Los años
pasan y, de pronto, es imposible soslayar que los chicos han crecido.
"Pero la adolescencia no llega sólo para ellos, sino para toda la
familia", dice la licenciada Rosina Crispo, psicóloga especializada
en la atención de adolescentes y jóvenes, supervisora del Centro de
Trastornos Alimentarios del Hospital de Clínicas, directora de una
institución privada, La Casita, y autora de varios libros sobre la
temática.
.
Para los
padres, que por motivos cronológicos enfrentan a su vez una etapa en que
sus propios padres han envejecido y quizá necesitan de su cuidado y
protección o que tal vez ya han partido de este mundo, la llegada de los
hijos a la adolescencia marca una crisis especial "que pondrá en
juego el estilo de afrontar los cambios que tuvo la familia desde que los
chicos eran pequeños, la manera en que fueron incorporando novedades y
cómo les dieron un mayor margen de acción a los hijos", dice Crispo.
.
Junto a
su colega, la licenciada Diana Guelar, graduada en la Universidad de
Barcelona y residente del Mental Research Institute de Palo Alto,
California, EE.UU., Rosina Crispo considera que la situación actual en
materia de riesgos e inseguridad puede incrementar los temores y
ansiedades de los adultos frente a la conducta de los adolescentes.
.
"Por
eso recomendamos que los padres no se aíslen. Lo mejor es que conformen
redes con los padres de los amigos de sus hijos -afirman-. No es
necesario que se hagan amigos de esos padres, pero sí que tengan un
contacto fluido y que eso permita saber qué lugares visita el grupo de
adolescentes, turnarse para llevarlos y traerlos y tener una política de
puertas abiertas en la propia casa. Es un concepto que podríamos llamar
de autonomía vigilada . Los chicos suelen expresarse más en hogares
ajenos. Si los padres están comunicados esos datos les llegan."
.
Las
psicólogas agregan que la comunicación es la mejor herramienta para
minimizar riesgos y respetar límites. Y, en este sentido, intentar que
las familias de su grupo de amigos compartan códigos puede ser muy
beneficioso.
.
"Dialogar
con los adolescentes no es sencillo, y esto es así fundamentalmente
porque el chico se cierra y busca tomar sus propias decisiones, y ésa es
una característica típica de esa etapa -agrega Rosina Crispo-. De todas
maneras, hay algunas recomendaciones que conviene tener en cuenta: evitar
los discursos, reproches y reprimendas durante las discusiones, porque en
ese momento nadie estará claro ni tranquilo para expresarse bien. Para
hablar hay que buscar momentos serenos y ser breves y concisos. Los
adolescentes no tienen gran tolerancia a las largas exposiciones. Es
importante llegar a acuerdos claros respecto de distintos temas para que
después, si existe algo que no salió bien, los padres puedan introducir el
antecedente de un acuerdo que no fue respetado en la conversación."
.
A
menudo, añaden Crispo y Diana Guelar, los padres olvidan detrás de sus
recomendaciones y miedos que esos mismos chicos que hoy tanto les
preocupan hace 14, 15 o 16 años que los vienen escuchando y que han
incorporado gran parte de las pautas familiares: "Por eso, aunque
uno crea que debe hacerlo, no es necesario repetirles decenas de veces
las recomendaciones", dicen.
.
El
estilo de crianza actual muchas veces genera una relación demasiado
igualitaria entre grandes y chicos, que hace difícil la puesta de
límites.
.
"Pero
los límites deben estar y tienen que ser claros. Ellos querrán conocer y
experimentar mucho, pero deben saber cuándo tienen que parar -aseguran
las psicólogas Crispo y Guelar-. Un padre o una madre no pueden dejar que
un hijo haga algo con lo que están completamente en desacuerdo porque
después será imposible sostener el autorreproche si terminan cediendo
ante la demanda de los hijos y algo sale mal..."
.
Las
psicólogas recomiendan que los padres sean capaces de pedir disculpas si
se han equivocado frente a los hijos ("eso no los debilita
-aseguran-; los adolescentes jamás lo confesarían, pero valoran mucho que
un adulto reconozca abiertamente sus errores") y que pidan ayuda
profesional si no están cómodos o seguros.
.
"Quizás
el adolescente no escucha al padre o a la madre, pero sí al médico",
dice Rosina Crispo.
.
Las
drogas, el alcohol, los trastornos de la alimentación, las enfermedades
de transmisión sexual, los embarazos juveniles. ¿Cómo se afrontan estas
amenazas?
.
"En
primer lugar -afirma Rosina Crispo-, admitiendo una realidad: que no hay
un tipo especial de familia que genere esta clase de trastornos. Quizás
haya estructuras familiares que faciliten más o menos ciertas
problemáticas, pero hoy en día estas situaciones pueden producirse en
cualquier casa. También en la nuestra. Y desde ese lugar debe plantearse
el diálogo, lo más abierto posible, con los hijos. No hablando desde un
pedestal sino admitiendo que son cuestiones muy difíciles, pero que
podrían ocurrirnos. Cuando un chico percibe que en su casa hay espacio
para equivocarse puede plantear dudas e incluso errores. De lo contrario,
jamás hablará por temor a ser juzgado."
.
Según
Crispo, la experiencia clínica demuestra que los chicos y chicas que
tienen una actividad que les gusta y les demanda tiempo y dedicación -un
deporte, la música, algo artístico, jugar al ajedrez, bailar, etc.- están
más protegidos en cuanto a su estructura psíquica que aquellos que han
pasado la mayor parte de su vida "yendo y viniendo de la escuela y
de la plaza", dice.
.
"No
es que esos adolescentes no vayan a tener ningún problema -agrega la
psicóloga-, sino que si lo sufren aceptarán mejor el tratamiento y podrán
recuperarse mejor."
.
El
alcoholismo, una problemática que avanza a pasos agigantados entre
adolescentes de todos los estratos sociales, es una realidad con la que
muchos hogares deben lidiar.
.
"Los
adolescentes suelen caer en estos consumos indiscriminados de alcohol u
otras sustancias -afirma Rosina Crispo- como una forma más de expresión
de ese malestar general que provoca no saber qué hacer con sus ganas de
concretar proyectos, de actuar y de sentir. Es cierto que también influye
el efecto circular de estas conductas: si pertenecés a un grupo y no
consumís alcohol te quedás afuera... Pero la problemática es mayor y para
revertirla debemos preguntemos qué les ofrecemos como proyecto de vida.
Los padres necesitamos reflexionar con sus hijos acerca de estas cuestiones,
revisar qué mensajes les transmitimos. Es una de las formas de ayudarlos
a enfrentar el mundo en el que les ha tocado vivir."
.
Por
Gabriela Navarra
De la Redacción de LA NACION
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<< Comienzo
de la nota
Los años pasan y, de pronto, es
imposible soslayar que los chicos han crecido. "Pero la adolescencia
no llega sólo para ellos, sino para toda la familia", dice la
licenciada Rosina Crispo, psicóloga especializada en la atención de
adolescentes y jóvenes, supervisora del Centro de Trastornos Alimentarios
del Hospital de Clínicas, directora de una institución privada, La
Casita, y autora de varios libros sobre la temática.
.
Para los padres, que por motivos
cronológicos enfrentan a su vez una etapa en que sus propios padres han
envejecido y quizá necesitan de su cuidado y protección o que tal vez ya
han partido de este mundo, la llegada de los hijos a la adolescencia
marca una crisis especial "que pondrá en juego el estilo de afrontar
los cambios que tuvo la familia desde que los chicos eran pequeños, la
manera en que fueron incorporando novedades y cómo les dieron un mayor
margen de acción a los hijos", dice Crispo.
.
Junto a su colega, la licenciada
Diana Guelar, graduada en la Universidad de Barcelona y residente del
Mental Research Institute de Palo Alto, California, EE.UU., Rosina Crispo
considera que la situación actual en materia de riesgos e inseguridad
puede incrementar los temores y ansiedades de los adultos frente a la
conducta de los adolescentes.
.
"Por eso recomendamos que los
padres no se aíslen. Lo mejor es que conformen redes con los padres de
los amigos de sus hijos -afirman-. No es necesario que se hagan amigos de
esos padres, pero sí que tengan un contacto fluido y que eso permita
saber qué lugares visita el grupo de adolescentes, turnarse para
llevarlos y traerlos y tener una política de puertas abiertas en la
propia casa. Es un concepto que podríamos llamar de autonomía vigilada
. Los chicos suelen expresarse más en hogares ajenos. Si los padres
están comunicados esos datos les llegan."
.
Las psicólogas agregan que la
comunicación es la mejor herramienta para minimizar riesgos y respetar
límites. Y, en este sentido, intentar que las familias de su grupo de
amigos compartan códigos puede ser muy beneficioso.
.
"Dialogar con los adolescentes
no es sencillo, y esto es así fundamentalmente porque el chico se cierra
y busca tomar sus propias decisiones, y ésa es una característica típica
de esa etapa -agrega Rosina Crispo-. De todas maneras, hay algunas
recomendaciones que conviene tener en cuenta: evitar los discursos,
reproches y reprimendas durante las discusiones, porque en ese momento
nadie estará claro ni tranquilo para expresarse bien. Para hablar hay que
buscar momentos serenos y ser breves y concisos. Los adolescentes no tienen
gran tolerancia a las largas exposiciones. Es importante llegar a
acuerdos claros respecto de distintos temas para que después, si existe
algo que no salió bien, los padres puedan introducir el antecedente de un
acuerdo que no fue respetado en la conversación."
.
A menudo, añaden Crispo y Diana
Guelar, los padres olvidan detrás de sus recomendaciones y miedos que
esos mismos chicos que hoy tanto les preocupan hace 14, 15 o 16 años que
los vienen escuchando y que han incorporado gran parte de las pautas familiares:
"Por eso, aunque uno crea que debe hacerlo, no es necesario
repetirles decenas de veces las recomendaciones", dicen.
.
El estilo de crianza actual muchas
veces genera una relación demasiado igualitaria entre grandes y chicos,
que hace difícil la puesta de límites.
.
"Pero los límites deben estar
y tienen que ser claros. Ellos querrán conocer y experimentar mucho, pero
deben saber cuándo tienen que parar -aseguran las psicólogas Crispo y
Guelar-. Un padre o una madre no pueden dejar que un hijo haga algo con
lo que están completamente en desacuerdo porque después será imposible
sostener el autorreproche si terminan cediendo ante la demanda de los
hijos y algo sale mal..."
.
Las psicólogas recomiendan que los
padres sean capaces de pedir disculpas si se han equivocado frente a los
hijos ("eso no los debilita -aseguran-; los adolescentes jamás lo
confesarían, pero valoran mucho que un adulto reconozca abiertamente sus
errores") y que pidan ayuda profesional si no están cómodos o
seguros.
.
"Quizás el adolescente no
escucha al padre o a la madre, pero sí al médico", dice Rosina
Crispo.
.
Las drogas, el alcohol, los
trastornos de la alimentación, las enfermedades de transmisión sexual,
los embarazos juveniles. ¿Cómo se afrontan estas amenazas?
.
"En primer lugar -afirma
Rosina Crispo-, admitiendo una realidad: que no hay un tipo especial de
familia que genere esta clase de trastornos. Quizás haya estructuras
familiares que faciliten más o menos ciertas problemáticas, pero hoy en
día estas situaciones pueden producirse en cualquier casa. También en la
nuestra. Y desde ese lugar debe plantearse el diálogo, lo más abierto
posible, con los hijos. No hablando desde un pedestal sino admitiendo que
son cuestiones muy difíciles, pero que podrían ocurrirnos. Cuando un
chico percibe que en su casa hay espacio para equivocarse puede plantear
dudas e incluso errores. De lo contrario, jamás hablará por temor a ser
juzgado."
.
Según Crispo, la experiencia
clínica demuestra que los chicos y chicas que tienen una actividad que
les gusta y les demanda tiempo y dedicación -un deporte, la música, algo
artístico, jugar al ajedrez, bailar, etc.- están más protegidos en cuanto
a su estructura psíquica que aquellos que han pasado la mayor parte de su
vida "yendo y viniendo de la escuela y de la plaza", dice.
.
"No es que esos adolescentes
no vayan a tener ningún problema -agrega la psicóloga-, sino que si lo
sufren aceptarán mejor el tratamiento y podrán recuperarse mejor."
.
El alcoholismo, una problemática
que avanza a pasos agigantados entre adolescentes de todos los estratos
sociales, es una realidad con la que muchos hogares deben lidiar.
.
"Los adolescentes suelen caer
en estos consumos indiscriminados de alcohol u otras sustancias -afirma
Rosina Crispo- como una forma más de expresión de ese malestar general
que provoca no saber qué hacer con sus ganas de concretar proyectos, de
actuar y de sentir. Es cierto que también influye el efecto circular de
estas conductas: si pertenecés a un grupo y no consumís alcohol te quedás
afuera... Pero la problemática es mayor y para revertirla debemos
preguntemos qué les ofrecemos como proyecto de vida. Los padres
necesitamos reflexionar con sus hijos acerca de estas cuestiones, revisar
qué mensajes les transmitimos. Es una de las formas de ayudarlos a
enfrentar el mundo en el que les ha tocado vivir."
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Por Gabriela Navarra
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