Envío un artículo sacado de una página sobre
educación libre dado a conocer por Carmen Barber , un tema recurrente y
muy importante de continuar con él, por ser la base del futuro de la humanidad.
De la página, www.educacionlibre.org
Lógicamente la familia tiene un aspecto fundamental
en la educación de los jóvenes y adultos, y el no tenerlo adecuadamente en
cuenta como suele pasar en el sistema educativo, es una de las razones de las
dificultades del mismo. Si bien hay que tener en cuenta que la educación
en sí misma no es ni mejor ni peor porque se haga mas en casa o mas en alguna
escuela o algún otro sitio, ya que ello depende de como sean los padres, y
profesores y el ambiente. Todo ello tiene su importancia y debe tenerse en
cuenta. Así como buenos padres pueden ser muy útiles para dar una buena
educación a sus hijos, malos padres pueden contribuir a arruinarles la vida.
Todo ello es importante y debe ser considerado, sobre todo el hecho fundamental
de dar mucha mas importancia a la educación en valores éticos y espirituales,
en vez de casi exclusivamente al aspecto de conocimientos de ciertos temas. Transcribo
a continuación el artículo que viene, entre otros, en la página enviada
por Carmen, porque merece la pena dedicarle mayor atención.
En alegría y buena voluntad,
Juan Manuel, por
Unidad de Servicio (España).
Discurso de aceptación
de John Taylor Gatto para el galardón de Maestro del Año de Nueva York, el
30 de enero de 1990.
Acepto este premio
en nombre de todos los buenos profesores que he conocido a lo largo de los años
y que han luchado para hacer de sus relaciones con los niños algo digno,
hombres y mujeres que nunca están conformes, siempre cuestionando, siempre
esforzándose por definir y redefinir lo que la palabra "educación"
debería significar. Un Profesor del Año no es el mejor profesor, éstos
suelen pasar demasiado desapercibidos para ser fácilmente descubiertos, pero es
un modelo, símbolo de esas gentes anónimas que utilizan sus vidas gratamente al
servicio de los niños. Este es su premio tanto como mío.
Vivimos en una época
de profunda crisis escolar. Nuestros niños se clasifican a la cola de las
diecinueve naciones más industrializadas en lectura, escritura y aritmética.
Muy a la cola. La economía mundial narcótica está basada sobre nuestro propio consumo de
las mercancías, de forma que si no compramos tantos sueños de humo el negocio
colapsaría - y las escuelas son un importante centro de compra -. Nuestra tasa
de suicidios de adolescentes es la mayor del mundo y los que se suicidan
son niños ricos en su mayor parte, no los pobres. En Manhattan el cincuenta por
ciento de los nuevos matrimonios duran menos de cinco años. Algo debe ir mal
con seguridad.
La crisis de
nuestra escuela es un reflejo de una crisis social más amplia. Parece que hemos
perdido nuestra identidad. Niños y ancianos son encerrados y aislados de fuera
de lo que sucede en el mundo hasta un grado sin precedentes - nadie habla con
ellos ya – y sin niños y ancianos mezclándose en la vida diaria una comunidad
no tiene futuro ni pasado, solo un presente continuo. De hecho, el nombre
"comunidad" apenas se aplica ya a la forma en que interactuamos con
los demás. Vivimos en redes, no en comunidades, y todos los que conozco están
solos por eso. En cierto modo la escuela es responsable privilegiado de esta
tragedia tal y como lo es también en la creciente brecha entre clases sociales.
Utilizar las escuelas como un mecanismo de selección no hace sino crear un
sistema de castas, lleno por abajo de intocables que vagan por los trenes del
metro pidiendo y durmiendo en las calles.
He observado un
fenómeno fascinante en mis veinticinco años de ejercicio de la profesión: que
las escuelas y la escolarización son crecientemente irrelevantes para las
grandes empresas del planeta. Nadie cree ya que los científicos son enseñados
en clases de ciencias o que los políticos en clases de civismo o que los poetas
lo son en clases de inglés. La verdad es que las escuelas no enseñan nada salvo
como obedecer órdenes.
Esto es un gran misterio
para mi porque miles de personas, gentes responsables trabajan en las escuelas
como profesores, cuidadores y gestores pero la lógica abstracta de la
institución sobrepasa sus contribuciones individuales. Aunque los profesores se
preocupan y trabajan duro, la
institución es psicopática - no tiene conciencia -. Suena la sirena y el joven
que se encontraba escribiendo un poema debe cerrar sus cuadernos y moverse a
otra aula donde deberá memorizar que el hombre y el mono derivan de un ancestro
común.
Nuestro sistema de
enseñanza obligatoria es un invento del Estado de Massachussets hacia 1850. Fue
resistido - a veces hasta con las armas por un considerable ochenta por ciento
de la población de Massachussets- con un último reducto en Barnstable On Cape
Cod que no entregaron a los niños hasta la década de los 1880 cuando la
localidad fue asediada por el ejército y los niños marcharon a la escuela
escoltados.
Aquí tenemos un
curioso dato para meditar. La oficina del Senador Ted Kennedy ha sacado un
estudio no hace mucho indicando que antes de la educación obligatoria la tasa
de alfabetización en el estado era del 98% y que después jamás volvió a
alcanzar el 91%, donde se mantiene en 1991. Espero que les sirva.
Aquí hay otra curiosidad sobre la que pensar. El movimiento de
"escuela en casa" ha ido creciendo paulatinamente hasta un tamaño de
un millón y medio de jóvenes que son educados por completo por sus padres y sus
comunidades. El último mes la prensa educativa reportó la increíble noticia de
que los niños escolarizados en casa parecen estar entre cinco y diez años por
delante de sus compañeros escolarizados formalmente en sus capacidades
cognitivas.
No creo que nos libremos
de las escuelas en un futuro cercano, no ciertamente en lo que me queda de
vida, pero si hemos de cambiar lo que se está convirtiendo en un desastre de
ignorancia, hemos de entender que la institución educativa
"escolariza" muy bien, pero no "educa" - algo por completo
inherente al diseño organizacional. No es la culpa de los malos
profesores o del poco dinero gastado, es que es imposible que la educación y la
escolarización puedan llegar a ser alguna vez la misma cosa.
Las escuelas fueron diseñadas por Horace Mann y Barnard Sears Harper de
la Universidad de Chicago y por Thorndyke de la Escuela Normal de Columbia y
otros hombres para ser instrumentos de la dirección científica de las masas.
Las escuelas están diseñadas para producir, a través de la aplicación de
fórmulas, seres humanos estandarizados cuyo comportamiento pueda ser predecible
y controlado.
En gran medida, las escuelas han cumplido su objetivo. Pero nuestra
sociedad se está desintegrando, y en esta sociedad, sólo las personas exitosas
son auto-suficientes, seguras en sí mismas e individualistas - porque la
comunidad de vida que protege al dependiente y al débil está muerta -. Lo que
produce la escuela es, como dije, irrelevante. Las personas bien-escolarizadas
son irrelevantes. Pueden vender películas y hojas de afeitar, recoger papel
reciclado o hablar al teléfono en líneas de teleoperación, o sentarse
estúpidamente delante de un terminal de ordenador pero como seres humanos son
inservibles. Completamente inservibles para los demás y para si mismos.
La miseria diaria a nuestro alrededor está causada en gran medida por el
hecho de que - tal y como Paul Goodman lo estableció hace treinta años-
forzamos a los niños a crecer en el absurdo. Cualquier reforma de la
escolaridad tiene que tratar con elementos absurdos en su naturaleza
intrínseca.
Es
absurdo y anti-vital ser parte de un sistema que te obliga a sentarte en
lugares recluidos para gente de la misma edad y clase social que tú. Ese
sistema te aparta radicalmente de la inmensa diversidad de la vida y de las sinergias
de la variedad, de hecho te castra tu propio ser y futuro, acoplándote a un
presente continuo de igual forma a como lo hace la televisión.
Es absurdo y anti-vital ser parte de un sistema que te obliga a escuchar a un
extraño leyendo poesía cuando lo que realmente quieres es construir casas, o
sentarte a discutir con un extraños obre la construcción de casas cuando lo que
realmente quieres es leer poesía.
Es absurdo y anti-vital moverte de aula en aula al sonido de una sirena durante
todos los días de tu infancia natural en una institución que no te permite
ninguna privacidad y que incluso te la quita en el santuario de tu propia casa
pidiéndote que hagas tus "deberes".
"¿Cómo aprenderán a leer?" dirán algunos y mi respuesta es
"Recuerda la lección de Massachussets". Cuando los niños reciben
experiencias completas en vez de las graduadas en aularios, entonces aprenden a
leer, a escribir y cálculo con total facilidad si esas cosas tienen sentido en
el ambiente vital que les rodea.
Pero recordad que en los Estados Unidos casi nadie que lea, escriba o
sepa cálculo tiene mucho respeto. Somos una tierra de charlatanes, pagamos
mejor a los charlatanes y les admiramos, así que nuestros hijos hablan
constantemente, siguiendo el modelo de la televisión y de sus profesores. Es
muy difícil enseñar incluso lo más "básico" porque ya no son
"básicos" en la sociedad que hemos creado.
Dos instituciones controlan a día de hoy la vida de nuestros hijos: la
televisión y la escuela, por este orden. Ambos reducen el mundo real de
sabiduría, fortaleza, templanza y justicia hacia una abstracción sin final y
sin frenos. En los siglos pasados los niños y adolescentes estaban ocupados en
trabajo real, caridad real, aventuras reales, y en la búsqueda real de maestros
que pudieran enseñarnos lo que realmente queríamos aprender. Mucho tiempo se
pasaba en desempeños comunitarios, practicando el afecto mutuo, el
entendimiento y estudiando cada nivel de la comunidad, aprendiendo cómo hacer
una casa, y docenas de otras tareas necesarias para convertirse en un hombre o
mujer íntegro.
Pero
aquí está el cálculo del horario que dispone cualquier niño de los que enseño:
De las 168 horas que tiene la semana, tienen que dormir 56. Lo que les deja 112
hora a la semana en las que formarse. Ven unas 55 horas de televisión a la
semana de acuerdo a informes recientes. Lo que les deja 57 horas a la semana en
las que crecerse. Tiene que ir a la escuela unas 30 horas a la semana, usando
unas 6 horas en prepararse, ir y volver a casa, y gastan una media de 7 horas a
la semana en deberes- en total hacen 45 horas. Durante este tiempo, están en
constante vigilancia, no tienen tiempo ni espacio privado, y son reñidos si
tratan de acoplarse individualmente al uso de espacio y tiempo. Eso deja 12
horas a la semana para crearse una conciencia de si individualizada. Por
supuesto que mis alumnos comen también, y eso añade algo de tiempo - no mucho,
porque hemos perdido la tradición de la comida familiar, por lo que si quitamos
3 horas a la semana para cenas, llegamos a la cantidad neta de tiempo privado
para cada niño de 9 horas a la semana.
No es suficiente, ¿verdad? Cuanto más
rica es la familia del niño, menos televisión que ve pero más tiempo que tiene
dirigido por una oferta más amplia de entretenimientos comerciales y su
inevitable inclusión en una serie de áreas de formación complementaria
raramente a su libre elección.
Y todas estas cosas son curiosamente una forma más solapada de crear
seres humanos dependientes, incapaces de llenar su tiempo libre, incapaces de
iniciar senderos que le den un significado sustancioso y feliz a su existencia.
Es una enfermedad nacional, esta dependencia y falta de objetivo, y creo que la
escolarización, la televisión y las lecciones - toda la idea Chautauqua- tiene
mucho que ver con ello.
Pensad
en lo que nos está matando como nación – drogas narcotizantes, competición
desenfrenada, sexo recreacional, la pornografía de la violencia, juego,
alcohol, y la peor pornografía de todas - vidas dedicadas a comprar cosas, la
acumulación como filosofía - todas ellas son adicciones de personalidades
dependientes, y eso es la marca que deja inevitablemente la escolarización.
Quiero contaros el efecto que produce en los chicos el quitarles todo su
tiempo - tiempo que necesitan para desarrollarse – y forzándoles a gastarlo en
abstracciones. Tenéis que escuchar esto, porque ninguna reforma que no ataque
estas patologías específicas no serán más que un mero lavado de cara.
1.
Los niños a los que enseño son indiferentes al mundo adulto. Esto desafía la
experiencia de miles de años. Un observación intensiva de lo que "los
mayores" hacían siempre fue una de las más excitantes ocupaciones de los
jóvenes, pero nadie quiere crecer ahora, ¿y quien les puede culpar de ello?
Nosotros somos los juguetes.
2. Los niños a los que enseño ya apenas sienten curiosidad y la poca que
muestran es transitoria, no pueden concentrarse durante mucho tiempo, incluso
en lo que quieren hacer. ¿Podéis ver la conexión entre las sirenas sonando una
y otra vez para cambiar de clase y este fenómeno de atención evanescente?.
3. Los niños a los que enseño tienen un pobre sentido del futuro, de
como el mañana está indefectiblemente unido al presente. Como dije antes, viven
en un presente continuo, el preciso momento en el que se encuentran es el
límite de su conciencia.
4. Los niños a los que enseño son ahistóricos, no tienen conciencia de
cómo el pasado ha dado forma a su propio presente, limitando sus elecciones,
moldeando sus valores y sus vidas.
5. Los niños a los que enseño son crueles entre si, muestran falta de
compasión ante los infortunios, ríen de las debilidades, y muestran desprecio
por aquellos que muestran necesidad de ayuda demasiado abiertamente.
6. Los niños a los que enseño se encuentran intranquilos ante la intimidad
y la franqueza. No soportan una verdadera intimidad debido a una costumbre de
por vida de guardar los secretos dentro de si mismos por lo que van formando su
personalidad a base de trozos y partes de comportamiento prestados de la
televisión o adquiridos para manipular a sus profesores. Puesto que no son
ellos quienes dicen ser, el disfraz se les cae en la intimidad por lo que las
relaciones íntimas deben ser evitadas.
7. Los niños a los que enseño son materialistas, siguiendo la estela de
sus maestros que materialistamente "gradúan" todo -y sus tutores
televisivos que ofrecen todo lo imaginable "gratis".
8. Los niños a los que enseño son dependientes, pasivos, y tímidos ante
la presencia de nuevos desafíos. Esto es a menudo ocultado mediante actos de
bravuconería, mediante enfados y agresividades que en el fondo solo expresan un
vacío sin fortaleza interior.
Podría hablar de otras cuantas condiciones que una reforma de la
escolarización tendría que afrontar si nuestro declive nacional pretendiera
detenerse, pero por el momento ya habéis comprendido mi postura, tanto si
estáis de acuerdo con ella como si no.
Puede que sean las escuelas las que causen estas patologías, o la
televisión, o ambas. Es una simple cuestión de aritmética, entre escuela y
televisión todo el tiempo que los chicos tienen libre es absorbido por ambas.
Eso es lo que destruyó la familia americana, que ya no es más un factor en la
educación de sus propios hijos. Televisión y escuela, ahí debe buscarse a los
responsables.
¿Qué hacer? Necesitamos un feroz debate nacional que no decaiga, día
tras día, año tras año. Necesitamos gritar y discutir sobre este modelo de
escuela hasta que se arregle o se retire de la circulación para su reparación,
una cosa u otra. Si podemos arreglarlo, de acuerdo; si no podemos, entonces el
éxito del movimiento de "escuela en casa" muestra una vía alternativa
con futuro prometedor. Poner el dinero que ahora gastamos en escolarización,
hacia la educación en la familia podría matar dos pájaros de un tiro, reparar
las familias al tiempo que reparamos a los hijos.
Una
reforma genuina es posible pero no debería costarnos nada. Necesitamos volver a
pensar en las premisas fundamentales de la escolarización y decidir qué es lo
que queremos que los niños aprendan y por qué.
Durante 140 años esta nación ha tratado de imponer objetivos de arriba a
abajo desde los altivos puestos de mando centrales conformados por
"expertos", una élite central de ingenieros sociales. No ha
funcionado. No va a funcionar. Y es una gran traición a la promesa democrática
que hizo en su día de esta nación un noble experimento. El intento soviético de
crear una república platónica en el Este de Europa ha sucumbido ante nuestra
vista, nuestro propio intento de imponer el mismo tipo de ortodoxia centralizada
utilizando las escuelas como un instrumento también se está resquebrajando,
solo que más lenta y dolorosamente. No funciona porque sus premisas
fundamentales son mecanicistas, anti-humanas, y hostiles a la vida familiar.
Las vidas pueden ser controladas por la maquinaria educativa pero siempre se
revolverán con las armas de la patología social: drogas, violencia,
auto-destrucción, indiferencia y todos los síntomas que veo en los niños que
educo.
Ya es hora de que miremos hacia atrás para recobrar una filosofía
educacional que funcione. Una que me gusta especialmente fue la favorita de las
clases dirigentes europeas durante miles de años. Utilizo tanto de ella como me
lo permite mi condición de profesor, es decir, tanto como puedo dentro de la
institución de la escolarización obligatoria. Creo que funciona tanto para los
niños pobres como para los ricos.
En el núcleo de este sistema de educación para las élites está la creencia de
que el auto-aprendizaje es la única base del verdadero aprendizaje. En cualquier
sitio en este sistema, a cualquier edad, encontrarás acuerdos para colocar al
niño solo en un punto no definido y con un problema que resolver. Algunas veces
el problema lleva implícito grandes riesgos, como el problema de cabalgar un
caballo o hacerlo saltar, pero eso, claro, es un problema satisfactoriamente
resuelto por miles de niños de la élite antes de cumplir diez años. ¿Podemos
imaginar a alguien que haya superado tal desafío que alguna vez le faltara
confianza en su habilidad para hacer algo?. A veces el problema es un problema
de superar la soledad, como hizo Thoreau en Wald en Pond o Einstein en Suiza.
Uno de mis antiguos alumnos, Roland Legiardi-Lura, aunque huérfano de
sus dos padres y sin herencia, cogió una bicicleta y atravesó solo los Estados
Unidos cuando apenas había superado la niñez. No nos puede extrañar entonces
que ya siendo un adulto, decidiera hacer una película sobre Nicaragua, aunque
no tuviera dinero ni experiencia previa en la realización de películas, y que
ganara un premio internacional, aunque su trabajo regular fuera el de
carpintero.
Ahora estamos hablando todo el rato de que nuestros jóvenes necesitan
desarrollar auto-conocimiento. Ya basta de tanta charlatanería. Tenemos que
crear experiencias escolares que devuelvan a los niños su tiempo, necesitamos
confiarles desde una edad temprana con independencia de estudios, quizás
programado desde el colegio pero que tenga lugar fuera de la institución
educativa. Necesitamos crear un curriculum donde cada niño tenga la oportunidad
de desarrollar su individualidad y su auto-confianza.
Hace poco cogí setenta dólares y envié a una niña de doce años de mi clase con
su madre - que no hablaba inglés - en un autobús hacia la costa de New Jersey
para encontrarnos con el jefe de policía del distrito de Sea Bright para comer
y disculparnos por contaminar la playa con un casco de Gatorade. A cambio de
esta disculpa pública habíamos quedado en que el jefe de policía le enseñaría
el trabajo de un policía de barrio durante un día cualquiera. Unos días
después, dos más de mis alumnos de doce años viajaron solos a la Calle West
First desde Harlem donde empezaron el aprendizaje con un editor de periódicos,
la siguiente semana tres de mis alumnos se encontraban en mitad de los muelles
decarga de Jersey a las seis de la mañana, estudiando la mente del presidente
de una compañía de transporte por carretera que despachaba trailers hacia
Dallas, Chicago y Los Ángeles.
¿Pertenecen
estos chicos "especiales" a algún programa" especial"?.
Bueno, en cierto modo si, pero nadie sabe sobre este programa salvo los chicos
y yo. Solo son buenos chavales de Harlem, brillantes y alertas, pero tan mal
escolarizados cuando me los encontré que la mayoría de ellos no sabían sumar o
restar cantidades. Ni uno de ellos sabía la población de Nueva York o cuan
lejos está Nueva York de California.
¿Eso me preocupaba? Por supuesto, pero tenía confianza en que según iban
ganando confianza en si mismos también se convertirían en sus propios maestros,
y solo la auto-enseñanza tiene un valor a largo plazo.
Tenemos que devolver a los niños tiempo libre desde ya mismo porque esa
es la clave para el auto-aprendizaje, y debemos re-introducirles en el mundo
real tan rápido como sea posible para que el tiempo libre pueda ser gastado en algo
más que abstracciones. Es una emergencia, requiere una drástica acción de
corrección -nuestros niños están cayendo como moscas dentro de la institución
escolar, ya sea buena o mala, no importa. Es irrelevante.
¿Qué más necesita un sistema escolar re-estructurado? Necesita que deje
de ser un parásito del trabajo de la comunidad en la que se inserta. De todas
las páginas escritas en la contabilidad de la historia, solo existe una entrada
donde se recluya a nuestros jóvenes y no les pidamos nada de ellos al servicio
del bien común. Llego incluso a creer que necesitamos hacer de los servicios a
la comunidad una parte importante de la enseñanza escolar. Además de la
experiencia enriquecedora que supone trabajar de forma no egoísta, es la forma
más rápida de dotar a los jóvenes de responsabilidades reales en la vida
corriente.
Durante cinco años manejé un programa escolar "autónomo" donde
cada niño, pobre y rico, listo y no tan listo, tenía que dar 320 horas de
trabajosos servicios a la comunidad. Decenas de estos niños volvieron años
después, ya crecidos, y me contaron que la experiencia de ayudar a alguien les
había cambiado sus vidas. Les había enseñado a ver desde otra perspectiva, a
repensar metas y valores. Ocurrió cuando tenían trece años, durante el programa
de practicas de Laboratorio, y solo fue posible porque el distrito escolar rico
de al lado estaba en reestructuración. Cuando volvió la
"estabilidad", el laboratorio común cerró. Fue una experiencia muy
satisfactoria con un grupo de jóvenes bastante heterogéneos, a un coste
demasiado bajo, como para permitir que continuara...
Estudio independiente, servicios a la comunidad, aventuras y
experiencia, largos periodos de privacidad y soledad, un millar de diferentes
formas de aprendizaje, una por día o más tiempo – estas son medidas potentes,
baratas, y efectivas de empezar una reforma real de la escolarización. Pero
ninguna reforma a gran escala va a funcionar de forma que permita recuperar a
nuestros jóvenes ya dañados ni a nuestra sociedad enferma hasta que impongamos
abiertamente la idea de que la escuela debe incluir a la
familia como motor principal de la educación. Si utilizamos la
escolarización para separar a los hijos de los padres - y no nos engañemos, esa
fue la principal función de las escuelas desde que John Cotton lo anunciará
como el propósito de las escuelas de Bay Colony en 1650 y Horace Mann lo
enunciara como el propósito de las escuelas de Massachussets en 1850 - vamos a
continuar con el espectáculo de horror que tenemos ahora.
El "Curriculum de la Familia" está en el corazón de cualquier
buena vida. Nos hemos alejado de ese curriculum; es hora de volver a ello. La forma de devolver la salud a la educación es que nuestras escuelas
se liberen del dominio absoluto de las instituciones sobre la vida familiar, es
promocionar durante el tiempo de escolarización confluencias de padres e hijos
que fortalezcan los lazos familiares. Ese fue mi fin último cuando
envié a la chica y su madre al distrito de la costa de Jersey para encontrarse
con el jefe de policía.
Tengo muchas ideas para formular un curriculum familiar y estoy seguro
que muchos de ustedes también las tienen. Nuestro mayor problema en conseguir
que una vez popularizada esta forma de pensar pueda el sistema educativo ser
reformado ya que tenemos unos intereses creados que se apropian de antemano de
estas ideas para continuar con la escuela como está, a pesar de la utilización
de una retórica aparentemente contraria.
Tenemos que exigir que nuevas voces y nuevas ideas sean escuchadas, mis
ideas y las vuestras. Ya hemos tenido un amplio repertorio de voces muy
autorizadas y con eco en medios escritos y televisión; una década de debate
para todos es lo que se necesita ahora, no más opiniones de
"expertos". Los expertos en educación nunca han tenido razón, sus
"soluciones" son costosas, auto-complacientes, y siempre requieren
mayor centralización. Ya hemos visto los resultados.
Es hora de
volver a la democracia, al individualismo y a la familia. Ya dije lo que quería decir. Gracias.
(*) John Taylor Gatto fue galardonado durante tres años consecutivos como
Maestro del Año de Nueva York, el último de los cuales decidió abandonar sus
treinta años de carrera con un artículo en el Wall Street Journal ("I
quit, I think"). Desde entonces trabaja incansablemente en la crítica al
sistema educativo vigente. Sus libros más recientes
son "Dumbing us Down"y "Underground History of American
Education"
Fuente: http://www.educacionlibre.org/textosmarc.htm