. La inestabilidad del crecimiento económico y la frecuencia de las crisis financieras indican que no se han eliminado todas las causas de inestabilidad, y que algunas pueden incluso ser hoy más acentuadas. La heterogeneidad estructural de los sectores productivos ha aumentado: hoy en día la región tiene más empresas de ‘clase mundial’, muchas de ellas subsidiarias de transnacionales, pero también muchas empresas, especialmente medianas y pequeñas, que no han logrado adaptarse al nuevo contexto. Como consecuencia, el mercado de trabajo ha experimentado un deterioro en muchos países, lo que en varios de ellos se refleja en un aumento del desempleo abierto o de la informalidad. Junto a la mayor heterogeneidad de las estructuras productivas y al aumento en la diferencia entre las remuneraciones de los trabajadores con educación universitaria y el resto, este hecho ha afectado en forma adversa la distribución del ingreso, que en su conjunto muestra un deterioro de largo plazo en muchos países de la región, como parte de una tendencia por lo demás universal. Este hecho está, sin duda, tras los problemas de cohesión social que afectan crecientemente a muchos países de la región, como asimismo los problemas de gobernabilidad.” (Equidad, Desarrollo y Ciudadanía. CEPAL 2000. Naciones Unidas. Chile. Pag. 14).

[1] Equidad, Desarrollo y Ciudadanía. Pag. 20

[1] Equidad, Desarrollo y Ciudadanía. Pag. 54

[1] Cfr Wicht Juan Julio, S. J. Reflexión Socioeconómica. En: Educar para la solidaridad Planetaria. Congreso CIEC. 1999. Inspectoría San Luis Beltrán. Medellín, Serie Educación N° 15

[1]. Restrepo Gallego, Beatriz. Acerca de la Solidaridad. Cultura &Trabajo. Revista de la ENS. N°46, de septiembre de 1998. Pag. 43 – 44.

[1] Reflexión desde la Pedagogía. En, Educar para la Solidaridad Planetaria. Congreso CIEC. 1.999. Inspectoría San Luis Beltrán. Medellín, Serie Educación N° 15. Pag. 38.

[1] Sánchez - Rivera Peiro, Juan M. Manifiesto de la Nueva Humanidad. Ediciones Paulinas. Madrid 1978. Pag. 21-22

[1] Sánchez - Rivera Peiro, Juan M., o.c., Pags. 23 – 24.

[1] Citado por Vásquez Carlos. Educación Personalizada, una propuesta para América Latina. Indoamérica Press Service, Bogotá, 1.982, Pag. 17.

[1] Idem, Pags. 96 – 97.

[1] Idem, Pag. 98.

[1] Idem, Pag. 102

[1] Ibidem., p. 38

[1] Estermann Josef. Filosofía andina, ediciones Abya Yala, Quito – Ecuador, 1998,  p. 111 – 135.

[1] Ibidem. Pag. 133.

[1]  AAVV.  La cosmovisión Aymara, talleres gráficos Isbol, La Paz – Bolivia, 1993, p. 293.

[1] Ibidem. Pag. 294.

[1] Stevani, Milena. La reciprocidad: un desafío para el desarrollo humano, femenino y masculino.SPI, Pag. 22

[1] Delors, Jacques. La Educación encierra un Tesoro. Santillana. Ediciones Unesco. Madrid. 1.996. Pag. 21.

[1] Idem, Pag. 22.

[1] Rodríguez G., Marta C. La Escuela: el primer espacio de actuación pública del niño. Fundación Social Santafé de Bogotá. 1992. Pag. 7

[1] Duran Casas, Vicente. De qué ética hablamos? Ética ciudadana como ética del consenso. Mimeo, SPI, Santafé de Bogotá, Septiembre de 1991.

[1] Duch, Lluís. La educación y la crisis de la modernidad. Paidos, Barcelona, 1.997. Pag. 21.

[1] Idem, Pag. 29.

[1] Idem, Pag. 30.

[1] Delors, Jacques. La Educación encierra un Tesoro. Pag.105.

[1] Artículo citado, Pag. 3.

[1] De Nicola, Julia P. La antropología de la reciprocidad. Pag. 4.

[1] ANS MAG, No. 46 del 15 de diciembre.1999,Pag.2

[1] De Nicola, Julia P. La antropología de la reciprocidad. Pag. 14

[1] ANS MAG, No. 46 del 15 de diciembre.1999,Pag.2

[1] Ibid. Pag. 20

[1] Comisión Escuela y CFP de FMA y SDB de Europa, ANS MAG, No. 46 del 15 dic.1999, Pag. 9

[1] De Nicola, Julia P. La antropología de la reciprocidad. Pag. 4

[1] Dicasterio de Pastoral Juvenil, La Pastoral Juvenil Salesiana, Edit. CCS., Madrid 1998, Pag.72

[1] Fierro Torres, Rodolfo. Memorias del Oratorio,  Pag 148

[1] Ibid. Pag. 146-150

[1]  Ibid., Pag.152

[1] Ibid., Pag 203

[1] Ibid., Pag247

[1] Bosco, Teresio, Don Bosco una biografía nueva, Pag. 126

[1] Ibid. Pags. 134-139

[1]  Ibid, o.c., Pags. 21-23

[1] Ibid, o.c. Pag. 26

[1] Ibid, o.c., Pag.83

[1] Cronohistoria, vol.I, Pags. 63-66

[1] Ibid, o.c. Pag.92

[1] Cavaglia, Piera. De Jerusalén a Mornese y a todo el mundo, Pags.102-104

[1] Carta 22,1

[1] Carta 20,5

[1] Ibid. Pags.97-98

[1] Ibid. Pags.125 y 126

[1] Castano, Luis. Causa de Beatificación y Canonización del P. Luis Variara, Pag.26

[1] Fierro Torres, Rodolfo. El P. Luis Variara, Ed. Ibérica, Pag.67

[1] Castano, Luis. o.c., Pags. 26-28

 

[1] Carta No.10 del 26 de julio de 1911

[1] Constituciones Sdb., art.15

[1] Cardona, Hernán, SDB, El Sistema Preventivo en la Educación de los Jóvenes, Pag.10

[1] Avanzini, Guy, ANS MAG, 46 del 15 de diciembre de 1999, Pag.2

[1] Una Pastoral de impacto en el tercer milenio. Instituto de las HH.SS.CC. Experiencias Pedagógicas No.2, Santafé de Bogotá, 2000, Pag.1

[1] Ibid, o.c. Pag. 4

[1] Peraza, Fernando. Seis Escritos de Don Bosco. Escrito VI, Pag.54

[1] Idem. Pag.55

[1] MB, IV, 420

[1] MB, IV, 576-577

[1] Cavagliá, Piera. El Sistema Preventivo en la educación de la mujer. CCS, Madrid, 1999. Pág. 40-41

[1] Ibid, pág. 13

[1] Ko,M.; Cavagliá, P.; Colomer, J. De Jresusalén a Mornese y a todo el mundo. CCS, Madrid, 1997, pág244

[1] Cfr. Braido, Pietro.  Prevenire non reprimere.  Il Sistema Educativo di Don Bosco.  LAS, Roma 1999  pag. 291.

[1] Juan Pablo II. Iuvenum Patris 1988  N° 10

[1] Cfr. Ibid.

[1] Cfr. Equipo Sistema Preventivo FMA.  Op cit pag. 51

[1] Cfr. EIE. La espiritualidad del Educador Salesiano. Ed. Salesiana Lima 1998  pag 17 - 18

[1] MB VII, pag 649

[1] Juan Pablo II. Iuvenum Patris N° 11

[1] MB, VIII, 883

[1] MB, III, 463

[1] MB, XIII,  762

[1] FMA, Proyecto de Pastoral Juvenil  Unitaria, Roma 1985 pag. 25

[1] MB, XIII, 778

[1] Juan Pablo II Iuvenum Patris N° 12

[1] Cf. Scaramusa, Tarcisio e Silva, Genésio Zeferino. Pedagogía do Amor. CESAP. Centro Salesiano de Apoyo Pastoral. Bello Horizonte 1995.

[1] Cf. Viganó, Egidio, Indicaciones para un camino de espiritualidad salesiana. En actas del Consejo General, octubre – diciembre 1995, N° 354, pág. 27

[1] Ibid, pág 27-28

[1] MB, IV, 418

[1] cf. Scurat, Cesare. Riscopriamo la pedagogia, in Il delfino 19 (1994) 2, 19-20.

[1] cf. Actas CGXX FMA,  44 y 50

[1] cf. Viganó, idem.

[1] cf. Actas CG FMA,  68

[1] cf. Actas CGXXIV SDB, 93

[1] cf. Colombo, Antonia. La profecía a la que está llamada la educación salesiana hoy.  Escuela salesiana, en Memoria y profecía del carisma.  Congreso de Educación.  Colombia 1997

[1] cfr. La Educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI presidida por Jacques Delors.

[1] Cf. Rossi, María. ¿Reciprocidad como problema?. En DMA N° 3-4, marzo-abril 1997, pág 31-33

[1] cf. Mancini, Roberto. Comunicazione come ecumene. Il significato antropologico e teológico dell'etica comunicativa. Queriniana, Brescia

[1] Actas CGXX FMA, 64

[1] Posada M. Esther. Attuale perché vera. LAS. Roma. 1987. Pag. 176.

[1] cf. Propuesta Educativa Salesiana. Fundamentos Pedagógicos. Colombia 1997 pág. 24ss.

[1] cf. Actas CGXX FMA, 68

[1] Cronohistoria del Instituto de las FMA, II, 10

[1] Cian Luciano, op.cit, p. 28

[1] cfr. Doménech, Antonio. La animación de la comunidad educativo-pastoral, en Actas del Consejo General. Julio-setiembre 1997, N° 360, pág 47.

[1] Cavaglia, Piera. De Jerusalén a Mornese y a todo el mundo, Pags. 234-251

[1] Idem.,Pag.60

[1] ANS MAG, No.46 del 15 de diciembre de 1999

[1] Maccono, F. Santa María Dominga Mazzarello. Pag. 86.