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Espacio público, comunicación y política
¿Quién construye qué agenda? - Manuel Barrientos
Autor: Flavia Dolce 
Lic. en Comunicación - UNLAM
flaviadolce@gmail.com

Hace tiempo que nuestro país vive momentos de incertidumbre y descorazonamiento, de divisiones tontas que nos llevan a pelearnos entre todos o, en los peores casos, al silencio; total, “nadie nos comprende”. En la intimidad del hogar, nos preguntamos qué está pasando. Tal vez, en alguna reunión con amigos; digo tal vez porque, incluso, hay pruritos de compartir con amigos nuestras inquietudes, tan revuelto anda el ambiente.

 
Vacilaba frente a mi biblioteca cuando apoyé mis dedos sobre el lomo de un libro. ¿Qué leer? ¿Sobre qué tema? ¿Para qué? Muchas preguntas que no tenían una respuesta fácil. Seguía con la vista uno a uno los estantes hasta que me detuve en la mano, que seguía erguida sobre un lomo oculto. ¿Qué había detrás de ella? Así fue como di con ¿Quién construye qué agenda?, un libro que empezaba con una pregunta. Dudaba desde el comienzo, como lo hacía yo.
Apenas comencé la lectura, supe que había encontrado una herramienta donde descansar mi insistente pesquisa. Así como desde el título arranca cuestionando, en los seis capítulos restantes, seguirá con la indagación. Podría decir que su autor, Manuel Barrientos, reflexiona en voz alta sobre la posibilidad de construir espacios de participación ciudadana, de discusión, “que permitan poner en marcha soluciones colectivas a las necesidades comunes”. Pero la verdad es que hace mucho más que eso, se remonta al pasado, lo analiza, lo desmenuza, para luego resignificar el presente.
 
¿Quién construye qué agenda? indaga en las causas que llevaron a la disolución de puntos de anclaje, como la nacionalidad, la ideología, la religión o la estabilidad laboral, entre otros. Además, analiza qué entendemos por “lo público”, qué nos hace sentir tan lejos de la política y la posterior falta de participación en ella. Barrientos afirma: “Nos cuesta detenernos en el otro”. Al no detenerme, tampoco puedo reconocerme en ese otro que es diferente de mí. El otro es un extraño, un sospechoso, un posible competidor, y eso me genera miedos, me hace sentir en riesgo. De ahí que los espacios públicos sean zonas de frontera de carácter “intransitable”, que no vemos como áreas de encuentro, sino como espacios que queremos atravesar rápido, no sea cosa que nos tropecemos con uno “distinto de nosotros”.
 
Barrientos busca sin cesar –en solo cien páginas– respuestas sobre la posibilidad de encontrar, en los medios de comunicación y las nuevas tecnologías, lugares donde deliberar acerca de los problemas colectivos; y, si nos es aquí, qué otros lugares podemos generar para intervenir y facilitar que otros intervengan en esa discusión. Asimismo, examina la labor del periodismo y la visión que se tiene de ese actor social.
 
El periodista e historiador Ryszard Kapuściński sostiene que en el establecimiento de la agenda “predominan no el reflejo del mundo real, sino la competencia entre los medios, porque no se permiten carecer de la noticia que posee el rival”. Barrientos agrega: “… si bien los periodistas aseguran que informan sobre lo que ‘la gente pide’, hoy sabemos que los contenidos que circulan por los diferentes medios audiovisuales pertenecen mayoritariamente a unas pocas corporaciones, que a su vez dominan los sistemas de distribución y circulación de esos contenidos”.
 
El vaciamiento de lo público permite que los medios se presenten como la auténtica plaza pública donde reflexionar de forma colectiva, y “la opinión pública solo es admitida esporádicamente en los casos en los que actúa como masa glorificadora de los poderes establecidos”. Por eso, Barrientos insiste en repensar cuál es el rol del Estado en la construcción de esos espacios.
 
¿Podremos superar la doble reducción de la política como gerenciamiento y el ciudadano como elector-consumidor-usuario? Lo que deja claro ¿Quién construye qué agenda? es que la construcción de lo público no es responsabilidad de un solo sector.