ADOLESCENCIA, UN  MENSAJE  PARA REFLEXIONAR

 PREVENCIÓN  DE  ADICCIONES,  UN  ENFOQUE  CON  SENTIDO

      Todo adolescente  enfrenta una edad muy especial, plena de cambios físicos y psicológicos. Está comenzando a crecer, a madurar, a percibir nuevos horizontes y a definir de a poco su personalidad, a descubrir su propia identidad, a ir afianzando su ser espiritual.

     Como ser humano es una integridad bio-psico-socio-espiritual; ¿qué quiere decir esto?.

     Que para vivir sanamente y desarrollar todas sus facultades, su cuerpo, su mente, su relación social y su potencia espiritual deberían madurar en conjunto y armónicamente.  

     Para esto lo primero y más importante a considerar es que su vida no es el mero resultado de los factores que puedan  influenciarla. Siempre va a haber en él un grado de libertad -mayor o menor según cada caso particular- que va a permitirle enfrentar y superar las dificultades que puedan surgir en el camino.

     Para el cuidado de su cuerpo serán pertinentes buenos hábitos de higiene, de atención médica, alimentación adecuada y la práctica de algún deporte. Todo esto ha de favorecer que su mente esté también equilibrada, y más predispuesta a asimilar sus estudios escolares, a ir incorporando un conocimiento que de a poco facilitará su inserción en la sociedad.

      Descubrirán los adolescentes que la sociedad moderna es compleja y problemática, que no es siempre lo justa que debiera ser y aún hay muchas cosas que debieran ser mejoradas: un más racional aprovechamiento de los recursos naturales cuidando la ecología, un mayor desarrollo y prosperidad social, más justa y equitativamente distribuida; que estén garantizadas la salud y educación para todos, la igualdad de oportunidades.

     Bueno, ese es un desafío para todos y ahí también podrán aportar su granito de arena, simplemente descubriendo su vocación y siendo lo más auténticos que puedan ser.

      Reconocerán que una base fundamental para el crecimiento y maduración va a ser su grupo familiar. Los padres, aún con sus imperfecciones, con su amor, van a ser una guía segura y un apoyo permanente en estos años de tantos cambios físicos y psicológicos importantes. Con su ayuda y/o la que brinden personas de sanos ideales, van a comprender que hay valores y tradiciones intemporales, que están más allá de las modas pasajeras y son los que verdaderamente le acercarán a la felicidad; ni autoritarismo ni libertinaje, un equilibrado límite alcanzará.

     Siempre es posible encontrar en la vida un sentido por el cual vivirla, y aún en medio de todas las dificultades entenderán que siempre conservan la libertad de decisión y una responsabilidad personal ante la vida.

     Le encontrarán un sentido a la vida, realizando los valores de creación, o sea mediante su trabajo, estudio, sus obras y acciones;  mediante los valores vivenciales experimentando las maravillas de la naturaleza y descubriendo la irrepetibilidad del encuentro con otro ser humano, en una experiencia trascendente que va desde la amistad, el enamoramiento, hasta el amor profundo.

     De tal manera aprenderán que el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre, sea o no religioso, y que el verdadero amor es bondad y solidaridad en acción.

     Así, su despertar sexual también adquiere sentido y podrá integrar no sólo la atracción física sino también las vivencias anímicas y psicológicas de la relación amorosa hasta culminar en el amor profundo, genuinamente humano, del otro ser como persona irrepetible e irremplazable.

     El hombre no es sólo un ser que se limita a satisfacer necesidades, pues de ese modo el mundo entero y las otras personas serían solo medios para un fin; de tal forma no se percibe correctamente al hombre al servicio de una causa porque tiene un sentido o porque ama a su pareja que es digna de amor; y esta errónea visión lo podría llevar a la pérdida y al olvido de la facultad espiritual del hombre.

     También los valores de actitud, la que se asume ante el sufrir, la culpa, lo irreparable, son puntos de decisión que permiten al ser humano agigantarse y ejercer la esencial libertad interior para intentar superar aún así todas sus limitaciones.

     Por eso, en estos tiempos de apuro, de consumismo y superficialidad inútil, de promoción de modelos humanos intrascendentes y banales, siempre será importante que los adolescentes se hagan un momento para meditar y reflexionar, para encontrarse interiormente con la voz espiritual de la conciencia o con Dios, si creen en él, y poder mantener la conexión con los verdaderos valores de la vida: el amor, la fe, la esperanza y la solidaridad.  

     Esta sana perspectiva de la vida, es la que ha de evitar la triste sensación de falta de sentido, de vacío, ociosidad y aburrimiento. Es esta sensación la que lleva a considerar la vida como un absurdo, y arrastra a los jóvenes a la depresión, al suicidio, a la violencia, a la agresión, y a las adicciones: –drogas y alcohol-.

     Si todo carece de sentido y no tiene importancia, si no se reconoce la posibilidad trascendente de desarrollar un proyecto de vida, se cae en el vacío de la existencia y no se utilizan las fuerzas del espíritu latentes: “quien no tiene un porqué para vivir no encuentra alegría en ningún cómo”.

     Cuando los jóvenes se sienten frustrados en su necesidad de sentido, decepcionados por la familia y la sociedad y sin salida, recurren a objetos con un significado aparente, ilusorio, e ignoran y marginan los verdaderos valores y tareas de la vida.

     Las adicciones reconocen entonces dos orígenes principales: el primero es para olvidar y escapar de los problemas y dificultades, y el segundo para experimentar un mundo ilusorio que llene su vacío. O resulta insoportable la desgracia y el sufrimiento, o resulta insoportable el hastío y el aburrimiento.

      Otras causas como la violencia, la curiosidad, la inducción por otros, la rebeldía, la falta de conocimiento, la marginalidad, la falta de interés de los padres, el estrés escolar; si bien son importantes no afectan el núcleo profundo del problema.

     La droga, el alcohol, entorpece el poder del espíritu y las fuerzas de la voluntad; oscurece la conciencia de responsabilidad y disminuye la dimensión de la libertad en el hombre.

     Una vida sana, en contacto con la naturaleza, plena de sentido y valores trascendentes es la mejor prevención contra las adicciones.

 Todos tienen en sus propias manos la posibilidad de encontrar un sentido a su vida y fortalecer día a día su voluntad.

     El espíritu no enferma ni muere, la vida tiene un inmenso valor y son muchos los aportes que puede cada uno realizar. Descubriendo el sentido a través de los verdaderos y profundos valores -no los pregonados por una sociedad mercantilista- podrán nuestros hijos desarrollar un proyecto de vida personal, influenciar positivamente a su familia y a la sociedad, y expresarse propiamente en sus obras, en el diálogo y en la reflexión.

     Se sentirán amados y podrán amar reconociendo el encuentro con el otro, expresando necesidades cualitativas y no cuantitativas, relacionándose con un sujeto y no con un objeto.

     No necesitarán, entonces, recurrir al alcohol ni a  la droga para llenar ningún vacío existencial, pues serán libremente responsables de su propio ser y vivirán una vida plena de sentido.      

                                                                  Licenciado en Psicología (UBA) Juan Martín Núñez   ?