Su
presencia en el Proyecto Curricular Institucional
EQUIPO
INSPECTORIAL DE FORMACION DOCENTE
INSPECTORIAS
" SAN FRANCISCO JAVIER" HMA - SDB
BAHIA
BLANCA - JULIO 1999
En un subsidio anterior, “Los
contenidos transversales y los valores salesianos en el Proyecto Educativo Institucional",
se presentó la educación en valores como contenido transversal para incluir en
el Proyecto Curricular Institucional; se analizaron los valores propios de la
salesianidad en relación con los CBC de Formación Etica y Ciudadana y los
Lineamientos Curriculares para la Catequesis en la escuela, estableciendo su
distribución a lo largo del proceso educativo; por último se definieron los
valores típicamente salesianos en relación con la Doctrina Social de la
Iglesia.
Ahora bien,
para que la educación moral[1]
sea una realidad en la escuela es necesario reflexionar aún sobre las
condiciones y características de la conducta propiamente moral y observar
detenidamente los niveles y estadios del desarrollo moral.
En general,
parece que la escuela no ha sabido adaptarse a los cambios producidos en la
sociedad; o bien ha pretendido la conservación y transmisión de los valores
establecidos o bien se ha desentendido de la enseñanza de la moral para
insistir sobre la enseñanza de contenidos. Tampoco ha logrado integrar nuevas
formas de educación, como la que brindan los medios de comunicación social a
sus prácticas cotidianas, haciendo como que no existieran.
De lo que no cabe duda es que la
escuela tiene que hacer algo; la transformación educativa atribuye mucha
importancia a la Formación Etica y Ciudadana, no como una disciplina escolar
más sino como formación que debe penetrar todos los aspectos de la actividad
escolar (aunque no resulta descabellado pensar en espacios curriculares
dedicados a la discusión de temas morales, especialmente en la Educación Polimodal).
Es evidente que las normas sociales y morales se tienen que adquirir en algún
momento, que los alumnos deben ser capaces de reflexionar sobre cuestiones
morales, formar su juicio crítico, de manera de poder llegar a una actuación
moral personal y fundamentada.
Al hablar de educación moral, no sólo
nos referimos a la capacidad de emitir juicios
morales acerca de la bondad o maldad de los actos, sino y sobre todo a la conducta moral, esto es, a la coherencia o adecuación entre
el juicio moral y la conducta correspondiente. En efecto, es necesario
distinguir, como hicieron en sus investigaciones Piaget y Kolhberg, el juicio moral teórico (frente a un
problema ajeno a nosotros mismos) del juicio
moral práctico, que se realiza frente a una situación concreta, que nos concierne
directamente y ante la que hemos de tomar ciertas decisiones para poder actuar.
Tales decisiones y acciones pueden o no ser coherentes con nuestro juicio
(conducta moral).
De acuerdo a este planteo, se tratarán
los siguientes temas:
NIVELES Y ESTADIOS
DEL DESARROLLO MORAL
AUTOAFIRMACIÓN
DEL YO CAPACIDAD DE CAPACIDAD DE
RELACIÓN AUTODETERMINACIÓN
EN
EL PEI LOS
CICLOS
Para Piaget la forma más adecuada de
estudiar el desarrollo moral es utilizando como hilo conductor los datos
obtenidos al estudiar el desarrollo lógico. Ambos procesos, el de desarrollo
del pensamiento lógico y el de desarrollo de la conciencia moral, se producen
simultáneamente y como consecuencia de la interacción entre el sujeto y el
medio. La estructura de la conciencia moral, lo mismo que la estructura cognitiva,
dependerá del tipo de relaciones que el sujeto establece con el medio social.
Piaget estudia un aspecto central del juicio moral: la intención que
mueve al individuo a actuar de una manera, y en relación a ello, la
responsabilidad frente a ese acto y sus posibles consecuencias.
El psicólogo norteamericano L. Kolhberg, partiendo de la teoría
piagetiana, plantea también un enfoque cognitivo-evolutivo: el desarrollo
cognitivo del sujeto implica progresivas reestructuraciones del significado que
va dando al mundo circundante, pero a la vez, esas reestructuraciones van
determinando formas superiores de adaptación a dicho mundo; estas adaptaciones
son las que determinan el comportamiento moral.
A Kolhberg, como a Piaget, le interesaba estudiar cómo razonan las
personas cuando se enfrentan con problemas o asuntos de índole moral y qué
cambios se observan con la edad en el modo de concebir estos problemas; sin
embargo, Kolhberg no explora los mismos problemas que Piaget, sino que se
centra especialmente en el razonamiento de las personas cuando se enfrentan con
conflictos entre normas; a las mismas decisiones morales se puede llegar por
razonamientos muy distintos, de ahí que intentó caracterizar una secuencia
invariable y universal en esos niveles de razonamiento[2].
Tanto Piaget como Kolhberg sostienen que para el desarrollo moral del
individuo, el desarrollo lógico o cognitivo es una condición imprescindible. La
conducta moral requiere un desarrollo del pensamiento lógico tal, que permita
hacer los juicios morales correspondientes a cada una de las etapas.
Se puede decir entonces que, en la
medida que la educación contribuye a la maduración de la dimensión cognitiva
del educando, especificada en el desarrollo de las destrezas intelectuales
referidas a la captación y elaboración de información, está contribuyendo a la
maduración de la capacidad de hacer juicios morales. Se percibe así la valiosa
contribución de las distintas áreas curriculares a la educación moral.
Sin embargo, esto no quiere decir que el progreso intelectual lleve
necesariamente al progreso moral ni que un juicio moral elevado se traduzca
necesariamente en un acción moral coherente; el razonamiento lógico es una
condición necesaria pero no suficiente para la madurez del juicio moral. Hay
que tener en cuenta que la coherencia entre el juicio y la conducta moral
depende de otras variables, por ejemplo, los elementos pertenecientes al mundo
de la afectividad[3]
Si bien la teoría de los niveles y estadios de Kolhberg ha recibido
críticas[4],
es evidente que se da una evolución en el juicio moral y por lo tanto, vale la
pena impulsar su desarrollo para el logro de la educación moral.
¿Cómo llegan los hombres a diferenciar lo bueno o justo de lo malo o
injusto? ¿Cómo se establece el juicio moral?
Kolhberg diseñó una serie de dilemas morales en los que se oponen
valores diferentes; por ejemplo, el valor de la vida frente al valor de la ley;
conflictos entre el interés personal inmediato y el de otras personas;
obediencia a la autoridad versus libertad, etc. En todos los dilemas, Kolhberg
propone una serie de preguntas seguidas de un “por qué” con el fin de conocer las justificaciones que dan los
niños, jóvenes o adultos cuando toman cualquier decisión.
A partir de las entrevistas realizadas durante varios años identificó
tres formas cualitativamente diferentes de razonamiento moral, observando que
cada una de estas formas de razonar era más probable en unas edades que otras;
esto lo llevó a proponer tres niveles del desarrollo moral a los que denominó preconvencional, convencional y postconvencional[5].
Dentro de cada nivel, Kolhberg definió dos estadios sucesivos, siendo
el segundo una forma más avanzada de pensamiento aunque dentro de la misma
orientación moral global.
En el siguiente cuadro se describen brevemente cada uno de los
estadios:
NIVELES
|
ESTADIOS
|
DESCRIPCIÓN
|
Moral
preconvencional
Se
respetan las normas por las consecuencias que pueden tener (premio o
castigo), o por el poder físico de los que las establecen. Estamos en un
nivel de pre-moralidad en el que la conducta del sujeto está gobernada por
reglas externas: lo que puede suponer un castigo es malo. |
1.
Obediencia (Moralidad
heterónoma) 2.
Pragmatismo (Moralidad de intercambio) |
Lo correcto es obedecer
para evitar el castigo. Se acepta la perspectiva de la autoridad y considera
las consecuencias físicas de la acción sin tener en cuenta la intención. Perspectiva social egocéntrica.
El individuo no es capaz de ponerse en lugar de otro, ni de reconocer puntos
de vista diferentes de los suyos. Lo correcto es buscar los propios intereses aceptando
que los otros tienen derecho a hacer lo mismo. Perspectiva social:
intercambio, “tanto me das, tanto te doy”. Se trata de una postura
individualista, consciente de que todos tienen sus propios intereses y que
pueden entrar en conflicto. |
Moral
convencional
Hay que
respetar las normas impuestas por el grupo al que se pertenece. El sujeto
intenta cumplir bien su propio rol: ser buen hijo, hermano, amigo, etc., respondiendo
a lo que los demás esperan de él. Es importante cumplir con el orden
establecido (orden convencional). La base de la moralidad es la conformidad
con las normas sociales |
3.
Concordancia
interpersonal (Moralidad
de normativa interpersonal) 4.
Ley y
orden (Mantenimiento
del orden social). |
El
sujeto pretende concordar con el modelo (ser buen chico...) Se busca una
acomodación con los modelos colectivos.
Lo correcto es lo que los demás aprueban. Perspectiva social: aplicación
de la “regla de oro”: “compórtate con los demás como quieras que se comporten
contigo”. El
sujeto es capaz de tener en cuenta no sólo la perspectiva de dos personas,
sino la de las leyes sociales. La conducta correcta consiste en realizar el propio deber, mostrando respeto
por la autoridad y el orden social establecido para nuestro bien. La moralidad
sobrepasa los lazos personales y se relaciona con las leyes, que no deben
desobedecerse, para poder mantener el orden social. |
Moral
postconvencional
|
5.
Consenso
social (Moralidad
de los derechos humanos) 6.
Principios
universales (Moralidad
de los principios éticos universales) |
Lo correcto se define
en términos de derechos generales, sobre los que está de acuerdo la sociedad
en su conjunto. Perspectiva social: el contrato
social supone la participación voluntaria en un sistema social aceptado que
tiene como fin el bien de la humanidad. El pensamiento moral se basa en principios universales (dignidad
de la persona, valor de la vida, solidaridad, tolerancia, etc.) fruto de una
elección personal y de un razonamiento autónomo. Se reconoce el valor del
contrato social para garantizar los derechos de todos los ciudadanos, pero si
fallan las leyes, se debe actuar según los principios morales de cada uno. Perspectiva social: alcanza su
máxima amplitud pues abarca a toda la especie humana. Y distingue las
exigencias morales universales de las exigencias sociales egocéntricas. |
1.2
¿Cómo
se interpretan los estadios formulados por Kolhberg?
Distintas personas, por ejemplo, pueden mantener ideas pacifistas o
ecologistas, pero basándose en razones que pertenecen a niveles de juicio muy
diferentes, desde el nivel preconvencional o instrumental, hasta el
postconvencional; lo significativo entonces no es que la persona esté a favor o
en contra sino la perspectiva que adopta, las razones de su decisión, que
pueden ser instrumentales-individuales, convencionales o guiadas por principios
más allá de las normas.
A diferencia de Piaget, quien considera que en el desarrollo moral
sólo se trata de tendencias u orientaciones (heteronomía-autonomía), Kolhberg
propone una sucesión de estadios morales que representan progresivamente formas
superiores de razonar; esto supone mantener que un individuo que se encuentre
completamente en un estadio, no puede pertenecer a la vez a ningún otro estadio.
1.3 ¿Cómo influyen estos estadios de Kolhberg sobre
la educación moral?
Para Kolhberg, como para todos los que comparten la perspectiva
cognitivo-evolutiva del desarrollo moral, lo que ha de promoverse mediante la
educación, es la capacidad del alumno para reflexionar críticamente sobre las
normas y asuntos morales. Eso no implica hacer iguales a todos los valores sino
al contrario, llegar a la conclusión, mediante la reflexión, de que algunos son
mejores que otros.
Por otra parte, dado que el desarrollo moral se entiende como un
progreso hacia niveles moralmente superiores, el objetivo de la educación es
impulsar ese desarrollo; se puede hacer incorporando al aula problemas morales
hipotéticos o reales para que el profesor y los alumnos discutan y reflexionen
sobre ellos[6].
Uno de los dilemas más conocidos de
Kolhberg, que planteaba a jóvenes y adultos, es el dilema de Heinz.
Sugerimos que
los docentes vivencien la estrategia antes de su aplicación en el aula,
realizando los siguientes pasos:
1.
Presentación del dilema: repartirlo por escrito y alguien lo lee en
voz alta.
2.
Reflexión individual y expresión por escrito. Se expresa por escrito
en forma individual la solución más adecuada al dilema desde el punto de vista
moral. El objetivo de este paso es que la persona clarifique sus propias
opiniones y sea consciente de sus propios valores; evita además la influencia y
presión del resto del grupo y obliga a apoyar y fundamentar las razones
propias.
3.
Discusión del dilema: se puede optar por hacerlo en pequeños grupos y
luego pasar a la discusión en grupo grande o hacerlo directamente en asamblea.
4.
Conclusiones: cada integrante del grupo resume por escrito las
distintas soluciones y los razonamientos que los fundamentan. Escribe su
solución personal y la compara con su solución inicial, observando si ha habido
cambios o no en su posición y valores.
5.
Normas: - no hay respuestas buenas o malas en la discusión de los
dilemas;
- nadie será evaluado por sus opiniones morales en ningún momento[7].
DILEMA
DE HEINZ
“En Europa hay
una mujer que padece un tipo especial de cáncer y va a morir pronto. Hay un medicamento
que los médicos piensan que le puede salvar. Es una forma de radio que un
farmacéutico de la misma ciudad acaba de descubrir. La droga es cara porque el
farmacéutico está cobrando diez veces lo que le costó hacerla. El pagó 200$ por
el material y cobra 2000$ por una pequeña dosis de medicamento. El esposo de la
mujer enferma, Heinz, acude a todo el mundo que conoce para pedir prestado
dinero, pero sólo ha podido reunir unos 1000$, o sea, la mitad de lo que cuesta.
Heinz se entrevista con el farmacéutico para decirle que su esposa se está
muriendo y le ruega que le venda el medicamento más barato o le deje pagar más
tarde. El farmacéutico se niega y, ante esto, Heinz, desesperado, piensa
atracar la farmacia para robar la medicina”.
Algunas
cuestiones para orientar la discusión:
-
¿Debe Heinz robar la medicina? ¿Por qué debería [o no] hacerlo?
-
Si Heinz no amara a su mujer, ¿debería robar la medicina para
salvarla?
-
Si no se tratara de su mujer sino de un desconocido que se está
muriendo, ¿debería Heinz robar la medicina?
-
¿La gente debe hacer todo lo que está en sus manos para salvar la vida
de otra persona?
-
Robar va contra la ley, ¿eso significa que es moralmente malo hacerlo
en este caso?
Una vez elaboradas las respuestas, los docentes pueden tratar de
ubicarlas en el nivel y estadio de desarrollo moral según el cuadro de
referencia.
A modo de ejemplificación, se
transcriben posibles soluciones y su ubicación en los distintos estadios,
recordando que hay que atender sólo a las razones y argumentos presentados:
a.
Heinz debe robar por miedo a que los familiares o incluso la justicia
le pidan responsabilidades por dejarla morir (estadio 1) o, Heiz no debe robar
por miedo al infierno (estadio 1).
b.
Heinz debe robar porque no puede vivir sin su esposa, la necesita
(estadio 2).
Ambos estadios pertenecen al nivel preconvencional, donde
las cuestiones morales se enfocan desde la perspectiva de los intereses
concretos de las personas implicadas; se atiende a las consecuencias concretas
de la acción: un castigo, una ventaja, un remordimiento, la pérdida de afecto,
etc.
c.
Porque un buen marido debe hacer todo lo posible para salvar a su
esposa (estadio 3).
d.
Porque un buen matrimonio debe funcionar así, incluso en bien de la
sociedad (estadio 4).
Los incisos c y d pertenecen al nivel convencional, en el
cual la persona se enfrenta al problema moral desde la perspectiva de miembro
de la sociedad; lo impor-
tante
es desempeñar bien el rol y proteger los intereses de la sociedad y de los
suyos propios.
e.
Se deberían promulgar leyes de manera que se prevenga la pérdida de
vidas inocentes al tiempo que se mantiene el derecho del farmacéutico a su
propiedad (estadio 5).
f.
Porque salvar la vida de una persona puede ser más importante que
cumplir la ley (estadio 6).
Estos dos ejemplos de razonamiento se ubican en el nivel
postconvencional, en el cual el problema moral se trata desde una perspectiva
que va más allá de las normas y leyes de una sociedad particular y atiende a
los principios sobre los que se asienta cualquier sociedad justa. Se juzgan las
acciones no sólo de acuerdo con normas, sino que se juzgan esas mismas normas de
acuerdo con principios superiores y racionales.
Frente
a una situación dada, que lo implique moralmente, el hombre emite juicios
morales.
2.1 ¿Qué es el juicio moral?
-
Se trata de un juicio prescriptivo,
esto es, un juicio que ordena lo que se debe o no hacer.
-
Y por lo tanto se impone como obligatorio,
independientemente de las normas sociales o presiones externas.
-
La obligatoriedad se percibe como universal,
esto es, que se impone para todos en situaciones similares.
-
Es también un juicio categórico,
no sujeto a condición alguna.
-
Su legitimidad no deriva de los hechos ni de las costumbres, el dato
estadístico o el comportamiento medio (los juicios morales no parten de lo que
el hombre hace sino de lo que debe hacer); los juicios morales son legítimos porque hay un argumento
racional en favor de... o en contra de...
-
La justificación última del juicio moral es la interiorización del
valor absoluto de la persona, fin en sí misma.
2.2 ¿Qué se requiere para emitir el juicio moral?
2. 2.1 Operaciones mentales
Si su legitimidad procede de la coherencia racional del juicio con las
premisas morales que lo fundamentan, es necesario en primer lugar analizar las
operaciones mentales implicadas.
En el siguiente cuadro se detallan las diferentes destrezas
intelectuales que se refieren al desarrollo del pensamiento lógico:
Conceptualización |
Captación de información |
Aplicación |
Análisis y síntesis |
Distinguir Ordenar Jerarquizar Comparar Relacionar, etc. |
Observación Exploración Investigación, etc. |
Formular hipótesis Poner un principio en situaciones nuevas Buscar excepciones, etc. |
Ponderación de datos y hechos Comprensión de relaciones Generalización, etc. |
Una educación con intencionalidad ética debe ayudar al educando en el
logro de estas habilidades en todas las áreas curriculares.
“En la medida en que la educación contribuye a la maduración de la dimensión cognitiva del educando,
especificada en el desarrollo de las destrezas intelectuales... está
contribuyendo a la maduración de... la
capacidad de hacer juicios morales...”[8]
2.2.2 Categorías conceptuales morales
Además de las destrezas cognitivas
ya señaladas, para emitir un juicio moral,
se requiere la conceptualización de algunas categorías básicas de la Etica. Los
conceptos básicos implicados son, por ejemplo, justicia-injusticia,
derecho-deber, culpabilidad-inocencia, libertad-determinismo, leyes, normas,
excepciones, premio-castigo, autoridad, libertad, responsabilidad,
imputabilidad, etc.
Una institución educativa que en su
PEI propone la formación moral de sus alumnos debe atender en cada una de las
áreas curriculares, a la elaboración de juicios morales sobre los contenidos de
aprendizaje (históricos, científicos, estéticos, etc.).
2.2.3 Concepto de “persona”
Si la justificación última de la
legitimidad del juicio moral es la persona, es necesario a lo largo de todo el
proceso educativo, conceptualizar el valor “persona” como la base de todo comportamiento
ético. En efecto, la condición última de la moralidad, su fundamento y
justificación se encuentra en la persona como valor absoluto.
3.
LA CONDUCTA MORAL
El juicio moral, racionalmente
fundado, es la condición sine que non
para la actuación moral, pero no es suficiente para el logro de una conducta moral coherente; en ésta
última interviene además el ámbito de la afectividad: la percepción del yo, el
tipo de relaciones interpersonales y la capacidad de autodeterminación.
1. La autoafirmación del yo
Es claro que para que exista
coherencia entre el razonamiento y la conducta moral es necesario tener una
percepción clara de los contenidos de la propia conciencia, de sus capacidades
y facultades, en suma, percepción de sí mismo como un yo valioso y digno de
estima; si no se produce la afirmación del yo difícilmente se superen los
estadios morales más primitivos, como el de obediencia-castigo de la descripción
de Kolhberg.
2. La capacidad de relación
La autoafirmación del yo sólo se
produce en la relación con los demás:
familia y demás grupos de pertenencia.
La madurez en la capacidad de
relación se da cuando la persona, al relacionarse con los demás, es capaz de
mantener su unidad y coherencia como persona; cuando se considera a sí mismo, y
al otro como fines y nunca como medios; cuando se contempla el bien común como
límite de los deseos individuales; cuando se adquieren y se mantienen
compromisos; cuando se adquiere la capacidad olvidarse de uno mismo a favor del
otro; etc.
3. La capacidad de autodeterminación
No se puede actuar moralmente,
presentar coherencia entre el razonamiento y la conducta moral, sin el
desarrollo adecuado de la capacidad de decidir libre y conscientemente y por lo
tanto, de hacerse responsable de los propios actos.
Por “libertad” se entiende la
capacidad de autodeterminación consciente, basada en el dominio de sí mismo
(voluntad) y en la reflexión que ilumina. La madurez de la libertad humana
aparece cuando es concebida como “libertad con los demás” y “libertad para”,
esto es, dirigida hacia valores superiores.
4.
EDUCACIÓN MORAL Y VALORES SALESIANOS
La educación moral en la escuela
debe atender a todos los componentes considerados: cognitivos, afectivos y
específicamente morales, como condición para el desarrollo de los valores
explicitados en el PEI.
Observamos en el siguiente cuadro
cómo estos componentes son condición para la formación en los valores que se
han tratado en el subsidio ya mencionado[9]:
Elementos de la conducta moral |
Valores
típicamente salesianos |
Concepto
de persona Categorías
morales |
Todos |
Operaciones
intelectuales |
Todos Especialmente: Capacidad
de juicio crítico Creatividad,
flexibilidad. |
Autoafirmación
del yo |
Educación
de la voluntad Laboriosidad Alegría,
gratitud. |
Capacidad
de relación |
Tolerancia
y diálogo Aceptación
del diferente Justicia,
solidaridad, servicio Ecología |
Capacidad
de autodeterminación |
Justicia,
solidaridad, servicio. Participación,
corresponsabilidad Alegría,
gratitud Creatividad,
flexibilidad, espontaneidad |
5. ELEMENTOS DE LA CONDUCTA MORAL
Y OBJETIVOS
Resta plantearnos cómo se van desarrollando estos elementos en la
evolución del niño; ello nos permitirá formular los objetivos de cada ciclo del
proceso educativo y orientar las actividades de aprendizaje más adecuadas.
DESCRIPCIÓN
DE LOS CICLOS[10]
NIVEL
INICIAL (3 a 6 AÑOS)
Elementos |
Descripción |
Objetivos comunes del ciclo[11] |
Conceptualización del valor “persona” |
Concepto de persona vinculado a los modelos de identificación
del grupo primario de pertenencia – la familia -. Desarrollo del sentimiento de “confianza básica”,
esto es, percepción de sí mismo como alguien que “vale” para los demás. |
|
Categorías conceptuales morales |
Edad pre-moral; conciencia heterónoma. Vinculación estrecha entre “bueno”, “malo”, “autoridad”,
“castigo” (“Bueno” es lo que manda el adulto; “malo” es lo que castiga el
adulto). Importantes son los valores y contravalores,
satisfacciones e insatisfacciones que el adulto transmite. |
|
Operaciones mentales |
Fundamentales son las operaciones de captación de
la información. Desarrollo de las destrezas relacionadas con la conceptualización
e inicio de las referidas a la aplicación. |
Capaz de observar y explorar el entorno físico y
social más próximo Capaz de distinguir, ordenar, establecer relaciones
formales. Capaz de interrogarse acerca de los porqués de los
hechos y de los fenómenos. Capaz de resolver situaciones nuevas aplicando conocimientos |
Autoafirmación del yo |
Atención al conocimiento, dominio y aceptación del
propio cuerpo. |
Capaz de configurarse una imagen positiva de sí
mismo a partir del conocimiento, dominio y aceptación del propio cuerpo |
Capacidad de relación |
La socialización es ante todo “negociación” de los
propios intereses en relación a los de los demás. |
Capaz de negociar los propios intereses en relación
a los de los demás |
Capacidad de autodeterminación |
Adquisición de hábitos dirigidos al dominio de la
voluntad: “hábitos liberadores”. Necesidad de protección de miedos e inhibiciones. Gran dosis de espontaneidad. |
Capaz de adquirir hábitos dirigidos al dominio de
la voluntad. Capaz de superar miedos e inhibiciones |
PRIMER CICLO (6 a 8 años)
Elementos |
Descripción |
Objetivos comunes del ciclo |
Conceptualización del valor “persona” |
Concepto de “persona” como alguien semejante a uno
mismo, por eso tiene la capacidad de interiorizar la norma de “no hagas a los
demás lo que no quieres que te hagan a vos”. |
|
Categorías conceptuales morales |
Capacidad de hacer juicios morales; lo bueno es digno
de aprobación, lo malo merece castigo, aunque “bueno” y “malo” están
vinculados a normas a las que trata de amoldar su conducta. Previsión de consecuencias de sus actos. Descubrimiento de la noción de “deber” Valoración de los resultados antes que la
intención de los actos. |
|
Operaciones mentales |
Desarrollo de las principales operaciones del pensamiento
lógico concreto. Desdarrollo de las destrezas cognitivas de
captación, conceptualización, aplicación; inicio de las capacidades de
análisis y síntesis. |
Capaz de observar, explorar y descubrir el tipo de
relaciones sociales del entorno . Capaz de ordenar, seriar y relacionar datos. Capaz de aplicar los conocimientos adquiridos a la
resolución de problemas y situaciones. Capaz de formular estimaciones o hipótesis
sencillas. Capaz de captar la norma lógica en series
sencillas de los hechos naturales y en los de la conducta. Capaz de utilizar las relaciones de parte a todo. |
Autoafirmación del yo |
Se percibe como un yo diferente a los demás (no se
trata todavía del desarrollo de la identidad que se produce normalmente en la
adolescencia). Posibilidad de hacer elecciones entre alternativas. |
Capaz de captarse a sí mismo como diferente a los
demás. Capaz de llevar a cabo elecciones personales. |
Capacidad de relación |
Actuación desde el reconocimiento de que también
los otros tienen derechos a lo que él desea (reciprocidad). |
Capaz de colocarse en la perspectiva de los demás. |
Capacidad de autodeterminación |
Cierta capacidad de autocontrol para dictarse su
propia disciplina. Conveniencia de ponerlo en situación de asumir algunos
compromisos relacionados con la mejora de su comportamiento. |
Capaz de dictarse su propia disciplina en espacios
de convivencia y de ejercer un cierto autocontrol sobre su conducta. |
SEGUNDO
CICLO (9 a 11 años)
Elementos |
Descripción |
Objetivos comunes del ciclo |
Conceptualización
del valor “persona” |
Aparición del concepto de “justicia” (todavía como
mera igualdad) asociado al de “persona”. |
|
Categorías conceptuales morales |
Concepto de “bueno” y “malo” en relación a los
códigos del grupo. Ser bueno es fundamentalmente ser justo. Enjuiciamiento de la conducta como defectos o
virtudes. Enjuiciamiento de la conducta desde normas más o
menos estables. Preocupación por la idea de Dios, destino, etc. en
relación con la conducta moral. |
|
Operaciones mentales |
Operaciones de razonamiento lógico, con
aplicaciones a lo concreto. Desarrollo de destrezas de captación de la información,
progresivas respecto a los ciclos anteriores. Logro de habilidades en el campo de la conceptualización,
aplicación, análisis y síntesis; inicio en las operaciones de integración
sintética de conocimientos de distintas fuentes. |
Capaz de explorar y descubrir características y de
establecer relaciones entre ellas en relación con los fenómenos sociales de
su entorno. Capaz de utilizar medios de información no
académicos. Capaz de relacionar, clasificar, comparar datos y
variables que intervienen en un problema, situación o conducta no complejos. Capaz de buscar relaciones de causa-efecto,
superando la pura sucesión, Capaz de inferir leyes elementales de los
fenómenos que observa. Capaz de utilizar recursos de diversas áreas para
enjuiciar situaciones. |
Autoafirmación del yo |
Depende de la integración grupal entre iguales. Ejercicio de la creatividad y de la iniciativa, no
sólo en el ámbito motriz, sino también en sus habilidades intelectuales. |
Capaz de hacer una adecuada integración grupal. Capaz de actuar y de resolver problemas con
creatividad y con autonomía. |
Capacidad de relación |
Desarrollo de la idea de reciprocidad (para enriquecer
el concepto de justicia). |
Capaz de mantener fidelidad a los grupos de
pertenencia. Capaz de aplicar sus criterios de justicia en la
relación con los demás. |
Capacidad de autodeterminación |
Disposición para decidir por sí mismo algunos
campos de responsabilidad. Se impone obligaciones en relación con las tareas
propias Puede dar cuenta de los actos. Responsabilidad. |
Capaz de decidir por sí mismo campos de
responsabilidad. Capaz de dar cuenta de los actos correspondientes
a dichos campos. |
TERCER
CICLO (12 a 13-14 años)
Elementos |
Descripción |
Objetivos comunes del ciclo[12] |
Conceptualización del valor “persona” |
Pubertad: frontera entre la infancia y la adolescencia. Manejo de algunas ideas universales. Concepto de persona en relación con la aparición
de ideales. Idealización de los héroes, que encarnan el referente
del valor persona. Aparición del concepto de “bondad” en relación con
el de “gratuidad” (más allá de la reciprocidad). |
|
Categorías conceptuales morales |
Objetividad en la regulación de la conducta. Principios de moralidad práctica. Percepción de las consecuencias de la conducta;
aparición de la autocrítica. Tendencias al fervor religioso. |
|
Operaciones mentales |
Desarrollo de las destrezas intelectuales en un
nivel de pensamiento lógico formal: uso de diferentes fuentes de información,
organización de un conjunto de datos de acuerdo con criterios previos;
extracción de consecuencias; enunciación de hipótesis; formulación de nuevos
interrogantes; elaboración de esquemas; enjuiciar visiones, etc. |
Capaz de plantear interrogantes previos para la
búsqueda de información, de selección y utilización de fuentes de consulta
pertinentes. Capaz de determinar la relación estructural de las
ideas contenidas en los distintos mensajes. Capaz de establecer relaciones de causa-efecto y
sus consecuencias. Capaz de hacer anticipaciones de resultados, teniendo
en cuenta las diferentes variables de un problema o situación. Capaz de tener una visión integradora de los
distintos elementos que conforman una realidad y de adoptar una postura
crítica ante ella |
Autoafirmación del yo |
Capaz de resolver por sí los problemas propios de
su edad. Conocimiento de capacidades y limitaciones. |
Capaz de conocer con nitidez sus capacidades y sus
limitaciones. Capaz de percibirse competente para resolver por
sí los problemas propios de su edad |
Capacidad de relación |
Logro de los principales mecanismos de interacción
y de integración social. Capaz de tomar en cuenta el modo de ser de los
demás. Tolerancia y flexibilidad. Integración en grupos de acción cooperativa. |
Capaz de marcar su identidad en el grupo, al mismo
tiempo que mantiene lealtad al mismo. Capaz de compartir sentimientos ajenos. Capaz de mantener una disposición cooperativa. Capaz de cultivar la amistad. |
Capacidad de autodeterminación |
Adopción de puntos de vista independientes. Incremento de los espacios de autonomía en la toma
de decisiones. |
Capaz de establecer márgenes propios de
responsabilidad y de autodeterminación en su vida cotidiana. Capaz de actuar guiado por el deseo de
singularidad y de originalidad, reaccionando contra el conformismo y la rutina. |
EDUCACIÓN
POLIMODAL (15 a 17 años)
Elementos |
Descripción |
Objetivos comunes del ciclo |
Conceptualización del valor “persona” |
Formación de síntesis personales de pensamiento. “Persona”: sujeto de la historia, la ciencia, el arte,
etc. “Persona”: referente para conseguir la coherencia
del juicio con la conducta moral. |
|
Categorías conceptuales morales |
La conciencia se convierte en el criterio para
hacer el bien y evitar el mal. Consolidación de las convicciones morales. Cuestionamiento de las razones de lo mandado y lo
prohibido.. Responsable total de su comportamiento. Consideración de las intenciones y no de los resultados. Amor considerado como fundamento de la moral. Conceptos de justicia y ley. Interés por la fundamentación ética de la sociedad. |
|
Operaciones mentales |
Profundización de todas las destrezas intelectuales:
interpretación de la realidad utilizando simultáneamente diversas perspectivas;
estimaciones razonadas; elaboración de hipótesis sobre principios y
generalizaciones aprendidas; elaboración de síntesis personales coherentes;
valorizaciones y generalizaciones respecto a una realidad. |
Capaz de buscar, indagar y seleccionar los datos
pertinentes de diferentes fuentes para dar respuesta a problemas planteados. Capaz de relacionar, comparar, interpretar datos,
estructuras, situaciones. Capaz de interpretar la realidad utilizando simultáneamente
diversas perspectivas. Capaz de elaborar síntesis personales coherentes. Capaz de hacer valoraciones y generalizaciones respecto
a una realidad usando los conocimientos de diferentes áreas. |
Autoafirmación del yo |
Alto desarrollo de la autoestima. Reflexión sobre sí mismo. Conciencia clara de su identidad. Necesidad de pensar. |
Capaz de “interiorizarse” a través del
recogimiento creativo. |
Capacidad de relación |
Afirmación del yo social. Sensibilidad comprometida ante problemas de
justicia social. Sentimientos altruistas. Tendencia a “ser con el otro” en el amor. |
Capaz de cultivar progresivamente el “ser con el
otro” (amor) |
Capacidad de autodeterminación |
Disposición a comprometerse y vincularse con las
decisiones tomadas. Armonización del deseo de independencia con el
compromiso respecto a un grupo o causa. |
Capaz de tomar decisiones por sí mismo y de comprometerse
o de vincularse con las decisiones tomadas. Capaz de armonizar su deseo de independencia con
el compromiso respecto de una idea o causa. |
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
De la selección y secuenciación
cuidadosa de los objetivos de cada ciclo se desprenden el tipo de actividades
de aprendizaje que se pueden planificar.
Se sugiere la
siguiente bibliografía:
SEPSUR. Cuaderno
Carpeta de Pastoral Juvenil. Formación de la conciencia moral. Nº 35-II, Bs.
As., 1996. Se trata de fichas
para educadores en las que se trabajan elementos fundamentales de moral y también
del sistema preventivo. Constan de objetivos, metodologías de trabajo y textos
de apoyo:
Ficha 1: Conciencia moral
Ficha 2: Norma y valor
Ficha 3: Mandamientos y libertad.
(págs. 46 y sgs.)
SEPSUR. Cuaderno
Carpeta de Pastoral Juvenil. Formación de la conciencia moral. Nº 35-II, Bs.
As., 1996. Fundamentación teórica.
RODRIGUEZ ALBARRACIN, E. Y TOSTON de la CALLE, F. Vivir.
Etica y valores para la juventud de hoy. Tomo I (para alumnos de 12 a 14
años), San Pablo, Sta. Fe de Bogotá, 1998. (Biblioteca de la Inspectoría). Cada
unidad de trabajo consta de objetivos, situaciones problemáticas, actividades,
soporte bibliográfico. Los temas son: reglas, experiencia moral, experiencia de
valores, jerarquía de valores, ética de la convivencia, amor y amistad,
ecología, etc.
De los mismos autores, el tomo II para alumnos de 15 a 17
años. Trata entre otros los siguientes temas: valores, ideales, principio de la
juventud; juventud y cultura, juventud y mundo socio-político; juventud y
ciencia y técnica; juventud y arte, juventud y religión, etc.
BOLÍVAR, A. Diseño
curricular de Etica para la Enseñanza Secundaria Obligatoria, Editorial
Síntesis, Madrid, 1993. Se presenta una unidad didáctica sobre “La autoridad y
su legitimación. Las leyes: necesidad de obedecerlas y desobediencia legítima”,
que incluye todos los componentes curriculares. Es un ejemplo de un contenido
de Formación Etica y Ciudadana (valores políticos y análisis ético) en el marco
de un proyecto curricular de Ciencias Sociales.
AGUDELO, H.A. (1997), Educación
en los valores. Talleres pedagógicos, Editorial Kimpres Ltda., Santa Fe de
Bogotá (Biblioteca de la Inspectoría)es otro texto útil para la preparación y
planificación de actividades. Presenta un esquema de las virtudes a desarrollar
por edad y a continuación, un taller para cada una de las virtudes seleccionadas
(objetivos, actividades, textos de apoyo). Entre otros, hay talleres para el
aprendizaje de la generosidad, la justicia, laboriosidad, patriotismo,
humildad, lealtad, prudencia, etc.
BIBLIOGRAFÍA
ABAD PASCUAL, J.(1995) La
vida moral y la reflexión ética. Mc Graw Hill, Madrid.
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GALAN, M.J. y otros, (1995) La formación
moral: eje transversal de la educación. FERE, Madrid.
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A.(1993) Diseño curricular de Etica para
la Educación Secundaria Obligatoria. Editorial Síntesis, Madrid.
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de Ética. La formación ética en la EGB. Homo Sapiens Ediciones, Rosario.
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la educación moral. Aula XXI, Santillana, Madrid.
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Educativas, Bs. As.
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y educación. Anaya, Madrid.
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M.D. y otros. (1994) Herramientas para el aprendizaje. Guía para enseñar a
estudiar. Aiqué, Bs. As.
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CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA. La
escuela católica.
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Barcelona.
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Etica para Amador. Ariel, Bs As.
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Editorial Paulinas-Editorial Verbo Divino, Madrid.
-------------
(1975) Moral fundamental. Editorial
PS, Madrid.
--------------(1980)
y SANTIDRIAN, P. Ética Personal: Las
actitudes personales. Editorial Verbo Divino, Madrid.
Anexo
I
Carta
Encíclica de Juan Pablo II sobre algunas cuestiones fundamentales de la
enseñanza moral
II. Conciencia y verdad
El sagrario del hombre
54. La relación
que hay entre libertad del hombre y ley de Dios tiene su base en el “corazón”
de la persona, o sea, en su conciencia moral. “En lo profundo de su conciencia,
el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe
obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón,
llamándolo siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita
aquello. Porque el hombre tienen una ley escrita por Dios en su corazón, en
cuya obediencia está la dignidad humana y según la cual será juzgado” [13].
Por esto,
el modo como se conciba la relación entre libertad y ley está íntimamente
vinculado con la interpretación que viene reservada a la conciencia moral. En este
sentido las tendencias culturales recordadas más arriba, que contraponen y
separan entre sí libertad y ley, y exaltan de modo idolátrico la libertad,
llevan a una interpretación “creativa” de la conciencia moral, que se aleja de
la posición tradicional de la Iglesia y de su Magisterio.
55. Según la
opinión de algunos teólogos, la función de la conciencia se habría reducido, al
menos en un cierto pasado, a una simple aplicación de normas morales generales
a cada caso de la vida de la persona. Pero semejantes normas –afirman- no son
capaces de acoger y respetar toda la irrepetible especificidad de todos los
actos concretos de las personas; de alguna manera, también pueden ayudar a una
justa valoración de la situación, pero no pueden sustituir a las personas en
tomar una decisión personal sobre cómo comportarse en determinados casos
particulares. Es más, la citada crítica a la interpretación tradicional de la
naturaleza humana y de su importancia para la vida moral induce a algunos
autores a afirmar que estas normas no son tanto un criterio objetivo vinculante
para los juicios de conciencia, sino más bien una perspectiva general que, en
un primer momento, ayuda al hombre a dar una impostación ordenada de su vida
personal y social. Además revelan la complejidad típica del fenómeno de la
conciencia: ésta se relaciona profundamente con toda la esfera psicológica y
afectiva, así como con los múltiples influjos del ambiente social y cultural de
la persona. Por otra parte, se exalta al máximo el valor de la conciencia, que
el Concilio mismo ha definido “el sagrario del hombre, en el que está solo con
Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”. Esta voz –se dice- induce al
hombre no tanto a una meticulosa observancia de las normas universales, cuanto
a una creativa y responsable aceptación de los cometidos personales que Dios le
encomienda.
Algunos autores, queriendo poner de relieve el carácter “creativo” de la
conciencia, ya no llaman a sus actos con el nombre de “juicios” sino con el de
“decisiones”. Sólo tomando “autónomamente” estas decisiones el hombre podría
alcanzar su madurez moral. No falta quien piensa que este proceso de maduración
sería obstaculizado por la postura demasiado categórica que, en muchas
cuestiones morales,
asume el Magisterio
de la Iglesia, cuyas intervenciones originarían, entre los fieles, la aparición
de inútiles conflictos de conciencia.
56. Para justificar semejantes posturas,
algunos han propuesto una especie de doble estatuto de la verdad moral. Además
del nivel doctrinal y abstracto, sería necesario reconocer la originalidad de
una cierta consideración existencial más concreta. Esta, teniendo en cuenta las
circunstancias y la situación, podría establecer legítimamente unas excepciones
a la regla general y permitir así la realización práctica, con buena
conciencia, de lo que está calificado por la ley moral como intrínsecamente
malo. De este modo se instaura en algunos casos una separación o incluso una
oposición, entre la doctrina del precepto válido en general y la norma de la
conciencia individual, que decidiría de hecho, en última instancia, sobre el
bien y el mal. Con esta base se pretende establecer la legitimidad de las
llamadas soluciones “pastorales” contrarias a las enseñanzas del Magisterio, y
justificar una hermenéutica creativa, según la cual la conciencia moral no
estaría obligada en absoluto, en todos los casos, por un precepto negativo
particular.
Con estos planteamientos se pone en
discusión la identidad misma de la conciencia moral ante la libertad del hombre
y ante la ley de Dios. Sólo la clarificación hecha anteriormente sobre la
relación entre libertad y ley basada en la verdad hace posible el
discernimiento sobre esta interpretación “creativa” de la conciencia.
El juicio de la
conciencia
57. El mismo texto de la Carta a los Romanos, que nos ha presentado la esencia de la ley
natural, indica también el sentido
bíblico de la conciencia, especialmente en su vinculación específica con la ley... Según las palabras de San
Pablo, la conciencia, en cierto modo, pone al hombre ante la ley, siendo ella
misma “testigo” para el hombre: testigo de su fidelidad o infidelidad a la ley,
o sea, de su esencial rectitud o maldad moral. La conciencia es el único testigo. Lo que sucede en la intimidad
de la persona está oculto a la vista de los demás desde fuera. La conciencia
dirige su testimonio solamente hacia la persona misma. Y, a su vez, sólo la
persona conoce la propia respuesta a la voz de la conciencia...
59.
San Pablo no se limita a reconocer que la conciencia hace de
“testigo”, sino que manifiesta también el modo como ella realiza semejante
función. Se trata de “razonamientos” que acusan o defienden a los paganos en
relación con sus comportamientos (cf. Rom 2, 15). El término “razonamientos”
evidencia el carácter propio de la conciencia, que es el de ser un juicio moral sobre el hombre y sus actos. Es
un juicio de absolución o de condena según que los actos humanos sean conformes
o no con la ley de Dios escrita en el corazón. Precisamente, del juicio de los
actos y, al mismo tiempo, de su autor y del momento de su definitivo cumplimiento,
habla el apóstol Pablo en el mismo texto. Así será “en el día en que Dios
juzgará las acciones secretas de los hombres, según mi Evangelio, por Cristo
Jesús” )Rom 2, 16).
El juicio de la conciencia es un juicio práctico, o sea, un juicio que
ordena lo que el hombre debe hacer o no hacer, o bien, que valora un acto ya
realizado por él. Es un juicio que aplica a una situación concreta la
convicción racional de que se debe amar, hacer el bien y evitar el mal. Este
primer principio de la razón práctica pertenece a la ley natural, más aún,
constituye su mismo fundamento al expresar aquella luz originaria sobre el bien
y el mal, reflejo de la sabiduría creadora de Dios, la
cual,
como una chispa indestructible brilla en el corazón de cada hombre. Sin
embargo, mientras la ley natural ilumina sobre todo las exigencias objetivas y
universales del bien moral, la conciencia es la aplicación de la ley a cada
caso particular, la cual se convierte así para el hombre en un dictamen
interior, una llamada a realizar el bien en una situación concreta. La
conciencia formula así la obligación moral a la luz de la ley natural; es la
obligación de hacer lo que el hombre, mediante el acto de
su conciencia,
conoce como un bien que les es señalado aquí y ahora. El carácter universal de
la ley y de la obligación no es anulado, sino más bien reconocido, cuando la
razón determina sus aplicaciones a la actualidad concreta. El juicio de la
conciencia muestra “en última instancia” la conformidad de un comportamiento
determinado respecto a la ley; formula la norma próxima de la moralidad de un
acto voluntario, actuando “la aplicación de la ley objetiva a un caso
particular”.
60. Igual que la misma ley natural y todo
conocimiento práctico, también el juicio de la conciencia tiene un carácter
imperativo: el hombre debe actuar en conformidad con dicho juicio. Si el hombre
actúa contra este juicio, o bien, lo realiza incluso no estando seguro si un
determinado acto es correcto o bueno, es condenado por su misma conciencia, norma próxima de la moralidad personal. La
dignidad de esta instancia racional y la autoridad de su voz y de sus juicios
derivan de la verdad sobre el bien y sobre el mal moral, que está llamada a
escuchar y expresar. Esta verdad está indicada por la “ley divina”, norma universal y objetiva de la moralidad.
El juicio de la conciencia no establece la ley, sino que afirma la autoridad de
la ley natural y de la razón práctica con relación al bien supremo, del cual la
persona humana acepta el atractivo y acoge los mandamientos. “La conciencia,
por tanto, no es una fuente autónoma y exclusiva para decidir lo que es bueno o
malo; al contrario, en ella está grabado profundamente un principio de obediencia
a la norma objetiva, que fundamenta y condiciona la congruencia de sus
decisiones con los preceptos y prohibiciones en los que se basa el
comportamiento humano”.
61.La verdad
sobre el bien moral, manifestada en la ley de la razón, es reconocida práctica
y concretamente por el juicio de la conciencia, el cual lleva a asumir la
responsabilidad del bien realizado y del mal cometido; si el hombre comete el
mal, el justo juicio de su conciencia es en él testigo de la verdad universal
del bien, así como de la malicia de su decisión particular. Pero el veredicto
de la conciencia queda en el hombre incluso como un signo de esperanza y
misericordia. Mientras demuestra el mal cometido, recuerda también el perdón
que se ha de pedir, el bien que hay que practicar y las virtudes que se han de
cultivar siempre, con la gracia de Dios.
Así, en el juicio práctico de la
conciencia, que impone a la persona
la obligación de realizar un determinado acto, se manifiesta el vínculo de la libertad con la verdad. Precisamente
por esto la conciencia se expresa con actos de “juicio”, que reflejan la verdad
sobre el bien, y no como “decisiones” arbitrarias. La madurez y responsabilidad
de estos juicios –y, en definitiva, del hombre, que es su sujeto- se demuestran
no con la liberación de la conciencia de la verdad objetiva, a favor de una
presunta autonomía de las propias decisiones, sino, al contrario, con una
apremiante búsqueda de la verdad y con dejarse guiar por ella en el obrar.
Buscar la verdad y el bien
62. La conciencia, como juicio de un acto, no
está exenta de la posibilidad del error.
“Sin
embargo - dice el Concilio- muchas veces ocurre que la conciencia yerra por ig
norancia
invencible, sin que por ello pierda su dignidad. Pero no se puede decir esto cuando
el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco, por el
hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega”... En los juicios de
nuestra conciencia se anida siempre la posibilidad de error. Ella no es un juez
infalible: puede errar. No obstante, el error de la conciencia puede ser el
fruto de una ignorancia invencible, es decir, de una ignorancia de la que el
sujeto no es consciente y de la que no puede salir por sí mismo.
En el caso de que tal ignorancia invencible no sea culpable, la
conciencia no pierde su dignidad porque ella, aunque de hecho nos orienta en
modo no conforme al orden moral objetivo, no cesa de hablar en nombre de la
verdad sobre el bien, que el sujeto está llamado a buscar sinceramente.
63. De
cualquier modo, la dignidad de la conciencia deriva siempre de la verdad: en el
caso de la conciencia recta, se trata de la verdad objetiva acogida por el
hombre; en el de la conciencia errónea, se trata de lo que el hombre,
equivocándose, considera subjetivamente verdadero. Nunca es aceptable confundir
un error subjetivo sobre el bien moral con la verdad objetiva, propuesta
racionalmente al hombre en virtud de su fin, ni equiparar el valor moral del
acto realizado con una conciencia verdadera y recta, con aquel realizado siguiendo
el juicio de una conciencia errónea. El mal cometido a causa de una ignorancia
invencible, o de un error de juicio no culpable, puede no ser imputable a la
persona que lo hace; pero tampoco en este caso aquel deja de ser un mal, un
desorden con relación a la verdad sobre el bien. Además, el bien no reconocido
no contribuye al crecimiento moral de la persona que lo realiza; éste no la
perfecciona y no sirve para disponerla al bien supremo... La conciencia, como
juicio último concreto, compromete su dignidad cuando es errónea culpablemente,
o sea “cuando el hombre no trata de buscar la verdad y el bien, y cuando, de
esta manera, la conciencia se hace casi ciega como consecuencia de su hábito al
pecado”. Jesús alude a los peligros de la deformación de la conciencia cuando
advierte: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo
estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y,
si la luz que hay en ti es oscuridad, "qué oscuridad habrá!” (Mt 6, 22-23).
64. En las palabras de Jesús antes mencionadas,
encontramos también la llamada a formar
la conciencia, a hacerla objeto de continua conversión a la verdad y al
bien. Es análoga la exhortación del Apóstol a no conformarse con la mentalidad
de este mundo, sino a “transformarse renovando nuestra mente” (cf. Rom 12,2).
En realidad, el “corazón” convertido al Señor y al amor del bien es la fuente
de los juicios verdaderos de la conciencia. En efecto, para poder “distinguir
cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rom 12, 2)
sí es necesario el conocimiento de la ley de Dios en general, pero ésta no es
suficiente; es indispensable una especie de “connaturalidad” entre el hombre y
el verdadero bien. Tal connaturalidad se fundamenta y se desarrolla en las
actitudes virtuosas del hombre mismo: la prudencia y las otras virtudes cardinales,
y en primer lugar las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad.
En este sentido, Jesús ha dicho: “El que obra la verdad, va a la luz” (Jn 3,
21).
Los
cristianos tienen –como afirma el Concilio- en la Iglesia y en su Magisterio
una gran ayuda para la formación de la conciencia: “Los cristianos, al formar
su conciencia, deben atender con diligencia a la doctrina cierta y sagrada de
la Iglesia. Pues, por voluntad de Cristo, la Iglesia católica es maestra de la
verdad y su misión es
anunciar
y enseñar auténticamente la Verdad, que es Cristo, y al mismo tiempo, declarar
y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma
naturaleza humana”. Por tanto, la autoridad de la Iglesia, que se pronuncia
sobre las cuestiones morales, no menoscaba de ningún modo la libertad de conciencia
de los cristianos; no sólo porque la libertad de la conciencia no es nunca
libertad “con respecto a” la verdad, sino siempre y sólo “en” la verdad, sino
también porque el Magisterio no presenta verdades ajenas a la conciencia
cristiana, sino que manifiesta las verdades que ya debería poseer,
desarrollándolas a partir del acto originario de la fe. La Iglesia se pone sólo
y siempre al servicio de la conciencia, ayudándola a no ser zarandeada aquí o
allá por cualquier viento de doctrina según el engaño de los hombres, a no
desviarse de la verdad sobre el bien del hombre, sino a alcanzar con seguridad,
especialmente en las cuestiones más difíciles, la verdad y a mantenerse en
ella.
[1] [1] Si bien la ética es una disciplina filosófica que reflexiona sobre la moral ("moral pensada") y la moral se refiere al conjunto de normas morales actuantes en una sociedad ("moral vivida") , en este subsidio se utilizarán Etica y Moral como términos sinónimos.
[2] Invariable, porque los niveles superiores exigen haber superado los primeros; universal, porque todos los individuos se desarrollan moralmente siguiendo esta secuencia evolutiva, aunque sus experiencias demostraron que este desarrollo es notablemente lento y en algunos casos queda estancado por el tipo de exigencias que les plantea la vida social.
[3] Este aspecto no ha merecido tanta atención de parte de Kolhberg.
[4] Lipman, M. y otros.(1992) Filosofía en el aula. Ediciones de la Torre, Madrid, 1992;Turiel, E. (1984) El desarrollo del conocimiento social. Moralidad y convención. Editorial Debate, Madrid.
[5] Por “convencional” entiende el sometimiento a las normas, convenciones y expectativas de la sociedad y una defensa de ellas justamente porque son normas y expectativas de la sociedad.
[6] Delval, J y Enesco, I, op.cit..
[7] Una explicación más completa acerca de la Discusión de dilemas morales, se encuentra en el subsidio “Los contenidos transversales y los valores salesianos en el PEI”, págs. 11 y 12.
[8] Bescansa Galán, M.J. y otros, (1995) La formación moral, eje transversal de la educación, Fere, Madrid, pág. 40.
[9] “Los contenidos transversales y los valores salesianos en el PEI”.
[10] Resumen y adaptación de Bescansa Galán, M.J. y otros. Op. cit. pág.53 y sgs.
[11] Se señalan aquellos objetivos comunes de ciclo que contribuyen de manera especial a alcanzar la madurez necesaria para el desarrollo de la identidad moral del educando.
[12] Cfr. SEPSUR, Cuaderno Carpeta de Pastoral Juvenil: Formación de la conciencia moral 35-11, Bs. As., 1996. (Subsidio enviado por SEPSUR a todas las casas. Esp. págs. 5 a 15.
[13] Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes, 16.