Protestas en Brasil

Tensión e incertidumbre / Los próximos pasos

Cómo sostener las demandas y la atención, el dilema de la calle

La falta de líderes que coordinen los reclamos entre los manifestantes amenaza con diluir sus logros

Por   | Agencia AP

SAN PABLO.- Los brasileños lograron la atención del mundo y la derogación del aumento en las tarifas del transporte que había encendido su furia en un primer momento. Pero ahora, dicen muchos, su verdadera tarea apenas comienza.

Los manifestantes creen que el desafío para los brasileños es mantener vivo el espíritu político que se despertó en estos días, después de décadas de apatía. Esperan que surjan líderes para encabezar un movimiento de masas ecléctico y presentar reclamos concretos a los gobiernos nacionales y estatales.

En resumen, quienes salen a las calles dicen que es hora de organizarse en torno a la oleada de quejas, que van desde acabar con la corrupción del gobierno a mejorar la educación pública, la salud y la seguridad. "Creo que los líderes surgirán, pero en grupos más pequeños'', dijo Juliane Furno, una secretaria que marchaba anteanoche en San Pablo con un cartel que decía "Sólo luchar cambia la vida"'.

"Todos estamos llevando las experiencias de la semana pasada a nuestras universidades, comunidades y lugares de trabajo. Creo que las cosas se calmarán, pero ahora hemos politizado a Brasil y no hay vuelta atrás. No vamos a volver al Brasil de la semana pasada'', agregó Furno.

  

A pesar de tanto entusiasmo, los manifestantes de Brasil se enfrentan a un dilema que acosa a los movimientos sociales modernos en América latina y otros lugares. Si las protestas se concentran demasiado en cuestiones concretas como las tarifas del transporte, se arriesgan a perder fuerza cuando el tema se resuelve. Y si tienen un espectro demasiado amplio, entonces sus movimientos pueden convertirse en algo indefinido que sirve para las quejas de todo el mundo.

Occupy Wall Street, por ejemplo, no pudo convertir su indignación por la corrupción en el mundo de las finanzas en una fuerza política. Los manifestantes en Egipto lograron derrocar al dictador Hosni Mubarak, pero desde entonces tienen problemas para mantenerse unidos.

Además, Brasil aún no tiene grupos cívicos nacionales fuertes capaces de convertirse en líderes naturales de las protestas. Las marchas son frescas y aún las impulsa la adrenalina. Sólo un grupo organizado mostró algún tipo de control de las movilizaciones, el Movimiento Pase Libre, que lucha desde 2006 por un transporte público gratuito en todo el país.

Pase Libre levantó una sola consigna y obtuvo su reclamo, al poner al frente a líderes que podrían negociar con los gobiernos. Al resto de los manifestantes sólo los une un descontento general por el estado lamentable de los servicios públicos frente a los altos impuestos que pagan los ciudadanos, así como los miles de millones de dólares gastados en estadios para la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos.

Pero cuando se les pregunta cómo convertir la frustración y demandas dispares en resultados concretos, pocos en las calles podrían describir un camino a seguir. En Salvador, anteanoche, unos 5000 manifestantes no pudieron ponerse de acuerdo ni siquiera sobre una sola ruta para la marcha, y en lugar de lograr un consenso se dividieron en dos grupos.

A raíz de estos desvíos, el Movimiento Pase Libre anunció ayer el fin de las convocatorias a manifestaciones, por entender que las protestas se contaminaron por una agenda de sectores conservadores que objetan el sistema democrático, con consignas "como el rechazo a los partidos políticos, no tan sólo los oficialistas, o el reclamo para reducir a menos de 18 años la edad de imputabilidad penal".

Ricardo Hammem, un abogado de 37 años que asistía a un marcha en San Pablo vestido de traje y corbata, dijo que a pesar de la naturaleza amorfa de las protestas y la falta de dirección a nivel nacional, ya se dio el paso más importante. "Lleva mucho tiempo gestándose. Aquí todo el mundo está insatisfecho, pero nadie se queja", señaló. "Todo el mundo espera a que otros comiencen."

Leonardo Avritzer, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Belo Horizonte, dijo que quedaba poco tiempo para aprovechar el impulso de las protestas. "Este movimiento es como una cebolla -dijo Avritzer-. En el centro están estos grupos bien organizados y politizados alrededor de los cuales hay muchas capas externas. Esas capas exteriores se van a dispersar rápidamente, especialmente si el movimiento no encuentra una manera de convertir sus demandas en una agenda de acciones concretas y sobre todo si mantienen este ritmo de protestas diarias''.

Para el taxista Roberto Amorim, lo que los brasileños necesitan ahora es paciencia y no perder la esperanza si las protestas se calman.

"Hay muchas caras y voces por aquí, ellos protestan a gritos contra el mismo sufrimiento que la mayoría conoce en Brasil", dijo. "Nadie está esperando profundos cambios hoy, mañana o la próxima semana."

Se desmorona la popularidad del gobierno de Dilma Rousseff tras las protestas

 

Según una encuesta, la imagen de la gestión cayó del 57 al 30% en relación a los sondeos que se habían hecho tres semanas antes del inicio de las manifestaciones.

 

DETRÁS DEL ESTALLIDO, MUCHAS CAUSAS

Las masivas protestas sorprendieron al gobierno brasileño

1

El detonante
El alza de la tarifa del transporte público, que ya era caro en relación con los sueldos y ofrecía un servicio de mala calidad, desató la primera protesta y resultó ser apenas el síntoma de un malestar latente contra la marcha general del país

2

Declive
Detrás de las luces de la nueva potencia mundial se ocultaba una desaceleración de la economía de 7,5 a 0,9% en los últimos tres años y una inflación anual de 6,5%

3

La copa amarga
Al inseguro rumbo de la economía se sumaron los gastos para el Mundial de fútbol, vistos en detrimento de la salud, la educación y la vivienda

4

 

 
ma "traidora"
Para muchos brasileños, la presidenta Dilma Rousseff se distanció de los sectores más humildes de la sociedad, de los que años atrás surgió como militante y que decía representar, al igual que el Partido de los Trabajadores al que pertenecen ella y su antecesor, Luiz Lula da Silva

 

5

Corruptos, afuera
La sociedad se cansó de la corrupción estructural en las altas esferas del poder y entabló una cruzada para dejar atrás esas prácticas que desvían miles de millones de dólares -que deberían asignarse, entre otras cosas, a mejorar los servicios públicos- a los bolsillos de los funcionarios

6

Más reflexión
La clase media, que se fortaleció en los recientes años de esplendor, tomó conciencia de las muchas grietas del modelo social y económico.

COMENTARIOS DE LECTORES:

hector tilgorita

el problema de como dirigir a esta masa de gente, es la contradicciòn de su fundamento en la protesta, y la contradicciòn de la base polìtica de sus posibles lìderes, que tienen que surgir de una oposiciòn a un gobierno progresista.La contradicciòn de su protesta, radica en que pregonando el reclamo por derechos sociales, se pretendan soluciones conservadoras.(en nuestro paìs, pretender ejercer el derecho a la compra de dòlares, en detrimento del proteccionismo econòmico del estado).Por otro lado, los dirigentes que surgen de un derecha atemporal y que demuestra una ineficacia explìcita en las potencias mundiales, de donde es originaria, que todavìa no se da cuenta, que el socialismo, llegò para quedarse.Aunque los medios de comunicaciòn pagados, sigan confundiendo, malinformando a una minorìa influenciable de desprevenidos, que actuaràn de manera anàrquica, en Latinoamèrica, hay un proceso socialista que no tiene vuelta atràs.

Diana50

En Chile gobernó Bachelet, los estudiantes nunca le pidieron reforma alguna, no le hicieron marchas furiosas. Subió Piñera y comenzaron la marchas pidiéndole a un gobierno de derecha lo que no le pedían al de izquierda, será porque saben que es un imposible y quieren hacernos creer que la derecha es mala y la izquierda es buena. Si gana Bachelet en la próximas elecciones me gustaría ver a los estudiantes en las calles pidiendo por lo que consideran justo, de lo contrario demostrarían su hipocresía. El socialismo solo funciona en los libros, la verdad es que todos debemos tener derecho a trabajar, a estudiar y luego cada uno será lo que deba ser en función su actitud y aptitud.

vivalarepublicaa

igual no te preocupes, hector. siempre vas a tener ezeiza abierto para irte con tus nietos a venezuela o cuba para laburar de bloguero negador de la realidad. pero en argentina no vas a conseguir laburo de eso en unos años.

vivalarepublicaa

puede que aparezca un proceso socialista real que de verdad busque mejorar la vida de la gente pero el final del proceso populista del chavismo es lo que no tiene vuelta atrás.con un abominable fraude electoral apenas pudieron vencer a la oposición venezolana. perdieron el apoyo de más de la mitad de venezuela después de tantos años el chavismo cada vez pierde más seguidores.si fuera un proceso socialista exitoso no tendría sentido que cada vez pierda más apoyo de la gente.  el chavismo trató de infectar a argentina. su sistema político que destruyó la república venezolana fue rechazado por el pueblo argentino y la corte suprema de justicia.  ahora en brasil hay un proyecto dando vueltas que también trata de someter al poder judicial. será rechazado también por el pueblo. los pueblos de sudamerica se estan despertando al ver el desastre que dejó el chavismo en su propio país. no quieren ese modelo que solo hace ricos a unos pocos políticos y no benefician en nada a sus pueblos a largo plazo

Brasil: no se globaliza sólo el capital, también la protesta

POR MARCELO CANTELMI

22/06/13

La primera dimensión del impactante estallido popular en Brasil es global. El gigante sudamericano se suma a un fenómeno que ha cruzado el mundo ensamblando de otro modo a la democracia que parece organizarse ya no en torno a las instituciones sino a partir de la calle. Es una reacción sanguínea contra formas de la república que han perdido espesor y diluido el poder ciudadano con retrocesos impactantes -el caso europeo es paradigmático- en el rol protector del Estado.

La otra dimensión, es la que surge de la propia cuestión nacional brasileña. El furor se alimenta ahí en la frustración de una extensa capa de clases medias que, pese a los números macro que muestra el país, han venido perdiendo espacio en el reparto.

No es sencillo ver una sin observar a la otra. Estas dos grandes superficies, la global y la doméstica, se conectan con una multiplicidad de puntos en común.

El movimiento planetario de indignados ha sido, para algunos observadores, la emulación a ese nivel global de la toma de la plaza Tahrir en Egipto que fue la cabecera de una revolución popular que acabó con una dictadura de medio siglo. Hubo en ese proceso elementos que se reiteraron en el otro extendido fenómeno de protesta. Uno de ellos, el uso de las redes sociales a nivel asambleario y organizativo. Otro, la presencia de vanguardias de sectores medios que si bien lograron la victoria gracias a las huelgas de los grandes sindicatos obreros egipcios, estuvieron al frente de la batalla con códigos nuevos.

Lo que buscaba, y aún pretende, la versión occidental de este fenómeno participativo era mejorar la democracia enarbolando el derecho de la gente para incidir en el reparto de la riqueza. El planteo aterrorizó al poder porque puso en cuestión, desde una vereda imprevisible, la idea de cómo funcionan las cosas, de ahí la feroz represión que se descarga sobre este activismo.

“No son los superfluos ni los excluidos, no es el proletariado: es la clase media la que esta protestando en las plazas públicas. Eso le quita legitimidad y estabilidad al sistema”, advirtió ya hace dos años desde Munich, el sociólogo Ulrich Beck.

No se debe perder de vista que estos procesos, tanto los árabes como los europeos y hasta el significativo Occupy Wall Street, han tenido el mismo disparador en la gigantesca mutación que produjo la crisis iniciada en setiembre de 2008 en su forma actual global o un año antes en el escenario nacional estadounidense.

La idea de que ese crack universal fue consecuencia de un fracaso del modelo de acumulación, se corrigió rápidamente al advertirse que lo que sobrevino fue una aceleración sincronizada de la concentración, y el desmoronamiento de las bases de los gobiernos a favor de una estricta receta de mercado. En Europa, eso se tradujoen la demolición del Estado Benefactor habilitando una oceánica transferencia de recursos públicos al sector privado y reducciones antes impensadas de la renta salarial, de los límites a los despidos y la consolidación del lugar de los bancos, que han sido los centrales beneficiarios de esta novedad.

En esa línea, es interesante notar que la rebelión en Brasil se produce sobre las horas de la movilización que venía conmoviendo al mundo en Turquía. Lejos de comparaciones forzadas, un factor común surge en esos países: s us economías tuvieron un auge notable a lo largo de la década pasada pero ese rendimiento se revirtió en los primeros años de la actua l. En Turquía desde 2003 se triplicó el ingreso per cápita. Y en nuestro gigantesco vecino, en los años de apogeo, se pasó de 29% de población de clase media en el total nacional a un impactante 52 % a fines de la década. Semejante cambio se produjo de la mano de un salto de hasta tres veces a 2,4 billones de dólares del PBI nacional impulsado por el viento de cola del precio de los commodities alimenticios y energéticos y una industria pujante. La economía de Brasil subió a la altura de las potencias europeas. En Turquía un milagro similar, aunque más acotado, se cortó con el desplome a 2,8% de la economía en 2012, cuando doce meses antes tocaba 8,5%. Para Brasil el escalón fue igual de duro: el PBI que era de 7,5% en 2010, pasó a 2,7% el año siguiente y menos del uno en 2012.

“De pronto las aspiraciones de las clases medias colisionaron con la incapacidad de sus países para satisfacerlas”, sintetiza el economista norteamericano-alemán Uwe Bott al comparar ambos escenarios. Es la clave que señalaba Beck. Es notable, además, la presencia de no una sino de diversas formas de clase media en estos procesos. En el inicio de las protestas en Brasil, los regimientos de irritados se integraron con los sectores medios que ya lo eran cuando el ex presidente Lula da Silva ampliaba de tal modo ese sector en la economía brasileña. Son, en parte, grupos cuyo ingreso orada una inflación que no cede y que los obliga a reducir sus gastos completando el ciclo del estancamiento. Pero también otros que tienen una pretención más ambiciosa para el país que la que le han relatado. Ni antes ni ahora se ha resuelto la inequidad brutal que marca al gigante brasileño.

Lula, un presidente, en verdad, mucho menos socialista que promercado pero que entendió el valor de reducir la pobreza para ampliar el consumo y aliviar tensiones, lideró un proceso que se agotó después de 8 años.

Ese legado quebrado es el que le arde ahora en las manos a Dilma Rousseff, su confidente y delfín. La gente que protesta en las calles lo hace porque no logra conectar el enorme crecimiento del país con su realidad cotidiana, ni resolver el divorcio del discurso político de sus demandas de una mejor calidad de vida, educación, salud, seguridad y transporte. El gobierno ha buscado administrar la coyuntura con recortes fiscales y subsidios, pero acabó acelerando la inflación y la deuda pública.

La furia contra el mundial de fútbol del año próximo, cuando concluye el poder de la mandataria, resume a modo de símbolo ese malestar en un país fanático de ese deporte.

Dilma, que tenía un apoyo de 75% en marzo pasado, continuó un gigantesco plan de obra pública alentado por Lula, que incluye US$ 13 mil millones para financiar el campeonato y más fondos para los Olímpicos de 2016. Esa montaña de dinero acabó siendo el contraste menos esperado -y más antipático- entre lo que hay y lo que debería haber.

Copyright Clarín. 2013.

 

20/06/13

“Brasil, es hora de acordar, un profesor vale más que Neymar”, decían las letras negras sobre el fondo blanco del cartel que saltaba al compás de la multitud. Fortaleza, como casi todo el país por estos días, anda con la bronca encendida. Y la Copa Confederaciones se ha transformado en la vidriera ideal para exhibir el descontento.

Hasta el propio Neymar, la joya del seleccionado brasileño, salió a decir ayer: “La única forma que tengo de representar y defender a Brasil es dentro del campo de juego. A partir de este momento salgo a jugar inspirado por las movilizaciones ”. Y vaya si lo hizo un rato después: marcó un gol y construyó una obra de arte para que su compañero Jo sellara el triunfo. Claro, las quince mil personas que le dieron forma a la manifestación antes del partido que Brasil le ganó 2-0 a México en el estadio Castelao, en el corazón del nordeste brasileño, no hicieron más que acercar el malestar popular al equipo nacional.

Pero, a diferencia de la movilización básicamente pacífica que hubo el sábado en Brasilia, ayer hubo desborde sobre la avenida Alberto Craveiro. Unos 40 mil manifestantes atravesaron el primer cordón policial y al llegar al segundo, a dos kilómetros del estadio, chocaron con los 500 integrantes de las fuerzas de seguridad, que a último momento recibieron el apoyo de grupos de élite que llegaron a la capital del estado de Ceará para contener semejante furia. Palos y cascotes en manos de la gente, gases lacrimógenos y balas de goma en poder de la policía. Y una nueva secuencia de los disturbios que entrelazan los reclamos por el aumento en las tarifas de transporte y a favor de un mejor sistema de salud, de seguridad y de educación, con la bronca por el enorme gasto público que genera la organización de la Copa del Mundo 2014.

El coronel Joao Batista, vocero de la policía militar de Fortaleza, mostrando su brazo averiado producto de un piedrazo, se apuró en indicar que hubo al menos 8 agentes de seguridad heridos, aunque no fueron pocos los manifestantes que la pasaron mal. Incluso un puñado de periodistas fue agredido y amenazado por los policías.

Los 30 grados de temperatura que gobernaron ayer en Fortaleza acompañaron el arribo de los integrantes de la Fuerza Nacional de Seguridad enviada por el gobierno a cinco de las seis ciudades en las que se desarrolla la Copa. Sólo Recife, por ahora, no fue reforzada por estos agentes nacionales que asumen el rol de policía militarizada en situaciones extremas.

Y en este sentido, la bronca popular seguirá acompañando a la pelota en su gira constante a lo largo de este torneo que empezó el 15 en Brasilia y concluirá el domingo 30 en el Maracaná. Aquí, en el templo carioca, esta tarde se enfrentarán España y Tahití, y habrá reclamos antes del encuentro.

“Ey, FIFA, paga mi tarifa”, decía otro cartel ayer en Fortaleza. Pero el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, no está de acuerdo: “Las obras dejarán un legado en el país. Y después de todo, nosotros no le pedimos a Brasil que se haga cargo de la Copa del Mundo. Fue Brasil el que pidió organizarla”, se quejó.

Mientas tanto, el secretario del ministerio de Deporte de Brasil, Luiz Fernandes, confirmó que se llevan gastados 28 mil millones de reales (unos 13 mil millones de dólares) con vistas al Mundial del año que viene. Pero sólo por ahora, claro. En julio habrá otro informe con nuevas cifras.

Intentan incendiar la alcaldía de San Pablo y Dilma Rousseff viaja de urgencia

Unos 50.000 manifestantes marchan por el centro de la ciudad en protesta por el incremento en el transporte y los gastos para el Mundial 2014

SAN PABLO (AFP).- Unas 50.000 personas marcharon esta noche hasta la alcaldía de San Pablo para expresar su reclamo por los excesivos gastos que genera la Copa del Mundo de Fútbol 2014, además de la indignación por el aumento en el precio del transporte efectuado la semana última, lo que obligó a la presidenta Dilma Rousseff, a realizar un viaje relámpago a la ciudad.

La violencia llegó hasta la puerta de la alcaldía local, donde varios manifestantes incendiaron un coche de la televisora Récord y un quiosco. También rompieron vidrios y pintaron grafitis en las paredes de la alcaldía y sacudieron una camioneta de la televisión Globo, mientras en la avenida Paulista, una de las principales de la ciudad, decenas de miles se manifestaban pacíficamente.

Rousseff hizo un viaje relámpago a Sao Paulo esta noche para reunirse con su padrino político, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), informó la Presidencia.

Según el diario Folha de Sao Paulo, ambos se encontraron con el alcalde de San Pablo, Fernando Haddad -también del izquierdista Partido de los Trabajadores- en el aeropuerto de Congonhas para discutir una eventual rebaja del boleto de bus, subte y tren en la ciudad, reivindicación que desató el movimiento de protesta en Brasil.

Porto Alegre, Recife y otras capitales estatales brasileñas anunciaron hoy reducciones en el precio del transporte público tras las multitudinarias protestas. El alcalde de Sao Paulo aceptó revisar la tarifa de los autobuses tras una reunión con integrantes del Movimiento Pase Libre, según los cuales las manifestaciones continuarán hasta que se revoque el aumento.

"REPUDIO A LA CORRUPCIÓN"

Rousseff se comprometió a escuchar a los manifestantes luego de que más de 200.000 brasileños salieran a las calles el lunes contra el alza del transporte y los altos costes del Mundial, en momentos en que se celebra en seis ciudades de Brasil su ensayo general, la Copa Confederaciones.

"Mi gobierno está escuchando esas voces por el cambio. Mi gobierno está empeñado y comprometido con la transformación social. Este mensaje directo de las calles es de repudio a la corrupción y al uso indebido del dinero público", afirmó la mandataria, que ha despedido de su gobierno a siete ministros acusados de desvío de dineros públicos.

En San Pablo, unos 50.000 manifestantes, según el instituto de sondeos Datafolha, y más de 10.000, según la policía, marcharon desde la catedral hasta la alcaldía. "Estoy acá porque quiero reclamar por todo ese dinero usado en los estadios. Quiero educación, hospitales, y al menos tener una ciudad más limpia", dijo a la AFP la estudiante Alina Castro, de 18 años.

Los manifestantes, convocados a través de las redes sociales, son en su mayoría jóvenes con educación superior y apolíticos. "No quiero que haya más corrupción, ni que los brasileños tengan que pagar tan altos impuestos para nada. Falta inversión en educación, salud, transporte", dijo otra joven estudiante, Marina Santos.

Las protestas en Brasil tienen algo en común con las de Turquía o Egipto: "Un trasfondo de profundo cambio social, de ascensión de una nueva clase media", dijo a la AFP el economista André Perfeito, de la consultora Gradual Investimentos. En la última década, 40 millones de personas ingresaron a la clase media -que hoy abarca a más de la mitad de la población- y el país vivió una explosión del consumo y un inédito acceso al crédito.

MÁS PROTESTAS

Otra manifestación reunía a 5000 participantes, según la prensa local, en Sao Gonçalo, una pequeña ciudad cercana a Rio de Janeiro, también en contra del aumento de la tarifa de autobuses.

El lunes, los manifestantes intentaron apoderarse de símbolos del gobierno: en Brasilia se subieron pacíficamente al techo del Congreso nacional, en Rio intentaron invadir con violencia la Asamblea Legislativa estatal y en Sao Paulo y Curitiba buscaron ingresar a la fuerza en la sede del gobierno estatal. Fueron las mayores protestas en Brasil desde las manifestaciones contra la corrupción del gobierno de Fernando Collor de Mello en 1992, que renunció durante su juicio político ante el Senado.

La mayoría de las protestas fueron pacíficas, aunque en algunas ciudades, como en Rio, terminaron con violencia desatada por pequeños grupos, que fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos, balas de goma y tiros al aire.

Otras manifestaciones están convocadas para este jueves en varias ciudades del país, incluida Rio de Janeiro, una de las seis ciudades sede de la Copa Confederaciones.

Las protestas podrían afectar a los partidos de la Copa ese día, cuando se enfrenten en el Maracaná de Río España y Tahití, y en Salvador Nigeria y Uruguay. "Brasil nos pidió ser sede de la Copa. Nosotros no se lo impusimos", dijo el presidente de la FIFA, Joseph Blatter.

El entrenador brasileño Luiz Felipe Scolari y varios jugadores de su 'seleçao' manifestaron su apoyo a las manifestaciones pacíficas. "La selección es del pueblo, somos del pueblo", aseguró Scolari, que desde que asumió la selección a finales de 2012 busca reconquistar la confianza de la hinchada, perdida en el mal desempeño del equipo.

Agencias AFP, EFE y AP.

COMENTARIOS DE LECTORES

ERiso1

El gobierno se asusta porque el pueblo brasilero raramente protesta de forma masiva. Si protestan como ahora es porque están hartos en serio y no van a parar hasta que consigan lo que quieren...

 

 

robertobrasil

Orgulho de ser BRASILEIRO!!! " VERÁS QUE UM FILHO TEU NÃO FOGE A LUTA..."

joseorlandod

no lei la nota de majul llamando a la unidad opositora pero segun el en brasil, chile y uruguay se gobierna con sencillez y sentido comun. lastima que el sentido comun en politica lo que suele hacer es acentuar las contradicciones de una sociedad, como ser que con un sueldo de 680 reales se te vayan 120 como minimo en transporte. lo bueno es que se van cayendo los espejitos, lo malo es que hay gente que se pone cada vez mas nerviosa.

Miguelo75

No llores por mi La Nación.

 
coxablanca

A rede globo foi alvo de manifestações por parte da juventude. Firmaram palavras de ordem contra a emissora. A revista veja também foi alvo de ataques. Os estudantes não querem que a direita assuma o controle do movimento. Tentaram, hoje, novamente, dirigir-se até onde está localizada a sucursal paulistana da emissora, mas foram impedidos pela polícia. Gritavam "o povo não é bobo, abaixo a rede globo. Parece que esse movimento quer uma ruptura com as oligarquias e avançar com as conquistas sociais. Mais saúde de qualidade. Mais segurança. Mais distribuição da renda. A direita tenta direcionar o conflito para longe de seus interesses. Mas, parece que , se houver uma ruptura com as oligarquias conservadoras, uma nova etapa de prosperidade surgirá e propagar-se-á por toda a américa latina.

 
250938

Cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar. OOOJOOOO.

 
 
julisan77

no pude evitar reirme con tu comentario y aunque te excedes , pienso mas o menos lo mismo . Haria lo mismo con el congreso cuando hay sesion y esta bien lleno ,pero seguro iriamos presos , los politicos son impunes , siempre .

Miguelo75

Pero qué tara.do que sos, en 1er lugar eso es una anarquía total, y en 2do lugar los brasileros tendrían que imitarnos a nosotros, acá se protesta por todo, ya te olvidaste del 8N? de la protesta de antes del 8N? los brasileros no protestan ni la 5ta parte de lo que se protesta acá, y tienen sobrados motivos para hacerlo.

 
 
Diabloanalfa

Brasil nos lleva anios de ventaja politica y democratica, tanto el alcalde de sp como dilma inmediaramente al otro dia se pusieron a escuchar el reclamo a ver que pueden hacer mejor !! Encima algunos manif. De sp se pusieron a barrer las calles al otro dia de la protesta, que tal ?

 

 

Disturbios

Brasil se estremece: violencia en el mayor día de protestas

Más de 1 millón de personas salieron a la calle pese a las concesiones del gobierno; atacaron la cancillería y hubo saqueos en Río y Porto Alegre; un muerto

Por   | LA NACION

RÍO DE JANEIRO.- La fiesta en Brasil se volvió anoche una pesadilla. Después de que más de un millón de personas salieran a las calles de las principales ciudades de todo el país para celebrar que las autoridades habíansuspendido el polémico aumento de las tarifas de transporte, la situación se desbordó horas más tarde en varios lugares: hubo saqueos, duros enfrentamientos con la policía, detenidos, heridos y el primer muerto en esta oleada de protestas que ha estremecido a Brasil y desconcertado al mundo.

Al caer la noche, las escenas de caos se repetían en distintos rincones del país. En Brasilia, la capital, una multitud intentó invadir el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, y terminó provocando un incendio en sus puertas.

Batallas campales estallaron entre manifestantes y la policía en Río de Janeiro y Porto Alegre, seguidas por asaltos a bares, saqueos de negocios, destrucción de edificios públicos y vandalismo generalizado. Todo esto envuelto en gases lacrimógenos y humo de fogatas, bajo una lluvia de balas de goma y piedras. Los disturbios, que se repitieron en Belén, Vitoria y Campinas, dejaron centenares de heridos y detenidos.

 

En el municipio paulista de Riberão Preto, tres personas fueron atropelladas por un auto que intentó romper el bloqueo que manifestantes montaron en una avenida; uno de los heridos murió.

Frente a la persistente turbulencia social, la presidenta Dilma Rousseff decidió cancelar un viaje a Japón que tenía previsto para la semana próxima y hoy tendrá una reunión de emergencia con su gabinete.

La oficina de prensa presidencial informó que la mandataria prefirió no ausentarse del país y seguir de cerca los acontecimientos. De hecho, con la situación tan inestable luego de la tentativa de invasión de Itamaraty, el cercano Palacio del Planalto fue rodeado por unos 200 agentes que crearon un escudo humano para proteger a la jefa de Estado allí adentro.

La convulsión nocturna estuvo en claro contraste con cómo había comenzado la nueva jornada de manifestaciones.

"El gigante despertó. Estamos aquí para quedarnos" Con consignas como ésa, más de un millón de brasileños volvieron a tomar las calles para celebrar que las autoridades habían cedido el día anterior en su polémico aumento de las tarifas de transporte. Pero también dejaron en claro que aunque ganaron esta batalla la lucha continuaría en contra de la corrupción y el despilfarro, y por mayores inversiones en educación, salud y servicios públicos.

En el centro de Río de Janeiro, al final de la tarde, más de 300.000 personas desbordaron la avenida Presidente Vargas. Gente de todas las edades, pero principalmente jóvenes estudiantes o profesionales de clase media llegaron al lugar con sus caras pintadas de verde y amarillo, ondeando banderas brasileñas, disfrazados, haciendo sonar silbatos e instrumentos musicales en espontáneas batucadas.

"No importa que hayan suspendido el alza en los boletos de transporte; ése fue el catalizador de las protestas; apenas la punta de un iceberg. Estamos acá porque tenemos que mantener la presión; demostrarle a la clase política que estaremos vigilantes, atentos a lo que hacen con nuestro dinero. Tienen que aprender que deben rendir cuentas a una sociedad que reclama mejores hospitales, escuelas y transportes", comentó a LA NACION el chef Felipe Gouvea, de 26 años.

Entre música y bailes, entonaron cánticos en contra de los 15.000 millones de dólares que se están invirtiendo en la actual Copa de Confederaciones, el Mundial del próximo año y los Juegos Olímpicos de 2016. Y no faltaron las referencias a los 20 centavos de aumento en las tarifas de transporte en San Pablo, que a principios de mes disparó las revueltas, aunque ahora las reivindicaciones se ampliaron a las más variadas cuestiones, desde los derechos de los homosexuales hasta el calentamiento global.

El mismo ambiente reinó al comienzo de las congregaciones en San Pablo, donde más 110.000 personas bloquearon la avenida Paulista; en Recife, que reunió a unos 50.000 manifestantes; en Brasilia, la capital federal, que tuvo los jardines del Congreso ocupados por 30.000 personas, y en otras grandes ciudades, como Fortaleza, Manaus, Porto Alegre, Curitiba y Florianópolis. En total, hubo marchas en un centenar de localidades, en una de las oleadas de manifestaciones más masivas que se recuerden desde el regreso de la democracia, en 1985.

Tanto el gobierno como la clase política parecen perplejos ante esta efervescencia de reclamos. El oficialista Partido de los Trabajadores (PT) subestimó las primeras protestas y menospreció a los indignados. "No es contra el PT, es contra todo el sistema político, contra la manera de hacer política sin tener como prioridad a la gente. Queremos que todos entiendan el mensaje", señaló a LA NACION la diseñadora carioca Cristiane Lamartine, de 37 años.

Interrogadas acerca de por qué los reclamos estallaron ahora, la mayoría de las personas que participaron de las marchas ayer citaron la desproporcionada represión policial el jueves de la semana pasada en una de las primeras manifestaciones pacíficas, y también resaltaron la atención de los medios en este momento con la Copa de Confederaciones.

"La Copa les dio visibilidad a las manifestaciones y ayudó a que se propagara el espíritu de fastidio. Y cuando el mundo está mirando, nuestros gobernantes no pueden simular como si nada sucediese; están obligados a reaccionar", indicó la cosmetóloga Lelia Bello, de 53 años, mientras caminaba antes de que la situación se fuera de control..

LAS CIFRAS DE LOS INDIGNADOS

Protestas en Brasil

Editorial I  LA NACION

El mensaje de los indignados de Brasil

Los hechos sucedidos en Brasil en los últimos días muestran cómo una sociedad satisfecha en sus necesidades básicas puede exigir un mejor gobierno

Las estadísticas no siempre bastan para entender las razones de los pueblos cuando éstos reaccionan ante lo que consideran una injusticia y salen a las calles a manifestarse, como ha ocurrido en estos últimos días en Brasil. El país vecino es hoy la quinta economía mundial, caracterizada por un fuerte crecimiento económico y un vertiginoso proceso de movilidad social en las dos últimas décadas, en lo que se ha constituido en un ejemplo de desarrollo.

Sin embargo, todo ese panorama, que tan alentador se veía desde afuera, acabó prácticamente en una noche, cuando un simple hecho desató la convulsión social: el detonador fue el aumento del valor del transporte público en San Pablo, que subió de 3 a 3,2 reales. Inesperadamente, las manifestaciones ganaron las calles y se extendieron a varias ciudades; como fueron duramente reprimidas -hubo numerosos heridos graves-, se hicieron más masivas al mismo tiempo que también crecían sus motivos: no se trataba ya sólo del transporte, sino del resto de los servicios públicos, caros y de baja calidad, y los altos impuestos, el encarecimiento del nivel general de vida, el derroche identificado en los gastos del Mundial y las Olimpíadas y, por sobre todo, la corrupción.

Los expertos internacionales han tratado de explicar este fenómeno -y otros parecidos, como los ocurridos antes en Túnez, Chile y Turquía- justamente como un resultado sorprendente pero esperable luego de las profundas transformaciones sociales producidas en Brasil en muy poco tiempo, y en las expectativas que provocan en quienes, habiendo satisfecho por primera vez sus necesidades básicas y todavía más, sólo ahora comprenden mejor que están en condiciones de reclamar por sus derechos como ciudadanos.

Según los datos aportados por organismos internacionales como el Banco Mundial o la Cepal, entre 1992 y 2012, en Brasil el producto bruto interno por habitante (medido en dólares y a precios del año 2012) pasó de 4500 dólares a 10.800; es decir que se incrementó en un 140 por ciento, y la clase media, entendida como las familias que viven con más de 10 dólares diarios por miembro del hogar, pasó del 19,6% al 46,6% de la población total. Pero también la presión impositiva general creció: pasó del 23% al 35% del PBI, es decir, creció en 12 puntos porcentuales, casi un 50% en 20 años. Ésta es una realidad que nunca habían experimentado los que ahora acceden a una escala social superior.

Como se mencionaba ayer en un artículo de Moisés Naím publicado en este diario, estos contrastes tan marcados tienen su explicación en el hecho de que un desarrollo económico y social tan rápido como el experimentado por la población de Brasil implica también transformaciones rápidas en el seno de la sociedad, y las demandas no sólo se multiplican, sino que exigen la misma rapidez en ser resueltas. La forma de expresión adoptada por los reclamos (convocatorias multitudinarias, a través de las redes sociales, y sin líderes políticos ni sindicales ni empresarios que las encabecen) es también nueva.

Pero esta realidad brasileña no debería extrañarnos, por lo menos a los argentinos. En nuestra experiencia hay por lo menos tres hechos en los que una parte sustancial de la sociedad también salió a la calle a reclamar: el 13-S, el 8-N y el 18-A también hubo ciudadanos que quisieron demostrar vivamente su preocupación ante la falta de respuestas del Estado en materias tan fundamentales como la inseguridad, la corrupción (que alcanza al transporte público y a los servicios) y la defensa de las instituciones republicanas. Como en Brasil en estos días, se trata de ciudadanos argentinos que son castigados con una presión impositiva cada vez mayor, a cambio de lo cual perciben que reciben cada vez peores servicios del Estado.

Ahora, la presidenta Dilma Rousseff, que comprende cuán delicado es este momento político y social de su país, en una reunión con gobernadores y alcaldes ha propuesto celebrar un plebiscito para emprender una profunda reforma política, en respuesta a la ola de protestas que han conmovido a su país. Rousseff, con gran sentido práctico, ha comprendido que la misma fuerza que produce estas turbulencias políticas puede ser transformada en una fuerza positiva que se adapte a lo que la sociedad está reclamando.

En estas noches deben de haber estado prendidas muchas luces en América latina. El mensaje del pueblo brasileño ha sido claro: o diálogo y decencia, o desenlace y decadencia. Ese mensaje empieza a ser comprendido por las autoridades del país vecino.

Como decíamos recientemente desde estas columnas, ningún país acosado por divisiones, odios y resentimientos puede proponerse con serias posibilidades de éxito objetivos superadores, porque sólo una fuerte voluntad política y social por recrear mecanismos idóneos para el diálogo podrá conducirlo hacia un camino de armonía y concordia. Aunque los procesos son diferentes, no podemos dejar de mirar lo que ocurre en Brasil y reflexionar; también los argentinos esperamos de parte de nuestros gobernantes una actitud de diálogo y de respeto, porque sólo así puede crearse un auténtico progreso, basado en la búsqueda del bien común..