La
ciencia sigue discriminando a las mujeres
Hacen falta
políticas que jerarquicen el enorme aporte que las mujeres vienen desarrollando
en ciencia y tecnología.
Silvia Kochen.
DOCENTE DE NEUROLOGIA (UBA), INVESTIGADORA INDEPENDIENTE DEL CONICET
Moebius P.,
neurólogo alemán, fue catapultado a la fama con un librito publicado en 1900
—"La inferioridad mental de las mujeres"—, en el cual en nombre de la ciencia
consagra toda la misoginia de la cultura de esa época.
Sin embargo, esa época parece llegar hasta nuestros días,
cuando hace sólo unas semanas Lawrence Summers, presidente de la Universidad de
Harvard, Estados Unidos, planteó que "una de las causas de la falta de progreso
de las mujeres en las ciencias y en particular en las matemáticas podría deberse
a las diferencias innatas entre los sexos"
Podríamos abundar en citas similares más antiguas o tan
actuales como la mencionada.
A partir de estos comentarios, podríamos preguntarnos si en
el último siglo las mujeres, a partir de su propio ejemplo, han logrado instalar
nuevos valores femeninos en la práctica de la ciencia. Creo que la respuesta
es no, con algunas excepciones posibles.
En general, las mujeres nos encontramos en nuestra actividad
laboral bajo la presión de cumplir con los estereotipos tradicionales
femeninos, además de tener que legitimar día a día nuestro trabajo
científico.
Las mujeres están superando numéricamente a los hombres en la
escuela, en la universidad e inclusive en el sector científico y técnico en
muchos países, como también en el nuestro. Sin embargo, si nos detenemos a
observar qué ocurre en los cargos de poder o en las posiciones de mayor
jerarquía tanto a nivel universitario como en el de ciencia y tecnología,
las mujeres estamos en minoría o directamente ausentes.
En un trabajo realizado por la Red Argentina de Género,
Ciencia y Tecnología sobre la situación de las mujeres en el Conicet
—institución en la que se concentra el mayor número de investigadoras/es—, nos
encontramos con que a pesar de que las mujeres superan en número a los hombres
en el acceso a la carrera de investigador, inclusive en las becas otorgadas, en
los cargos de mayor jerarquía en cualquiera de las disciplinas científicas
—inclusive en aquellas en las que son mayoría—, las mujeres estamos ausentes
o seguimos siendo minoría.
Esta misma situación se puede observar en las instancias de
conducción y evaluación.
Por otra parte, sabemos también que alrededor del 70% de los
pobres del mundo son mujeres, y nuestro país cumple con la estadística.
Por todo
esto consideramos que urge establecer
políticas de equidad de género, en particular en el sector de Ciencia
y Tecnología, para asegurar que hombres y mujeres tengan las mismas
oportunidades, derechos y responsabilidades, y se elimine toda forma de
discriminación.
El
desarrollo de la ciencia y la tecnología hace necesario que se duplique a nivel
mundial la cantidad de hombres y mujeres dedicados a la investigación.
Considerando que en América latina existen la cuarta parte de científicas/os que
en Europa Occidental, la incorporación de las mujeres al sector no sólo es un
deseo de las mujeres, sino una necesidad para la existencia de un sector de
Ciencia y Tecnología acorde con un desarrollo socioeconómico que garantice
una sociedad justa.