ORIENTACION VOCACIONAL Y MERCADO DE TRABAJO

Ana María Arregui

Lic.en Filosofía. Integrante del Departamento de Orientación Vocacional del C.B.C. -U.B.A. Ex Asesora de Formación Profesional de la Dirección del Adulto, Pcia. de Bs. As. Técnica del Area de Educación - Trabajo de la DINEA (Dirección Nacional de Educación del Adulto).


En estos últimos dos o tres años hemos comenzado a pensar si Orientación Vocacional debería agregar una función respecto a la relación entre educación y trabajo, y dilucidar en qué consistiría. A lo largo de este período, los consultantes de nuestro Departamento de Orientación Vocacional (ya inscriptos en el C.B.C. y en situación de cursada) fueron verbalizando con más insistencia cuestiones como éstas:

"_Había pensado seguir Matemática, después Física, pero teniendo en cuenta una salida laboral segura me anoté en Ingeniería."

"_Me inscribí en Farmacia, pero no estoy muy seguro. No sé si realmente me gusta. Prefiero... lo humanístico. Esto lo hago (se refería a Farmacia) porque tiene salida laboral."

"_El año pasado me gustaba todo. Pasaba de una carrera a otra. Llegó octubre (fecha de inscripción al C.B.C.) y me inscribí en psicología. En mi casa, mi padre me hizo pensar que no iba a tener trabajo. En marzo (antes del comienzo de cursada al C.B.C.) me cambié a Abogacía. Y ahora no sé ... ¿Qué hago?."

"_Ya terminé el C. B.C. y cursé cuatro materias en Abogacía. No me gusta ni lo que se estudia ni la gente. Siempre me gustó geografía, pero sé que con eso no tendré posibilidad de acceder a un buen sueldo, no sé si con ese título podré llegar a vivir bien."

Le pregunto: "¿Qué es para vos "vivir bien"?": "Vivir bien económicamente. Tener independencia económica. Con Geografía dependo de un sueldo como docente o investigador. Y con eso, ¿cómo vivo?."

Y de estudiantes que aún no habían terminado el secundario, nos llegaron estas preocupaciones:

"_Me gustaría seguir maestra jardinera, pero no le veo futuro a eso." _.Me hablaron de Imagen y Sonido. ¿Qué es, qué se estudia?". Consultamos el plan de estudios juntos, lo analizamos y le informo que es una carrera bastante nueva en la UBA. Reacciona: -Y una carrera nueva, ¿es mejor que las tradicionales? ¿Será suficientemente conocida por las empresas?.

"_Quisiera seguir Química. Me parece muy interesante. Me gustaría dedicarme a la investigación, pero le veo -por lo que averigüé- una salida laboral insuficiente..."

A la costosa decisión de tomarse a su cargo y desprenderse de la adolescencia para entrar al mundo adulto, al joven que quiere ingresar a la Universidad se le suma la angustia anticipada de lo que sucederá dentro de 5, 6, 7 años cuando finalice la carrera elegida, según el ritmo y dedicación que pueda dispensarle.

El riesgo está presente en su doble faz: tener que elegir y no arrepentirme después y asegurarse de antemano el "recibirme y trabajar de lo que estudié," como afirmaron otros consultantes de Orientación Vocacional.

El mundo adulto significa, entre otras cosas y para ceñirnos al tema que enunciamos, el estar informados del fenómeno de la desocupación a nivel mundial. El estar inmersos en un contexto social y económico en el que se habla de pobres o desempleo estructural, de marginados coyunturales, de la precarización del empleo, de la subocupación, de la caída de la demanda laboral, del deterioro creciente de las condiciones laborales, de la escasa envergadura de la mayor parte de los salarios.

Indudablemente, en nuestro país la problemática se instaló en la sociedad y es observable ernpíricamente, casi obvio más allá de las estadísticas oficiales: la desocupación, la subocupación y la precarización laboral afecta a grandes sectores de la población económicamente activa (P.E.A.). Los medios periodísticos informan que en agosto de 1993 que la desocupación fue de un 10% de la P.E.A. A lo largo de 1994 se insiste en el agravamiento de la situación y diferentes artículos de prensa y emisiones radiales hacen hincapié en la proporción de jóvenes afectados por el fenómeno.

El cuadro que reproducimos permite ver la evolución de la tasa de desempleo, específica por edad, para el período 1980/94. Respecto a los jóvenes que intentan insertarse en el mercado laboral, la tasa de desocupación de los que tienen entre 20 y 34 años (franja que abarca a los consultantes del Departamento de Orientación Vocacional) llega a un 10,1%, casi el mismo porcentaje que para los adultos que tienen entre 50 y 64 años. Las últimas estadísticas del INDEC, de octubre de 1994, arrojan una tasa de desocupación del 12,2% y una tasa de subocupación del 10,4%. Es decir que una población de 2.650.000 personas (el 22,6% de la P.E.A.) sufre agudos problemas laborales. Mientras el gobierno ensaya distintos argumentos para explicar lo que reconoce - sin embargo - como cifras de desempleo sin precedentes, el Instituto de Investigaciones de la Unión Industrial Argentina proyecta para 1995 un índice de desocupación que alcanzaría al 14% de la P.E.A. Si volvemos a las expresiones de los consultantes de Orientación Vocacional que consignamos y las relaciones con los datos de este apretado panorama que acabamos de esbozar acerca de la situación del mercado laboral, no puede extrañarnos que los planteos de los jóvenes -que han decidido seguir estudios universitarios o que están por hacerlo- se encuentren atravesados por esta presión económica que se ejerce en su presente y en su futuro de trabajo.

La elección vocacional-ocupacional no puede ejercerse en un marco libre de condicionamientos. Los estudiantes perciben que se produce un desvanecimento entre vocación profesional (si se trata de jóvenes en los que se hubiese presentado claramente una elección determinada), la carrera finalmente inscripta y el trabajo después desempeñado. En otros, se manifiesta un aplazamiento de la vocación profesional ante la situación de tener que asegurar un ingreso a fin de continuar después con lo que sienten es su verdadera vocación. Una consultante lo manifestó de esta manera: -Sigo Optico Técnico porque es más corta y tengo una salida laboral más rápida. Como siempre me gustó Biología, la puedo seguir después que consiga un empleo y pueda mantenerme por mis propios medios-. Para otros, la Universidad adquiere un carácter meramente instrumental. A manera de ejemplo, las expresiones de un joven: -Busco una carrera por el lado práctico, que sea corta, menos difícil y que me dé un bienestar económico...

Hasta aquí el marco de un mercado de trabajo comprimido, generador de marginamiento de grandes sectores de la población -entre ellos los jóvenes- y una rápida pincelada de cómo internalizan algunos las exigencias de la situación laboral. Reflexionemos, entonces, acerca de nosotros, los Orientadores Vocacionales, según se nos denomina desde las instituciones en las que desempeñamos nuestro quehacer.

Se nos ocurre compartir interrogantes, pero también afirmaciones que son propias de una postura ideológica ante la problemática planteada. Quizás los interrogantes y las afirmaciones puedan coadyuvar a desarrollar el debate.

El lugar de un Orientador Vocacional no puede ser el de disciplinador de la futura fuerza laboral. Es decir, que si bien pensamos que tendríamos que disponer de la máxima información posible sobre los cambios de la estructura ocupacional y las carreras y profesiones en las que se observa una expansión o crecimiento y, por lo tanto, también las de menor demanda, esto no signifique (o sea recepcionado) para el consultante un «mandato» de lo que debería estudiar para insertarse exitosamente en el mercado laboral.

Pero esta información necesaria, ¿en qué momento del proceso de orientación habría que volcarla para que el joven se la apropie como dato y no como sobredeterminación de su decisión? De hecho, en nuestra práctica en el Departamento de Orientación Vocacional, el ciclo de charlas con profesionales de cada una de las carreras cumple en algún aspecto con esta necesidad informativa. Aunque, también es cierto, que en esa instancia grupal no hay posibilidad de trabajar esta información, salvo en aquellos casos en que se concurre al servicio de Orientación Vocacional del Ciclo Básico Común a compartirla con el profesiona1, analizarla, oponerse, buscar otras alternativas, completarla.

Y si afirmamos que optamos por no ocupar el puesto de disciplinadores de la fuerza laboral, esto implica también que en nuestra opinión, debemos posicionarnos ante la situación de nuestro país. Y tomar parte activa en el sentido de construir con el consultante las herramientas conceptuales que le permitan ejercer una crítica al sistema económico-social-cultural en el que estamos inmersos.

Estimular al joven para que se interrogue sobre cuestiones como las siguientes: ¿Por qué en un país que sobran médicos, falta atención médica para la población; en el que abundan los arquitectos, se carece de un planeamiento urbano; exportamos ingenieros pero nuestra industria carece de la información tecnológica necesaria para competir en el mercado internacional.(') ¿Por qué s¡ se necesita mejorar urgentemente la educación -en todos los niveles-, los docentes están cada día peor remunerados y se desvaloriza permanentemente su función? ¿ Por qué si los chicos de la calle son fenómeno social en la Argentina, la población en su conjunto y los profesionales involucrados en el tema no pueden o no hacen oír su voz?

Podríamos seguir con una larga lista de preguntas sobre los diferentes aspectos que caracterizan el modelo de país imperante (sobre el estado de la justicia y el rol de los abogados, o la situación de los jubilados, la situación de la salud, etc.). Buscábamos, con este recurso, abrir aquellas posibilidades que aparecen cerradas (por exceso de profesionales en tal o tal otra ocupación) siempre y cuando se encare cualquier carrera universitaria (sólo el 3.2% de la población total cuenta con educación superior completa) desde una posición de compromiso respecto a la sociedad en que nos desenvolvemos. No nos pasa inadvertido que en realidad esta posición conlleva revertir - o al menos cuestionar la escala de valores que este sistema encumbra.

La apertura de campos de acción que no están suficientemente cubiertos actualmente por profesionales, podría llevarnos a trabajar con los consultantes el modo o la necesidad de irse creando su propio proyecto laboral. Y ello dependerá, por una parte, de la posición del Orientador Vocacional respecto a la no resignación de lo dado social y laboralrnente. Por otra parte, dependerá por supuesto, de la clase de vínculo que se establezca con aquellos que requieran de nuestra actividad profesional.

Asimismo, creemos que incumbe a nuestra tarea, el sincerar la situación acerca de que actualmente no todos los graduados universitarios encuentran un empleo adecuado a los conocimientos adquiridos y, por lo tanto, se subutilizan sus capacidades. Además, habrá que hacer -notar que no toda la preparación técnica que se despliega en un puesto de trabajo se deriva de los conocimientos, habilidades o destrezas adquiridos en el sistema formal de enseñanza. Este planteo apunta a desmitificar el hecho de que la obtención de un título universitario es el instrumento mediante el cual se abre automáticamente la posibilidad de insertarse en el puesto adecuado a las expectativas, motivando al estudiante a esforzarse en una formación que siente las bases de la necesaria capacitación continua.

Somos conscientes que trabajar también desde esta óptica en Orientación Vocacional puede profundizar el debate (o crear resistencias) sobre el lugar del Orientador Vocacional, el alcance de su actividad, los límites incluso institucionales con los que nos podemos encontrar. Sin embargo, para nosotros, es una manera más de poner en cuestión nuestro quehacer.


Artículo publicado en la revista MERIDIANOS, Número 6, año 3, Junio 1995. Publicación del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires.

(l)Pérez Lindo, A. : Diario Página/12, 30 de Octubre de 1993