HILDA MOLINA CONFESÓ VIVIR UN "LUTO INTERNO"

"Por seguir al sistema me privé de momentos sagrados como madre"

La médica cubana se reencontró con su familia tras 15 años de negativas. Cuba la autorizó a viajar, pero debe volver. "Ojala el gobierno dé el paso para que los cubanos no tengan que pedir permiso a nadie para entrar o salir de su país", dijo.

17:29 | 14.06.2009   Crítica Digital | 14-06-2009

 

"No me arrepiento de lo que le di a los enfermos, pero sí me arrepiento porque al haber cedido a un sistema que prometió muchas cosas y no cumplió, sufrió mucha gente de mi familia: mi madre, mi hijo y mis nietos, a los que recién conozco". (Télam)

"No me arrepiento de lo que le di a los enfermos, pero sí me arrepiento porque al haber cedido a un sistema que prometió muchas cosas y no cumplió, sufrió mucha gente de mi familia: mi madre, mi hijo y mis nietos, a los que recién conozco". (Télam)

Hilda Molina, la neurocirujana cubana que desde hace 15 años reclamaba a las autoridades de su país autorizar su salida de la isla, finalmente arribó a la Argentina, esta madrugada, para visitar a su madre y reencontrarse con sus familiares, a los que no veía desde que el gobierno cubano le prohibió su salida.

Al llegar a las 6,20 al aeropuerto de Ezeiza en un vuelo de la empresa Copa Airlines, fue recibida por su hijo Roberto Quiñones y varios allegados, entre ellos, sus nietos de 13 y 8 años, a quienes no conocía. Entre alegría y sollozos, la médica se hizo unos minutos para los reconocimientos y los flashes que la retrataban junto a sus familiares.

Por la tarde, Molina, de 66 años, ofreció una conferencia de prensa ante los medios argentinos, en El Palomar, en la que aprovechó para agradecer "la gestión del gobierno argentino al igual que el de muchas personas que desde el anonimato hicieron su parte para que hoy pueda estar ante ustedes".

En un análisis sobre el régimen castrista y la posiblidad de una flexibilización, Molina dijo ”ojalá que eso suceda porque hay muchos cubanos cuyos derechos se están violando":
"Ojalá que el gobierno dé el paso para que los cubanos no tengamos que pedirle permiso a nadie para entrar o salir de nuestro país", opinó.

También aclaró algunas versiones que circulaban sobre su pasado: "Yo nunca fui médico de ningún dirigente, no fui mujer de Fidel Castro, no tuve poder ni privilegios. Si accedí a una banca como diputada, fue como lo han logrado muchos músicos, artistas y profesionales de Cuba".

En ese sentido, criticó el método utilizado por Castro para gobernar, al asegurar que "el gobierno identifica Patria y Nación con ellos mismos", y reconoció que su "proceso de desacuerdo con el sistema fue lento".

A la vez reveló las contradicciones que vivió como profesional y como madre: "No me arrepiento de lo que le di a los enfermos, pero sí me arrepiento porque al haber cedido a un sistema que prometió muchas cosas y no cumplió, sufrió mucha gente de mi familia: mi madre, mi hijo y mis nietos, a los que recién conozco".

"Siento que llevo un luto interno porque trabajando para ese sistema, me privé de momentos sagrados de la maternidad", dijo y confesó sentir "un luto interno que no se va a curar nunca porque no existe profesión, ni trabajo, ni política, ni ideología que pueda suplir la labor de una madre".

"Ahora tengo ganas de ser abuela y de disfrutarlo, voy a seguir con el luto pero ellos -sus nietos- son el exorcismo", aseguró la mujer.

Con respecto a si encuentra diferencias entre los hermanos Castro, aseguró que "Raúl Castro tiene los pies más puestos en la tierra y le interesan, por razones de supervivencia política, las cuestiones internas de la población más que la discusión de los temas internacionales, pero pertenece al mismo gobierno y a la misma ideología que Fidel, al que además le consulta todo".

Por último, Hilda Molina negó que otorgar libertades a los habitantes de la isla pueda ocasionar la debilidad del gobierno: "No creo que la libertad menoscabe un gobierno. Esos son argumentos que se esgrimen para justificar lo injustificable. Si tú eres vocero de los desposeídos, debes ser consecuente con lo que predicas", concluyó.

EL FACTOR CRISTINA. El sábado los familiares de la médica cubana fueron recibidos por la presidenta, en la residencia de Olivos horas antes de que la jefa de estado partiera rumbo a Ginebra para disertar ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Al término del encuentro en Olivos, Quiñones dijo que "Cristina intervino con sensibilidad de madre" y reiteró que "no tengo palabras para agradecer al gobierno argentino por las gestiones realizadas" para que la medica pudiera salir de Cuba.

"Desde el 2003 Cristina Fernández de Kirchner viene trabajando en el tema como senadora nacional y ahora lo hizo como Presidenta al igual que lo hizo el ex presidente Néstor Kirchner y lo han hecho con mucho tacto y prudencia", afirmó el hijo de Hilda Molina, que está radicado en la Argentina donde trabaja como médico.

 

Hilda Molina: Fidel, su pelea en la isla y los dólares de Jaroslavsky

06:36

En su primer día en la Argentina, la neurocirujana conversó con Clarín y contó que lloró cuando se enteró de que tenía el permiso para viajar.
 

Por: Natasha Niebieskikwiat

Pasaron sólo diez horas desde que Hilda Molina había aterrizado en un vuelo procedente de Cuba, cuando las puertas de las casa de su hijo Roberto Quiñones, en El Palomar, se abrieron a la prensa. Casi la totalidad de los medios de este país estuvieron en la cita con la neurocirujana a la que el gobierno de Raúl Castro acaba de autorizar a salir de la isla. Un pedido que la mujer y su hijo hicieron sin éxito por 15 años, y que el gobierno de los Kirchner abrazó hace cinco. Sólo un cambio de estrategia hacia negociaciones llevaron a este triunfo que ahora saborean la familia y Cristina Fernández. "Cualquier sufrimiento se compensa con este reencuentro", dijo la neurocirujana en el jardín de la casa de su hijo.

Molina dio ayer una extensa entrevista Clarín, donde a su vez insistió con algunas de sus reflexiones oídas en la rueda de prensa: como ex funcionaria no guardaba secretos de Estado, que no fue mujer de Fidel Castro, a quien llamó su "verdugo", que no gozó de privilegios y que vivió "mejor en el capitalismo que después de la revolución". Entre tanto, su hijo señaló que el sábado, cuando lo recibió a él y a su famiilia, en Olivos, la Presidenta le dijo que quería conocer a su madre.

Si el encuentro Cristina y Raúl Castro coronó el cambio que se venía gestando, este diario sabe que fue la Iglesia cubana la que terminó de cerrarlo.

Yo no puedo decir que haya sea la Iglesia católica como institución-dijo Molina-, aunque las monjitas y los sacerdotes son católicos, claro. Yo llevo muchísimos años recurriendo a monjitas y sacerdotes y a laicos importantes por nuestra situación familiar, incluso ahora que la situación de mi madre (de 90 años, e internada) empeoró. Mi madre sí tiene muchos contactos, y en esas cadenas de oración que se montaron yo les decía: 'Por favor, cuando tengan una oportunidad, hablen con quien tengan que hablar'.

Su familia llegó hasta el Vaticano.



Bueno, la mediación oficial a nivel Vaticano que yo sí conozco es la de cuando vino Juan Pablo II a Cuba (1998). Una de mis tías que estaba en los Estados Unidos incluso fue al Vaticano y entre los temas que entonces trajo monseñor Sodano fue el caso de nosotros. Y la respuesta que recibió fue que eso estaba en proceso, pero mira los años que han pasado. Hay personalidades católicas en Cuba que, por su calidad humana y por las obras que hacen, son respetadas por las autoridades.

¿Cómo se enteró de que le habían dado el permiso de salida ?

Mi mamá se enfermó hace dos semanas. Yo me desesperé y le hice una carta a Raúl Castro en la que le dije estaba dispuesta a hacer un juramento (de que iba a regresar a la isla) y la dejé personalmente en el Consejo de Estado. Dejé otra en migraciones, donde llevan los casos de los disidentes. Y cada día dos días llevaba una carta. El viernes iba yo para las cadenas de oración en una Iglesia cuando a las nueve de la mañana recibo una llamada del servicio de Migración para que me presentara urgente. Una coronela me dio mi pasaporte, y en un momento me dice 'no se vaya que también le tengo que dar su permiso de salida'. Fue muy amable ella. a mí se me caían las lágrimas. Después me fui a la embajada argentina.



¿Cuándo fue la última vez que vio a Fidel y a Raúl Castro ?

A Raúl jamás lo he visto porque él estaba en el ámbito militar y a Fidel sólo lo veía en el ámbito del Centro (neurológico). La vez que yo hablé con él le dije : "Comandante, yo nunca le he pedido nada pero hay un problema aquí con convertir esto en un centro para extranjeros". Y él me dijo: "No, no lo acepte, esto es para cubanos", y yo le dije que pensaba lo mismo, pero yo lo que le pedía es que me ayudara porque yo tenía superiores, ministros. Eso fue en el 93.

¿Es cierto que Chacho Jaroslavsky (el fallecido dirigente radical, que se atendió en el CIREN) le regaló miles de dólares y que usted lo repartió y le trajo problemas ?

Fueron 10.000. Jaroslavsky me quería mucho porque yo lo mejoré bastante. Y me dice que me quería dar un regalo. Fue en la casa donde se alojaba y con mucho secreto me dio un sobre blanco. Tenía una pila de billetes. Y yo le digo 'usted está jugando conmigo' y la esposa me insistió. Entonces le dije que había que ponerlo en un fondo común. Los empleados que no trabajaban con camas de extranjeros no recibían propina. Les compramos ropa, zapatos, jabones, shampú, aceite y los fuimos poniendo en javitas (bolsas). Lo que sobró lo donamos al partido (comunista) de una región afectada por un huracán. Cuando las autoridades de la provincia se enteraron, no te imaginas lo que pasó y nos acusaron de fomentar prácticas capitalistas.

¿Qué dice el padre de su hijo de todo esto ?

Nada. El no tiene nada que ver con esto. Es un profesor universitario al que yo no quiero meter en esto. El fue mi primer esposo, y nos separamos cuando mi hijo era un bebé.

 

El arribo de Hilda Molina

En vísperas de las elecciones, el Gobierno quiere capitalizar la salida de la médica de Cuba como si hubiera tenido algún mérito

Miércoles 17 de junio de 2009 | Publicado en LA NACION

 

En momentos en que algunos países de nuestra región parecen haber entrado en una clara deriva autoritaria, el emocionado reencuentro de la doctora Hilda Molina con sus familiares y, sobre todo, la posibilidad de conocer a sus nietos nacidos en la Argentina nos brinda la oportunidad de compartir algunas reflexiones acerca del totalitarismo y sus abusos característicos.

En primer lugar, está meridianamente claro que el régimen cubano castiga a disidentes como la propia doctora Molina no sólo con la prisión, sino también con métodos aún más crueles en los que tienen que ver los afectos más profundos de las personas. Que una médica cuyo único delito ha sido no pensar igual que Fidel Castro no haya podido reunirse con los suyos en 15 interminables años ha convertido a la isla en una prisión. Por no aceptar el discurso oficial, la doctora Molina es una mujer digna, con el coraje suficiente para animarse a disentir por respeto a sí misma y los demás.

En segundo lugar, es evidente que la Cuba comunista no cumple siquiera con los pactos básicos internacionales en materia de derechos humanos. Hasta ahora, el régimen había hecho caso omiso de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que, en su artículo 13, dispone que toda persona tiene el derecho de salir de cualquier país, incluso del propio, y regresar a él.

También había ignorado la Convención Americana sobre Derechos Humanos, llamada Pacto de San José de Costa Rica, que establece, en paralelo, el mismo derecho, que no puede ser restringido sino en la medida indispensable para prevenir infracciones penales o proteger la seguridad nacional, el orden público, la moral, la salud pública o los derechos y las libertades de los demás. Ninguno de estos supuestos de excepción tiene ni tuvo nada que ver con la doctora Molina. Ella sufrió durante 15 años una pena inexplicable no sólo por haber sido inhumana, sino también por haber sido absolutamente ilegal.

Llama la atención la fecha que eligió el régimen ahora a cargo de Raúl Castro para conceder a la doctora Molina la autorización para salir de Cuba. Coincide con el último tramo de la campaña electoral argentina, razón por la cual el gobierno de los Kirchner, que nunca se mostró sensible con su caso, quiso capitalizarlo como si hubiera tenido algún mérito en ello. La propia Presidenta estuvo en La Habana a mediados de enero. No se reunió con ella ni recibió a las esposas de los disidentes, agrupadas bajo el denominador común de Damas de Blanco como, en su momento, en la Argentina, las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo. Según esta particular visión de las cosas, al parecer, una dictadura comunista que tiene presos políticos viola menos los derechos humanos que una dictadura militar.

En realidad, el delicado estado de salud de la madre de la doctora Molina, Hilda Morejón, pudo haber influido más que las gestiones oficiales para esta decisión, aún no aclarada en La Habana ni en Buenos Aires: el régimen de los Castro, en principio, se mostró precavido ante la posibilidad de que una hija no pudiera estar con su madre en el momento decisivo. En la memoria y el corazón de la doctora Molina quedarán, de todos modos, los buenos oficios y las atenciones del ex embajador Darío Alessandro y de los diplomáticos Pedro von Eyken y Eduardo Gómez, acreditados en La Habana.

Más allá de esos pormenores, cabe dar la bienvenida a la doctora Molina y celebrar su tenacidad y su valentía en la cruzada que emprendió por reunirse con su familia en la Argentina. Las lecturas políticas de una cruzada tan legítima por los derechos humanos pueden ser utilizadas para consumo electoral, pero, en verdad, responden más a las miserias coyunturales que a la sensibilidad con la cual corresponde juzgar este caso.

 

Visita de la médica disidente de Cuba  -   Pedido de Hilda Molina a Cristina                                                                              La neurocirujana reclamó a la Presidenta que pida a Raúl Castro más libertad en su país

Miércoles 17 de junio de 2009 | Publicado en LA NACION

Mariana Verón
 

Cristina Kirchner la escuchó por más de una hora. "A mí manera, voy a hacer los mayores esfuerzos por ayudar al pueblo cubano." Así recibió la Presidenta el pedido de la neurocirujana Hilda Molina, para que desde el gobierno argentino se hagan gestiones para lograr una mayor libertad en la isla.

Ese fue el final de la reunión que ayer tuvo la jefa del Estado con la médica cubana y toda su familia, en su despacho, después de que la neurocirujana llegara el domingo pasado al país con el permiso de salida otorgado por las autoridades cubanas tras 15 años de infructuosas gestiones.

"Fue una conversación muy positiva. Le agradecí todo lo que habían hecho por mí", contó a LA NACION Hilda Molina tras el encuentro. La Presidenta se interesó por el momento en el que la médica rompió con la política de Fidel Castro y le confesó que comprendía su lucha por lograr la reunificación de las familias cubanas.

"No me puedo ir sin pedirle como mujer, madre y estadista que ayude a hacer más fluidas las relaciones familiares de los cubanos. Nosotros no podemos seguir teniendo que pedir permiso para salir del país", le expresó Hilda Molina, que llegó a la Casa Rosada acompañada por su hijo, Roberto Quiñones, su nuera, Verónica Scarpatti, y sus dos nietos, Roberto y Juan Pablo, a quienes recién conoció el domingo, cuando llegó a la Argentina.

Cristina Kirchner le dijo que ella también era muy creyente en Dios, como la médica cubana, y le contó que tenía guardados 3000 rosarios. Quiñones aprovechó y le regaló a la Presidenta uno que siempre llevó con él desde que se fue de la isla, hace 15 años. La médica contó que se fue "muy satisfecha" con el encuentro. "Me escuchó con determinación y fue muy receptiva", agregó sobre sus pedidos.

La Presidenta le aclaró que a su manera, "silenciosa y perseverante", había gestionado para lograr su permiso de salida. Cuando estuvo en Cuba, en enero pasado, no hizo declaraciones públicas sobre su caso.

Según narró la familia de la médica cubana, no se habló de la política en la isla. Y contaron que la Presidenta se encargó de recomendarle hasta 15 lugares para que lleven a Hilda conocer el país. Además, preguntó por la madre de Molina, Hilda Morejón, que ayer volvió a su casa después de haber estado internada por un agravamiento de su estado de salud, que fue determinante para que el gobierno de Raúl Castro le otorgara la salida de La Habana.

Uno de los nietos de la médica cubana le llevó un gran ramo de flores a la Presidenta. Cristina Kirchner optó por regalarle a Hilda un libro sobre Eva Perón y aprovechó para pedirle consejos científicos a quien fuera una de las más reconocidas neurocirujanas cubanas.

El próximo paso será para otro lado. Una carta de agradecimiento a Raúl Castro que Cristina Kirchner tiene pensado escribir en los próximos días.