INFANCIA EN INDEFENSIÓN
Eduardo Bustelo Graffigna
2
“En el principio es el grito. Nosotros gritamos.
Cuando escribimos o cuando leemos, es fácil olvidar
que
en el principio no es el verbo sino el grito. Ante la
mutilación de vidas humanas provocada por el
capitalismo, un grito de tristeza, un grito de horror,
un
grito de rabia, un grito de
rechazo: ¡NO!” John Holloway
Introducción
Como todo campo3,
el de la infancia está compuesto por enfoques,
análisis, estudios y conceptos;
por la práctica que incluye un conjunto de acciones,
programas y políticas y finalmente, por una
amplia gama de actores intervinientes. Aún siendo un campo
que uno podría presumir “definido”,
es propenso a ambigüedades que ocultan relaciones
sociales de dominación lo que conduce a
imprecisiones que uno podría afirmar que no son “inocentes”.
Esta aseveración tiene aún más
fuerza dada la expansiva difusión mediática y la “preocupación”
pública que el tema de la
infancia cubre en la industria cultural.
En la dimensión temporal de la infancia y la
adolescencia pueden reconocerse como tres
instituciones que dejan “marca” en su desarrollo: la
familia, la escuela y los medios de
comunicación. Las dos primeras son las que
tradicionalmente han recibido más atención. En este
trabajo, pretendo concentrarme -aunque no
exclusivamente- en la forma más general e ideológica
de trasmisión de las diferentes relaciones de dominación que se establecen sobre la
infancia y la
aunque de una
“amplifican” los discursos
relaciones de dominio. Intento avanzar
que considero más relevantes y en la
en la protección de la infancia y la
Discuto asimismo
el estatuto de los derechos de niños/as y
el campo de la
infancia en el contexto de la lucha política. Por otro
importancia del Estado como un
espacio público significativo en la lucha política
por los derechos dadas las dificultades que la
infancia y la adolescencia tienen para auto
representarse como actores en un escenario democrático. Desde estas dimensiones,
procuraré
campo
1 En Diciembre
del año 2004 fui invitado por las autoridades de UNICEF a formar parte del
panel de
presentación del “ESTADO MUNDIAL DE LA INFANCIA 2005
en la ciudad de México y cuyo
sugestivo título era LA INFANCIA AMENZADA. A partir de
ese evento decidí realizar las reflexiones
que componen este trabajo. Deseo no “externalizarme”
de las afirmaciones de estas notas: así, no me
considero “el” sujeto emancipado que habla desde la
libertad ni me siento inmune ante el fetichismo del
consumo. No puedo engañar ni ocultar y presentarme
como un “Yo” sujeto sano en una “sociedad
enferma”; el “buen héroe” que batalla contra la “mala”
sociedad. El capitalismo nos impregna a todos en
diversas formas y el análisis que realizo no trata de
ser un análisis “iluminado” que “se eleva” por sobre el
combate sino simplemente, una modalidad –tal vez “menor”-
de inserción de la existencia en la lucha
política. Y también una afirmación de que tanto el
análisis como la reflexión son parte de la práctica
cotidiana por alcanzar la dignidad.
2 Director
Académico de la Maestría en Política y Planificación Social de la Facultad de
Ciencias Políticas
y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo.
3 Utilizo la
palabra campo en el sentido de Pierre Bourdieu y como será precisada más
adelante.
4 Infancia,
niñez, niños, niñas y adolescentes serán términos utilizados indistintamente
como todos los
menores de 18 años como lo define la Convención Internacional
de los Derechos del Niño.
La
biopolítica de la Infancia
La infancia y la adolescencia son identificables con
la vida como iniciación. La infancia es
nacimiento y epifanía. El filósofo italiano Giorgio
Agamben explica bien como los griegos no
tenían una sola palabra sino dos para denotar la vida.
Por un lado estaba la zoé que expresaba la
vida pura, el simple hecho de vivir, la nuda
vita (vida desnuda) como vida fuerza o vida
biológica y por otro lado el bios, la vida
relacional que implica el lenguaje, la política y la
ciudadanía. En el caso de la infancia uno podría
resumir la zoé en sobrevivencia y el bíos en la
ciudadanía y la política.
Foucault a su vez, ha planteado la palabra biopolítica
para analizar la relación del poder con el
cuerpo viviente y al mismo tiempo con la construcción
de subjetividad. La biopolítica define el
acceso a la vida y las formas de su permanencia y
asegura que esa permanencia se desarrolle
como una situación de dominación. En las instancias
iniciales de la vida, la bipolítica designa la
situación en donde la política suprime el bios para
despojar todo lo humano de los humanos
dejándolos sólo como zoé. Según Foucault, en la
antigüedad el hombre tenía una existencia
destinada a la vida política, en cambio esa relación
se invierte en la actualidad en donde la
política tiene como objeto al mismo ser viviente5. Foucault,
abandona así el enfoque clásico del
poder jurídico institucional, para pasar a
visualizarlo como el modo específico en que el poder
penetra en el cuerpo mismo de las personas, en su
subjetividad y en sus formas de vida. En un
principio se trataba de un poder de control externo
que generó la sociedad disciplinaria. Pero
también Foucault llegó a conceptualizar el paso de una
sociedad disciplinaria a una sociedad de
control en donde los mecanismos y dispositivos de
dominación se distribuyen y difunden más
sutilmente en la sociedad logrando que cada vez más
los ciudadanos internalicen las pautas y
códigos adecuados de integración o exclusión. El poder
se entreteje con dispositivos muy fuertes
que organizan la vida y el cerebro humano a través de
las poderosas máquinas de comunicación
social, de las redes informáticas y de una amplia gama
de sistemas de control. El poder se ejerce
ahora desde adentro justo cuando muchos creen que
desarrollan una subjetividad propia y
autónoma. En otras palabras: el biopoder define las
condiciones de ingreso en la fuerza laboral,
las relaciones de “filialidad” en la familia, controla
la individuación y la heteronomía en el
proceso educativo, sistematiza su incersion en el
mercado de consumo y regula su
comportamiento a través de la ley.
La infancia es la instancia de la inauguración de la
vida y en donde la aparición del biopoder
aparece en su forma paroxística. Y aquí podemos
distinguir dos niveles. Uno es propiamente la
vida sobreviviente, la zoé de niños y niñas y
está relacionada a la materialidad del existir, a su
mera sobrevivencia. Y lo que expresa esa situación es
la infancia en situación de pobreza6.
La Pobreza y
Los Niños/as y Adolescentes
Muchos y variados son los conceptos de pobreza y sus
dimensiones asociadas. La expansión
teórica y metodológica que ha tenido el concepto es
admirable y ha contribuido tanto a la
concomitante confusión de sus usos y desarrollos
programáticos, como a su incapacidad para
inspirar una práctica trasformadora ante una realidad
que, en el caso de niños/as y adolescentes,
resulta intolerable7.
Ahora bien, esta “producción” intelectual no es “cándida”
y precisamente por ello, la mayor parte
de ella tiene como objetivo ocultar aquello que “describe”.
Es que los discursos sobre la pobreza
llevan embutidos los argumentos que derivan en
acciones o modalidades de entender el problema
que no son conducentes a su superación. Como afirmaré,
existen en la biopolítica poderosos
dispositivos ideológicos que proceden a legitimar una
situación de dominación por medio de la
ocultación de la relación social primaria que la
expresa que en este caso, es la de los ricos sobre
los pobres.
5 Foucault, M.
Historia de la Sexualidad, Vol. 1. Página 173.
6 Incluyo aquí la
indigencia o lo que otros denominan pobreza absoluta.
7 Una muy buena
sistematización, análisis y discusión entre varios autores figura en las
compilaciones
hechas por Julio Boltvinik en Comercio Exterior,
Volumen 53, Nos 5 y 6 de mayo y junio del 2003,
México. Los artículos de Peter Townsend , Amartia Sen,
Jonathan Bradsahw , David Gordon y los propios
de Bolvinik son altamente recomendables. Más
recientemente, Minujin y Delamónica (2005) han
publicado un excelente trabajo sobre pobreza y los
niños en donde se analizan los conceptos, la medición y
las políticas. También puede consultarse el libro
compilado por Julio Boltvinik y Araceli Damián sobre La
Pobreza en México y el Mundo, Siglo XXI Editores,
México, 2004.
La pobreza de propuestas sobre la pobreza consiste
principalmente en “empobrecer”
su discurso focalizando el análisis sólo sobre los
pobres ignorando la dominación de los ricos. Y
es en esa tensión dominante-dominado en donde la
situación de pobreza de la infancia debe ser
entendida y localizada como relación social.
No pretendo aquí amplificar esta discusión con
argumentos que he dado hace bastante tiempo8.
La pobreza y la riqueza no son sólo una distribución
estadística. Esa relación tiene que ver
principalmente con la igualdad, esto es con el
entendimiento de que la pobreza se da al interior de
relaciones sociales asimétricas asociadas en última
instancia a la distribución del poder
económico y a las modalidades en que este influye y/o
determina la práctica política. Para una
política por y con la infancia también el centro de la
cuestión es el poder: esto es, si este puede
ser determinado en una dirección opuesta a la opresión
que genera la pobreza y /o puede
producirse un contrapoder que emancipe las víctimas de
su opresión. La cuestión de la infancia
pobre es entonces una cuestión biopolítica mayor. No
hay políticas para la infancia “fuera” de la
política que por lo tanto no pasen por la construcción
de relaciones sociales más simétricas. En
otras palabras, todo discurso que plantee la pobreza
por fuera de relaciones sociales de dominio y
sobre todo, como una situación que requiere “soluciones”
externas a la práctica política
concebida ésta como proceso colectivo emancipador,
está asociado directa o indirectamente a
ejercicios argumentativos para justificar el statu
quo. O digámoslo sin eufemismos: analizar el
hecho “social” del ser pobre o más particularmente, la
situación niño/a adolescente pobre, no
relacionándolos a los procesos económicos de
concentración de ingresos, riqueza y poder, es
como trabajar por su reproducción.
En el caso de los niños/as y adolescentes no hay más
que una simple y transparente constatación:
la mayoría de los niños son pobres y la mayoría de los
pobres son niños. Uno de cada dos
niños/as es pobre en el mundo. Ellos/as permanecen en
el mundo de la zoé. La desigualdad de las
relaciones sociales afecta profundamente la situación
de la infancia9. El análisis de los
determinantes de la pobreza de los niños y niñas es
por demás conocido. El impacto de sus
consecuencias de todo orden están ya sobre
argumentadas y nuestra responsabilidad como
adultos es moralmente inconmensurable.
Pero siguiendo mis argumentos, la cuestión no es sólo “analítica”
sino sobretodo biopolítica pues
hablamos de poder. Afirmo entonces que la cuestión
central en la relación pobreza-infancia es el
poder puesto que niños/as y adolescentes son por
autonomacia “los que no tienen poder”. La
biopolítica de la infancia consiste en mantenerla en
la zoé como sólo sobrevivencia e inhibir o
regular el desarrollo de la ciudadanía y su acceso a
la política. Aún más, deseo enfatizar que la
biopolítica implica la regulación de la vida pues en
esta instancia de la edad temprana, es donde
se define quien accede a ella, quien no y quien
permanece en ella “reglamentando” las
condiciones de esa permanencia. Y esto es lo que
trataré a continuación.
Tanatopolítica
La biopolítica puede ser pensada como la capacidad
regulatoria del poder sobre la vida pero
también como “tanatopolítica” o sea la negación de la
vida o la política de expansión de la
muerte. La mortandad de niños, niñas y adolescentes es
la forma más “silenciada” de la
tanatopolítica moderna. Denomino entonces forma
superior de biopolítica a la que se “aplica” a
las nuevas generaciones. En este caso, la muerte
masiva y cotidiana de 30.000 niños/as y
adolescentes por día, lo que aparece completamente “naturalizado”
y nadie podría ser condenado
por esta situación.
Es por esta razón que parangonando a Agamben10, existe desde
el inicio de la vida un “Niño
Sacer” cuya muerte sagrada y ofrendada ha sido
mostrada desde la antigüedad como gratitud o
generosidad a los dioses.
8 Consúltese
Bustelo, E. (2000) Pobreza Moral: Reflexiones sobre la política social amoral y
la utopía
posible. Capitulo VI.
9Minujin, A. y
Delamonica, E. (2004). ¡Mind the Gap! Widening Child Mortality Disparities. Journal of
Human Development, Volume 4 Number 3, November.
10 Agamben habla
del Homo Sacer que “es precisamente aquél a quien cualquiera puede matar sin
cometer
homicido” (paginas 243 y 244 del Homo Sacer). Los
llamados pobres, indigentes y “desechables” entran
en esta categoría ya que su muerte no tiene casi
ninguna consecuencia jurídica. Así es la nuda vida, la vida
“desnuda”, a la que cualquiera puede anular
impunemente y al mismo tiempo, ni siquiera puede ser
“condenada” de acuerdo a los rituales establecidos
Desde el derecho romano, la vida del niño/a ha sido
definida
parodojalmente como contrapartida de un poder que
puede eliminarla. Vitae necisque potestas
designa ya en el hecho de “nacer” la potestas del
padre de dar vida o muerte al hijo varón11.
También en un principio como explica Foucault, el
soberano que convocaba a la guerra
reclamaba la vida de sus súbditos: más que la vida
exigía la muerte como el derecho de dejar de
vivir. Esta situación adquiere hoy otras formas como
veremos pero todavía persiste una forma
tanática “moderna” que consiste en la naturalización
del horror de millones de niños/as y
adolescentes que mueren todos los años (10,6 millones)
en el silencio, en una muerte
verdaderamente “silenciada” y cuya responsabilidad
sospechosamente, no puede ser atribuida a
nadie.
Entran también como forma tanatopolítica, los niños/as
y adolescentes que son reclutados para ir
a la guerra, proceso de enrolamiento que comprende su
instrucción para matar. En la última
década más de 1,6 millones de niños han muerto en
conflictos armados. Y el número de niños
que han tenido que abandonar sus hogares debido a
conflictos y violaciones de derechos humanos
llega a más de 20 millones. Los mecanismos de
inducción al odio, a la demonización del “otro” y
la dinámica de intransigencia que se desata se asocian
al extermino12. En la dimensión de la
muerte, el biopoder de los que dominan no tiene dudas:
“se educa a poblaciones enteras para que
se maten mutuamente en nombre de la necesidad que
tienen de vivir” y también Foucault
lúcidamente expresa: “si el genocidio es por cierto el
sueño de los poderes modernos, ello no se
debe a un retorno, hoy, del viejo derecho de matar; se
debe a que el poder reside y ejerce en el
nivel de la vida, de la especie, de la raza y de los
fenómenos masivos de población”13.
Es un dato más que evidente que también los niños y
las niñas son las primeras víctimas de la
guerra. Desde 1990, se estima que el 90% de las
muertes relacionadas a conflictos armados en
todo el mundo han sido civiles y un 80% de las
víctimas han sido mujeres y niños. En el
lenguaje militar esto se denomina depravadamente “colateral
damage”14. Y a lo anterior debe
añadirse, las escuelas destruidas, los hospitales
dañados, los insumos escolares y en salud básica
inutilizados, y los sistemas de agua potable sin
funcionar.
Biopolítica y
Subjetividad
El segundo dispositivo de la biopolítica está
relacionado propiamente al bíos esto es, los
dispositivos destinados a la construcción de la
subjetividad puesto que se trata de controlar la
vida desde adentro mismo del sujeto. Es la sociedad de
control de la que hablamos anteriormente.
En el caso de la infancia y la adolescencia, esta
construcción abarca tanto la visión de los adultos
sobre los niños como la propia de los niños/as y
adolescentes y su relación con los adultos y el
mundo.
Deseo hacer aquí algunas precisiones conceptuales
puesto que, en el caso de la infancia y la
adolescencia, estamos muy lejos del “fin de las
ideologías”. Muy por el contrario, las
comunicaciones distorsionadas forman parte de los
mecanismos a través de los cuales el poder
sobre niños/as y adolescentes legitima un sistema de
dominación. Jürgen Habermas ha
puntualizado que la ideología desactiva la forma
comunicativa del lenguaje para servir a los
intereses del poder. Y si las formas de comunicación
son sistemáticamente distorsionadas se
producen dos cuestiones cruciales para entender su
vigencia en la lucha política: la apariencia de
normatividad y la imparcialidad. La normatividad hace
alusión a un “deber ser” cuyo “deber” se
impone como práctica discursiva de poder. En el caso
de la infancia y la adolescencia es un
“deber” despótico al que todo “se debe”. Es un deber,
sin apelativos, a los adultos. La
imparcialidad a su vez se refiere a su supuesto
carácter “objetivo”: coincidencia “pura” y plena
con una “realidad” ante la cual sólo cabe someterse.
En esas condiciones, la distorsión
sistemática de mensajes consigue abolir incluso las
propias dimensiones a través de las cuales
puede juzgarse su “deformación” y de ese modo volverse
invulnerable a la crítica.
11 Véase Agamben,
Medios sin fin. pagina 14.
12 Recordemos que
en Rwanda en sólo 90 días fueron muertos más de 300 mil niños en 1990.
13 Foucault,
Historia de la Sexualidad. Vol 1, páginas 165 y 166
14 Muchos niños
no mueren pero sufren otros padecimientos como quedar huérfanos, tener
mutilaciones y
padecer todo tipo de complicaciones sicosociales
debido a la exposición directa a la violencia, al rapto, al
desplazamiento, el abandono y la perdida de sus seres
queridos. Según la OIT, 12 millones de personas
están bajo el régimen de trabajo “forzado” en el mundo
la mayoría de ellos niños y niñas.
La ideología que puede ser expresada en la forma de un
discurso, de una política o de un programa
alcanza así su máxima potencia al invalidar su
exterioridad. Como lo ha explicado Terry Eagleton la
ideología llega a su punto máximo de eficacia cuando
niega la posibilidad de un “afuera”15.
Pero la ideología también esta relacionada al sujeto
pues penetra en el desarrollo mismo de la
subjetividad: es una estructura que se impone sin
pasar necesariamente por la conciencia16. Es por
esto que Bourdieu piensa en el concepto de
habitus17 con lo que
designa la inculcación en
hombres y mujeres de un conjunto de disposiciones
duraderas que generan lo que domina
“inconciente cultural”. Se “naturaliza” así un orden
social por
medio de estructuras objetivas y subjetivas.
Particularmente agudas son sus observaciones de
cómo opera una ideología en términos de “campos”18. Estos son
sistemas de relaciones sociales
que funcionan respecto a un área en donde se compite
por lo mismo y que funcionan con su
propia lógica interna. En los campos y
particularmente en el de la infancia, se juega el máximo de
dominio cuando los agentes que detentan el poder se
legitiman con un discurso distorsionado que
otorga “legitimidad” a los participantes dóciles y al
mismo tiempo, consiguen dejar de ser
reconocidos como lo que son: esto es poder y
dominación.
15 Este aspecto
es de una efectividad impresionante. Por ejemplo, es altamente probable que las
críticas
como las de este trabajo serán tratadas como
impiadosas o “desalmadas” y caracterizadas como carentes de
objetividad. La crítica queda entonces “externalizada”,
los argumentos que quedan “de lado interior”
legitimados y la visión del campo que impone el
biopoder se hace aparentemente inviolable.
16 El poder
mediático que determina en la mayoría de los casos las “prioridades” políticas
de la democracia
representativa hace crecientemente imposible a su vez,
diferenciar entre tecnologías políticas y tecnologías
para la construcción de la subjetividad. Ellas son
siempre políticas.
17 Bourdieu, P.
(1997). Páginas 129 y 130.
18 Ibidem. Página
49.
RECUADRO No 1
SILLA ELÉCTRICA PARA QUE “JUEGUEN” LOS NIÑOS
En un shoping de la ciudad de Rosario en Argentina
(que puede significar “muchos lugares en
el mundo”), se instaló en un patio de juegos
infantiles una silla eléctrica para que “jueguen” los
niños. La silla era una emulación de la que se utiliza
para ejecutar a los condenados a muerte.
Se manejan microvoltages para “recrear” la horrorosa
situación previa a la instancia final que
clausura la vida.
El empresario que la instaló, declaró que era como
cualquier juego; que él “no veía” la
diferencia con otros “entretenimientos” infantiles y
que los padres traían a los hijos
“libremente” para que jueguen con este instrumento
macabro. Esta situación, tiene muchos
ángulos para reflexionar que son apropiados a los
puntos que trato en este trabajo.
La silla puede ser tomada como la metáfora tradicional
del castigo biopolítico definitivo que
aguarda a la infancia si no se siguen las normas
aceptadas. La vida sagrada puede ser dada y
puede ser quitada y el “matarás” forma parte de la ley
desde la infancia temprana.
A su vez, la silla puede ser tomada como la
simbolización del orden disciplinario del que
representa la instancia final máxima mostrada a los
niños como “juego”. El mensaje se
naturaliza pues el empresario no “ve la diferencia” ni
tampoco los padres parecen captar el
mensaje implícito de la “ley” que le espera a sus
hijos. El instrumento se ofrece al
entretenimiento con toda su “inocencia”.
Como lo ha expresado Foucault en VIGILAR Y CASTIGAR “se
trata de reincorporar las
técnicas punitivas –bien se apoderen del cuerpo en el
ritual de los suplicios, bien se dirijan al
alma- a la historia de ese cuerpo político”. Y sugería
que las prácticas penales sean
consideradas menos como una consecuencia de la teorías
jurídicas que como un capítulo de la
anatomía de la política. La silla en su carácter “inofensivo”
e “inocente” es una ilustración del
Estado de Indefensión: todos podemos defender los “derechos”
de los niños/as pero al final, la
metáfora “electrizante” nos enseña que ni la tortura,
ni el sufrimiento y la muerte podrían ser
descartados en el proyecto de una humanidad
inconclusa.
En el campo de la infancia, estas prácticas
discursivas distorsionadas y manipulatorias se han
constituido en un orden “natural” en donde los
factores de poder conocen que es en el “tiempo”
de la infancia donde se inicia el proceso constructivo
de su situación de dominio y en donde el
ocultamiento de la relación de domino se hace más
evanescente. Como afirmé, se cumple en este
campo como
quizás en ningún otro, aquel primado que establece que una relación de
dominación
para ser efectiva debe permanecer oculta.
Funciona así como una inmensa máquina de captación
incautos o de “lavar” conciencias o como
un “analgésico” de amplio espectro para aquellos que
sinceramente se comprometen y creen
hacer “el” bien.
Pero también en el campo de la infancia existen
rivalidades y luchas para obtener poder
simbólico y prestigio entre diferentes grupos,
organismos civiles, religiosos, sindicales,
organizaciones sectoriales y empresas comerciales. Lo
anterior implica que al interior del campo
como manifiesta Foucault, existe una microfísica del
poder y analizarla sería como descubrir la
anatomía del mismo. “Se trataría en él del cuerpo
político como conjunto de los elementos
materiales y las técnicas que sirven de armas, de relevos, de vías de comunicación y de puntos
de
haciendo de ellos unos objetos del saber”19.
Ampliando podemos afirmar, que el poder que se ejerce
en este campo más que ser una
propiedad o un atributo, es una estrategia de
dominación y está compuesto de tácticas,
subterfugios, tergiversaciones conceptuales, manipulaciones y de dispositivos que se
aplican no
invade, pasa por ellos y
de la infancia y la adolescencia
Hechas estas reflexiones, veamos ahora con más
detenimiento los dos enfoques que considero
hegemónicos respecto a la relación social que
involucra a niños/as y adolescentes. Digamos
desde el inicio, que ambos no son excluyentes sino
funcionalmente complementarios.
La Compasión
El primer enfoque prevaleciente respecto de los niños
es ciertamente el basado en la compasión.
Siendo seres indefensos e inocentes son moralmente no
imputables. Entonces: ¿Cómo no
movilizar los sentimientos, cómo no ayudar, cómo no
entregarse a su “causa”, cómo no
asemejarse a los niños/as? Los medios de comunicación
masiva abusan en la presentación de este
discurso mediante la promoción de situaciones de ayuda
social “meritoria” y personas
“ejemplares” con avisos y campañas publicitarias.
También se apela a temas que crean escenarios
de expectación perversa mostrando situaciones y casos
límite de abuso, trata y explotación de
niños/as y adolescentes. Esta “exageración” está
intencionalmente presentada más allá de la
situación “objetiva” de esos niños/as oprimidos puesto
que se “produce” este ambiente
mediáticamente enervante con el propósito principal de
vender espacios publicitarios.
Igualmente, esta estimulación se presume que está
directamente asociada a la sensibilización de
la población que es la base de la construcción de un
contexto “compasivo” (Ver Recuadro No.2).
Aunque se apela al niño/a pobre, lo fascinante es como
se evade el problema de la redistribución
de los ingresos y la riqueza que es la “base” de la
explicación de la infancia pobre: se plantea que
lo que les sobra a unos es exactamente lo que
necesitan otros y que por lo tanto, sería sólo
suficiente poner en contacto al donante y al
necesitado. Dar lo que “sobra” implica además
soslayar la relación de dominación en que se hallan
inmersos los niños/as pobres pretendiendo
que hay una solución que se deriva por un lado, de un
compromiso individual al que se le
atribuye la solidaridad (benefactor) y de otro lado, a
la aceptación pasiva de una “generosidad”
que anularía la dominación.
19 Foucault, M.
Vigilar y Castigar pagina 35 y siguientes.
RECUADRO No.2
(*)
EL “BUEN”
SAMARITANO
La publicidad social de las organizaciones sociales
del stablishment, del Banco Mundial y
más particularmente de las empresas con “responsabilidad”
social, usa a personas ejemplares
y a su compromiso con niños/as y adolescentes. Pero
mediante este artilugio se “invierte” la
significación de ejemplaridad y se pretende “demostrar”
un camino cuyo sentido invoca en
primer lugar, que los temas asociados a la lucha
contra la pobreza y la igualdad son un
compromiso personal y que nada tienen que ver con la emancipación de relaciones
sociales
una
“solidaridad” egoística. Y además, socialmente “no
cuesta nada”: se trata solamente de “dar
una mano”. En segundo lugar, en esta lucha nada tiene
que ver lo público-estatal sino que
implicaría simplemente un compromiso que queda
encapsulado en el ámbito privado. Y
mejor si este compromiso es “voluntario” esto es,
enraizado en las actitudes cotidianas de
todas las personas durante todos los días. ¡Así de
simple!
En tercer lugar, la “amoralidad” de la publicidad
disfraza una intención legitimatoria que
busca hacer aparecer como idénticos la “bondad” del
capital y las organizaciones sociales que
lo representan, con el compromiso respetable y sincero
de una mujer con la causa de los
niños/as y adolescentes. Este testimonio personal
podría por supuesto ser cuestionado, pero en
ningún caso banalizado.
(*) Publicidad aparecida en múltiples medios de
comunicación nacionales y provinciales.
Véase como ejemplo, Revista Noticias, Año XXI,
No.1339, 24 de agosto del 2002. Buenos
Aires. Argentina
Generosidad que coincide con gratuidad ya que,
eliminar la pobreza depende sólo de un gesto,
apenas una actitud que en el fondo “no cuesta nada”20. El supuesto “no
costo” a su vez está
pensado por un lado, como contrapartida a lo “costoso”
y corrupto de las políticas estatales y por
otro lado, al voluntariado social al que se le asocian
las características de seriedad, generosidad y
altruismo21.
Digamos que los sentimientos son imprescindibles pero
ciertamente no suficientes. Una cosa es
“con-padecer” y otra es esparcir gas lacrimógeno para
neutralizar una conducta pro-activa por
una efectiva implementación de los derechos de la
infancia. Asimismo afirmo que el
paternalismo/maternalismo reproduce una relación “protectora”
descaradamente asimétrica. El
que protege, es dueño del poder y la voluntad sobre “el
desprotegido”. Además, no es una
relación que “hace” el bien o que busca hacer el bien
en el otro sino principalmente que “me hace
bien” en el sentido de una actitud narcísica22. No provoca
creciente autonomía como fuente para
la expansión de una subjetividad responsable, origen
de ciudadanía. Y fundamentalmente, porque
el problema no es de índole particular y no se
resuelve desde un compromiso personal con un niño o un
proyecto, sino en un espacio colectivo construido como
política pública. La dependencia y la
cautividad de los niños de una relación de “padrinazgo”
los hace víctimas del despotismo de la
benevolencia.23 Y cuando con este enfoque se responde con programas
del sector público se
promueve una ciudadanía “tutelada” que termina bajo
los argumentos del amparo, en la
criminalización, opresión y represión de los niños,
niñas y adolescentes
El enfoque “compasivo” tiene además -en su evocación
de una supuesta “responsabilidad social”-
una práctica recaudatoria. En realidad se promueve la
sensibilización presentando situaciones
límite, en donde movilizar sentimientos, tiene también
como objetivo promover donaciones
(pecuniarias, en bienes o en tiempo del “donante”). Y
la donación da “prestigio”. Más perversa y
tergiversada en su fingida intencionalidad es la
organización de shows benéficos, rifas o “cenas”
recaudatorias en donde los dueños del poder además de
disfrutar y “pasar un buen momento”
recaudan dinero para los niños y niñas pobres24. La crónica
mediática es explícita en presentar
una riqueza obscena como espectáculo que “divierte
para beneficiar” a los niños. En este sentido,
el discurso no tiene ninguna pretensión de distorsión
comunicativa: los niños son un motivo más
para mostrar la riqueza y la pertenencia a los
círculos distintivos del poder.
El problema comienza cuando el niño/a entra en “conflicto
con la ley”. Allí es donde naufraga
este enfoque ya que “convierte” la compasión en feroz
represión: el poder termina impiadosamente
imponiéndose a
los que no tienen poder
20 Es
impresionante el surgimiento de redes de solidaridad, proyectos y fundaciones
solidarias y hasta los
más audaces que anuncian el advenimiento de una “revolución”
solidaria. Todas estas fundaciones tienen
en general, un sitio web en donde anuncian sus
propósitos. Son muy ilustrativas aquellas en donde “la
protección” que dan está arancelada. Por ejemplo: 1
niño U$S 30 por mes; 1 niño HIV positivo U$S35 por
mes; una familia pobre U$S40. Véase
Sponsor a Child Today!!! www.WorldVision.org. En los
aspectos “conceptuales”, se han producido
muchas publicaciones sobre la “solidaridad” algunas de
una insustancialidad supina como el libro de
Pacho O`Donnell (2001) u otras, que parecen sugerir
como Marcos Aguinis (2001), un verdadero
despropósito como creer que la “salida” de Argentina
está en el voluntariado!
21 El tema del
voluntariado como práctica social ha sido bien estudiado desde hace mucho tiempo
(recuérdense los análisis de Marcel Mauss sobre la
economía del “don”) y su fundamento “generoso” y
altruista ha sido seriamente cuestionado. Véase
Bourdieu, P. (1997), capítulo 6 dedicado a la economía de
los bienes simbólicos. Con respecto al voluntariado
católico al que también muchos cuestionan su
“entrega” y generosidad, consúltese en el mismo texto “La
Risa de los Obispos”, páginas 186 a 198, en
donde el autor se explaya sobre lo que denomina la
economía de la “ofrenda”.
22 Sugiero
consultar aquí una obra señera y pionera que describe y explica el narcisismo
en la cultura
moderna: Lasch, Christofer (1999). Este autor sugiere
que participar en una ONG donando tiempo libre
para “purificar” la conciencia y sentirse “bien”, es
equivalente para muchos a concurrir a un gimnasio para
mantener el cuerpo sano y bello. Allí después del
esfuerzo, uno también se siente “bien”.
23 Por añadidura,
hay frecuentes ejemplos de abuso flagrante de niños/as y adolescentes por parte
de sus
“benévolos” protectores.
24 Hay una “rentabilidad”
de estos eventos que tienen como una escala en donde casi siempre tiene
primacía la “dis-capacidad pues es lo más convocante y
en principio menos sospechoso. Aunque el
marketing de estos espectáculos puede “convertir” en
importante cualquier banalidad.
El despotismo se hace explícito pues el “niño-amenaza”
debe ser sometido y a estos efectos,
considerado “adulto”. En el momento de la “internación”, que coincide con la abolición efectiva de
la
subjetividad que ahora se considera “autónoma y
plenamente responsable”. La relación se
“invierte”: de “protegido” se pasa a ser responsable y los “protectores” se convierten así
en la
La soberanía de esta relación de dominio termina
finalmente expresándose en el poder de policía.
No sólo en la institución policial, sino también en los mecanismos de control y de poder
que
adolescentes
De este modo, puede
paulatino
deslizamiento
proclama sin eufemismos
La “Inversión”
El segundo enfoque prevaleciente es el de la infancia
y la adolescencia como inversión
económica que produce una determinada rentabilidad. Se
trata de una colonización conceptual
del lenguaje expansivo de la economía profusamente
propagada por los Bancos Internacionales.
Esta es la versión utilitarista e individualista más pérfida:
es conveniente en términos económicos
“invertir en capital “humano” una paradoja para la más
inhumana de todas las lógicas opresivas:
la lógica del capital que ahora se hace “humana”.
Educar a un niño me conviene y nos conviene
aunque no sabemos si a ellos “les conviene” puesto que
no conocemos de qué “educación” se
trata. Y esta conveniencia, es una conveniencia
económica que en términos monetarios se mide
como “tasa de retorno”. Con este argumento, que
implica la introducción de la razón utilitaria por
sobre los derechos, se pretende convencer al poder
(los bancos codiciosos, los empresarios
corruptos y los gobernantes ineptos) que los niños son
buenos para la lógica de la ganancia. Así
tenemos hoy los bancos y las grandes corporaciones “trabajando”
y haciendo promociónes por
los niños. Mercantilización de la infancia es así
negocio para las ahora “buenas” empresas y los
bancos que mejoran así su “imagen” institucional25.
Igualmente, la lógica de la ganancia argumenta que la
inversión en educación determina a
mediano plazo determina el crecimiento económico y que
éste derrama generosamente y
equitativamente sus beneficios. Y si esto no alcanza a
los niños/as para ello existen “redes de
seguridad” o “redes de contención” o “solidaridad
privatizada” un eufemismo para calificar el
camino de la no inclusión. O el voluntariado como una
modalidad para expresar
inescrupulosamente el carácter gratuito de los
servicios de bienestar infantil.
De nuevo, el problema “realmente” aparece cuando los
niños/as y adolescentes se salen del
“guión” y entonces el enfoque los convierte
rápidamente en “costos”; son costos ahora sí en
seguridad que la sociedad tiene que pagar. Sólo cuando
el niño/a se hace “delincuente” se
convierte en un problema o preocupación pública. Los
temas inversión y seguridad están
íntimamente conectados en la lógica de esta
argumentación ya que, la “supuesta” inversión
significaría en realidad el pago por la seguridad de
no ser agredidos por los niños y adolescentes
en un próximo futuro.
En otras palabras: la versión “soft” de este enfoque
afirma que la inversión en la infancia se
conecta con la posibilidad de crecimiento vía el
aumento de la productividad que se desprende de
mayores niveles de educación. Este sería además el
único camino admitido de la inclusión y la
movilidad social. En la versión “hard”,
sorpresivamente “la inversión se invierte” presentando la
infancia desde el miedo o la amenaza potencial ya que,
si no se “invierte” en la infancia, ellos
terminarán en una situación de “incontención” o
desborde lo que será un atentado a mediano
plazo a la propia seguridad individual.
25 Los Bancos
internacionales y los Fondos de Inversión también utilizan frecuentemente la
imagen de
niños y niñas incentivando a los padres a efectuar “ahorros”
en el presente para poder darles a “sus” hijos
un futuro mejor. En ese contexto, colocan al niño “dentro
de la familia” y ocultan en ese apelativo sus
verdaderas “ganancias”. El Banco Mundial utiliza en su
publicidad programas de inmunización para niños
o programas alimentarios en donde uno puede llegar a
creer que es un verdadero “titán” en la lucha contra
la pobreza y la defensa de los débiles. Lo que no se
aclara es que, esos programas o se financian como
créditos que los países devuelven con intereses más la
correspondiente tasa de “riesgo país” o, son
“premios” concesionales por haber realizado programas
de ajuste económico aceptando con obediencia las
“condicionalidades” que el Banco Mundial y el FMI
imponen y que generalmente implican restricciones
fiscales y monetarias con impactos socialmente
regresivos.
Además, no “invertir” ahora significa incurrir a
mediano
sociedad. En
ambos casos, la conclusión es predecible: los
en la ferocidad de la
represión de sus derechos.
Antecedentes de esta actitud pueden ser encontradas en
el movimiento “salvadores del niño” en
USA en el Siglo XIX descriptas en el excelente y
pionero trabajo de Anthony Platt. El término
“salvadores del niño” se ha utilizado para denominar a
un grupo de “reformadores sociales
desinteresados que veían su causa como caso de
conciencia y moral y no favorecían a ninguna
clase ni ningún interés político particular”. Se
definían como altruistas y humanitarios y “su
interés en la pureza, la salvación, la inocencia,
la corrupción y la protección reflejaba una fe
firme en la rectitud de su misión”26. Sin embargo,
ellos fueron los precursores de la asociación
del niño con la criminalidad y de tratarlos como un
grupo social diferente y peligroso y en su
actuar, siempre terminaron imponiendo “sus
concepciones de clase y elitistas”. El mencionado
estudio concluye que dicho movimiento nunca fue una empresa humanitaria para ayudar
a los
que se trataba de
contribuyeron a crear nuevas formas de
defender sus privilegios27. Los “salvadores del niño”fueron los que terminaron
inventando la delincuencia.
Pero lo que es realmente una paradoja entre tantas en
este campo es que, la distorsión
comunicativa pretende hacer “actuar” a los detentores
del poder y el stablishment económico (los
bancos; las grandes empresas; las compañías
multimedios; etc) en favor de la infancia bajo la
idea de “responsabilidad social”. Todos tienen que
hacer algo y forma parte de los “nuevos”
enfoques del management que estimulan la vida ejemplar
de los CEOs (Chief Executive Officer)
a dedicar tiempo, esfuerzo y contribuciones económicas para ayudar a la infancia.
El capital y su
como “responsable” lo que
que es pagar impuestos y cumplir con
acompañamiento de
una política pública. Aparece como
rapacidad insaciable y al
presentarse como “generoso” encubre las
objetivas en donde basa su poder
opresivo (ver Recuadro No.3).
La Infancia y
los Derechos
Considero ahora la principal fuente legitimadora de la
protección de la infancia que es la
Convención Internacional de los Derechos del Niño
(CIDN). Este es el instrumento político y
jurídico más importante que supuestamente regula el
campo de la infancia y la adolescencia. Ha
sido llamado “la primera” ley de la Humanidad ya que
es el tratado internacional que más
ratificaciones ha tenido a lo largo de la historia28. Su relevancia
pedagógica ha sido y es
fundamental como lo explica Gómes da Costa29. Su
importancia política, jurídica y programática
es incuestionable. Sus debilidades también.
26 Platt, A.
(2001). Página 31.
27 Como ejemplo,
Platt comenta la lucha por la abolición del trabajo infantil entre los
industriales de clase
alta de Nueva York, que era vista como un medio para
excluir a los comerciantes marginales y los
trabajadores a domicilio, aumentando así la
consolidación del poderío de sus negocios. Página 22.
28 Esta expresión
fue formulada por el Sr. James P. Grant entonces Secretario Ejecutivo de
UNICEF. El Sr.
Grant fue un luchador ejemplar y militante comprometido
con la causa de los niños/as y adolescentes en el
mundo y el principal artífice político del Convención.
29 Ver Gomes da Costa,
A.C.(1998).
Recuadro No.3
“YUPPISMO
SOCIAL” o CIUDADANÍA
Una nueva forma de legitimación del capitalismo
pareciera que pasa por mostrar la emergencia de
un moderno empresariado preocupado con los temas
sociales. Esa “preocupación” mostraría un
compromiso real con la sociedad y sus problemas.
Aunque continúan haciendo la clásica filantropía, los
empresarios contratan ahora profesionales y
“arman” equipos que estudian y proponen soluciones
concretas para los problemas sociales desde
un punto de vista “objetivo”. Aparecen así jóvenes
profesionales, preferentemente de apariencia
atlético-deportiva, y empresarios innovativos ahora
también “voluntarios” de acciones sociales.
Modernos ejecutivos especializados (CEOs) en “gerencia
social” y preparados para transformar un
aparato público anquilosado y carente de transparencia
con las novedosas técnicas “eficientes” de la
gestión privada.
Pero nada de lo anterior esta exento de la intención
expresa de construcción de poder y de dominio,
sea comercial o político. Así no se puede ignorar la
creciente aparición de “empresarios”
(eufemismo para decir “hombres/mujeres de negocios,
muchos de ellos sin empresas) que se hacen
ahora “visibles” en la política, ni mucho menos,
operativos de “social marketing” para hacer un
verdadero “lifting” de las empresas presentándolas
ahora con un “rostro” bueno y socialmente
comprometido. En este contexto, es significativo
recordar que paradojalmente, fue un empresario
quien primero estudió y midió la pobreza. Su nombre
fue Charles Booth y perteneció a la tercera
generación de una familia de exportadores de
Liverpool. Fundó la compañía naviera The Booth
Steamship Company con la que fue tremendamente
exitoso.
Simultáneamente a su actividad empresaria, Booth
emprendió un estudio en donde por primera vez
se midió la pobreza y que concluyó en un libro
publicado en 1902: La Vida y el Trabajo de la
Gente de la Ciudad de Londres que comprendió 17 volúmenes. Se le atribuye haber
inventado el
concepto “línea de pobreza” metáfora que tomó
observando los barcos de su firma: la línea que
marcaba en el casco de la nave, el nivel de sumersión
de la misma. Pero Booth pensaba que la
pobreza no era sólo la cuestión de su medición y
estudio.
Su compromiso social no era algo qué practicaba “afuera” de su empresa sino que
comenzaba con la
Booth estableció un plan de
compartir las ganancias de la compañía y
especialmente en los períodos de recesión para
pagaban una
alta tasa de interés y se acreditaban cuando el
Booth se adelantó por varios
años en la idea de que la ética empresarial era
una responsabilidad social y pública.
Tampoco su compromiso social era una cuestión
meramente empresaria sino también, una ética
personal. Así Booth calculó que le hacia falta para
vivir - tanto a él como a su familia- 1000 libras
por mes en tanto que ganaba 2000. Analizó que gastaba
en alimentación 150 libras pero como creía
que los trabajadores estaban mal pagos por lo menos en
un 50%, consideraba que tenía que
“devolver” de algún modo 75 libras. Igualmente,
examinando otros rubros de su consumo familiar
encontró un “excedente de explotación” equivalente a
500 libras que entregaba a los que
necesitaban, simplemente “para que la humanidad
volviese a ser lo que tenía que ser”.
El estudio que realizó sobre la pobreza y del cual él
mismo escribió 8 volúmenes, demoró 17 años
pero no por ello abandonó sus actividades
empresariales: escribía a la noche, en los fines de semana,
durante sus viajes a Europa continental y USA. Tampoco
pagaba a otros para que levantasen los
datos de su estudio. Aunque tenía ayudantes, él mismo
convivía en la casa de las familias pobres
estudiando su vida y sus hábitos. Llegaba a pasar
semanas completas viviendo en los barrios más
pobres de la ciudad de Londres. Presentando los
resultados de su trabajo cuantitativo y cualitativo
en la Real Academia Estadística de Londres afirmó que “en la vivencia con los pobres....y no en
la
Booth no organizó ninguna Fundación para su empresa,
ni financió museos artísticos para que los
visiten los ricos, ni aceptó subsidios públicos, ni
pidió exenciones impositivas por las actividades
que realizaba. Fue un simple practicante del concepto de “empresa ciudadana” que implicaba
tanto
empresa
mucho
poder
La CIDN corresponde a un momento del desarrollo de la
categoría infancia en donde su objetivo
es constituir al “niño” como “sujeto de derechos”:
derechos que serían emulables a los de los
adultos. Ahora este proceso no es tan simple y puede
ser visualizado desde ángulos muy
diferentes
Así por un lado, hay una “visión” que promueve un
concepto de infancia en donde ésta se
aproxima a la idea de una completa autonomía
despojándose de la heteronomía que la
“domestica” a través de la familia o la “socializa”
mediante la escuela. El niño/a de acuerdo a su
edad, adquiere progresivamente derechos y en la medida
que accede a su subjetividad, conquista
su plena autonomía. El punto final de ese viaje sería
un mundo en el cual el niño es visto como
un continuo y no introduce ninguna fractura
generacional: la niñez es un tiempo de preparación
para la adultez para repetir “la adultez” de los
adultos.
Por otro lado y en una visión opuesta, el niño es
visualizado también como un ser en evolución
pero esa evolución culminaría en un proceso autónomo
que se define por su diferencia y
oposición al mundo de los adultos y más
particularmente, su emancipación esto es, la
construcción de su subjetividad, consistiría en superar el mundo adulto de manera que
se trata de
El primer camino, describe tal vez una posibilidad
idealizada pero bien próxima a la imagen de la
infancia neoliberal que cuenta la historia de niños y
niñas que se encaminan con certeza hacia un
destino marcado por el consumo y la competencia en donde se asegura el triunfo de los
“más
No existe la
que implica
igualdad de
En la segunda visión en cambio, se sigue sosteniendo una subjetividad individual desde que no
se
ingreso a la sociedad: se trata de un niño/a esta vez
distinto del adulto pero su evolución hacia la
adultez termina en una especie de “alternativismo
individualista”. Se plantea una fractura sólo
intergeneracional y en consecuencia, se produce una
individualidad “sin sociedad”.
Ahora bien, en medio de las dos versiones descriptas,
corre una tercera visión, en donde
autonomía y heteronomía son definidos como dimensiones constitutivas en tensión
continua. Pero en este proceso, los elementos heterónomos que hacen parte al niño/a y
al adolescente de una
entre la generación adulta y la
el proceso emancipatorio ya que ambas,
en el
caso de la pobreza, quedan del lado de las
entre el
adulto y la infancia, la principal
categorías se corresponden en una relación social
Prosiguiendo con esta reflexión deseo introducir ahora
una definición que considero crucial:
todos los derechos de los niños/as y adolescentes son derechos “sociales” en el sentido
de que su
su conjunto
derechos civiles
Pero los derechos
el sentido que
derechos que una
parte de un proceso
adolescencia se corresponden con
Lo anterior tiene una significación sustantiva en el
ámbito de una tensión estructural en el
desarrollo de la infancia; esto es el eje
autonomía-heteronomía. Como afirmé, el niño/a en su
desarrollo no parte de una subjetividad
pre-constituida pero evoluciona en búsqueda de su
autonomía y en lo que los sicólogos denominan “identidad”.
La visión liberal considera que es en
el período de la infancia y la adolescencia donde se
van constituyendo los derechos como parte
de la construcción del individuo y que, estos derechos
serán “individuales” llegados a su fase
“adulta”. En este sentido no hay derechos “sociales”
atribuibles a la infancia y la adolescencia.
Por otro lado, sostengo que los derechos de la
infancia deben ser garantizados por toda la
sociedad y por lo tanto, son derechos heterónomos esto
es, derechos transindividuales que
relacionan una autonomía en desarrollo pero que está
relacionada con un ser parte de una
sociedad, de su historia y de sus dilemas en la
representación de su futuro. Y deliberar sobre el
futuro de una sociedad es nada menos que discutir la
infancia y la adolescencia hoy. Entonces,
como no son derechos individuales, los derechos de
niños/as y adolescentes son los derechos de
“ellos”, de aquellos que están más allá de mí, de
aquellos que me sobrevivirán. Por eso son
derechos que van más allá de la “otredad” o sea, de
una “otredad” que se niega a volver sobre el
“yo” retrotrayéndose a lo mismo. Son “otros” mas allá
del nos-otros. Los derechos de la infancia
y la adolescencia corresponden en realidad a la “eleidad”,
a ellos y por lo tanto, son pura
negación de nuestra “mismidad”, pura generosidad sin
esperar reciprocidad. Son derechos fuera
del “cálculo” sobre todo del cálculo utilitarista de
lo que me conviene30.
Hechas estas consideraciones cruciales cuyas
implicancias son decisivas en cómo analizo la
CIDN, deseo recordar algunos puntos decisivos en su
desarrollo para contextualizar y calibrar su
importancia y luego, tratar la cuestión no menor de su
status jurídico31. Es importante aquí
levantar al menos cuatro puntos que son
imprescindibles recordar.
En primer lugar, habría que hacer un análisis de las “reservas”
que los países hicieron a la
Convención32 en el momento de su ratificación pues nos
encontraríamos seguramente con
sugerentes sorpresas. La Convención ciertamente está
desde su génesis siendo negada en
importantes cuestiones relacionadas a la vida misma y
en esto también opera la biopolítica de los
niños. No sabemos pues con precisión cuánto de su
corpus sustantivo está “universalmente”
vigente33.
Recordemos a su vez en segundo lugar, la discusión que
se planteó respecto al “interés superior
del niño” cuando se discutió la CIDN34. Es importante
aclarar desde el inicio, que la CIDN en su
artículo 3 inciso 1 habla del “mejor interés del niño”
(the best interest of the child) y no del
interés “superior” del niño35. En su versión
original, la propuesta consistía en el interés “superior”
del niño (the paramount interest) pero varios países
se opusieron y la versión final estableció
definitivamente “el mejor” interés del niño. Cambio
fenomenal que introdujo un relativismo
insuperable que trasunta un espíritu paternalista
pues: ¿quién define ahora qué es lo “mejor” para
los niños? ¿Son los padres? ¿Es el Estado? ¿Son los
códigos sociales que se han desarrollado
históricamente y conforman un hábito socialmente
establecido? Se dejó una verdadera y
lamentable aporía.
Es también importante aclarar siguiendo a Alston y
Gilmour-Walsh36, que según el art.3 de la
CIDN, al interés superior del niño se le debe dar “una”
consideración primordial y no “la”
consideración primordial lo que indica que el
denominado interés superior es una entre otras
tantas consideraciones que deben tenerse en cuenta en
la toma de decisiones relacionadas a los
niños. Si bien el Comité de los Derechos del Niño ha
declarado que el principio del interés
superior del niño es “el principio rector-guía” de
toda la CIDN ello no pasa de ser una afirmación
entusiasta que contrasta con las reservas y
aclaraciones que la jurisprudencia ha establecido en
diferentes países. Más confusión añade el artículo 21
que establece que hay que darle a este
principio “la” consideración “primordial” en los
sistemas de adopción. Importante, principal,
primordial son términos que están referidos a
situaciones en donde debe definirse explícitamente
el contexto de su aplicación. Hay por lo tanto, un
amplio ámbito de interpretación y ello está lejos
de ser una elucidación definitiva.
Otra dimensión importantísima de este artículo es la
relacionada a lo que se define como
“medidas” concernientes a los niños y si estas “medidas”
alcanzan las omisiones. Está claro que
en los redactores, este tema no tuvo la debida
consideración. Pero este es un punto central no sólo
para la CIDN sino para todo el enfoque sobre derechos
humanos. La doctrina convencional
establece que las personas son responsables de los
daños causados por los actos que
efectivamente realizaron pero no por los daños
causados por omisiones. Así planteado, este
enfoque implicaría una responsabilidad humana muy
restringida puesto que tratamos de
cuestiones muy cruciales relacionadas a la vida y la
muerte, la nutrición, la salud, la educación,
etc. Hay omisiones ante hechos “previsibles” como los relacionados a la infancia y la
adolescencia y también hay omisiones “intencionales”.
30 Consúltense
los textos de Emmanuel Lévinas incluídos en las Referencias Bibliografícas.
31 Es apropiado
recordar aquí y tener presente desde el inicio, lo afirmado por Bobbio (citado
por Baratta,
pag. 47) en el sentido de que los derechos de los
niños están sujetos a una triple condicionalidad: 1) en
forma indirecta, en el derecho de familia resultan
automáticamente subordinados al derecho de los padres;
2)en forma condicional, cuando hay recursos económicos
que deben ser puestos y no lo son inviabilizando
el cumplimiento de los derechos; 3)la no existencia de
derechos que sólo son reservados para los adultos.
32 Esta idea la
tomo de Emilio García Méndez con quien he tenido la oportunidad de discutir
ésta y otras
tantas cuestiones relacionadas a la filosofía del
derecho y particularmente de los derechos humanos.
33 Pensemos
simplemente en la definición de cuándo comienza la vida, punto fundamental
sobre el que no
existió ni existe consenso. Otra cuestión no menor es
la edad de los niños para ir a la guerra.
34 Consúltese
aquí el clásico análisis de Philip Alston y Bridget Gilmour-Walsh.
35 No se trata de
“error” de traducción. Las ONGs comprometidas con los derechos de la infancia y
la
adolescencia y bien intencionadas, han en cierta
medida “impuesto” en sus valerosas luchas el concepto de
“interés superior” pero lo que realmente corresponde es
“el mejor interés del niño”.
36 Alston P. y
Gilmour-Walsh, B. (2002). Páginas 20 a
25.
Por esta razón la distinción moral entre
dado lugar al nacimiento del concepto de
prevenibles tanto a nivel individual como
Y por último siguiendo nuestro análisis anterior del
biopoder: este artículo de la CIDN que define
el interés “superior” del niño y que habla de los “niños”
en plural, podría haber significado el
reconocimiento político del comienzo de una
transferencia de poder a las nuevas generaciones
mientras que en el caso del “mejor interés del niño”,
son los adultos en general los que deciden y
definen “lo mejor” y lo hacen por supuesto, desde el
poder.
En tercer lugar, está la cuestión de los derechos
económicos y sociales. La CIDN reconoce en
varios artículos (especialmente en su artículo 4) los
derechos sociales aunque en relación a su
financiamiento establece que los Estados miembros
deben cumplir con el “máximo de recursos
posibles”. Aclaremos que los derechos económicos son
como derechos “habilitantes” del resto de
los derechos sociales: si no hay financiamiento, no
hay derecho que pueda hacerse plenamente
efectivo. En el contexto de la lucha Este-Oeste, en
este punto hubo un fuerte enfrentamiento
cuando se discutió la Convención: por un lado, los por
entonces países que constituían la URSS
que levantaban los argumentos dando primacía a los
derechos sociales y por otro lado, la
oposición de EEUU, que esgrimía la idea de que los
derechos sociales no existen pues no hay
nada que en principio pudiese ser demandable que no
sea atribuible a un individuo. La fórmula
finalmente adoptada “hasta el máximo” de los recursos
disponibles no implica entonces un
financiamiento obligatorio para los Estados Partes,
para hacer los derechos sociales efectivos,
particularmente en las épocas de recesión y crisis
económicas en donde los más perjudicados
resultan ser los niños/as y adolescentes. Algunos
economistas con realismo cruel, afirman que
estos “derechos” son sólo “conditional oportunities” 38 o sea, son
sólo una posibilidad
condicionada a la evolución de la economía y la “sacralidad”
de las cuentas fiscales cuyo
equilibrio por supuesto, está más allá de todo
sacrificio impuesto a la infancia y la adolescencia.
Y generalmente como no cabe duda suponer lo contrario,
en un contexto de pugna sobre recursos
escasos, no vale casi nunca aquello de “los niños
primero”39.
En cuarto lugar, está el punto de la adaptación de la
legislación interna de cada uno de los países
a los principios establecidos en la CIDN. Aquí la
adaptación de la CIDN ha sido verdaderamente
“invertida” en el sentido de que la mayoría de los
países y particularmente los que tienen una
estructura político institucional federal la han
verdaderamente “adaptado” a su legislación interna
y no a la inversa como era lo originalmente propuesto.
Lo que no ha podido ser adaptado a las
condiciones de los que tienen el poder, finalmente no
se ha “adaptado” o solamente se ha
incluido lo que se considera “inofensivo” esto es, lo
que no tiene consecuencias efectivas. La
institucionalidad judicial a su vez ha salido, salvo
algunas excepciones, fortalecida como órgano
37 Es por esta
razón que hay muchas declaraciones relacionadas al cumplimiento de los derechos
que son
fácilmente firmadas por las más altas autoridades pero
que no son cumplidas puesto que las omisiones
entre otras causas, no son tenidas seriamente en
cuenta. Como ejemplo, véase la Declaración de San José
de la VI Conferencia Iberoamericana de Ministras,
Ministros y Altos Responsables de la Niñez y la
Adolescencia (18 a 19 de octubre del 2004) en cuyos
considerandos se utilizan verbos como los siguientes:
reiteramos, reafirmamos, reconocemos, resaltamos,
reconocemos, preocupados, alarmados, concientes de
la necesidad, etc. Verbos que hacen alusión y reclaman
compromisos anteriores previamente asumidos que
ni los signatarios firmantes en su momento cumplieron.
Aquí vuelve lo del Niño/a Sacer: ¿quien se hace
responsable de sus muertes? ¿Quién se compromete como
obligación moral a responder por sus
necesidades humanas más apremiantes?
38 Consúltese,
Barbalet, J.M. (1988). Debo aquí hacer una importantísima excepción con
respecto al
Premio Novel de Economía Amartya Sen. Este economista
ha realizado investigaciones pioneras
demostrando las serias limitaciones que tiene teoría
económica ortodoxa para analizar las libertades
fundamentales y los derechos humanos y ha realizado
sustantivas contribuciones en el análisis de las
relaciones entre ética y economía. Sen ha defendido la
idea de que el proceso de globalización, incluyendo
sus dimensiones económicas, debe estar sujeto a
consideraciones morales lo que implica tomar en
consideración los principios éticos y legales que
emergen de la idea de derechos humanos. Además, Sen ha
sido siempre muy sensible a las necesidades de la
Infancia y la Adolescencia y ha propuesto al Índice de
Mortalidad Infantil como el indicador más relevante
para evaluar el desarrollo económico de un país. Es
muy aconsejable en este punto, consultar el excelente
trabajo de Vizard, P. (2005).
39 “No hay nada
más nauseabundo que la procacidad con que los que han hecho del dinero la única
razón
de vivir agitan regularmente el fantasma de la crisis
económica, y los ricos se revisten de austeridad para
advertir a los pobres que van ser necesarios
sacrificios para todos”. (Agamben, 2001, página 110).
protector de statu quo legal que criminaliza a los
niños/as y adolescentes40. Quiero traer como
ejemplo el tema de bajar la edad de la imputabilidad
de los “menores” que ha suscitado
importantes y significativas discusiones en casi todos
los países. Como lo afirmé anteriormente la
vinculación infancia-adolescencia-seguridad de los
adultos ha tenido primacía en lo que
constituye otra prueba contundente de cómo opera el
biopoder con respecto a la represión de las
nuevas generaciones. La imagen del “niño delincuente”
generalmente y dolorosamente prima
sobre la del “niño/a futuro” o niño/a esperanza”41.
Las cuatro observaciones que hice me llevan a plantear
en este campo el “estado de excepción”
una de las categorías más profundas y originales
formulada por Giorgio Agamben en donde
analiza “la ambigüedad constitutiva del orden jurídico
por el cual este parece estar siempre al
mismo tiempo afuera y adentro de sí mismo, a la vez
vida y norma, hecho y derecho”42. Y esta
ambigüedad deja una zona vacía entre el derecho y la
vida introduciendo en el caso del derecho
positivo referido a la infancia, la posibilidad de la
crueldad respecto a niños, niñas y adolescentes.
En el estado de excepción, el orden jurídico aparece
vinculado a la guerra civil, a la insurrección
y la resistencia. Serviría tanto para proteger como
para anular la vida o para justificar tanto una
democracia como un totalitarismo, lo que es su forma
más frecuente. Igualmente, la oposición
“dentro y fuera” del derecho que está implícita en las
teorías del estado de excepción invalida lo
que precisamente pretende explicar. En otras palabras,
“si lo propio del estado de excepción es
una suspensión (total o parcial) del ordenamiento
jurídico: ¿cómo puede tal suspensión estar
comprendida en el orden legal?”43.
Pero dejando de lado esa “vaguedad” más que sospechosa
y que en muchos casos históricos
sirvió para justificar los totalitarismos, es
importante destacar la relación entre el estado de
excepción y la necesidad. Como bien recuerda Agamben,
históricamente existe una tradición que
afirma que “la necesidad no tiene ley” lo cual puede
significar cosas tan opuestas como que “la
necesidad no reconoce ley alguna” o que “la necesidad
crea su propia ley”44. En este caso, se crea
una situación de anomia de significados que en
relación a la CIDN daría tanto para justificar por
ejemplo, las demandas sociales emergentes respecto a
la infancia y la adolescencia como
también, su supresión vía una “necesidad” de
equilibrio fiscal.
La situación planteada nos lleva a afirmar que el
refugio de las necesidades de la infancia y la
adolescencia vía el orden jurídico son muy frágiles y
están lejos de ser claras. En otras palabras:
los derechos se reconocen en su condición de
existencia pero se desconocen en su condición de
ejercicio. Para colmo, un análisis del biopoder diría
a este respecto que hay una potente
polarización entre las fuerzas que se oponen a la ley
y otras que la apoyan lo que coloca el orden
jurídico en una situación de casi perpetua tensión y
ambigüedad. Esto puede instalar al derecho
peligrosamente en una no relación con la vida o a su
inverso que es lo más frecuente: la vida sin
protección del derecho. Y esto es precisamente lo que
frecuentemente sucede con la CIDN:
tironeada desde su ambigüedad, entra y a la vez no
entra en el orden jurídico nacional; puede
proteger o condenar con la máxima severidad. Ahora lo
que sí debe quedar claro para una
infancia y adolescencia que no pueden autorepresentarse,
es lo que Agamben citando a Benjamín
dice: “la tradición de los oprimidos nos enseña que el
estado de excepción en el cual vivimos es
la regla”. Ahora si el estado de excepción es la regla aboliendo así la aplicación de la ley, ello
borra dramáticamente la distinción entre violencia y
derecho, entre ley y verdugo y por ende, la
policía también se mueve en estado de excepción. Si
esto fuese así, niños/as y adolescentes cuya
constitución como categoría social reclama casualmente
una consideración “especial” de la ley
como lo establece la CIDN, ese estatus “especial” es
un “estado de excepción” lo que en verdad
los deja “fuera” de la ley y esto constituye un
argumento contundente sobre su estado de
indefensión.
40 Traigo de nuevo
a colación los ejemplos dados en el trabajo de Platt en este caso, en
referencia a los
tribunales de menores en los que concluye que “ es
imposible concebir el sistema de tribunales para
menores como un organismo de rehabilitación y
de igualdad social en una sociedad donde la mayoría de
los jóvenes de la clase obrera y las minorías son
encarrilados hasta puestos de trabajo de salario bajo o
callejones sin salida, donde el racismo y el sexismo
institucionales segmentan sistemáticamente a la gente
en relaciones sociales antagónicas, y donde el sistema
justicia penal se utiliza descaradamente para socavar
y reprimir los movimientos sociales progresistas”.
Página 200.
41 Emilio García
Mendez llama al sistema de “justicia” de menores argentino como la gestión de
una
“crueldad bondadosa” al presentar las sentencias de
primera instancia condenado a cadena perpetua a
personas menores de 18 años de edad (10 sentencias y
12 personas condenadas). Estas sentencias invocan
que la Argentina “cumple” los principios establecidos
en el artículo 37 párrafo a) de la CIDN incorporada a
la Constitución Argentina en el artículo 22, en la
medida que permite la excarcelación o en otras palabras
acceder a la libertad condicional definida en el artículo
13 del Código Penal. Un verdadero artilugio
jurídico inmoral. Ver García Mendez, E. (2003)
42 Véase Agamben
G. Estado de Excepción, pagina 14
43 Agamben G.
Estado de Excepción., pagina 56
44 Agambem,G. Estado de Excepción, página 60.
Concuerdo por último con la situación de esquizofrenia
jurídica que se produce por la vigencia de
dos leyes: la CIDN incorporada a la Constitución y la
vigencia de la vieja legislación basada en
la situación irregular45. Aquí nuevamente aparece el
estado de excepción como una estructura de
ambigüedades respecto a la infancia y la adolescencia
en el sentido de que la norma jurídica
incluye y a la vez excluye. Coincido pese a todas las
objeciones realizadas que la CIDN implica
la posibilidad concreta de terminar con toda una
cultura de la discrecionalidad de los padres, los
funcionarios, el poder judicial y las ONGS (aunque
lamentablemente la Convención no dice
nada respecto del principal responsable que es el
sector privado). Es claro que la pretensión de
reducir los ámbitos de discrecionalidad de padres,
maestros, funcionarios, ONGs y empresas es
ampliar los ámbitos de la democracia aunque esto, por
importante que sea no descarta las
dificultades de su implementación. En este sentido,
coincido con García Méndez en que hay una
fuerte correlación entre profundización de la
democracia y reducción de la discrecionalidad pero
debe esclarecerse, que la discrecionalidad – como
estado de excepción- históricamente ha
demostrado que nunca funcionó para proteger a los
grupos en los cuales se justificaba su
intervención pues así funciona el biopoder “soberano”
tout court46.
Infancia y Derechos Humanos
Complementariamente al punto anterior, no puedo dejar
de referirme ahora a un enfoque reciente
que coloca los derechos del niño/a y adolescente como
punto prioritario en la agenda por el
cumplimiento de los derechos humanos. Más
precisamente, en el contexto de los derechos
económicos y sociales, se supone que la infancia debe
ser un punto central en la lucha contra la
pobreza y que por lo tanto, una estrategia que intente
superar la misma debe comenzar por hacer
efectivos los derechos de los niños y niñas. Los
derechos humanos serían como un código moral
que debería cumplirse primeramente con las jóvenes
generaciones.
Puede observarse correlativamente que en las más
recientes luchas por las identidades y el
reconocimiento de las diferencias, hay un creciente
proceso de “humanización” de los derechos
particulares: todos los grupos sociales entre ellos,
las mujeres, los indígenas, las personas con
capacidades diferentes, los “sin tierra”, los “sin
techo”, etc. en la lucha por hacer “visibles sus
derechos”, intentan su “humanización” como derechos
para, primero priorizarlos, segundo
asegurar su inapelable cumplimiento y tercero
universalizarlos. En ese contexto, niños/as y
adolescentes deben también luchar para asegurarse “un
lugar” en una agenda de derechos
humanos paulatinamente tensionada y muy dinámica en lo
que se refiere a los distintos contextos
históricos desde donde una conflictividad social
creciente los invoca. Habermas critica con razón
esas diferencias en la lucha por los derechos que son
exasperadas al límite y llama la atención
sobre los grupos sociales que proceden “como monadas
aisladas, que actúan interesadamente,
que no hacen sino lanzar sus derechos subjetivos como
armas los unos contra los otros”47. Aquí
la infancia y la adolescencia corren con desventaja
dada la imposibilidad de su auto
representación como veremos más adelante.
Paralelamente, en el escenario internacional surgen
sobre todo a partir de los años 70 los
derechos humanos como una posibilidad de ordenamiento
de un mundo globalizado en donde se
piensa que deben existir algunos valores morales
universales que sirvan como principios guías de
la conducta humana sea individual o colectiva y cuyo
cumplimiento integral no pueda ser
cuestionado. Los derechos humanos serían como un
meta-derecho inapelable correspondiente a
una moral “perfeccionista” pero esto está muy lejos de
ser viable dada la naturaleza socialmente
divergente de la cultura moderna.
45 Ver Garcia
Mendez, E. (1998). Página 10.
46 Ver García
Méndez (1998). Página 28
47 La cita de
Habermas esta tomada de su exposición en la Academia Católica de Baviera el 19
de enero de
2004 en donde dialogó con el entonces cardenal Joseph
Ratzinger sobre los fundamentos morales del
Estado liberal basándose en argumentos centrados en la
razón o en la fe. En otro orden y en conexión con
el tema sobre el contenido de la conflictividad social
moderna, puede afirmarse que uno de los “éxitos”
más comprobables empíricamente del capitalismo es la
transformación de la conflictividad “vertical”
capital-trabajo en una conflictividad “horizontal” de
luchas identitarias que en la mayoría de los casos,
implican la defensa de derechos de pobres contra
pobres. Véase a este respecto el profundo análisis de
Robert Brenner (1999) sobre las turbulencias de la
economía mundial.
Hay una manera neoliberal de plantear los derechos
humanos que en este momento puede ser
considerada hegemónica y que tiene que ver con el
origen mismo de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 que acordemos, fue
elaborada sin la participación de la mayoría
de los pueblos del mundo. Esta visión pone énfasis en
el reconocimiento casi exclusivo de los
derechos individuales; reconoce un derecho colectivo
como la autodeterminación que fue
cercenado en su origen por causa de los pueblos
subyugados por el colonialismo europeo y ahora
por el fundamentalismo para luchar contra el
terrorismo; le otorga primacía a los derechos civiles
y políticos sobre los derechos económicos, sociales y
culturales y reconoce el derecho a la
propiedad que fue durante muchos años, el único
derecho económico inapelable48.
Esta tradición que continuamente se viene afianzando
procede de una afirmación sobre los
derechos humanos como derechos negativos: derechos
destinados a amplificar la libertad
individual contra el estado, o los grupos o las clases
sociales. No tienen como base ninguna idea
de una naturaleza humana inapelable: los derechos
humanos representan lo que es correcto y no
lo que es bueno. Y como las ideas de bien implican un
amplio espectro, un régimen que pretenda
la universalidad de los derechos humanos debe ser
compatible con un pluralismo moral. Es por
esta razón que la virtud prudencial básica que se
esgrime es aquella de la tolerancia sobre las
diferencias en donde los derechos humanos terminan
siendo según Gray49, un Modus Vivendi o
sea, una forma de compromisos precarios sujetos a un
consenso que será determinado de acuerdo
a circunstancias políticas y sociales concretas y no
en abstracto. Como bien lo ha expresado
Isaiah Berlin se trataría de seguir “el individualismo
liberal que tiene como base una teoría
minimalista del bien: define y prescribe lo negativo,
es decir las restricciones e injusticias que
hacen imposible la vida; al mismo tiempo, no prescribe
ningún conjunto positivo de vidas buenas
que se pueden llevar”50 a cabo. En esta visión, los
derechos inculcan una “moral” en los seres
humanos para ser “libre de” y no de ser “libre para”.
Como hay muy distintas concepciones del
bien y de lo que se considera una vida buena se termina en un dramático relativismo cultural pero
que, según los teóricos de las libertades negativas,
este relativismo es la mejor coartada contra la
tiranía.
48 Con respecto a
la Declaración Universal de los Derechos Humanos es crucial no olvidar que
Churchil,
Rooselvet y Stalin pretendían un acuerdo de seguridad
colectiva para el período de post-guerra. Los
derechos humanos contaban muy poco en el orden de
prioridades de las principales potencias de modo que
solo fueron mencionados una sola vez en el borrador de
la propuesta de la Carta. América Latina desde
1938 en la Conferencia Interamericana ya había
adoptado la “Declaración en Defensa de los Derechos
Humanos” en su octava reunión en Lima, Perú.
Sorprendentemente, esta Declaración contenía principios
pioneros como el condenar la persecución racial y
religiosa, en favor de los derechos de la mujer, y sobre el
derecho de libre asociación de los trabajadores. Estos
derechos más otros, fueron luego incorporados en la
Declaración de Bogotá del 30 de abril de 1948 que fue
la primera Declaración Internacional de Derechos
Humanos. Los países Latinoamericanos trataron de incluir
los derechos humanos en la Declaración
Universal originaria lo que provocó reacciones de
escepticismo en la delegación de USA y de franca
hostilidad en las delegaciones de la Unión Soviética y
de las naciones coloniales como Francia y Gran
Bretaña. Fue recién en 1945, cuando se revelaron las
fotos más cruentas del holocausto que causaron
estupefacción que los países centrales, que se decidió
incorporar en siete pasajes del documento original
los derechos humanos y crear la Comisión de Derechos
Humanos en el ámbito de la ONU. Recordemos
también que el borrador de la Declaración fue
encomendado a una Comisión presidida por Eleanor
Rooselvet esposa del Presidente de USA y que los
comisionados de derechos humanos le pidieron la
escritura del primer borrador al Director del área de
la ONU el canadiense John Humprey. Cuando la
Asamblea General de la ONU discutió el borrador de
Declaración se hizo un expreso reconocimiento a las
contribuciones de los países latinoamericanos
particularmente a Minerva Bernardino de la República
Dominicana, a Guy Pérez Cisneros de Cuba, Jorge
Carrera Andrade de Ecuador, Hernán Santa Cruz de
Chile y a Eduardo Jiménez de Aréchaga de Uruguay.
Finalmente recordemos que la Declaración Universal
fue aprobada por unanimidad en la Asamblea General de
ONU el 10 de diciembre de 1948 con la
abstención del bloque de la URSS, Arabia Saudita y
África del Sur. En este tema, lo que más se necesita es
no perder la memoria. Consúltese el excelente artículo
de Mary Ann Glendon (2004).
49 Gray, (2001) capítulo
4 Modus Vivendi. Páginas 122 a 159.
50 Ignatieff, M.
(2003). Pagina 95. Esta discusión tiene una larga trayectoria que comienza con
un
posicionamiento epistemológico sobre el ser, el
conocer y el lenguaje. Consúltense por ejemplo las obras
de Richard Rorty en la referencia bibliográficas
Contra esta visión económica “ortodoxa” ha reaccionado
Amartya Sen. Particularmente, en
discusión contra el concepto de justicia de Rawls y
las ideas centradas en el “liberismo” de
Nozic, Sen ha levantado el enfoque de las capacidades
que provee un sostén sustantivo para una
caracterización más amplia de las libertades
fundamentales y los derechos humanos y que toma
en consideración la pobreza y sus consecuencias como
el hambre, las enfermedades y la muerte
que la misma conlleva. Sen argumenta correctamente,
que la pobreza es una condición que
restringe la
libertad (freedom-restricting). Por ejemplo,
si una persona vive desnutrida y en
pobreza tiene una capacidad más que restringida para
el ejercicio de las libertades básicas. En
consecuencia, demandas mínimas relacionadas al salir
de una situación de pobreza como
nutrición adecuada, casa, vestuario y educación pueden
ser conceptualizadas como derechos. Más
aún, Sen avanza caracterizando los derechos humanos
como “objetivos” del desarrollo
argumentando que en un sistema ético sensible, los
derechos humanos son el principal parámetro
para evaluar el desarrollo (Sen, A. 1982, 1992,1999 y
2002)51.
Pero dejando de lado la “excepcionalidad” del enfoque
de Sen, nos encontramos nuevamente en
la Declaración Universal, con una ambigüedad
particularmente en lo que respecta a los derechos
sociales que es la misma que ya apuntamos en el caso
de la CIDN. No es mi intención
profundizar más este tema que requeriría entrar en un
análisis mucho más detallado que el ya
realizado. No obstante, debo afirmar que los derechos
humanos tampoco escapan a una
consideración biopolítica: su profundo contenido
minimalista tiene como destino depositar y
retener a las víctimas de la opresión en la nuda vida
de la zoé y/o regular el despliegue de una
ciudadanía basada en un individualismo sin contención
en ninguna forma de heteronomía. Al
individuo como fuera de la ley. Casualmente, el
biopoder se legitima desligándose de todo lazo
social, de toda ley común condenando a la mayoría de
las personas a una economía restringida a
una mera “conservatio vitae”.
Ahora sí hay algo positivo en los derechos humanos
desde su instauración en los sucesos de1879
es que han habilitado, aún con sus serias limitaciones
normativas, el desarrollo y la conquista de
innumerables derechos y defendido valerosamente
millones de vidas humanas aunque la
trayectoria de esas luchas está largamente incompleta.
Como lo documenta Pablo Salbat, “la
relevancia actual del tema de los derechos humanos
encuentra sus orígenes, en la mayor parte de
América Latina, en la década de los años setenta, y se
relaciona histórico-políticamente, con la
instalación de un conjunto de regímenes autoritarios
que violan los derechos humanos de manera
sistemática. Estos regímenes, en su mayoría gobiernos
de las FFAA o sostenidos por ellas, se
apoyaban ideológicamente en la doctrina de seguridad
nacional, la cual obedecía a un esquema
de relaciones políticas internacionales típico del
período de la guerra fría entre bloques
antagónicos”52. Y nadie tendría condiciones de contradecir que la
lucha por estos derechos
desembocó en la conquista de la democracia y lo más
importante, es que aún hoy constituyen la
posibilidad más concreta de su profundización
política.
Argumento que es necesaria una política de derechos
humanos e igualmente una política para la
CIDN que articule a ambos como instrumentos para la lucha política.
51 Deseo
nuevamente introducir el tema de las “obligaciones” positivas” que Sen enfatiza
como
responsabilidad ética ante las omisiones que como
afirmé, en el caso de la CIDN es la puerta abierta para
no cumplir con los derechos sociales. Aquí traigo a
colación el muy apropiado ejemplo dado por Vizard
(2005, páginas 24 y 25 ), referido a los artículos
26-29 de la Carta de Derechos anexo a la Constitución de
Sudáfrica de 1996 y que define un conjunto de derechos
humanos esenciales para tener un adecuado nivel
de vida. El carácter judiciable y legalmente
demandable de esos derechos humanos ha sido puesto más allá
de toda discusión por la Suprema Corte de ese país en
una serie de fallos en los que, estableció que esos los
mismos son una obligación que el Estado debe cumplir.
Esto es muy significativo aún cuando la misma
Corte define que el Estado no está obligado a
satisfacer esos derechos inmediatamente sino tiene los
recursos económicos adecuados pero, provisto que
demuestre que el Estado tiene política y programas
adecuados para asegurar el cumplimiento de esos
derechos a largo del tiempo.
52 Salvat, P.
(2005)
Como ya sostuve, esa
y en conformar una
identidad y la
Por lo tanto, esa política debe conciliar una esfera
pública estatal y no estatal en un
espacio público, cuya característica central sea la de
estimular una lucha política transformadora.
En este contexto, asevero que es un error separar lo
humanitario implícito en los derechos
humanos y lo político pues esto significaría aislar
los derechos del hombre de los del ciudadano.
Se equivocan las organizaciones humanitarias y
particularmente las organizaciones
supranacionales, al reducir la defensa de los derechos
humanos a la vida nuda o zoe, a un
minimalismo en la ayuda y protección sólo centrado en
la sobrevivencia abandonando el campo
de la ciudadanía y la lucha política54.
En una humanidad exigida desde una crisis sin
precedentes aparecen los derechos humanos como
un espacio potencial aglutinante en donde es posible
pensar una práctica política emancipatoria
en medio de un tiempo de generalizado escepticismo.
Como afirma Pablo Salvat, los derechos
humanos tienen una particularidad que es la de
funcionar como idea reguladora a través de la cual
se expresa –de distintas formas y en diferentes
tiempos- la constante búsqueda del hombre de
una mayor libertad y justicia y sobretodo, “como un
posible foco articulador de un nuevo tipo de
racionalidad integradora que coloca en su centro, una
ética de la responsabilidad solidaria”.
Ahora es casualmente la solidaridad social la más
combatida ya que, el mercado y el biopoder
luchan por prescindir de ella puesto que la
solidaridad social55 implica una dimensión profunda
del ser orientado comunicacionalmente con “el otro” y
por lo tanto, es un modo de coordinar la
acción por medio de valores, normas y el empleo de un
lenguaje que habilite el entendernos
como ciudadanos. Habermas también ha destacado esta
dimensión solidaria del bien y su
vocación universal al afirmar que cuando interpretamos
la justicia como lo igualmente bueno, el
“bien” constituye un puente entre justicia y
solidaridad56. Y esto es crucial para la defensa de los
derechos de la infancia y la adolescencia.
.
El Estado y los Niños/as
En una situación en donde la autonomía de una persona
está en desarrollo y la heteronomía
necesita ser constituía no como negación de la
individualidad o como una situación opresiva sino
como relación con “el otro” y en este caso me refiero
a la sociedad, es indispensable la presencia
de lo público. Si la infancia y la adolescencia son
una categoría histórico social, entonces se hace
fundamental el poder configurador del Estado y su
institucionalidad como garantes de una
política pública respecto a los derechos de la
infancia y la adolescencia.
Necesito acá hacer algunas precisiones sin entrar a
desarrollar todo lo que esta involucrado en
términos de la relación Estado - Sociedad Civil57. Percibo que
con una frecuencia sistemática, los
analistas (sobre todo los filósofos europeos)
argumentan una reiterada identificación del Estado
como el origen del totalitarismo. Es cierto que la
historia de Europa occidental ha estado asociada
a las luchas por la libertad más que a la igualdad y
en la última fase de su consolidación, al
desgarramiento étnico asociado al emerger del Estado
Nación58. Pero en este aspecto tomo otro
rumbo, menos eurocéntrico, diferenciándome claramente
de todos ellos.
Pero repasemos antes algunos elementos claves de esta
discusión. En la mayoría de los análisis el
centro de los cuestionamientos es el Estado como
institucionalidad aglutinante y origen del
totalitarismo y por lo tanto el centro crucial de la
opresión59. Es explicable que en esos exámenes
después de las experiencias del Holocausto y el Gulag
se identifique el peligro totalitario en el
Estado particularmente en el “Estado-Partido”. Además,
debido a la presencia expansiva de la
URSS, Europa occidental y sus teóricos, fueron siempre
justificadamente desconfiados de una
visión del aparato estatal asociado a la posibilidad de construir sociedades más isonómicas.
Hasta
53 El concepto de
multitud introducido por Negri y Hardt me parece que requiere muchas más
investigación
sobre todo en lo que se refiere a la modalidad del
espotaneísmo de luchas sociales que pareciera se
coordinan por generación espontánea.
54 Por ejemplo,
el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados establece en su
estatuto
que sus actividades no pueden tener un carácter
político sino “únicamente humanitario y social”. Aclaro
que cuando me refiero a lo político no lo uso como
concepto equivalente al político partidista.
55 Deseo aclarar
que estoy hablando de solidaridad “social” y no la “solidaridad” limitada a la
familia, a los
amigos , a la restringida a los alcances de un “proyecto”
o a la “solidaridad” interesada del capital de la que
hablé anteriormente.
56 Habermas, J.
(1999). Página 59
57 Para un
análisis de esta relación, consúltese el exhaustivo estudio de de Cohen,J.L. y
Arato, A.(2000)
58 Desde 1913 han
muerto en Europa como resultado de conflictos armados casi 70 millones de
personas.
59 La principal
gestora de esta visión fue Hanna Arendt en su celebrado libro sobre El Origen
del
Totalitarismo. Son muy sustantivas las reflexiones de
Habermas (1999) ¿Tiene futuro el Estado Nacional?
Capítulo 2.
Pero desprendimientos de estos análisis resaltan una
dualidad maniquea: sociedad civil “buena” y
estado “despótico y corrupto”60. Como
resultado de esos enfoques y de las políticas de
“fortalecimiento” de la sociedad civil en el este
Europeo y de la política del “empowerment” de
las comunidades contra el Estado y la política,
resultó un pavoroso y largamente documentado
proceso de desmantelamiento de la institucionalidad
pública acompañado de una privatización de
servicios y de una flexibilización laboral que
conllevó mayor desempleo y precariedad laboral61.
La correlación de fuerzas que emerge de esa situación,
no culmina tampoco como se argumenta,
en una sociedad civil “fortalecida” ni en la
emergencia de una vigorosa esfera pública no estatal o
en el surgimiento de nuevos movimientos y actores
sociales con una subjetividad histórica, sino
en un proceso de fraccionamiento y discontinuidad de
las luchas sociales que pierden el carácter
de construcción colectiva. En el final, estos
desarrollos culminan en procesos de concentración
del poder no ya en la “visibilidad” (controlable al
menos como posibilidad) del “poder” de lo
estatal sino en la “invisibilidad” de los intereses
del poder biopolítico del mercado y de fuerzas
que extraen su fortaleza en el ocultamiento de su
configuración opresiva62.
Lo que no se entiende y no se puede justificar, es que
no se centre el análisis sobre las crecientes
desigualdades y la pobreza que afectan
desproporcionadamente a niños/as y adolescentes e
igualmente, a la ausencia de consideraciones
relacionadas al poder expresado en el mercado y la
economía. El Estado aparece como una institución no
referenciada a la economía y autónomo de
intereses que no sean los de una burocracia “insensible”
o de partidos políticos concebidos como
“máquinas” de poder. Incluso se llega a identificar a
los funcionarios como “los enemigos” de los
emergentes actores sociales “progresistas”63. Pareciera
que, para muchos analistas europeos lo
más “social” a lo que se puede llegar es al tema de
los inmigrantes y por lo tanto, al
multiculturalismo. De ahí las cuestiones relacionadas
a las identidades sociales y las diferencias.
Y la respuesta a esta situación, no pasa más que por
la “tolerancia liberal”. En esta visión, los
filósofos “de izquierda” coinciden con los filósofos “de
derecha” los que, en abierto ataque al
Estado ponen en su lugar veladamente al verdadero
poder, esto es el “mercado” y sus bases de
dominación64.
En tanto, en los países de “menor desarrollo relativo”
no puede explicarse ni entenderse el Estado
como autónomo de la materialidad de la economía. El
Estado no es una entidad abstracta sino
que es un espacio de lucha en donde se puede
configurar el sentido y la direccionalidad de las
políticas públicas. Generalmente, en los países “más
pobres” el Estado es “ocupado” por un
gobierno circunstancial, determinado por intereses
extraterritoriales y tiene en consecuencia, una
institucionalidad muy frágil sobretodo respecto a los
intereses económicos asociados al mercado
globalizado. El Estado entonces, ciertamente no
representa el poder ni es el recinto del poder y
las luchas sociales en este caso deben trascenderlo.
Pero el Estado, sí puede ser origen de
instancias a través de las cuales sea posible constituir una situación hegemónica que produzca un
cambio sustantivo.
60 Esta
concepción se originó principalmente en lo sucedido en Polonia y en los
acontecimientos que
determinaron la caída del Muro de Berlin.
61 Las políticas
de “empoderamiento” actúan sobre el principio de “ayudar a ayudarse” claro que,
sin
preguntarse por los causantes que originan que una
persona necesite ayudada.
62 Los peores
crímenes contra la humanidad han dejado de ser exclusivamente de los Estados.
Los cometen
fuerzas paramilitares, carteles criminales y
organizaciones económicas basadas en el tráfico de drogas, de
armas y de personas.
63 Uno podría
entender que en el caso de Italia uno no tiene como perderse pues allí coincide
el poder
político como aparato, el poder económico
particularmente como poder mediático y la corrupción como
instrumento sistemático de acumulación económica y
cooptación política. El totalitarismo allí pareciera ser
una proximidad amenazante. Michelángelo Bovero (Bovero
y Ferrajoli, 2001) lo llama “cacocracia”: la
democracia en donde se eligen los peores. Pero esta
situación histórica está lejos de ser universable. Otro
caso más que comprensible es el de USA aunque allí el “modelo”
del Patriot Act y su “justificación” es
completamente distinto.
64 Consultar
Hardt, M. y Negri, A. (2002) quienes hacen un ataque frontal a la idea de un “estado
nacional”
en el capítulo 5 de Imperio. Paginas 97 a 113. Son muy
importantes las refutaciones de Danilo Zolo a este
autor. Consúltese
Negri, A. (2004), Diálogo sobre Imperio, Páginas 23 a 42. Son también muy discutibles
las tesis de Paolo Virno y su propuesta de una “esfera
civil no estatal”. (Virno, 2003)
El Estado puede configurar una
posición positiva de separación del poder
hegemónico –externo e interno- y al mismo tiempo y en
determinadas circunstancias, representar
un poder político autónomo. Aunque -seamos sinceros-
también debe reconocerse que puede ser
cierta la hipótesis contraria, especialmente cuando “ocupan”
el Estado los partidos políticos
autodenominados “progresistas” que terminan aceptando
las prescripciones del poder para
posibilitar hacer un país “gobernable”. Pero en
cualquiera de los casos, se trata de un espacio de
lucha política65.
En el caso de la infancia y la adolescencia, las
anteriores observaciones no son menores. Es claro
que los derechos de niños, niñas y adolescentes no
pueden recaer solamente en las organizaciones
de la sociedad civil cuyo carácter insospechado en esa
defensa está puesto en cuestión
principalmente porque su existencia es casi imposible
fuera de un subsidio público o privado. Y
fundamentalmente por el análisis que hicimos de la
microfísica del poder en este campo66.
Tampoco estos derechos pueden quedar reducidos sólo a
la familia, sobretodo al “familismo
amoral” descrito por Banfield que implica la
privatización de la infancia sometiéndola al ámbito
“egoístico” de la familia y renunciar a su carácter
social y político67. Pero principalmente, porque
los derechos de los niños/as y adolescentes como
relación social requieren de una política en el
sentido de que su implementación será el resultado de
luchas. Y el espacio que puede configurar
esas luchas es público y su corolario concreto son
políticas predominantemente aunque no
exclusivamente estatales en donde el componente
educativo tiene un rol crucial. Es cierto que el
Estado abandonado a las determinaciones del poder
económico y sus discursos distorsionados
puede ser una causa de opresión de la infancia y la
adolescencia. Esta situación, presentará un
escenario para el desarrollo de luchas en favor de los
derechos de niños/as y adolescentes frente
al Estado y lo que éste representa. Pero es una
enseñanza duramente aprendida en América
Latina, que la “ausencia” frecuente del Estado en este
campo ha demostrado ser, en las
circunstancias histórico-sociales del presente, una de
las principales causas del estado de
indefensión de la infancia y la adolescencia. La
primera consideración política que debe
entenderse es que en la gran mayoría de los países de “menor
desarrollo” la amenaza no es el
totalitarismo sino la anarquía y que la primera
condición para la defensa de los derechos es la
presencia de una institucionalidad estatal fuerte con
competencias para lograr la equidad.
Llegados a este punto, debemos ahora responder a otra
cuestión sustantiva: dado el ámbito
público de las luchas por los derechos de niños y
niñas y adolescentes: ¿Quien “representa” la
infancia y la adolescencia? Esto nos pone en relación
con el tema de la democracia.
Infancia y la Democracia
En términos de la teoría política tradicional, los
atributos del hombre no tienen una distribución
uniforme y se necesita de la política para construir
igualdad. En un análisis del capitalismo que se
base en una visión desde la biopolítica, la
desigualdad es el punto de consideración central pues
allí se encuentra el nudo que encubre el biopoder.
Esto es más cierto en el caso de los niños y
niñas que sobreviven en la zoé que no pueden
auto representarse y por lo tanto, necesitan de la
política para su ingreso al bíos de la ciudadanía.
65 Una excepción
en el pensamiento europeo es Boaventura de Souza Santos (2005) quien plantea
varias
perplejidades de la modernidad entre ellas, la pérdida
del poder estatal como efecto de la globalización.
Pero este autor se interroga porqué en lo cotidiano
somos obsesivamente enfrentados con el Estado que
ocupa las principales noticias en la TV, en los
diarios y las radios. Y se pregunta: ¿Será el Estado nacional
una institución en vías de extinción o por el
contrario, es ahora más central que nunca aún bajo la forma de
una ambigua descentralización? ¿Será que el intervencionismo
del Estado va asumir en los próximos años
una forma de “intervencionismo no estatal”? ¿Será que
el Estado va a crear una sociedad civil a su imagen
y semejanza? Ver capítulo 1 sobre Cinco Desafios a la
Imaginaçao Sociológica páginas 17 a 22
66 Deseo y debo
dejar muy en claro la distinción entre ONGs que representan los intereses del
stablishment
económico de otras que representan los intereses
humanos a nivel global y nacional. Su mandato por tanto,
no es incrementar el poder de ningún grupo particular.
Su acción política se basa en un llamado moral pues
lo que está en juego es la vida misma. Representan una
fuerza vital que transforma la lucha política en una
cuestión de defensa y expansión de la vida en toda su
generosidad.
67 Deseo remitir
en este punto a los mismos argumentos dados en la nota No.69.
Para la infancia y la adolescencia, como se trata del
desarrollo del proceso de autonomía en el
contexto de una inserción emancipatoria en la
heteronomía, la resolución del tema de la
representación no es una cuestión fácil sino muy
compleja.
Desde el comienzo, partimos de una limitación que es
nuestra falta de memoria que empieza en
la intensidad de la pubertad y que hace que olvidemos
muy fácilmente la niñez y sus
acontecimientos constitutivos asociados. Cuando
contemplamos nuestra propia fotografía de
pequeños nos cuesta reconocernos por ejemplo, en la
foto de ese ser desnudo, o con el disfraz, o
con ese rostro sonriente de ocasión; o cuando
contemplamos la foto de nuestra primera cartera de
identidad. Esa es la muestra más triste de nuestra
pérdida de memoria y el porqué nos cuesta
tanto en la adultez representarnos ese período crucial
de la vida.
Es entre otras cosas por esa pérdida de memoria que
una de las maneras más abruptas de los
dispositivos ideológicos que inciden fuertemente en la
indefensión de la infancia y la
adolescencia es la expropiación de la posibilidad de
su lenguaje, de manera que se produce una
incomunicación intergeneracional en donde el único
lenguaje legítimo es aquél de los adultos.
La interlocución generacional ilegítima pregunta para
darse razón: los niños responden en el
lenguaje “legítimo” de los adultos. Se produce una
inversión que coloca al niño sólo como zoé e
incompetente para el bíos que lo habilita en el
lenguaje. Los niños y niñas hablan pero lo hacen
desde la aceptación de un “deber” impuesto por el
adulto. Se produce una situación de
heteronomía extrema en donde los adultos “adulteran”68. Lo descrito
corresponde
frecuentemente al ámbito de lo que se denomina “minoridad”.
El niño/a es un adulto en estado de
reducción a una categoría “menor” o en su inverso, ser
niño/a es no ser un adulto pleno. Esto
introdujo tradicionalmente en la categoría infancia
una asociación casi automática con la
incapacidad.
Por otro lado, existe la visión que se presenta desde
la pura autonomía de la persona en donde la
subjetividad es concomitante al nacimiento del niño/a,
o sea que todo niño/a trae en sí mismo los
“genes” de su liberación69. Ser niño/a es estar destinado
a la libertad pero como proyecto
individual.
Concretado mis argumentos afirmo que se trata en
democracia de construir un difícil equilibrio.
No se pode renunciar al tiempo y la historia y pensar
que la infancia y la adolescencia advienen a
la vida fuera de todo contexto. Tampoco se podría
pensar que la heteronomía siempre equivale a
pura dominación y disciplinamiento. En el mismo
sentido, no se podría analizar el proceso de
individuación como un “absoluto” que ignore el “otro”
y particularmente que corte la vinculación
entre la subjetividad naciente de niños/as y
adolescentes y la pertenencia a una familia y una
sociedad. Como ha explicado Esposito, el ego sum se
anuncia hacia “otro (al menos de ese otro
en él que difiere de él mismo…), de modo que, puede
decirse, todo ego sum es un ego cum70” y
ese cum es lo que vincula, lo que relaciona y
lo que junta.
Los derechos de niñas y niños y adolescentes en tanto que equilibrio tensional
autonomía-heteronomía
ciudadanía. Pero este proceso es crecientemente
complejo. En el caso de la familia, no se trata ni
de una filiación solamente “obediente” ni tampoco, de
una proyección narcísica de los padres
sobre los hijos. Y recordemos aquí también una verdad
elemental: la democracia comienza por la
democratización misma de la familia71. En el caso
educativo, el planteo no es la ya “clásica”
visión “productivista” del sector educativo en donde
la cuestión es educarse como proyecto
individual para ser más “competitivo” y obtener éxito a través de “mejores” ingresos.
68 Los adultos “producen”
a su vez simulacros en donde por ejemplo hacen votar a los niños/as por sus
derechos o los llevan a ocupar el recinto del
parlamento para que “repitan” en esa “escenificación”
montada el comportamiento de los adultos.
69 Frecuentemente,
cuando se habla de “sujetos de derechos” se asimila esa subjetividad a la del
adulto y no
una subjetividad que debería ser mediada y
decodificada en sus propios parámetros. Por ejemplo; hay
niños/as que desean enrolarse e ir a la guerra y están
dispuestos a hacerlo pero esto no querría decir que esa
“subjetividad” históricamente determinada por los
adultos sea correcta.
70 Nancy
Jean-Luc, Conloquium en Esposito, R. (2003). Páginas 14 y siguientes.
71 Muchas veces
se asume que la familia es la primera línea protectora de los niños/as y
adolescentes. Si
bien la familia ha demostrado ser una institución
social que pese a todos los procesos desestabilizadores
aún sobrevive, ella se encuentra “en desorden” y
algunas hipótesis sobre su futuro (dados los recientes
desarrollos de la biotecnología) resultan por lo
menos, desconcertantes. Consúltese el libro de Elizabeth
Roudinesco (2004).
Lejos de
pertenencia social pero con una supremacía relativa de
la heteronomía ya que la escuela es una
institución por autonomacia “socializadora”72. Y es bueno en
este punto recordar las reflexiones
acertadas de Marcel Gauchet en las que afirma que “la
entrada en la vida es en todas sus etapas –
desde la más precoz y cualquiera sea el apoyo
recibido- un desafío tan temible, tan pleno de
riesgos de inhibición y de fracaso, tan cargado de
huellas imborrables”. Y continúa afirmando
sobre la dolorosa discontinuidad del crecer: “No hay
acceso a la humanidad, no hay inclusión en
la red ajustada de los símbolos que la representan y
constituyen sin choque con la exterioridad
violenta de una organización cuya coherencia nos
precede, sin desesperación en cuanto a la
posibilidad de nunca alcanzar ese lazo que nos
envuelve y se nos escapa a la vez, sin paso por la
angustia del desfase entre lo poco que comprendemos y
la suma de lo que habría que dominar”73.
Gomes da Costa considera acertadamente la relación
infancia-democracia como el paso del
“menor” al ciudadano74 al que caracteriza como un proceso largamente incumplido. Los niños
no
luchado por sus
el problema básico de la
autorepresentarse. Y sin poder social es
La cuestión de los niños/as y adolescentes no es sólo
un problema de identidad sino
principalmente de igualdad y esto sería en principio lo más importante que debería
garantizar una
problema por partida
la que oprime igualmente a
adolescentes en tanto que categoría
violencia
simbólica: por ser “minorizados” y por ser
Sin capacidad de autorepresentarse, la defensa de los
derechos de la infancia y la adolescencia
queda en manos de los adultos. Se nos presentan aquí
varios problemas no menores en esta
representación “sin mandato”. Denomino representación “SIN
MANDATO” a aquella que se
produce cuando los adultos, las autoridades, los
organismos de la sociedad civil y el mercado
toman decisiones en nombre de la infancia y la
adolescencia haciendo “suponer” una
representación ni delegada ni demostrable. Como ha
explicado muy bien Baratta76, puede existir
una cierta legitimidad en una representación sin
mandato pero esto depende del vínculo
comunicativo entre las partes y del deber de los
adultos, “de aprender de los niños” y de “penetrar
cuanto sea posible al interior de la perspectiva de
los niños”. Este ejercicio es una tarea que
requiere márgenes de transparencia que raramente se
logran. Lo anterior no quiere decir que sea
un trabajo imposible y en todo caso, deberemos tener
muy presente que desde una perspectiva
biopolítica el mantener una infancia “irrepresentada”,
constituye un espacio temporal
fundamental para la regulación de su vida como zoé y
el punto central de su estado de
indefensión.
Más lamentable es cuando se produce el síndrome de “Peter
Pan” esto es, cuando los adultos
tratan de “miniaturizarse” para parecerse y hablar el
lenguaje de los niños/as. Operaciones como
las siguientes suelen ser muy frecuentes:
a) la manipulación política infantilizando la política
como “juego” o estratagema para inducirlos
a representar y emular las conductas de los adultos como forma de “deber”.
b) la manipulación económica en donde el biopoder
construye su subjetividad como
consumidores. Aquí las formas son múltiples y van
desde la publicidad y la imposición de modas
hasta la “información” que se produce.
72 El proceso de
formación más que una imposición sobre los niños debería presentarse como una
articulación de los derechos individuales y sus
responsabilidades sociales que se anclan en lo colectivo. En
esto hay que insistir puesto que, esa relación
individuo-sociedad hoy está resuelta ampliamente a favor del
individuo y sus derechos. En este contexto y sobre la
participación de los niños/as, concuerdo con Tenti
Fanfani (2004, Página 485) que en una educación
democrática, no es sólo importante aprender las reglas
de la República como estudiar la Constitución, sino principalmente
en construir una escuela democrática
“donde los niños no sólo aprenden conceptos sino que
viven experiencias: votan, toman decisiones en
conjunto, se hacen responsables de las consecuencias
de las decisiones que toman, argumentan, debaten,
evalúan, controlan”. La experiencia de “Escuela Nueva”
en Colombia puede ser un buen ejemplo.Y esto,
no como “escenificación” como se aclara en la nota
No.61y otras partes de este trabajo.
73 Gauchet, M. (2004)
pagina 127.
74 Gomes da Costa
(1992) páginas 131 siguientes.
75 Dice Pierre
Bourdieu (1999, página 112) “Habrá que movilizar, sin duda, cada vez más
justificaciones y
recursos técnicos y racionales para dominar, y los
dominados tendrán que utilizar cada vez más la razón y
los argumentos para defenderse de formas cada vez más
racionalizadas de dominación”.
76 Baratta, A.
(1998). Pagina 54.
Ahora son
formas verdaderamente paroxísticas de
las
empresas de la industria entretenimiento como
Disney World y particularmente, Epcot Center
presentados como parques
temáticos para exhibir la grandeza e infalibilidad del
futuro del capitalismo. También, los
“jueguitos” electrónicos y la industria de juguete
bélico-agresivo, la Mc´minorización de la
infancia y la adolescencia78.
c) la manipulación social que los privatiza como
categoría social reduciéndolos a “niño/a
proyecto” de organismos tanto estatales como de la
sociedad civil con “intervenciones”
asistenciales “ejemplares” o “populismo” infantil
presentando niños/as de un determinado
proyecto como “víctimas” a los que, supuestamente “el”
proyecto liberaría.
d) las manipulaciones “pedagógicas” de diversas formas
en donde niños/as son colocados en
procesos de experimentación.
Ahora bien, recordemos que toda manipulación es una expresión
de una situación de dominio y
que el biopoder penetra en “la subjetividad” en
evolución de la infancia y la adolescencia usando
entre otras, algunas de las siguientes estrategias:
·
La venta
de productos baratos de consumo cultural: moda especialmente “casual” y
deportiva, zapatillas, bebidas, comida rápida, música
popular y películas79. Esto tiene un
gran impacto en adolescentes y jóvenes y es muy
potente en la construcción de una
homogeneización y de una rebeldía puramente
epidérmica. Estos aspectos además, han
funcionado como el integrador más exitoso de la
globalización
·
La “humanización”
neo-liberal que opera mediante movimientos políticos liberales,
socialdemócratas, innumerables ONGs financiadas por
los países del norte y los Bancos
Internacionales y cuyo centro conceptual es el “empoderamiento
de la sociedad civil”.
Supuesta “transferencia” de poder a los pobres sólo a
nivel local para que ellos “se
ayuden a ellos mismos”, se aparten de la política y
desculpabilicen al Estado de sus
obligaciones públicas. Y como se sabe, esta visión es
especialmente activa en el caso de
la infancia y la adolescencia80.
·
Las
drogas y sus diversas manifestaciones culturales políticamente inmovilizantes.
El
“piercing” y los tatuajes como autoagresiones en búsqueda
de identidades “imborrables”
o agresividad identitaria desde el cuerpo.
·
La
comunicación vía Internet que bajo la metáfora de la “red” oculta la
desigualdad de
los interlocutores y, bajo una creencia de “supercomunicación”,
en realidad termina
dejando la certeza de la soledad y el aislamiento.
Obviamente que estas estrategias no son “condenables en sí” sino en su carácter
manipulatorio.
La sola enumeración de estos temas indica el amplio
espectro en que el biopoder opera para
regenerar constantemente su capacidad expoliativa. En
este aspecto, el capitalismo muestra una
creatividad y versatilidad admirables. Es por esta razón, que la dimensión educativa se
hace
proyecto de una
contribuya a configurar un
manipulatorias particularmente de los medios de
de determinados “estilos
de vida”.
En el caso de la asistencia social tanto pública como
privada, ya es sabido que niños/as y
adolescentes no pueden ser considerados como “objetos”
de tratamiento y experimentación, ni
tratados como pertenecientes al patrimonio de un proyecto o de un “benefactor”.
77 El “encerrar
personas” y provocar una reacción de sus conductas con fines de espectáculo en
donde en
forma de “juego” se promueve la eliminación y
supresión del “otro” mediante el engaño, la competencia
despiadada al límite de la traición “justificable” en
la idea de vencer a cualquier costo, puede ser tomada
como la representación escenificada de un zoológico.
De una zoe más próxima a un estado de animalidad.
Consúltese en este aspecto Bancel, N. y otros en Zoos
Humains.
78 Un análisis de
una lúcida ironía sobre la idealización de un Mc´Donalds figura en John O’Neil
(1993).
79Ver, No Logo de
Naomí Klein
80 Consúltese
sobre estos aspectos, Michael Man La globalización y el 11 de septiembre en New
Left
Review No12, enero/febrero del 2002, Akal Editores de
España.
Entonces, la
proyecto educativo que concilie como dije, una ayuda social consistente con una
mayor
autonomía, y creciente subjetividad con
Esto implicaría satisfacer al
menos dos condiciones:
·
La
voz y el escuchar (artículo 12 de la CIDN) esto es, respetar su ingreso
paulatino
al lenguaje. Es interpretar la voz de los niños/as y
adolescentes y su sentido. Una
cuestión central es tomar el art.12 de la CIDN como
principio general de la construcción
de la subjetividad del niño/a teniendo en cuenta todas
las dimensiones de su experiencia
vital, intelectual y emotiva y no sólo sus “opiniones”.
Es fundamental la interpelación o
interrogación y la heurística de la infancia en su
profundo sentido interpretativo. Una
heurística centrada en ellos, en la “eleidad”.
Nuevamente cito aquí las esclarecedoras
palabras de Baratta: “sólo configurando el derecho del
niño a ser escuchado, como deber
de los adultos de escucharlo y aprender de él, es que
el principio contenido en el artículo
12 se coloca como el principio central de la de la
CIDN e indica un largo camino hacia el
futuro de la relación entre niños y adultos. Pero este
también es el camino hacia el futuro
de la democracia”81.
·
La representación esto es, la vinculación con la democracia. El niño es un sujeto
social frágil que no puede auto representarse como ya
lo traté ut supra. Y aún
cuando esto debe ser materia de investigación, deseo
añadir que hay situaciones de alta
conflictividad que pueden identificarse como las
peores formas opresivas como la de
mantener a los niños/as cautivos de programas o
víctimas de acciones en donde son
objeto de cambio o de extorsión82. Se requiere
en todos los ámbitos un proceso
participativo cuidadoso y no demagógico. Ambas
cuestiones, la voz y la representación,
íntimamente ligadas merecen repito un estudio profundo
desde lo cual se podrá entender
mejor la relación crucial entre infancia y democracia.
La relación entre infancia y democracia no es entonces
una cuestión resuelta: conocemos más los
problemas que sus posibles soluciones. Lo central del
estado de indefensión es que la biopolítica
pretenderá siempre o sujetar los niños/as a una
regulación opresiva de su vida y sobrevivencia o
alejar a la infancia de la política y la democracia y
disciplinarlos en las reglas del mercado como
consumidores sumisos. Un programa de lucha por y con
la infancia y la adolescencia deberá tener
muy en cuenta esa situación de origen y sus
dispositivos legitimadores para lanzar un programa
verdaderamente emancipatorio. Un programa no fácil de
definir, que deberá tener en cuenta las
necesidades de formación de un ser con anclaje social
y atento a la construcción de un futuro.
Otra vez en palabras de Baratta ello requerirá pasar “de
la política como administración del statu
quo o como gestión eficiente de lo que hay, a la
política como proyecto de sociedad”. Y aquí los
niños/as son la cuestión crucial.
Conclusión: Luchar por la Infancia es Denunciar el
Mundo
En tanto que política de regulación y control de la
vida, la infancia y la adolescencia como
relación social son una preocupación biopolítica
central. La infancia y la adolescencia como
nacimiento y comienzo de la vida implican que en ese
campo se “juegue” el gran partido cuyo
resultado tendrá un impacto directo sobre una política
emancipatoria. Por lo pronto, el
capitalismo conoce muy bien que allí es dónde se “encuba”
y se reproduce su poder y por ello
realiza ingentes esfuerzos para controlar la
construcción de la naciente subjetividad.
81 Ibidem, página
54.
82 Uno de los
casos que debe ser analizado con sumo cuidado es la situación que se produce
cuando hay
conflictos salariales en el campo educativo. Aquí
frecuentemente, bajo el discurso de defender los intereses
de la escuela y los derechos de los niños se los
mantiene como cautivos en una forma de chantaje social.
Bajo un seudo progresismo se pretende hacer creer que
enseñar, esto es, el complejo proceso de iniciar a
los chicos en el lenguaje de la ciudadanía, es un
problema solamente salarial. Aquí también hay una
situación clara de biopoder sobre la infancia que se
expresa en las burocracias sindicales y sectoriales a
quienes les cabe las palabras de Baruch Spinoza: “creyendo
luchar por su liberación escogen el camino de
su esclavitud”. Tratan a la infancia como rehenes y
moneda de cambio en conflictos salariales y/o de
rivalidades internas en donde la “intransigencia” es
un eufemismo para captar mayores
adeptos/contribuyentes de estructuras burocráticas
corruptas. También los que “viven” de la infancia en
los Institutos de Internación y que se niegan a
des-institucionalizar a los niños/as y adolescentes bajo la
excusa de que perderían el trabajo. Nos recuerdan
tristemente la anécdota del enterrador que decía: “yo no
le deseo el mal a nadie…. pero tengo que sobrevivir”.
He recorrido el trayecto del discurso distorsivo y
opresor que en su “candidez” solapada tiene un
potencial demostradamente efectivo para captar
incautos que creyendo trabajar por los niños/as y
adolescentes terminan legitimando una relación de
dominación de una crueldad feroz. En este
sentido, la denuncia debe ser implacable. También he
planteado las dificultades de un programa
que constituyendo como “centro” la infancia y la
adolescencia tenga en cuenta la historicidad de
la sociedad y su futuro, en términos de instituciones
claves como la familia y la escuela pero
sobretodo, en los medios de comunicación masiva. Habrá
que tener muy en cuenta que la
“mediocracia” tiene un rostro bifronte: desde un lado “vende”
publicidad y noticias, entretiene,
distrae, defiende y legitima el biopoder ocultando sus
estructuras opresivas y desde otro, se
camufla en los momentos de crisis con el objeto de
confundir, controlar y dirigir la protesta para
someterla al poder del statu quo que en
apariencia dice no representar. En el caso de la infancia y
la adolescencia, la industria mediática construye lo
imaginario y lo simbólico desde una
perspectiva biopolítica con lo cual no sólo se pone al
servicio del poder sino que lo integra en su
mismo funcionamiento.
La cuestión de la relación de la infancia y la
adolescencia y la democracia es un tema abierto por
ambos lados: por las dificultades de auto
representación de la infancia y la adolescencia y por la
debilidad creciente de los sistemas de representación
y organización democrática. Pero lo que no
podemos obviar, es que tanto la infancia como los
adultos en situación de pobreza son “cortados”
por la misma relación social que los define
mayoritariamente del lado de las víctimas. No hay
niños/as y adolescentes “afuera” de una relación
social, de lazos sociales que involucran tanto a
ellos como a la generación adulta en una situación de
opresión.
Luego he tratado la “centralidad” de los derechos y su
“juricidad”. El argumento principal es que
del lado del “derecho” sobre todo de los derechos
individuales en la modalidad liberal
hegemónica que inspira al menos parte de la CIDN,
estaremos sujetos a una casuística particular
y limitados a un poder más que débil en la defensa
concreta de los derechos de la infancia y la
adolescencia como relación social. En las luchas
sociales no hay “garantías” individuales
conclusivas por encima de la política. Recordemos que
en 1879, el título original de la
declaración de derechos humanos decía: “Déclaration
des droits de l’home et du citoyen”
indicando que la idea del hombre era inseparable de la
del ciudadano. Los derechos entonces
deben ser conceptualizados como “sociales” y colocados
en el ámbito de una lucha política que
los “signifique” como una posibilidad concreta para
una práctica emancipatoria. Y recordemos
siempre que las prácticas “adaptativas” de lo jurídico
significan desde una visión biopolítica
esencialmente eso: adaptarse al statu quo opresor. En todo caso, tanto en la defensa de
los
sociedad civil no
pero como espacios para la
la adolescencia representan la positividad
generar el
quiebre y desarrollar en el tiempo una fuerza
A lo largo de este trabajo, he tratado de subvertir el
lenguaje para develar las que considero
principales estructuras de operación del biopoder
sobre niños/as y adolescentes y también,
analizar los procesos de producción de subjetividad
que incluye a sus víctimas y victimarios
esperando que este análisis, sea conducente a la construcción de un horizonte social y
político
Así afirmo que la infancia y
largamente inconcluso pero al mismo
realización.
Hechos estos planteamientos deseo insistir en una inversión lingüística básica: la
cuestión de la
argumenta el biopoder. Tal vez sea
para un
proyecto abierto al futuro que comience por
desde el nacimiento, el principio
y la iniciación de la vida. En este
alumbramiento, la primera señal que la vida ha llegado es el grito. Y ante
tanta crueldad con
desarrollan en estado de indefensión, trabajar
denunciar el mundo.
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